S
4. El nifio del Fort-Da
maryse Roy
La madre se va, el nifio juega con un carretel enganchado a
un hilo, lanza el carretel por sobre el reborde de su cama y acom-
pafia ese gesto con el fonema “Ooo”, luego jala del cordel y hace
reaparecer el carretel, “Aaa” acompajia su retorno. “Ooo-Fort —
Aaa-Da” (“Lejos — aqui”), el juego del Fort-Da! pone en acto la
aparicién-desaparicién del carretel.
“Intuicién genial” de Freud, tales son los términos de Jacques
Lacan para calificar el descubrimiento de Freud, sorprendido por
un juego de su nieto, quien “se detiene en la encrucijada de un
juego de ocultacién y de una escansi6n alternativa de dos fonemas,
cuya conjugacion en un nifio le llama la atencién”> Dimensiona-
mos el lugar que Lacan dard al nifio del Fort-Da cuando anuncia:
“Acentuaré lo que Freud no subraya y que esta manifiestamente
presente, sin embargo, en su obra; como siempre el examen de la
obra de Freud permite completar la teorizacién”.*
ENTRADA EN LO SIMBOLICO
Desde el primer Seminario, tenemos ante nosotros los avances
de Lacan, quien nos invita a reconocer en este juego del nifio “el
1. Freud, S., “Més allé del principio de placer”, ob. cit., pp. 14-15. 7
2 Lacan, J., “Funcién y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanali-
sis”, en Excritos 1, ob. cit., p. 306. i .
3. Lacan, J. “La direccién de la cura y los principios de su poder”, en Bs-
artos 2, ob. cit., p. 568. '
4, Lacan, J., El seminario, libro
256-257.
1: Los eseritos téenicos de Freud, ob. cit., pp.
163Los mieDos DE LOS NINO®
J que el deseo se humaniza” y rambien Ten gue el
oo s tiempos de su ensefianza,
momento en ‘ .
”, En los rimero: .
, ae Da la dimensién del lenguaje,
nifio nace al Jenguaj
fn el nifo del Fort-Da
hacen ela lama Ja institucion de la demanda y del deseo,
*Qoo” y “Aaa”, estos dos fonemas pronunciados por el nifio,
que Freud tuvo la intuicion de traducit por Fort y Da, bastan
ara que Lacan reconozca allf una primera manifestaci6n del len-
pusie. ‘Con estos significantes que recibe del Otro, el nifio juega su
partida. Poco importa la aproximacién fonética, lo esencial reside
en la oposicién fonematica- El Fort-Da manifiesta el hecho de que
un significante no va sin otro. El objeto esta sujeto a la alternancia
nta no es el objeto en tanto tal sino el hecho
ificante que viene a inscribir
significante, lo que cue! ‘
de que sea capturado en la diada signi! 1 r
‘-ausencia sobre el plano simbélico.
el fenémeno de la presenci
“El objeto pasa, casi de modo natural, al plano del lenguaje.
EI simbolo emerge y S¢ vuelve mas importante que el objeto.”6 El
simbolo “anula la cosa existente”” y permite invertir las posicio-
nes. Lacan Ilama nuestra atencién sobre el hecho de que, cuando
el nifio dice Fort, el objeto estd ahi y, cuando dice Da, el objeto
aananreente. Cuando el objeto esti ab, el nifio lo expulsa; cuando
no est, lo llama.
En este juego de la presencia-ausencia, Lacan destaca la fun-
cién de la llamada y pone el acento sobre el hecho de que la par-
tida se juega con la madre, aqui instituida en su estatuto simbélico
mediante la alternancia significante, con la cual el nifio juega el
juego de la partida y del retorno de su madre.
LA MADRE NO RESPONDE: ZQUE HACER?
Pero Lacan en este punto introduce una ficcién: “Qué ocu-
rre si [...] [la madre] ya no responde a Ia llamada del sujeto”,® si
5. Ibid., p. 257.
7. Ibid., p. 258.
8. Lacan, J., El seminario, libro 4: La relacién de objeto, ob. cit., p. 70.
164ELNIRO DEL FoRT-Da
¢ rio?”.? Ella entonces res
lo simb6lico, “se convierte en una
Ja puesta en acto de la alternancia a-ausencia, la madr
see los objetos capaces de satisfacer al nifio. Segundo tiem Pa
ella y2 nO responde, aparece como una potencia capaz de davon,
el objeto. Por lo tanto, este no vale tanto Por la satisfaccién que
proporcionaria sino en cuanto signo del don de la madre, signo de
su amor, que ella vuelve don en su Presencia. Es asi como Lacan
podra decir que la madre da “lo que no tiene”, es decir, su amor.
Formula que més tarde invertird para decir que “amar'es dar |,
tiene”. Podremos recordar el fundamento de este cuasi
iuna madre es una mujer que vive su vida!
Pero ahi faz también una potencia de rechazo en el nif,
y Lacan puede insistir nuevamente en lo que ya ha detectado, a
saber, el hecho de que el nifio rehtise el objeto cuando eset alli,
porque, aunque eso parezca ir de suyo, todavia es preciso extraer
sus consecuencias. Lacan hace valer que la llamada no se sostiene
de modo aislado sino que esté articulada a su contrario, es decir, al
rechazo: “Si la llamada es fundamental, fundadora en et
bélico, es en la medida en que lo reclamado puede ser rehusado”."
Asi, antes de poder decir no, el nifio aprende muy tempranamente
la fuerza del rechazo que abre el mundo de la negatividad.
Es asombroso constatar cémo Lacan destaca que esta entrad:
en lo simbélico por via materna conlleva un cardcter fundamen-
talmente decepcionante y conduce al nifio a desquitarse con el
objeto, para escapar a lo que aparece como una ley de puro ca-
pricho: “Aplastalo que tiene de decepcionante el juego simbélico
mediante la incautacién oral del objeto real de satisfaccién, en este
caso el pecho”.” El nifio que se adormece sobre el pecho de la
madre ya no es como en Freud la imagen de una satisfaccién rea-
iste al automaton de
tencia”.!° Primer tiempo: en
Presenci
orden si
lizada, sino que puede ser el signo ms inquietante de una decep- x
cién que atin no puede decirse.
q P
9. Ibid.
10. Ibid.
11. Ibid., p. 184.
12. Ibid., p. 185.
165Los mreDos 0£ 105 NINOS
EDESEAR?
Volvemos a encontrar al nifio_ del Fort-Da on BL somine 3
cuando Lacan aborda Ia cuestion del deseo €n. su rel aioe 01 a le-
manda. ¢Qué es lo que instituye la ‘demanda? Tal es “ Beat que
plantea. Partiendo de las coordenadas que ha desplegado, in
nos conduce a dar un paso més con el nifio del Fort-Da, en la via
del deseo. Retoma Jo que ya habfa destacado como fundamental, a
saber, la llamada como principio de la presencia y @ la vez término
que permite rehusarla, y sittia a la demanda en su lazo con Ia Ila-
mada. De modo impactante, articula con este niflo el lugar del ob-
jeto y demuestra que la primera dialéctica no ¢s Ja del objeto parcial
que irfa hacia Ja constitucién de un objeto total, la madre. El objeto
llamado ya no es mas un objeto simple, sino que es, como anterior-
mente Jo ha afirmado, un objeto-simbolo, un objeto que est en la
“deseo de la presencia”. El
23
dependencia de lo que Lacan nombra
tbjeto “se convierte eno que hace de él el deseo de la presencia
Si ningain objeto puede satisfacer Ia lamada de la presencia, es por-
que To que hay es mas precioso que cualquier bien, es decir, “el pa~
scenic simbélico de la presencia”, el que puede proporcionar la
suma de todos los objetos. Toda relacién con un objeto de satisfac-
mo en cuanto sustituto d deseo,
cién no es satisfacci6n como tal si
tro materno. La via del deseo es
dean deseo que se modela en el O
desde luego rica en porenciales, zpero esti el nifio del Fort-Da-abo-
ado a descifrar todas Jas manifestaciones del deseo del Otro? No
hay alli un nuevo impasse? Lacan dard una respuesta por la via que
habia subestimado en un comienzo, la via del objeto, y volveré a
ocuparse del uso singular que hace el nieto de Freud de su carretel,
Los OBJETOS SE ENCUENTRAN DISPONIBLES, iA CONDICION DE HABERLOS PERDIDO!
Asi, algunos afios més tarde, durante una clase de su seminario
Los cuatro conceptos fundamentales del psicoandlisis, Lacan interroga el
13. Lacan, J., El seminario, libro 5:
eee , libro 5: Las formaciones del inconsciente, ob. cit., p. 338.
166
ys ESS SESS
en ee me ER OE,EL NiRo DEL Forr-Da
fort-Daa partir de lo que adelanta sobre el lugary lafunci6n del»
abjeto 4. Seguirlo nos exige dar un salto, como el nieto de Freud, yi"
Sel cual nos dice que “la ausencia de la madre vino a crear BA
sl borde de su cuna, a saber, un foso, a cuyo alrededor solo tiene ra
gue ponerse a jugar al juego del salto”. El juego del nifio equi- \
yale asi a un acto que incluye un franqueamiento: “Con su objeto /
falta el nifio los linderos de su dominio”. oo
Lacan subvierte la interpretacion de Freud segiin la cual el {nV
carretel representa ala madre. Destaca que la atencién del nifio * |
no se dirige hacia la puerta por la que su madre se fue, sino al
punto desde donde lo ha abandonado, en el punto, junto a él
wie la madre ha dejado”."” La ausencia de la madre produce una
hiancia que es causa de lo que retorna sobre el sujeto. En efecto,
hay algo que se desprende, que cae, pero el carretel aqui ya no
es la madre que se separa del nifio. “Es como un trocito del su-
jeto que se desprende pero sin dejar de ser bien suyo, pues sigue
reteniéndolo”.'* La separacién ocurre desde entonces entre el
nifio y algo que se desprende de él. Debera recordarse esto cada
vez que se sostiene el diagndstico de angustia de separacién y bus-
car con él el objeto, que es suyo, que sufre la separacién, y que en
esa ocasién la madre lleva con ella: su mirada sobre él, la voz, el
objeto oral adherido a ella... En efecto, lo que cuenta no es tanto
Ia ausencia de la madre como lo que esta revela, es decir, la propia
falta del sujeto. El nifio opera con eso, con ese trocito que se des-
prende de él, que el carretel representa. Allf donde la madre parte,
el sujeto se divide. La repeticién del juego no simboliza tanto la
espera del retorno de la madre como su partida, mientras que es
causa de la vacilacién, la division. Lejos de considerar que con este
juego el nifio ejerce una funcién de dominio, Lacan destaca “la
alienacién [...] en el Fort-Da”” y subraya que el sujeto no tiene
dleccién. “EI ejercicio con este objeto se refiere a una alienacién y
GB Lacan, J., El seminario, libro 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psi-
coanitlsis, ob. cit, p. 70.
19. Ibid, p. 247.
367‘Los mieoos DE Los NINOS
l podria aun,
inio, sea cual faere, que mal pc amen.
esunto domino, ea cust repeticiOn indefinida dc
iin inde rr ola vacilaci6n radical del aa
a ifiesto la vac e
ae trata pone de mente en sf misma una rencia 7 separa.
pate ae o :
q Esta alienacion te depende del Otro, oy a i poy es
ina St area eines a
jee irada, sal 5
| mee : con su >
mee volver su cevntilena”. iEl nifio del Fort-Da no carece de
“empezar su ¢
su voz, “emp*
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recursos!
20. Ibid.
168
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