You are on page 1of 35
1. LA PERSONA: DIGNIDAD Y MISTERIO Los hombres y las mujeres que pueblan el mundo y en- tre los que nos encontramos son los que suscitan en nosotros interrogantes y enigmas y abren asi paso a la antropologia. Queremos saber mas sobre ellos y sobre nosotros: cémo so- s, como nos relacionamos, cual es nuestro destino, etc. Cada una de estas preguntas abre un mundo entero de refle- “zones pero el primer paso, la fase inicial, no puede consistir otra cosa mas que en una pregunta sobre el hombre y la jer en general, es decir, en una pregunta sobre la persona. Esto es asi, fundamentalmente, por dos motivos. En pri- mer lugar, porque en cualquier materia hay que comenzar por na definicién, aunque breve, del objeto de estudio pues, de “ro modo, se corre el riesgo de caer en el vacio y en la gene- ralidad. Es esencial saber de qué se va a hablar. Pero, ademas, el caso de la antropologia, comenzar por algo distinto del alisis de la persona en cuanto tal -por ejemplo, las dimen- es que la componen, sus relaciones 0 los tipos de actividad 2¢ puede realizar— puede tener una importante consecuen- negativa: la pérdida de la unidad. Yes que el hecho funda- tal ante el que la filosofia se encuentra y del que debe dar zon es que existe un ser unitario y atipico, profundo, polifa- 25 Antropologia: una guia para la existencia cético, paradéjico y maravilloso que es la persona concreta, cada hombre y cada mujer. Por eso, se impone ante todo una consideracién global y unitaria a la que debe seguir después, pero solo después, un anilisis en detalle. Asi evitaremos un pe- ligro en el que se ha caido a veces: que los arboles no nos de- jen ver el bosque o, en otras palabras, que dejemos de ver a la persona por poner un excesivo énfasis en el andlisis de sus multiples facetas y posibilidades. Hemos hablado de hombre y mujer, y hemos hablado de persona y, aunque quiz4 por acostumbramiento, podria- mos pensar que estamos ante un vocablo comin o popular, no es asi. La nocién de persona es una nocién filos6fica con- creta, con una larga historia, que supone abordar la antropo- logia desde una perspectiva determinada a la que ya nos he- mos referido: el personalismo. Por eso, nuestro primer objetivo consistira en describir brevemente cl origen histd- rico de esta nocién, lo que nos serviré también, a la vez, como una introduccién mas detallada al contexto intelectual del personalismo. 1. La nocién de persona a través de la historia a) Los origenes: Grecia y Roma La palabra persona, desde un punto de vista etimold- gico, procede directamente del latin personare y, en un se- gundo término, del griego présopon. Desde un punto de vista significativo, esta influida por dos tradiciones culturales di- versas!, Gf. J. A. Garcia Cuaprano, Antropologéa filoséfica, cit., pp. 119 y ss; C. VALVERDE, Antropologia filoséfica, Edicep, Valencia 2000, pp. 3442, y F. Rvsso, La persona umana. Questioni di antropologta filosofica, Armando, Roma 2000, pp. 2380. 26 ._ a ————e La persona: dignidad y mi La primera se remonta al teatro griego y romano. Présopon, = griego, significa literalmente «lo que se pone delante de los s» y hacia referencia a la mascara que usaban los actores en eatro antiguo. Los actores representaban a su personaje uti- do una mascara (el présopon) que les identificaba ante el lico como intérpretes de un determinado papel. La pala- ea latina, personare, significa algo distinto: «sonar a través de, sesonar» pero empezo a aplicarse también a las mascaras de = actores porque su voz resonaba a través de ella. Poco a co, este tiltimo sentido (Cicerén lo usa con esta acepcién titud de veces) se hizo comin y se generalizé. Persona, por significo inicialmente la mascara con la que el actor se sentaba ante el publico. Con el paso del tiempo, este sen- se hizo extensivo al papel que el actor representaba (rey, soldado, esclavo) y, por Ultimo, acabé por denominar al actor <= cuanto tal, al hombre. La segunda tradicién se encuadra en el derecho romano y ocede de otra posible acepcién de la palabra «persona» en- adida en este caso como per se sonans, es decir, como quien la por si mismo y tiene voz propia. Este significado inicial amplid al de quien tiene derechos, estatus y reconoci- ento social y esta es la nocién que recogié el Derecho Ro- mano. En Roma eran personas los detentores de derechos, os hombres libres y con voto porque procedian de familias nobles. Ser persona, por tanto, implicaba poseer derechos y gnidad social. Pero, como es conocido, en Roma no todas personas eran «personas». Los esclavos eran considerados ™o animales o cosas y ni los barbaros (los extranjeros), ni hombres no nobles ni, por supuesto, las mujeres tenian echos similares, sino limitados al igual que su reconoci- miento social. En definitiva, la tradicién griega y romana nos pre- ta a la persona como un entramado de hombre y de dig- id. Antropologia: una guta para la existencia 4) El cristianismo: la invencién de la persona El cristianismo utiliz6 esta base para desarrollar su pro- pio concepto de persona, que es el que ha sido posteriormente asumido y hecho propio por Occidente. La influencia cristiana se ejercité fundamentalmente en dos frentes. El principal y pri- mario fue de orden social y humanoy consistié en el rechazo sis- tematico de cualquier posible discriminacién, lo que suponia una auténtica revoluci6n en el mundo antiguo cuyas conse- cuencias fueron incalculables e irian fructificando a lo largo de los siglos. La doctrina cristiana sobre este punto es clara y nitida y con esa fuerza se presenté en el mundo romano. «En efecto, explica san Pablo, todos sois hijos de Dios por medio de la fe en Cristo Jestis. Porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo. Ya no hay diferencia entre judio y griego, ni entre esclavo y libre, ni entre varén y mujer, porque todos vosotros sois uno solo en Cristo Jestis»®. Esta idea fundamental, de origen religioso pero de in- dudable trascendencia social y antropolégica, fue transfor- mando con el tiempo de modo radical la sociedad antigua: eli- minaci6n de la esclavitud, igualacién entre el hombre y la mujer, ctc. Pero lo que aqui nos interesa seguir es su influencia en la elaboracién del concepio de persona que tuvo lugar en el contexto de las discusiones cristol6gicas y trinitarias de los pri- meros siglos. Una de las tareas que el cristianismo se vio obligado a realizar una vez difundido de manera consistente y adquirido un grado suficiente de estabilidad fue definir su doctrina de manera sistematica. Le impulsaba a ello una necesidad de au- 2, PABLO, Carta a los Géilatas, 13, 26-28; cfr. también Carta a los Colo- senses, 3, 11. La originalidad de esta postura se puede confirmar comparan- dola, por ejemplo, con las afirmaciones de Aristételes -un filésofo muy hu- mano en muchos aspectos- sobre la similitud de los esclavos con las bestias y Ja naturaleza inferior de las mujeres (cf. especialmente ARISTOTELES, Politica, 15y 18). 28 La persona: dignidad y misterio tocomprensién interna, es decir, saber qué significaba en pro- fundidad ser cristianos, la necesidad de exponer sistematica- mente su doctrina para mejorar la calidad y la profundidad de su difusién y también la necesidad de enfrentarse a las refuta- ciones de intelectuales formados en la filosofia griega. Este proceso, muy largo y complicado, tuvo como pasos esenciales los concilios de Nicea (325), Constantinopla (381), Efeso (431) y Calcedonia (451) y concluyé con Ja formulacién me- diante categorias filos6fico-teolégicas de los dos principales misterios del cristianismo, Cristo y la Trinidad, en los siguien- tes términos. Dios es simulténeamente una realidad trinitaria y unitaria lo que se expres6 técnicamente diciendo que en Dios habia tres personas (Padre, Hijo y Espiritu Santo) y una sola sustancia o naturaleza: la divina. Por el contrario, en Cristo, Dios y hombre a la vez, habia dos naturalezas (la divina y la hu- mana) pero una sola persona, la del Verbo. Surgia asi, por primera vez en la historia, el concepto filo- séfico-teolégico de persona’. Dicho concepto permitia describir las realidades mas elevadas que existian (Cristo y Dios) y lo hacia refiriéndose a lo peculiar, distintivo y singular de cada ser. Cristo es una sola persona porque tiene una sola identidad, mientras que en Dios es posible distinguir tres personas por- que cada una de ellas posee rasgos y personalidad propias: el Padre no es el Hijo y este no es el Espiritu Santo, aunque los tres son Dios. La persona, por otra parte, fue concebida tam- bién como una realidad sustancial, es decir, subsistente en si misma por la consistencia de su ser y no por referencia a otra cosa (como sucede con los accidentes aristotélicos). La nocién de naturaleza, por el contrario, se tomé direc- tamente de la cultura griega y se emple6 en este contexto para 7 Un excelente estudio sobre las aportaciones filos6ficas del cristia- nismo lo proporciona E. GUSON, El espiritu de la filosofia medieval, Rialp, Ma- drid 1981. Sobre el origen concreto del término persona cfr. también C. Diaz, La persona como don, Desclée de Brouwer, Bilbao 2001, pp. 19-27. 29 ee Intropologia: una guia para la existencia significar lo comtn 0 general. Dios Padre, Dios Hijo y Dios Fs- piritu Santo tienen la misma naturaleza divina porque los tres son Dios, pero en Cristo, que es una tnica persona, hay dos naturalezas: la humana, que comparte con el resto de los hom- bres, y la divina, que comparte con las otras dos personas de la ‘Trinidad. La reflexi6n patristica nos dej6, por tanto, tres nociones fundamentales. Una original, la personat, y dos tomadas de los griegos: sustancia y naturaleza. La persona es lo singular, pro- pio y subsistente por si mismo (la persona como sustancia) y la naturaleza es lo comin. La conclusién de este itinerario se puede colocar emble- maticamente en Boecio (ca. 480-525). Este pensador cristiano aplicé estas nociones al hombre y acuiié su famosisima defini- cién de persona que seria asumida por la escolastica inclu- yendo a santo Tomas: persona est natura rationalis individua subs- tantia (la persona es la sustancia individual de naturaleza racional)5. Esta definicion, por su precision y su valor, tendria una gran influencia a lo largo de la historia pero también puede ser valorada como la mayoria de edad para la nocién de persona en el campo de la antropologia. El hombre era per- sona y ser persona significaba poseer una naturaleza racional subsistente individualmente. ¢) La escolastica La escolastica recogié y acepté la definicion boeciana pero no la desarrollé sino que, mas bien, se centré en el con- cepto de sustancia. La persona se valora, y mucho, pero no se + La metafisica griega «tiene una limitacién fundamental y gravisima, Ia ausencia completa del concepto y del vocablo mismo de persona» (X. ZU- Bint, El hombre y Dios, Alianza, Madrid 1984, p. 323). 5 Borcio, Liber de persona et duabus naturis contra Eutychen et Nestorium, PL 64, 1843 D. 30 La persona: dignidad ¥ misterio lea como un concepto filoséfico original que determina e ye en los demas elementos de la antropologia, sino que se uende como un tipo especial de sustancia: la mas perfecta den- =o del mundo si se trata de los hombres y la sustancia perfecta absoluto si se trata de Dios. Juliin Marias ha mostrado este to con claridad. «Cuando, ya en la escolastica, se ha inten- ‘© pensar filos6ficamente la persona, las nociones que han © decisivas no son las procedentes de estos contextos, sino de ‘propiedad’ o ‘subsistencia’ (hypédstasis). La famosa defi- n de Boecio, tan influyente —persona est rationalis naturae dua substantia— ha partido de la noci6n aristotélica de ou- © substantia, pensada primeramente para las ‘cosas’, expli- siempre con los eternos ejemplos de la estatua y la cama, dada en el viejo ideal griego de lo ‘independiente’ o sufi- cente, de Jo ‘separable’ (khoristén). El que esta sustancia 0 cosa lamamos ‘persona’ sea racional serd sin duda importante, ‘© no lo suficiente para reobrar sobre ese caracter de la ou- modificar su modo de ser, su manera de realidad. La per- 2 es una hypdstasis 0 suppositum como los dems, solo que de saturaleza racional»®, Este planteamiento generé algunos problemas impor- s. El primero fue una dependencia excesiva de la Silosofia g2 que limité el desarrollo filoséfico de categorias filos6ficas “ficas para el hombre. La persona no fue estudiada técnica- © como un ser esencialmente diverso de los demas, y por 2 necesitado de unas categorias especificas, sino como un ser 2 naturaleza aunque especial’. Y esto significé que, para escribirlo filos6ficamente, bastaba con utilizar las nociones ge ales del ente y aplicarlas de modo especifico al caso del nombre. Ya hemos comentado cémo se desarrollé este plantea- MARIAS, Antropologia metafisica, Alianza, Madrid 1987, p. 41. No se afirma aqui que la escoléstica (y sobre todo la tardoescolis- 0 fuese consciente de la originalidad del hombre, sino que el conoct- de ese hecho no se tradujo en el esfuerzo de elaborar unas catego- Aloséficas también originales para explicarlo. 31 Antropologia: una guia para la existencia miento para el caso de Ja persona y la sustancia: la persona es un tipo especial de sustancia; pero lo mismo sucedié con otras nociones antropolégicas como el bien o los apetitos. Por lo que respecta al bien, por ejemplo, la escolastica no se plantea anali- zar en directo qué significa el bien en la vida del hombre sino que, primero, lo analiza en general: el bien como trascenden- tal, es decir, como categoria que trasciende a un ambito con- creto de la realidad ya que esta presente en todos los entes, y solo después, y, a partir de esta nocién general, piensa el bien del hombre como caso especifico. Esta postura tiene, por su- puesto, elementos muy validos e interesantes pero, por lo que respecta a la antropologia no esta exenta de problemas ya que dificulta la captacién profunda de lo especifico humano. Por decirlo de algiin modo, la nocién general oscurece la nocién especifica y dificulta la penetracién en lo propio de la persona. En el caso del bien, por ejemplo, esto es especialmente claro. Cabe hablar analégicamente del «bien» en los seres materiales, animales y en los hombres, pero se trata de realidades profun- damente distintas. El bien humano est regido por la dimen- sion moral y por la libertad y por eso tiene muy poco que ver con lo que se puede denominar el «bien» de un animal (que se alimente, que se reproduzca, etc.). Este es el segundo problema al que nos referiamos: una cierta dificultad para captar lo especifico humano que, a largo plazo, se tradujo en que la antropologia resultante, aunque co- rrecta, acabé siendo insuficiente y pobre en algunos aspectos. Polo lo explica claramente. Desde la metafisica clasica se ac- cede a una «antropologia correcta, pero que se queda corta: no falla, no se equivoca, pero su desarrollo tematico es es- caso», En el caso concreto de la sustancia, la aplicacién de SL, POLO, Antropologia trascendental. I. La persona humana, Eunsa, Pamplona 1999, p. 31. La propuesta especifica de Polo para superar esta difi- cultad consiste basicamente en un replanteamiento de las relaciones entre metafisica y antropologia y en una ampliacién de los trascendentales me- diante el abandono del limite mental. 32, — La persona: dignidad y misterio este método impidié ver, por ejemplo, la dimensién interior y subjetiva de la persona®. Y, por eso, cuando, mas adelante, la fi- losofia moderna la descubrié no fue posible establecer una co- nexién con la escolastica. La filosofia moderna nacié con una marca de fabrica antisustancialista porque consideraba que este concepto era oscuro y le impedia acceder a la interioridad del hombre. Y, como ademas fue derivando cada vez mas hacia el idealismo, se distancié irreversiblemente tanto de la escolas- tica como de sus formulaciones posteriores. d) Los nombres de la modernidad: conciencia, sujeto, yo A partir de esta época, y con Descartes como simbolo emblematico del nacimiento de una nueva era, la filosofia mo- derna tomé el mando de la evolucién filos6fica y el hombre comenzé a ser identificado con elementos que esa filosofia fue descubriendo. Con Descartes sera conciencia, ser interior cons- ciente de si mismo. Mas adelante sera también sujeto: ser que se pone ante el mundo externo con una interioridad, riqueza y capacidad de accién especifica; después, yo entendido como autoconciencia de si; si mismo, etc.1°. Estos conceptos constituyen aportaciones inestimables a la filosofia del hombre pero tendran un importante defecto de fabrica: la filosofia moderna los desarrollara desde una pers- pectiva fundamentalmente idealista. El sujeto, por ejemplo, aunque inicialmente procede de la noci6n realista subjectum, lo 9 En este sentido afirma Wojtyla que la ética tomista resulta a veces demasiado «objetivista. Casi da la impresin de que en ella no hay lugar para el anilisis de la conciencia y de la autoconciencia como sintomas verdadera- mente especificos de Ia persona-sujeto (K. WoyTuLa, El personalismo tomista, en Mi visién del hombre. Hacia una nueva ética (2 ed.), Palabra, Madrid 1998, p.31l). 10 Un anillisis sugerente de algunos de estos elementos en relacién a lanocién de persona se encuentra en C. Diaz, La persona como don, cit. 33 Antropologia: una guia para Ia existencia que yace bajo los accidentes y las determinaciones genéricas, se transformara en poco tiempo en el sujeto trascendents! kantiano que se alejara cada vez mas del hombre concress para transformarse en una entidad abstracta supraindividual ¥, como desarrollo ulterior de este proceso, el yo esencial he geliano se sittia muy lejos del yo especifico de cada hombre siendo mas bien la autoconciencia del Espiritu absoluto del que los yoes concretos no son mas que manifestaciones o de- terminaciones. En definitiva, el itinerario filos6fico de la modernidad descubrié claves antropolégicas esenciales pero al precio de la desaparicién de la persona concreta, del hombre y mujer que viven su vida de manera autonoma y limitada pero real. De este modo se separé cada vez mas de la filosofia de tradicion realista y planteé al inicio del siglo xx graves problemas tanto filos6ficos como sociales. ¢) La nocién contempordnea de persona Al inicio del siglo xx nos encontramos, por tanto, con la siguiente situacién. Desde el punto de vista JSiloséfico existe una dicotomia importante entre la filosofia realista, sobre todo, la neoescolastica, que define al hombre fundamentalmente tomo sustancia, y Yas diversas filosofias modernas, que le de= criben como sujeto, yo 0 conciencia, es decir, poniendo de re lieve bajo diversos aspectos la subjetividad y la interioridad pero generalmente desde una perspectiva idealista. Pero ademas existe otro problema mas importante: lo = tuacién social. El siglo xx fue el escenario de una batalla entr= dos poderosas ideologias: los colectivismos y el individualisme. " Un desarrollo mas detallado de las causas que dan origen al nace miento del personalismo se puede encontrar en J. L. Lonpa, Antropologia. Det Concilio Vaticano Ha Juan Pablo Hl, Palabra, Madrid 1996, pp. 1833. 34 = La persona: dignidad y misterio Los colectivismos (comunismo, nazismo, fascisme) promoyian los valores generales de la sociedad pero con desprecio de los individuos. La visi6n social organicista de la que dependian en- tendia al hombre como una parte del todo social por el que de- bia sacrificarse si era necesario. Lo esencial era el organismo (la sociedad) mientras que la parte (el hombre) solo era im- portante en la medida en que servia al organismo. E] individua- lismo, por el contrario, adopté la perspectiva contraria: la exal- tacién del individuo en contraposici6n a la sociedad, pero de un individuo insolidario que buscaba su propio bien y se servia para ello de sus medios econémicos e inteligencia aplicando la «ley del ms fuerte». Quien es habil y poderoso se asienta en el tejido social, quien es débil queda desplazado (cfr. cap. 14.1). Estas dos ideologias, como sabemos perfectamente por la historia, no permanecieron en el terreno de la teoria, sino que generaron poderosisimos movimientos sociales y politicos que decidieron, de forma a veces muy tragica, la historia del si- glo xx. Las dos guerras mundiales estan ligadas a la intencién de los totalitarismos de imponer su visi6n del mundo y aumen- tar su poder, y, por lo que respecta al individualismo, resulta in- cuestionable que es uno de los elementos ideolégicos esencia- les del capitalismo salvaje de finales del x1x y comienzos del xx. Pues bien, esta compleja situaci6n es la que dio lugar a una recuperacion de la nocién y de la realidad de la persona’. Ante todo hubo un movimiento social ligado a los desas- tres de la guerra y de las ideologias que exigia de manera pe- rentoria una nueva valoracién del hombre. Este no podia ser Maritain denuncié y analizé en su momento con gran profundi- dad y lucidez esta cuestién. Cfr. J. MARITAIN, Humanismo integral. Problemas temporales y espirituales de una nueva cristiandad, Palabra, Madrid 1999. 18 «La vida y el pensamiento se hallan ante la misma problematica. Asi como la vida cree facilmente que tiene que escoger entre individualismo y colectivismo, asi también el pensamiento opina, falsamente, que tiene que escoger entre una antropologia individualista y una sociologfa colectivista. La excluida alternativa ‘genuina’, una vez que se dé con ella, nos mostraré el camino» (M. BUBER, ¢Qué es el hombre?, FCE, Madrid 1984, p. 146). Antropologia: una guia para la existencia ni una mera parte del todo ni una entidad egoista. Tenia que tener un valor por si mismo; es mas, era, sin ninguna duda, lo mas valioso del mundo. Pero esto, a su vez, no podia significar que tuviese derecho a comportarse de forma egoista e indivi- dual. La persona debia estar al servicio de los otros y vivir la ge- nerosidad. Las dos guerras mundiales fueron decisivas en ese cambio de perspectiva y, en este sentido, resulta paradigmatico el recorrido personal de Gabriel Marcel. Este filésofo fue ini- cialmente idealista pero pasé Ja I Guerra Mundial trabajando en el Departamento de desaparecidos cuya misi6n era infor- mar a los familiares sobre la situacién de aquellos soldados de los que no se conocia el paradero. Experimenté entonces de modo muy fuerte la importancia que tenia cada persona con- creta y cémo la felicidad de algunas personas podia depender de unas pocas palabras: un sf o un no. Fue entonces cuando su fe en los sistemas idealistas globales y abstractos se quebré defi- nitivamente. Lo importante era la persona, cada persona con- creta e individual y no las abstracciones. Y si Ia filosofia queria responder a la realidad y ser util tenia que articularse en torno a este valor esenciall4. Este tipo de experiencia u otras similares fue la senda que condujo a muchos filésofos a Ja recuperacién y reelabora- cién filoséfica de la nocién de persona que se realizé funda- mentalmente a través de tres vias. La primera y la mas importante es el surgimiento del per- sonalismo a quien se debe conceptualmente la actual visién de la persona. El personalismo, que surgié fundamentalmente de la mano de Emmanuel Mounier en la Francia de entregue- rras!, partié basicamente de los siguientes presupuestos: nece- sidad de relanzar el concepto de persona como remedio filos6- 1 Cf, J. L. CaXas, Gabriel Marcel: filésofo, dramaturgo y compositor, Pala- bra, Madrid 1998. © Sobre Mounier cfi. C. Diaz, Emmanuel Mounier (un testimonio lumi- nnoso), Palabra, Madrid 2000. 36 La persona: dignidad y misterio fico en la lucha ideolégica entre el individualismo y los colecti- ; necesidad de que la nueva antropologia de la persona era las aportaciones de la modernidad: conciencia, su- see, yo, libertad, dinamicidad, etc.; necesidad de que esas staciones se hicieran en el marco de una filosofia realista y eta a la trascendencia!6, El resultado de esos planteamiento fue una vision de la pessona que podemos describir de modo muy sumario del si- ‘¢ modo. La persona es un ser digno en si mismo pero ne- «2 entregarse a los demas para lograr su perfecci6n, es dina- activo, capaz de transformar el mundo y de alcanzar la sad, es espiritual y corporal, poseedor de una libertad que mite autodeterminarse y decidir en parte no solo su fu- > sino su modo de ser, esta enraizado en el mundo de la uvidad y es portador y esta destinado a un fin trascen- *, Esta vision es la que poco a poco se ha ido imponiendo =o concepto definitive y moderno de persona y no solo en z ‘0 académico, sino también a nivel social hasta el punto ue podemos considerar que hoy se encuentra aceptado en medida importante por la civilizaci6n occidental. Este auge cultural tanto del personalismo como del con- © de persona produjo a su vez el acercamiento a esta-no- sm desde otras perspectivas filos6ficas. Por un lado, la neoesco- Jas filosofias realistas més cldsicas iniciaron un trabajo de eracion y desarrollo de la noci6n de persona que, por , no les era extrafia ya que pertenecia por derecho a su patrimonio cultural!’. Y también se produjo, aun- 2 este caso sin depender inicialmente del personalismo di Cir. E. Mounier, El personalismo, Accién Cultural Cristiana, Madrid * Chi. J. M. BuRGOs, EZ personatisma, cit. y J. SEIFERT, El concepto de per- la teologia moral. Personalismo y personalismos, en AA.VV., El primado de la ex Ia moral contemporénea, cit., pp. 33-63. * En este contexto se puede situar, por ejemplo, el reciente libro de El personalismo medieval, Edicep, Valencia 2002 37 Antropologia: una guia para la existencia francés, un paso de algunos sectores de la filosofia moderna a una refundaci6n realista de la nocién de persona. Esta linea corresponde fundamentalmente a la fenomenologia y va desde Husserl y Scheler a Dietrich von Hildebrand 0 Edith Stein!’ La perspectiva que vamos a adoptar en este texto para estudiar al hombre intenta conjugar estos tres planteamientos. Adoptamos la perspectiva fenomenolégica como criterio de acercamiento a la realidad. Se trata de observar lo que existe con perspectiva abierta y sin prejuicios, aunque sf con presu- puestos, La estructura ideolégica fundamental esta tomada del personalismo puesto que, como ya hemos comentado, lo que pretenden estas paginas es desarrollar una antropologia perso- nalista sistematica. Y, de la tradicién clasica, ademas de la estructura realista fundamental con la que nos sentimos per- fectamente identificados, tomamos también un conjunto inapreciable de nociones: sustancia, naturaleza, facultades, vir- tudes, apetitos y tendencias, etc., que hemos procurado armo- nizar e integrar con los aspectos novedosos del personalismo. Se trata, estimamos, de una perspectiva no muy distinta de la que ha desarrollado Karol Wojtyla en obras como Amor y res- ponsabilidad®, Persona y accién®| 0 Mi vision del hombre. De ahi el sentido de la dedicatoria de este libro. 2. «Qué significa ser persona? @) 3Es posible definir a la persona? Si, dejando de lado las cuestiones hist6ricas, comenza- mos a preguntarnos ya qué significa ser persona, lo mas senci- 19 Este tema ha sido estudiado especialmente por U. FERRER, 3 Qué sig- nifica ser persona?, Palabra, Madrid 2002. 20 K, Woyrv1a, Amory responsabilidad, Plaza & Janés, Barcelona 1996. 2K, WoyTMLA, Persona e atto, LEV, Roma 1980. En este texto vamos a citar por la edici6n italiana. ] 38 La persona: dignidad y misterio ia comenzar con una definicién. E] tema quedaria asi expedito y se tratarfa Ginicamente de desarrollarlo. La in, sin embargo, no es tan sencilla hasta el punto de ‘omo veremos, en realidad no es posible definir a la per- por lo que tendremos que conformarnos con aproxima- S sucesivas. «1 La definicién de Boecio y sus limites Probablemente, la mejor definicién que existe de per- wea es la que dio Boecio y a la que ya hemos hecho referen- sona es la sustancia individual de naturaleza racional”®. Esta n pone de relieve simultaneamente muchos aspectos es del ser humano: — la sustancialidad, es decir, el hecho de que subsiste en mbios y tiene consistencia. La persona es un ser que per- , tiene la densidad 6ntica de las sustancias; — la individualidad: la persona es una realidad nica y cminada, cada persona es distinta y diferente y a ello hace m este aspecto de la definicion boeciana; — la naturaleza racional: dentro de] amplio mundo de zancias, las personas son una clase especifica, las que tie- inteligencia y, por ello, son capaces de comprender el ssando y poseen espiritualidad. La definicién de Boecio cumple, ademas, las reglas de la ===. especialmente importantes en el medioevo, que ‘ipo: ¢ toda definicién se constituye en base a un género ‘encia especifica. El género en este caso es la sustancia y encia especifica, la racionalidad. Gracias a su precision ya la exactitud de sus contenidos, esta definicién se onica y permanecié vigente durante siglos. Sin em- a=g0. poco a poco empezaron a hacerse patentes algunos J 10, Liber de persona et duabus naturis contra Eutychen et Nestorium, 39 Antropologia: una guia para la existencia mites y deficiencias que fueron ampliéndose hasta que comenz6 a aceptarse de manera generalizada que se trataba de una defi- nicion brillante, genial para su tiempo, correcta pero insufi- ciente*s. Los limites que presenta esta definicién son funda- mentalmente de dos tipo: 1) la caracterizacién del hombre como sustanci: ya he- mos indicado los problemas que plantea este hecho y no va- mos a insistir en ello ahora, aunque volveremos a tratarlo mas adelante (cfr. cap. 7.2); 2) Ia falta de una menci6n expresa a caracteristicas esen- ciales de la persona como la libertad, la conciencia, las relacio- nes interpersonales o el yo. No es comprensible una persona que no sea libre, que no tenga conciencia de si misma, que no se relacione, etc., y ninguno de esos elementos, como es facil comprobar, aparecen en la definicién de Boecio. Algunos han objetado, para salvar la definicién, que donde dice naturaleza racional deberia leerse en realidad na- turaleza espiritual y que, por lo tanto, si incluiria de manera implicita elementos como la libertad 0 la conciencia. Pero esta argumentacién, aunque tiene cierto valor, da la impre- sion de ser un parche de emergencia. Por un lado, deja irre- suelto el problema de la sustancialidad pero, ademas, es poco convincente porque la definicién bocciana es incompleta no por casualidad, sino por una precisa raz6n: porque la tradi- cin en la que fue forjada no habia desarrollado los elemen- tos que faltan. Esos elementos fueron elaborados filos6fica- mente por la modernidad y por eso hay que incorporarlos «desde fuera» y a posteriori. Por Ultimo, a una definicién se le exige sobre todo precision y, si resulta que los elementos que deben caracterizar a lo definido no se encuentran explicita- ® Las criticas a la definicién de Boecio son muy comunes. Aqui men- cionamos tinicamente a U. FERRER, {Qué significa ser persona?, cit., pp. 174- 177, donde se pueden encontwar referencias a otros autores: Seifert, Zubiti, Polo, Marias, etc. 40 _ a persona: dignidad y misterio mente sino que deben ser sobreentendidos 0 afiadidos ad ca- som desde fuera, la definicién deja de tener valor como tal. definitiva, y como comentabamos, la valoracién que se e actualmente del texto de Boecio es que se trata de una iescripcidn brillante del ser personal pero no que tenga el va- = de una definicion. Las definiciones-descripciones del personalismo Si la definicién de Boecio es incompleta podriamos pre- tarnos si existe hoy en dia alguna mas precisa y que tenga do de aceptaci6n elevado, pero la respuesta es negativa. “oe hay ninguna definicién que cumpla esas caracteristicas, es ==as, en general se rechaza la misma posibilidad de definicion ombre. El personalismo, en concreto, ha rechazado esa idad por Jos siguientes motivos: —una conciencia mayor de la complejidad de la persona. descubrimientos antropoldgicos, psicolégicos, sociales, =. que se han ido acumulando a lo largo de los siglos impli- == que cada vez parezca més dificil encerrar todos los ele- os esenciales en el interior de una definicién; — la insistencia en el caracter personal de la realidad hu- que parece deformarse si se encierra en los términos de finicion general. «Solo se definen, afirma Mounier, los exteriores al hombre y que se pueden poner ante su da. Ahora bien, la persona no es un objeto»; — la relativa inutilidad de una definici6n en una socie- fed compleja. La definicién de Boecio resultaba muy util e los términos en los que se explicitaba (naturaleza, cia, etc.) tenfan una significacién univoca para la co- dad intelectual en la que él vivia. Hoy, en cambio, esto asi. Si decimos, por ejemplo, que la persona es libre, que explicar a continuacién qué entendemos exacta- E. MOUNIER, EI personalismo, cit., p. 10. 41 Antropologia: una guia para la existencia mente por libertad ya que, de otro modo, la definicién ten- dra un escaso valor. Y esto con cada uno de los términos de la definicién; — la actitud de rechazo hacia las definiciones formales. Si- guiendo la estela de Kierkegaard, los personalistas rechazaron el abstracto idealismo hegeliano que deseaba encerrar lo existente en las redes de la racionalidad. Y esto significa, para el tema que nos interesa, que el hombre no es racionalmente explicable, no porque sea irracional, sino al contrario porque es mucho mas que mera raz6n instrumental. Ahora bien, in- tentar encerrarlo en los margenes de una definici6n es caer en lo que se critica. Ademas, existe también la posibilidad de que una definicién limite el andlisis de lo humano. Definir al hom- bre puede conllevar el peligro de que, si algo no aparece en la definicion, no se estudie 0 no se le dedique suficiente aten- cién (como pasé en parte con el texto de Boecio) y, por eso, se ha preferido optar por sistemas abiertos que no excluyan la posibilidad de aniadidos o complementos. Ahora bien, admitir la imposibilidad de una definicién estricta no significa que se renuncie a cualquier definicién o descripcién de la persona. Esto no tendria mucho sentido en una filosofia que se funda precisamente en esa nocién. Por esta raz6n, el personalismo ha optado por una via intermedia que tiene las siguientes caracteristicas: — se busca describir los elementos esenciales que carac- terizan el ser personal, — no se pretende la exhaustividad, —no se busca rigor formal, — se es consciente de que la descripcién solo toma sen- tido pleno en el contexto de una filosofia en el que se desarro- Ilan con precisi6n cada uno de los términos que la componen. De este planteamiento han surgido fundamentalmente dos tipos de textos. En los primeros, que podemos denominar definiciones-descripciones y pueden ser mas 0 menos explicitos, los personalistas han intentado reflejar elementos esenciales 42 - . La persona: dignidad y misterio de la persona. Asi, por ejemplo, Mounier afirma: «una per- sona es un ser espiritual constituido como tal por su forma de subsistencia y de independencia en su ser». Lacroix, también de forma lac6nica, indica: «la persona es la duena de si y el don de si»26, Y Maritain, en un ejemplo mis claro de lo que hemos denominado descripcién-definicién, afirma: «Cuando decimos que un hombre es persona, no queremos decir solo que es un individuo como lo son un Atomo, una espiga de trigo, una mosca o un elefante. El hom- bre es un individuo que se rige con la inteligencia y con la vo- luntad; no existe solamente en modo fisico, sino que sobree- xiste espiritualmente en conocimiento y en amor, de tal forma que, en algtin sentido, es un universo por si, un micro- cosmos en el cual el gran universo todo entero puede quedar comprendido con el conocimiento, y con el amor puede darse todo entero a seres que estan ante él como otros tantos él mismo, relacién de la que es imposible encontrar el equi- valente en el mundo fisico. La persona humana posee estos caracteres porque, en definitiva, el hombre, esta carne y estos huesos perecederos que un fuego divino hace vivir y obrar, existe ‘desde el titero hasta el sepulcro’, por obra de la exis- tencia misma de su alma que domina el tiempo y la muerte. Es el espiritu la raiz de la personalidad»?’. El segundo tipo de texto que ha producido el persona- lismo es una descripcién mas detallada de las caracteristicas del ser personal, obtenida mediante el andlisis fenomenolé- gico, y que es costumbre explicitar indicando y desarrollando una serie de notas que caracterizan al ser personal. E. Mounier, Manifiesto al servicio del personatismo, Taurus, Madrid 1967, pp. 75-76. 28 J. Lacrorx, Le personnalisme, Lyon 1982, p. 27; citado por C. VaL- VERDE, Andropologia filoséfica, cit., p. 41. 2 J. Maritain, Principes d'une politique humaniste, Ocuvres Complates, vol. VL, p. 188. 43 Antropologia: una guia para la existencia }) Principales notas fenomenolégicas Las principales notas que caracterizan a la persona las siguientes?8: 1. Substancialidad-subsistencia Con esta nota de raigambre aristotélico-tomiss: quiere indicar que la persona es un ser con una densidad tencial tan fuerte que permanece en si misma a través de cambios. La persona es siempre la misma, aunque 0 mundo a su alrededor y ella misma cambie. De modo al barco de Teseo que fue sustituyendo a lo largo del viaje una de las piezas que lo componian pero continuéd si mismo barco, la persona humana, aunque cambia in exteriormente, incluso orgénicamente, sigue siendo la Ademis, ese ser ella misma es algo profundo y dec: la persona no es un mero flujo de vivencias ni una temporal de fenémenos que el tiempo disuelve y sino un ser consistente que resiste el paso de los afios y los y, aunque a la filosofia le resulte ya mas dificil confirmaris. see una dimensi6n eterna. A esta realidad se le denomin= sistencia del ser personal. 2. Intimidad-subjetividad £0 que permanece en los cambios de la persona no es una «cosa», sino un «quien», un «alguien», una realidad muy profunda con una gran riqueza interior que se manifiesta y se q s * Existen bastantes descripciones fenomenolégicas de este tipo, No- c sotros nos apoyamos fundamentalmente, aunque con. modificaciones, en R. d ‘Yorks, Fundamentos de antropologia, cit., cap. 3. Otras descripciones similares son las de L. PAREYSON, Esistenza ¢ persona, II Melangolo, Genova 1985, pp. 173-205, y T. MELENDO, Las dimensiones de la persona, Palabra, Madrid 1999, En Zubiri también se puede encontrar una descripcién similar, pero su pers. pectiva es mas ontolégica. 44 _ La persona: dignidad y misterio eeecita a través de cualidades especificas: la sensibilidad, los aiieceos y sentimientos, la conciencia de si. Todas esas caracte- =eicas conforman la subjetividad: lo propio y especifico de ada persona, su mundo interior, intimo, distinto de cualquier «ee hombre o mujer. Este mundo, en parte, se puede mani- ‘Semar al exterior a través de los sentimientos y de las acciones, perp en parte es inexpresable porque constituye la identidad Se iz persona, que es intransferible. De ahi que los clasicos di- ‘eran que en la persona habia algo incomunicable. Ademés la persona se concibe como un ser auténomo, -cesciente de sf e independiente, es decir, como un alguien, == sujeto, un «yo», capaz de decidir sobre si mismo y ponerse --=t al mundo. Persona, como dice Karol Wojtyla, es quien “se posee a si mismo»2, » Ser corporal, espacial y temporal La persona posee una dimension material y corporal; es sabjetividad ¢ intimidad, pero en un cuerpo concreto, fisico y Seterminado, es «alguien corporal», como dice Julian Ma- sas. Esto tiene numerosas consecuencias pero una de las semncipales es que no es un ser puramente espiritual, sino loca- ‘ado y herido por el tiempo. El espacio: la persona se mueve en un espacio fisico, geo- ==afico y humano que le resulta necesario para vivir y le condi- Sona: la casa, la ciudad, el pais, etc. El tiempo: la persona no es un ser estatico, sino en cons- sante evolucién; tiene un tiempo de vida que va discurriendo y mac le hace esencialmente dinamico y proyectivo, La persona se sitia siempre frente al tiempo del que dispone en una lucha eoastante y paraddjica. Por un lado busca detenerlo guar- endo memoria del pasado y eternizando el presente que le DK Woyr, Persona e atto, cit., p. 182. J. Manias, Persona, Alianza, Madrid 1997, p. 135. 45, Antropologia: una guia para la existencia resulta placentero o feliz. Y, simulténeamente, busca anticipar el futuro para poder decidir su destino y ejercitar el dominio de si que la caracteriza. Pero se trata siempre, al menos a pri- mera vista, de una lucha perdida de antemano. La muerte siempre llega y el tiempo siempre vence aunque el anhelo de la inmortalidad, presente en todo hombre, exige una res- puesta. 4, Apertura y definicion Aunque la persona tiene una vida propia, personal e in- trasferible, no es un ser cerrado en si mismo, sino abierto, que necesita trascenderse y salir de si para desarrollarse con pleni- tud?!. Todos los hombres necesitan salir de si y hacerse don para los otros si quieren realizarse y lo hacen, fundamen- talmente, a través de sus capacidades y facultades mas elevadas y espirituales: la afectividad, la inteligencia y la libertad. El hombre se relaciona con la realidad en tres niveles fun- damentales: las cosas, las relaciones interpersonales y Dios, y esa relacién se establece, a su vez, en dos direcciones: recepcién € influencia. El hombre es afectado por el mundo que le rodea pero, a su vez, mediante su accion puede modificar ese mundo y transformarlo de acuerdo con sus deseos y necesidades. Esa apertura, por otra parte, no es la modificacion de un ser indiferenciado, sino la perfeccién de un ser definido y con una naturaleza precisa. Por eso, como indica Pareyson, la persona es «al mismo tiempo abierta y cerrada. Es cerrada por la inmanencia de su pasado en su presente, por la condensa- cién de toda su historia completa en el instante actual, por una valoracién general que, haciendo el balance de sus con- quistas y de sus realizaciones, establece la validez de lo que la T Polo es uno de Jos autores recientes que més ha insistido en el ca- racter donal de la persona. Cfr. L. PoLo, Antropologia trascendental, cit., pp. 217-228, y Tener y dar, en WV.AA., Estudios sobre la Laborem excercens, BAC, Ma- drid 1987. 40 persona: dignidad y mis persona ha logrado hacer de si misma. Y es abierta porque su presente se abre a su futuro, porque la recorre un impulso que “2 coloca frente a si misma, porque la exigencia que la mueve “2 obliga a nuevas decisiones y a una dedicacién cada vez ma- wer 2 la tarea en la que ella se reconoce»*?, 5 Hombre y mujer Por ultimo hay que advertir que hablar de persona su- ene colocarse en un cierto nivel de abstraccién porque, en calidad, existen dos tipos o modalidades diversos de persona ‘w=amana: el hombre y la mujer. No existen personas humanas == abstracto, sino personas humanas masculinas o personas ‘semanas femeninas que aportan una maravillosa diversidad ssajada de misterio y complementariedad**. Con esto no se ‘wssere decir que el hombre y Ja mujer sean dos seres distintos; sm=bos son esencialmente iguales, pero el modo especifico en ‘ee se constituye su ser personal, siendo igual en los niveles mas radicales, es distinto en sus manifestaciones concretas. La =sporalidad, la sensibilidad, la psicologia, la inteligencia y la stectividad recorren caminos distintos en el hombre y en la eesjer y enriquecen asi de modo inagotable el mundo del ser personal. &. La dignidad de Ja persona Las notas fenomenolégicas de la persona apuntan en ==2 direcci6n muy precisa: los hombres y las mujeres son seres =specialisimos por la perfeccién intrinseca que poseen y que ‘es coloca por encima y en otro plano del resto de los seres de ‘e naturaleza. Persona significat id quod est perfectissimun in tota = L, PAREYSON, Bsistenza e persona, cit., p. 181. © Cir. B. Casta, Persona femenina, persona masculina, Rialp, Madrid 47 Antropologic - una guia para la existencia natura®, afirm6 santo Tomés, y, en nuestra época, esa ci6n tiene un nombre especifico: dignidad. La persona = ser digno por excelencia por encima del cosmos, la las plantas y los animales. A pesar de la perfeccién in del universo y de los organismos naturales que la ciencia muestra de manera cada vez mas fascinante, la persona mana los supera de manera radical porque se sittia ex plano distinto y superior: el de ia personalidad y el espa Por eso solo la persona es digna en sentido radical. Veamos ahora algunos desarrollos de este concept. — La dignidad de la persona es una perfeccién intré constitutiva, es decir, depende de la existencia y Caracteri esenciales de su ser, no de la posesién o capacidad de ej determinadas cualidades. Toda persona es digna por el mem hecho de ser persona aunque carezca o posea de modo tario alguna de las caracteristicas especificas de lo hi (discapacidades fisicas 0 psiquicas, aspectos no desarrollades etc.). En otras palabras, se es persona o no se es de manera == dical, pero no se puede ser mas 0 menos persona. Comes cuentemente, los planteamientos, como el aborto o la eutane sia, que limitan la condicién de persona y la correspondicae dignidad a la posesién efectiva de algunas cualidades fisicas = psiquicas (autoconciencia, calidad de vida satisfactoria, ce: son incorrectos*6. — La dignidad de la persona hace que sea un valor ex = ‘misma y no pueda ser instrumentalizada. La perfeccion ints seca de la persona hace que tenga valor por si misma, por = simple hecho de ser persona o de existir. Por eso existe * Tomas br AQuINO, S, Th., I, q. 29, a. 8; en ela. 4, Tomas llezs a= cluso a hablar del posible cardcter relacional de la noci6n de persona. © Cir. J. Seirexr, Dignidad humana: dimensiones y fuentes en la pmo humana, en VV.AA., Idea cristiana del hombre, Instituto de Antropolozis » Etica, Eunsa, Pamplona 2002, pp. 17-37. 8° Cf. R. SPAEMANN, gEs todo ser humano una persona?, en «Persons = Derecho», vol. 37 (1997), pp. 9-23. 48 ii a La persona: dignidad y misterio ySeacion positiva de buscar su bien y la negativa de no utili- ===% como mero instrumento para otros fines porque iria en eee de su dignidad. Nadie (ni siquiera Dios) puede instru- ‘mestalizarla, es decir, servirse de ella tinicamente como medio ‘== sus intereses porque eso significaria que se la esta iden- =Sc=ado con una cosay se esta prescindiendo de su caracter Besonal. Como es sabido, la primera formulacién explicita de ‘m= idea se debe a Kant. «El ser humano, afirma, y en gene- == todo ser racional, existe como fin en si mismo, no mera- ‘Se como medio para uso caprichoso de esta o aquella volun- “== sino que debe ser considerado siempre al mismo tiempo me fin en todas las acciones, tanto las dirigidas hacia si ‘====o como hacia otro ser racional (...). Los seres cuya exis- ‘=a no depende de nuestra voluntad, sino de la natura- “==, denen solo un valor relativo cuando se trata de seres “sv2ctonales, y por esto se Ilaman cosas; pero los seres raciona- “es se denominan personas, porque su naturaleza ya los sefiala =o Anes en si mismos, es decir, como algo que no puede == esado como medio»37, — El valor de ta persona es absolute. La persona es un valor = = misma pero es importante especificar que se trata de un ‘er absoluto. Quiere esto decir, por un lado, que es superior = cwalquier otro valor que podamos encontrar en nuestro en- ‘eo: naturaleza, animales, bienes materiales 0 espirituales. ‘se, més radicalmente atin, significa que es un valor no inter- . Kant, Fundamentacién de la metafisica de las costumbres, Santillana, ‘55 1996, pp. 50-51. K. Wojtyla ha propuesta una interesante reformula- em ée exce principio a través de la norma personalista que intenta ir més alld " ==scarlo al «mandamiento del amor», «Esta norma, en su contenido nega- ‘= ceastata que la persona es un bien que no concuerda con la utilizacion, jes que no puede ser tratado como un objeto de placer y, por lo tanto, =n medio, Paralelamente, se revela también su contenido positivo: la ‘reese es un bien tal que solo el amor puede dictar la actitud apropiada y “See respecto de ella. Esto es lo que expone el mandato del amor» (K. Wes Amory responsabilidad, cit., p. 53). 49 Antropologia: una guia para la existencia cambiable, manipulable o sustituible por nada**. No se puede atentar contra la dignidad de la persona. Por el contrario, la actitud adecuada en relacién a ella es la de respeto, reconoci- miento y promocién. — La dignidad de la persona es el fundamento de los dere- chos humanos*®. El valor absoluto y la dignidad intrinseca de la persona se traducen a nivel juridico-social en la existencia de los derechos humanos o derechos fundamentales que la persona posee por el mero hecho de ser persona y que tienen dos di- mensiones. Desde el punto de vista subjetivo se entienden como los 4mbitos de libertad social que quedan a su disposi- cién y en las que el Estado ni puede ni debe inmiscuirse (li- bertad religiosa, libertad de expresién, derecho a la intimi- dad, etc.). Estos derechos no son concesiones que el Estado hace sino exigencias interiores que dimanan del ser personal y que el Estado, si obra correctamente, no puede menos de reconocer. Corresponde al Estado también promover las con- diciones adecuadas para que la persona puede ejercitar sus derechos de manera eficaz y sin trabas (derecho a la educa- ci6n, a la vivienda, etc.); en este segundo sentido se habla de derechos objetivos. — La dignidad de la persona hace que cada hombre y cada mujer sean irrepetibles e insustituibles. Las peculiares caracteris- ticas de la persona humana nos permiten comprender que cada persona es Gnica y tiene un valor irrepetible indepen- dientemente de sus condiciones fisicas, intelectuales, etc. Na- die puede ser, en sentido estricto, sustituido, algo que se pone especialmente de manifiesto en la familia y en las relaciones en las que media el amor (cfr. cap. 12). 58 Dios es el valor absoluto por excelencia (absoluto metafisico) pero la persona, en su Ambito, también lo es. En este sentido, para diferenciarlo, se podria hablar de un «absoluto relativo». Cfr. X. Zustni, El hombre y Dios, cit, p. 376. 99 R, SAEMANN, Lo natural y lo racional, Rialp, Madrid 1989, pp. 89- 193. La persona: dignidad y misterio La constatacién de este hecho ha obligado a una reelabo- semen de las nociones de individu ¥ especie para los hombres. En el "=o animal lo que cuenta principalmente es la especie; el in- “Seduo esta a su servicio y debe sacrificarse por ella si hace “ssa. Ademés, un individuo de una especie animal -excepto y==2 en los animales superiores- es practicamente equiva- ‘©=t< 2 otro individuo. Las hormigas no tienen nombre. Pero = planteamiento no se puede aplicar sin mas al hombre. La persona no esta al servicio de la especie humana ni los hom- “ees somos intercambiables. En este sentido afirma Spaemann w= *!. — La afirmacién de la dignidad de la persona esté histérica- ew Lgada al cristianismo. Ya hemos visto que la noci6n de per- 2 surgi del cristianismo y algo similar puede decirse del “eecepto de dignidad. La dignidad intrinseca de cada per- ==. independientemente de su sexo, cultura, valor, riqueza, =. solo se ha impuesto de manera efectiva gracias al cristia- emo aunque luego se ha ido generalizando como un valor ci- ~~) que ha sido aceptado (al menos tericamente) por otras so- Secades y culturas. Sabemos que esta no era la praxis vigente == 2 Antigiiedad (esclavitud, limitacion de derechos civiles se- == ls condicién social y el sexo, etc.) y fue la Iglesia la que in- ===> en la dignidad de toda persona. Hoy, la situacién es en °R. SPAEMANN, gE todo ser humano una persona?, cit., p. 22. «En el gé- ss Bamano, la situacién, a causa del cristianismo, se invierte y el individuo © mais alto que el género» (S. KIERKEGAARD, Diario, 1854, XI, Plancta, Madrid p. 485). © L, PAREWON, Esistenza e persona, cit., p. 176. 51

You might also like