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América aborigen De los primeros pobladores a la invasion europea dibliotece basica de historia Raul Mandrini Profesor de Historia egresaco de |a Universidad de Buenos Aires, fue hasta 2009 profesor titular ¢ investigador del Instituto de Estudios Historicn-Sooiales e la Universidad Nacional del Centro de la Provincia Ge Buenos Aires, teniendo a su cargo la catedra de Historia Americana Prehispénica. Actualmente es investigador 2d honérem an el Museo Etnografica Juan B, Ambrosetti de la Universidad de Buenos Aires, Sus Investigaciones se centran en la historia de Ios pusblos originarios de la region pampeana y sus edyacencias. Acemés de articulos en libros y revistas, es autor de Volver al pais de jos araucanos {con Sara ‘Oftelli, 1992), Los indigenas de fa Argentina. La visién del “otro” (2004) y La Argentina aborigen. De los primeros pobladores a 1910 (2008, en esta coleccién). Coma compilador y editor, publioé Huelias en fa tierra, indics, agricuitores y hacendadios en fa pampa bonaerense [con A. Reguera, 1994), Las fronteras hispanocriolas dal mundo indigena letinoamericano en los siglos XVI y XIX. Un estudio comparativo (con C. C. Paz, 2002), Vivir entre das mundos. Las frontaras de! sur de ie Argentina, Sigios Xvil-XIX (2006) y Sociedades en movimiento. Los puebios inolgenas de América Latina en el sigio XiX (con A, Escobar y 8. Orteli, 2007), ‘yg | wr La Vee Tabac, Mano biblioteca basica de historia Ditigida por Luis Alberto Romero siglo veintiuno —_ meio en Me swan sentadteres. com at Biglo wd editores, mexico e7F0 DE. ALA 248, FONED Le aside salto de pagina bibtiotoca nueva, anthropos i 08 pnts 206, BS 22010 wren, ew wae bUlkeccrumvaes See Mandlrini, Rati José Amnétiea aborigen: De los primeros pobladores a kt inva pea- 2° ed= Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 201%. 288 p- il 29x16 can= (Biblioteca hasiea de historia // dirigiela por Luis Alberto Romero) ISBN 978-087 2347 1, América. 2. Puchlos Originarios CDD 305.8 © 201g, Siglo Veintiuino Editores S.A, Edicidn al enidacio de Yamila Sevilla y Valeria Afi6n Disetio de coleccisn: tholén kunst Disetio de cubierta: Peter Tjebbes Mapas: Rubén Nahuel Mandini ISBN 978-087-029-345"7 Impreso en Antes Grificas Delsur // Alte, Solier #450 Avellaneda, en el mes de septicnnbre de 2015 Hecho el depdrito que marca la ley 11.95 Imprexo en Argentina // Made in Argentina Presentacién, El historiador y el mundo indigena 1" 4. Construir la historia del mundo prehispanico 7 La cuestidn de tas fuentos, Cémo llamamos a nuestros aciores. EI ‘Nuevo Mundo": diversicad y heteroganeidad, La diversidad geogratica. La diversicad lingiitstica y cultural. B problema de tas Glasticaciones. Las bandas. Les tritus. Las jefaturas. Los estacios antiguos 2. América en el momento de Ia invasién europea: un mundo en movimiento 3a Cazadores recolactores do las tiorras fias del Norte. Cazadores dele tundsa tea, Cazedoros recolestores del bosque boreal “taiga”. Pescadores de salman de |a costa pacfica de Canacs. Las tieras templadas de Amética de! Norte, La ragiin da 10s bosques orientales, Los pueblos del occidente ce América cel Nowa. El érea intermedia: Elirperioincsico y sus peniferas. Las tierras balas orlentales de América de Sur, Pueblos de las berras hajas tropicales y subtropicales. Los pueblos ce las llanuras y mesetas meridionales 3. De la llegada al continente al surgimiento de las sociedades aldeanas 63 Los primeros americanos. Les origeres del problema. Los primers pobladores del continente americana. Cl ingreso al continente american, La lerga marcha a traves del continents Los proludios de un gran cambio. El fnal de la Edad del Hilo. La produccién ee alimentos y la Revolucion Necttica, Low agricultores americanos, Los sios do la agrfoultura en Mowonmérica. L § Inolos do la producciin de alimentos en los Arion oontraies, Lat velo do bas comunictackas alcloan B América aborigen Los inicios de un nuevo orden social (ce. 3000 a.C.-800 a.C.) 81 Mescamérica y los Andes centrales: espacios de dversidad y-contrastes, Los hombres y su ambiente. Mescamérica, Les ‘Andes centraies. Los incios do ia compleidad social en los Andes centrales, Afanzamlento de la produccién de alimentos y del seddantaristno, Los primeros osriras ceremoniales. El apogee de les grandes centros ceremoniales andines. Las transformaciones dal segundo rrijervo antes Ue Cristo. Deserralios, mtegraciones: yy estilo regionales, Las fronleras y més allé. La vide aldeana yy el surgimiento de la dosigualdad social en Mesoamerica. 8 afianzemiento de le vida neolitica, Apogeo de la vide aldeana y comienzo de la difereniciacién social El surgimiento de las primeras civilizaciones (800 a.C.-200 a.C.) 109 Sociedad urbana, estado y ohizacion. La civiizacién olmeca de La Venta en Mesoamerica. El orgen de Is tradicion clmeca, La Venta y las jefaturas del Formativo medio, Eno! portal de huevos tiempos. Los comienzes de la cilizacién en los Andes ccentrales: Chavin. Qué fue Chevin, Chavh di Huan el temple yy sus ocupantes. La reign, ia iconogratfa y al arto de Chevin, La sociedad, el templo y os rtuaies. La expansion del estilo ya realign de Chavin. Mas aid del universe de Chain Consolidacién de las sociedades urbanas (c. 300 a.C.-250 d.C,) 135 Los Andes centrales desoues ce Chavin: los esarrollos fegionales. La declinacion de Ghavin, Las grandes tradicionas rogionales de la costa. Las sociedades al altipiano: Pucara y los inicios de Tiwenaku, Consolidacién de las grandes tradicionas Urbanas en Mesoamérica Los olmecas de la costa del golfo: ‘ros Zapotes. 6) estilo de izapa an las tierras altes de Chiapas y Gvatomaia, Monte Albén y el surgimiento del esiado en Oaxaca, El valle de Méxice y el nacimiento de la tradicidin teotihuacar Los comienzos de ia eilizacion maya ce las terras bajas El desarrollo de los estados regionales (c. 250 d.C.-700 d.C.) 187 Las grandes e'vilizacicew dota iroanas mesoamericanas, E apogee ivizncl6n tootihuaacana en ol contro de México. Loy hnico 9 mayas durante la época elisica. La cultura zapoteca clasica en ‘Oaxaca, El ejaro Norte, El apogeo de las socedadles uroanas en el mundo andino. Transtormaciones ecaromicas, sooales y pollicas. Arte y tecnologia: la era de los maestros artesanos. Mas alld de los Andes centrales 8, Integraciones regionales y experiencias imperiales (c. 700 d.C-1150 d.C,) 183 Los Andes centrales: las experiencias de Warl y Twaneku. Las grandes intograciones regionaies. El fenémeno Wari, Tiwanaku y su Area de interacciones. Las integraiones regionalos meridionalos. El fal de ls grandes integrecicnes regionslos anvinas. 6 fr de as formaciones olasicas y los inicios del Posckisico en Mesoameérica. El colapso de las sociedacies urbanas cldsicas. El esplondor de la cevilzacisn maya, Elfin de les grancies centros mayas. El Eploésion ‘on las thomas altss centrales. Las lefares tlerrass dal Norte, Los inioos del Poscdsioo mesoamericano: ia expariencta tokoca. Los mayas a comienzos dal Poscissico 9. Interregnos: reajustes y nuevos caminos (c. 1150-1460) 213 Elmunels mesnemericana, El centr de Mexico. Los mexica y el ‘camino nical hacia el imperia, La expansion mixteoa en Oaxcca. El Oaeident y la formaci6n del estado tarasco. Los mayes del Posclasico. £1 lajano Norte, Desaratos regonsles tardios en los Andes. Elreino chimd. Los sefiares del Cuzco, Los seftorios faymara ial altiplano y los Andes mericionales. Las grances, jofaturas cel area intermecia 410. Los grandes estados Imperiales: incas y mexica (c. 1450-1530) 239 El Tawentinsuyu, Las bases materiales del estacio inca. EI funcionamiento de la sociedad y +1 estado. Mas allé de las fronteras de| Tawantinsuyu F) mosaico mescamerioano. El imperio de la Triple Alianza. Mas allé ce las {ronteras imperiales Epilogo. El mundo trastocado 267 Anexo 273 Bibliografia breve 283 Presentaci6n El historiador y el mundo indigena El territorio que hoy llamamos América comprende des enor- mes masas continentales unidas por un estrecho corredor te- rrestre y un conjunto de islas y archipiélagos vecinos a sus costas. Su nombre actual y su unicad geogréfica se deben a los europeos, que lo invadieron a fines del siglo XV. Fueron también esos invasores quienes extendieron a todos sus po- bladores el nombre de “indias” que les asigné Cristébal Colon en 1492, convencido de haber llegado a las Indias. En este tiempo, ni este territorio era América ni sus pobladores eran indies. Es la historia de esos pobladores originarios la que pre- sentamos en este libro. Resulia poco comin que un historiador escriba un Tibro sobre. los aborigenes americanos, pues el estudio de tales sociedades dista de haber sido un tema privilegiado por esa disciplina. Tal afirmaci6n, vilida en general para toda América Latina, lo es en especial para la Argentina, cuya historiografia académica, de raiz positivista y liberal, tome forma en el siglo XIX y acompans al proceso de construccién de los estados nacionales modemos en el continente, Conscientes 0 no, y pese a los cuestionamientos realizados, los historiadores somos sus herederos y esa herencia mareé en buena medida nuestra vision del pasado. En efecto, por razones politicas, ideoldgicas, o simplemente por su ncepciGn de Ja historia, los historiadores ignoraron la existen- propi cia de una sociedad indigena o bien recurrieron a imagenes estereo- lipadas para dar cuenta de ella. En €1 mejor de los casos, sélo ciertas sociedades, aquellas que crearon grandes “civilizaciones’, fueron toma- das en consideracion, siempre en el marco de la brisqueda de races de una identid \ nacional o como telén de fondo del escenario donde se I siglo XVI traviesa atin hoy los libros de texto desarrollé la conquista europea en Ce en uso, Lit histor Jistintos matices, esta vision americana comienza con Colén =o con el desgra 12 América aborigen ciado viaje de Solis si nos referimos al Rfo de la Plata~ y apenas se le dedica algiin capitulo 0 paginas preliminares a la presentacién de un panorama descriptivo acerca de quienes ocupaban el continente en es momento. Salvo raras excepciones, ese esquemitico pantallazo sucle ser atemporal, plagado de errores y lugares comunes. 'n Ia atomizacién del conocimiento que impuso el positivismo, el estudio de las culturas aborigenes americanas quedé en el campo de las mievas disciplinas que, siguiendo la tradicién estadounidense, se rewinen bajo el nombre de Antropologia. Constituidas a fines del siglo XIX, sus contenidos, las teorias en boga y sus nombres especificos Antropologia fisica (hoy hablamos de biolégica), Arqueologia, Et nografia y Emologia~ variaron segiin Jos momentos y las tradiciones nacionales. En cualquier caso, todas elas se ocuparon de los pueblos denominados “primitivos”, caracterizacién que remitia tanto a los que precedieron a la expansién curopea como a los que esa expansion hallé, en el siglo XIX, en Asia, Africa y Oceania. Los pueblos ameri- canos, referidos de manera gener de la categoria de primitivos, ala cual se asociaron los calificatives de “salvajes” 0 “harbaros”. Asi definidos los campos, el mundo indigena qued6 fuera de Ia his toria. Aquella definicién que aprendimos en la escuela la historia. co- mienza con la &s la totalielad de Jos pueblos americanos prehispanicos fue dgrala y, hasta hace muy poco tiempo, las escasas escrituras reconocibles no podian ser lefdas, 0 bien no eran consideradas verdaderas escrituras. Pero las cosas cambiaron, y los historiadores (al menos algunos) también. al como “indies”, quedaron dentro critura- sirvid de justificacién a los historiadores: casi En este contexto, me propongo recuperar una historia ignoracta y olvidada, cuando no expresamente borracia. Mientras escribo esto no puedo dejar de lado la imagen de fray Diego de Landa, obispo de Yu- catiéin, quemando cédices mayas, 0 el recuerdo de las peripecias de los manuscrites de fray Bernardino de Sahagtin. Uno buscaba borrar el pasado; el otro, conservatlo. El recuerdo del pasado era peligroso, pues cl pasado comtin y su memoria constituian elementos centrales en la construcci6n de las identidades nativas, Recuperar ese pasado tiene aqui un doble sentido, Por un lado, im- plica reinsert ren la historia un amplio campo del conoeimicnto, que nunca debié haber sido abandonado, Por el otro lado, se trate de un acto de justicia en tanto significa reintegrar @ la historia de la buamani dada pueblos sociedades y culturas, Lat eonquiali eur@ped y lox extuidos que nacieron de la disgregacién de tos imperios catoniaten maryinaron Presentacién 13 y expulsaron de sus tierras a los aborigenes americanos, pero también los expulsaron y borrs Claro que me propongo llevar a cabo esta tarea conforme a los re- querimientos de la historiografia actual. En este marco, la historia de los pueblos aborfgenes americanos antes de la conquista europea cons lituye un capitulo relevante en la historia general de la humanidad. ron de la historia. Cuando Tos europeos conquisiaron el continente, esos pueblos tenian uras de si una histori jenios, con logros comparables alos del Viejo Mundo: habian comenzado a producir alimentos, s¢ habia de- sarrollado Ta vida en aldeas y luego en ciudades; habian alcanzado altos hiveles de complejidad social y politica, y notables desarrollos tecnolé- de muchos m ics, esiéticos € intelectuales, Como historiadores y como americans no debemos ni podemos olvidar o perder ese pasado. Construir ese relato supone redefinir nuestra concepeién de la histo- ria y del quehacer del historiador, elaborar nuevos conceptos y teorias, desarrollar distintas metodologfas y ul cidn, De alli que este li Uinitaria del pasado aborigen prehispanico al tiempo que busca llegar al lizar otras fuentes de informa- se proponga ofrecer una visién general y lector no especializade, interesado en el t ma. Por ese motivo, aunque sin separarnos de la rigurosidad del conocimiento cientifico, hemes evitado los teenicismos de la jerga aeadémiea, las complejidades del len- puaje cientifico y el abuso de la cita erudita, Aunque apoyada en la informa conocido prestigio, la sintesis que ofrecemos es personal y, en muchos as de re- }6n brindada por especia aspectos, la organizacion de los contenidos y del relato que presenta- nos se aleja dle los marcos comiinmente aceptados, asf como de las pe- rlodlizaciones arqueolégicas convencionales, al tiempo que prioriza los ynandes procesos sociales. De allf que releguemos a un segundo lugat 1, desctipeién del material arqueoldgico y documental para enfatizar el niilisis de los cambios y continuidades en la organizacién econémica, |, politica y cultural de las sociedades involucradas. J conganizacién de este libro requiere aclaraciones. Después del primer Capitulo, destinado a plantear algunas enestiones preliminares, ofrece- Hos an panorama general de las poblaciones del continente en el mo- Hento inicial de ks exploraciones espaiiolas, hacia 1500. Este capitulo ationa algunas ideas frecuentes sobre los pueblos originarios. En primer lugar, quedard clare que Amériea no era un continente vacto ni 44 Anibric aborigen poco poblado, y que los pocos los espacios no ecupados eran aquellos donde las condiciones aimbientales cran tan extremas que hacian im- posible la vida humana. En segundo lugar, ese andlisis nos mostrara la multiplicidad de adaptaciones creadas por las comuniclades humanas, Ia vatiedad de formas econdmicas, sociales y politicas, y la diversidad y riqueza de sus manifestaciones culturales Dicha heterogeneidad era producto de la historia de los poblado- res originales, ima historia de cerca de veinte milenios, marcada por profundas y complejas dinamicas. A esa historia dedicaremos ocho capitulos (del 3 al 10) centrados en los grandes procesos sociales qu se desarrollaron en ambos continentes, desde el poblamiento inicial hasta el surgimiento de las formas econdmicas y sociopoliticas mis complejas, expresadas en las dos grandes construcciones politicas en- contradas por los espatioles, los imperios azteca ¢ inca. En tanto, el epilogo se centra en el impacto de la presencia europea sobre las so- ciedades aborigenes A lo largo de esa historia cambiaron los hombres y las sociedades: también se transforms el entorno fisico con el cual esas sociedades interactuaban. Insistiremos @ menudo sobre esas mutaciones, annque recordando siempre que las comunidades humanas no eran receptoras pasivas de ellas, sino que actuaban sobre el medio y lo transformaban. Ademés, es preciso tener en cuemta que la percepcién misma de los medios y paisajes, asi como la organizacién del espacio, eran distintas de las nue Lo mismo ocurrfa con las divisiones de ese espacio, El caracter na- Cionalista de las historiograffas latinoamericanas proyeets hacia el pasa do (al tiempo que las convertfa en atemmporales) las grandes divi politicas de su época. Sin embargo, no tiene sentido alguno hablar de “México”, “Perit” 0 “Brasil” cuando nos referimos a realidades que se remontan milenios atras, Por eso, cuando utilizamos referencias a juris- dicciones politicas y/o administrativas actuales, slo queremos facilitar al lector 1a ubicacién geogréfica del acontecimiento refi La cronologia, esencial en el trabajo del historiador, suele presen- tar también serios problemas en relacin con este tema. Sélo para los mayas del perfodo clésico disponemos de series de fechas precisas, y algunos datos de los momentos inici eras. mes ido. Jes de ta conquista permiten es tablecer ft bre dataciones radiocarbé: algunas datac lox nes més 6 Menos seguiras paral Lox MeN esto le Low fechaedos descansa se rales de la época prehispinica. F] aso Garbonio HM, métode \itilisade desde mediados del siglo XX Prasentacion 15 Los fechados obtenidos de esta manera fueron fundamentales para la historia aborigen, que por primera vez dispuso de un marco tem- poral general mas 0 menos seguro. Ahora bien, en primer lugar, es preciso tener en cuenta que no se datan hechos sino que, a través de los restos conservades de seres vivientes, se indica el period aproximado en que esos seres muricron. Es posible datar otros hechos u objetos por isociacién, aunque las fechas ast obtenidas serdn siempre indirectas y uproximnadas, Por ejemplo, una fecha reconstruida a partir de un trozo de madera proveniente de ua dintel de un temple no indica cudndo fue construido ese temple, sino el momento en que fue cortade el arbol diel que proviene esa madera... Una obra de este cardcter es posible gracias al esfuerzo previo de mu- chos investigadores de distintas disciplinas, en especial de arquedlogos, historiadores yantropélogos; su trabajo nos ha brindado los materiales esenciales para constcuir esta historia de los pueblos originatios. A te- dlos ellos (Seria imposible nombrar a cada uno) expreso mi reconod- nto, Sin embargo, no quisiera dejar de lado algunas menciones par- tientares Un reconocimiento especial a Alberto Rex Gonmilez, maestro y amigo que guid mis primeros pasos en estos temas, euya ausencia seré ilicil de llenar; a Alfredo L6pez Austin y Carlos Navarrete, entraiiables amigos que afios aueis orientaron iis primeras incursiones en el mun- (lo mesoamericano; también a Luis Millones, quiet con sus trabajos y a través de largus conversaciones me introdujo en los complejos cami nos del mundo andino, Tampoco puede olvidar a mis alumnos de la sidad Nacional del ina manera también participaron en la conformacidn de este loxte, En esa ur His "1 Jus dlisensiones y comentarios realizados en las clases. Por tiltimo, agra- Jo XXI Editores de \imentina al aceptar una obra atin en proyecto, ya Susana Bianchi, por esti dedicado a los 1 pueblo Qom, Unive ntro de la Provincia de Buenos Aires, que sidad dicté, durante veinticinco aftes, un curso de ive \ de América prehispanica; gran parte de este libro fue escrito wiir de los materiales que wtilicé en esos cursos, enriquecido con dlesco la confianza de Luis Alberto Romero y de iencia. Este libri i permanente apoye, aliento y p dexcendientes de los pueblos originarios, en particular que ain lucha por sus legitimos derechos, 1. Construir la historia del mundo prehispanico Eseribir una historia de las sociedades prehispanicas no es tarea facil. Ademis de la enorme extensién espacial y tempo- ral, su reconstruccién es compleja y exige un enorme estuerzo puesto que requiere cambiar los modos cle hacer historia. Esa dificultad se prefundiza atin mas debido al caracter de los tes- timonios disponibles y a la enorme diversidad social, cuttural y lingtistica de las poblaciones involucradas. Construir una historia de las sociedades indigenas supone una concepeién diferente de la historia, dado que implica la incorpo- racién de herramientas tedricas y metodolégicas distintas, en muchos casos provenientes de ous disciplinas, y el uso de testimonios de un lipo diverse al que el historiador esta acostumbrado, Partimos de una concepeién de la historia como historia de sociedades (historia social, cn el sentido que le dio Eric Hobsbawm) consideradas como realidades lotales y complejas. Pensamos en una historia global que incluye kt to- alidad del pasado humane: no hay, por le tanto, sociedades sin cambio o sin historia. La cuestion de las fuentes F) acceso a esa historia presenta problemas iniciales especificos. Los acostumbrados a trabajar con documentos escritos, se 1 casi en total orfandad, pues la América prehispan historiadore: ca, con excepcion de los mayas y zapoteeas el perfodo clisico, no desarrollé tn -verdaclero sisterma de escritura, esto es, capaz de registrar de modo Cabal el lenguaje babludo, Para accede! ese pasado debemos recurrir los restos materiales “objetos, utensilios, herramientas, edilicios, tum bas, desechos de la vida cotidiana= que la arqueologia ha recuperado, Claro que estos lestimonios nos informan acerca de numerosos aspec+ 48 América abongen tos de la vida de esas comunidades, pero también dejan otros en total oscuridad, Esto es asi porque varios aspectos de la vida social no dejan testimonios materiales y sélo pueden inferirse a partir de otros restos; ademas, el registro arqueolégico es incompleto, muchos materiales se han perdido o han sido destruidos por la accién del tempo, de factores naturzles o por obra del hombre, Por tltimo, el aniilisis y la interpreta cién de los restos conservados presentan una extrema dificultad. Los documentos esctites prehispanicos son, como senalamos, muy ‘escasos. Su lecitira ¢ interpretacién olrecen numerosas dificultades, y la informacién obtenida sélo permite atisbar una infima parte de la real dad social, Los textos mayas, sin duda los mas importantes, se refieren a los grandes sefiores, a sus vidas y sus hechos; se trata de biografias ¢ historias dindsticas destinadas ante todo a legitimar el poder de esos sefiores. Fl resto de los documentos escritos disponibles fue producide por los europeos y, algunos, por mestizos y miembros de la nobleza in- digena. En el mejor de los casos, datan de Tas primeras décadas del pe- riodo colonial, aunque a veces recogen tradiciones mas antiguas. Esos testimonios (relatos y cr fraciones de viajeros, ensayos y studios de funcionarios y misioneros, documentacién adr vida de esas sociedades en los momentos previos a la invasion europea; micas de exploradores y conquistadores, na- nistrativa, judicial y religiosa) iluminan en parte la no obstante, apenas constituyen un momento fugaz en una historia de nilenios y su uso presenta serias dificultades al historiador. Ocurre que esos documentos fueron producides en condi his- toricas particulares. El descubrimiento de América planteé a los curo- peos interrogantes sobre el mundo desconocido que se presentaba ante ellos y, en especial, acerca de sus habitantes, cuyas costumbres y formas de vida (‘an distintas a las europeas) descubridores y conqnistadores ion comenzaron a observar con asombro. También observaron las profun- das diferencias: vastos imperios, mexica ¢ incas, convivian con tribus que practicaban una agricultura rudimentaria y con pequeiias bandas moviles de cazadores recolectores Ese mundo variado y contradictorio provocé reacciones disfmiles: de la contemplacién y el asombro inicial se pas6, unas vece: G6n y cl encandilamiento ingenuos, otras, @ Ia indignada protesta, la conden: para la perspectiva cristiana, Ambas r ala admira- y la repulsion ante costumbres extranas, algunas abe unites cciones tuvieron Nigar ante un mundo al que no habia posibilidad ni inteneidn de comprender, Tam poco hubo tiempo suficiente, ya que ese univers pronto fue desir tien Jado y destruico. CConstruir la historia cet mundo pretispanica 19 De todos modos, y aun sin proponérselo, quienes destruyeron ese mundo fueron los mismos que, en innumerables textos, también con- tribuyeron a su conocimiento, Sin embargo, esos testimonios no son faciles de usar, debido tanto a problemas de conservacién, escritura y Iengna como de interpretacién. Viajeros, conquistadores, funcionarios y misioneros transcribieron sus impresiones, en las cuales la visién del “otro” se encuentra atravesada por prejuicios, ambiciones, intereses, te= mores ¢ incomprension, Ademis, buena parte de esa informacién era obtenida mediante intérpretes, informantes natives que respondian a otros intereses, Se despliegan asi, ante el historiador, miiltiples lentes, de diferentes formas y colores, que median su acceso al pasado, defor- mando las imagenes una y otra ver hasta volverlas, a veces, inasibles. El chogue cultural fue profundo; de alli que resulte tan dificil sepa- rar lo real de lo imaginario, la verdad de la fantasia en los relatos. Las exageraciones (en las distanei ndios) son frecuentes y pueden conducir a serias errores: a menudo an interesadas y servian para realzar méritos y disimular faltas; otras el tamano de las cosas, el numero de veces resultaban del temor y el asombro ante lo desconocido, Tampoco er ficil expresar en términos comprensibles para el ptiblico europeo al quc iban destinados esos escritos objetos y realidades pars las cuales no existian palabras ni conceptos adecnados en lengua castelina. Asi, por cjemplo, para describir un guanaco, Antonio Pigafetta, cronista de la cxpedicién de Hernando de Magallanes, formulé la siguiente (y asom- brosa) deseripcién: “Este animal tiene cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y cola de caballo; relincha como esie tltimo”. Cémo Ilamamos a nuestros actores 180 comin denominar “indios” a los pueblos que ecupaban el con- incite americana cuando Cristébal Coldn arribé a sus playas en 1492. Fue el propio almirante quien lo usé por primera vez, conyencide de huiber arribadoa la India, meta esperada de su travesfa atkintica. Algunos nios después Los spa ples sabfan ya que © a sus descendientes. Durant ras fueron Ilamadas “Indias Occidentales”. Con distintos argumentos, desde hace algunos aios el as tierras no eran Ja India, vero eb in re se mantuvo y se extend érmino “in- dio” es duramente cuestionado, Eu los Estados Unidos se utiliza el de Native Ameri abori~ ns". En los paises de habla hispana se prelirid genes’, “indigenas’ u“originarios®, que tienen un significado similar, 20 America aborigen incluso son aceptados por Jos propios descendiente rho es posible afirmar que tales denominmaciones sean mds Legitimas que Inde “indio”, rechazada por las connotaciones peyorativas y degradan- tes que adqpirié con el tiempo, pues se lo asimil6 a “salvaje” © “parba- ro". De alli que, aclaraciones mediante, evitemios su uso en este libro, Claro que el que haya sido acuilade por es motivo de absoluto rechazo: al fin y al cabo, los otros términos son En cualquier caso, los conquistadores tampoco también europeos. Sin embargo, las mayores objeciones se vineulan con Jas implicancias de tal terminologfa, ya que supone cierra untidac de las poblaciones americanas que no existié en la realidad, lo que podria tener serias consecuencias metodaldgicas. De hecho, las peblaciones americanas se caracterizaban por su diversidad lingtistica y cultural, que no pas6 inadvertida para los europeos Por ese motivo, no existe cn las Ienguas indigenas americanas un tér- raino eqivalente; la identidad del native se encontraba dentro de los limites del grupo étnico al que se adscribia y las relaciones entre estos grupos eran a menndo conflictivas. Por tanto, no debe extrafhar que mu chos se aliaran a los conquistadores para enfrentar a sus tradicionales rv vales éinicos. Fl concepto de “india” (0 sus sustitutos) como revelador de hina unidad de las poblaciones americanas es producto de la conquista; no se trata de una categoria cultural, racial o émica, sino social. Hl indio era, por definicién, cl sometido, Durante la conquista, eta condlicion de conquistados confirié cierta unidad a poblactones émicamente diferen- tes y permit representacion espafiola de la sociedad colon dle dos “republics” separadas de manera tajante (poco importa que la realidad fuera mas compleja) refor2s y legitims esta identidad. De alli que en este libro se utilicen dichos términos despojandolos de todo contenido étnico. rechazo hacia ciertas formas de “indigenismo romantico”, bastante: a la moda entre ciertos grupos, que supone la existencia de una esencia 0 formular una identidad comin frente al conquistador. La jal como Ia yuxtaposicién a postura se complementa con un abjerto espfrita puros que subyacen a In diversidad exterior y perduran a (raves el tiempo. El “Nuevo Mundo": diversidad y heterogeneidad E] mundo americano prehispinico tiene un valor iniguabable para los Cientificos sociales interesados en la’ problematicn de tay diferencias culturales, Gi indo los enropeos arribaron a lax playaa americans del

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