You are on page 1of 16
CONFLICTOS ANEENTALESE LOS CONFLICT: ‘OS «VERDES»: SU DIMENSION INTERNA E INTERNACIONAL “APROXIMACION AL ESTUDIO DE LOS NEXOS ENTRE DETERIORO MEDIOAMBIENTAL, CONFLICTOS CON ALTO GRADO DE VIOLENCIA POTENCIAL, SEGURIDAD INTERNACIONAL Y NEGOCIACIONES AMBIENTALES INTERGUBERNAMENTALES Rafael Grasa! «La humanidad se encuentra en un momento definitorio respecto de su his- toria. Hemos de enfrentarnos a a perpe- tuacién de las disparidades entre y dentro de las naciones, al empeoramiento de la pobreza, el hambre, las patologias de la | Profesor de Relaciones Internacionales de la Univer= sitat Auténoma de Barcelona y secretario de su Centro 44 Estudios sobre Ia Paz el Desarme Edificio B, 06193 salud y el analfabetismo, asi como al de- terioro continuo de los ecosistemas de los ‘que dependemos para nuestro bienestar» (Programa 21, Cap. 1, Predmbulo, parra- fo 1.1) Belaera, Barcelona, Tel (3) $81 2424/Fax (3) 58124 31). Miembro del Intentional Consortium Jor the ‘Study af Environmental Securit. Ecologia Pollica - 25 , Rep enter Wena eee eee Se ha producido en los ultimos afios, en el marco de la creciente preocupacién por los cambios medioambientales y sus repercusio- nes a nivel global y local, un notorio interés por el eventual pape! del medio ambiente co- ‘mo motivo de conflictos y posible factor beligend. Desde dpticas y enfoques muy diversos, que van desde la investigacion pa- ralla paz.a los estudios estratégicos, se ha su- gerido que las presiones ambientales provocadas por la intervencién humana a gran escala podian afectar sensiblemente a la seguridad nacional ¢ internacional’, se han diseftado diversos programas internacio- nales de investigacién? e incluso se anuncia In aparicién de revistas especificas'. La preocupacién, por otro lado, ha alcan- zado a los érganos principales de las Nacio- nes Unidas, la Asamblea General y el Consejo de Seguridad. Asi, la resolucién de la Asamblea General que supuso el inicio del proceso que Itevaria a la reunién de Rio de Janeiro establecid, en 1989, que uno de los objetivos de la futura Conferencia de las NN.UU. sobre Medio Ambiente y Desarro- lo debia ser «valorar la capacidad del siste- ma de las Naciones Unidas para coadyuvar ala prevencién y arreglo de disputas en la ~ esfera medioambiental, asi como recomen- dar medidas en ese campon®, Mas reciente- mente, el Consejo de Seguridad, en ocasién de la primera reunién de alto nivel de sus quince miembros (enero de 1992), mostrd también su inquietud por la vinculacién en- tre seguridad y medio ambiente, afirmando 2 Véase al respecto, Grasa (1994, 1995) y Myers 1983). 43 Destacaremos tres de ellos, directa 0 indirectamen- te presentes en este articulo y en el dossier sobre con: flictos ambientales de Ecologia Politica al que estas paginas sirven de presentaci6n y marco: a) «Environ- ‘mental Change and Acute Conflict», co-dirigido por ‘Thomas Homer-Dixon (coodinador del programa de es- tudios sobre paz y conflictos del University College de Ia universidad de Toronto), financiado por la Ameri- ‘ean Academy of Arts and Sciences y la mencionada uni- ‘versidad de Toronto; b) el Programa global sobre medio ambiente, que se desarrolia en el Pacific Institute for ‘Studies in Development, Environment and Security, di- tigido por Peter H. Gleick, de quien publicamos un ar- ‘culo en el presente dossier; c) y el Proyecto ENCOP ‘Environment and Conflict Project) de la Fundacién ‘Suiza para la Paz, orientado a estudiar th relacién en 26 - Ecologia Politica OO ee ee ee que «las causas no militares de inestabilidad en las esferas econdmica, social, humanita- ria y ecolégica se han convertido en amena- zas ala paz y a Ja seguridad»’, Por si fuera poco, al hilo de la preocupa- ci6n intelectual y politica, se han ido acuflan- do expresiones y conceptos que aluden a diversos aspectos de la problemética mencio- nada. Sin énimo de exhaustividad, podria- mos destacar las siguientes: «seguridad global», «seguridad ambientaln, «seguridad ecoldgican, «seguridad wltima», «disputas 0 guerras medioambientales», «conflic- tos/guerras ‘verdes’», «conflicto agudo», «conflictos por recursos hidricos», «tensio- nes extremas causadas por el agua («water- stress»), «escasez medioambiental» «diplo- macia medioambiental», «diplomacia del ozonon, «instituciones para la Tierra», «go- bernancia (governance) ambiental», etcétera. Detrés de tales expresiones y conceptos subyace, empero, un alto grado de confu- si6n y ambigiedad, De ahi que el presente articulo, que aunque puede leerse por si s6- Jo pretende ademés servir de introduccién y ‘marco general de los restantes que compo- nen el ep{grafe sobre conflictos ambientales, se dedique a introducir algunas precisiones y aclaraciones répidas sobre tres de las dimensiones que vinculan el deterioro medioambiental y la escasez de recursos: Ja nocién de seguridad; los conflictos susceptibles de escalada violenta y las negociaciones ambientales interguberna- mentales. ‘tre violencia y conflictos causados por la degradacién ambiental y el pape! de los instrumentos de resolucién pacifica de los conflicts, un proyecto dirigido por Gint- ‘ment et sécurité, que 2 partir de 1995 publicard el In- ternational Consortium for the Study of Environmental Security. ‘5 Resolucién dela Asamblea General 44/228, 20 de diciembre de 1989. Reunién de alto nivel del Consejo de Seguridad: "Nota del Presidente del Consejo de Seguridad en nom- bre de los miembros, Naciones Unidas (Nueva York), 31 de enero de 1992 [Doe. $/23500]. Se cita de acuer- do con el texto publicado en Desarme. Revista perié- dca de las Nociones Unidas, vol. XV, 1992, n* 2, p&- 4 Mla cursiva es nuestra). 1, LA NUEVA PERCEPCION DEL RIES- GO AMBIENTAL: SUS IMPLICACIO- NES PARA LA SEGURIDAD Afirmar que en los veinte afios que sepa- tan Estocolmo y Rio de Janeiro, sedes de las dos conferencias sobre medio ambiente or- ganizadas por las NN.UU., la percepcién del riesgo ambiental y de sus implicaciones ha sufrido un cambio drdstico es ya un lugar ‘comin’, Como muestra con mayor detalle Ja tabla 1, dicho cambio cristaliza en torno a cuatro grandes ejes: a) el cardcter limita- do de los recursos de la biosfera, que, habi- da cuenta de su distribucién asimétrica, comporta problemas respecto de la equidad de su reparto ‘entre los actuales habitantes del planeta y entre éstos y las generaciones futuras; b) la dimensién transfonteriza y glo- bal de buena parte de los problemas, inde- pendientemente de que hayan podido originarse a nivel local o regional; c) dife- rencias de enfoque, asi como de problemas especificos a los que hacer frente, entre los paises fuertemente industrializados y los pai- ses en vias de desarrollo, que incluyen dife- entes valoraciones de los nexos entre medio ambiente, pobreza y desarrollo; y d) el ca- racter politico y no meramente técnico- clentifico de las posibles soluciones, que abarca la inquietud por la vinculacién entre medio ambiente y seguridad. Elidltimo de los ejes ha afectado especial- mente a Ia consideracién de los temas me- dioambientales por parte de la disciplina de las relaciones internacionales y los estudios sobre la seguridad, provocando un claro pro- ceso de convergencia entre seguridad y medio ambiente (Grasa, 1995). Tradicional- mente, las relaciones internacionales se ha- bian ocupado del medio ambiente en un sentido restrictivo: en el marco de aproxima- ciones geopoliticas orientadas a aprehender la conducta exterior de los estados, 0, sobre todo, considerando los recursos naturales (iierra, agua, minerales y energia) como ob- Jetivos estratégicos, es decir, como objeto de codicia, de luchas por su acceso y control. 7 En cuanto a fos agentes que impulsan dicho cam- bio, cabe sefalar e papel de las ONGSs, de movimien- tos ecologistas y partidos verdes, de instituciones internacionales catalizadoras como el PNUMA y el im- En la década de los ochenta, a los facto- res ya mencionados se aftade la creciente cri- tica al saber convencional sobre la seguridad, deudor de las anteojeras ideolégicas propias - de la guerra fria. Esa critica subraya la im- portancia de las dimensiones no militares de la seguridad, a saber: politica, econémica, societal y medioambiental. Ello supuso am- pliar la nocién de seguridad, lo que ha com- Portado, a su vez, la aparicién de una nueva «agenda» investigadora para cada una de di- has dimensiones, intentos de ensamblar los diversos hallazgos parciales en pautas de andlisis genéricas y, por ultimo, la elabora- cin de un «nuevo pensamiento» sobre la se- guridad nacional e internacional®, ‘Aunque existen trabajos y programas de investigacién sobre la relacién entre seguri- dad (en sentido amplio) y medio ambiente, sobre seguridad ecoldgica o inseguridad am- biental, ambos términos abarcan demasia- das cosas y demasiado diferentes entre s{ ara ser manejables, al menos en el contex- to que ahora nos ocupa. Es necesario esta- blecer algunas restricciones. La primera restriceién afecta a la dimen- sién del medio ambiente y consiste en cen trar nuestra atencién en los cambios ‘medioambientales (de tipo local, regional 0 slobal) que afectan a grupos de seres huma- + nos susceptibles de actuar en el ambito internacional. Los restantes -elementos medioambientales sélo se considerarén a efectos contextuales, para enmarcar o com- render las conductas o percepciones de cier- tos actores. La segunda restriccién limita, por el contrario, la dimensién de la seguri- dad. Se trata de atender prioritariamente a lo relacionado con la dimensién conflictiva de la seguridad, que puede estar vinculada ‘una simple percepcién de inseguridad pro- acto ambiental de ciertas catAstrofes y accidentes, ® Aparte de los trabajos ya citados, véanse Brown (1993), Homer Dixon (1991, 1993, 1994) y Miers (1993). Ecologia Politica - 27 4 .. Los recursos de la biosfera son limitados: no tenemos derecho ni a privar de ellos . Los temas y problemas medioambientales, en particular cuando se trata de buscar . Existe una creciente vinculacion entre seguridad y medio ambiente, producto de la Tabla 1 LA NUEVA PERCEPCION DEL RIESGO AMBIENTAL Y SUS IMPLICACIONES a las generaciones futuras, ni a gestionarlos de forma esquilmadora ni a emplearlos de forma manifiestamente asimétrica o desigual. Los problemas medioambientales no respetan las fronteras estatales; no saben de ellas. Un bueto némero de problemas medioambientales (lluvia dcida, efecto invernade- 10, destruccién de la capa de ozono...) exigen —a causa de su globalidad, inmedia- tez y magnitud- una respuesta urgente, eficaz, coordinada y global. Esta, sin embargo, se ve dificultada por la incertidumbre cientifica y la informacién insuficiente, por los numerosos obstdculos a la cooperaciGn intergubernamental, por la actitud entor- pecedora de algunos paises altamente desarrollados y por los enormes costos finan- cieros que requicren, Los problemas medioambientales especificos de los paises desarrollados difieren de los de los paises en vias de desarrollo. En los primeros, lo fundamental son ciertas formas de contaminacién, producto en cierto modo de ta abundancia y de la rique- ‘2a; en los segundos, lo crucial es fa sobreutilizacién de recursos escasos en virtud de la pobreza, Dicho de otra manera, las prioridades se centran en preservar la tierra y las fuentes de agua antes que en la contaminacién del aire. De ahi que pueda ha- blarse de un claro enfrentamiento Norte-Sur también en lo relativo a los problemas medioambientales, evidenciado con crudeza en los tltimos aftos. De ahi también que desarrollo y medio ambiente se perciban cada vez més como conceptos inseparables, ‘© que se puedan establecer en los paises del Sur vinculos causales entre pobreza y deterioro medioambiental. soluciones y no sélo de establecer denuncias, deben abordarse desde una éptica poli- tica y no meramente técnica o cientifica. preocupacién por los aspectos no militares de la seguridad y, a la vez, por la inquie- tud que provocan el potencial de violencia (intra ¢ interestatal) presente en conflictos alguna de cuyas causas basicas es de origen medioambiental. . La elaboracién de una nueva agenda a propésito de la condicién del medio ambiente del planeta para el préximo siglo, que combina ta dimensién global, la incertidum- bre cientifica, la premura (a causa de la posible situacién de irreversibilidad a que podria legarse pronto en algunos casos) de las respuestas y la necesidad de actuar de forma decidida pero cauta. Fuente: Refeel Grasa, Sepuided y medio ambiente: ocoteciones @ un proceso de convergence, Bakear, 1995. ‘cedente del «otro» o a una contraposicién real que los cambios ambientales pueden afectar de intereses 0 valores. Si conectamos ambas_ @ los conflictos entre actores internacionales. restricciones, siguiendo a Homer-Dixon El campo sigue siendo, pese a todo, muy (1991, 1993, 1994), nuestro campo de inte- amplio. Si analizamos los doce grandes te- és se restringird al estudio de las formas en mas presentes en los cinco epigrafes de la 18 - Beologia Poltica «agenda» ambiental para el afio 2000 (tabla 2), précticamente en todos ellos pueden pro- dlucirse cambios ambientales susceptibles de generar o alimentar conflictos. No obstan- te, los conflictos pueden derivar en enfren- tamientos muy diferentes, en cuanto al tipo de insirumentos empleados y grado de vio- lencia: amenazas de uso de la fuerza, inter- venciones militares, guerras, disputas diplomaticas o comerciales, terrorismo, et- cétera, en la esfera internacional; algaradas, Fevueltas, rebeliones, cambios politicos, mo- vimientos insurgentes, etcétera, en la esfera interna, Parece por tanto imprescindible estable- cer algin mecanismo que permita distinguir, tanto en la dimensién interior como en la in- ternacional, la probabilidad de que determi- nados conflictos ambientales puedan conllevar un alto grado de violencia direc- ta, No obstante, aun en el caso de limitarse al estudio de cambios ambientales con alta probabilidad de provocar conflictos que su- Pongan el recurso a la violencia directa, la Tabla 2 LA AGENDA AMBIENTAL PARA EL 2000 1, EL CAMBIO CLIMATICO Y SUS DIVERSOS IMPACTOS de la atmésfera, 3. Liuvias dcidas 4. Deforestacion ‘sos estados ¢iemplo) IV. RESIDUOS PELIGROSOS propa a partic de: United Nations Environment Puente: Elboracién Program ‘ronment 1989 (UNEP/CG 18/2/AAd.2) abil de 1988, caps. 3° y 4%: NN.UU., Global Outlook. ‘and Environmeniol Perspective (Nueva York, The United Natlons Pubs, 1990) 1, Emisién de gases que provocan el efecto invernadero y el calentamiento global 2. Deterioro y disminucién de la capa de ozono estratosférica e incremento de la fadiacién ultravioleta y de sus efectos biocidas DEGRADACION DE LA TIERRA Y EL AGUA 5. Desertizacién y degradacién del suelo, en particular det relacionado con usos agricolas 6. Contaminacién y reduccién progresiva de los recursos hidricos (bien en térmi- nos relativos, bien en términos absolutos), a menudo compartidos entre diver- Ill. RECURSOS GENETICOS Y BIOLOGICOS 7. Mantenimiento de la diversidad biolégica (biodiversidad) 8. Captura abusiva de algunos recursos bidticos de origen animal (pesca, por 9. Problemas de reciclado y de almacenaje con garantfas de residuos peligrosos y con periodos de actividad dilatados 10. Movimientos transfronterizos y «exportacién» de residuos V. IMPACTO DE NUEVOS MATERIALES Y TECNOLOGIAS 11. Biotecnologia: impacto sobre la biodiversidad y, en especial, sobre la agricultura 12. Uso de megatecnologias para alterar el medio ambiente ame (UNEP), The State of the Wordd Envi. 2000. An Economic, Social Ecologta Politica - 29 gama de posibilidades que ‘contemplan los masivas (refugiados ambientales) causadas por el deterioro 0 escasez de recursos hidri- 05 0 tierra cultivable, 0 a la utilizacién de los alimentos como arma por parte de los exportadores!, pasando por el deterioro de las condiciones que permiten lograr solucio- nes cooperativas a litigios interiores o inter- nacionales (por ejemplo, un incremento del niimero de obstdculos que dificultan las ne- gociaciones medioambientales interguberna- mentales). Por otro lado, la causalidad atribuible a Jos cambios ambientales puede variar mucho de un conflicto a otro. En algunos casos pue- de constituir uno de los elementos funda- mentales, junto a otros factores culturales, politicos o socio-econémicos (el contencio- so entre Siria y Turquia a propésito de las aguas del Eufrates y los planes turcos de afia- dir a ta presa de Ataturk una veintena més de presas y sistemas de irrigacién). En otros puede ser un elemento més, de importancia secundaria o indirecta. Hay que sefalar, por iltimo, que tanto la causalidad como la frecuencia y virulencia de los conflictos no afectan por igual a los pafses del Norte y a los del Sur. Los paises del Sur son més vulnerables a los cambios ambientales, por lo que la probabilidad de conflictos con alto grado de violencia indu- cidos por dichos cambios ¢s mucho mayor. Por consiguiente, no parece aventurado ‘concluir que «en dichos paises, una gama de presiones ambientales atmosféricas, terres- tres ¢ hidricas producira con el tiempo, de forma individual o combinada, cuatro im- 9 Autores preocupados desde hace afios por temas ‘medioambientales como Robert Hellbroner y Wiliam ‘Ophuls habian plantendo hace ya mucho tiempo la po- sibilidad de que, de ampliarse la brecha entre el Norte 4 eSur a causa de cambios medioambientales, los pal- ses del Sur incluso pudieran recurir aenfrentamientos azmados para forza alos pases del Norte a cederies tum mayor porcentaje dela riqueza mundial, Véase,res- pectivamente, An Inquiry into Human Prospect (Nue- va York, Norton, 1580) y Ecology and the Politics of Scarcity: A Prologue to ¢ Potical Theory ofthe Steody 30 Ecologia Politica . Pactos sociales interrelacionados: disminu- cin de la produccién agricola, declive eco- némico, desplezamie-tos de poblacién y disrupcién de las relaciones sociales legitima- das y regulares. Esos efectos sociales pueden ‘causar, a su vez, tipos especificos de conflic- tos agudos, incluyendo disputas entre pai- ses a causa de la escasez, luchas entre grupos étnicos, asi como como insurgencia y con- tiendas civiles, todos ellos (Homer-Dixon, 1991: 78). Esta répida excursién por las implicacio- nes para la seguridad de la nueva percepcién del riesgo ambiental ha coneluido en un pun to no menos confuso y problematico que las relaciones entre seguridad y medio ambien- te: la definicién de confficto, el andlisis y ti- pologia de sus diversas manifestaciones y, en particular, la aplicacién de todo ello a con- flictos inducidos por cambios medioam- bientales. 4 Aunque a menudo suelen usarse como pa- labras practicamente sinénimas, conflicto, disputa, crisis, violencia o guerra aluden, si se usan con precisi6n, a realidades distintas aunque relacionadas. Desde Ia éptica de Ia investigacién para la paz, o mas en concreto desde el enfoque de la investigacién sobre los conflictos y la forma de resolverlos o regulartos de forma pacifica que subyace a estas paginas'! (asi como en gran medida a los articulos de Bachler y Gleick que se reproducen a conti- ‘State (San Francisco, Freeman, 1977), 10 Para éste y otros aspectos ligados a los usos polt- ticos de los recursos, véase, A. Westing (ed.), Global Resources and International Conflict: Environmental Factors in Strategie Policy ond Action, Londres, Ox- ford, 1986. 1A partir de este momento, seguiré muy de cerca Jos trabajos, todavia inéditos en su mayor parte, del ‘Seminario de Educacién para la Paz de la Asociacién Pro Derechos Humanos de Espafia, del que formo parte. ‘uacién), la nocién de conflicto no tiene ne- eesariamente connotaciones negativas. El conflicto es connatural al ser humano y, si se resuelve de forma creativa, puede consti- tuir una de las fuerzas motrices del cambio, Como dice Johan Galtung, se puede aplicar provechosamente al concepto de conflicto la formulacién china a propésito de una no- cién emparentada, crisis: crisis = peligro (violencia) + oportunidad (desafio, reto)!2, Pues bien, por conflicto entenderemos una divergencia o incompatibilidad entre dos 0 mds objetivas. Habida cuenta que los ob- jetivos, sean personales o grupales, suelen in- teracccionarse entre sf y formar un sistema, puede decirse que el conflicto supone una contraposicién o incompatibilidad entre va- ios objetivos 0 intereses en pugna dentro de un sistema. Hay que insistir en que sin in- compatibitidad o contraposicién de objeti- vos (lo que suele denominarse problema o meollo, uno de los tres vértices, junto a los actores implicados y la estructura 0 proce- 80, del conflicto), no existe conflicto, pese ‘la virulencia que en algunos casos presen- tan ciertas disputas sin incompatibilidad — (pseudoconflictos). Los objetivos en pugna pueden ser mate- riales, tangibles (es decir, intereses y necesi- dades), o bien intangibles, es decir, motivaciones profundas como sentimientos, valores 0 pautas culturales. De ahi que pue- da distinguirse entre conflictos de intereses. Y conflictos de motivaciones o de raices profundas'?, Los primeros son més faciles de negociar y gestionar, buscando algun ti- po de compromiso entre los intereses en pug- na (negociacién en funcién de intereses y no en funcién de posiciones o posturas). Los se- gundos, por el contrario, plantean mas di- ficultades; exigen la resolucién, es decir, climinar o reformular los valores en colisin. La definicién anterior nos permite‘ anali- zar con el mismo utillaje los conflictos que ' Johan Galtung, Peace Studies: Peace and Con- ‘Slct; Development and Civilization, de préxima publi- ‘acién, Coneretamente, véase la segunda parte, ttulada «Teorias del contficton, de Ia que procede la cita. En ‘castellano, puede consultarse «Las perspectivas de con- flict y el nuevo orden mundial», en S. Brucan/A, Gun- ‘der Frank/J. Galtung/1. Wallerstein, EY orden mundial ‘tras ta crisis de la guerra det Golfo, Alicante, Instituio sedan dentro dé un sistema [incompatibili- dad o contraposicién de intereses u objeti- vos en el seno de una persona, grupo o conglomerado de grupos; es decir, conflic- tos internos: intrapersonales, intragrupales, intrarregionales...} y los que acaecen entre diversos sistemas [incompatibilidad o con- traposicién de intereses u objetivos entre di- versos grupos o actores con diferentes conjuntos de objetivos o intereses; es decir, conflictos externos: interpersonales, inter- grupales, interregionales, internacionales.. De ello se deriva una doble ventaja: 1) par- tir de la existencia, tanto a nivel interno co- mo externo, de diversos niveles y escalas de conflicto; 2) relacionar las dimensiones in- ternas e externas (por ejemplo, internacio- nales 0 interestatales) de determinados conflictos, algo especialmente necesario pa- ra conflictos a menudo diplices como los «conflictos verdes». De la existencia de diversos niveles y es- calas de conflicto se desprende que Jos con- Slictos —en \a medida en que se consideran incompatibilidades 0 contraposiciones de in- tereses, necesidades 0 valores— no necesa- riamente implican violencia, directa 0 estructural. Al menos, no todos ellos. La probabilidad de evolucién violenta de un conflicto aumenta de forma notoria de permanecer irresuelto durante mucho tiem- po el problema que encierra la contraposi- cién de objetivos y, sobre todo, si esa incompatibilidad o contraposicién afecta a necesidades basicas para la supervivencia de Jas personas o grupos (tangibles, como el bie- ‘Nestar; intangibles, como la identidad o la libertad). . Los otros dos-vértices-del- tridngulo de} conflicto, la estructura/proceso y los acto- res implicados (personas o grupos), también pueden coadyuvar a la aparicién de mani- festaciones violentas de la incompatiblidad ‘© contraposicién de objetivos. Por ejemplo, de Cultura eJuan Gil Albert», 1993, Tomo ta distinciéa de John Burton. Véase al rexpecto: John Burton, Conflict: Resolution ond Provention, Londres, Memittan, 1990; John Burton, Resolving Deep-Rooted Conflict. A Handbook, Nue- va York, University Press of America; yJ. Burton (¢4.), Conflict: Human Needs Theory, Londres, Memillan, Ecologia Politica - 31 2m estructuras que perpetuan ‘ituaciones pro- fundamente asimétricas visibles para las di- versas partes implicadas pueden alentar Ia aparicién de conflictos o situaciones de pri- vaci6n relativa, o sea, de situaciones en las que los que los grupos o personas margina- das sienten que su estatus es inferior al de ‘otros grupos y, sobre todo, menor at que tie- nen derecho a poseer, lo que puede exarcer- bar la conducta violenta. Respecto de las personas o actores, basta con recordar la importancia de factores li- gados a Ia identidad de grupo y a los condi- cionamientos culturales en la perdurabilidad ‘escalada violenta de algunos conflictos con raices 0 motivaciones profundas. No debe olvidarse que, como‘ha seftalado con agu- * deza Wallerstein, la geocultura es el envés de la geopolitica (Wallerstein 1991). A me- ‘nudo, la identidad de grupo o los condicio- namientos culturales alientan percepciones: de «suma nula» (nuestra victoria es su de- rrota; su victoria, nuestra derrota), que im- posibilitan o dificultan la cooperacién, ta biisqueda de soluciones negociadas. Asi, la historia del conflicto sobre el agua del rio Jordan esté repleta de situaciones que ilus- ‘tran como al definir y analizar las causas del conflicto las diversas partes tienden a culpar globalmente al adversario y a atribuirle pre- disposiciones agresivas; de hecho, acaban sonsiderando que el problema o meollo del conflicto es la existencia del «Otro» (Oli- vier/Rubin 1993: 168 y ss.). La posibilidad de que exista mayor o me- ‘nor probabilidad de evolucién hacia formas de violencia directa, asi como diversas inten- sidades en su manifestacién, permite a los estudiosos de los conflictos establecer gra- daciones de los conflictos violentos. Asi, res- pecto de conflictos interestatales sucle hablarse de crisis, escalada y guerra, Este tl- timo concepto, pese a su centralidad para las Telaciones internacionales,no dispone de una definicién univoca. De ahi que cualquier examen de la probabilidad de que ciertos conflictos desemboquen en guerras exija, de entrada, precisar la nocién de guerra que se Tras In mediacién, se logr6 un acuerdo, el proto- ‘colo de Rfo de Janeiro de enero de 1942. Tras la dispu- 42 - Ecologia Politica eek Be eee kM et ea liza, cémo deber¢ hacer yo mismo de aqui a un momento. Al habérselas con los «conflictos verdes», ¢s decir con conflictos inducidos por facto- res medioambientales (en particular los re- lacionados con cambios medioambientales, incluyendo los relacionados con el deterio- roo creciente escasez de ciertos recursos, re- novables 0 no renovables), pueden y deben. aplicarse todas las distinciones y precisiones anteriores. Por ejemplo, para interpretar co- rrectamente la tabla 3, que muestra algunos litigios irresueltos sobre aguas internaciona- Jes, es necesario tener presente que conflic- tono presupone necesariamente violencia ni imposibilidad de cooperacién. Ast, ninguno de los tres conflictos hidri- cos relacionados con América Latina reco- ‘gidos en la tabla parece probable que escale hasta alcanzar un grado alto de violencia. De hecho, la mayor parte de los conflictos han sido abordados mediante negociaciones bi- aterales, que muestran capacidad de enten- dimiento entre las partes, pese a que los diversos problemas de gestion de Ia cuenca del Parana exigen desde hace ya algun tiem- po mayor capacidad de concertacién, es de- cir, medidas e instrumentos multilaterales. ‘Sélo en un caso, la disputa recurrente a pro- pésito del Marafién entre Pert y Ecuador (no recogido en la tabla), Ia «solucién» se encontré en una mediacién ad hoc de cua- tro paises (Argentina, Brasil, Chile y EE.UU.)"4. Por el contrario, el potencial de escalada violenta presente en los conflictos del Nilo, el Jordan 0 el conjunto Tigris- Eufrdtes es, como, ya hemos comentado an- teriormente, alto, Por otro lado, estos ulti- mos litigios ven incrementada su probabilidad de convertirse en conflictos vio- lentos al combinarse objetivos incompatibles respecto a un recurso crecientemente escaso cen Ia zona (el agua) con percepciones de in- compatibilidad derivadas de condiciona- mientos culturales y de identidades grupales contrapuestas que agudizan una contrapo- sicién objetiva entre arabes y no arabes. Di- cho brutalmente, los tres sistemas fluviales 1a fronteriza de 1981, las cuatro potencias mediadoras volvieran 2 movilizarse para restablecer la paz. de que dependen buena parte de los érabes ‘estén controlados en la actualidad por esta- Tabla 3 dos no drabes)!5, Por consiguiente, explorar la relacién en- LITIGIOS IRRESUELTOS SOBRE AGUAS INTERNACIONALES (1986) Cursos de agua Africa/Oriente Medio Nilo Eufrates, Tigris Jordan, Yarmuk, Litani, acuiferos de Cisjordania Asia Indus, Sutlei Brahmaputra, Bangladesh Salween/Nu Jiang Mekong América Parana Lauca Rio Grande, Colorado Grandes Lagos Europa Rin Mass, Schelde Elba ‘Werra/Wesser Szamos Fuente: M. Renner/M. Pianta/C. Franchi, «lnienasonal Conflict and Environmental Degradation, en R. Vlyrinea (cd, Transformation, Paises implicados Egipto, Etiopia, Sudan Irak, Siria, Turquia Israel/Palestina, Jordania Siria, Libano India, Paquistén Bangladesh, India Birmania, China Kampuchea, Laos, Tailandia, Vietnam Argentina, Brasil Bolivia, Chile México, EE.UU. Canadé, EE.UU. Francia, Holanda, Suiza, Alemania Bélgica, Holanda Checoslovaquia, Alemania Alemania, Hungria Rumania ‘New Direction in Conflict Theory. Confer Resolution and Confit la totalidad de gis existentes). | Etiopla y Suddn, en el caso del Nilo; Israel, para <1 Jordin; Turquia, en el caso del conjunto Problema en litigio Aluviones, inundacién, flujo de agua/desviacién de éste Flujo de agua reducido, sali nizacién (impacto sobre gacién y centrales hidraulicas) Flujo de agua/desviacion del flujo Irrigacion Aluviones, inundacién, flujo de agua Aluviones, inyadacién Flujo de agua, inundacién Contaminacién industrial Salinizacién, contaminacién Industrial Salinizacién, contaminacién industrial Contaminacién industrial ‘Contaminacién industrial 9. Londses, Sage, 1991. [La tabla no eco- Tigris-Eutfrates. * Ecologia Politica - 33 Ha ‘tre conflictos violentos y el acceso al agua - potable supone analizar el reparto desigual de los recursos hidricos distinguiendo situa- ciones conflictivas y probabilidades de vio- lencia tan diferentes como las que explora Gleick en el tercer articulo de este dossier: la geopolitica de las aguas compartidas, el control del agua como fuente de rivalidad ‘estratégica o bien como objetivo militar, la posibilidad de considerar las reservas de agua y sistemas de suministro como presas como: ‘blanco bélico o, por ultimo, la utilizacion de recursos hidrdulicos como instrumentos de guerra. Se trata, en sintesis, de considerar ¢l agua y sus sistemas de suministro como origen, causa y medio de conflictos violentos, inclu- yendo las guerras. Para poder hacerlo ase- gurando buenos resultados es necesario enfrentarse antes a dos dificultades, validas para otras situaciones de deterioro y esca- sez de determinados recursos y no solo para el caso del agua: a) contar con informacién fiable sobre la distribucién y localizacién presente del recurso, as{ como con estima- ciones solventes respecto de la evolucién de su disponibilidad y distribucién futura; b) definir qué se entiende por guerra y investi- ‘gar las posibilidades de que dicho fenéme- no se produzca en determinadas zonas en las que existen o pueden exsitir conflictos a pro- pésito de dicho recurso. Respecto de la primera dificultad, la in- formacidn sobre la distribucién de los recur- sos, hay que sefialar que diversas instancias intergubernamentales proporcionan datos y estimaciones fiables, pese al alto grado de incertidumbre de buena parte de la informa- cién cientifica vinculada a cuestiones me- dioambientales. Entre ellas destaca ei Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y su Global Environmen- tal Monitoring System (un ejemplo de los obstaculos, y de los logros, de Ia busqueda de formas de cooperacién medioambiental mundial; véase Gosovic 1992). Con respec- to all agua, los datos nos permitirian estable- cer que si bien en las condiciones climéticas actuales existe mds agua de la necesaria pa- ra satisfacer las demandas globales, no siem- ‘6 Segim la definicién de M. Falkenmark, «New eco- logycal approach to the water cycle: ticket to the futu- 34 - Ecologia Politica a a le eat ot pre se dispone de ella en el lugar y momento apropiado ni con la calidad idénea. La de- manda excede las reservas disponibles en Oriente Medio, el norte de China, Java oriental (Indonesia) y zonas de la India. Al mismo tiempo, en 88 paises en vias de desa- rrollo que concentran el 40% de la pobla- cién mundial, los déficits condicionan ya fuertemente el desarrollo de sus poblaciones. Se ha estimado que hacia el afio 2000, pa- decerdn graves carencias de agua (es decir, situaciones en que 2000 personas contaran con una unidad de flujo anual equivalente aun millén de metros cubicos!6) 350 millo- ines de personas (la mitad dela poblacidn det Africa subsahariana) y escasez total alrede- dor de 150 millones (los datos, proceden de ‘Thomas/Howlett 1993: 7 y ss.). La segunda dificultad, la definicién de guerra y el andlisis de la probabilidad de que se produzca en determinadas zonas en rela- cién a determinados recursos 0 cambios am- bientales, reviste mayor complejidad, habida cuenta de las numerosas definiciones y po- ‘Temicas intelectuales que suscita la definicién y conceptualizacién de la nocién. Tomare- ‘mos en consideracién tres de las multiples definiciongs existentes. La primera de ellas, la més amplia, es Ia de Hedley Bull, para quién la guerra es «vio- lencia organizada ejercida por varias unida- des politicas de forma reciproca» (Bull 1977: 184). Como ha sefialado John Vasquez (Vas- ‘quez 1993: 24 ss.), la utilidad de la defini- cin estriba en el hecho de que abarca mas fenémenos que los enfrentamientos bélicos interestatales y subraya que la violencia em- pleada debe ser colectiva (lo que la distin- gue del conflicto violento sin mis) y organizada, es decir, normada (existen reglas y costumbres), focalizada y dirigida (enca- minada a lograr ciertos objetivos) y social {no simple violencia interpersonal). Diversos conflictos inducidos por cambios medioam- bientales ya comentados podrian evolucio- nar de acuerdo con pardmetros compatibles con Ia definicién de Bull, incluyendo con- flictos intraestatales. La segunda es una definicién operativa, que ha guiado la recopilacién mas exhausti- reo, en Ambio,,vol. XII, 1984, va de datos cuantitativos sobre los fenéme- nos bélicos, el proyecto Correlates of War. De acuerdo con ella, «una guerra interna- ional es un conflicto militar librado entre entidades nacionales, una de las cudles al me- ‘nos es un estado, que provoca un minimo de 1000 combatientes (personal militar) muertos» (Bremer ef alt. 1975: 23). La do- ” ble restriccién impuesta por ésta y otras de- finiciones parecidas'’, la necesidad de que ‘uno de los contendientes sea un estado y de que haya un niimero minimo de bajas mili- tares, hace que disminuya mucho fa cifra de ‘guerras, libradas o previsibles, inducidas por cambios medioambientales. La tercera definicién, elaborada por Ist- van Kende y utilizada por Bichler, vuelve a la tradicién cualitativa, enlazando con la propuesta por Bull. Una guerra seria un con- flicto de masas armado y violento, librado de acuerdo a una estrategia planificada, con un minimo de continuidad temporal, con or- ganizaciones centrales en todas las partes en- frentadas y en que al menos uno de los ‘contendientes es un gobierno que cuenta con tropas regulares 0 asociadas (Bachler 1993: 6). La definicién, como luego se vera, per- mite a Bachler ciftar en algo més de un 40% Jas guerras en que puede detectarse una di- mensién medioambiental total o parcial, una cifra considerablemente més alta que la que se derivarfa de la definicién de Bremer e in- cluso de la de Bull. . Si, para recapitular, no s6lo consideramos las guerras sino la totalidad de posibles con- flictos con alto grado de violencia inducidos por cambios medioambientales, podriamos establecer una tipologia que, en funcién de Ja causa medioambiental predominante, di- ferenciara entre: 1) conflictos relacionados con la escasez de ciertos recursos; 2) conflic- tos de identidad grupal o comunitaria, pro- vocados en buena medida por movimientos © migraciones ambientales derivados de la cescasez de ciertos recursos; y 3) couflictos de privacién relativa, en los que la escasez ac- tiva la percepeién de la injusticia y fomenta Tevueltas o rebetiones. Si consideramos tam- bién el objetivo perseguido y el alcance o 4m- ito del conflicto (véase la tabla 4), se puede 1 Por ejemplo la de Small/Singer que coments cénclur (sguiendo en parte a Homer-Dixon 1994) lo siguiente: 1. Los conflictos susceptibles de tener un alcance internacional serian sobre to- do los conflictos étnicos 0 de identidad ‘grupal y los conflictos provocados por es- ‘casez de recursos. Si bien algunos analis- tas consideran muy significativa la Propensién de tales conflictos a derivar en conflictos violentos interestatales, ‘otros consideran que las tensiones y es- caseces ambientales generardn con mas 3. Respecto de los conflictos de identi- dad grupal, si la nica incompatibilidad entre el grupo receptor y la poblacién emigrada esté relacionada con la amena- zaa la identidad provocada por la afluen- ia continuada de refugiados, el potencial de violencia intergrupal puede ser relati- vamente bajo, habida cuenta la debilidad del grupo que llega. No obstante, si esa incompatibilidad se relaciona con otras 0 Ja afluencia constante altera cl equilibrio 4tnico y las condiciones econémicas, pue- den producirse estallidos de violencia in- ternos y malestar en las relaciones entre elestado «receptor» y «emisor de mi grantes. El apoyo de movimientos irre- dentistas o de terceros estados podria agravar el fenémeno. 4. Los conflictos con mayor potencial de violencia, por lo general interna aun- que con posiblidad de repercusiones in- ternacionales, son los conflictos de privaci6n relativa, que persiguen justicia distributiva y equidad, Resulta interesan- te sefialar que conflictos semejantes, aun- que por el momento con un nivel nulo o muy bajo de violencia directa, se dan a menudo en las relaciones Norte-Sur, en Bichler en el tercer articulo del dossier. Ecologia Politica - 38 * Tabla 4 TIPOLOGIA DE POSIBLES CONFLICTOS CON ALTO GRADO DE VIOLENCIA INDUCIDOS POR CAMBIOS MEDIOAMBIENTALES (cl texto en cursiva y entre corchetes tiene pretensién explicativa o ejemplificadora y no agota la totalidad de implica fenémeno) Tipo de conflicto (en funcién de la causa) Escasez de ciertos Mitigar consecuencias recursos de la escasez fagua, tierra, pesca] [puede comportar mmigraciones 0 movi- mientos poblacio- - nales a gran escala] Identidad grupal Proteger y reforzar la © comunitaria identidad de grupo, ame- nazada por movimientos Ipercepciones de poblacién «ellos-nosotrosn] fincluye conflictos étnicos o relacionados con diferencias culturales, nacionales, religiosas} Privacién relativa Justicia distributiva la escasez de recursos puede activar la percep- cién de injusticia y con- tribuir a fomentar revueltas o rebelién} ‘Fuente: Eleboracién propia, a partir de la tipologla, modificada, de Homer-Dinon (1991-1994) Internacional (interestatal, regional) Iposible vinculacién con conflictos de identidad grupal, étnicos} Internacional (interestatal, regional) del eventual efecto desestabi- lizador disminuye a causa de Ja debilidad det grupo que emigra. Muerte y miseria en el seno del grupo] [el grado de violencia puede ‘aumentar de haber vincula- ci6n con irredentismos y apo- yo de estados} Interno (con repercusiones internacionales) [EI fendmeno se da también en las relaciones Norte-Sur, ‘como puéde comprobarse en ‘algunas negociaciones globa- es medioambientales, aunque ‘por el momento sin dimensin de violencia directa} particular en las negociaciones globales medioambientales (en particular, las liga- das al cambio climatico, ¢l deterioro de Ja capa de ozono o el mantenimiento de Ja biodiversidad). 5. Ya se ha sefialado antes que la pro- babilidad de que se produzcan conflictos violentos de alguno de los tres tipos se- fialados, o combinaciones de ellos, es ma- yor en los paises mas vulnerables a los ‘cambios ambientales, los del Sur. No obs- tante, conviene seflalar para acabar que Jas consecuencias de dichos conflicts pueden variar: fragmentacién politica, re- gimenes autoritarios y belicosos, interven- ciones 0 guerras con paises vecinos. Presumiblemente, las diferencias de po- der hacen que parezca mas plausible que las amenazas y el recurso.a soluciones dic- tatoriales o autoritarias menudeen en pai- ses grandes y relativamente ricos, aunque dependientes de una base material en pro- ceso de degradacién (Brasil, Indone- sia...); por el contrario, en paises pobres en recursos (Etiopia, Filipinas, Haiti, Bangladesh) lo més frecuente podria ser In aparicién de tendencias fragmentado- ras y el debilitamiento del poder central. Nos hemos ocupado hasta el momento de la relacién entre presiones medioambientales y conflictos. Llegados aqui la pregunta inevi- table es si resulta posible la cooperacién, en particular la internacional, es decir, la busque- da de acuerdos globales o el establecimiento de cinstituciones para la Tierra» (Choucri 1993; Haas et alt. 1993). De ser posible dicha cooperacién, cabria preguntarse otras muchas cosas, por ejemplo: con qué instrumentos, ob- mo se manifiestan en el proceso de creacién de acuerdos los conflictos entre los diversos actores implicados, qué garantias existen de que las diversas partes respetarén luego sus bligaciones internacionales, etcétera. 3. LAS NEGOCIACIONES AMBIENTA- ‘LES INTERGUBERNAMENTALES: UN ESPACIO DE COOPERACION Y DE CONFLICTO La respuesta. la primera pregunta, la po- sibilidad de la cooperacién internacional, suele ser positiva y undnime. Nadie puede dudar de que existen bastantes ejemplos de ln existencia de instituciones (no necesaria- mente formalizadas organizativamente) que petmiten la acccién colectiva internacional en temas medioambientales. Concretamen- te, un examen previo a la Conferencia de Rio de los instrumentos legales existentes en . aquel momento y de su eficacia identificd 124 instrumentos multilaterales, bilaterales, etoétera (Sand 1992); mds recientmente, se ha examinado la eficacia de una quincena de acuerdos 0 tratados de naturaleza global (Gusskind 1994: 15). . No obstante , el examen de Susskind 0 el debate previo a Rio que refleja el libro com—" pilado por Sand, diversos trabajos de Lipietz complementarios al que se publica en este nimero de Ecologia Politica (1992, 1994), (© numerosos estudios monograficos. de acuerdos ambientales 0 procesos negociado- tes especificos, han mostrado con claridad que las negociaciones ambientales constitu- yen una oportunidad y un espacio en que, aunque se busque la cooperacién, se mani- fiesta siempre un rasgo permanente de las re- laciones internacionales: su naturaleza conflictiva. Por otro lado, existen razones fundadas, a que aludiré luego, para consi- derar insuficientemente eficaces buena par- te de los instrumentos existentes. + Concretamente, el examen del estado y perspectivas de las negociaciones internacio- ales encaminadas a lograr acuerdos me- dioambientales, 0 a perfeccionar los existentes, revela dos grandes dreas de preo- cupacién, necesitadas de mayor reflexion: a) el estado general de la cuestién, que incluye —siguiendo a Susskind— tres debates inte-~ relacionados sobre la debilidad del actual sistema de conclusién de tratados; b) la di- mensién Norte-Sur, que en lo concerniente a las negociaciones globales presenta carac- teristicas propias de los conflictos de priva- cién relativa, de los conflictos en que se apela a la justicia distributiva. Veamos unos bre- ves apuntes de cada una de las areas de preo- cupacién. . ‘Como decia, Suskind ha estructurado inge- niosamente la polémica sobre la debilidad del «El primero se da entre pragmdticos e idealistas. En él, ambos lados se preocu- Pan por la calidad y sustentabilidad am- biental, pero tienen expectativas en pugna tespecto de qué constituye un progreso razonable en la busqueda de soluciones + justas y eficaces a los problemas me- dioambientales. El segundo enfrenta a optimistas y pesimistas en to que parece una batalla interminable acerca de como lograr la cooperacién global. Optimistas Y pesimistas muestran posiciones diame- tralmente contrarias acerca de las pers: pectivas y el alcance de los acuerdos globales que resultan posibles. El tercer debate se da entre reformistas y conser- vadores, que estén en desacuerdo acerca de la deseabilidad de reestructurar las Na~ ciones Unidas y el sistema de institucio- nes multilaterales que ha ido estableciéndose desde mediados de los afios cuarenta» (Susskind 1994: 12-13). Naturalmente, la posicién que una perso- ‘a © grupo tome en cada uno de esos tres debates determinard el grado de éxito o fra~ ‘caso que atribuya al actual sistema de lograr acuerdos internacionales medioambientales. Asi, los pragmaticos suelen considerar que Jo importante es empezar, establecer una Pauta de cooperacién, de ahi que en su opi- znidn casi todo valga. Sostienen por ello ques en perspectiva hist6rica, los avances han sido muy importantes. Ello les hace comprensi- ‘vos frente a problemas (falta de ratificacién, cardcter no vinculante de algunos acuerdos, inexistencia de compromisos financieros...) que, sin embargo, hacen que los idealistas exclamen «demasiado poco y demasiado tar- de». Asi las cosas, no resulta extrafio que pragméticos ¢ idealistas analicen de forma bien diferente, por ejemplo, los acuerdos so- bre el cambio climético y la biodiversidad firmados en Rio. En cualquier caso, pragmiticos e idealis- ‘tas comparten la preocupacién por Ia exis- tencia de obstaculos objetivos que entorpecen el logro de la cooperacién glo- bal, imprescindible para gestionar recursos 1 Vease al resperto, los trabajos ya citados de Suss-" ‘kind (1994), Choueri (1993), Haas e f alt. (1993) 0 38 - Ecologia Politica compartidos o comunes y hacer frente a eventuales conflictos inducidos por cambios medioambientales. Tres son los principales obstdculos a la cooperacién: 1) el conflicto Norte-Sur, que se agrava a medida que sc ensancha la dis- tancia entre los paises del Norte y los del Sur Gstos tiltimos, sujetos también a un creciente proceso de separacién y ftagmentacién en- tre si); 2) el interés de los estados en preser- var su soberania frente a otros estados y organizaciones internacionales, per se un ob- jetivo irrenunciable para ellos; y 3) la falta de incentivos que fomenten la negociacién seria entre estados. La diferente valoracién de estos tres obs- tdculos alimenta, siguiendo a Susskind, el debate entre optimistas y pesimistas. Dej réde lado el conflicto Norte-Sur, al que alu- diré luego, y la falta de incentivos, para seftalar tnicamente que el obsticulo de la so- berania explica en buena medida lo débiles que son las medidas previstas por la mayo- ria de acuerdos medioambientales globales para controlar y garantizar el cumplimiento deo acordado, Como es conocido, la Con- vencién sobre el Derecho del Mar (1982) avanzé la nocién de «patrimonio comin de Ia humanidad», que supone una disminucién de la zona de soberania o propiedad por par- te de los estados (y de particulares). No obs- tante, el hecho de que la Convencién no haya entrado ain en vigor por no haberse depositado todavia el sexdgesimo instrumen- to de ratificacién (¢l mininimo previsto por la propia Convencién) disminuye el valor real, préctico, de dicha nocién o principio. Hay, pues, motivos de pesimismo, aunque Jos optimistas suelen aducir que la reforma del sistema legal internacional podria con- tribuir a mejorar Ia situacién. Entramos asi eneltercer y ultimo debate, entre reformis- tas y conservadores'®, Su cardcter comple- jo y pluridimensional exigirfan un tratamiento demasiado largo, de ahi que me limite a seftalar dos inadecuaciones muy cla ras, que se afladen a la ya comentada a pro- isito de la debilidad (estructural, dado el cardcter «andrquico» de la sociedad interna- Gosoive (1992), pe a a et A cional) delos mecanismos para garantizar y controlar el cumplimiento de lo acordado. En primer lugar, la inexistencia de una de- claracién universal sobre ta proteccién me- dioambiental y el desarrollo sostenible, pese a la peticién en ese sentido contenida en el Informe Brundtland, que podria paliar se- giin algunos autores la principal inadecua- cin del sistema legal actual: la carencia de obligaciones nacionales especificas para la proteccién del medio ambiente. En segun- do, el hecho de que las reglas y procedimien- tos de votacién y representacién no garantizan que todos los paises y sus respec- tivos itereses y necesidades se traten de for- ma equitativa, lo que alimenta la aparicién de conflicts entre paises del Norte y paises del Sur en un marco cuyo objetivo basico de- biera ser la bisqueda de cooperacién. De hecho, asi las cosas, lo extrafto seria que en las negociaciones globales medioam- bientales (por ejemplo, las ligadas al cam- bio climético, la proteccién de la capa de ‘ozono estratosférica y el mantenimiento de 1a biodiversidad) no se produjeran situacio- nes conflictivas entre el Norte y el Sur. En cualquier caso, como muestran los andlisis, de Alain Lipietz reproducidos a continua- cidn, las tres grandes negociaciones sobre bienes comunes o globales muestran carac- teristicas diferentes. La proteccién de la capa de ozono, por ¢jemplo, ha avanzado més, al menos apa- rentemente, por tratarse en buena medida de un problema originado en el Norte y que afectaba de forma sensible en un primer mo- mento a ciertas zonas del Norte (Australia). Eso explica el recurso al llamado principio de precaucién: pese a la incertidumbre cien- tifica sobre la disminucién de la capa de oz0- no y de sus everituales consecuencias, lo mas inteligente, a la espera de saber mas y me- Jor, es actuar inmediatamente para suprimir las causas. En este caso, las objeciones de algunos paises del Sur, como China e India, pueden resolverse mediante incentivos eco- némicos o transferencias tecnolégicas. Por 1 contrario, en el caso del cambio climatico debido al efecto invernadero, parece produ- cise una combinacién curiosa: tas principa- les consecuencias potenciales afectan al Sur, mientras que los costes politicos y econémi- ‘cos para remediar la situacién recaen sobre todo en el Norte. El resultado ¢s una divi- sién entre el Norte y el Sur, asi como dentro del Norte y del Sur: entre quienes son parti- darios de entender la cautela ante la falta de certidumbre como «no hacer nada» y quie- nes reclaman alguna actuacion, La tercera de las negociaciones, la relati- va ala biodiversidad, uno de los principales escollos de la preparacién de la conferencia de Rio, ha dado lugar a pautas de enfrenta- miento Norte-Sur analizables en términos de dependencia: «la bjodiversidad, entendida ‘como materia prima, se encuentra en el Sur y las industrias que la usan en el Norte (...) De ahi la posicién muy simple de la Admi nistracién estadounidense en la negociacién de Rio y en la negociacién del GATT acerca de la «proteccién de la propiedad intelec- tual»: cualquier molécula identificada por un Jaboratorio estd sujeta a «royalties». Natu- ralmente, la posicién del Sur era exactamen- te la inversa: Ja biodiversidad, al ser un recurso natural localizado, pertenece al pais en que se encuentra (c6mo los yacimientos de petréleo). La identificacién del valor de uso de una molécuta, al ser producto de la ciencia, la convierte en un bien comsin de la Aumanidad> (Lipieiz 1994: 7-8, la cursiva es suya). Concluye aquf nuestro andlisis de la di- ‘mensi6n interna ¢ internacional de los «con- flictos verdes» 0, més precisamente, la aproximacién al estudio de los nexos entre deterioro medioambiental, seguridad inter- nacional, conflictos con alto grado de vio- lencia potencial y negociaciones ambientales. El panorama que emerge de estas paginas no - €s, obviamente, demasiado esperanzador. La mayor 0 menor confianza en fa posibilidad de mejorarlo dependerd del grado de opti- mismo o pesimismo con que se evalic el pa- norama, de que se considere la botella —por decirlo con el lenguaje popular— medio va- cia o medio lena. Por mi parte, me limitaré a sefialar algo ‘que deberian tener presentes optimistas y pe- simistas: 1. La proteccién ambiental, incluyen- do la prevencién y resolucién creativa de conflictos vineulados a cambios me- dioambientales. La creacién de regimenes ¢ instituciones encaminadas a «preservar Ecologia Politica - 39 la Tierra, es ante todo una actividad po- Utica, y como tal tal deben enfocarse las actividades orientadas 0 lograr sus obje- tivos y juzgarse sus resultados. 2. Como actividad politica que se rea- liza, al menos parcialmente, en la esfera internacional, su ejercicio depende de la BIBLIOGRAFIA CITADA BACHLER, G. (1994), Desertification and Con- Slit. The marginalization of poverty and of ‘environmental conflicts, Berna, ENCOP, Oc- casional Paper n° 10. BROWN, M. B. (1993) (¢d.), Ethnic Conflict and International Security, Princeton, Princeton UP. BREMER, S. ef ait. (1975), The Sclentific Study ‘of War, Nueva York, Learning Resources in International Studies. Reeditado en J. Vas- quez/M. Henehan (eds.), The Scientific Study ‘of Peace and War, Nueva York, Lexington Books, 1992, pp. 373-437. BULL, H. (1977), The Anarchical Society, Lon- res, CHOUCRI, N. (1993) (ed.), Global Accord. En- vironmental Challenges and International Res- Ponses, Cambridge, The MIT Press. GASOVIC, B. (1992), The Quest for World En- vironmental Cooperation, The Case of the UN Gtobal Environmental Monioring Sysem, Londres, Routledge and Kegan, GRASA, R. (1994), Globo! Security: A Medi ranean Approach, Barcelona, Centre d°Es- tudis sobre Ia Pau i el Desarmament (UAB), Working Paper n* 4. —— (1995), Seguridad y medio ambiente. Aco- Jaciones a un proceso de convergencia, Bilbao, Bakeaz. HAAS, P.M./KEOHANE, R.O./LEVY, M.A. (1993) (eds.), Institutions for the Earth. Sour- ces of Effective International Environmental Protection, Cambridge, The MIT Press. HOMER-DIXON, Th. F. (1991), «On the thres- hold. Environmental Changes as Causes of Acute Conflict», International Security, vol. XVI (1991), n° 2, pp. 76-116. —— (1993), «Physical Dimensions of Global a Me RR hk lal A capocided, voluntad y habilidad de tos ae- ‘ores implicados. 3. La capacidad, voluntad y habilidad de los diversos actores (estatales y no es- tatales) implicados pueden ser manifesta mente mejoradas. Change», en Choucry (1993), pp. 43-66, —— (1994), «Environmental Scarcity and Inter- ‘group Conflict», en M.T. Kiare/D.C. Thomas (eds.), World Security. Challenges for a New Century, Nueva York, St. Martin's Press, pp. 290-313. LIPIETZ, A. (1994), «Enclosing the Global Com- ‘mons: Global Environmental Negotiations in ‘a North-South Conflictual Approact (texto 10 publicado, que resume investigaciones de! ‘autor por encargo de UNESCO y del progra- ma «Eclat», Ministerio francés del Medio Am- __ biente). — (1992), La préparation de la Conférence des ‘Nations Unies sur !'Environment et le Déve- loppement comme processus de négociation», Informe a la UNESCO. MYERS, N. (1993), Ultimate Security. The En- vironmental Basis of Political Stability, Lon- dres, Norton. OLIVER, G./RUBIN, J. (1993) (eds.), Culture ‘and Negotiation. The Resolution of Water Disputes, Londres, Sage. SAND, P.H. Sand (ed.), The Effectiveness of In- ternational Environmental Agreements. A Survey of Existing Legal Instrumentos, Cam- bridge, Grotius Publications. SUSKIND, L. E., Environmental Diplomacy. Negotiating more effective global agreements, Oxford, Oxford U.P., 1994. ‘THOMAS, C./HOWLETT, D. (1993) (eds.), Re- ‘source Politics. Freshwater and Regional Re- ations, Buckingham, Open University Press. VASQUEZ, J., The War Puzzle, Cambridge, Cambridge U.P., 1993. WALLERSTEIN, I. (1991), Geopolitics and Geo- culture. Essays on the changing world-system, Cambridge, Cambridge U.P.

You might also like