Professional Documents
Culture Documents
Introducción
“El más fructífero y natural ejercicio
del espíritu es, a mi parecer,
la conversación”
Montaigne (1)
1
Médico, Universidad de Antioquia. Magíster en Administración en Salud, Universidad CES-Universidad del Rosario
1
cultura, los libros triviales convertidos en best-sellers por intereses comerciales,
las ideologías del silencio, el consumo y la diversión, y hasta las pedagogías
del simplismo (4). Conversar hoy es más fácil, mediante el chat, con personas
que están al otro lado del planeta, pero difícil con el que está al lado, pues el
reto es mayor.
Lo humano nació con el lenguaje (5), la civilización surgió con él, cuando un
primer cavernícola, en vez de tirarle una piedra a otro, le tiró un insulto. Es
insólito que el hombre moderno, cumbre de dicha civilización, haya logrado
convertir otra vez en piedras sus palabras. Alcanzó tal poder el lenguaje en la
historia, que llegó a ser peligroso para algunos, porque puede ser trocado
incluso en arma, no sólo insulto. La quema de libros es una de esas
vergüenzas humanas que reconoce el poder del lenguaje, aunque pudo haber
sido un avance, como se dice que lo reconoció Sigmund Freud: cuando le
dijeron que los nazis estaban quemando sus libros, él exclamó: “¡Cómo ha
progresado la humanidad! ¡En otra época me hubieran quemado a mí!”. No fue
tanto el progreso: a él no lo quemaron, pero en los seis años que siguieron a su
muerte fueron quemados millones de seres humanos en los hornos de los
campos de concentración. Ni siquiera la nación más culta del siglo veinte, con
el mayor índice de lectura per cápita, se salvó de la barbarie y nos enseñó el
nazismo, una hipérbole de los peligros del lenguaje y de la conversación del
despotismo.
2
la vida causan tanta zozobra. Pero es más fácil la conversación sobre salud y
enfermedades entre pacientes, porque con el médico ya es otra cosa.
¿Qué puede ser más humano que conversar? ¿Qué otro encuentro humano
requiere la conversación con más destreza, frescura, imaginación, soltura y
fuerza que una consulta médica? La medicina se deshumanizó porque se hizo
imposible conversar: el médico no es capaz por el dogmatismo, por el
neopositivismo, por la medicalización, por el afán de lucro y de tiempo y por el
ejercicio a la defensiva. El paciente no es capaz porque la enfermedad lo
abruma, porque podría tener una intención oculta y porque la cultura en que
vive también empobreció su lenguaje.
3
Con la tendencia dogmática del hombre bastaría para hacer difícil la
conversación. ¿Quién puede conversar con un dogmático? Las actitudes
dogmáticas humanas surgen apenas surgen las ideas innovadoras: sus
seguidores las defienden como un dogma, como una proposición innegable e
irrefutable, hasta que caen y aparecen otras, que tendrán nuevos seguidores. Y
la ciencia no escapa a esta propensión. ¿Qué se podría decir de la medicina,
un arte basado en diversos saberes como la ciencia y la ética? ¡Que el dogma
distingue al médico como el palo distingue al ciego!
Si conversar fuera fácil no habría guerras, serían menos los divorcios y las
amistades fallidas. Menos dolor en la historia, menos muertes violentas, menos
abusos sexuales, menos violencia en las familias, menos humillación, menos
ultraje, el más humano de los mundos. Pero quizá sea el matrimonio el
escenario más familiar para evaluar la importancia de la conversación. En
condiciones habituales el cónyuge es justo la persona con la que más se
conversa, la vida en pareja es una dedicación casi exclusiva a conversar, con
el aderezo maravilloso del sexo, aunque la conversación es a la vez su fuente
más importante, a veces la única, de conflictos y desequilibrios. Los celos, la
terquedad, el mal carácter (7), la psico-rigidez y los prejuicios atizan el fuego.
Por eso el divorcio: ya no habrá que conversar más, vendrá la calma después
de devastadores incendios. ¡Las uniones duraderas sí que saben conversar!
Nietzsche lo dijo con absoluta belleza y claridad: “¿Queréis un amor duradero?
¡Preparaos para una larga conversación!”(7).
4
y en el consultorio lo que se da al otro es un monólogo catedrático. Por lo tanto,
no se reconoce al otro como humano, no hay alteridad, hay deshumanización.
El paciente percibe una gran distancia por la barrera del lenguaje. Incluso
percibe como inhumano a quien, debiendo saberlo, no sabe explicarle sus
males de tal forma que lo entienda o lo interprete. Su percepción no es: “¡Qué
tan culto es este doctor, y cómo sabe medicina!”, sino “éste médico no se hace
entender”. Tan grave es la cosa que si un paciente encuentra un médico que
pueda y sepa conversar, de salud o enfermedad, se asombra, y sale diciendo
que “¡éste sí es un buen médico, con él me gustaría seguir consultando!”.
Quizá sólo lo supo escuchar y le supo explicar, dos condiciones básicas de la
conversación.
5
Hasta el obstetra ha bloqueado su conversación, qué se diría del psiquiatra.
Una labor tan importante en la sociedad como la obstetricia se ha desvirtuado
por inconfesables intereses. El origen de la palabra moderna obstetricia es
obstare, verbo del latín que significa: “estar ahí, a la espera”. ¿Qué esperan los
obstetras modernos? Hoy crece en forma asombrosa e innecesaria el índice de
cesáreas en el país como si las mujeres colombianas hubieran tenido un
reciente cambio mutacional que las hizo más estrechas en su pelvis e
inducidoras del sufrimiento fetal, y un cambio cultural que las quiere mantener
intactas después de los embarazos. Cambió la definición con la medicalización
de la vida.
6
debería cuidar a sus médicos para que la traten bien. Si en algún arte debe ser
experto el médico es en el arte de la conversación, pues “la palabra del médico
es medicina que cura o arma que mata”.
Tiene que haber sido alguien con gran capacidad para el pensamiento y que
profundizó con detalle en los asuntos de la vida humana el escritor que dijo:
“Recetar es fácil. Lo difícil es entenderse con la gente” (Kafka) (9). Entenderse
con la gente es difícil porque conversar es muy difícil. Es difícil “construir con
palabras un puente indestructible”, como lo soñó Mario Benedetti (10). No sólo
los amantes construyen esos puentes, también se construyen en todas las
demás relaciones humanas. ¿Qué relación humana puede prescindir de la
conversación? ¿Puede ser frágil el puente que construyen con palabras el
médico y el paciente? Si lo fuera, la relación médico-paciente no tendría ningún
sentido ni futuro.
7
El médico actual no sabe nada de liderazgo y esa es, quizá, su principal tarea:
liderar al paciente en asuntos de salud y enfermedad. ¿Y qué hace un líder?
Ante todo, conversar con sus liderados. El médico es un líder, no es un jefe:
todo el que ha tenido un mal jefe sabe lo que es la incapacidad absoluta para la
conversación. Pero el que ha tenido un líder sabe que es posible transformar la
realidad personal y social. La salud es una conquista diaria de los individuos y
de la sociedad que demanda un liderazgo especial de parte del médico, para
poner la enfermedad en su sitio y lograr un auténtico efecto profiláctico o
terapéutico, pues como lo dijo muy bellamente Avicena en su Poema de
Medicina: “La medicina es el arte de conservar la salud y, eventualmente, de
curar la enfermedad ocurrida en el cuerpo” (12).
Epílogo
8
REFERENCIAS