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ma Jochen Kerner “Taanow, Sidney. The new rnsatonalacivion, Cambridge: Cambeidge University ination against Indigenous Populations final report submitted by she Special Rap- Df erage TRI LO GLOBAL COMO POSIBILIDAD DE LO ETNICO, ESTRATEGIAS DE COMPETENCIA JURIDICA INTERNACIONAL POR EL AGUA, LA TIERRA Y EL DERECHO EN LA COMUNIDAD TRANSNACIONAL YAQUI Aarin Grageda Bustamante/Cornelio Molina Valencia Resuen Parte dela reflesion eonegrfica de la primera mitad de la década de los noventa {irben trno alas expctatvas de los movimientaséeicos mundialesy sus rts en ‘os dmbitos nacionales (Glick Schill, eal. 1992; Calhoun 1993; Glazer 1994), Considerando experiencias concreta,secoincidié que internacionalizar la lucha ‘or los derechos electives indigenas,uniéndolos con la agenda de ls organiaaciones dt a sociedad civil mundial, eral estraegia correcta. Ello ofecla mayor éxito que {us movilizacionespoltias comvencionales en lx planos nacionales (Varese 1996; Stack 1995) Partendo del cso yaqui, se documenta a continuacin el carter manonacional desu movilzacin se describe tal esrategia coma un rasgo global signification (Bes- sever 2000). A l larg dees contribucién se mostrar cémo los vincaloslobales con instiruciones,fundacionesu organiomas insernacionalesposbilitan que problemas inices epecfcos de los yaquis, come el depojo territorial y la expotacn de recursos rraurales por no indigenas, visible en el fendmeno denominado "entomo”,puedan solucionarse més all de los planosnaconaler Sin embargo, y elle repent la tes Findamental de este capitulo, para gue la cooperacitn desea logue ase instrumen 10 de reivindicacién se requerevoler ala materaliacin de conguisasénicaron el mbit local, alo que en las reflesionesde los noventase dj de lado, InTRODUCCION En el presente capitulo, para efectos analiticos, se entiende por grupo étnico algo més que la comunidad poseedora de un capital cultural y lingiistico «specifico, sujeta a formas ancestrales e histéricas de adsctipcién. Al grupo éxnico se le concibe sobre todo “como un agregado de gente autoconsciente, unida o en relacién estrecha por experiencias compartidas, la mds importante de las cuales es la privacién”, En consecuencia, “el grupo étnico es un fend- | 226 An Gragada Bana! Conaco Matin Vlei ‘meno cultural aunque esté basado originalmente en una percepcién compar- tida de experiencias comunes de condiciones de vida desfavorables”. Se parte, del mismo modo, del convencimiento de que la globalizacién, cn cualquiera de sus acepciones, puede conecbirse hoy de una forma doble. Por un lado, se entiende como proceso de intensificacién de los intercambios materiales, simbélicos y de capital, aunque también como etapa distintiva de rclaciones entre grupos abierta por las distintas modernidades (Osborne 2010: 155). ‘Atendiendo a estos dos conceptos y siguiendo el caso yaqui en México, se pretende mostrar cémo los elementos biésicos que definen la identidad comu- nitaria indigena son defendidos activamente més allé de las fronteras naci rales, Desde esta perspectiva, se mostraré a continuacién, cémo agua, tierra y Derecho ancestral, amenazados por el fenémeno conocido como “rentismo", se resignifican en el marco de las relaciones globales contemporincas. Ello hhace que estos factores no pierdan actualidad y mantengan su centralidad en el repertorio de lucha por la sobrevivencia y la autodeterminacién, tanto en lo local como més allé de las fronteras nacionales. ‘Asentada en un terricorio ancestral reconocido oficialmente por el gobier- no de México desde mediados del siglo pasado (Cardenas 1940), el tertitorio habitado por la comunidad yaqui posee una extensidn de casi medio millén de hectéreas. Su geografia se extiende de costa a sierra alo largo de una cuen- ca principal con varias afluentes y distintos ecosistemas, propicios, entre otras actividades, para la préctica de la agricultura, la ganaderia y la pesca (West 1982: 36). En dicho territorio subsisten ocho pueblos que persisten desde la etapa precolonial, con alrededor de 30 comunidades, las cuales suman en total una poblacién de alrededor de 32.000 habitantes, poseedores dde-una de las lenguas originarias mas persistentes de dicha regién (Grageda 2010: 42) Tanto en ef mbito interno como en su trato con las autoridades naciona- les mexicanas, la comunidad o tribu yaqui (como acostumbran llamarse a sf rmismos) se rige por lees internas reconocidas por la jurisprudencia nacional ‘como consuetudinaria: las cuales son complementarias y, a veces, reconocidas ‘como abiertamente contradictorias respecto al Derecho positive mexicano. La representacién politica de la nacién yaqui se realiza a través del gobierno * Cashmore (1992: 98) en ete caso y en todos dems, mi waduceia, Lo global com posible oso 2 tradicional, el cual cuenta con ocho autoridades, las cuales corresponden cada una a un pueblo con administracién yaqui, de donde surge una comple- ja eseructura de cargos, servicios y festividades (Figueroa 1994). Los origenes de la autonomfa étnica que poseen, caso excepcional en el tertitorio mexicano, se han fundamentado histéricamente en el hecho de que fos yaquis, durante la etapa cofonial, habrian dejado de entender las jerarqui- as eclesistcay civil como mediadoras entre su pueblo y Dios. Postetiormen- te, durante casi cincuenta afios (de 1767 a 1820), atestiguatfan como comu- nidad la desintegracién de las estructuras coloniales, Desde entoneces, habrin de contemplat el crecimiento del nuevo Estado mexicano a su altededor, desde el punto de vista de un pueblo en posicién similar tespecto a otra enti- dad colonizadora, Puede decirse que concibieron ser una nacién duefia de su destino bajo el poder de Dios, la religin catdlica y la moral cristiana, toman- do distancia con los poderes politicos mayores en que se vieron inscrtos; pri- mero de la Corona espafiola y posteriormente del Estado mexicano. Durante el periodo de reformasliberales que experimenta México a partic de 1857, y como consecuencia de diversas leyes de colonizacién, ocupacién y enajenacién de rerrenos sin uso, surgen las condiciones juridicas para que des- pués, durante la presidencia de Porfirio Diaz, se perpetre por el gobierno fede- zal un embate contra distintas formas de propiedad. La indigena fue una de cllas. Se amenazé cl régimen de posesién étnico-comunal como el practicado por los yaquis, desde entonces vigente, Ha sido sefialado que, por ese entonces, Los jefesliberales, decididos a imponer al pueblo mexicano l capitalismo ‘occidental, sin hacer caso de las consecuencias dafinas de tal decisién pare millo- nes de campesinos, y creyendo que la economia rural de los indigenas de México ‘nunca podria ser integrada al modelo capitalist, se propusieron disminuir el riimero de campesinos, permitiendo la enajenacién de las tierras comunales (Powell 1974: 152) Ello significd, a finales del x1x, que se tealizara el otorgamiento de inicia- tivas y concesiones a empresas vinculadas con intereses econémicos transna- cionales, para que se encargaran de desincorporar la tierra de la comunidad (West 1993; 99). Ante la resistencia yaqui, el gobierno implementé la solu- ign final: una guerra de exterminio y deportacién (Hu DeHare 2003: 133- 1689), de la cual, la didspora yaqui hacia los Estados Unidos es una de sus miiltiples manifestaciones. 8 avin Grape BastumancelCoreio Molina Valencia 1. LA COMUNIDAD YAQUI TRANSNACIONAL Para el caso aqui descrto, se nombra por didspora “(...) an efecto de desinte- sgacién y atomizacin de la sociedad yaqui, pore desplazamiento y separacion de sus familias hacia comunidades mexicanas (..", particularmente a Yucatén } del mismo modo, “(..) una migracién forzosa hacia lugates y comunidades” ue implicaron el eruce y asentamiento al oto lado de la frontera norte (Spicer 1994: 198). Las derrotas suscitadasen esa épocs, segiin documenta, entre ottos, Spicer (2010), destruyeron temporalmente la organizacién yaqui, a excepcién de pequefias guerrillas que permanccieron en las montafis, pero ello no des- ‘truyé nunca los simbolos o la memoria de las antiguas instituciones, en térmi- nos de los cuales la culeura yaqui se habia integrado durante el siglo X0x. El arraigo de los yaquis en territorio norteamericano durante el siglo XX, la continuidad que brindaron a las tradiciones ancestrales como formas de identificacién frente a otras identidades en Arizona, asi como los retos de su condicién actual, han sido descritos en una contribucién reciente (Meeks 2007: 228-240). Se desea agregar aqui solamente, que en la percepcidn de los yaquis del rio (como se denomina comiinmente a los yoremes residentes en México), los miembros de “la tribu del Pascua Yaqui en Arizona han podido consolidar una forma de autogobernarse, utiizando la figura del concilio yaqui tradicional para representar socioculturalmente los intereses de las per- sonas miembros de sus localidades” (Entrevista 2011). Producto de lo ante- rior son los asentamientos y organizacién de Pascua, Nuevo Pascua, Guada- lupe y Buetio Libre, con un total de casi 8.000 miembros de la comunidad residentes en el condado de Pima, Arizona (United States 2006-2010). “Si en tiempos de guerra se dio un aliento de colaboracién en ambos lados de la frontera, este no ha dejado de Quis, y el lazo cultural, Familiar y de identi- dad es", en la percepcién yaqui del lado mexicano, “inobjetable en la actualidad” (Entrevista 2011). Lo que es més, en muchos sentidos, la relacién entre ambas comunidades yaquis introduce elementos de innovacién nunca antes pracica dos en la comunidad de origen. E1 nuevo gobierno tribal en Pascua Yaquis Ati- zona, provee de oportunidades a la mujen pot citar un ejemplo, de tal modo que jones de diteccién que no existen entre los yaquis del lado mexicano, lo cual puede introduc la innovacién: “Histéricamentes6lo los hombres podian servir en los cargos de gobernadores 0 miembros de los conse- jos de los pueblos. Ahora, como entre los ootham, las mujeres amplian sus Fan- cones piblicas al mundo de la politica electoral” (Meeks 2007: 239). Lo global coo pond deo nico 29 Un sentimiento de comprensién reciproca se transparenté fuertemente en ocasién del encuentro suscitado entre el gobernador del pueblo de Trim, en México, Octaviano Jécari Espinoza y Roberto Valencia, fungiendo este tlt mo como gobernador de Pascua Yaqui, en el afio 2000 en Arizona. Cada uno de ellos, en representacidn de sus respectivos pueblos, lograron formular una serie de entendimientos bisicos, dando como resultado la construccién del documento inticulado Plan Estratégico de Desarrollo de la Tribu Yaqui, en ue se propuso crear un nuievo tipo de relacién con el Estado nacional mexi- ano, y corregir los errores suscitados en la aplicacién del denominado Plan Integral de Desarrollo de la Tribu Yaqui, ensayado durante la década de los rnoventa. Lo anterior devino en el posterior Movimiento del Bahugo, propul- sor del proceso politico que vive la nacién yaqui del rio hoy en dia, en coor- dinacién con Pascua Yaqui al otro lado de la frontera. Ambos procesos sirvieron de marco para alimentat las expectativas en la comunidad yaqui en los Estados Unidos: por ejemplo, surgié como iniciaiva comiin, la idea de trabajar en un proyecto binacional mutuo para fortalecer el lazo cultural, pero también para considerar los asuntos econémices. De «esta manera, los primeros pasos se dieron en un sentido de colaboracién en lo material, con trabajos que realizé la empresa Washingeon Law Office, ligados ‘con programas del Banco Interamericano de Desarrollo (Molina 2010). En 2005, cuando la comunidad yaqui de Sonora atravesaba un rompi- miento material del didlogo con el gobierno mexicano, por motivo de reivin- dicaciones de territorio y autonomia, la relacién con Ia comunidad Pascua Yaqui se volvié globalmenteestratégica. Estos sltimos, a solicitud de la auro- ridad yaqui en México, brindaron los medios para que se asistiera ala nacién ‘yoreme en su comparecencia juridiea ante ala sede de las Naciones Unidas, a donde se tuvo que remitir para denunciar el desacato de acuerdos ya pacta- dos, problemitica por la que atravesaba la comunidad. Esta primera experiencia de colaboracién de ambas comunidades en el plano internacional tuvo efectos inmediatos. El abogado Alberto Saldamando, quien laboraba por entonces en el Consejo Internacional de Tratados Indios, con sede en San Francisco, California, integré una agenda de visitas a a tribu yaqui en Sonora, y se elabord con ello un documento intitulado “Peticién de ‘demanda” en contra del Estado mexicano, el cual se llevé posteriormente a la (Corte Interamericana de los Derechos Humanos en Washington. El documento fue recibido por dicho organismo internacional en 2006, Un aio después se le agregarfa un Suplemento a dicha peticién, buscando la Pare 230 ‘Aavin Greta Busamanel Corio Matin Valencia aplicacion de medidas cautelares a México en el territorio yaqui. La relacién entre ambos grupos se estreché todavia més en los afios posteriores, toda vez que la comunidad étnica de Arizona, a través de su Pascua Yaqui Tribal Council, instancia de representacién formal ante el gobierno estadounidense yy sus insticuciones, emitiera una posicién politica apoyando al pueblo yaqui ‘del rio en la lucha por la integridad territorial que entablaba, Con fecha de 5 de agosto de 2008, el consejo eribal de los yaquis en Ari- zona emitié un resolutivo (Pascua Yaqui Tribal Council 2009) para apoyar de manera extensa a la tribu yaqui de Sonora con asistencia legal sobre el asunto ‘conocido ya entonces como la “Pericién de demanda” ante la Organiacién de Estados Americanos (OEA 2009). En otro posicionamiento similar, se acordé otorgar un nombramiento de representante formal de la relacién de Pascua Yaqui con la Tribu Yaqui de Sonora, México, a Roberto Valencia, ‘quien tuvo a su catgo la vicegobernacidn del Concilio Pascua Yaqui. Esta siruacin permitié la puesta en marcha del “Proyecto México”, que fue més allé de lo juridico y se enfoc6 a detectar campos y posibles mecanismos de conversién de Pascua Yaqui, en un marco de observancia de las formas éeni- cas de consenso y en el Ambito territorial de la tribu yaqui en México. Esta combinacidn de intereses étnico-transnacionales hizo posible coincidir con Jos objetivos de la Christensen Fund. Il, EL “PRovECTO MEXICO" Y LA CHRISTENSEN FUND: ESTRATEGIAS GLOBALES DE LAS REIVINDICACIONES ETNICAS Cuatro afios después de recibida la “Peticign de demands? en la Corte Intera- ‘mericana, ésta recibird un refuerzo fundamental por parte de un cuerpo de juristas en Arizona, a cargo del abogado James C. Hopkins y a través del Indigenous Peoples Law and Policy Program, auspiciado por el Rogers Col- lege of Law de la Universidad de Arizona. Tal colaboracién reconcili, para fines juridicos y de desarrollo, demandas tales como dafios a la posesign terti- torial, trastornos a la salud publica y respeto al derecho al agua, que estaban siendo reclamados hasta entonces en distintos frentes Con fa relacién consolidada entre los yaquis de la comunidad de Pascua en Atizona y los del rfo en México, vinculados en el marco de los diversos procesos juridicos entablados ance instancias internacionales, una comisién de la tsibu yaqui encabezada por el funcionario Cecilio Garcfa Mutillo, de Lo global camo posi deo ico 231 Bhar (ps deamiisecin plc yagi al Gila Rr y aca ¢l Pueblo Pima con motivo de una agenda de trabajo conjunta el 18 de ago £0 de 2010, El programa que se desarrollé tavo como tema la comunided Pesca Ygu-Ssonando en ls ofinas de Centro Pesala del cl , sc expusieron por primers ocasiin, por parte de una ancrop6loga y cola bonded Uniera deAton, Buea Ke foe Y con la anuenca de las autoridades tradicionaes del ro se 7 Tene ides tradicionales del ro se denomin6 “Pro- La ineegraci6n y objetivos de este proyecto revelan la actualida inpaco ghia dc ls ests ees tennagenes Le ena del roy de Arizona através de sus autridadeseraicionales, al igual ue Christensen Fund, son las tres enidades participante del proyecto, eayos objetivos inaran: el conocimiento de la agrobiodiversidad existente en el territorio y las dindmicasétnico-culturales que permiten su gestion, Ese van ats de una yin cast omen hace cae plano de Colorado, EE UU, con el desierto de Sonora, en México, circuns cribiendo asi mas de cuarenta grupos étnicos. — Fundada en 1957 y radicada en Palo Alco, California, la Christensen Fund es wna organizacién no gubernameatal scadounidense que Financia proyectos “bioculturales’ como formas de interrelacién entre ambientes naturales y culeuras humana, Pone expocal interés en comunidades indie. nas en dreas de rica expresin histéricay cultura, ala vex que precende apo. yar programas de sustentailidad ante los desafiosclimiticos, sociales y al mentarios (Wilson 2012). Lo anterior lo realiza a través de proyectos de capacitacin que reconocen los efuerzos de las comunidades indigencs en busea de sus propiassolucionesy con iniciativas que refueran la persistencn, soberantaalimenticia y adaptacién del pueblo indigena hacia el mancjo de su propia diversidad bioldgia, agricola y culeual (Roy 2010: 4, Para logrr sus objeivs, la undacién opera por un ldo brindando ayuda a los pueblos indigenas y sus instcuciones,apoyando su representacign egal cn poses lees poe y globules Del min moto inane sini ciativas de justcia social en casos que involucren abogados, oxganizacin, res ponsabildad civil ltigio deiner piblicoy ones, eee Nromone Ja igualdad y cl empoderamiento de las comunidades en desventsja Lox pus. bls yas de ambos aos de ines vir fern secionads a pare del denominado proyecto Greater Southwest, que nici sus actividades adminisrtivas el ao 2006 (Christensen Fund 2006. 2) ‘es | | | i 232 Aan Grog Bstaante/Caraeo Molina Valencia Los antecedentes de lucha y el acercamiento entre ambas comunidades yaquis coincidié de esta manera con el objetivo central de la Christensen Fund, a saber: “trabajar directamente con las comunidades de base en regio- nes escogidas por su potencial para resistir y recuperarse de la erosign global de la diversidad?” y “respaldar esfuerzos de custodios de saberes ancestrales comunitarios localmente reconocidos” (Wilson 2012: 1). Bajo cl titulo de “Proyecto Trigo”, las comunidades yaquis establecieton en 2010 el Ambiro de sus responsabilidades para emprender con la fundacién tuna estrategia piloto en aras de combatir una serie de vicios institucionales en el financiamiento agricola. Se buscé fortalecer la identidad cultural yaqui y recuperar la sustentabilidad biol6gica del territorio y las précticas agricolas ancestral. Cabe sefialar que debido a la incursién de empresas transnacionales, en las ticrras del Valle del Yaqui se desarrolla una de las 4reas de cultivo de trigo por riego mas intensivas de México, al grado de ser considerada, a finales del siglo pasado, una referencia internacional de produccién (FAO 1997), ast como de constituirse, ante el uso de ferilizantes y agroquimicos, en un riesgo de vulnerabilidad ecolégica (Amy 2005: 214-223), En ese contexto, la tribu yaqui, por instancia del gobernador de Pétam, en mayo de 2010, admiti como enlace administrativo al Pascua Yaqui para coordinar la cooperacién con la Christensen Fund (Molina 2010). Cabe indicar aqui que tanto el “Proyecto México” como el “Proyecto “Trigo” sirvieron desde un inicio como insumos para construir la informacién nccesaria en el Animo de integrar la “Peticién de demanda” ante la Corte Inceramericana de los Derechos Humanos, El 14 de febrero de ese mismo ao, dicha instancia internacional le otorgé admisibilidad al reclamo entabla- do por juristas de Arizona que asesoraron a los yaquis contra cl Estado mexi- cano (Comisién Interamericana de los Derechos Humanos 2011). Las prin- ipalesviolaciones que se solicit reparar fueron: 1. Los daftos causados en la poblacién y el medio ambiente por el uso de pesticidas en la agricultura intensiva del lado sonorense, 2. La unilateralidad de las acciones del Estado mexicano y la expropiacién sistematica del territorio étnico y 3. El despojo ‘gradual y permanente de las aguas de la cuenca del rio yaqui. En su concepcién, el “Proyecto Trigo” pretende reorganizar las fuerzas productivas de los sectores primarios yaquis, conformados por agricultores, para buscar asf un futuro de bienestar autoconducido y sustentable. Se fomenté el cultivo de variedades regionales de granos desarrollados ancestral- Li gobal composi defo nico 233 mente por la comunidad y susceptibles de reproduccién y conservacién con tecnologia amigable. Con esto se pretende caminar hacia un tipo de desarro- lo com altos grados de cohesién e identidad culeural. Lo anterior implicarfa formas de organizacién de la produccién apegadas al orden social que regula las dindmicas de vida interna étnica, en la cual Derecho y tierra son cjes Fun- damental. Para comprender la importancia del “Proyeeto Trigo” y su lugar en la cstrategia transnacional de reivindicaciones éenicas yaquis, debe conocerse primeramente la forma en que fenémenos como ef “rentismo” atentan no sélo contra la supervivencia econdmica de la nacién yaqui en México, sino, sobre todo, contra la aticulacién de su cosmovisién y particularidad cultural TIL. EL “ReNTISMO” © DEL EMBATE A LA IDENTIDAD ETNICA Ha sido afirmado recientemente que, respecto a la forma de reconocimiento de la nacién yaqui por el Estado mexicano (decreto emitido por el presidente (Cardenas en septiembre de 1940 a favor de la tribu yaqui), a ésta, aun en nuestros dias, “se le considera como una comunidad agraria con personalidad juridica propia, no como una tribu o grupo indigena” (Silva 2010). Partien- do de esta definicién, donde el indigena es perversamente definido como campesino (despojéndolo de toda condicién y derecho étnico), se ha iguala- do la posesién del rerrirorio auronsmico con la posesién de una parcela ejidal (forma de propiedad agraria surgida como reivindicacién tras la Revolucién ‘Mexicana de 1910), Se origina con ello, como se mostrars, una serie de dis- funcionalidades entre la organizacién de la comunidad yaqui y los organis- mos de financiamiento agrario que posee el Estado mexicano. Tal aspecto se vuelve evidente en el fendmeno denominado “rentismo”. Debe afirmarse para comenzar, que tanto los programas y proyectos que surgen de las instituciones gubernamentales de subsidio en México, como tambien los financiamientos privados que otorgan las instieuciones baneaias del pals, tienen como sujetos politicos y crediticios a micleos campesinos agtarios, o bien a ciudadanos con propiedad definida. Cualquier préstamo Para proyectos productivos, en la prictica, es imposible de conseguir con el cstatuto de miembro indigena residence en el terrivorio comunal en México. Ello se debe a que grupos étnicos como el yaqui no poseen propiedades gra- vables 0 por su condicién econémica se consideran sujetos de alto riesgo para 234 Ain Grau Baca! Corneko Maina Valens la recuperacién del préstamo. Esto ha llevado a algunos especialistas a afirmar que el sistema de ejidos en México no s6lo impide asegura la tierra a los due- fios ancestrales (los grupos émnicos), sino que, segin la Constitucién de 1917, lejido permite el beneficio de terceros no-indigenas (Kreimer 2003: 3). Este fenémeno ha sido identificado y denunciado por las mismas aucori- dades eradicionales en la busqueda de financiamiento para el autodesarrollo, llevndolas a dcclarat, por ejemplo, en reunién privada con el gobernador del estado de Sonora y con el seeretario de la Reforma Agraria en 2003, que “el reclamo de justcia territorial es ante todo un movimiento cultural de sobre- vivencia como pueblo”, Afiadiendo que “(...) el reconocimiento al teritorio lo ligamos al desarrollo, porque el esquema legal agrario que se nos ha queti- do imponer niega nuestro derecho ha ser reconocido como pueblo y con derechos histéricos que derivan de esa condicién (...)” (Molina 2010 s/a). Por lo tanto, muchos de los problemas que la tribu yaqui enfrenta en la defensa de sus derechos respecto a su territorio y agua nacen de un vacfo en la legislacién mexicana que no reconoce a la comunidad como grupo éenico, lo que, entre otros efectos, provoca la consecuente falta de correlacién entre sus autoridades intemnas tradicionales y las autoridades agrarias mexicanas, Para expresarlo de manera sintética: lo relacionado con la defensa y los derechos ancestrales de territorio no tiene compatibilidad juridica, y lo que «s peor, las instituciones estatales ereadas para su apoyo carecen de un vin- culo directo con las escructuras funcionales y de organizacién al interior de Ia tribu yaqui, Dicha incompatibilidad se refleja en lo cultural, en lo religio- 0, en la familia, en la sociedad, en los modos de produccién y las formas de relacionarse del yaqui con la construccién del didlogo discursivo, el debate yeel consenso interno sobre la toma de decisibn y la definicién de las politi- eas. a seguir. En ese sentido, tampoco resulta compatible con la idiosinerasia del yaqui, que “(.) es un ethos grupal consolidado con una organizacién intra e intercomunal, basado en la afirmacién territorial, en tanto espacio histérico, cultural y medio de produccién y reproduceién étnica (...)” ¥ que “(...) tiene un cuerpo estructurado de normas sociales, politicas, mili- tares y religiosas que rigen la vida cotidiana y la autonomia comunitaria GJ" (Velasco 1992), Cuando, en 1992, el estatus constitucional del ejido como sistema de posesién territorial para la produccién agricola y ganadera fue modificado, se otorgaron derechos de posesidn a quienes antes eran miembros de dicha sociedad de produccién. Se pens6 que el trabajador de ésta quedarfa como Lo gba como poi deo nico 235 Propictario, mas, carente de los medios de produccién y sin poder ser sujeto de financiamiento, el indigenatrminé siendo un arendador de sas oes En este contexto surge el ‘rentismo”, que denota el “fenémeno socioeco. ‘némico resultante de la Reforma Constitucional al Articulo 27, que promuc- ve la sesién de los derechos de programas pitblicos ditigidos al campo”, asf como “el usuffucto de terrenos agricolas, su condicién natural y acondiciona- miento hidrdulico, de los duefios o propietarios originales de éstos a otros ue emergen en la modalidad de inversionistas del campo" (DEST 2003). Segiin datos recabados durante el afio 2000, la agricultura se constitula como la principal actividad econémica desarrollada en el tertitorio yaqui. Estudios realizados sobre la préctica agricola (DESI 2003) muestran que posefa un nivel de importancia cetcano al 60%, contra un 14% atribuido al cnsamblaje industrial, pasando sobre otras actividades consideradas més sig- nificativas respecto al sentido de pertenencia étnico como la ganade pesca, servicios y explotacién responsable del medio ambiente. El “rentismo” trae consigo una serie de situaciones que impactan de ‘manera negativa en la economfa yaqui, pero tiene, sin embargo, su lado mis nocivo en diversos campos sociales y lo politicos. Econémicamente hablan- do, toda ver. que los titulares de los terrenos antes ejidales son personas de edad avanzada, éstos, ante el bajo ingreso que otorga la renta de sus tierra, se ven obligados a trabajar sobreexplotacos en campos vecinos 0 en los suyos ropios. Por la prictica de una agricultura modetna e intensiva que realiza el empresariado agricola, sustituto del agricultor indigena, se han perjudicado Principalmente no sélo los Factores fisicoguimicos de la tierra, lo que incide en un empobrecimiento de la estructura del suelo, sino que se han contami- nado amplias extensiones, clevando los niveles téxicos en los mantos aculfe- 10s por residuos provenientes de los agroquimicos (Guillete 1998) ‘Como sifera poco, en lo social, se ha visto disminuida la forma de parti- cipacién de las personas que integran este segmento agricola o sector de la comunidad en los procesos politicos internos y externos que se viven cotidia- namente. Influye en ello el tiempo que los yaquis dedican a actividades eco- rndmicas fuera de las que ya ejercen en sus respectivos pueblos. Culearalmen- te hablando, se ha sentido también aunque atin en baja intensidad-, la influencia, vision y/o percepcién del “rentista’, tratando de subvertir la idio- sincrasia propia del yaqui, principalmente respecto a la enmienda de los dere- chos colectivos, lo que ¢s considerado por la poblacién comiin como parte fundamental de la identidad de todo miembro del grupo. 236 Asin Grads Bustamante! Cornelio Min Valens El “rentismo”, para finalizar, opera a través de la celebracién de contratos formales de arrendamiento efectuados con la participacién y anuencia del gobierno tradicional de los pueblos yaquis a solicitud del usuffuctuario del terreno, ¢ incluye también un permiso de uso del agua del rio para la siem- bra. El contrato tiene vigencia por un ciclo productivo anual, y faculta for- malmente al “inversionista del campo” para obtener formas de financiamien- to ante insticuciones como Financiera Rural y ser considerado elegible para apoyos al agricultor otorgados por el gobierno federal a través de Sagarpa en programas de apoyo como Procampo. Los inversionistas, organizados y constituidos jurfdicamente en socieda- des de produccién privada, han celebrado contratos de ciclos de cultivo a fucuro, pagando por adelantado a precio preferencial, gencrando una espiral de dependencia de la comunidad yaqui a sus modos de produccién, No con- formes con lo anterior, los empresarios del agro han despojado a los yaquis de ‘otros ingresos necesarios para la comunidad. El pago del 2% sobre la produc- tividad agricola habla sido un recurso acumulative como producto de un ciclo de cultivo (cobrado una vez al aio), cobrado a las tierras existentes en las éreas de riego por gravedad y por bombeo que se operaban en el tertitorio yaqui. Lo recaudado se entregaba hasta hace poco a la autoridad tradicional de los pueblos, sin embargo, los rentistas han interpuesto, y conseguido, amparos pata eximirse del pago de dicha contribucién, necesaria entre otras cosas para la celebracién de las fiestas y el funcionamiento de la justcia y la administracién de los pueblos (Molina 2010). El “rentismo”, al disputar a través de la jurispradencia mexicana de tipos de recursos étnicamente significativos, evidencia el cada ver mas endeble mecanismo con el que opera cl Derecho consuetudinario indige- za, exponiendo el grado cada vez mayor de indefensién juridica del pue- blo yaqui. Como problema multifactorial, el “rentismo” se ha constituido dentro de la tribu yaqui como una de las barreras més dificiles de fran- ‘quear por el sistema de gobierno érnico, dificultando el impulso de sus propios productores en esquemas més sustentables y culturalmente mas afines. ‘Como fendmeno, el “rentismo” evidencia no sélo una forma de integra- cién econémica en desventaja para buena parte de la sociedad yaqui (aquella que anteriormente se dedicé a la préctica agricola). Es también el resultado de las formas de financiamiento experimentadas por Ia banca rural mexicana, que improvisé formas crediticias no aptas ante sujetos con una condicién Lo gdobal com pola de nin 27 distinta a la del ejidatario y/o pequeiio propietario. Con el “rentisio” que- dan entonces vinculados fenémenos como desinterés en la atencién de los cargos tradicionales, contaminacién del medio ambiente en el tertitotio, des pojo del agua, trastornos ala salud piiblica y, finalmente, la pérdida de sign ficados énicos relevantes a la idiosincrasia del yaqui IV. LA DIMENSION GLOBAL COMO POTENCIADORA DE LO ETNICO Las estrategias de trabajo conjunto y financiamiento que se han establecido tanto con Pascua Yaqui como con la Christensen Fund han permitid hacer frente al zentismo y significan por ello un logro pata la comunidad yaqui del rio, algo que no hubiera sido posible lograr operando sélo al interior del Estado mexicano, Prueba de lo anterior es la informacién incluida en las anotaciones recibidas por el Comité para la Eliminacién de la Discrimi- nacién Racial (CERD) de las Naciones Unidas, el 31 de enero de 2012 (Hopkins 2012). En este documento, que se realizé con ayuda de los aseso- res internacionales en Arizona, se integré una impugnacidn de lo informa- do por México como logros en los reportes anuales mimero 16 y 17 (CERD 2010), asf como pudo documentarse la denuncia de incumpli- miento a los acuerdos internacionales firmados por el Estado mexicano, selativos al reconocimiento y respeto de los derechos de los pueblos origi- En el ugar central del documento es visible la incorporacién de las reivin- dicaciones exigidas por los yaquis al Estado mexicano como consecuencias del “rentismo”; entre éstas destacan los seis puntos siguientes. Primeramente, que el Estado demarque las tictras y derechos del yaqui al agua y establezca leyes pata reconocer la personalidad legal del gobierno yaquis asf como poner fin a todos los proyectos de desarrollo hasta que el consentimiento previo, informado y libre de la comunidad, sea obtenido. Seguidamente, que se emprenda de inmediato la construccién de un embalse cen el fo Yaqui para preservar agua a las generaciones futuras, ante el escena- rio de miseria y poca expectativa de vida resultante de la toxicidad generada en el valle del Rio Yaqui. Como tercer aspecto, que se proporcionen los recur- sos necesarios para trasladar varias vecindades a otzos pucblos yaquisy se dis- pponga lo necesario para el acceso al agua potable en uso cultural y espiitual. ‘Un cuarto punto exige que se decreten leyesfederales que reconozcan la auto- | 238 ara Gragea BustanantlCovneo MelaaVaenia ridad inherente de los pueblos del rio Yaqui para autogobernarse como una persona juridica distinta y con el objeto de obtener una cuenta bancaria y una linea de crédito. En quinto lugar, que el Estado respalde y apoye al gobierno reconocido de los pueblos del rfo Yaqui ante bancos multilaterales de desarrollo y organizaciones no gubernamentales como parte de un esfer- 10 paca reconstruir el sistema de agua publico devastado en el margen del rio; y finalmente, que México actde en todo momento de buena fe y que antes de ‘emprender acciones en ¢l territorio consulte a la comunidad, con el fin de “obtener consentimiento previo, libre ¢ informado en todo el espacio tradicio- nal (Hopkings 2012: 13). ‘Aunque los aspectos antes descritos han sido parcialmente ganados en tri bbunales internacionales y poseen para México un carécter obligatorio, su ins- trumentacién no se sucederd si no existen formas para exigir su cumplimicn- to en el nivel local (Hopkins 2011). Lo transnacional ha ayudado significativamente, pero ha demostrado que, sin estrategias de operacién en lo local, fenémenos estructurales como el “rentismo” no podrin ser erradica- dos. Si bien el “rentismo” surgié en un contexto liberal llegado después de rnumerosas décadas de politicas de asimilacién, su resultado material implica “generar al interior de las entidades colectivas indias condiciones de aliena- cidn politica frente a la nacién y el estado, asi como modalidades de repro- duccién cultural fundadas sobre el distanciamiento” (Varese 1996: 25) Intentando contrartestar lo anterior, la comunidad yaqui ha propugnado, en los itimos tiempos, tener vor respecto a quiénes de sus miembros debert an ser los beneficiarios de programas institucionales del gobierno mexicano. Se pretende con ello controlar la introduccién de granos paraelcultive gené- ticamente manipulados y limitar los intereses que han traido consigo consul- tores y proyectistasarribados con las instituciones de apoyo al campo, aspec- to que estd en plena disfuncionalidad respecto a la organizacién étnica de produccién y es un medio para dispendiar recursos piblicos en incermedia- cién y clientelismo (Molina 2010). La estrategia de unificacién de ambas agendas yaquis ha encontrado un terreno fértil, toda vez que, como ha sido propuesto recientemente en la composicién de la migracién mexicana hacia el norte, “el creciente empode- ramiento de la etnicidad en los Estados Unidos y el mejoramiento de la cone- xién de los grupos indigenas con sus territorios ancestrales a través de medios modetnos de comunicacién, han vuelto la didspora verdaderamente transna- cional” (Shain 1999-2000: 689). ‘Lo Boba como posilida eo nico 239 Ambas comunidades yoremes, no sin riesgo, han hecho ya de lo transna- cional un instrumento politico para adquirir visibilidad, resistr la rediseibu-

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