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Lay CRONICAS de C.S. LEWIS Ec PRINCIPE CASPIAN cine talladas que retrocedian casi hasta el combés? 2Y las elas de seda, y los enormes farce de popa? =Vlos banquetes en la today los misieos. 2Recuerdas evand hieimos que los misicos tocaran la flauta cenlas arias para que pareciera misiea salida del cielo? ‘Al eabo de un rato Susan se hizo eargo del remo de Edmund y {ste fie a reunirse con Lucy en la proa. Ya habian dejado atras 1a {slay se hallaban mis cerea de a costa, que estaba desietay lena de rboles. La habrian encontrado muy bonita de no haber recor dado la época en que estaba despefada y ventosayllena de alegres ‘eama-radas “Uf Es una trea agotadora —dio Peter. —aPuedo remar un rato? —pregunté Lucy. “os remos son demasiado grandes para ti —respondié Peter con sequedad, no porque estuvera enojado sino porque no le que= dlaban fuerzas para conversar. cS. Lows 75 Les CRONICAS yg C.S. LEWIS Ec PRINCIPE Caspian ‘Traduccién de Gemma Gallart Iustraciones de Pauline Baynes nia en su pals. Alli estabon; al menos se podian ver tres de las constelaciones de verano desde donde ella se encontraba: la Nave, Manilloy el Leopard, 1 querido Leopardo —murmuré paras, lena de felicidad. En lugar de adormilarse, ada ver se sentia mis despieta, con tuna curiosa clase de nebuloso insomnio nocturno. La eala resul- taba mis brillante por momentos, y comprendié que la luna se hallaba sobre ella, a pesar de que no posia verla. ¥ entonces em- pevda percibirque el bosque despertaba igual que ella, Sin apenas Saber el motivo, se levant6 ripidamente y se apart6 un poco del improvisado campamento. Bato es precioso ~se dijo. Elaire era fresco y limpio, con aromas deliciosos lotando por doquier. De algin punto eereano le lleg6 el gorjo de un ruisefior {que empezaba a cantar, Inego se detenia, luego volvia a empezar. Al frente se veia un poco mis de luz, de modo que fue hacia all y Tlegé a un lugar en el que erecian menos drboles y habla enormes zonas iuminadas por la luna, pero la luz dela Tuna y las sombras ‘eentre-merclaban de tal modo que uno no podia estar Seguro de onde estaba nada ni de qué era lo que veia. En aque instante el ruisefior, salisfecho por fin con su afinacién, rompio a canta. [as ojos de Lucy empezaron a adaptarse ala luz disponible y vio los arbolessituados mas cerea con mayor nitder. Una gran Afioranza de las tiempos en que los drboles podian hablar en Nar- nia se apoderé de ella, Sabla con exactitud cémo deberia hablar «ada uno de ellos si pudieradespertarlos,y qué clase deforma hu ‘mana adoptara. Contemplé un abodul plateado: Este poseeria una ‘vor due y luviosay tendria la apariencia de una joven delgada, con lo eabellosdesparramados sobre el rastro y gran amante de Ia danza, ‘Ming el roble:éste seria un anciano arrugado pero vigoroso, con tna barba rzada y verrugas en el rostroy las manos, y pelos creciendo en las verrugas. Clav6 la mirada en el haya bajola que se tencontraba, [Aqué seria el mejor de todos! Serfa una diosa gent, refinada y majstuosa, la dama del bosque. Arboles, drboles,irboles dijo Lucy, aunque no habia sido su intencién hablar en vor ata IDesperiad, despertad, desper- ‘ad, arboles! 2No os acorddis? éNo os acordis de mi? Driadas y yades, sali, venid a mf "A pest de que no soplaba ni una raga de alte todos se agita- ron a su alrededor y el susurro de las hojas son6 cai igual que las -H rusefior de de cantar como si quisiera escuchar, y cS. Laws ” Para Mary Clare Havard desayuno! ~Confio en que tengas azn —dijo Susan, Esto no me suena nada, Eso os lo peor de las ehieas—coment6 Edmund a Peter y al ‘enano-; amis Mlevan un mapa en laeabezs, “Eso se debe a que tenemos algo mis dentro de ella —replicé io, las cosas parecan ir bastante bien Ineuso pensa ron que habian dade con el viejo sendero, peo si conoces un poco Tos bosques, sabris que siempre se encuentran senderos imagi- narios. Desaparecan al cabo de cinco minutos y entonces parece ‘como si se encontrar otro, v uno espera que no sea otro sino una nueva parte del antiguo, y éste desaparece también, y una vez que ‘sha idoa parar bien lejos dela dreecion correcta unio comprende ‘que ninguno de ellos era un sendero de verdad. De todos modos, Tos chicos y el enano estaban acostumbrados a los bosques y no ‘se dejaron engaiiar durante mis de unos segundos. Levaban una ‘media hora de lento avance —tes de ellos estahan totalmente en- tumecidos por haber tenido que remar el dia anterior cuando “Trumpkin susurré de improvise =Deteneos. ~Todas obedevieron—. Nos sigue algo —anuncio ‘en ver baja. O mis bien nos acompafa; por alia la izquierda, Se quedaron muy quietos, eseuchando y mirando con ateneién ‘hasta que les dalieron las orejas yl ojos, “Sera mejor que ti yyo coloquemos una flecha en el arco —in- ded Susan a Trumpkin. Elenanoasintéy, en cuanto los dos arcs estuvieron prepara dos para entrar en aecién el grapo reanudé la marcha, ‘Revortieron con ojo avizor unas euantas docenas de metros por un terreno eon ftboles bastante despejado, Luego Hegaron a un 8 Lems 79 CAPITULO 1 Lassa Habia una vez cuatro nifios amados Peter, Susan, Edmund y ‘Lucy que, segin se cuenta en un iro llamado Elle6n, la brajay el armario, habian corrido na extraordinaria aventura Tras abrir Ja pierta de un armario migic, habian ido a parar a un mun- do muy distinto del nuestro, y en aquel mundo distinto se habian ‘convertido en reyes yreinas de un lugar lamado Narnia. Mientras estuvieron alle pareelé que reinaban durante aio yas; pero ‘cuando regresaron através de la puerta y volvieron a encontrarse fen st mundo, result6 que no habian estado fuera ni un minuto ‘de nuestro tiempo. En cualquier easo, nadie se dio cuenta de que hhabian estado ausentes, ellos jamais se lo contaron a nadie, aex- cxpeidn de a un adulto muy sabio. Habia transeurtido ya un aio {e todo aquello,ylos cuatro estaban en ese momento sentados en tun banco de una estacén de ferrbearil con bails y eajas de juc- 0s amontonados a su alrededor. Iban, de hecho, de rogreso a fscuela, Habian viajado juntos hasta aquelaestacda, que era un ruce de vias; yall, unos euantos minutos ms tarde, debia legar tan tren que e levaria alas nas ana escuela y, al cabo de una ‘media hora, legaria otto en el que los nis partiran en direccin ‘otra escucla. La primera parte del viaje, que ealaban juntos, Siempre les parecia una prolongacién de as vacaciones; pero aho- rue iban & decirse adie y a marcharse en direcciones opacstas tan pronto, todos sentian que las vacaciones habian fnalizado de verdad y también que regresaban las sensaciones provocadas por ‘el retomo del periodo escolar, Por exo estaban un tanto deprimi- {dos ya nadie se le oeurria nada que decir. Ley iba a ia. un inter- nado por primera veren su vida. ‘Era una estacin rural, vaciay soflolienta, y no habia nadie en clandén excepto ellos De improvise Luey prairié un grito agudo, ‘como alguien a quien ha piendo una avispa “eQhé sucede, Lu? —pregunt6 Edmund; y entonces, de repen- te, se interrumpidy emitio un raidito que soné parecido a «pul» “2Qué diablos.-? —empez® a decir Peter, y a continuacion también él cambié lo que habia estado a punto de decir, y en su Igar exclamé- iSu-san, sueta! a quién, Se parecia ala «galli- rita ciegas,sdloque todo el mundo se comportaba comoss levara puesta la venda; tampoco era muy distinto de «fio y caliente, Dero nunca apareci lo que se tenia que busear. Lo que lo compli~ Céatin més fue que el hombre montado en elasno, que era vicjoy tertiblemente gordo, empead a gitar entonces; «iRefrigerios! VES Ta hora del refrigeriol»,y se eayé del asno para ser izado de vuelta 41 por los demas, en tanto que el aso parecia tener la impresion de que todo aquello era un circo¢ intentaba alardear de su eapa- ‘dad para anda sobre los euartostraseros. Y cada vez habia mi hojas de parra por todas parts. Y pronto no eran sélo hojas sino tambign parr, que se encaramaban por doquier. Ascendian por Jas piemnas de las personas-érboles y se enroseaban asus cuelles. [Ley alzo las manos para echarse hacia aris os eabells y dese ‘bro que empufaba ramas de vid, El asno era una masa de elas; tenia la cola totalmente envuclta en ella y algo oscuro se balan~ ‘cea entre sts orejas La nia volvié a mirary vio que se trataba, Seu racimo de uvas, Después de aquelo todo fueron was: arti- ba,en el sueloy por todas partes, iRefrigerios!iRefrigerias!—rugia el anciano. ‘Todo el mundo empez6 comer, y sean como sean ls iverna~ eros de tu pas, jamas habris saboreado uvas semejantes, Uvas realmente buenas, firmes y trsas por fuera, pero que estallab fen na fresea dulzura cuando te las Nevabas ala boea, eran wna 5. tems 103 srimas;y debdo aque se sentia tan desdighado, pensé en las vie jas historias sobre Narnia mucho ms que antes. Sod con enanos ¥driadas cada noche y se esfor26 por conseguir que los perros y fatos del castillo le hablaran; pero los perros se limitaron a me~ ‘ear a cola y los gatos a ronrones ‘Caspian estaba seguro de que odiara al nuevo tutor, pero cua do ate lesb aproximadamente una semana después results ser tlase de persona que es casi imposible que a uno no le eaga bien Era el hombre mas pequefo (y también mis gordo) que Caspian habia visto en su vida. Tenia una larga barba plateada y puntia- sguda que le legaba hasta la eintura, ye rostro, que era moreno y tubierto de armigas, parela muy sabio, muy’ feo y muy bondado- 0. Su vor era solemine y ls os chispeantes, de modo que, hasta ‘que uno no legaba a conocerlo realmente bien, resultaba dificil saber cudndo bromeaba ycuinde hablaba en serio. Su nombre era ‘doctor Cornelius. De todas ss eases con el doctor Cornelis, la que gustaba mis 1 Caspian era la de Historia. Hasta aquel momento, a excepcién {eos relatos de saya, no habja sabido nada sobre la historia de Narra, y se sintié muy sorprendido cuando averigué que la fami- Tia real no era oriunda del pats. ‘Fuel antepasado de Su Altera, Caspian I —

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