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La Europa del BREEO™ Tho 1 dP 4 (1815-1914) G. Broon La Europa del siglo XIX 1815-1914 por GEOFFREY BRUUN FONDO DE CULTURA ECONOMICA séx1co INTRODUCCION El siglo xrx fue la gran era de la cxpansién europea. Durante 300 afios, a continuacién de los viajes de Co: Jon, Da Gama y Magallanes la sombra de la hegemo: europea corrié sobre los mares. Durante 10 generacio- nes, intrépidos exploradores, comerciantes y coloniza- dores izaron sus velas en los pusertos del Viejo Mundo para establecer los amplios fundamentos de los impe- tios de ultramar, Sin embargo, s6lo en el siglo x1x, cuando la cienci occidental puso “un cinturén alrededor dela tierra”, fue cuando los europeos recibieran su plena herencia imperial. Su agresiva superioridad y sus es- Pectaculares ‘conquistaseclipson todos Tos préloges istéricos, aunque puedan encontrarse precedentes li- mitados, por ejemplo, en la propagacién de la cultura he- Kenica después del siglo 1v d. c. Pero la civilizacién helénica estuvo circunscrita al Ambito del Mediterré- neo, mientras que la hegemonfa de los europeos mo- demos se extendié hasta que todos los continentes de 1a tierra les produjeron alguna especie de ventaja, Entre los afios de 1815 y de 1914, el mundo ingresé en una nueva era.de integracién global, a impulsos de la téc nica occidental, era que, sin excesiva exageracién, podrfa calificarse de era europea. Antes de que terminara el siglo xxx, la civilizacién europea dominaba 0 chocaba contra cada segmento del globo, y todos los grupos im- pottantes de Ia poblacién mundial habfan recibido Ia ella de Ja cultura occidental, o habfan experimentado su presion, Para los pueblos de Europa, el periodo transcurti- do entre 1815 y 1914 fue una era de progresos tan notables, en cada uno de los palses del continente, que casi se cegaron a la influencia constantemente crecien- te que su economfa ejercia en ultramar. Fue un perio- 9 10 INT RODUCCION do que no se vio dafiado por guerras prolongadas, 9 gtavemente debilitadoras; fue un siglo durante al. cual hs energias acumulativas de Europa pudieron dirigirse a empresas constructivas y el capital y la poblacién ex- cedentes encontraron inversiones lucrativas en otros continentes, Cada generacién disfruté de un aumento de tiqueza y de comodidad, de una ampliacién de las, ‘oportunidades econémicas y de un mejoramiento en. los niveles de alimentacién, salud y saneamiento. Con cada década, nuevos avances técnicos acclera- ron la mecanizacién de la industria, nuevas ciudades dibujaron contra el cielo sus andrquicas siluetas y nuevos niveles de produccién se alcanzaron en las fabricas y talleres. Pero los indices més significativos del progré- 50 no fueron ni politicos, ni econdmicos, sino demo- stificos, A lo largo del siglo xrx, Ia poblacién de Eu- Topa aumenté, por términd medio, a un ritmo de tres a cuatro por ciento anual, tasa de crecimiento que nunca antes habla alcanzado una poblaciém tan vasta, durante un periodo tan prolongado. Este desarrollo fenomenal de la poblacién consti- tuy6 uno de los factores decisivos de la supremacia, europea. Céleulos generales convienen en que la po- blacién de Europa, en 1815, ascendfa a cerca de 200 009 000; en el siglo xrx, esta cifra se duplicé de so- bra, hasta alcanzar un total de 460 000 000 hacia 1914. Otros continentes registraron también un excepcional aumento numérico durante el mismo’ espacio de tiem- po, pero los europeos superaron a todos. En 1815, las personas que vivian dentro de los Ifmites geogrificos de Europa constitulan, quizd, una quinta parte de la po- blacién mundial; hacia 1914, constituian un cuarto. Para comprender la naturaleza singular de este triunfo «3 preciso sefalar que todos los demés continentes ri- vales poselan una tasa de natalidad general més alta que | Europa del siglo xtx, Los europeos modificaron el INTRODUCCION n equilibrio demogrifico del globo, no clevando su tasa de natalidad, sino més bien disminuyendo su coeficien- te de mortalidad. Sin embargo, las ciftas correspondientes a Europa, por si solas, no son suficientes para indicar toda la magnitud del logro europeo en materia de crecimiento de la poblacién. Entre la cafda de Napoleén, en 1815, y €l estallido de la primera Guerra Mundial, en 1914, més de 40000000 de emigrantes abandonaron sus patrias europeas para establecerse en otros continentes, Las consecuencias de esta vasta migracién hicieron que Jos europeos se convirtieran, en gran parte, en una raza extracuropea, En 1815 habla menos de 20 000 000 de personas nacidas en Europa o de sangre predominan temente europea al otro lado de los mares. Hacia 1914, €l total se habla multiplicado diez veces, hasta sumat cerca de 200 000 000. Este incremento y dispersién de los europeos duran- te el siglo x1x fue un reflejo fiel de su espiritu impe- rial. Hacia 1914 habia tantas personas de ascendencia europea fuera de Europa, como habitantes habia teni- do este continente el siglo anterior. O, para decitlo de otra manera, alrededor de 1914, de cada tres europeos, uno vivia en ultramar. Como ya dije, los 460 000 000 de habitantes de Europa en esa fecha constituian una cuarta parte de la poblacién mundial. Sia esta cifta se suman los 200 000 000 de personas de sangre europea que vivian en el exterior, se ve claramente que, en el afio de 1914, vivian cerca de 700 000 000 de personas de ascendencia europea. La cepa racial de éste, el mis pequetio de los continentes, contando a sus hijos emi- grantes, y a los descendientes de éstos, habia Tlegado a constituir un tercio del género humano. Datos estadisticos como los que he mencionado ha- cen ver con claridad que una narracién equilibrada de Ja Europa del siglo x1x debe exceder los estrechos limi- 12 INTRODUCCION tes de la escena europea. Los actos ‘principales del dra- ria todavia se representaban ahf, pero la esfera de su accién se habla ampliado hasta comprender una magna, Bitropa, més alld de los mares. Habla pasado el ala fen que los anales coloniales podian tratarse como epl- “ logo de los acontecimientos europeos. Los lazos polf- ticos que en otro tiempo habian ligadoval Nuevo y al Viejo Mundo se cortaron o aflojaron hacia 1815. Las ciudades levantadas en los vastos y casi desiertos tert torios ocupados habfan crecido hasta aleanzar magnitu- des soberanas y convertirse en los micleos de naciones independientes, Sin‘embargo, aun las mds remotas co: munidades fronterizas fundadas por la iniciativa europea se consideraban a s{ mismas como vistagos de una cul- tura paterna viva, como atestiguan tan a menudo sus nostélgicos toponimicos. Sus tradiciones y sus técnicas reconocfan su origen en el otro lado del mar, y-podian rastrearse a lo largo de los siglos; sus rafees alcanzaban hasta los monasterios medievales, que en otro tiempo motearon el cfreulo en expansién de'la existiandad; sus defensas recordaban los campamentos romanos que marcaron Jos bordes de un imperium anterior, En el siglo x1x, las dilatadas colonias del Viejo Mundo esta- ban Iegando a su madurez y convirtiéndose en domi- nios 9 en repdbiat, pero eran todtis los custodios de una civilizacién comén y los herederos del legado eu- £0, En las paginas siguientes se seguitin paso a paso las aventuras de estos pueblos europeos de ultra, junto con las de las naciones del Viejo Mundo, La influencia de Europa en el mundo fue, desde el prin. ipio, un proceso interdependiente y reefproco. A’me- dida que fue desenvolviéndose Ia comunidad attic, 1a civilizacién europea se fue convirtiendo en algo vasto ¥_ ago, para lo que no podia encontrase un nombre Satisfactorio; pero el espfritu de esta cultura occiden- INTRODUCCION 13 tal comiin establecié 1 tipo de desarrollo en regiones todavia m4s remotas, como Surdfrica, Australia y cl Extremo Oriente. En Europa misma, la exportacién de ideas y de técnicas, de capital y de poblacién, ejer- cié una influencia continua y creciente a lo largo del siglo xix. La gran inversi6n’ del capital europeo con- tlbuyé a: expltar los recursos de stros contnentss convirtié a Europa, en un sentido, en el “banquero del mundo”, mientras que la competencia de las potencias europeas para obtener concesiones y territorios en Afri- ca yen Asia intensificé a veces lag tensiones interiores europeas. La historia de Europa del siglo xrx se con- virtié en un drama de presiones crecientes y politicas concurrentes, que alcanzaron su climax dentro del mar- co de un equilibrio precatio. Al siglo xx le tocé en suerte heredar el desenlace violento y trégico de estas, aceleradas tendencias. 1, REACCION POLITICA Y PROGRESO, ECONOMICO (1815-30) Mis que el de 1800, el afio de 1815 es el umbral l6gi- co de la Europa del siglo x1x. Los trémendos golpes de la Revolucion francesa y de las Guerras napolcéni- cas habjan agrictado las rigidas instituciones del. anti- guo régimen. Cuando se calmaron los sacudimientos y disminuyé el estruendo, los europeos se encontraron viviendo en sitios antiguos reconstruidos a medias, a medias empobrecidos, pero dentro de un marco mds amplio y con corredores més espaciosos que los de la arquitectura estrecha que en su crecimiento habfan ex- pansionado. Los estadistas de la Era de la Restaura- cién, que repararon la resentida estructura después de la caida de Napoleén, han sido acusados de planear para el pasado y no para el futuro de la sociedad eu- ropea. Es una acusacién que los historiadores libera- les, después de que ha pasado todo, se han complacido a menudo en subrayar, pero es un cargo que descono- ce casi por completo ‘el espiritu y los propésitos del acomodo que se produjo con la Restauracié fay que tener en cuenta que los estudistas reaccio- narios que acudieron a Viena’en 1814, para autentificar el testamento revolucionario, no cran ni anticuatios ni profetas; eran diplomaticos atormentados, enloquecidos por los imperiosos problemas del presente. Su objeto era restablecer la paz después de un cuarto de siglo de arbitrarios manejos politicos y de guerra casi ince- sante; y decidieron, muy humanamente, que la. segurl dad podria alcanzarse mejor invocando los prineipios contracrevolucionarios de la inmovilidad politica y la permanencia dindstica. Alli donde los viejos limites so- brevivieron y podian prestar un itil servicio, los repa- raron. Pero su propésito fundamental no fue restaurat i REACCION Y PROGRESO (1815-30) 15 las injusticias del antiguo régimen, sino sus memora- bles virtudes, sobre todo los beneficios de un gobierno estable y la seguridad de un sistema de Estados en equilibrio razonable. Juzgados conforme 2 estos sobrios propésitos, los diplomaticos que redactaron los tratados de Viena fuc- ron habiles estadistas. El arreglo general que idcaron fue subsecuentemente modificado en detalle, pero a lo largo de un centenar de aifos se modifies sin rebasar la érbita de sus {rmulas prudentes. El Congreso de 1a Paz habia sido convocado, como reconocié su secreta- rio Friedrich Gentz, para dividir entre los victoriosos los despojos del vencido, delicada operacién que se cje- cut6 prestando la debida atencién a la compensacin recfproca, y sin rencor ni espfritu de venganza innece- sarios. Después de 1815, las grandes potencias evitaron recurtir a las armas durante cerca de 40 afios; y, cuando se produjeron guerras, se libraron por objetivos limita. dos, y fueron conflictos que se pudieron aislar y a los ‘que nunca se les peritie aleanzar proporciones ruino- sas y agotadoras. A pesar de numerosos defectos, cl arreglo alcanzado en Viena puede verse, en perspecti- va, como la puerta de un siglo de poder, estabilidad y expansién. Abrié el més largo periodo exento de guerra general que Europa habia conocido desde la época de Ia paz romana, de los siglos ry 1 de la cra cristiana, La forma de la historia’ enrupea después de 1815 dependidvdiel juego rectnro~. de tres factores.principa- Tes, uno politico, otro naval.y otro-mas econdmico. El factor paleo fue el ascendiente transitorio de las cua- tro potencias victoriosas, Inglaterra, Austria, Rusia y Prusia. Eclipsada Francia, estos “Cuatro Grandes” es tuvieron en situacién de redibujar cl mapa de Europa hasta darle casi todas las formas que pudieran parecer- les mutuamente aceptables. El segundo factor, igual mente importante para dar forma a cualquier arreglo 16 REACCION Y PROGRESO (1815-30) realista, fue el de'la/Supfemacia naval de Inglaterra, En ninguna parte del globo exisHa una armada, o una alianza de fuerzas navales, que fuera lo suficientemente fuerte como para desafiar al sefiorfo inglés de los mares. E] tercer factor, menos evidente para Ja mayorla de los diplométicos europeos, pero que en potencia era el mis poderoso de todos, como drbitro de los destinos de Eu- ropa, fue la mecanizacién de Ja industria. Las “Idbre- gas fabricas de Satén” estaban 2 punto de liberar sus ritmicas coer y, la maquina de vapor esperaba para transformar Ta vida econémica europea. Estimar la influencia de estos tres factores no es nada ficil, y el método que he edoptado consiste en considerarlas individualmente, en el orden mencionado, La reconstruccién politica del continente era una preocupacién primordial para los gobiemos de Austria, Rusia y Prusia, Austria, cuatro veees derrotada por las aplastantes campafias napoleSnicas, mostté un sofpren- dente poder de recuperacién; y la eleccién de Viena para cl Congreso de Ja Paz fue el tributo que se pagé a este prestigio renacido. La eleccién fue un teibuto también al espfritu. emprendedot de Klemens vor Metternich, el Ministro de Relaciones Exteriores de Austria, que despleg6 sus talentos sociales y diplomd- ticos como cicerone de los delegados reunidos, Metter. nich se consideraba predestinado a “apuntalar una casa en ruinas". Y tema, con raz6n, que ef reino de los Habsburgos se desintegratla si lis cortientes. naciona- listas y liberales, provocadas por la Revolucién ‘fran. cesa, se desbordaban de nuevo para inundar Europa, El Tmperio del Danubio se habla convertido en un ana- cronismo histérico en la era de los estados nacionales; pues, aunque por su extensién y su poblacién Austria era una gran potencia, su sociedad seguia siendo feudal y aristocrética, y sus dispares segmentos comprendfan minorias alemanas, magyares, polacas, checas, croatas, | | | | REACGION Y PROGRESO (1815-30) 7 italianas y otras mis de menor importancia. Sin em- bargo, cl tinte de la tradicién era fuerte, el orgullo dinkstico de los Habsburgos més fuerte todavia, y el colapso del imperium francés habia hecho de Austria el campeén predestinado de las fuerzas conservadoras. Cuando Viena fue la anfitriona de Europa en 1814-15, las recepciones fueron tan brillantes, Ia misica tan se- ductora, las mujeres tan hermosas y el prestigio de la corte austriaca, aparentemente, tan inexpugnable como antes. El imperio Habsburgo ingress en su ciclo final bafiado en el dorado resplandor de un veranillo de San Martin, que parecia ser el retorno de la primavera: Externamente por lo menos, Austria no parecfa ha ber cambiado mucho bajo los Tudos golpes de la era revolucionaria. Las distantes provincias belgas (los Pai- ses Bajos austriacos) se habfan perdido para Siempre, pero en compensacién, los Habsburgos conservaban los temitorios de Ia fenecida Repiiblica de Venecia y la provincia de Lombardia, El Sacro Imperio Romano, no revivi6 (esa ficcién arcaica se habia desbaratado en 1806), pero Austria eneabezd una nueva creacién di- plomatica, la Confederacién Alemana. Era una liga, poco apretada, de 38 Estados alemanes, cuyos gobier. nos enviaron delegados a ung dieta que se reunia en Franefort del Meno. Las esperanzas de instituciones mis liberales y de una unién nacional més estrecha, jue habian enicendido muchos corazones alemanes en el fervor del Freiheitskrieg, se vieron frustradas por esta aébil convencién, Aunque la carta constitucional de Ia Confederaci6n Alemana ofrecié “una forma de gobier- no representativo” a los Estados miembros, la presién austriaca anulé en la prictica esta disposicién. Al igual que Austria, Prusia recuperé en Viena cl perdido prestigio y el regateo territorial sumé parte de Sajonia y toda 12 Pomerania sueca a las posesiones de los Hohenzollemn. Pero los esfuerzos bélicos contra 18 REACCION Y PROGRESO (1815-30) los franceses habian agotado los limitados recursos del Estado prusiano, que necesitaba una década, o mds, de convalecencia, De manera que Prusia Nevé a cabo una prudente politica de atrincheramiento y recupera- cién ‘después de 1815, en tanto que Austria dicté su voluntad a los Estados alemanes menores y fijé el tono de la politica en la Europa Central. ‘ Los intereses rusos estuvieron representados en Vie- por el zat Alejandro I en persona. La personalidad ‘ste “Hamlet coronado” “al que Napoleén lamé “bizantino mafioso”, desconcerté a sus contemporineos. Parecia incongruente que el autécrata de todas las Ru- sias abrigara sentimientos auténticamente liberales, Sin embargo, Alejandro habia discutido con Napoleén en contra de la monarquia hereditaria, y habla solicitado 2 Thomas Jefferson informes acerca de la Constitucién de los Estados Unidos, cuando la palabra republica era anatema para sus principescos colegas. in el corazén del zar, los impulsos de un humanitario luchaban con- tra los edleulos de un estadista, y hasta el afio de 1820 siguié sofiando con una constitucién liberal para Ru- sia, Pero cl arrastre de la tradicién resulté demasiado fuerte, la reaccién triunfé y después de la muerte de Alejandro, en 1825, su hermano Nicolds I le aseguré a Metternich que los fogonazos del liberalismo mistico no volverian a iluminar el horizonte oriental de Europa. La Rusia zarista, al igual que Austria y Prusia, tenfa poco que ganar y mucho que perder si se levantaba de nuevo la marejada revolucionaria, Los monarcas he- reditarios de San Petersburgo, Viena y Berlin estaban ticitamente unidos por intereses y problemas semejan- tes, puesto que todos tenfan que vigilar a minorlas des- ‘contentas, y a todos les habian tocado pedazos del desmembiado Estado polico. La “cuarta particién” de Polonia, consumada en Viena, le dio In mayor parte a Rusia, y Alejandro creé una monarauta constitucional REACCION Y PROGRESO (1815-30) WW polaca, que lo tenfa a él como rey, Puesto que habia conservado también Finlandia, de la que se habjan apoderado sus ejércitos en 1809, y Besarabia, que se les habia quitado a los turcos en 1812, Rusia salié de Tas guetras revolucionarias con conquistas més extensas que cualquier otra potencia continental ‘Mientras los representantes de los “‘cuatro grandes” se reunfan a puerta cerrada, dedicados a la tarea de repattir Europa, los delegados de los Estados secunda- ris hacfan antesala, Sabian que la suerte de las nacio- nes més pequefias dependia de dos cuestiones: del deseo de castigar a los principes que habfan permanecido lea- Jes a Napoleén durante largo tiempo, y del deseo dc “contener” a Francia en el futuro, bloqueando los pun- tos més probables de expansién francesa. De esta ma- ners, Dinamatea perdié Norueg con su millon de he bitantes, que pas6 a poder de Suecia, pues esta iiltima habfa sabido abandonar previsoramente la causa fran- cesa ya desde 1812. Sajonia, elevada a In dignidad de reino por Napoleén, cedié dos quintas partes de su te- mitorio a Prusia, Para bloquear la expansién francesa por el noreste, tres millones de belgas y més de un mi- én de holandeses se convirtieron en suibditos de Gui- Nermo I de la casa de Orange, para formar el reino de los Pafses Bajos Unidos. En €l sureste, se contrarresto un posible resurgimiento de la presién francesa garan tizando la independencia de Suiza, y fortaleciendo cl rein de Piamonte-Cerdefia, donde se restauré la casa de Saboya y al que se le entregé la difunta Repabli- ca de Génova para darle més peso. Decididamente, los hacedores de la paz de 1815 no querian saber nada con las repiblicas, Lombardia y Venecia pasaron a ser pro- vincias de los Habsburgos. En Népoles, un pretendien- te Borbén, Fernando I, fue coronado rey de las Dos Sicilias; mientras que, en la Italia Central, los Estados, apales volvieron a estar sujetos, una vex més, a la Fé.

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