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Cuidar la vide. Debates bivétcas lénca. Si la pareja que la va a recibir no es idénea, aunque sean heterasexuales, no seré recomendable la adopeién. Podrfa seguir alatpigdome con ejemplos parecidos, pero basten estas pocas muestras~Cemo vemos, las respuestas a to- das estas preguntas coincidian egchazar el enfoque disyun- tivo o dilemético, asi como la obsesidinger reducir las posturas dos extremos, a favor y en contra, a mehudo condicionados por motivaciones partidistas, ideolégicas, polititas o religiosas. [7 la he dicho as, tratando de compartir el desco de que se puedan enfocar estas cuestiones en una deliberacién ética que busca en comin aquellos valores en que podemos convergit para el futuro de la humanidad y de la vida en el planeta: que en e50 consiste, al fin y al cabo, el movimiento bioético. Una bioética asi, apoyada en datos cientificos y en una filo- sofia critica y dialogante, en vez de quedarse atascada en el atolladero de los dilemas y las disyuntivas de dos extremos. se esfuerza por tender puentes y buscar alternativas. Si llevamos a cabo, tanto en le universidad como en el debate civico, con la colaboracién de diversas especialidades, esta reflexién ética, sin polarizarnos en planteamientos extremos y buscando razo- nable y responsablemente alternativas de consenso, podremos realizar el ideal de una ética al servicio de la humanizacién del pais. Por eso, me gusta recordar lo que decian de Ia medicina Jos antiguos chinos. Declan que hay tres clases de médicos: re- gulares, buenos y éptimos. Los regulares son los que solamente curan enfermedades, Los buenos, ademés, curan enfermos. Los <éptimos, curan también las patologias culturales del pais. ‘Al Dr. Robert G, Edwards se le ha reconocido con retra- so como benefactor, no solo de la pareja progenitora del pri- mer bebé por fecundacién in vitro de su pais, sino también de la humanidad. Pero cuando recibié’el Premio Nobel de Medicina, en 2010, no hubo felicitacién por parte eclesiéstica. Los medios vaticanos criticaron Ia concesién del galardén al 64 2. Vide naciente conocido popularmente padre terapéutico del impropiamente calificado «bebé-probeta». El Osservatore Romano afirmé que «la prevencién de la esterilidad tendsfa més mérico que el logro tecnoldgico de la fecundacién in vitro». En cambio, como conté antes, cuando nacié Louise Brown, en julio de 1978, frente a la reaccién ambivalente —panacea 0 abuso—, el cardenal Luciani evité ambos extremos. Felicitd a la recién nacida, a sus progenitores y 2 los médicos, sin conde- nar el procedimiento, pero dejando planteada la cuestién sobre ‘su uso responsable. Ganaba ast credibilidad para su moral cre- yente y para el didlogo con la laicidad de la ética Hoy soplan otros vientos en las cipulas institucionales ca- tdlicas, Al Ds. Edwards no solo le niegan congratulaciones, sino reprueban los resultados de su investigacién, sin pensar en los mas de cuatro millones de criacuras alumbradas gracias a su esfuerzo pionero, El diario Avvenire, de la Conferenza Episcopale Italiana, deploraba la investigacién sobre embriones humanos. El presidente de la Academia Pontificia de la Vide, Ignacio Carrasco de Paula, calificaba como «fuera de lugar» otorger el Nobel a alguien que es responsable de «abrir una puerta equivocada a tratamientos que no modifican minima- mente el cuadro patolégico de la esterilidado. El presidente de Ja Federacién Internacional de Médicos Catélicos, José Maria Simén Castellvi, criticaba «el uso de embriones humanos como: mercancia, en vez de respetarlos como individuos valiososs.** Estas afirmaciones producen vergiienza ajena en cientif- cos, médicos y tedlogos moralistas catblicos. No es de recibo, ni cientifica ni éticamente, oponerse a la eprocreacién médi- camente facilitadan. No deberia decirse, como acabamos de ver, «fecundacién artificial», «teproduccién menos natural» o afabricacién artificial de bebés probetay. Cuando aquel évulo 28, Catholic News Agency, 5 de octubre de 2010 —6— ; Cuidar la vida. Debates biocticas fecundado estaba en la probeta, no era un bebé, y si llegé a serlo meses mas tarde, no fue porque lo «fabricarany en una Probeta, sino por constituirse en el seno materno durante el proceso de gestacién. Elembarazo no es un montaje de piezas como puede serlo ensamblar en cadena los componentes de una maquinaria. La tecnologia facilita el encuentro de los gametos en el tubo de ensayo y su implantacién en el seno materno, asi como ayuda durante ese trayecto al proceso natural de la gestacién, No se sustituye la procreacién por la fabricaci6n, sino se la facilita, Hasta el mismo te6logo Ratzinger lo reconoca al presentar en conferencia de prensa, en 1987, el documento vaticano Donum vitae. Se oponia a la reproduccién asistida, pero re- conocla que no es lo mismo suplancar a la naturaleza con la técnica que ayudarla, asi como admitia que su razén para ‘ponerse no se justificaba por la artificialidad sino porque, en su opinién (discutible y no compartida por una parte del mundo teolégico), serian inseparables los aspectas unitivos y procreativos en toda unién esponsal (lo veremos en el capitulo sobre bioética y creencias, al tratar sobre la regulacién respon- sable de la concepcién), Tales documentos presuponen una concepcién biolégica ¥ antropolégica cuestionable. Ven la fecundacién y gestacién como si fuera algo estatico, mecdnico, automatico, 0 casi mé- gico. Cuando una madre exclama: «(Hijo de mis entraiias!», expresa una verdad profanda; la relacién embrio-materna es justamente entrafiable. Ni el seno matecno es un mero reci- piente, ni la mujer una méquina de engendrar como molde de fabrica o cadena de ensamblaje para produccién en serie. En el intetcambio embrio-materno, a través de la placenta, la madre hace para el embrién un papel de pulmones, estéma- 80, rifiéa, etc; le proporcionaré oxigeno y nutticién y se en- cargard de asumit sus desechos. Por eso, el embarazo es carga ao Gees 2. Vide naciente para la gestante y beneficio para la fucura nueva vida, todavia emergente, que se estd constituyendo. No se puede comparat el seno materno a un mero envoltorio o a un recipiente en el que estuviera colocado el embrién. Mis atin, no es solo ali- mentacisn, respiracién, etc., lo proporcionado por la madre. Si el embrién no esté en el seno como en una funda, tampoco esté como quien se hospeda en un hotel. Para que se activen algunas capacidades genéricas del desarrollo del embrién quc tienen que ver con la constitucién de es nueva realidad, es necesatia la intervencién de la gestante. Por mencionar un solo ejemplo, la tiroxina es una hormona que no puede faltar en el desarrollo neurolégico del embrién, que no la segrege pot si mismo en las primeras veinte semanas de gestacidn; se la pro- Porciona la madre, contribuyendo asf cl intercambio embrio- materno al desarrollo del sistema nervioso del nascituro y a su constitucién come sueva realidad individual, a la que llama- remos feto a partir del final de la octava semana, Es esencial, para la constitucién del nuevo ser, la relacién embrio-materna, al menos desde la tercera a la octava semana aproximadamente (como veremos en el epigrafe siguiente, el cruce del umbral Para reconocer constituida la nueva realidad individual se si- ‘ta, como muy tarde, en toro al final del tercer mes)? En ese contexto bioldgico se enmarca la distincién ética entre contracepcién (impedir, ya sea mecinica, quimica 0 es- onténeamente, el encuentro de los gamctos para formar el ci. goto), intercepcién (impedir la implantacidn del preembrién en elseno materno, por ejemplo, mediante un dispositive intraute- ino), interrupcién prematura del embarazo (antes de la octava semana) y aborto en el sentido estricto de la palabra (a parti, come muy pronto y por precaucién, de la novena semana), 29.” Véate el informe del Insiuto Borja de Bittica, Conideraciones sobre e ems Sriém humane, 2009, Cuidar la vida. Debates bioticos ‘También tiene especial relevancia esta interaccién embrio- materna a la hora de evaluar las maternidades llamadas de sus- titucién: por prestacién de drero 0, ademés, con donacién de évulo. El lenguaje de divulgacién medidtica las califica como emadies de alquiler», pero lo exacto seria hablar de «materni- dad compartiday. Hablar de «madre de alquiler» parece sugerit como si el embrién fucra un mero «inquilino» o la embarazada tuna mera cincubadora». Por eso esta expresién resulta de mal gusto, cientificamente inexacta y éticamente exagerada. Ni el seno materno ¢s mero recipiente, ni la embarazada una maqui- na incubadora. Sin el évulo fecundado no habria comenzado l proceso que conduce a la constitucién, semanas después, de ‘un nuevo ser humano. Pero sin la interaccién embrio-maverna durante la gestacién no se habria alcanzado la que el filésofo Zubiri Hamaba «suficiencia constitucional»®” para configu- rar una nueva realidad, de cuya aparicién ya es muy dificil dudar hacia el final del segundo mes de embarazo. Cuando la mujer que aporta el évulo y la que lleva a cabo la gestacién son distintas, ambas contribuyen a esa materni- dad. En vez de preguntar cudl es la verdadera madre, habrfa que hablar de una «maternidad compartiday. Otra cosa es el derecho legislado. Si solamente se reconoce legalmente como madre a quien gest6 y dio a luz a la nueva criatura, no se podré registrar esta como hija de quien aporté la dotacién genética, ‘a menos que la ley prevea esos casos en el marco del contrato correspondiente, como se hace en Estados Unidos. En los de- bates se desenfoca el planteamiento al preguntar asi: «¢Quién es la verdadera madre? ;Cusl de las dos, la madre genética o la gestante? {Y si se afiade, como una tercera maternidad, al ama de lactancia o ala que adoptase a esa criatura’s. Mayores com- / 30, D. Gracia, «El estatur del embeidnn, en J. Galo (ed), Proreaion humana sida: Aspects tence, coy legen cit pp. 79-109. —68— 2. Vida naciente plicaciones surgen cuando la madre gestante aporta también el évulo que se fecunda con semen del consorte de la solicitante, 0 en el caso de parejas de igual orientacién sexual que desean recurtir a semejantes donaciones de gametos 0 embarazos sus- titutivos y adopcién prenatal. El término apropiado para esos casos seria «procreacién compartida» 0 «maternidad y pater- nidad compartidas» (dejando aparcada aqui la cuestién més problemética de la donacién o prestacién, que seria discutible por otras razones). Pero todas estas complicaciones no justificarfan ni el recha- zo a.ultranza en nombre de la ética, ni la aprobacién alla ligera en nombre del progreso. Ambas opiniones tendrén que sope- sar las dificultades. En cualquier caso, cuando una sociedad écicamente plural debate democrdticamente la conveniencia y oportunidad de estos procedimientos, hay que establecer con clatidad las condiciones juridicas para admitir una materni- dad, paternidad y procreacién compartidas, asi como los requi- sitos a que deban someterse las partes implicadas, para evitar repercusiones injustas en las eriaturas que nacera vw digital, sino andlogo. No hay un punto o 1 que la oscuridad sea completa y después del luminoso. Si paseamos por la orilla de la playa a TRmexes de Ja madrugada de una noche sin luna y sin olas, aun después 0

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