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eT, HISTORIA, ;PARA QUE? por CARLOS PEREYRA * LUIS VILLORO LUIS GONZALEZ * José JoaQuiN BLANCO ENRIQUE FLORESCANO * ARNALDO CORDOVA HECTOR AGUILAR CAMIN * CARLOS MONSIVAIS LUIS VILLORO ~ EL SENTIDO DE LA HISTORIA Historia, gpara qué? La primera respuesta en acudir'a la mente seria: la historia obe- dece a un interés general en el conocimiento. Al historiador le interesa, como a cualquier cientifico, conocer un sector de la realidad; Ja historia tendria como objetivo el esclare cimiento racional de ese sector. En este sen: tido el interés del historiador no diferiria del ‘que pudiera tener un entomélogo al estudiar una poblacién de insectos 0 un boténico al clasificar las diferentes especies de plantas que crecen en una regién. Igual que al ento- mélogo 0 al botanico, al historiador le basta esa aficién por el condcimiento para justificar su empefio. Sin duda asi sucede con cual- quier ciencia: se justifica en el interés general por conocer, el cual cumple una necesidad de la especie. Porque la especie humana re- quiere del conocimiento para lograr aquello que en otras obtiene el instinto: una orienta- clén permanente y segura de sus acciones en el mundo. Con todo, quien diera esta respuesta co- rreria el riesgo de disgustar a més de un his toriador. Cualquier historiador pensaria que, después de todo, su disciplina tiene una rele- vancia para los hombres mayor que la de un entomélogo, y que sus investigaciones, aunque presididas por un interés en conocer, estén motivadas también por otros afanes mi vitales, ligados a su objeto. Una colonia de as) 36 ors vtteR® abejas no puede despertar en nosotros, dicta, 1 mismo po de interés que una colectvidad fhumana, Stlogramos determinar el objeto al aque se dirige la atenciSn del historiador, fren te al que retiene la de otros clentificos, da ramos quiz con una diferencia especifica del conoeimlento histérico. ‘Un scercamiento podria ser: la. historia Gién presente. Porque, aungue no se lo pro ponga, la historia cumple una funcion: la de Eomprender el presente. Desde las epocas en que el hombre empezd. a vivir en comunidad Ya utilizar un Tenguaje, tuvo que crear In pliarle su sitvacion en el mundo en un mo mento. dado, Enos pueblos. primitivos el {ido genético. Muchos mitos son etioldzicos Intentan trazar el origen de una comunidad, con el objeto de explicar por qué se encuentra cunstancias, Algunos pueblos invocan leyen Gas para dar azn de Ja presencia dela bu en un paraje y de su veneracién por atin lugar sagrado, por ejemplo: los prime por una cueva situada en cl centro del terri torio de la tribu. Otros pueblos atstbuyen st semejante al hombre, cuyas actividades, fur los mitos. El totemismo tiene, entre otros ectividad bs mana: hay clanes que nacieron cterminado animal, de otro; o expliea la peculiaridad d eres is, El origen de dif fe SeNTIBO DE TA IISTORIA y nes, regulaciones y creencias suele también Scflalarse en acontecimientos que sucedieron én un tiempo remoto, Asi, hay mites para explicar las relaciones de parentesco, que las reficren a un momento en que se establecie- ron, leyendas que justifican el poder de ciertas personas por alguna hazafia de sus anteceso res semihumanos, mitos que dan razén, por sucesos del pasado remoto, de una emigra. cién, de la ereceién de un poblado, de la pre ferencia por una especie de caza, de un habito alimenticio, Pareceria que, de no remitirnos ‘a un pasado con el cual conectar, nuestro presente, éste resultara incomprensible, gra- tuito, sin sentido, Remitirnos a un_ pasado dota al presente de una razén de existir, ex plica el presente Esta funcién le cumplia el mito en las sociedades primitivas la cumple la historia en las sociedades desarrolladas. Un hecho deja de ser gratuito al conectarse con sus antecedentes. A menudo la conexidn es inter pretada como una explicacién y el antece dente en el tiempo, como causa. En historia se suelen confundir las dos acepciones de la palabra “principio”. “Principio” quiere decir "primer antecedente temporal de una secuen: cia”, “inicio”, pero también tiene el sentido de “fundamento”, de base en que descansa la validez 0 la existencia de algo, como cuando hablamos de “los principios del derecho”, o “Gel Estado". La historia quiz nazca, como hizo notar Marc Bloch, de lo que él Mai jalo de los origenes” 0 “idolo de los prin: cipios”, es decir, de la tendencia a pensar que al hallar los’ antecedentes temporales de ‘oceso, descubrimos también los funda- qué lo explic 38 us v.00 La historia naceria, pues, de un intento por comprender y explicar el presente acudiendo a los antecedentes que se presentan como sus condiciones necesarias. En este sentido, la historia admite que el pasado da razdn’del presente; pero, & la vez, supone que el pasado solo se descubre a partir de aquello que ex- plica: el presente. Cualquier explicacién empt Tica debe partir de un conjunto de hechos dados, para inferir de ellos otros hechos que no estan presentes, pero que debemos supo- ner para dar razén de los primeros. Asi tam: bién en la historia, El historiador pensar4, por ejemplo, que el Estado actual puede expli= arse por sus origenes, pero si se propone esa tarea es justamente porque ese Estado existe, en el presente, con ciertas caracteristicas que plantean preguntas;.y son esas preguntas las que incitan a buscar sus antecedentes. El Ristoriador tiene que partir de una realidad actual, nunca de una situacién imaginaria; esto es lo que separa su indagacién de Ia del novelista, quien también, a menudo, escu- drifia en’ el pasado. Quiere esto decir que, a la vez que el pasado permite comprender el presente, el presente plantea los interrogantes que incitan a buscar el pasado. De alli que Ja historia pueda verse en dos formas: como un intento de explicar el presente a partir de sus antecedentes pasados, 0 como una em. presa de comprender el pasado desde el pre- sente, Puede verse como “retrodiccién", es decir, como un lenguaje que infiere lo que pasé’a partir de lo que actualmente sucede, Esta observacién podria ponernos en la pista de una motivacién importante de la historia, El historiador suele plant muntas_concretas. su_ presente, Trata EL SENTIOO DE LA HISTORIA » de explicar tal o cual caracteristica de su si: tuacién que le importa especialmente, porque su compreasién permitiré orientar ‘Ia vida en la realizacién de un propdsito concreto, Entonces, al interés general por conocer se afade un interés particular que depende de ia situacion conereta del historiador. Es cir to que ese interés particular puede quedar inexpresado, oculto ‘detrds de Ta obra: es cierto también que a menudo puede perma necer inconsciente para el historiador, asun- to de psicologia, al margen de los métodos histéricos empleados; pero aunque no esté dicho, se muestra en las preguntas —expli citas 0 técitas— que presiden la obra histé rica. Asi, el intento por explicar nuestro pre sente no puede menos de estar motivado por tn querer relacionado con ese presente. Benedetto Croce describia asi la historia: “el acto de comprender y entender inducida por os requerimientos de la vida practica”. En efecto, la historia nace de necesidades de le Situacién actual, que incitan a comprender el pasado por motivos pricticos. Si nos fijamos en esta relacién presente: pasado veremos cémo son intereses particu Jares del historiador, que se originan en su coyuntura histériea Concreta, los que suelen moverlo a buscar ciertos antecedentes, de preferencia a otros. A modo de ejemplos po driamos recordar algunos momentos de Is historiografia. La historia politica con base documental tiene sus inicios en historiadores renacentistas italianos: ellos necesitaban ir dagar los antecedentes en que se basaban los pequefios estados de la peninsula, con el ob jeto de recomendar a los principes las medi. das eficaces para consolidarse. El comienz 0 urs viL10%0 de una metodologia critica se encuentra en historiadores y tedlogos de la Reforma pro- testante, ¢Por qué en ellos? Porque querian hacer de lado lo que consideraban aberracio- nes del catolicismo; habia que explicar por qué la Iglesia se habia corrompido y redescubrir el mensaje auténtico del Evangelio, para nor- mar sobre él sus vidas, Para ello tuvieron que establecer métodos més confiables, que per mitieran discriminar entre los documentos verdaderos y los falsos, someter a critica veracidad de los testigos, antiguos padres, legisladores e historiadores de la Iglesia, de- terminar los autores y las fechas de elabo- racién de los textos. Para poder demostrar a justeza de sus pretensiones tuvieron que intentar un nuevo tipo de historia. Por mas tiles que hayan sido al interés general de la ciencia, los inicios de la critica documen- tal estuvieron motivados por un interés pa ticular de la vida presente Pensemos en ejemplos mis cercanos a no- sotros. La historia de México nace a partir de la conquista. Los primeros escritos res ponden a un hecho contemporaneo: el e1 cuentro de dos civilizaciones; intentan mane jarlo racionalmente para poder orientar la vida ante una situacion tan desusada. De alli los diferentes tipos de historia con que nos encontramos. Los cronistas eseriben con cier- tos objetivos precisos: justificar la conquista ‘© a determinados hombres de esa empresa, fundar las pretensiones de dominio de la cristiandad 0 de la Corona, dar fuerza a las peticiones de mercedes de los conquistadores © aun de nobles indigenas. Otras obras tienen fines distintos: Jas historias de los m ros estin dirigidas prineipalmente a explicar FL SENTIOO BE LA F1ISTOREA a y legitimar la evangelizacién, esto es, la co- lonizacién cultural. Un examen superficial de las historias escritas por misioneros basta para percatarnos de que responden a una pregunta planteada por el presente: gcomo es posible “salvat” a ese nuevo pueblo, es decir, asimilarlo a los valores espirituales de la cris: tiandad? En el siglo x1x el condicionamiento de la historia por los requerimientos presen: tes es atin més claro. Las historias que es criben Bustamante, Zavala, Alaman estn re gidas por la misma idea: urge rastrear en el pasado inmediato las condiciones que expli quen por qué Ia nacién ha legado a a situa- cin postrada en que se encuentra; al mismo tiempo que contestan preguntas planteadas por su situacién, justifican programas que orientan la accién Futura. La historia intenta dar razon de nuestro presente concreto; ante ¢l no podemos menos que tener ciertas actitudes y albergar cier tos propésitos; por ello la historia responde a requerimientos de la vida presente. Deba jo de ella se muestra un doble interés: inte rés en la realidad, para adecuar a ella nues. twa accidn, interés en justificar nuestra si tuacién y nuestros proyectos; el primero es tun interés general, propio de la especie, el segundo es particular a nuestro grupo, nues tra clase, nuestra comunidad. Por ello es t dificil separar en la historia lo que tiene ciencia de lo que tiene de ideologia. Sin duda, ambos intereses pueden coexistir sin distor sionar el razonamiento; pero es frecuente que los intereses particulares del historiador, ligados a su situacién, dirijan intencionads: mente la seleccién de los datos, la argume: tacién y la interpretacién, a modo de demo: a LIS vittono trar Ia existencia de una situacién pasada que satisfaga esos intereses. Esta observacion nos conduce a una segunda respuesta, Los requerimientos de la vida presente que nos Hlevan a investigar los antecedentes hs tericos "no Som indvduaes. Silo que tata Sonal ello me Hevaraé ‘a indagar en mi biosrs fiar podra ser un estimalo para hurgar ental pasedo, Ese estimulo estarin en la bese de um Endliss psicolégieo, pero nome eonducitia a'la historia. Las situaciones que nos levan a hacer historia rebasan al individuo, plantean necesidades sociales, colectivas, ea que Colectividad cualquiera, Las’ situaciones’ pre Sentes que tratamos de explcar com la his paginas tengo en mente ® las personas que Podrlan leelas; detras de ellos estan las Ideas de otros muchos hombres; al publicarse,extas Tineas formar parte de’un complejo cole tivo. de relaciones econdmicas, socales, el turates, Lo' que escribo puede ser objeio de historia en Ta medida en que’ se pone en relacién con esos contextos sociales que To abarean "le prestan sentido. En cualquier Situacién’concteta. podemos ‘descubrit cone: eterminados por correlaciones que rebasan nuestra indiidualidad y que. nes coneetan Con grupos ¢ instituciones sociales. Desde el | | | FL SENTIDO bE LA HISTORIA 8 casa, estamos ya inmersos en una institucién, ia familia, la que a su vez no puede explicarse mas que en el seno de otras instituciones; nos refiere, por ejemplo, a regulaciones ju Tidicas y con ellas a un Estado. No hay accion humana que no esté concctada con un todo, Pues bien, los requerimientos de que, segtin decfamos, partia el historiadar, suponen esos lazos comunitarios. Sélo se hacen presentes en la medida en que tenemos cierta concien Cla de estar reallzando propésltos en comin ¥ de estar sujetos a reglas que. nos. ligan. Propésitos y reglas. No podria estar realizan do ahora este acto de escribir si no aceptara implicitamente ciertas reglas de relacion. Pue den no ser normas escritas, como las reglas mas clementales de comunicacién entre los hombres, el respeto a las ideas ajenas, la ne cesidad de claridad, la ‘consideracion del lec tor posible, ete; pueden ser més explicitas, como las que regularén todo el proceso de discusién, impresién y distribucidn de estas paginas. Esas reglas responden a propésitos compartides, en este caso los del desarrollo yerttica de una disciplina cientifica. Reglas ¥ ropésites, al ligar a los miembros de una Comunidad, permiten su convivencia, No ha bria ningan comportamiento social si no se diera esa especie de lazo entre los individuos. Una colectividad, un grupo, una nacién, man tienen su cohesion mediante las re partidas y los propésitos comunes que ligan Entre sf @ todos sus miembros. La historia, al explicar su origen, permite al individuo com prender los lazos que lo unen a su comunidad Esta comprension puede dar lugar a actitudes diferentes. Por una parte, al comprend. “ sus vittoro y propésitos comunitarios dejan de ser gra twitos; en la medida en que los insertamos en lun proceso colectivo que rebasa a los indi viduos, cobran significado. Por eso, dar ra: z6n de ellos los afianza y justifica ante los individuos. Al hacer comprensibles los lazos que unen a una colectividad, la historia pro mueve actitudes positivas hacia ella y ayuda a consolidarlas. La historia ha sido, de hecho, después del mito, una de las formas cultura- les que mas se han utilizado para justificar instituciones, creencias y propésitos comni tarios que prestan cohesién a grupos, clases, nacionalidades, imperios. En Israel primero, en Grecia y Roma después, la historia actus como factor cultural de unidad de un pueblo € instrumento de justificacién de sus proyec- tos frente a otros. Desde entonces, la historia ha sido un elemento indispensable en la con solidacién de las nacionalidades; ha estado presente tanto en la formacién de los estados nacionales como en la lucha por la. sobrevi- vencia de las nacionalidades oprimidas. En otros casos, la historia que trata de regiones, 105 0 instituciones, ha servido para cobrar rncia de la pertenencia de los individuos a una etnia, a una comunidad cultural, a una comarca; al hacerlo, ha propiciado Ia inte gracion y perduracién del grupo como colec tividad. Ninguna actividad intelectual ha lo grado mejor que Ia historia dar conciencia de la propia identidad a una comunidad. La historia nacional, regional o de grupos cum: ple, aun sin proponérselo, con una doble fun- cin social: por un lado favorece Ia cohes en el interior del grupo, por el otro, refuerza actitudes de defensa y de lucha frente a los grupos externos. En el primer sentido pu EL SENTIDO DE LA HSTOREA 6 ser producto de un pensamiento que propi cia el dominio de los poderes del grupo sobre los individuos; en el segundo, puede expresar un pensamiento de liberacién colectiva fren- te a otros poderes externos. Las historias nacionales “oficiales” suelen colaborar a man- tener el sistema de poder establecido y mane- jarse como instrumentos ideolégicos que jus tifican la estructura de dominacién imperan- te. Con todo, muchas historias de minorias oprimidas han servido también para alentar su conciencia de identidad frente a los otros y mantener vivos sus ankelos libertarios, Pero el acto de comprender los origenes de los vineulos que prestan cohesién a una co munidad puede conducir a un resultado dife rente al anterior: en lugar de justificarlos, ponerlos en cuestién. Revelar el origen “hu mano, demasiado humano” de creencias instituciones puede ser el primer paso para dejar de acatarlas. Al mostrar que, en tiltime término, todas nuestras reglas de convivencia se basan en la voluntad de hombres concre: tos, Ta historia vuelve consciente la. posibili- dad de que otras voluntades les nieguen obe diencia. Las historias de la Inlesia, desde la Reforma hasta el modero liberalismo, eon tribuyeron tanto como la critica filosdtica Ja desacralizacién del catolicismo. La "histo. re des moeurs” del siglo xvini fue un factor importante en Ia desmistificacién del abso Jutismo, Desde Herodoto, la historia, al mos- trar la telatividad de las costumbres y ereen cias de los distintos pueblos, ha. sido un estimulo constante de eritica a ia inmovilidad de las convenciones imperantes. En otros casos, los estudios “antioficiales’” al poner en cuestion las versiones historicas 46 urs viLiono en uso y develar los hechos e intereses reales que dicron origen a las ideologias vigentes, han servido también para desacreditarlas. Comprender que las reglas y propésitos que cl Estado nos inculca fueron producto de in- tereses particulares puede atrojar sobre ellos el descrédito. La historia obtiene también este segundo resultado cuando se propone mos- trar los procesos de cambio de instituciones y normas de convivencia, Entonces revela como, detrés de estructuras que se pretenden inmutables, esta la voluntad de hombres con: cretos y cémo otras voluntades pueden cam biarlas. Tal sucede en la historia de los pro: cesos revolucionarios 0 liberadores. Desde Michelet hasta Trotski, la historia de las re voluciones ha servido ‘de inspiracién a mu: chos movimientos libertarios. Para qué la historia? Intentemos una se- gunda respuesta: para comprender, por sus origenes, los vinculos que prestan cohesién a una comunidad humana y permitirle al indi- viduo asumir una actitud consciente ante ellos, Esa actitud puede ser positiva: la his- toria sirve, entonces, a la cohesién de la comunidad; es un pensamiento integrador: pero puede también ser critica: la historia se converte en pensamiento disruptive. Por que, al igual que Ia filosofia, la historia puede expresar un pensamiento de reiteracién ¥ con- solidacién de los lazos sociales o, a la inversa, un pensamiento de ruptura y de cambio, m ¢Se agotarian aqui nuestras respuestas? Oui 24 no. Tenemos la sensacién de que, en las | EL SENTIBO De LA HISTORIA a dos respuestas anteriores, algo hemos dejado de lado. No siempre expresa la historia un interés conereto en nuestro presente y en la comunidad a que pertenecemos. zAcaso no nos interesa, apasionadamente a veces, cono cer la vida ‘de: pueblos desaparccidos, aleja dos para siempre de nosotros, remotos en el tiempo y en el espacio? ¢No tendriamos un interés especial, incluso, en la historia de los seres racionales més distintos a nosotros, los que pertenccieran a una civlizacién extraia © incluso a un planeta lejano? Estas pregun- tas podrfan abrirnos a un interés més pro fund que los anteriores, quizds el mas entrafiable de los que mueven a hacer his. toria, Seria el interés por la condicion y el destino de la especie humana, en el pedazo del cosmos que le ha tocado vivir. Este in- terés se manifesta en dos preguntas, nunca expresadas, presupuestas siempre en cual guier historia: Ia. pregunta por la condicion humana, la pregunta. por el sentido, Ta historia examina, con curiosidad, como se han realizado las distintas sociedades, en Jas formas mas disimbolas; la multiplicidad de las culturas, de los quehaceres del hom) de sus actitudes y_pasiones, el abanico er tero, en suma, de las posibilidades de vida humana se despliega ante sus ojos. La succ sién de los distintos rostros del hombre es un espejo de las posibilidades de su cond cidn; al través de ellos puede escucharse lo que hay de comin, de permanente ens hombre. Historia magistra vitae: no porgu dicte_normas 0 consejos edificantes, menos gue dé recetas de comportamiente préctico, “maestra de la vide” porque ensefia “8 ts vinLoR0 al través de ejemplos concretos, lo que puede ser el hombre. Pero la historia no dice todo eso en férmu- las expresas, Su fin no es enunciar principios generales, leyes, regularidades sobre la vida humana, ni acuftar en tesis doctrinarias una “idea del hombre”. La historia muestra todo eso al tratar de revivir, en su complejidad y riqueza, pedazos de vida humana. En este procedimiento esta mas cerca de las obras literarias que de las ciencias explicativas, También la literatura intenta revelar la con. dicién humana mostrando posibilidades par- ticulares de hombres concretos. Sin duda, la literatura abre posibilidades verosimiles pero ficticias y la historia, en cambio, sélo revive situaciones reales; sin duda, la literatura se interesa, ante todo, en personajes individua. les y la’ historia, por lo contrario, centra su atencién cn amplios grupos humanos;_ sin duda, en fin, la literatura se niega a explicar Jo que describe y Ia historia no quiere sélo mostrar sino también dar razén de lo que muestra, Pero, por amplias que sean sus di- ferencias, literatura ¢ historia coinciden en un punto: ambas son intentos por compren- der la condicién del hombre, al través de sus posibilidades coneretas de vida. La pregunta por la condicién humana se enlaza con la pregunta por su sentido, Ne~ cesitamos encontrar un sentido a Ia aventura de la especie, Para responder a esa inquietud cl pensamiento humano ha intentado varias vias: la religién, la filosofia, el arte; Ia his toria es otra de ellas. La biisqueda del sen tido no da lugar a un “para qué” del que: hacer histérico diferente a los dos que expu simos antes; esti supuesta en ellos, El interés ENTIDO DE LA HISTORIA ° en explicar nuestro presente expresa justa- mente una voluntad de encontrar a la vida actual un sentido. Por otra parte, la historia nos leva a comprender, dijimos, fo que agru: pa, lo que relaciona, lo que pone en contacto entre s{ a los hombres, haciendo que tras: ciendan su aislamiento. Con ello, estaria res pondiendo a la necesidad que tenemos de prestar significado a nuestra vida personal al ponerla en relacién con la comunidad de los otros hombres. El historiador permite que cada tuno de nosotros se reconozea en una colec- tividad que lo abarca; cada quien puede tras- ender entonces su vida personal hacia la comunidad de otros hombres y, en ese tras- cender, su vida adquiere un nuevo sentido, La existencia de un objeto, de un aconte- cimiento, cobra sentido al comprenderse co- mo un elemento que desempena una function fen un todo que lo abarca. Veo una extrafia barra de hierro. 2Qué hace alli ese objeto? “TAR! es Ta palanca de una maquina”, me di al objeto he dejado de ser absurdo, La mé- quina ha dado un sentido @ la existencia de Ja palanea, el proceso de produceién a la maquina, la sociedad de mercado al proceso de produccién, y asi sucesivamente. La inte- gracién en und totalidad conjura el cardcter gratuito, en apariencia sin sentido, de la pura existencia, De parecida manera, en los actos, humanos. La carrera desbocads’ de un hom bre en Ios ilanos de Marathén cobra sem como parte de una batalla, pero seria absurda sino hubiera salvado a un pueblo, cl cual adguiere significado al revivir dos ‘milenios después en otras culturas, las cuales cobran sentido. .., hasta llegar a un término: la int. gracin én la totalidad de la especie humana sibilidad de trascender su vida personal en la vida de un grupo. Al hacerlo, le otorga un sentido y, a la ver, le ofrece una forma de perdurar en la comunidad que lo trasciends Ja historia es también una lucha contra el ol- Vido, forma extrema de la muerte. ¢Y cual - seria el grupo mas amplio, el ultimo, hacia el cual podria trascender nuestra individual dad? La respuesta ha variado. En las prime- ras civilizaciones, el mito primero, la historia después, otorgan sentido al individuo al in- tegrarlo en una tribu o en un pueblo, pero ese pueblo sélo cobra sentido ante la mirada del dios. La historia judia no rebasa, en este aspecto particular, ia perspectiva reducida de los anales egipcios 0 asirios. En Grecia el horizonte empieza a ser mas amplio: més alld de la integracién de los pueblos. helé- nicos se apunta a una colectividad en la que Jos actos tanto de los griegos como de los barbaros cobrarian sentido, Herodoto abre su historia con estas palabras: "Herodoto de Halicarnaso expone aqu{ sus investigaciones Uhistoria” en griego, puede traducirse por ‘investigacién”) para impedir que lo que han hecho los hombres se desvanezca con el tiem- poy, gue grandes y maraillosas hazais recogidas tanto por los griegos como por los barbares, dejen, de nombrarse.” Herodoto quiere impedir que un momento de vida se borre de la mente de otros hombres y, en este punto, no hace diferencia entre griegos y bar baros; lo que lo mueve es, en tltimo término, permitir que esa vida subsista en la concien- Gia general de la especie. Sin embargo, ni griegos ni romanos tuvie ron una idea clara del papel que podrian sp s710 DE LA HISTORIA st empefar sus pueblos en el seno de una deseripcad mis amplia, Esto s6lo acontece fa tora crstians, Fars lla eos Is on la Pisa una funcion en un designio pucrsal que compete a la humanidad en univeton todo, ese designio no es inmanente teas com ie umanidad sino producto de Ta a Je Pree diving, Mas tarde, a partir de, Vico, Soeyes que gobiernan a Ta historia huma na se conciben inherentes @ ésta, Los grandes ciclos de la vida de la humanidad o bien su

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