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N°38 Torre, Juan Carlos(comp.) El 17 de Octubre de 1945 Buenos Aires, Ariel, 1995. 17 y 18 de Octubre de 1945: El peronismo, la protesta de masas y la clase obrera argentina DANIEL JAMES* I El 9 de octubre de 1945, Juan Domingo Peron fue destituido de los cargos de vicepresidente y se- cretario de Trabajo y Previsién que ocupaba en el gobierno militar instalado en la Argentina desde el golpe de junio de 1943. En las primeras horas del 13 de octubre fue arrestado en su domicilio y luego trasladado a la prision de la isla Martin Garefa, En los treinta meses anteriores a estos aconte- cimientos, Perén habia llegado a constituirse en la figura protagénica del gobierno militar, Desde la Secretaria de Trabajo y Previsién comenzé a solu. cionar algunos Viejos reclamos de los trabajadores argentinos y, gracias al uso inteligente de las pre- bendas oficiales, se granje6 importantes aliados * Publicado en Desarrollo Zconémico, N° 107, vol. 27, octu- bre-diciembre de 1987. @ 83 entre QBWrigentes sindicales. Su caida en des- gracia, en octubre de 1945, obedecié en parte a que sus camaradas militares estaban preocupados Hoh ev beer @hew es porisu politica pro obrera.y.el palbice yPrteties es le. La desti cial que ésta podria proporcionarl itucién de Peron reflejé, ademas, la creciente ola de oposi- cién civil y politica que el régimen militar venia enfrentando desde comienzos de ese afio. Esta opo- sicién (que abarcaba todo el espectro de los parti- dos politicos, desde la extrema izquierda hasta la derecha) habia centrado cada vez més sus ataques en la figura de Perén. Exigié su renuncia y el tras- paso del gobierno a la Suprema Corte para que és- ta convocase, en el menor tiempo posible, a eleccio- nes que ee realizarian bajo su fiscalizacién.’ Pese a que en ese momento su derrota parecia definitiva, la politica pro obrera'de Perén habria de rendir sus frutos en la semana posterior a su separacién de los cargos. Desde la mafiana del 17 de Octubre, columnas de manifestantes llegaron al centro de Buenos Aires, provenientes de Ia pro- pia Capital Federal y de otros puntos del pais, eon el unico propésito de reclamar que se liberase a Perdn y se lo restituyera en el gobierno. En las til- timas horas de la tarde colmaban la Plaza de Ma- yo frente a la Casa de Gobierno, y entrada la no- che la movilizacién habia obligado a las autorida- des a liberar a Peron y permitir que se dirigiera a * Para conocer los antecedentes d tuvieron lugar en estos meses, constiltese Félix Luna: El 45: crénica de un afto decisivo, Buenos Aires, 1969; Alberto Cinta: Parties and Power in Modern Argentina, 1930-1946, Albany, 1969. 4 same ie ptie. : *consolidaron un m masas de trabajadores alli reunidos desde los mes de la Casa Rosada. Estos acontecimien- tos lanzaron a Perén por el camino que lo llevé a ha tenido un papel dominante en la Argentina en gran parte de los uiltimos cuarenta afios. Los sucesos de octubre fueron tema frecuente de anélisis social e histérico, tanto de contenido manifiestamente politico como de finalidades més académicas. En general, los comentarios sobre la ilizacién de las masas en esos dias formaron * parte de un debate mAs amplio acerca de los ori- genes y la naturaleza del peronismo. La interpre- tacién intelectual prevaleciente durante casi to- das las décadas de 1950 y 1960 fue la formulada por Gino Germani y otros? Segan ella, ‘el apoyo obrero a Perén en él periodo de gestacién fue un reflejo de la heteronomia de la clase obrera, En particular, los nuevos trabajadores provenientes de las provincias més tradicionales del interior del pats habrian constituido el nticleo de dicho apoyo. Atrafdos por la figura del caudillo —aseguran es- tos autores—, fueron facilmente manipulados gra- cias a las cualidades personales de Perén y a los * Véase Gino GenMani, Politica y sociedad en una época de transicibn, Buenos Aires, Paidés, 1962; una version declare: damente peronista es la de Rodolfo Puicaros, E! peronismo: sus causas (1963), Buenos Aires,, 1988. Sobre el 17 de Octu- bre especificamente, véase Hugo Gambint, El 17 de Octubre de 1945, Buenos Aires, Brijula, 1969. Un panorama general de este enfpque, asf como una critica de sus premisas empiri- 85 P beneficios que les otorgé un Estado paternalista. ‘Ademés, se vieron seducidos por sus apelaciones nacionalistas, en contraste con la retérica “extran- jerizante” de las instituciones y partidos tradicio- nales de los trabajadores. Los nuevos trabajadores predominaron sobre los sectores tradicionales de la clase obrera, en su gran mayoria descendientes de la masa de inmigrantes europeos que llegaron al pais antes de 1930, quienes permanecieron fie- les a sus instituciones e ideologias de clase. Estas instituciones fueron incapaces de incorporar a los nuevos migrantes, que por ello buscaron en Peron y en el Estado la satisfaccién de sus necesidades. Dentro de esta interpretacién, la movilizacién de octubre fue considerada la quintaesencia y el em- blema de estas nuevas masas, un momento de ruptura definitiva entre la vieja y la nueva clase obrera. Como respuesta a esta primera interpretacién, en los tiltimos quince afios surgié lo que podria de- nominarse una ortodoxia revisionista. Este revi- sionismo ha sustentado convincentemente la idea de que en los afios de gestacién del movimiento peronista habia una clara dicotomia en la clase obrera; estos investigadores han aducido que en verdad el movimiento sindical tradicional desem- pefié en 1944 y 1945 un papel decisivo en la movi- lizacién del apoyo a Perén. En un ensayo cardinal de fines de la década de 1960, Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero situaron los orfgenes del peronismo (y dentro de éste, especificamente, la participacién de la clase obrera) en el contexto de la evolucién del movimiento obrero de la década del treinta y principios de la del cuarenta. La ex- periencia de la represién de los gobiernos conser- 86 vadores, asi como la ineficacia de la organizacion sindical, hicieron que los trabajadores argentinos y sus dirigentes vieran en Perén un aliado poten- cial, aunque ambiguo.’ Juan Carlos Torre ha re- construido fehacientemente el debate interno que tuvo lugar en la clase obrera tradicional y que lle- v6 a la movilizacién masiva del 17 y el 18 de octu- bre de 1945. Torres sostuvo que, lejos de ser una manifestacién esponténea y elemental de “nue- vos" trabajadores que hicieron a un lado a un mo- vimiento sindi¢al apético u hostil, esos sucesos de- bieron en gran medida su éxito y sus alcances a la movilizacion y la estructura del sindiealismo orga- nizado.* As{ pues, la imagen de que en los afios de for- macién del peronismo la clase obrera habfa sido una masa pasiva y manipulada dejé sitid a la ima- gen de actores politicos con conciencia de clase que procuraban encontrar un camino realista pa- ra la satisfaccién de sus necesidades materiales La dicotomfa anterior entre la vieja y la nueva cla. se obrera quedé subsumida en esta imagen de una clase obrera cada vez més homogénea. No obstan- te, algunos autores se resistieron a aceptar esta tendencia homogeneizante. Germani, en lo que se- rfa su aporte final al debate sobre los origenes del * Miguel Munwas, Juan Carlos Portavtieno: “El movimiento obrero en los origenes del peronismo", en Munais y PORTAN. THERO, eds.; Estudios sobre los origenes del peronismo, vol 1, Buenos Aires, 1975. (nae ‘Juan Carlos Torte: “La CGT en el 17 de Octubre de 1945°, Todo es Historia, marzo de 1976. [CF. supra, berh ICE. supra, pp. 23-81. N. a7 Pees peronismo, ofrecié una variante de su postura pri- mitiva, que ponia el énfasis en la experiencia tra- dicional premigratoria de los nuevos trabajadores. En lugar de hacer hincapié en la peculiar relacién de estos uiltimos con el caudillo carismatico, como lo habfa hecho en sus primeros trabajos, Germani dirigio ahora su atencidn a la singularidad de la cultura politica “criolla” asociada con los nuevos migrantes. Segiin él, esta cultura se caracterizaba por una espontaneidad que se expresaba en una especie de “democracia inorganica”, fundada en la participacién politica directa, con independencia de la mediacién de las instituciones e ideologias formales. La manifestacién clasica de esta cultura politica criolla fue la movilizacién del 17 de Octu- bre.‘ Esta reformulacién de su postura previa por Germani no convencié a la mayoria de los estudio- sos y fue sometida a sucesivas criticas por Tulio Halperin Donghi, Juan Carlos ‘Torre y otros.* En este articulo deseo sugerir que el debate so- bre los origenes del peronismo, centrado en la cuestién de la vieja y la nueva clase obrera, y en el tema, afin a éste, del papel desempefiado por la organizacién formal de la clase obrera, de hecho pasé por alto las formas concretas de movilizacién y de protesta social que adoptaron los aconteci- * Gino Geasant nto del peronismo: el rol de los obreros y de los migrantes internos’, octubre-diciembre de 1973, * Véase Tulio HaLpenty Donattt, "Algunas observaciones 80- bre Germani, el surgimiento del peronismo y los migrantes, internos", enero-marzo de 1975; Juan Carlos ToRRF, op. cit.; Louise Dovon, “Conflictos obreros durante el régimen pero- nista, 1946-1956", octubre-diciembre de 1977. 88 mientos de octubre. Estas formas fueron aplicadas més como instrumentos heuristicos por los bandos en pugna en el debate que como objetos de estudio con pleno derecho. Ademés, quiero sefialar que el hecho de que este debate haya dado lugar a lo que podria Hamarse una ortodoxia instrumentalista sobre la participacién de la clase obrera en el pe- ronismo ha limitado nuestra comprensién de esta uiltima y, en particular, ha subestimado la impor- tancia de su dimensién social y cultural més difu- sa. E] andlisis de la movilizaci6n de las masas du- rante el 17 y el 18 de octubre puede ayudarnos a apreciar mejor esa dimensién. Este estudio se cen- traré principalmente en los acontecimientos que se produjeron en La Plata y en el papel que en ellos les cupo a los trabajadores de los frigorificos de Berisso, aunque para ello tendremos‘en cuenta documentos procedentes de varios centros urba- nos importantes. Se recurriré a fuentes escritas y orales, y se examinarén los problemas derivados del empleo de estos materiales. I Fragores de descontentos, sefiales de inquietud entre los trabajadores por el desenlace de los epi- sodios que se iniciaron con la destitucién de Pe- rén, ya estaban presentes antes del 17 de Octubre. Al aproximarse el fin de semana del 13 y el 14 cundieron rumores acerca de una huelga nacional en apoyo de Perén. El dia 15, la Federacién Obre- ra de la Industria de la Carne, conducida por los comunistas, se lamentaba de que ciertos elemen- tos “recurrieran al pistolerismo” para hacer que 89 los trabajadores de los frigorificos ganaran la ca- Ile." No obstante, en general las fuerzas antipero- nistas tenian buenos motivos para sentirse segu- ras. Desde la obligada renuncia de Perén el dia 9 y su posterior arresto parecia que tanto en las ca- ies como en los circulos de gobierno la suerte se habfa volcado decididamente en contra del ex vi- cepresidente y sus partidarios. En cuanto a los ru- mores de huelga general, la Confederacién Gene- ral del Trabajo (CGT) estaba claramente dividida acerca de este punto, y un conjufito considerable de sindicatos y organizaciones obreras de arraigo habian denunciado en forma categérica que la huelga no era conveniente."—* En La Plata, ese sentimiento de satisfaccién y confianza de las fuerzas antiperonistas era tal vez més pronunciado aun. La Universidad Nacional de La Plata —que al igual que los demas estable- cimientos universitarios habian estado en el pri- mer plano de la oposicién al gobierno nacional, y cuyos estudiantes en huelga fueron echados por la fuerza, a comienzos de octubre, de los edificios que hab{an ocupado— tenia aparentemente ganada la batalla contra el gobierno y las autoridades pro- vineiales y policiales. Luego del relevamiento de Perén volvié a la normalidad; el rector fue puesto + La Capital (Rosario), 16 de octubre de 1945. * Acerca del movimiento obrero en cl periodo 1949-1946, vén- se David TaManin: The Argentine Labor Movement, 1930- 1945: A Study in the Origins of Peronism, 1985; Hiroschi Marsustitra, EI movimiento obrero argentino, 1990-1945: sus proyecciones en los origenes del peronismo, Buenos Aires, 1983. 90 nuevamente en posesién de su cargo y se inicié una investigacién sobre la brutal represién poli- cial durante la huelga y ocupacién estudiantil.” Se design6 un nuevo interventor federal en la provin- cia de Buenos Aires, y un juez federal investigé las actividades desarrolladas por el jefe de policia de Ja provincia y sus principales subordinados. En medio de este clima de euforia general, poca aten- cién se prestaba a los trabajadores de los frigorifi- cos de Berisso, Sin embargo, la caida de Perdn y su posterior confinamiento tuvieron profunda repercusién en la comunidad de Berisso. Esta habia surgido en la década del cuarenta como una de las mayores con- centraciones de obreros industriales en la Argen- tina. El auge de las exportaciones de carne que acompafiaron a la Segunda Guerra Mundial hizo que la comunidad llegase a contar tal vez con 45.000 habitantes en'1943, cuando se produjo el golpe militar que llev6 a Perén al primer plano na- cional." En los dos afios anteriores a octubre de 1945, Perén mantuvo relaciones particularmente estrechas con los obreros de los frigorificos y su in- cipiente Sindicato Auténomo de la Industria de la Carne de Berisso, Gracias a la favorable interven- * Véase Richard J. Water: Student Polities in Argentina: the Enea Reform and its effects, 1918-1964, Nueva York, "Véose Lia E. M. Sanuccr: Berisso: un reflejo de la evolucién argentina, La Plata, 1983, pp. 55-64. El Censo realizado en 1946 en la provincia de Buenos Aires muestra que unos 16.000 trabajadores estaban empleados en la industria de elaboracién de alimentos de La Plata; en su gran mayoria, pertenecfan a los frigorificos de Beri 91 cién de la Secretaria de ‘Trabajo y Previsién, se dieron los primeros e importantes pasos para con- solidar una organizacién sindical en las plantas de Swift y Armour. El propio Perén visit6 Berisso en varias oportunidades, la wltima de las cuales habia sido a comienzos de setiembre, cuando asis- ti6 a los funerales de Doralio Reyes (hermano del Ifder de los obreros de Berisso, Cipriano Reyes), asesinado en una refriega con militantes comunis- tas."' En la semana posterior a la caida de Perén se hablaba con insistencia de la huelga en los fri- gorificos Swift y Armour; Cipriano Reyes recorda- ba que los dirigentes sindicales debieron contener a las bases para que no se lanzaran a la huelga antes del fin de semana del 13 y 14 de octubre." A falta de una iniciativa decidida de la CGT, el sin- dicato, junto con otros grupos de trabajadores de Avellaneda y de los suburbios obreros situados al sur de la Capital, resolvieron por su cuenta orga- nizar la huelga para el 17." Contener el entusiasmo de las bases no era, empero, tarea facil. Alrededor de las cinco y media de la tarde del lunes 15, al término de su jornada laboral, los trabajadores realizaron una manifes- tacién por la calle Montevideo, la principal arteria de Berisso. La multitud, de unas 700 personas, * Hay diferentes perspectivas sobre las primeras luchas pat organizar a los trabajadores de los frigorificos argentin ‘una versién comunista es la de José Pete, Crénicas prolet rias, Buenos Aires, 1969; otra versién, desde un dngulo dis- tinto, es la de Cipriano Reves, Yo hice el 17 de Octubre, Bue- nos Aires, 2 vols. 1985 ® Reves, op. cit, vol. 2, p. 214 ™ Ibid. 92. fue dispersada por la policia, pero volvié a reunir- se en pequefios grupos y durante varias horas marché por las calles centrales de Berisso corean- do el nombre de Perén y exigiendo que fuera pues- to en libertad. A las nueve de la noche, luego de confluir hacia el local del sindicato, finalmente se desconcentré." La misma escena se repitié la tar- de siguiente. Alrededor de las cinco se congrega- ron unas trescientas mujeres en la calle Nueva York vivando el nombre de Per6n; a ellas se suma- ron muy pronto obreros e iniciaron una marcha que fue controlada por varios agentes del orden. Entretanto, la columna habfa engrosado con un contingente de trabajadores de Villa San Carlos, un suburbio de Berisso, que de nuevo recorrieron, las calles durante varias horas, fueron dispersa- dos temporariamente por Ja policia mediante ga- ses lacrimégenos y volvieron a reagruparse de in- mediato, culminando la manifestacién a las nueve frente al edificio del sindicato. Los tinicos inciden- tes de que se dio cuenta fue el apedreo de un ne- gocio cuyo duefid era Carlos Bassano, un dirigen- te radical de la zona, y el ataque de unas manifes. tantes contra un hombre que se habia atrevido a gritar una consigna antiperonista."* En la noche del 16, Berisso estaba envuelta en una atmésfera de expectativa. Habia corrido la voz de que el 17 seria el dia de la huelga, y legaban noticias de paros y mitines obreros en Avellaneda y otros barrios proletarios del sur del Gran Buenos Aires. Ademés, los trabajadores de Berisso esta- 16 de octubre de 1945. La Prensa, 17 de Octubre de 1945. 93 ban en contacto con los obreros de los ingenios agucareros tucumanos y sabjan que éstos ya ha- bian lanzado su movimiento de fuerza. En las ofi- cinas del sindicato, las luces estuvieron encendi- das toda la noche mientras culminaban los prepa- rativos para la huelga y la manifestacién. La acti- vidad era permanente; miembros del sindicato y mnilitantes obreros legaban para recibir instruc- tiones y luego partfan a difundir entre sus vecinos y familiares las érdenes impartidas para el dia si- guiente. En una localidad industrial del tamafio Ge Berisso, donde habia una estrecha identidad entre el lugar de trabajo y el de residencia, asi co- mo entre las relaciones laborales y los lazos fami- iares, no le era dificil al sindicato transmitir noticias a la comunidad entera. ‘Al alborear el dia 17, ya se habian formado pi- quetes frente a los dos frigorificos y la pequena f4- rica textil. Obreros de la construccién, ferrovia- rios y portuarios habjan sido informados de los planes. Los piquetes se ubicaron.también en todos fos puntos de acceso a Berisso, especialmente en el puente Roma, que conecta Berisso con Ensena- da, del otro lado del canal principal. Los camiones y tranvias que venian de La Plata fueron voleados y hacia las ocho de la mafiana la ciudad quedé vir- tualmente aislada. Comisiones de obreros reco- rrieron los comercios de los barrios de La Plata, Ensenada y Berisso, demandando el cierre en ad- hesién a las manifestaciones que se prevefan para la tarde. También se cerraron las escuelas, ya que Jos maestros que vivian en La Plata no tenian ma- nera de llegar a Berisso. Bl cronista de La Nacién informé: Alas 11 de la mafana, Berisso presentaba un as- pecto francamente anormal, con los comercios ce- rrados en su casi tot sin medios de trans- porte urbano y el vecindario en las aceras con- templando a las columnas de obreros que se ha- bian enseftoreado de las calles, Ilevando al fren- & grandes carteles con retratos del coronel Pe- in," A mediodia, una gran cantidad de trabaj provenientes de los frigorificos, el aay ea brica textil se congregaron esperando la sefial pa- ra marchar hacia La Plata, Se les sumé un amplio contingente de Villa San Carlos, en el cual se vefa a muchos “que portaban abiertamente armas de En La Plata, desde muy temprano habi eae eee eee de lo que aconteceria por la tarde, con el arribo de Jos trabajadores de Berisso y Ensenada. Vehiculos cubiertos de leyendas en favor de Perén publicita- ron la inminente manifestacién. Entre las 7 y las 9 de la mafiana se interrumpieron las lineas de tran- vias que iban de Berisso y Ensenada a La Plata, y poco mds tarde empezaron a recorrer las calles bici- cletas y camiones anunciando la manifestacién. Ha- cia mediodia, gran ntimero de maniestantes se die- ron cita en el Paseo del Bosque (el principal punto de acceso desde Berisso a la ciudad, en la intersec- cidn de las calles 1 y 60), y alli aguardaron en el par- que a que llegaran los trabajadores de Berisso "La Nacién, 18 de octubre de 1945, La Prensa, 18 de octubre de 1945. 95 Alrededor de las dos de la tarde, un grupo sig- nificativo de los que alli esperaban comenz6 a marchar por la diagonal 79. Luego de hacerlo por varias cuadras, al pasar frente a una obra en construccién destruyeron el vallado de madera que la rodeaba en el aparente intento de asegurar- se de que nadie estuviera trabajando. Posterior- mente legaron a los talleres del Departamento Provineial de Sanidad y, mientras la mayorfa per- manecia fuera, entré una delegacién para persua- dir al jefe de personal sobre la conveniencia de ce- rrar las instalaciones. ‘Tras ello regresaron al pun- to de partida para seguir esperando el arribo del contingente de Berisso."* Este contingente llegé cerca de las cuatro de la tarde. La mayoria habfa recorrido a pie los diez ki- lémetros que separan Berisso de La Plata; otros lo hicieron a caballo, y una minorfa en automéviles 0 camiones. Los manifestantes tomaron por la calle 1 hasta la estacién de ferrocarril y luego doblaron por la diagonal 80 para encaminarse hacia el cen- tro de la ciudad. A esta altura, la multitud habia cobrado ya un aspecto més fervoroso y amenaza- dor. Arrojaron algunas piedras al pasar frente a las oficinas del diario El Dia y también atacaron algunos negocios sobre las calles 50 y 7. Se detu- vieron ante los edificios de la Universidad, donde cantaron primero el Himno Nacional y luego, en- tre silbatinas y burlas, repitieron a coro “jAlpar- gatas si, libros no!”."" Por ultimo, avanzaron hasta ™ BI Dia, 20 de octubre de 1945. ™ BI Dia, 20 de octubre de 1945; La Nacién, 18 de octubre de 1945. 96 la plaza San Martin, situada frente a la Casa de Gobierno; alli pronunciaron discursos algunos miembros del Comité Intersindical que habia or- ganizado la marcha y aclamaron a viva voz al nue- vo interventor federal, general Saenz, cuando éste aparecié en los balcones de la Casa de Gobierno. Una delegacién de dirigentes obreros entré para entrevistarse con él y expresarle su preocupacién por el arresto de Perén y su seguridad personal. En teorfa, la manifestacién, tal como habia si- do programada oficialmente, habia concluido y, desde el punto de vista del Comité Intersindical, habfa sido un éxito. Los trabajadores lograron pa- ralizar Berisso, Ensenada y La Plata y comunicar su inguietud a las nuevas autoridades, consi- guiendo que Saénz enviase una delegacién a Bue- nos Aires para hablar con Perén. Sin embargo, pa- ra una cantidad significativa de participantes, la movilizacién estaba lejos de haber terminado. Después de abandonar Ja plaza San Martin, “gru- pos de obreros armados con ramas de Arboles y proyectiles” tomaron por las calles laterales de la elegante zona céntrica de la ciudad, pasaron fren- tea la corresponsalia del diario La Prensa, el Ban- co Comercial, la casa Lutz Ferrando, el negocio Jacobo Peuser y el Jockey Club de la provincia de Buenos Aires, se concentraron en la calle 50 (a po- cas cuadras de la plaza San Martin) y desde allf acometieron contra todos esos edificios con una in- tensa pedrea, mientras en las calles adyacentes otros grupos atacaban y saqueaban diversos nego- cios y confiterias de moda. También las instalacio- nes de los, cubes deportivos de Estudiantes y de Gimnasia y Esgrima fueron objeto de atentados. Una gruesa multitud volvié a apedrear las ofici-, 97 nas de El Dia y voleé y destruyé en las inmedia- ciones tres vehiculos pertenecientes al diario. Po- co después fueron victimas de los ataques el otro periédico importante de La Plata, El Argentino, asi como la corresponsalia de Critica, de Buenos Aires, donde se rompieron los cristales y se pre- tendio irrumpir en el interior. Como la policia 0 bien estaba ausente, o bien mantuvo una actitud meramente contemplativa, la violencia fue su- biendo de tono. En las palabras de uno de los cro- nistas all{ presentes, otros grupos se dieron a recorrer las calles agrediendo a los que identificaban como estu- diantes, Uno de estos grupos castigé brutalmen- te a un joven frente a la legislatura por haberse negado a vitorear el nombre de Pern.” Otro testigo apuntaba: En la calle fue frecuente la escena de corridas a personas, las cuales eran cercadas y golpeadas. Muchos domicilios familiares no escaparon a la agresién.”* Estos hechos de violencia culminaron alrededor de las ocho con una incursién contra la residencia oficial del rector de la universidad, Dr. Caleagno. ‘Todo comenz6 cuando un grupo de adolescentes empezaron a arrojar piedras; ahuyentados por una cuadrilla policial, volvieron empero veinte mi nutos més tarde, engrosadas sus filas, y lograron * La Capital, 18 de octubre de 1945. ™ La Nacién, 18 de octubre de 1945. 98 penetrar en la vivienda y destruir gran parte de sus interiores. Finalmente, llegaron refuerzos po- liciales acompaijados por el general Saenz; éste inspeccion6 los dafios causados durante media ho- ra y se fue dejando en el lugar una pequefia guar- dia. Casi una hora después, se reunié otra multi- tud que apedres nuevamente el edificio. Hacia las diez, la policia habia reaparecido en las calles cén- tricas y la gente se dispers6, Al amanecer del 18 de octubre, los habitantes de La Plata se encontraron con un espectaculo que no tenia precedentes. Las calles no habjan sido limpiadas por los barrenderos y no se veia otra co- sa que vidrios rotos y puertas y ventanas despeda- zadas.” No parecian mucho mejores las perspectivas para esa jornada. La CGT habfa proclamado ofi- cialmente que el 18 se realizaria una huelga na- cional, respaldando asi el paro que de hecho ha- ban efectuado el dia anterior grandes sectores de la clase obrera.” Por afiadidura, muchos de los manifestantes que llegaron a La Plata, provenien- ‘tes de Berisso y Ensenada, pasaron la noche dur- miendo en las plazas y parques de la ciudad, y se decfa que incluso los que habfan retornado a sus hogares, marcharian otra vez sobre La Plata du- rante el dia. Desde temprano, pequefios grupos de adolescentes deambulaban por las calles con pie- dras y garrotes en las manos, cantando el nombre de Perén y ordenando a los comerciantes que no abrieran las puertas de sus establecimientos, * Ibid, ™ Véase Tonne, op. cit 99 ‘También fueron atacadas este dia muchas casas particulares, y cerca de las diez de la mafiana fue invadido el dep6sito principal de ta fébrica de cer- veza Quilmes, y se distribuyeron grandes cantida- des de cerveza. A medida que iba creciendo la mu- chedumbre, volvia a descargar su ira sobre los mismos blancos escogidos 1a jornada anterior: el diario El Dia, los bares y confiterfas céntricos fue- ron los objetivos favoritos, aunque también se asaltaron panaderias y otros negocios de zonas menos elegantes. La ausencia total de agentes de policia hizo que a mediodfa la ciudad estuviera “a merced de las furiosas provocaciones de los mani- festantes”.** Quedaron destrozados virtualmente todos los faroles, letreros eléctricos y carteleras en una amplia zona de la ciudad. En las primeras horas de la tarde, el Comité In- tersindical procuraba recobrar algin grado de control sobre los acontecimientos. Los dirigentes del gremio de la carne de Berisso (sobre todo Ci- priano Reyes) habjan estado casi todo el dia ante- rior en Buenos Aires, y a su Tegreso se anunci6é que a las cinco de la tarde habrfa una concentra- cién en la Plaza San Martin, en la que hablarfan Reyes y otros dirigentes. Mientras recorrian las calles en automévil, hicieron un llamamiento a los, trabajadores para que depusieran sus piedras y garrotes, a fin de demostrar que quienes habfan causado dafios a la propiedad no eran auténticos trabajadores. En el mitin, tanto Reyes como el se- cretario de gobierno de la provincia, coronel Beni- to, apelaron a la calma de los manifestantes y los * La Nacién, 19 de octubre de 1945. 100 instaron a abstenerse de usar armas y:a regresar a sus hogares. Esta apelacién surtié algun efecto, pero de nin- gin modo puso fin a la erflttacion Gel orden, Mientras se desarrollaba el mitin, ciertos grupos apedrearon las oficinas cercanas de La Prensa y La Nacién. Al anochecer se lanzé también un ata- que contra toda una manzana céntrica poblada de finos negocios y confiterfas. A las 19.30, largas co- Jumnas de trabajadores emprendieron el regreso a Berisso y Ensenada, y volvieron a verse policias montados patrullando las calles. Sin embargo, las escaramuzas continuaron hasta las 22.30, cuando centenares de huelguistas, con emblemas donde se lefa Ia consigna “Esta noche quemaremos El Dia”, arrojaron piedras y bombas “molotov” contra al edificio del periédico.* A medianoche, por pri- mera vez en dos dfas consecutivos, habia plena presencia policial en las calles y los manifestantes desaparecieron, muchos de ellos simplemente por agotamiento, Por otra parte, el retorno de los tra- bajadores de Berisso y Ensenada a su lugar de re- sidencia y a su trabajo privé a la multitud de su inticleo mas coherente. Los destrozos provocados en esos dos dias fue- ron considerables. El Dia, que sdlo iia anaee bre pudo dar a Ia estampa su relato de lo sucedi do, publicé una lista de las propiedades dafiadas En esa lista se enumeraban 167 incidentes princi- pales, sin dejar de sefialar que no se inclufan nu- merosas depredaciones de menor cuantfa. La ma- = i a Capital, 19 de octubre de 1945. o1 arte de los incidentes tuvieron lugar en la zo- Js céntzica'comprendida por las calles 7, 48, 49) 50, 51, 68 y la diagonal 80. En su gran mayoria habian consistido en la rotura de vidrieras, de car- teles y letreros luminosos, y de otros objetos de vi drio.* iil {Cémo debemos interpretar estos sucesos acae- cidos en La Plata el.17 y el 18 de octubre, y que en diverso grado encontramos reproducides en los otros grandes centros urbanos argentinos? Un repaso de las fuentes periddicas, incluso tan breve como el efectuado en la seccién anterior, complica considerablemente la imagen que recibi mos de esos dias. La esencia de este mito fue sin- tetizada por Cipriano Reyes, en su libro Yo hice el 17 de Octubre. Segin Reyes, fue “una revolucién popular y pacifica de Latinoamérica y del mundo, que levants las banderas de Ia emancipacion de los trabajadores y la liberacién de la Republica”. Como veremos, esta visién de un fenémeno bisica- mente armonioso y libre de conflictos no careefa de fundamento, No obstante, {fueron acaso esos sucesos, que hemos esbozado apenas para La Pla- ta, meros “incidentes aislados”, como Reyes conti nia diciendo en su libro? {0 tal vez ofrezean un campo vélido para la interpretacién y ciertos indi- » BI Dia, 20 de octubre de 1945. vol. 2., p. 226. 102 cios provisionales acerca de lo que puede haber si- do la significacién mas profunda de tales aconteci- mientos? Recurrir a los testimonios orales para penetrar en la conciencia de los obreros que participaron en la experiencia no’ parece en un principio agregar mucho a nuestra comprension de ese significado més profundo. Las entrevistas que realicé con tra- bajadores de Berisso que habian intervenido en dichos sucesos me resultaron al comienzo descon- certantes. Pese a que describian las disputas sin- dicales de los aftos precedentes con gran lujo de detalles, sus recuerdos de los dias de octubre esta- ban a menudo rodeados del aura inconfundible del discurso oficial. Me contaron con frecuencia que en esos dias los trabajadores, junto con otros sec- tores del “pueblo”, se movilizaron para defender sus legitimos reclamos de justicia social y para resguardar el patrimonio nacional, en un movi- miento basicamente arménico y patristic. Hasta él lenguaje que empleaban para relatarme esto era singular: pasaban de la vivida riqueza del dia- ecto de la clase obrera a las envaradas frases de una retérica formal, que parecfan extraidas de al- guna guia oficial sobre “Los grandes sucesos his- t6ricos del movimiento obrero argentino”. La uni- formidad y falta de realismo de gran parte de estos testimonios se complicaba por el hecho de que, en muchas oportunidades, me contaban los aconteci- mientos de octubre tal como aparentemente ha- bian sucedido en Buenos Aires, ya que la versién peronista oficial fue construida en gran medida en torno dé lo que pasé en Plaza de Mayo; sin embar- g0, mis entrevistados no habian participado en los Sucesos de Buenos Aires sino en los de La Plata. 103 Pronto me resulté claro que cualquier tentativa de avanzar més allé de esta versién oficial choca- ria a menudo contra “silencios, supresiones, am- nesias y tabuies”.” Y esto no tiene por qué sorpren- dernos. Luisa Passerini, al comentar su trabajo sobre el recuerdo que tenia del fascismo la clase obrera de Turin, observo: Las fuentes orales se niegan a responder a cier- tas clases de preguntas; aunque parecen locua- ces, a la larga demuestran ser reticentes y enig- miticas, y, como la Esfinge, nos obligan a refor- mular los problemas y a modificar nuestros habi- tos de pensamiento corrientes. [...] En verdad, lo que recibian mis ofdos eran respuestas ora incon- gruentes, ora irrelevantes. Y las “irrelevantes” se componian principalmente de dos especies: los silencios y los chistes.” En un sentido semejante se expresa Eclea Bo- si en su trabajo sobre la rememoracién y la me- moria entre los ancianos de San Pablo, al subra- yar la dimensién social de sus recuerdos y, en par- ticular, el efecto que tienen sobre la rememoracién de sucesos del pasado las convenciones construi- das segiin patrones culturales e ideolégicos. Para Bosi, la memoria no es nunca, pues, una evocacién pura y espontanea de los hechos o experiencias del pasado, tal como realmente sucedieron o como ori- * Popular Memory Group: “Popular Memory: Theory, Pol tics, Method”, en Richard et al.: Marking Histories: Studies in History Writing and Politics, Londres, 1982, pag. 217. » Luisa PASserINt: “Work Ideology and Consciousness under Italian Fascism”, History Workshop Journal, 1979. 104 ginalmente se los vivencié: implica un proceso permanente de elaboracién y reelaboracién de imientos que tuvieron importancia piblica y politica, que siempre entrafian, segun la aguda frase de Bosi, “una lectura social del pasado con los ojos del presente”.” ia desde este Angulo, la renuencia de los obreros de Berisso a recordar muchos de los suce- ‘80s de los dias 17 y 18 de octubre, o a concederles importancia, debe entenderse en funcidn de la his- toria posterior y del carécter simbélico que més tarde adquirieron los dias de octubre. El 17 de Oc- tubre se convirtié en el emblema del surgimiento de la clase obrera como fuerza auténtica y legiti- ma dentro de la sociedad y la politica argentinas. Aesta significacién se le afiadié el hecho de que el Estado peronista adopté este dia como fecha deci- siva del ritual puiblico y de las conmemoraciones nacionales. Dentro de la retorica peronista formal, los sucesos de octubre aleanzaron singular prima- efa. En un sentido fundamental, el régimen atri- buyé a esos sucesos sus origenes y su legitimidad. En el discurso que pronuncié Eva Perén desde los balcones de la Casa Rosada, el 17 de Octubre de 1949, ante la masa de trabajadores alli reunidos, recordé de esta manera el significado de los acon- tecimientos de cuatro afios atras: Desde estos mismos balcones el lider asomaba como un sol, rescatado por el pueblo y para el pueblo, sin més armas que sus queridos descami- ® Relea Bost: Memoria e sociedade: lembrangas San Pablo, 1979, p. 371. ar 105 le la patria, retemplados en el trabajo. Es- decir y deatacerlo, No surgi de las combinaci- nes de un comité politico, No es el producto del repartade las prebendas. No supo, no sabe, ni sa- bra: nunca de Ia conquista de voluntades, sino por los caminos limpios de la justicia. Esta es raia y razn de sor del 17 de Octubre, que nacié en'los surcos, en las fabricas y los talleres. Surg deo més noble de In actividad nacional, Fue con- cebido por lon trabajadores en el trabajo y su de- sarrollo contempla sus aspiraciones ae Octubre |... es una aspiracién, es un eanto hecl ya realidad. nacimiento de Perén como figura nacional sata ligado, por lo tanto, a la intervencién ue tos trabajadores, y en cierto sentido él carecia d historia antes de esa fecha. Los obreras, que lo habjan rescatado, fueron también quienes reafir maron su concepcién de la justia social, Bvite subrayaba, ademés, la pureza de esta accién. Bl 17 de Octubre no estaba manchado por oe vineulo con la politica tradicional y con los intere- i 1S. retin de ceo conlexto,admitir algunos de lor hechos violentos y turbulentos acaecidos en esa jornada habria empafado la legitimidad y Ia au- tenticidad del significado simbélico que llegaron a tener. Y esto era tanto mds necesario cuanto aie involucraba formas de conducta y de accién publi ca que poseian dudosa legitimidad incluso para quienes participaron en los acontecimientos. ™ La Nacién, 18 de octubre de 1949. 106 La institucionalizacién e integracién del movi- miento obrero en el Estado peronista llev a mu- chos de los participes en los sucesos de octubre a ‘posiciones de jerarquia y respetabilidad. En los afios posteriores a 1955, la clase obrera, que debié librar una permanente batalla defensiva para rea- firmar la validez de sus reclamos en materia de derechos ciudadanos y de plena justicia social, se vio impulsada a proteger la imagen inmaculada que guardaba de esa fecha germinal y decisiva. Aesto debe sumarse, a mi juicio, el discurso of cial acentuadamente antiperonista, que vefa en el 11 de Octubre y en el surgimiento mismo del pe- ronismo en la clase obrera, el fruto de los elemen- tos menos instruidos de esta clase, de los proleta- rios carentes de educacién o de los “lumpen”, Asi, pues, los recuerdos de los obreros de Berisso se en cuadraban en gran medida en un diélogo implici- to con esta otra versién de la movilizacién de octu- bre. Su mayor preocupacién consistia en dejar bien establecida la autenticidad de esos acontesi- mientos como una genuina accién de la clase obre- ra, con todo lo que ello implicaba de proceder res- ponsable y de comportamiento decoroso. Pero si los silencios que se daban en estos testimonios son sintomaticos, también lo son las anécdotas que de vez en cuando se relataban, a menudo casi en bro- ma, referidas a alguna otra persona y siempre después que el informante hubiera sefialado la importancia y la dignidad formal de esos sucesos, Apelando a algunos de estos testimonios orales, asi como a algunas fuentes escritas, podemos aho. ra tratar de indagar més a fondo como fue la mo- vilizacién del 17 y el 18 de octubre. 107 Iv El recuerdo predominante sobre esos dias entre los trabajadores de Berisso era quizd la atmésfera familiar y festiva imperante. Michelle Perrot co- menta que “si las revoluciones son las grandes va- caciones que se toma la vida, las huelgas son las vacaciones del proletariado”.* Este fue por un elemento determinante en octubre: la liberacién de la disci el goce de carecer de una rutina rigurosa. Este as- pecto fue claramente subrayado por un obrero de Berisso: llevé a babuchas gran parte del trayecto. habian puesto en servicio algunos émnibus para los que no podian hacer todo el camino a pie. La gente coreaba eatribillos y cantaba, hacia bromas y juegos, La comida y las bebidas pasaban de ma- no en mano. [...] El tiempo estaba espléndido y cuando llegamos al Paseo del Bosque era como un enorme abia personas descan: tiradas bajo los arboles, 0 jugando al fut No, no hubo escenas de violencia, 1a gente estaba content Si éste es el recuerdo predominante que viene enseguida a la memoria, ello se debe en parte a ™ Michelle Perot: Les ouvriers en gréve, France 1871-1890, , 1974, vol. 2, pag. 648. ® Entrevista con René Orsi, La Plata, julio de 1985. 108 que fue robustecido y legitimado por la visién ofi- cial que cre6 el Estado peronista sobre el 17 de Oc- tubre. En la cultura popular de la era peronista y en la propaganda del gobierno, los hechos de ese dia encarnaron la armonfa social e individual y la felicidad de la familia, en agudo contraste con la jea que se tiene de la otra fecha decisiva en el ca- lendario de los trabajadores, el 1° de Mayo, que pasé a ser el simbolo del pesar, la amargura y la derrota de la época preperonista.™ Pero si aquella imagen perduré, también fue porque estaba s6li- damente fundada en los hechos historicos. Las erdnicas periodisticas sobre lo que ocurrié en otros grandes centros urbanos confirman ampliamente en este aspecto las remembranzas de los obreros de Berisso. Leemos que en Avellaneda, en la ma- fiana del 17, s lar por las calles cercanas proveyeron de banderas de los que se esparcen en gran ntimero en los barrios, y 1, durante toda la mafiana, el ambiente ciuda- dano adquirié un clima especial de bullicio.* También en la Capital privé el clima festivo: La mayorfa del publico que desfilé en las mas di- columnas por las calles Io hacfa en man- gas de camisa. Vidse a hombres vestidos de gau- ™ Véose Ertiesto GoLDAR: “La literatura peronista’, en Gon- 2alo CARDENAS et. al.: El peronismo, Buenos Aires, 1969, ™ La Nacién, 18 de octubre de 1945, 109 chos y a mujeres de paisanas, |...] muchachos que transformaron las avenidas ¥ plazas en pistas de patinaje, y hombres y mujeres vestidos estrafala- iamente, portando retratos de Perén, con flores y escarapelas prendidas en sus ropas, y afiches y carteles. Hombres a caballo y jévenes en bicicle- ta, ostentado vestimentas chillonas, cantaban es- tribillos y prorrumpfan en gritos.” En Rosario, el cronista de La Capital comenta- ba acerca de “los numerosos hombres, mujeres y nifios ex

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