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‘ambos importantes referencias al tema del his- toricismo gramsciano pero ellas sirven, sobre todo, para trazar las vinculaciones entre Ia obra de éste y algunos temas centrales de Ins ciencias sociales en el siglo actual. Pizzorno y Gallino, a través de andlisis que pueden resul- tar complementarios, destacan el carécter anticipador que adquieren en muchos momentos las notas escritas en la e4rcel por Gramsci, especialmente en lo que hace al papel privilegiado del consenso-en el equilibrio de los sistemas sociales y a otros desarrollos de las teorias sociales y oliticas ‘contempordneas. ‘Completamos el volumen incluyendo el conjunto de las observaciones que hace Gramsci al manual de Bujarin sobre el materialismo, y que versan fundamentalmente sobre la relacién del marxiamo con la ciencia, y los apuntes sobre Gramsci escritos por Régis Debray en la cércel de Camiri (Bolivia). Advertencia a la segunda edicién La comunicacion de Norberto Bobbio al Convegno Gramsciano de Gagliari (Cerdefia), realizado en marzo de 1967, forma ‘con los trabajos de Gallino y Pizzomo un conjunto-unitario y homogéneo de textos introductorios a la concepeién gramsciana de I so: cledad. La necesidad de preparar una segunda edicién del presonte cus demo nos permite incluirlo y completar asi un material que sin la olaboracién de Bobbio apaecia un tanto trunco. Esta nueva edi GiGn permitiré @ los lectores encarar una lectura més profunda de fos textos gramscianos, de los que esperamos publicar dentro de [poco tiempo tres volimenes conteniendo sus escrites politicos. Agosto de 1972 En Ja relacién de Gramsel con las ciencias sociales —economfa, sociclonia y ciencia politiea— conviene dis tinguir dos aspectos. En primer lugar, nos parece necesa- rio examinar los juicios formulados explfcitamente por Gramsei con respecto a dichas ciencias, y, con referencia ‘a cllas, los autores y textos que tenfa presente al formu- Tarlos. Luego, trataremos de ir més allé del sentido inme- diato de las palabras de Gramsci para ver si ‘emergen de modo coherente los elementos de de Ia sociedad que se contraponga a las ciencia: ‘guesas” de su tiempo, no como negacién de toda ciencia social, sino en nombre de una nociGn distinta de ciencia.* El fin que nos proponemos es mostrar cémo la condena de Grasmei afecta a las ciencias sociales en general, y en particular a la sociologfa, en cuanto son fragmentos dis- torsionados de una ciencia global de los fendmenos socia= es, pero no niega la posibilidad o legitimidad de una ciencia de tales fenémenos. Del mismo modo, mostrare- ‘mos c6mo el mismo Gramsci elabora conceptos y genera Tizaciones que no s6lo anticipan, a veces con sorpren- dente claridad, algunos resultados de la sociologia con- tempordnes, sino que merecen un estudio profundo por Jos estimulos que pueden, ain hoy, ofrecer al desarrollo de tal disciplna. El planteo y los fines de estas notas rozan evidente- mente el centro de la debatida cuestiéa de la historiza~ 7 Gramscl y de Gramsci como historicista, Desde Partes ne afirma que en la fase actual de los ramecianos la exigencia principal es la de histo- Hotalmente a Gramsci, explicarlo por si mismo y por wipe. Se afirma ademas que Gramsci es sobre todo intoricista, cualquiera sea el Ambito de significacion Mi Gite término. Un examen profundo de esta doble cues- pxeapa A Jos fines de] presente trabajo. Pero en la iniliddn en que éste se funda en Ia idea de que tanto la iterinacién integral de Gramsci, como su reduccién & jiiones integralmente historicistas —dos costados del ilsmo intento—, equivalen a esterilizar su posible con- ibielén al pensamiento contemporéneo, le dedicaremos WH Minimo le espacio y retomaremos la discusién sobre as Sepectos particulares del problema en el aparta- TV de nuestro articulo, Ti rarén de este disentimiento respecto de la orienta- elon lominante en los estudios gramscianos* es la de w il menos en lo que se refiere a la relacién de Gramsci Hon las ciencias sociales, la historizacién de su obra es fHonicin! en el momento de reconstruir correctamente el Hinificado de conceptos y afirmaciones en ella releva- bles, pero tiene una importancia limitada para establecer walidez actual de tales conceptos. Sin una interpret tidn historizonte se corre el riesgo de leer en Gramsci = tomo en cualquier otro autor— cosas que jamés pens6; Pero si la interpretacién es Nevada al punto de concluir ie tales conceptos y afirmaciones son el prodvcto pecu- ilar de una constelacién irrepetible de eventos humanos, Woclales y politicos de su tiempo, no se podria comprender jué motivos que no fueran estrictamente histéricos ilolégicos se deberia hoy continuar el estudio de Gramsci Bn otras palabras, la historiracién de su pensamiento es Willispensable para explicar de qué manera alcanza de- férminadas formulaciones, pero el examen de la utilidad 8 preian presentar dichas formulaciones para el pen- lento contemporineo es una operacién completamen- distinta, que no admite mezcla alguna con la primera, Wena Al significado de las formulaciones; no porque una interpretacién incorrecta influya por sf misma sobre la validez de la verificacién, sino para evitar falsas atri- buciones. Frente ala reduccién de Gramsci a historicista integral se pueden asumir dos posiciones. Si se quiere afirmar que Para Gramsci Ia tiniea forma de conocimiento y de expli- eacién es la histérica, se le atribuye In misma neefén Teductiva que acabamos de imputar a sus historiadores: no historia magistra sino estudio de la mera contingencin, no biisqueda de las Naturgesetze ocultas bajo In formacién social burguesa sino reduccién de ésta, especialmente en la forma italiana, a accidente histérico. Por consigulente, el pensamiento gramsciano es condenado a no tener nine guna significacifn cn In actualidad. Si, por el contrario, 8e quiere afirmer que Gramsci pone extrema aten- eién en Ja historia del problema del cual se ocupa, en Ia Teeonstruecién de las condiciones en las que un reagrupa- miento social ha surgido o actuado en ciertas direcciones, esto no es contradictorio con las formulaciones generalt. zadoras observables en su obra, ni con su utilizacién eontempordnea en un contexto distinto. Pero entonces todo Gstutioso serio puede ser caracterizado como “histori cista”. Historizaci6n ¢ historicismo en Gramsci son, por el con- trario, dos aspectos de una ‘inica oporacién reductiva, eayo resultado es, paradoia'mente, v dadas sus raices ideniistas, uns forma de materialismo o de empirismo. Si todo To que haya dicho © hecho un sujeto hist6rico es remisible ti mente a la sitnacién en la que actuaba, el sujeto desanarece como ente auténomo; su actividad aparece como determi- Reda completamente por la situacién, y el estudio del sujeto pier“le interés, Lovis Althusser ha demostrado que el pro- Bio Gramsci se hnee a veces culpable de tal achatamiento Ge niveles. Al identificar teorfa y politica, la teorfa de la historia cae inexorablemente en la historia de hecho: él coneepto es confundido con el objeto real.! Pero Althusser Parece haberse abstenido en este caso de su intento de loor & Gramsci més alli de las palabras, porque si'se sigue este Camino es dificil sustraerse a In conclusion de que el es- 9 do las que emergié, Sobre esta. conclusin se notas siguientes, tr Gramsci ¢| estudio de Ia socledad se articula en piirtes fundamentales, 1a filosofia, la polities y la fn, Las tres son “elementos constitutivos necesarios Wha misma concepcién del mundo”, el marxismo, y son wptiblos de ser convertidas unas en otras. Vale decir eda una es traducible, en cuanto prinefplo tebrieo,, irunie especifico de un elemento distinto. El fenéme- central para In economfa es el valor, “o sea la relacién Wire el trabajador y las fuerzas industriales de produc- in"; para ln polftica es “la relacién entre el Estado ¥ snooledad civil, es decir, intervencién del Estado (volun- Anil centralizada) para eduear el educador, al ambiente " para la filosofia es la praxis, definida " tomo “relacién entre la yoluntad humana (superestructu- | fh) y In estructura econémica”.* Esta coneepeién ternaria Tio a constante en Gramsci; a veces ineluye como cuarto “Molemento constituttvo” a Ia historia, y la filosofia de la diy aparece mas explicitamente como la cienci rdenada de 1a que partieipan, como fases especializadas | oro inseparables de ella, los otros tres momentos.* Sin “einbargo. si se mantiene firme el propésito de ir més all& "dean palabras, no parece aue la historia pueda ser inclufda “titre los momentos constitutivos con el mismo raneo que ‘Wok demfs. La historia como acontecimiento, la historia ‘Howl, es para Gramsci el sujeto primero de Jas ciencins oolales; 1a sociedad nunca es estudiada como sujeto gené- “leo, sino como producto formado histiricamente, La his- ih como teorfa o historiografia coincide con la filosofia Ia praxis, residuendo solamente de clla la filologia técnica de mera aproximacién a los hechos y como ‘un nivel inferior respecto a Jos elementos o momentos constitutivos ya sefialados. Elestudio de la sociedad y In intervencién activa en ella ‘constituyen por lo tanto una unidad inescindible, La clasi- ficacién es exhaustiva; no hay en ella lugar alguno pars otro tipo de reflexién que no sea el momento econémico el politico de la filosoffa de la praxis, que atraviesan con- tinuamente a ésta y que son organizados por ella a los fines de la explicacién o de la accién histérica. Partiendo de tal concencién rigurosamente unitaria, Gramsci es Me vado a considerar a las ciencias sociales “burguesas” como el producto de una desintegracién de la filosofia de la praxis, Gramsci condena la idea de que ésta sltima sea luna especie de sintesis “del grado més elevado alcanzado. hacia 1848 por la ciencia de las naciones més prozresistas de Europa: a filosofia clasica alemana, la economfa elisica inglesa y la actividad y ciencia politica francesa’”.* Pero su polémica esta dirigida sobre todo contra la descompo- sieién posterior o la creencia en la superacién del marxis mo mediante las ciencias positivas. La idea de una redue- i6n, de la decadencia de una originaria matriz orginica (adjetivo obligatorio hablando de Gramsci), de corrupeién esterilizadora, acompafia casi todas las definiciones de la sociologia, de la ciencia politiea y de 1a economin politicn, ‘en sus ropajes burgueses, que se encuentran en los Cua dernos y desde los eseritos juveniles. La sociologia no es ssino 1a filosoffa de los no filésofos, fundada sobre el evo lucionismo vulgar.’ Su éxito se vincula a In decadencia del coneepto de ciencia politica, producida en el siglo XIX con 1 advenimiento, por un lado, de las doctrinas positivistas, Y, por el otro, con la reduccién de Ia “politica” a sinénimo @e politica parlamentaria. En cuanto a la economia poli- tica, Gramsci critica la reificacién del homo oeconomicus, el postulado hedonista, el sensismo del siglo XVIII, contra: Poniéndole la superior fecundidad de la econom{a eritica.* ‘Sin embargo, las tres disciplinas no reciben el mismo tratamiento. Aunque empobrecidas, fundadas sobre reifi- caciones inadmisibles de situaciones contingentes o de pu- ras apariencias, econom{a politica y ciencia politica con- 1 in vitienlo preciso con tos elementos constitutivns amo, Dentro del marxismo, economia critica y do Ja politica estan orientadas a aprehender movi- it08 Fontes de In sociedad que no obstante fundan el 4 fuera del marxismo, de las correspondientes cien- Positives, aim cuando tomen de ese objeto solamente juupecto distorsionado. Esto no ocurre con la sociologt Hitidinciplina no es para Gramsci otra cosa que un grosero J Mitonto de suplantar ta filosofia de In praxis, reduciendo Wii concepeién del mundo a una formulacién mecénica Bolt IA. que so pretende liquidar la complejidad de la histo- j Gomo teorfa y como desarrollo real.’ La particular seve~ Hilal con ave considera a la sociologia se aclara cuando i) Hicuerda que Gramsci ve en la sociologia un competi modioere, pero religroso por sus capacidades de enga- ip, do In filosofia de ta praxis. Tus scclologin de los positivistas italianos de fines del Hlio pasido v comfenzos del presente representa, por eler= to, un comretidor particularmente grosero, Bllos son los Inlamios a los oue Antonio Labriola les reprochaba va en 10002 su materialismo anterior a Feuerbach, su psicologis- mo Individumlists, su anti-historicismo, y les decla que Moxtaban en general por debajo de Comte”."* Pero la aeri- {iid de Gramsci frente a la sociologia no esti motivada Holamente por la desproporcién entre sus pretensiones y fils renles capacidades. Como Lenin lo demostrara trointa afios antes en su escrito “; Quiénes son los ‘Ami fox dol pueblo?” (1894), también el marxismo podia fer concehido como una sociologia: més atin: como la Ginien forma de sociologia cientifica. Esta posibilidad Jaman es considerada por Gramsci. Decir “ciencia” de la Woelodad, admitir la posibilidad de una sociologia cien- tific de algiin modo distinta de una filosofia de la pre Als —que es ante todo examen e invencién de las forma flo Intervencién cn la historia—, es un limite que el his- Wiiciamo y el voluntarismo gramsciano no pueden ab Huuear de modo explicito. En la sociologia positivista Gimwisel wustiga no simpemente una direceion esteril Wikiivess We tus studios, sino la idew misma de que en la a sociedad operen de manera sistemitica fuerzas eapaces de afirmarse, como decia Marx, ‘a expaldas” de la volun- tad humana. En lo que respecta a la sociologia, critica en especial 1a orientucién positivista, que se exterioriza en la basqueda, de condiciones o leyes del desarrollo social, porque parece eontradecir un aspecto esencial de la interpretaeién grams- ciana de los fenémenos sociales y politicos: Ja presencia de una voluntad libremente innovadora que da signifiendo, y orienta, hacia nuevas direcciones, a las fuerzas objetivas existentes."" El elemento central de esta critica €s una concepeién singularmente mecanicista de Ia nocién de ley. Toda ley propuesta por la sociologia es interpretada por Gramsci como un hecho que vizcwla materialmente la acelén. De Ia iniciativa de los hombres, en cambio, no se puede prescindir. Y si la historia es el producto de tal inieiativa, por la que los hombres quedan luego determi- nados, la idea de una ciencia que estudia las leyes que regulin tal desarrollo es enteramente falsa. En clertas cireunstancias se puede hablar de leyes estadisticas —por Jas que Gramsci entiende superficialmente “Jas leyes de Jos grandes niimeros!— pero éstas valen sélo “en tanto Jas grandes masas de la poblacién permanecen eseneial- mente pasivas”."* Cuando éstas se transforman en sujeto histérico bajo el impulso de un grupo dirigente, desapare- ee la mecanicidad y casualidad de los habitos precedentes, y con ello también la posibilidad de apticar el concepto restringido de “ley estadistica”. Como resultado, la socio- Jogia abunda en psoudo-leyes, generalizaciones arbitrarias ¥ caprichosas que son aceptadas como causa sin tener ninguna “importancia causativa”, tautologias privadas de significado cognitivo. Como veremos mis adelante, las eriticas de Gramset al eoncepto de ley en sociologia se justifican en alguna mex dida por el hecho de que la mayor parte de los autores que él considera eran organicistas y positivistas indivi- dualistas, para quienes toda ley es concebida precisa- mente como una fuerza constrictiva, Pero la ley como constriecién, como tendencia estadisties, 0 como tauto- 18 significados que Gramsei extraia ino do “ley”, En distintos lugares, y con una particular cuando habla de fenémenos econd- Mulestra poscer también un concepto moderno de eongiderarla como una expresién aproximativa de wonstancia que se manifiesta en la accién de deter- Miliados sujetos, prescindiendo del hecho de que tal accién Wi tilin © menos intencionada."* El hecho de que al juz~ 4 In fociologia no recurra jamés a tal concepto no es ilo nolo nl escaso uso que de él hactan los socidlogos, quo lo mismo podria decirse de los economistas de su jompo. Bs una nueva prueba de la incompatibilidad que Gramsci advertia entre sociologia y filosofia de la praxis, Wola inclinacién a atribuir sin excepciones a la primera ‘aspectos més mecdnicos del pensamiento cientifico @ontemporineo. La gran imaginacién sociolégica que Gramsci manifesta en el anflisis de los fenémenos de Importancia politica —y que examinaremos en la tltima focel6n de estas notas—, opera por lo tanto en un nivel Twstante més profundo que el de sus afirmaciones expli- fltas y aparece con frecuencia como contradietoria con feitas afirmaciones allf donde descuida su funcién polé- mica. ‘Ademds, Gramsei anota con mucha claridad dos aspec- 46x dafiosos que, tanto hoy como ayer, caracterizan & Ia #oclologia. El primero es la bisqueda de leyes realizada no con fines explicativos, o solamente enmascarada con Hales fines, sino en realidad motivada por una exigencia iieril “de resolver perentoriamente el problema prdc- ico del cardcter previsible de los acontecimientos histé- Ficow!”.* In la actualidad, esta exigencia es analizada en tudios sobre la ideologia como uno de los modos do lox que se sirve una clase y una concepeién del mundo fn declinacién para reafirmar su propia posicién hege- monica; es indudable que ella ha contribuido a la génesis de mis de una teoria sociolégica.'* El segundo aspecto fi In recurrencia a la sociologia como sucedaneo de la filosofin, In filosofia de los no fil6sofos. Confirmando la tontemporancidad del pensamiento gramsciano esta ten- uw dencia es todavia evidente en Ia actual sociologin italiana, con su constante rechazo a introducirse en investigaciones sociales realmente cient{ficas en favor de discusiones arafilos6ficas realizadas sin los instrumentos necesarios. En relacién a la economfa, Gramsci es bastante menos rigido, no legando jamés a’negar la posibilidad miama de su fundamentacién rigurosa, Es cierto que no son raros en los Cuadernos los dardos lanzados contra éste 0 aquél economista. Acerea de los Principi di economia pura, de Maffeo Pantaleoni, Gramsci dice que la primera parte “podria mejor servir como introduccién a un refinado manual de arte culinaria o también aun més refinado Manual sobre las posiciones de los amantes”;"" y en mus chos lugares parece coincidir con Croce en el fastidio por Jos bizantinismos y el “pomposo manto cient{fico” de gran parte de la economia “pura”. Pero més alld de estas observaciones polémicas, Gramsci esta empefiado serlamen- te en la tentativa de eselarecer las relaciones entre Ia ee0- nomia politica o “pura” y la economfa critica. Demuestra que la primera da cuenta a su modo de aspectos impor- tantes de la vida econémica, aunque no renuncia en abso- luto a afirmar la superioridad de principio de la segun- da como instrumento explicativo global. De la econom{a polities Gramsci Jlega hasta a elogiar los “atentos estu- dios” tendientes a perfeccionar los fundamentos légicos de la disciplina, y contrapone a su rigor formal el ritua- lismo dogmitico en el que ha cafdo gran parte de Ia economia eritica, convertida en monopolio de “cerebros estrechos y mezquinos”.* Pero no es s6lo el ejemplo dado por Ia economia polf- tica en términos de seriedad cientifica lo que interesa a Gramsci. En la relaci6n entre el plano que forma el obje- to de la economia politica y aquél que forma el objeto do la economia critica, Gramsci extrae un aspecto central del paso continuo de la actividad humana a estructuras Sociales, y de éstas a aquéllas. El objeto de la economia politica’ son las regularidades de conducta que emergen en una sociedad en la cual la diferenciacién social y al desarrollo de las fuerzas productivas determinan relacio- fivamente permanentes, reforzadas por una ade- juiporestructura juridiea y polities, En todo con- hintérico dado el automatismo de las conductas que A resulta puede ser-aislado en abstracto, y convertido "Mi fundamento de wia ciencia econémica, distinta de la Sie aera apropiada en un eontexto diferente, El objeto lp oatudio de la economfa eritica es en cambio el de las con- Hilelones generates de 1a actividad econémiea, el modo en fi@ ne forman las fuerzas que con su permanencia vineu- iH @N esqiiemas recurrentes y necesarios el conjunto di conductas, por encima de los “arbitrios individuales’ # do Ins intervenciones artificiales del Estado, El error M4 los economists puros consiste en interpretar tales Waquemas de conducta, desarrollados historieamente, co- M0 hechos naturales y eternos. Pero también In econom{a fritien se equivoca si cree que se puede derivar directa- Mente una nueva “ciencia” econdmica de un andlisis ten- iente x recolocar en su marco histérico los automatismos @itudliados por la economia politien o pura. Una nueva leneia puede nacer sélo después que, modificada la estruc- tra de las fuerzas sociales predominantes, hayan emergi- Mo nuevos esquemas de conducta relativamente estables y difundidos. Con este planteo Gramsci se anticipaba a la moderna tgoncepeién de la ciencia econémica como estudio de los eomportamientos institueionales, produeides en un deter- minado tipo de sociedad por la convergencia de estructuras Juridico-politicas, psicolégicas y culturales congruentes en- tro si, El aimbito de la economia eritica, que en Ix concep- elén de Gramsci colinda s6lo en parte con la interpretacién Imarxiana, corresponde a lo que muchos estudios tienden hioy a atribuir a la sociologia econémica." De tal modo Gramsci adopta una posicién distinta de la de los marxistas fave niegan toda validez a la economia burguesa en cuanto @itd fundada sobre la apariencia de los movimientos de lag mercancias antes que sobre la realidad de Ins relaciones Wo clase, y muestra al mismo tiempo que percibe con elari- dad, ya desde fines de los aiios veinte, la necesidad de Individualizar mediante estudios especificos las nuevas 16 leyen econémieas que se determinan en los sistemas so- cialista La ciencia politica es, entre todas las clencias sociales, Ja que Gramsei considera con mayor respeto, Los proble- mas de los que tradicionalmente se oeupé, eomo los de la relacién gobernantes-gobernados, las bases de la autoridad, Jos fundémentos del consenso, hazen de ella la efencia mas préxima al nucleo inspirador de la filosoffa de la praxis, Rechazando formalmente la idea, de origen positivista, de que la ciencia politica pueda identificarse directamente con esta tiltima, Gramsci se interroga sobre el puesto que ‘ocupa.o deberia ocupar la cfencia politica en una coneepeién Gel mundo sistemitica, es decir, en una filosofia de la pra- xis. La conelusién sobre la que parecen converger sus re flexiones es la de que la ciencia politica consiste en “prin- cipios empiricos y practicos” deducidos de una coneepcién Aiel mundo, con los euales se tiende a ineidir sobre las rela- clones sociales de las que depende toda reforma intelectual ¥ moral. So trata de un momento superestructural; acti vidad politica es afirmacién voluntaria de un criterio mo- rel con respesto a la estructura frente a los condiciona- mientos que ella ejerce. E! proceso es circular, dialéctico: les criterios morales adguieren relevancia politiea — vienen gnfas efectivas para In accién— cuando la evolu eién de Ia estructura ha producido fuerzas sociales en condiciones de hacerlos suyos, inspirando en ellos sti pros Pla iniciativa en antagonismo con el orden existente. Y Ya que los criterios morales y los principios préeticos re- fiejan los momentos fundamentales del desarrollo hist6- rico-social, la ciencia pol‘tica debe ser coneebida como un organiemo en desarrollo, en condiciones de mantener wma continua adherencia con la situaciin presente de las rela- ciones de fuerza.” Esta interpretacién, elaborada a partir de las afirma- ciones exrlicitas de Gramsci, corre el riesgo sin embargo de ser superficial, cosifieando en una categorfa una fase del continuo movimiento dialéctico del pensamiento grams- iano, A desnecho de la decloracién contenida en el famoso pasaje del Machiavelo que niega la identidad de ciencia qT ¥y filosofia de la praxis, el ininterrumpido pasaje In historia real a 1a cultura eoncebida como conciencia él movimiento de la historia, y a la ideologia como pro- de un cambio hist6rico-eultural, equivale de hecho Foallzar, como lo ha observado Luporini, una eompleja IMbntifiencién entre filosofia y politica.** Ademés, la refle- ‘Alin sobre Ja historia que busca en éata la posibilidad y Jos principios de la accién politica es una reflexién deter- minaia, on sentido marxiano, o sea no disponible para cual- quier interpretacién intuitiva, sino vinculada a un método ¥ & Ia verificacién de las condiciones reales. Vale decir, es na roflexién de tipo cientffico. Hn los estudios de Gramsei, Vistos en una perspectiva unitaria, ella parece extenderse Mucho més alld de los “principios empiricos y préicticos” do intervencién sobre la estructura, hasta incluir el estudio Mo los fenémenos de diferenciacién y de integracién social {on todo sentido: técnico, econémico, geogrifico, psicol6- eo), de los modos en que se forma la voluntad colectiva, lol funcionamiento del Estado. La ciencia politica se pre- Senta asi, en la construccién gramsciana, como una cien- ‘ia unitaria de los fenémenos sociales, al punto de englobar todas las ciencias sociales tradicionaie: Se comprende entonces c6mo, a la luz de una coneepeién tan compleja y amplia, la ciencia politica tal cual era culti- Yada efectivamente en el siglo XIX y en el primer trente- nio del siglo XX manifiesta para Gramsol sintomas gra- You de involucién. El desarrollo de la sociologia positiva hha sustraido terreno indebidamente a la ciencia politica; Tas euestiones esenciales de aquélla no son sino las cuestio- hes durante largo tiempo estudiadas por ésta. A la indtil Muplicacién de esfuerzos y a las carencias propias del posi- Hiviamo politico se acompané la contaminacién del evolu- Glonismo liberal, Estas influencias distrajeron la ciencia politica del andlisis de la diferenciacién de la sociedad en Krupos antagSnicos para conducirla a ocuparse de proce- os menores y contingentes, como las luchas entre las frac- lones do un partido y los mecanismos parlamentarios. Para Gramsci la decadencia de la ciencia politica, no es mils que el reflejo de la fractura entre la “gran politica’ 18 que comprende “las cuestiones vinculadas a Ja fundacién do nuevos Estados, a la lucha por la destruccién, Ia defen- sa, la conservacién de determinadas estructuras orgénicas ‘econémico-sociales”, y la “pequefia politica”, que es la “politica cotidiana, politica parlamentaria, de corredor, de intriga”* La falta de distincién entre los dos planos, tanto en la préetiea como en la teorfa, y ln retencién del segundo como objeto relevante para la ciencia politica, estan en las raices del confusionismo de Mosca, de Is insistencia de Michels en las clasificaciones extrinsecas, superpuestas mecéinicamente a la realidad, del formalismo estéril de Pareto. Mas atin que la cfencia econdmica, la ciencia politica es, en gran parte, en el horizonte de Grams- i, un proyecto alin por realizar, habiendo en gran parte fracasado las tentativas de sus cultores mas conocidos. m1 Las condiciones particulares en las que Gramsci produjo gran parte de su obra acrecientan 1a importapcia, a los fines de una evaluacién de su pensamiento sobre las cien- cias sociales, de considerar los textos a los que pudo tener acceso, Es evidente que muchas de sus lagunas y juicios superficiales estan directamente vinculados a la selecei6n ‘que las circunstancias realizaron en eu contra entre la lite- tatura ya circulante en su época. Este hecho, aunque im- Portante, no explica sin embargo por completo la diferen- cia de los juicios formulados, por ejemplo, sobre la socio- logfa y In economia, Esa diferencia, como se dijo, debe ser vinculada también a las distintas pretensiones que tie- uaen para Gramsci ambas disciplinas: en la primera, la de competidora de la filosofia de la praxis, en la segunda, de ‘complemento atil y quizés necesario de la economia erftica. El panorama del pensamfento sociol6gico italiano que se ofrecia a Gramsci estaba dominado por la componente evo- lucionista difundida a partir del dltimo cuarto del siglo XIX siguiendo los carriles de la obra de Spencer: Era la forma nacional de darwinismo social que tenia muchos ecos en 19 ». Alomanta y los Estados Unidos, pero que, a dife- ‘cuanto ocurria en esos paises, representaba entre WHO casi la tinica sociologia, con efectos que todavia iOY Posan sobre el desarrollo de esa disciplina en Italia. ¥ Hilo Ho solamente por constituir una forma de positivismo, iio timbién por ser, al igual que el positivismo, sustan- Glulmente mas atrasado que lo que se estaba elaborando en Wl Fouto de Europa, en el campo sociolégico, de Saint Simon & Comte y a Spencer. Un aspecto de este atraso habia sido Avertido por Antonio Labriola en un texto que ya hemos Hocordido, y en la que acusaba de a-historicismo a los posi- {ivistas nacionales en cuanto “‘parten siempre del individuo ¥ Yuelven a caer siempre en el individuo, no aferrando asi Ia morfologia histérica”. De tal manera, se enfrentan a la Wonclencia historicista de Saint Simon, Littré y Comte, Wien “era tan historicista como para negar la posibilidad jo una psicologia individual”.* Un segundo aspecto debe Verse en la total ausencia del sentido de las estructuras s0- Ciales, que distinguia en cambio de manera particular la ‘obra del mas conspicuo representante del positivismo evo- lucionista: Spencer, estudioso todavia inigualado, como re- gordaba hace pocos aitos Wright Mills, en el andlisis de cier- {ox aspectos estructurales de las sociedades modernas, aun- ‘(ue su teorfa central acerca de la sucesion de las distintas formas de sociedad esté ya totalmente sepultada, [Ls poiémica de Gramsci no se orienta por tanto de modo gentrico contra el positivismo sociolégico, sino contra el partieu'ar ropaje deformado y atrasado que habia asumido ‘on Lialia, y que era el nico familiar a Gramsci, Es obvio {ile al protundo sentido de la historicidad y de la estructu- ign de toda condicién social posefdo por Gramsci debia le las groseras tentativas de los Nieeforo y de los Sergi, de los Carli y de los ‘Sighele para explicar este © aquél acontecimiento remitiéndolo a factores biolégicos fisitos en el individuo, o a analogias biologicas aplicadas it] “organismo social”. De esta actitud de fondo, madura- tli en el desde los primeros contactos con la universidad ¥ von el descubriniento de Croce a la decidida eondena ton referencia a cuestiones especificas, el paso es breve. 20 ‘Los autores eitados son desealificados. por efemplo, como teoriradores de la Incanacided orpénica,.de 'a harhorie. do Ia inferioridad biol6viea de las poblaciones meritionn- les, proveedores de explicneiones pseudo-cientificas ane eoncluian por consolider vieios vrejuicios de cener-rin« nes pacedna Los positivistas de Ta escuela lombrastana, en esnecial. aparecian ante Gromesi como oheesionados has- talo absurdo por el problema de la criminelidad, como para hacer de el'a un elemento central de Ia politica v al ans lisis sociolézieo. De Morale rrivata e morale nolitien, An Scirio Sichele, diri: “La politica no es m4s que una de- terminada ‘fenomeno'ogia’ de Ja delincuencia. ex In ‘felin~ cuencia sectaria’: esta me parece ser la cia del 1. moe Critica luego # los demonios mavores, los reductores del materialismo histérico a naturalismo vulesr o a econo- mismo materialist, ubicados entra Ia soriolowia v In pen. nomfa: Roberto Ardigé y sobre todo Achille Loria, dotint do desde los arritos inveniles como “el socidlozo de I calera de oro”. Ln referencia en este casy ea nm inefa- ble artfculo nnblicado nor el antor da Mannlisi della pro~ prieté envitmistion en la Gazzetta del Ponolo en 1917 ~ el cual los trabaindores, llamados “qveridos hermanos del trabaio”. con invitados a “colocar las nrimeras grades de Ia eacalera de oro. sobre In cue s» asienta la fraterni dad de las Naciones”; despnés de esto “nosotros log avn- daremos a colocar lax vradas suneriores de la esealora 8 aleanzar e! vértice lyminoso de Ia eqvidad mmiversal, a rivir, en fin. sobre les ruinse ae Ins enem'statea secu lares. una homanidad bendecita por el trivle némen dela paz, Ja insticia v el amor”. Con toda razén el mismo Toria sera obieto. auince afios mis tarde, de aleunas de las notas mis cdusticas de lox Cuadernos, Loria es visto como el prototipo de un estrato de intelectuales positi- vistas que en un momento hist6rico determinado creyeron poder retomar bajo una nueva luz el andlisis de la enes- tién obrera, “ms o menos convencidos de profundizar, reyer y superar la filosofia de la praxis”. Era éste un fenémeno teratoligico, indice no por cierto excepgional de 21 ‘hmpo nocioldgico en sus més graves manifestacione Aieméx de Loria, el nico autor eontempordneo con el Guo Gramsci parcefa tener alguna familiaridad en el cam- 9 econdmico cra Einaudi, definido como “escritor de feonomia clinica”. La lectura gramsciana de Einaudi es Apion de un intelectual marxista, dispuesto a extraer Hasta la més minima consecuencia, en el plano del andi in, de In debilidad principal de la doctrina econémica Mberal, o sea su incapacidad de comprender que los fac- tore’ que determinan los fenémenos de produccién y de Gumbio son factores hist6ricos, sujetos a transformacio- Hen, De abut deriva la imposibilidad de aplicacién, mas ‘All de determinados limites restringidos, de la férmula el coeteris paribus, ya que los “partiendo de”, los “su- puesto que” estén siempre en retraso con respecto a Ia roalidad, Pero esta posicién explica también Ia sordera do Gramsci frente a Ia instancia liberal, representada con Wignidad por el mismo Einaudi, de una verificacién con- Hinua del modo en que los recursos productivos son em- plenslos, a nivel de empresa y a nivel nacional, del respeto por Ins necesidades expresadas libremente, instancia cuya Volisez no disminuye por su falta de realizacién en el révimen capitalista_avanzado, Esta visién parcial Neva 4 Gramsci a leer a Binaudi de manera estereotipada, pre- Gisponiéndolo a juicios exeepeionalmente Asperos: los ar- Hioulos de este ultimo sobre Ia crisis de 1929 “son con frecuencia arucias de reblandecido”, la situacién ha eam- biado de modo tal aue ciertos razonamientos suyos “apa- recen como infantiles”.* El Einaudi de los Principi di seienra delle finanze, apreciado hasta por los economistas marxistas por el modo en quo trata una cuestién meta- politica como la minimizacién de los medios aplicados para obtener un fin, parece haber sido desconocido por Gramsci. Otros economistas contempordneos a los que se dedican llevnas niginas dispersas en los Cuadernos son Pantaleo- ni, Lione! Robbins, Antonio Graziadei. Del primero, Grams- ei critica el hecho de haber erigido el principio hedonistico ‘en factor general, abstraido de la actividad econémica, 22 Robbins, que Gramsct parece haber conocido sélo indiree- tamente, a través de una recensién de su conocido Essay on the nature and significance of economic science, lo leva en cambio a sefislar los eafuerzos de reelaboracién metodo- 6gica levada a cabo por la economfa politica. Graziadel, tratado con desprecio, es visto ms como un politico menor y oportunista que como un economista digno de atencién por lo que dice en el terreno cientifico.™ En el campo de la ciencia polftica “positiva” Mosca y Michels aparecen como preeminentes en e! horizonte de Gramsci; un poco menos, Pareto, Aungue sus notas se re- fieran especialmente a las obras mas difundides de los dos auitores primeros, es decir a los Blementi di acienza politica del primero y a los articulos y a los libros sobre partidos Politicos del segundo, el conocimiento que tenia de ambos es bastante extenso, legando hasta a obras menores como Bedeutende Manner de Michels. De ambos, Gramsci no deia de criticar li vaguedad y labilidad de sus conceptos politicos, las incorrecciones teéricas y factuales, Ia exte- rioridad de las clasificaciones;** pero aprecia el interés de los materiales empiricos que aparecen amontonados al azar en sus libros, y su peculiar capacidad de utilizar en un euadro sistemitico los datos de observacion producidos casualmente por otros o incluidos dentro de un euedro distinto. Sin embargo, Gramsci no ienora nunca que en el modo mismo de constituir un “hecho” esta ya implicita una elecci6n de valor y por ello esta siempre atento a separar Jos ek itos en bruto: el aspecto filoléeico de la historia, de los juicios aglutinados en torno a ellos, En relacién a este campo tanto como a la sociologia y a la economia, el primer problema que se plantea es, obvia~ mente, el de si las notas eseritas y las referencias explic- tas 2 los distintos autores suministran un indice renresel tativo de los conocimientos que Gramsci posefa efectiva- mente en torno a las ciencias sociales de su época. Un exa- men de sus obras que vaya més alli de las palabras no puede menos que arriber a una respuesta afirmativa. En Ta formulacién, en el lenguaje, hasta en las contradicciones profundas y en las reelaboraciones que se encuentran —no 23

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