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Caritas IN VERITATE (Guia DE LEGTURA) LA CUESTION SOCIAL GOMO CUESTION ANTROPOLOGIGCA José Ienacia Gatresa FACULTAD DE TeoLaGia ViToRIA‘GASTEIZ oncluye la enciclica Caritas in Veritate [11 que hoy la cuestin social se ha convertido radical- mente en una cuestin antropologica (3). Pues bien, una antropologia integral, y por ende reli- gioso-cristiana, es el quicio del desarrollo personal y social auténtico en la CIV. He aqui el motivo central de la enciclica, y el hilo conductor que sostiene todos los argumentos y respuestas. Las respuestas son sociales, morales, culturales y espirituales, pero todas ellas, 1o- das, se articulan alrededor de un concepto de persona referido a Dios. Este conocimiento de quién es el ser hhumano, en su identidad mas radical, a la luz de la ra- zony de la fe, es en CIV el unico capaz de salvarlo de un desarrollo falso y plagaclo de abusos, como indi duo y como humanidad. Sélo en referencia a su 01 gen y destino en Dios, el ser humano se descubre como hijo del don y realizado en la donacién; s6lo en Dios, la conciencia innata que nos hace reconocer la verdad del ser en cada uno, en los otros y en toda la realidad creada, adquiere raices que la nutren por siempre. Las culturas, los sistemas sociales, las leyes, las asociaciones y las familias que no atiendan a este ‘matriz moral, espiritual y religiosa de la condicién hus mana, se desvian, mas pronto que tarde, de un des- arrollo digno del ser humano. Nuestro tiempo, ede la slobalizacién desorientada y crisis general, es un ejemplo meridiano de este fracaso, Tales son las latesis de la encictica,y a partir de aqui, con esto en su seno, va desarrollandose todo el con- junto. Se podria decir, asi, que la enciclica es como un remolino que lo va absorbiendo todo en su movimien: {o, siempre en tomo al vector antropoldgico y teol6gi- co. Al calor de la Teologia de [a Trinidad, el pensamien- to “social” se concreta en una Teologia de la Caridad y al cabo, en el concepto cristiano de persona, con todas sus repercusiones éticos-sociales. Tienen razén, en este sentido, quienes acvierten del tenor profunda- mente decuctivo de la enciclica, que partiendo de los principios va recordando ciertos peligros y excesos en este 0 aquel Ambito social. Ms que analizar y discer- nir, lo que hace es motivar teologica y éticamente los grandes valores de una civilizacion verdaderamente humana y, desde ahi, iluminar sombras, peligios y equivocos. Volveremos sobre esta metodologia. Si- guiendo esa légica, a enciclica asume que cualquiera que haga un planteamiento correcto y equilibrado en- ine la fe y la razén (54 38, 68,7878), como vias de cono% miento humano, dara con una sintesis antropologica semejante a la que aqui se postula: la que reconoce la dimensién natural y sobrenatural de la historia y de la vida. Por el contrario, quien no consiga una sintesis analoga, y lo sera por silencio de la dimension sobre natural de la vida, merece respeto, por supuesto, pero no tiene ninguna oportunidad de llevar a buen puerto cl desarrollo humano, “el de la persona y el de la hu- manidad como familia comin’; fracasara en cuanto a los derechos humanos, la economia o la politica, la ‘técnica y la comunicacién, y hasta sobre el del sentido de la vida y la espiritualidad, A partir de aqui, la enciclica se adentra en la cues tion det desarrollo integral del ser humano y de los pueblos, primero en la PP de Pablo VI 10-20, y, a con- finuaci6n, en los nuevos rasgos y retos que presenta ese desarrollo, en los contextos sociales del siglo XX! (21), Se trata de la globalizacién propiamente dicha (42,57, 67 y, en ella, lo mas decisivo para la persona: el hambre (27, 3,49); las migraciones (2 el trabajo y sus condiciones (6; la empresa “social” 6-7; la AOD {ayuda oficial al desarrollo) (58 y sn; la economia fi- nanciera is; la desaz6n sicol6gica; y la busqueda es piritual que una vida plena reclama (7677. Los niicleos tematicos de la enciclica sos aspectos recién citados del desarrollo humano en la actualidad, tiempo de “la globalizacion’, estan acompafados por otros que han recibido, a mi juicio, un tratamiento mas intenso en la CIV; siempre en la misma linea, guardando la debida coherencia, pero al- canzando una presencia més viva, ahi estén con peso propio. Tales son los que ahora presento, con los ni- ‘eros concretos en que puede trabajarse su sfntess © Uno muy sustantivo es el que podemos titular como “sustitucién de la ética por la ideologia tecno- cratica”. Lo desartolla el ntimero 70, pero atraviesa todo el texto de la enciclica. En su tesis mas decisiva, se refiere a que la técnica tiene un rostro ambiguo. Cuando en ella solo vale el como, y la libertad se en- tiende bajo el principio de que “si se puede y es ati esta bien", entonces se convierte en una ideologia. Es fécil que se convierta en la ideologia més propia de la globalizacién contemporanea. Pareciendo que las ideologias “clasicas” han quedado superadas, se instaura ésta, cerrada a preguntas por el ser de las cosas y la verdad de la realidad. Cabria decirlo “ [Es el ser humano y su responsabilidad moral, estd: pidos!” Este tecnocratismo ideol6gico, decta, atravie~ sa toda la enciclica y tal puede rastrearse en los ni: meros 15, 21, 29, 30:34, 37, 40,51 y 69-77. En cada uno de ellos, con temas como la paz, el desarrollo, los medios, la biostica y las crisis sicol6gicas del sujeto actual, se esta reflexionando desde la clave del tec- nocratismo camo ideologfa amoral (e inmoral) © Otro ambito que en la enciclica adquiere palmaria importancia es el trato digno debido a fa vida huma- zna, en todos los momentos de su evolucién, como vector constituyente del desarrollo en cuanto tal. No es la primera vez, pero la ética social cristiana debe- 1 acostumbrarse a parti de esta enciclica a reconocer entre sus competencias tematicas, todo los relativo la bioética o ética de la vida (5. Es cierto que este nime- ro se refiere también a la promocién humana (‘libera- isn’, dice), como aprecio de la vida hist6rica y politica de cada ser humano, pero la CV tiene en su punto de mira, mucho més directamente, la vida en cuanto es- tructura manipulable por la biotecnologia, pues “es aqui donde el absolutismo de la técnica encuentra su ‘maxima expresién” 73); lo que unido a.“la plaga difusa, irégica, del aborio’,y la extensién de “una mens euta- nsica’, genera una cultura de indiferencia ante la de- gradacion de lo humano, ignorante de la ley natural. En el futuro, -repito- la ética social cristiana tendré que re- conocer més claramente la. pregunta por “la moraliza- Gi6n” de los contextos, ya lo hacia, y de los procesos precisos que plantea todo el variado mundo de “la ét ca de la vida 0 bioética”, Podria rastrearse esta perspec: tiva de la enciclica en los ntimeros 15-16, 44, 51 y 74-76, principalmente. Ahora si, esta cuestin de la vida tiene la cara clasica que la DSI, en cuanto ética social, reconocia inmedi tamente en ella. Yo la titularia como “ia relacién del desarrollo humano con el respeto a la persona”, co- menzando por su vida, y los demas derechos y debe- res que expresan su dignidad incondicional, Presente en toda la enciclica, me parece que es el ntimero 28 el que recoge un planteamiento que continuara en los rntimeros 43-45, 50-51, 61, 63-64 y 68. La idea central par- te del “hallazgo" de que “la acogida de la vida’, sobre todo donde se ve impedida de diversas formas, hay que entenderla como un asunto dentro “del concepto de pobreza y de subdesarrollo” 2, ampliando ast esas categorias y nuestra mente. Con esta entrada, el tema deriva hacia la problemética de los derechos humanos en todos los dmbitos de! desarrollo y para todas las personas. Pero, otra vez, el aspecto que reaparece es el referido al marco antropo- logico y ético en que se insertan, su relacién con los deberes humanos y, lo que la enciclica llama, “exacer bacidn de los derechos” 1s), hasta reivindicar "lo st perfluo... la trasgresién y el vicio’, en las sociedades ‘opulentas; una actitud, -afiade-, que ofende mis si la comparamos con las carencias basicas que padecen “clorlas regiones del mundo subdesarrollado” (sic) y la periferia de las grandes cludades. Continuamente, por Tanto, la cuestion de la vida, como realidad particular de cada sujeto, y no s6lo como estructura social justa en la que vivir, adquiere esa primacia que la tiltima DSI esta presentando como el mal por antonomasia de la cultura “rica”, 0, en muchos sentidos, verdadera “cultu- rade la muerte”. ‘¢ Esta “vida', con las insistencias dichas, se abre en la enciclica CIV, a la dimensién de la comunidad de vida de todo lo creado, segin mi lenguaje, 0, en el suyo, ef respeto de! “medio ambiente natural”, o el respeto de la naturaleza como condici6n de un des. arrollo integral. Los nimero 48-51, permiten entrever esta perspectiva de “la caridad en la verdad”. Obra de la accion creadora de Dios, también la naturaleza “es expresin de un proyecto de amor y de verdad"; tambien ella, por tanto, es “una vocacién” (is), un don con la estructura natural que su Creador ha ins- crito en ella, como “gramatica’, para un uso inte gente y coherente. ¥ entre todos los criterios, la soll daridad y la justicia de los pueblos hoy presentes en la historia, ¢ intergeneracional, porque es de justicia compartir recursos, costes y consumos, y revisar los estilos de vida (5. Lo cual se traduce en una “ecolo- {gia medioambiental” que tiene a su base esa "ecolo- gia humana” que preserva la vida en su conjunto, y de cada unos de las seres humanos, # Este planteamiento “ecolégico” de la enciclica, el que concluye con una reivindicacion de la “ecologia humana’, reclama que éste es el quicio de una “cul tura” capaz de sostener un desarrollo integral. Esta- mos en otro ambito destacado por la enciclica y que poderos llamar “desarrollo y cultura”, o “cultura hu mana y culturas”. Propongo que se extraigan conclu- siones siguiendo los mtimeros 25, 47, 51, 55 y 59.¥ otra vez él texio se pronuncia por la “naturaleza hi mana” y “la ley moral universal” (59) como el valor que salvara e! didlogo intercultural de todo relativis- mo equivoco, y a fa cultura en cuanto tal, como fa tor que modela justamente la convivencia humana 's1); y entre todas ellas, con claridad meridiana, la aportacién del cristianismo 35 59). © EI Gltimo ambito que ahora consideramos, siempre cen esta especie de guia de lectura de la CIV, es ef es trictamente econdmico. Parecerla que en una enc lica social, en plena globalizacién economicista y crisis del modelo social, la dimensién econémica ha- bria de ser casi tinica. Pero, no, como deciamos al principio, ésta es una enciclica social, cierto, pero es, ante todo, una presentacién de la *cuestién social” de la DSI como “cuestién antropoldgica y teolégica y subsiguientemente, ética y técnica” Lo cierto es que fa dimensién econémica de la realidad social de nuestros dias, afio 2009, esté muy presente. Por un lado, bajo el prisma de “la empresa’, y la proble- rmética de su responsabilidad econémica y'social al im- pulsar el desarrollo, Los niimeros 36-41 y 46, dan cuen- tade este objeto de reflexion. Siempre la empresa, jun- to al trabajo y el mercado, retuvo la atencién de la DSI. La novedad de la CIV ha de venir por su atencién a las realizaciones diversas que admite “la empresa" y por el G L. técnica tiene un rostro ambiguo. Cuando en ella sdlo vale el como, y la libertad se entiende bajo el principio de que “si se puede y es util, esta bien”, entonces se convierte en una ideologia. ‘eqilibrio entre elas que deberfa primarse en el futuro dl desarrollo humano. En conereto, la logica conmuta- tiva del mercado la Logica redistributiva de la politica pueden y deben completarse con la l6gica del don, en propuestas empresariales que “sin renunciar a produ Cir Valor econémico’, y por tanto logrando benelicios y siendo competitivas en el mercado, se guian primero por la solidaridad (37, 0 la gratuidad y fraternidad «3, sean sus fines mutualista o directamente sociales ( En ellas, ademés del binomio Estado-Mercado, se re- ‘rea la sociabilcad, el don, y a creatividad dle la socie~ dad civil, La vida de la empresa, ademas, se caracte- Fiza hoy por su horizonte social, es decir, por “la res- ponsabilidad social” que le compete wo, incluida la comunidad de referencia, frente a deslocalizaciones, inversiones especulativas y daiios a la vida comunitara. Y fa dimensién econdmica de la realidad social de nues- tos dias, en el 2009, también esta presente en la pers pectiva de la politica, el mercado y la sociedad civil, ante las nuevas circunstancias de la globalizaci6n y sus crisis, Yo recomendaria seguir esta reflexion a través de los nlimeros 24-25, 35-38, 41-42, 57 y 67. En linea con la maxima, “clemasiado grandes para lo lo- cal, y demasiado pequefios para lo global’, la enciclica se asoma al papel del Estado en los nuevos procesos sociales de la globalizacion y postula, (oh, sorpresa, la revalorizacion de sus funciones y de su poder (2, Me- jor nutridos, eso si, de la participacion democratica de la sociedad civil y del peso cualificado de las organiza- Giones sindicales (5, han de cuidar su primer objetivo ‘moral, ademas de econémico, el bien comiin 35; solo asi el mercado evitara la irresponsabilidad moral de los hombres que lo pervierten 3; ‘por es0”, -concluye.,” no se deben hacer reproches al medio o instrumento, sino al hombre, a su conciencia moral y a su responsa- bilidad personal y social” (6) [2]. Ese nuevo papel del Estado y de la sociedad civil, en una de las mayores concreciones de la enciclica, sino la que mas, debe ar- ticularse con “una autoridad politica en el smbito local, nacional o internacional, (como) uno de los cauces pri- vilegiados para poder ofientar la globalizacion econ6- mica y, también, el modo de evitar que ésta mine de hecho los fundamentos de la democracia” i). Su crite- Fio, éste, “la unidad de la familia humana’, como co- rresponde a nuestra humanidad, que es “telacional- dad, comunién y participacién” constitutivas (2), y al proyecto divino para los humanos” de “vivir como una familia” (57. Y su forma, “una autoridad... para el bien ‘comin global... organizaca de modo subsidiario y con divisi6n de poderes” isn, a partir de la ONU y del “sistema” financiero internacional; por supuesto, reformados ambos en clave de servicio al mundo como “familia de nacio- nes” solidarias y justas entre si* (7, y con la forma de “una verdadera Autoridad politica mundial... regulada por el derecho... (que) debera estar reconocida por todos, (y) gozar de poder efectivo... un grado superior de or- denamiento internacional de tipo subsidia- rio para el gobierno de la globalizacidn (en linea con lo} ya previsto en el Estatuto de las. Naciones Unidas” i. A mi juicio, estos serian los nticleos temati- cos mas destacados en la enciclica CIV, en cuanto ensefianza social para la globaliza- ién econ6mica y su crisis contemporanea. Motivos hermenéuticos que en la CIV merecen consideracion propia Pero como he repetido varias veces, sobre todo en la introduccién, el hecho de que la enciclica se plan- tee “la cuestién social como cuestién antropol6gica y teolégica’, hace que desarrolle varios motivos her- menéuticos que merecen consideracién propia. Por tales tengo varios temas que, a continuacién, pre- sento de manera elemental, En primer lugar los conceptos o categorias que sostie- nen la eneiclica desde el titulo y que, luego, la recorren en las mas diversas “denominaciones', pero invariables fen su intencién formal y hermenéutica, Tales son los conceptos caridad, verdad, libertad y desarrollo, huma- no, Pienso que siguiendo los ntimeros 1-3, 5, 910 y 77- 78, se conseguiria una buena idea de su importancia en el conjunto. La Caridad y la Verdad absolutas son la identidad de Dios 1. Todo en les relaci6n y donacién de Amor en la Verdad. Primero en Jesuctisto, después fen cada ser humano y, al cabo, en toda la Creacién, Re- alizar la Caridad en la Verdad, lo que nos constituye en Ultima instancia como personas, es el clesarrollo integral del ser humano ©, en libertad digna y responsable, ‘como individuos_(micorrelaciones) y como sociedad (politica) (>. La fidelidad a la verdad por la catidad es la Unica garantia de nuestra libertad y de un desarrollo hue ‘mano integral , un desarrollo que acoja, desde luego, nuestra apertura a la trascendencia 77 ‘En segundo lugar, junto a los conceptos fundamenta- les, la base teol0gica de! proyecto ético-social de la en- ciclica. De hecho, su primer contenido, transversal a ella, es feoldgico y antropolégico y, derivadamente, ct co. En el punto de partida, la Teologia de la Identidad de Dios como Verdad y Amor en relacién y donacién Trint- taria € Hist6rica 5 y 99. Dios es quien nos precede y cconstituye en lo que El es, el Amor y la Verdad subsis- tente. ¥ en donacion de su ser, que nos constituye, nos indica qué es el bien y cual nuestra felicidad, y cudl, por tanto, el camino del auténtico desarrollo. ‘Ala Teologia de la Identidad de Dios, le sigue la Teo- logia de la Caridad (5,9, 285, como amor recibido y ofrecida que, a imagen de Dios, es el ser humano. Todo proviene de la Caridad de Dios a) y es el amor que brota del Padre por el Hijo, en el Espiritu (5), lo que constituye la verdad mas originaria «) y nuestra vocacién. Del don venimos y al don nos entregamos. Hijos de la gratuidad y a su servicio (3), también la economia debe reilejar que es una actividad humana donde la gratuidad tiene su espacio propio (3) #¢ Y aesta Teologia de la Caridad le sigue una apues- ta por el efecto social de la verdad cristiana 1 52,75 75), ¥ una antropologica cristiana o tooldgica (1, 16-1, 28,42, 47-4 55,35, 68, 75-79 En cuanto a lo primero, la enciclica defiende con colo que la adhesién a los valores “humanos y religiosos” del cristianismo, es “un elemento indispensable para la cconstruccion de una buena sociedad y un verdadero desarrollo humano integral”, y esto, todavia ms, “en el ccontexto social y cultural actual” . La razén de fondo se repite, una y otra vez, y no es otra que Dios, “Aquel ‘que es Verdad y Amor’, a cuya imagen hemos sic cre- adds y vocacionados (3. ¥ es que “Dios revela el hom- bre al hombre” y la ley natural es su concrecion ética perenne (7 ninguna conciencia sana podré ignorarse 2 s{ misma 7 sin Dios, el hombre no sabe quién es ni adénde va, no se sabe de la familia de Dios y destinaclo a.clla.¥, por tanto, “la fuerza més poderosa al servicio del desarrollo es un humanismo cristiano” (7, 0 “la car ridad en la verdad’, frente a un humanismo inhumano ‘cual es “el humanismo que excluye a Dios” (2). Quede claro, “solamente un humanismo abierto al Absoluto rnos puede guiar en la promocién y realizacién de for- mas de vida social y civil (dignas)* En cuanto a lo segundo, la antropologia teoldgica que todo lo sustenta, hasta poder decir “la cuestion social ‘como cuestion antropologica” 75), ha de ser objeto de muchos estucios y comentarios en breve. Un recorrido. por los nimeros propuestos nos actara que esta detini- Cid se postula en continuidad con el magisterio social de Pablo VI 16. EI humanismo verdadero “se abre al Ab- soluto en el reconocimiento de una vocacién que da la idea verdadera de la vida humana” 16 (3). Es, as, la res- puesta a una yocacién que abarca tanto el plano natural como el sobrenatural (i), una vocacién de Dios Padre, {que.nos llama “a partcipar, como hijos, de su propia Vida", ahora, a ser su familia en el mundo; es Dios {quien nos hace capaces y exigidos de hermandad 1,29 y 53), quien funda la dignidad trascendente del ser huma- no 63) yavala ante el hombre su constitutiva relacionali- dad (55 El es quien ha inscrito su ley en nuestro cora- 260, laley moral natural sy quien confiere vocacion a todo lo creado 1s, es Dios quien nos revela ante nos ‘otros mismos 7, y el que permite considerar a la perso- nna en su totalidad de alma y cuerpo 75, sujeto con voce: ion de fraternidad y libertad en la verdad (775, ‘En tercer lugar, e intrinsecamente uniclo a lo ante- rior, hay un planteamiento que resuena de fondo en G L. dimension econdmica de la realidad social de nuestros dias, en el 2009, también esté presente en la perspectiva de la politica, el mercado y la sociedad civil, ante las nuevas circunstancias de la globalizacién y sus crisis. toda la enciclica. Yo lo describirfa como el dislogo entre la fe y la razén, y sus efectos en la vida publica de una sociedad a través de la moral. Una perspecti- va muy querida en el magisterio de Benedicto XVI, ‘como lo prueban sus anteriores enciclicas, Deus Ca- sitas est (2005) y Spe salvi (2007). En lo que ahora nos toca, yo propondria rastrear la cuestin a traves de los ntimeros 2-4, 11, 51, 53, 55-56, 59, 68 y 74-76, Y si iniciamos nuestra buisqueda por la relacién “fe- razén’, el ntimero 56 nos ha de dar la pauta con es- tas palabras ya “clasicas" en Benedicto XVI:*La razon necesita siempre ser purficada por la fe, y esto vale también para la raz6n politica... A su vez, la religion tiene necesidad de ser purificada por la raz6n para mostrar su auténtico rostro humano" id. Enel limite de “las cosas", se nos impone hoy elegir entre “dos tipos de raz6n, una raz6n abierta a la trascendencia, © una razén encerrada en la inmanencia’ (1); y la conclusién, ésta,’s6lo juntas (raz6n y fe) salvardn al hombre" (7), porque le muestran el bien, si lo quie- re ver 79; por separado, la raz6n se pierde, y la fe co tre el riesgo de escapar de la vida de la gente s. Pero esta relacién no seria completa sin considerar cémo afecta al pape! de la Iglesia en la vida de las personas, individual y social, y en el desarrollo polt- tico y técnico que la condicionan. En este sentido, “a caridad en la verdad’, conocida por la razén y la fe, es el principio rector de la auténtica hu- manidad y de todas sus relaciones, “también las de ca- récter politico” &; traducida a "valores", los valores del Cristianismo son indispensables para la construccién de un desarrollo humano integral «i, y hacen que la Iglesia promueva “el desarrollo integral del hombre” «an, siempre, en todo, y como parte de su mision evan- gelizadora; y que tenga “un papel publico’, no solo como labor de asistencia y educacién, sino, segiin lo dicho, en la promocién del ser humano la fraternidad universal cr, por tanto, en el respeto de su dignidad y de todos los derechos y deberes (ecologia humana) 1) que convergen en la relacionalidad constitutiva 5355) del humanum, Quien ejerce el poder polit 0 necesita contar con un discermimiento acerca de las religiones y culturas, mediante el criterio del “todo et hombre y todos los hombres’, yen esto, el cristianismo es part cularmente clarividente «s. A su vez, las religiones, lejos del funda mentalismo, necesitan verse respetadas en la esfera publica, incluso en la politica, pudiendo buscar que “las verdades de la fe inspiren también la vida piblica” 6s, y LL G Ei mercado, de facto, en su légica propia, debiera merecer una critica mucho més severa, como institucién menos aséptica de lo que la CIV supone; a mi juicio, no s6lo refleja vicios de las personas en su funcionamiento depredador, sino factores objetivos que lo distorsionan. Habria que ahondar mas en esta cuestin. encarnen fa fe cristiana, asumiendo su responsabil dad inalienable respecto al ser humano (1) y la creax cidn entera js). En él laicismo y en el fundamentalis- mo, iy mas atin en el ateismol, se pervierte la cola- boracién al verdadero desarrollo humano. © En cuarto lugar, a enciclica de Benedicto XVI es una enciclica social, que reivindica un lugar en [a tradicion ‘moral de la DSi, y que nos permite considerar este as- pecto en todo su desarrollo. Para ello podriamos aten- der a los ntimeros 2, 5-6, 10-12, 15, 31, 35-36 y 56. Después de presentar la DSI como “servicio de la cari- dad en la verdad” 9), 0 que “la caridad” (en la verdad) fs "su via maestra” «9, yel principio sobre el que gira la doettina 6, la enciclica se define sobre la identidad de la DSI en estos términos: “El punto de vista correcto es el de la Tradicion de la fe apostolica, patrimonio anti- ‘guo y nuevo... deseo recordar aquf la importancia det Coneilio Vaticano Il. para todo el Magisterio Social... No hay dos tipos de doctrina social, una preconciliar y ‘otra postconciliar, diferentes entre si, sino una Unica enserianza, coherente y al mismo tiempo siempre nue- vax. que forma parte de la tradicion siempre viva de la Iglesia’ 10-2 [51 Fsta identidad de la DSI se completa con su dimension interdisciplinar 1 [6] y sapiencial 31), faciitando asi una sintesis integral de! desarrollo. La DSI representa un concepto de “razon practica” ampli e integral. La racio- nalidad social y econémica, incluso “la institucién det mercado”, necesita la aportacién moral de otras instan~ cas, capaces de generarlas, y la Iglesia, a través de la DSI, ha hecho, y deberd seguir haciendo, una aporta- i6n sustantiva d5.27. Atal fin, el principio de “eatitas in veritate, sobre el que gira la DSI, adquiere operatividad en critetios orientadores de la accion moral como, ante todo, la justicia y el bien comin’ (6, En cuanto al prime~ ro, la justia, quien obra con caridad hacia los demas, “es ante todo justo con ellos’, porque “la justicia es la primera via de la caridad’, “su medida minima’, si bien “Ia caridad supera (a) la Justicia y la completa siguiendo fa logica de la entrega y el perdon”. En cuanto al segun- do, el bien comtin, “el bien relacionado con el vivir so- cial de las personas” (, da lugar a “la caridad politica’, tun tipo de caridad de igual rango a otras y de “valencia superior al compromiso mevainente secular y politico” (©) [7k La lucha por la justicia, la paz y el desarrollo, “tor- ‘ma parte de la evangelizacion’,y en esta maxima se fun- da que la DSI sea “un elemento esencial de (esa) evan- gelizacién” 15 8) Elementos para una lectura critica de la enciclica © Una enciclica social es un texto del Papa y, en este sentido, pareceria que pocos comentarios cabe ha- Cer. Algo de esto se supone y a esto nos hemos acos- tumbrado, Pero, honestamente, una enciclica social muy extensa da lugar a muchos desarrollos que, aqui Yall, se sitGan en el andlisisy arriesgan una valora- Gién. En el terreno de los principios es normal po- nerse de acuerdo, pero en el plano del andlisis s0- cio-cultural yen la valoracion de problemas sociales, tes mas dificil. Por eso, cuanto mas concreta es una tenciclica social, mas interesante y mas discutida re- sulla; y cuanto mas doctrinal es, mas previsible dis- curre. Pues bien, la CIV concreta poco; parece lo contrario, porque trata de casi todo en “lo social” pero concrela poco. Y esto se debe, a mi juicio, jademas de a la incertidumbre social reinante!, a que su método es deductivo, su punto de partia te Slogico y su propésito, mostrar toda la realidad so- cial enraizada en Dios, ser y donacion de Amor y \Verdad, y en el ser humano como imagen y vocacl6n de amor en la verdad’. El concepto "amor" es fila ci6n hacia Dios y fraternidad con los hermanos, y el oncepto “verdad” es obediencia de la libertad al ser profundo que cada uno, y la creacién entera, somos. Realmente, ;qué somost: "imagen de Dios" y “vocacion de vida divina’.Y, mora: ‘mente, seres con dignicad ciica, con con- Ciencia indeleble de la ley moral natural la {que a todos nos orienta y anima. Este plan- teamiento clisico, recibe un “molde” teo- L6gico rayano con “la mistica” y, a partir de él,a taves de la DSI, va elaborando un “si, pero", antropol6gico, moral, politico y re~ ligioso sobre esta globalizacion de co- imienzos del siglo XXI. El resultado en pro- puestas y analisis, no es muy concreto, a ni juicio, porque fo que prima es defini y salvar la valia de ese horizonte teol6gico de la realidad, que se estima muy abando- nado en Ja modemidad y causa mayor de nuestros males [9] oO a His J ‘# Eneeste contexto, lo mas original creo que es el capi. tulo de fa técnica como ideologta «377. Lo considero muy interpelante en relacién a la cultura, la economia ya Vida social; también en relacion al pensamiento, los derechos humanos y la bioética; muy interpelante, por supuesto, en la clave de la “/ey natural”, huella del Cre- ador en todas las cosas, y particularmente en el ser hu: mano. No todos lo compartiran al pie de la letra, claro estd [10]. Al cabo, y esto si que importa, es fa cuestion social como cuestidn antropolégica. Ya estaba en Pablo VL y, més atin, en Juan Pablo Il pero, ahora, lo ocupa todo. Y aqui si que aparece un aspecto que debié me- Jorarse claramente. En el numero 75, cuando se critica la percepcisn de los derechos humanos que tiene el mundo modemo, todo se atribuye a un error de fondo en cuanto a la persona, pero no se dice que, mucho antes de que viniera la modernidad y sus ideologias, la indiferencia moral hacia las victimas del sistema, el abuso de los pobres, ya estaba ahi; luego seria necesa- rio profundizar mas, y unido a que todo tiene un com ponente antropolégico y metafisico, destacar, més cla- Tamente, qué estructuras sociales hacen casi imposible que la cariciad camine en la verdad. De hecho, la enci- dlica no deja de referirse a estructuras injustas, pero evita el concepto, “estructuras de pecado” y “pecado estructural”, (10 cual es significativo!, y destaca intensa y reiteradamente el cardcter decisivo de las actitudes pecadoras de las personas en los males sociales, i(siempre) por encima de cualquier otra causal En cuanto al mercado y en cuanto a las finanzas, y sus la- ‘eras, esto es lo que hay. Como detalle, la cuestion de la acumulacién capitalista de la propiedad privada, des- aparece de la enciclica Por otro lado, ese recurso antropolégico tan acertado, Hevado a su limite, hace que la enciclica cometa a me~ nudo un error de bulto, que yo lo calificaria “idealismo moral’; consiste, repito la idea, en el explicarlo todo del mismo modo y con pocos aadidos desde el an: sis social; en tal caso, concurre como una daga el pe! agro de derivar en ideologia teologica. Debemos pensar esto con mucha libertad y honradez. '* Lo mas concreto me parece la aportacién referida al gobierno polltico de la globalizacién, por supuesto, de- mocratico, y bajo el principio de subsidiariedad y soli- daridad. Ya estaba en Juan XXIll, pero nuestro tiempo ‘es muy reacio a esto, desde el poder y sus aledaiios. las reflexiones sobre el Estado y su futuro... y sobre el desarrollo respetuoso de la ecologia ambiental, huma- ra y social, aclemés de universal e intergeneracional, son muy importantes. Estaba en Juan Pablo Ily se rect pera bien, y resulta estimulante. El gobierno democré- {ico de la globalizacién y el aprecio de la “economia so- cal” como sector con futuro moral y econd- mico claros, entre el sector privado y el pir bilico, son dos grandes concreciones, # El mercado, de facto, en su l6gica propia, debiera merecer una critica mucho més se. ‘vera 6, como insttucion menos aséptica de lo que la CIV supone; a mi juicio, no sdlo re- fleja vicios de las personas en su funciona: miento depredador, sino factores objetivos que lo distorsionan. Habria que ahondar ‘mas en esta cuestion. De hecho, en la itera: tura social la que brinda elementos de juicio a la moral, esté mucho mas desarrollada la critica de fendmenos como el despilfarro de recursos productivos, los procesos casi incontrolables {de concentracion de la propiedad, las relaciones de de- pendencia entre pueblos y economias, el “conteol capi falista” de los mercados mas importantes de materias pprimas y recursos varios, la manipulacién artificial de los precios la opacidad de mercados vitales, la imposi- bile soberania de los ciudadanos cerca de ellos la inhu- rmanidad en tomo a las “producciones” mas rentables, etc. Sin dud, la misma insttucién, ef mercado, come de hecho se da, y en relacion al concepto de persona on un trabajo decente y de que vvir dignamente, me- rece una critica mas severa y conereta as leyes, hechos Y us05 que lo rigen, ademds de las aetitudes de las per= sonas, merecen mayores reservas @ Sorprende que no se plantee la cuestign del “de- crecimiento" como forma de cambiar los estilos de vida (21 y 51), “para vivir todos como personas", 0 como la manera objetivamente mas justa de posibil: lar ese cambio en los estilos de vida. Se sigue cre- yendo en el desarrollo “humano” como crecimiento, Y quizé con cierta ingenuidad. La confianza en el cambio de valores en las personas y en la cultura, hace que no se atienda tanto, muy poco, a sino te- nemos que vivir de otro modo, para vivir todos; y si este modo no deberia incluir el decrecimiento, para vivir con menos; y no todos, es cierto, con igual res- Ponsabilidad, sino quiénes mas y por qué. El plante- amiento ecoldgico de la enciclica lo apunta, pero no escapa de la visién del crecer con equilibrio y com- partir. Creo que la moral social cristina esta en con- diciones de decir y exigir algo més alternativo, en clave de decrecimiento y “nuevas modos de vida"; quiméricos, no, pero ut6picos, si «La cuestién de que las pobrezas mas hondas 5) ¢s- tan en relacién radical con la soledad y la falta de amor, si, es cierto, pero suena idealista entre tanta ca- rencia de lo més elemental en términos “materiales, legales o institucionales"; esto habria que mejorarlo y darle mas cuajo material ¢ historico a las pobrezas que el ser humano padece. Seguramente, si las personas que estan detras de la enciclica padecieran necesida- des mas tangibles y dolorosas, la formulacién seria ‘mas dialéctica. La moral social cristiana esta en condi- ciones de ser mas critica en cuanto al interrogante que los pobres y excluidos introducen en la verdad de la ‘aridad. El primer componente de la verdad que tige la caridad, son los mas pobres y débiles de la vida en cualquier sentido y sin culpa propia; las victimas en sentido propio. Tenemos que ser mas exigentes en esto. fs la dignidad de los que, de hecho, se ven obli- .gados a vivir como si no la tuvieran. De hecho, la enci- clica ha evitado la cuestién de los pobres convo empo- brecidos, principalmente, y el pronunciamiento direc to en torno a la preferencia evangélica por los pobres ¥ de la iglesia en ella, y se echa de menos. ‘¢ La critica del mundo financiero yo la esperaba mas dura y concreta; otra vez la cuestion de su légica inter nna, su opacidad, su desarrollo como estructura de po- der, su capacidad para evitar las leyes fiscales, stu con- centracién de propiedad, debio ser mucho mas cues- tionada, Mas atin, con lo que se sabe hoy de Ia crisis econémica, La reivindicacion de las pautas éticas que hnunca deben saltarse en ese mundo, acertadas, pero muy “personalistas”. Por todas partes hay una moral so- cial cristiana, y laica, que advierte de que “el sistema’ fi- rnanciero internacional campa a sus anchas, frente a la politica democratica y los derechos de la ciudadania. No es que sepamos qué hacer, a ciencia cierta, pero si Jo que no podemos consentir én valores, y en estructu- ras, Seria necesario cuestionar mas directamente esas cestructuras del sistema financiero internacional, y decir Jo que no es moralmente de recibo. Hay también ideas fen tétminos de fiscalidad sobre el sistema financiero (Tasa Tobin) en la globalizacién, que hubiese estado bien decir que, por ahi, puede haber un camino de so- ializacién de beneficios de los capitales especulativos, De hecho, lama la atencién que la estructura econsmi ‘@, "propiedad privada capitalistamente acumulada y jgestionada’, no merezca ninguna consideracion. Esto si que suena a ingenuidad politica y moral. «En casi todas las cuestiones, la Iglesia es como si estu- viera fuera del escenario de los errores y excesos socia- les. Falta autocritica. Algo asi como, “nosotros ya sabia: ‘mos lo que iba a pasar, y hemos sido espectadores; aho- ra 08 presentamos el remedio moral, la verdad sobre el hombre, a la luz de la razén humana, iluminada por la fe en Jesucristo”, Pero todo esto ha sucedido en su am- bito de influencia, el mundo de “cultura cristiana’, y con ella misma en el sisterna social. La moral social cristiana_ tes capaz de una mayor critica social, y conviene des- arrollar ya la moral social cristiana para la Iglesia; no TH] En adelante, CIV. El texto que sigue es, ante todo, una guia de fectura de la enciclcay, por tanto, no veo necesatio exten terme con otras Citas dela DSI o de la Teologia Moral [2] Este planteamiento y comentario sobre el mercado, como un medio”, frente al peso de os vicos de la raz6n moral huma- a, fo veo muy “ingenuo’ [31 PP42.La formula ha sido objeto de largos debates en la filo sofia moral I Nétese que na habla def, sino de rligidn.V notese que no se aclara sla purificacion de la razén por a fe, esa través dela moral (civil) 0 directamente, Esta es la cuestion, He reflexio- ado sobre esto en Moral cristiana y sociedad! democratica en la fencilica Deus Cartas ext, en Corintios XI 122 (2007) 98123: y la Doctina Social de a Iglesia a partir de Ia Deus Caritas est, en Corinto X11 123 (2007) 63196. [51 Como es sabido, esta “division” es un lugar coman entre la ‘mayoria de los estudiosos de la DSI. Cf. Ildefonso CAMACHO, Doctrina social de Iz Iglesia, Una aproximacion historca, ‘Madd, Paulinas, 1991. ID, Doctrina social de la iglesia, antes y después del Vaticano il, en Sal Terre 4 1991) 2897300. QUERE- IAZU, |. La moral social y el Concili Vaticano Il. Génests, ins- tancias y cristaizaciones de la teologla moral socal postvatica 'na, Vitoria, ESET, 1953. Ct. capitulo Vik f impacto de fa Doctrina Socal de fa Iglesia, pp 1987200 s6lo “de la Iglesia’, sino “para la Iglesia”. Precisamente ese “idealismo" moral tan caracterisico, jyo creo que superior al de la ditima DSIt, y lo percibo en ese volver a la verdad antropolégica como “verdad” que todo lo explica y resuelve, permite a la Iglesia contemplarse, ante todo, como maestra benigna y amistosa, pero casi fuera del escenario. Ahora bien, si aparece fuera de es- cena, jlo sera también fuera del mundo? Sabemos que “nadie” piensa ast, pero... Y, entonces, ;qué queda de la GS y la 1G, y del sentido profundo de la Encarnaciont Concluyo, y todavia como un apunte o guia de lectura, tuna enciclica muy trabajada, creo que demasiado lar- ga, con muchas aportaciones importantes, ;muy apro- vechables en un contexto “politico” como el presen- tel, ante la que es dificil quedar inciferente; una enci- clica, sin embargo, lastrada por cierta exculpacién de lo Iglesia en lo que nos esta pasando, y a la que le fal- ta, a mi juicio, un andlisis social mas visible de las es- tructuras y pobrezas de nuestro tiempo, y wna proyec cidn “hist6rica” mas rotunda del concepto cristiano de ‘persona, y de la tradicién moral del “sermon de! mon: te’, sobre esta globalizacion, tan injusta en su gestin Gy concepcicn?) para tantos pueblos y personas. [6 En cita de Juan Pablo i, CA'59, {7 Subrayado afadido. Corresponde aun parrafo, sobre a cudad ‘de Dios y la dad del hombre, de claro sabor “duals” (7. [e] En cia de juan Pablo, SRS a1; y CAS y 5% [n) sa falta de conerecién es una opeisn legitima en la DSI; no ‘me parece mal preterit un pronunciamiento mis doctrinal que “coyuntural en Ins encilicas sociales: incluso lo prefiero; con dos condiciones; que se lamea coneretar el discernimiento “in situ’, al mado de OA 4, porque “irente a siwaciones tan diver Sas, nos es dif! pronuneiar una palabra Unica, como también ‘roponer una solucicn con valor universal. No es éste nuestro propsit,nitampoce nuestra misian.Incumbe 2 las command Ges eristianas.”.Y, segunda condicion, que no so recurra de Continuo a formulas blandas, en clave de deseo, como, “debe- fia pensarse..”, “seria deseable..”, ‘conviene..”. Ono se puede | concretar,y mejor decitl, o se puede, y mejor hacerlo. [10] En este sentido, recuerdo habe led esta reflenin interpe- lante: “Es cierto, hay una verdad ideal sobre nosotros, anterior & independiente de cualquier acuerdo, pero su conocimiento esté abierto a Ia conciencia de todos y de cada uno... yes ene todos ‘camo poemos determinar sualeance y signiicado, fo cua fal hos les paradojcamente fa necesidad dal acuerdo", Javier ‘OTALORA, A wueltas con la Verda, escrito “privado")

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