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Pere twoce s 147 Tercera oor 159 Quarto aUtO os ABI Quinto auto is? Sesto auto 205 25 237 253 Sétimo auto .. Otavo auto ‘Noveno auto. Décimo auto Onzeno auto a Dozeno auto Trezeno auto a Quatorzeno auto... 301 Decimoquinto auto 313 Decimosesto auto 321 Decimoséptimo auto 327 Decimooctavo auto 335 Decimonono auto... 343 Veynteno auto .. 353 Veynte y un auto 361 Concluye el ator, aplicando la obra al propésito por ue la acabé 369 Alonso de Proaza, corrector de la impressi6n, al letor 311 APENDICE, por Fernando Rayo y Gala Blasco 375 Cuadio cronolégico 377 Docunenacda complement 379 Taller de leetura 389 Expice be Notas ae 425 en el mercado librero, Era un libro, en letra gética, ilustrado con algunas vi iietas alusivas ala historia, que habia salido de las pren- sas de Fadrique de Basilea, en Burgos. Por el momento esta propiedad de la biblioteca de la Hispanic Society de Nueva York, es la m: la Comedia de Calisto y le-Talta la primera hoja, que contendria In portada y probablemente el incpity el «Argumento general» de la obra; liminares, ya que el libro termina con nales del planctus de Pleberio esta Comedia, impresa en Era otra versién en di riantes textuales que no afectaban a la historia y esta cra la novedad— varios textos liminares: por delante, al titulo y subtitulo se Mnurpt Euclad dedaparwes Lib. B ted a Aichi ae dy Cw) Tol,b \ [NFRODUCCION | as AS edits edger 8 (1444) Bigs “«CELESTINA», UNA HISTORIA TEXTUAL COMPLICADA Al finalizar el siglo XV CELESTINA se encontraba ya | menos en una edici6n de 1499. cidn, de la que s6lo se ha hallado un ejemplar antiga de is comsereas de Melibea, ese tinico ejemplar ali6. al comerei sin mas pre Al aio siguiente aparecia en Toledo otra edicion de isa de Pedro. Hagenbach. is actos con numeroxas va- ‘afiadian un prologo o presen- ry PYRO M PINERO Ravine? tacidn en forma de carta de «El autor a un su amigo», once coplas en acrostcos, incipi y argumento general; por detrés, cerrando el volumen, iban seis octavas 0 copkis de arte mayor compuestas por Alonso de Proaza un humanista corrector de la impresidn y vinculado a algunas de las primeras ediciones de la obra [Me Phee- ters, 1961]— que descifraba a tos lectores la leyenda del acréstico de’ Tos preliminares ¢ indicaba el modo «mo se debia leer la obra, Hay una tercera edicion de esta version de la Comedia, con fos mismos textos de la toledana, que publieé Stanstao Polono, en Sevilla, 1501. Es muy probable que ya por entonees circulara una ‘nueva versiGn ampliada: la Tragiconiedia de Calisto y Melibea, en veintiim actos. A la Comedia, a partir del auto XIV s¢ le afiadian cinco nuevos y se terminaba con fos autos XX y XXT, que eran Tos XV y XVI de Ta ‘version primera modificados. Estos eineo fiuevos ufos se conocen como Tractado dé Centurio, ya que Centu- rio es el personaje fuevo que a Ata dhe fh muneros erp ciones y correcciones, y se anadian en los preliminares un proiogo nuevo, que seguia a las estrofas acrdsticas, yen los posliminares tres coplas del autor antes de las ‘octavas de Proaza, al final. La edicion ms antigua conocida de la nueva redac- i6ireCelestina, que se vendia con eT titulo de Tragi comedia, es Ta traducci6n italiana de Alfonso Hor- dognez, fechad en Roma en 1506 [véase E. Scoles {6T], mientras que la primera espariola conse la de Zaragoza de 1507. Parece muy probable la exis- tencia de una primera edicién de la Tragicomedia im press en Salamanca en 1500, y otra de Sevilla, de T502, hecha por ) Polono. De la hipotética salmantt na de 1500 procederia la de Valencia de 1514, impresa por Joan Joffre, pero en esto no hay acuerdo undnime, | mayoria.de los criticos esta edicion asa por ser el texto mas autorizado de ka Tra sicomedia. sswopuccioy " Afios después, en 1570, se difundia una version muy revisada en casa del hibrero Simén Borgonon, de Sala manea, Este texto salmanting es el final de un largo y problematico proceso editorial de CELESTINA en sus aos iniciales, de 1499 a 1570. El proceso editorial, cl ro, esti emparejado —y es posterior— al de la redac- cidn de la obra, que también recibid sucesivos retoques de importancia, Segtin todo esto, el lector « tios estaci c hoy puede apreciar va 0: primero, el auto I, Hama RO que los restantes, hallado manus- ce en Ta carta-prologo— y de autor desconocido: son fos «papeles del antiguo aus for», Luego, la Comedia, de dieciscis autos; en. ter lugar, la Tragicomedia, de veintiun autos, y por dltimo Severson forreaida de Salumanca, 1570, de-mucha ‘menos importancia en la historia anceddtica de CELe TINA para los eriticos, y fuera ya de Ta problematica responsabilidad de Rojas. Conviene saber tambicn que, en 1526, se publicd en Toledo una version de veintidos autos: el nuevo auto, el XIX, llamado «de Traso», atri- buido a un tal Sanabria, es considerado muy inferior al resto de la obra y fa critica no lo tiene en cuenta en el proceso editorial de CELESTINA. Con tan larga y complicada historia textual se com- prenderé que no ha sido facil Hevar a eabo una edicién critica que satisfaga ala mayoria. Hay numerosos pro- blemas de solucion incierta, Existe una edicién critica, de ciertas garantias, de la Comedia realizada por Rank [1978], pero no puede decirse lo mismo de la Tragico- ‘media, mucho més complicada. En el transcurso del decenio de 1960 se consiguieron notables avances en esta empresa: Herriott [1964 y 1966] present6, por pri mera vez, un planteamiento riguroso —aunque no con Vincente para todos— para establecer el texto bisico de la obra, Cotejando cuidadosamente los primeros tex- tos diseiis la collatio de esas primeras ediciones, al tiem- po que sefialaba numerosisimas variantes textuales y agrificas. Fijé varias familias, eneabezada cada una de ellas por un supuesto prototipo perdido, y defendid ki hipotesis de que algunos impresores antiguos echaron mano de dos 0 tres ediciones para establecer Ia que publicaron, Por su parte, Whinnom [1966 y 1967] cuestion® las teorias de Herriott, ya que no era este el modo de hacer de los impresores de la época, al tiempo que él mismo disefaba otro esquema de la filiaci6n text Otro estudioso, Norton [1966], iba por camino dite rente y se ocupaba de la investigaci6n tipogratica estu- diando las caracteristicas de las impresiones espanolas del siglo XVI (etrerias, grabados, colofones, ett.). Em tre otras menos llamativas, lleg6 a la conclusion de que las seis ediciones de la Tragicomedia fechadas, sept sus colofones, en 1502, fueron realmente impresas em tre 1510 y 1520, de modo que la de Sevilla, 1502 procedente de las prensas de Jacobo Cronberger, que habia pasado por ser lt primera conservada de esta versi6n larga, en modo alguno lo es, y, por tanto, no puede utlizarse como texto base para una edicion erica Muy recientemente aparecio, en publicacion postu> sma, la edicién de Miguel Marciales [1985], cuyo texto es el resultado de un minucioso y laborioso cotejo de las impresiones mas antiguas. Sus resultados, sin em bbargo, son muy discutibles —y no solo en el campo de la ecdotica— y el texto que ha fijado es un arquetipo con demasiadas interrogacione: Hace apenas unos afios, Faulhaber dab en dos entregas [1990 y 1991] el manuserito He la Biblioteca de Palacio. Se trata de cuatro obras en- ‘cuadernadas en_un volumen, una de ellas es el auto primero de la Comedia de Calisto y Melibea, no com pleto. Aunque le faltan algunas hojas, el volumen se ‘conserva en buen estado, y Ia letra de los textos es de finales del siglo XV 0 muy de principios del xvi. Con cierta cautela Faulhaber sostiene la tesis de que el m: nuserito es de Rojas, y por andlisis que hace del mis- enonuccion n mo, cotejindolo con I ediciones conserva das, le otorga la primacia a este manuscrito sobre cual: uier otro texto impreso. Ante el hallazgo y las opinio- nes de este hispanista, algunos criticos han mostrado tun entusiasmo excesivo, llegando a pensar que nos en- contramos ante una parte del borrador de la Contedia tentera, debido a ka mano del propio Rojas, que hace luna serie de correeciones al primer auto andnimo. Pero no todos compartimos este optimismo y sobre todo des- pués del articulo que sobre el asunto ha publicado el profesor Michael 1991, pero aparecido en 1992]. Se- lin sus convincentes razones, el eddice completo pro- cede de Segovia y era propiedad del licenciado don Sebastidn de Peralta, riguroso contemporaneo de Rojas y como él estudiaté de Derecho en Salamanca. En el ‘manuscrito eelestinesco han intervenido dos copistas distintos, no muy doctos, por cierto, y lo mas I6gico es snsar que se trate de una copia parcial de la Comedia, npresa en Salamanca o quizit en Segovia y desconoci da para Ia critica de hoy, que seria anterior a las exis- tentes. O bien, podia ser una version que circulara en aquellos afios, cosa nada extrafa. Este Peralta, hombre pudiente y amante de los libros, Ia babria guardado como recuerdo de sus afios de ¢studiante y luego la encuadernaria con otros papeles. De cualquier forma, hay que estar atentos a Jos estudios que este manuscrito de Palacio va a generar y a la valoracion que de! mismo se haga para una mejor interpretacion del arduo pro- ceeso de redaccién de CELESTINA, IL) UN TEULO CAMBIANTE Y UN GENERO INCIERTO Esta_andadura cambiante_de las primeras ediciones se manifiesta tambicn en el titulo con que se difundia la-obra. Al principio se conocia, como queda dicho, gon el nombre dé Coniedia de Calisto v Melibea, ¥ poco después, cuando se retocs en detalle-y se le aiid cl PEDRO ML PINERO Rasinez Tractado de Centuio, se divulgs como Tragicomedia de Calisio-y-Melibea,-camTbT0-que pone de manifiesto la Ce ae habtaremos mis por extenso. Plato habia {a antigiedad el término «tragicomedian, y puesto jocoso, se lee en el prologo de su Anfitridn. Lo més probable es que Rojas no lo tomara del cémico latino. pues sus obras no eran muy conocidas en Cas- tilla por entonces, sino de Carlo Verardi, que lo utilizé para su Femandus Servatus (1493), que se lefa en la Peninsula por los aitos en que se compuso CELESTINA, Se vendié también en varias ediciones sevillanas (las {que hasta los trabajos de Norton se tenian como de 1302) bajo el reclamo de Libro de Calixto y Melibea y de (a puta vieja Celestina. En una edicién de Alcala (1569) se_utilizaba, por primera vez en Castilla, el r6: tulo de CELESTINA, que es el que ha quedado; habia aparecido, en 1519, en una traduccion italiana de Hie~ ronimo Claricio. A todo esto hay que afadir que en la divulgacién de la obra se documentan otros titulos, desde luego no impresos, y que ponen en evidencia’ muy a las claras que también en este asunto la diversidad de criterios entre sus lectores fue notable. Asf, cuando don Alvaro de Montabin, suegro de Rojas, pretendi6 echar mano de él como abogado para que le Hlevara la causa en el proceso inquisitorial en que estaba implicado acusado de judaizante (1525), se teferia a Rojas como el «que compuso a Melibeam. Y el mismo Fernando de Rojas lo que ya ¢s més llamativo, sin duda— cita la obra en su testamento (1541) como «el libro de Calisto» Justamente Proaza, en una de sus octavas epilogales. la llamaba también «Calixto». Las peripecias de tan proteico titulo a lo largo de las ediciones anteriores al siglo XX han sido contadas por algunos eriticos y en lt actualidad se aboga por CELESTINA, sin el articulo, Des- de luego. asi se citaba en muchas de las obras de los Siglos de Oro: por ejemplo, en el Tesoro de la lengua ‘acuiado en rmopuccios is (1611) de Covarrubias se lee al explicar el nombre de Melibea: «Nombre compuesto por el autor de la tragi- comedia dicha Celestina.» Este proceso de variacién del titulo no es baladi. Re- fleja =o encubre?— las diversas posturas del autor, y de fos lectores, en la consideracion del género de la obra. Primero se la conocfa con el nombre de comedia. Com tal fa estimaria al principio Rojas, conocedor de Us eovnaeata Tati que se extudiaba en Tes alas univer- sitarias. Plauto y Terencio —y muy especialmente este imo ran autores lekos no so por eT valor lite~ Tatio de sus obras, sino por el latin fluido y cotidiano car que esziibvan 10 que-ayudaba, sin duda, al apren- diraje de Ta lengua de Roma por parte de los estudian- tes. En los acrosticos preliminares Rojas clasifica los Papeles encontrados def «antiguo auctor» como de obra Udrencianases-biea lusgo, enla version para Ta 77a gicomedia,’ modificara la frase en «lengua romana» (pag. 84). Y Proaza, haciendo la presentaciin de Rojas cn las coplas finales, To incluye entre Tos mis destaca- dos autores de la comedia clisica, la antigua y 1a mo- derna (pag. 372) De modo que parece evidente que para Rojas y sus lectores la obr ‘uadraba sin mas en el género dramético, en Ta Tinea de Ta comedia romana La polémica surgié de inmediato, pues para algunos lectores el final trigico de la historia cuéstionaba este encuadre dentro-de ta-comedia, pero no su naturaleza dr ‘a. Se planted asi el primer niveT'de Ta coniro- ia: obra dramdtica, si, pero ,comedia. A esto respondia Rojas: 1o uno y lo otro (oni fo uno ni To ofto?), tragicomedia, EI término hibrido —proce- dente, como queda dicho, dé Pfauto via acua entonces en nuestras letras y luego se afianz. hos lectores del siglo XX nos parece de lo mas corrien- te del mundo, desprovis © jocosa, pero creo qui contemporineos de Roj : toda connotacién in Seria asi para los Tectores is. y desde luego no para este, te PxDm0 w INeRO Bawinee tan ambiguo en sus eseritos de presentacién. {Estaba creando Rojas una especie de bucivelmo festive? {Le interesaba realmente tan «ardua» polémica? Situada Ce LESTINA en el medio para el que fue eserita el mundo universitariosalmantino, como mas adelante vere mos—, {el terminajo tragicomedia no sonaria como una outade entre entendidos que estaban hastiados de tan- ta reglamentacidn academicista de la literatura? {Qué ‘mis daba? Al fin y al cabo era un encorsetamiento mis ‘que la obra venia a transgredir como tantos otros. Pen- Samos que Rojas lo dijo bien claro: (tr0s han litigado sobre el nombre, diziendo que m0 se avia de llamar comedia, pues aeabava en titeza Sino que se Tlamasse tragedia, El primer autor guso darle denominacion del principio, que fue plazer.y lls méla comedia. Yo, viendo estas discordias, ene estos estremos part agora por medio la port Bicomedia (prologo, pag. 92), EL titulo de las ediciones sevillanas conocidas como de 1502 hablan de otra interpretacién. O al menos a m{ me lo parece. Fs mis que probable que este nuevo rotulo de Libro de Calixto y Melibea y de la puta vieja Celestina no sea de Rojas, sino de ios editores. y Ia denominacidn evidencia ahora el entorno sentimental y ino de la obra al enfrentar el mundo noble y representado por los dos jovenes enamorados, al bajo y plebeyo encarnado en la vieja aleahueta y st compaitia. Se orientaba asf hacia una lectura del texto algo diferente, en la que se queria ver, sobre todo, sv relacién —y dependencia— de los relatos sentimentales tan de moda en Ta €poca, Bien es verdad que este titulo rho tuvo mucho éxito y se arrumbé bien pronto. Mi adelante, la denominacién nueva de CELESTINA orilla- a la polémica y los editores se inclinaban por una me jor difusion de fa obra en su mas facil comercializacion sin duda este r6tulo era un acierto comercial, al tiempo a la vieja aleahueta-hechicera en hero mxmnopecciox v primera de la historia, desplazando a los protagonistas nobles, los dos jévenes amantes. De este modo resulto sal revés de lo que requerian tanto la moralidad cot vencional como la tradicién literaria de la época» [Rus- sell, 1991, pag. 24) De cualquier forma, esta obra escrita para los medios universtarios debia de difundirse, en sus primeros tiem pos, por medio de la lectura, Alonso de Proaza lo ma- hifiesta en una ostava al final det Toro, ar el sia He vee de enc leyendo sta agi (pag. 373). Claro-es que no era una Tectura sin ma sino que en ella ef Tector tiene que aproximarse aI Jnterpretacion, intentando, con esta feeTacion Quast raps0dica, interesar a su auditorio, Tustamente el he de considerarla como «teatro pari la lecturas-abria Tas pcras para-quelgunos 1a casficaran. dentro del-ge Nefo-novelesco, més amplio-e impreciso que el drami- 0. Y esto es lo que sucedié en el siglo XVIITy gran parte del Xx" El mismo Menéndez Pelayo, que-no pi Fecirestar muy de acuerdo con esta afiiacion novels tia, incluyo su estudio en los Origenes de lu novela, Para una buena parte de la critica del siglo XX este asunto Ta tomado fos aires de-una polemics arduar que todavia hoy viene dando sesudos trabajos. Sin entrar en la consideracion de aquellos estudiosos que vefan en la obra reflejado ef espiritu burgués de Ia novela [Ma- ravall, 1964], o descubrian en algunos de sus personajes las posibilidades novelisticas contenidas en su caricter y derivadas de sti comportamiento [A. Castro, 1965], las posturas de Ia critica contempordnea se pueden di- Vidir en tres! aquellos que consideran la obra como dra- ma, os que la tienen por novela y aquellos que resalta a singularidad manifiestaco_su imposible inclusién: a clasifieacion generica al uso. De las teorias que sobre este asunto se han difundido el siglo XX, la mis Sugerente y-attactiva —pero ta Ww Peon SEO ase big la menos sostenible— es la de profesor Gilman {issey-Ceuernen es sdilogo putos- anterior lane vela y a-drama a To ‘Virtualmente conticne. En ‘Smdea> por su repetbe-oignalidad, a obra cheat peer. usta lids de un mod Giga aS desacat ou (coral dogo ta era. El lengua de CELESTINA se caracteia, se gin Climan, por una profunda inencionalda: ese Enimente ex lenguaje hablado, en el sentido de que parece emerger te una vida y diigise a ota, Clg Pelabra, cade frase, cada gesio se apoyan en un yoy eran td Para Rojas el didiogo ex el lenguje que re Sula" del encuentro de dos vas, En este ddlo fy personajes ce halln a msm y uno Oy haan apr as poets Cons gd OF Se Wee Ca Vk de Celestina, como la de los demé: Gilogo 3 Wace en el diatogo tos de fa palabra de Tos hal y igicomedia estn subordinados a esta situ [1970, segunda edicién] Cr leno a la tradicion dramé: tica.constituida por la comedia romana, Ta comedia ele- seiaca medieval y sobre todo 1a comedia humanistica, ‘un destacado desarrollo en Tt les de Media. La obra de Rojas se convierte, para ‘estudiosa, Eh una de las tiltimas producciones de te género, si bien la mas importante, En si se desarrolla una comedia humanistica en I ‘que en las comedias roma y dose en un tiempo dramitico mas dilatado. La historia central se basa en un aty ‘mento bien sencillo: es una historia amorosa, en la que criados y tercera secundan a los jévenes enamorados, y se situa dentro de la realidad mas contemporanca erronccion » c la vida diaria de la época, lo que a Ia presencia de Ia satira en sus incidentes. Esta misma riqueza se da en la caracterizaciOn y tratamiento de los personajes: los criados —que reciben una mayor atenciOn— manejan, con la ayuda de Ia tercera, a sus j6venes amos, que se dejan llevar por ellos sin apenas. resistencia. No ocurre lo mismo con las damas, que se presentan en esta comedia humanistica mis activas en Ta busqueda del amante y mas decididas en las cuestio- ‘nes de amor, al tiempo que hay que destacar unas re- laciones mas estrechas con sus padres. Con abundantes datos y una brillante exposicién Lida convencié a muchos estudiosos, de modo que su teoria, se ha venido afianzando con el paso del tiempo. pero, también es cierto que ha provocado una mas solida ar- ‘gumentacién por parte de otros que en nuestros dias ‘mantienen la filiacion de la obra castellana dentro de la comedia romana, en especial la terenciana. Estos, comentaristas sefialan numerosos elementos formales y compositivos, temiticos y téenicos: el tuteo culto de ascendencia erudita, la ciudad andnima, el empleo del, aparte, las parejas de personajes del mismo oficio, sus nombres, el estado social mediano —las burguesias ate niense, romana y castellana— de las clases mejor situa das, etc., son de indiscutible procedencia clisica. Entre los mas recientes criticos que defienden este entronque romano hay que destacar a Fraker [1990], para quien el «amtiguo auctor» y Rojas vivieron, y escnibieron, en tiempos en que estaba de moda en Castilla la comedi latina, en especial —como queda dicho— la de Teren- cio. Fraker ha puesto de manifiesto la huella incontes- table de Terencio en CELESTINA y ha mantenido con argumentos bien fundados que la hum: ho es nada mas que una variante ‘otra cosa— de la latina, y que apenas si tuvo difusion en Castilla, Russell, en’ su reciente edicién [1991], se decanta sin titubeos por situar Ia obra de Rojas entre las imitaciones de la comedia clasica Pero Ia polemic sonind, pra tr sor dea THRE PrIerG=y Severe aespute son quienes eited etueftoa ecar Dey mond {197} pena que CHS es un novela i Fee ne TaOON-W-eoredia umanistea omciade 5 pa Ce San Soe Sa UE eT OCTET cat a uaeea te ee Se peerage ia. A partir de esta wea Beabrove Beets ears y cinporade a protco. Falseyerin (1985) jzmslzando al pormenot lat open Heats constroctivany de deales de CELESTINA coh Beigecio alos relaios eamentalesen general ya Cr ter oe a bee Gaisios gas trea cca sea Sere teal ge gta escats cms Bi eticr Dan Quijotorcon ar weal Lieraro a coc fatisido contra un mcdio tn host como el de abe ie eactccs Hilo dScverin es excien tose nO pe Gaerne Gh Ta eaboracion parédica de Calisto, y de otros per aT erey ates ce ranrtar eons cn isles te tate spinosa ro Ren Sie taliyicpcaane oven, us rasgos y comport cctamenie niovelifa-de Diego ie San Redso. Y basta por ahora de Enero, que es ya demasiada tinta la vertida en ese asunto, Es piedra que, como el que no quiere la cos, colocé Rojas en el camino del lector, y alll vamos todos a tropezar una y otra vez OF muchos concep ~aetiniisamente en cio el dcbio de mernopcecio que poscemos sobre Rojas no 0 jergehiar hoya semblanza humana cesta obra oniea de Ta titeratura lave de for acrostcos proemiiales, Taclitaba al lector algunos datos bisicos. Se lee en ellos: «EL BACHILLER FERNANDO DE ROIAS ACABO LA COMED! VAN.» Pero ademas, ¢ -prologo de la Comedia ;proporcionaba a su amigo otros datos sobre sus es- tudios y redaccién de la obra: era jurista, y_ aun_ast, como por entretenimiento, se hobla-airevido a. escribir tal bro ajeno-a su principal estudio. Y-para, colo. 10 habia redactado e1 linee dias vacaciones que- Gales ee ne a marchado a sus pueblos a disfrotarlas, No hay razones parang erecta uso hombre. peo imped se ple Seawidar qu ier = a! os ‘es que en los documentos hallados y publi- cados por M. Serrano y Sanz [1902] y F. del Valle Ler- sundi [1925, 1929 y 1930} se ha_podido_confirmay mayor parte de los datos qué-Rojas ofrecio: habia na- Gidoren Ta Puebla de Montalban (Toledo), alrededor de 1476. Sus padres fueron Garcigonzzilez Ponce de Rojas, de ascendencia asturiana, y Catalina Rojas. Curso De- recho en Salamanca, donde parece con toda probabili- dad que redacts la Comedia, y vuelto a su pueblo na- tal, residi6 alli los aftos iniciales del Quinientos, hasta finales de la primera década en que se trasladé a T: lavera de la Reina, donde se caso con Leonor Alvarez de Montalban, con la que tuvo varios hijos, y alli per- —_— manecid hasta su muerte, aeaecida en 1541. Su vida en Talavera hubo de transeurtir en una aceptable y levi dera aurea medioeritas, sin noticias de relieve, sobre: saltos mayores ni grandes problemas economicos, se ‘gin la documentacion que nos ha Megado. Bien eons: derado entre sus convecinos, logré reunir una fortuna ‘mis que mediana y varias propiedades, y cjercio como alealde mayor de Talavera en 1538, aunque su vivir cotidiano —como se deduce de su testamento y rela- cidn de bienes— debio de ser en extremo austero. En la primavera de 1541 moria Rojas después de haber pasado la mayor parte de su existencia —un buen tre cho de ki madurez y toda la vejez— en el mas sien cioso apartamiento de la vida literaria justamente en aquellos anos esplendorosos de la primera parte del siglo X¥i, y luego de haber escrito nada menos que Ci LESTINA, libro sorprendente por demas. La verdad es que esto resulta, cuando menos, algo extrano, y desde luego excepcional, Para algunos estudiosos, este silencio contumaz esti en relacion —de alguna manera— con su conversismo y la situacion especial que de ello se deriva. Parece ierto que Fernando de Rojas era converso en cuarta generacién, pero no esti tan claro —en contra de 10 {que ha presumido Gilman [1972] que su padre fuese judaizante y muriera en la hogueta, esti probado que su suegro, don Alvaro de |. converso toledano, tuyo mis de un proble- ‘ma con la Inguisicion, que lo encaus6 al menos en dos ccasiones. En una de ellas, en 1525, quiso que Io de- fendiera su yerno pero el tribunal no lo permitio, sit duda por no hallarlo exento de sospecha, De modo que as judiciales —no tue este el tinico caso que se eonace— por problemas de rivados de los grupos neocristianos de st entorno. Lo qu OF ver todavia —pienso— es et medidhs su situacion de-converso, cuando menor moda ch aquella Espana de ta primers parte del Qui wvo_que ver con cl espititu, timo de CELESTINA.. Fue don Américo Castto quien mont6 esta interpre- tacién con la pasion y la agudeza que le earacterizaban, primero en un articulo cle 1929'y luego en un libro folemin x agetvo: a sus estudios y preoupacc nes, lo eval todo huele escandalosamente topic proc mal, dentro de ls formulas de la capt benevoleniae LA FORMACION UNIVERSITARIA DE ROIAS Y LAS FUENTES LITERARIAS. Parece que todo el mundo esté de acuerdo en que Rojas escribié su obra en Salamanca, en un ambiente Universitario y para un cfreulo de lectores cults; y fue durante los diltimos afios de estancia en la ciudad del Tormes, concluidos sus estudios de Derecho —o al tem po que Jos conclufa—, con una formacién ya sida y on un buen bagaje de lecturas que se nos antojan mvs frescas al repasar las paginas de CELESTINA. Sin duh, el mundo universitario, con todo lo que de redicho te ne, pesa sobre los personajes que no ocultan sus nocimientos recién adquiridos. Hasta los criados de Calisto =y ellos més que otros— alardean de las en diteces que aprendian en tas aulas y de las que luce presumfan los estudiantes en las reuniones cult los bulliciosos mesones de la ciudad. Adem, 10 st lvide que eran aios, estos del temprano renacimien. de alardes académicos y los nuevos humanists 00 > wmocccion dian —ni querfan— ocultar sus conocimientos. Era la moda, y Rojas desde luego no se resistid a ella. Por otro lado, su formacin, aunque solida, no fue nada excepcional. Fue la de un buen estudiante, 0 poco, mis, Otra cosa es su capacidad de observacién y su maestria a la hora de plasmar la realidad, su finura de anilisis del comportamiento de sus contemporiineos y {del hombre de todos los tiempos, y las dotes de escri- tor, en todo lo cual si fue excepciona El estudio de las fuentes, y consiguientemente la for miguel tuior=o mejor fos autores —, ayer tame (BET COMprERERT COW mis Justezn Y PrecOn eT en ‘Wao ttm de Ta obra Hay-que emperar, os parece, porta Tormacton juridica de Rojas, ya que, como se sabe, estaba metido entre libros de leyes cuando escri- bi6 la Comedia, y luego ejercid esta profesiGn a lo lar 0 de su vida. El primer comentarista de CELESTINA, 41 mismo abogado, que dejé ampliamente anotada la obra en un manuscrito que se guarda en la Biblioteca Nacional de Madrid [Ms. 17631], puso ya de manifies- to, en la segunda mitad del XVI, cudn abundantes son las huellas de los textos legales en la obra de Rojas. Los estudiosos actuales [Russell, 1978, pags. 295-321, y Corfis, 1989] han confirmado cémo la formacién juri- ica de nuestro escritor aflora de continuo en sus pé- sginas. Ni que decir tiene que hay mucha ironfa despa- Framada en la obra sobre la igualacién de las leyes para todos y sobre los métodos de la administracion de ta justicia al uso en aquel tiempo, pero todo dicho en un enguaje con precision de experto que escribe para lec- tores —u oyentes— entendidos también en leyes. El analisis del inventario de la biblioteca de Rojas, como han hecho algunos estudiosos (Gilman. 1978, Pigs. 416-440, y Labandeira Fernandez, 1987, entre otros), es una ayuda valiosa para aclarar mejor las fuen= tes de la CELESTINA. No puede decirse que la coleccién de libros que dejé Rojas al morir sea excepeional, mas bien podria parecer lo contrario, pero, por la rareza de ee Jos libros y su precio elevado en la Epoca, creemos que st: nimero y titalos conforman una aceptable bibite para un intelectual de la primera mitad del Quinientos, EI grupo més destacado lo forman los libros de lees, mientras que los que se retinen bajo el epigrate de bros en romances, con ser pobre, recoge una buen parte de las obras que los comentaristas han ido des Eubriendo como fuentes basicas en la claboraciin de CELESTINA. A este respecto hay que consulta li ob de Castro Guisasola [1924], que es el primero qu ite i6 a los estudiosos el anilisis y la valoracion de cin junto de estas fuentes. Afios més tarde, Maria Ros Lida abundaba en esta linea en su estudio magno, Lo riginalidad aristica de la Celestina [1962], A estos bs trabajos basicos de conjunto se han venido anadiendo ‘otros parciales, monogrificos y puntuales que han ido ‘ensamblando el mosaico de fuentes que sustena la ob No siempre estos autores —el «antiguo auctor» y Ro jas— acopiaron de primera mano el material wizalo [para redactar el libro. A veces, como era habitual en ‘aquellos aiios, recurrieron a florlegios de senencis de escritores anteriores que difundian con faclidad, en ci modos resiimenes y repertorios escogidos de frases, el 0 de los mas destacados filésofos de la a tiguedad clisica o de senalados maestros mis reciente, como es el caso de Petrarca De entre los antiguos cabe destacar as huelhas de AristBteles_y_ Seneca [Fotherpll-Payne, 1988] en ls ppréstamos de sentencias, y las influencias de Plauioj ‘Terencio en la composicion dramatica de i obra. Ade mids hay que tener en cuenta Tos préstamos derivads de los libros de Boeci Mis abundantes, y no menos sigificativas, son bs ‘obras del Medievo que cimentan el entramado ideo ico y consiructivo de CELESTINA. No se pueden si: Tar todas en estas piginas introductoras, pero eso gado detenerse en algunas de ellas cuyo inluj es mis eterminante. Deyermond {1961} ha llamado la sew cin sobre la presencia del De amore de Andrés el Ca- pellin, que se encuentra en el mismo arranque de la bbra, el encuentro de Calisto’ y Melibea del principio. Dentro de la literatura vernacula nuestros autores co- nocieron y utilizaron obras muy lefdas en los ltimos ‘decenios del Cuatrocientos. A finales del siglo pasado ¥ principios de este, algunos comentaristas —de modo {special Menéndez Pelayo y Cejador— magnificaron el papel de mentor del Libro de buen amor. Esta influen- Gia se encontraba sol ii ua Serie de reminis- cencias eventuales que inspiraban algunos pasajes de CELESTINA, en la elaboracion del cardcter de la vieja eg aumento a erro ein sarees eee sglin estos criticos— de la parafrasis del Pamphilus que se lee en el libro del Arcipreste de Hita. Pero no dejan de ser hipotéticas reminiscencias diluidas, en modo al- ‘guno coneretadas en las paginas de CELESTINA ‘Como era de esperar, las influencias se multiplican y adguieten mas importaneia a medida que el critico se acerca cronoldgicamente a la época de redaccién de CELESTINA. Rojas fue, sin un buen lector cade ee eee iapdento noe ge CA einicteges siete nseren cnepiiacieiee cl.Libro del Arcipreste de Talavera, y si no se le puede atribuir'a lnifluenla de este tratado —o para ser mas exactos, a sola su influencia— el cardeter antifeminista de abundantes pasajes de la obra, por la sencilla razén de que el misoginismo eta moneda comiin de numero- 0s libros de la época, no se debe callar la deuda esti- listica que las paginas de CELESTINA tienen con el Cor acho, En la prosa de la literatura finimedieval pugna- ban dos tendencias encontradas que, salvo raras excep ciones, nunca lograron convivir en armonia a pesar de os muchos ensayos de los escritores castellanos de aque- lla centuria, En el libro de Alfonso Martinez de Toledo. sncontraron fox autores de CELESTINA Tas dos mOdg]f< - dies de fs prosa sobradamente ejemplificadas: por un lado: la manera dct esto clegame 5 por ato, ¢1 uso abla populir que, empieado en Wa Obra esc, ius dimension atti. El gosto por bles enumeraciones de nom ientos, hierbas medieinales, etc.,.que hace Pir wo en el auto I, o las conocidas diatiibas de las ra mieras contra Mclibea y las sefioras en general de los argos parlamentos del auto IX son muestras incontes- tables de la presencia del Corbacho en CELESTINA Por otto lado, H. Salvador Martinez, en un trabajo de hace unos atios [1980], ha contabilizado los recuer- ddos en los planos verbal y temitico del Didlogo entre el amor y un viejo de Rodrigo Cota que se hallan no ‘Solo en el auto I —que puciera ser, seein algunos, del propio Cota—, sino también en otros momentos del desarrollo posterior de la obra. Y también las reminis cencias de los eseritos de Mena, de modo especial el Laberinto de Fortuna, se pueden localizar en diversos ppasajes, segiin han anotado los comentaristas del texto. ‘Al lado de estos débitos hay que situar la presencia dde Ta poesia lirica (en su influencia temiética, conce ial y de discurso), la cancioneril y a tradicional. Tam bién, aunque mas coneretos y puntuales, hay recuerdos del romancero. La deuda de CELESTINA con las obras de fiesion sen- timental en general, y en especial con Carcel de amor, ¢s importante. Los préstamos verbales de esta obra son relativamente frecuentes. Esta influencia se ha esclate cido en toda su dimension, gracias sobre todo a los trabajos de la profesora Severin [1984, y en especial el tltimo de 1989}, y el estudio de M. Eugenia Lacatra [1989], que subrayan las claves parddicas de muchs de estas Teminiscencias, siguiendo Tas paultas que Martin [1973] dio para la interpretacion parddiea de Casto como amante cortés. Ademis, Rojas tuvo que conocet también las historias amorosas que eseribiera Juan d& Flores y el Siervo libre de amor de Rodriguez del Pe dron, que se difundia manuscrito por estos altos de fi nals del Cuatrocientos Ta difusio Iimpresas, de tas obit de Tos primero Thu afanos que se Tefan por Europa occidental como verdaderos ¢lsicos, fue finales del Xv. Rojas estaba imu aT tanto de"esta-difusion, por los-atios de redaccion de Crt sign se encontraban es Peninsula. on tellin, La Fuameta (Salamanca, 1496) y Cala de prin. tipes (ScCEPIOEY- ademas de Tos poe fl Filostrato e'll Flocolo, obras todas de Boceaceio. que. podian leerse en tempranas ediciones milanesas Por tos msmos afos (1496) se encontraba también en eTmercado salmantino la traduccion de tatiana Ue amores adulteros, Ia Historia de duobus ‘manibus, que conoceria nucstro autor, pues en las Biginis de CutesriNa se han hallado algunos. présta- mos de esta obra de Encas Silvio Piccolomini el futuro Julio II, que tuvo una aceptable difusidn en Espata, Eaux pga aprons como cn fs de Boccaccio. OSS eT as Sotto fos aramtes aes exteriores reveladoras de Ta pasion que Tos cs Potaea elautor que ms profurda y exte Sen Rous. Gu af reductar Ta Comedia tuvo caren, sabre todo, el De remediiy uriusque JOrne. hae, cuyos préstamos concépivales ¥ ingUistices son hu imerosos [Deyermond, 1961], tambien el De rebus fa- mmaribus y et Bocolicim Carmen. E|-De remediis es tn divulgado tratado moral leno. de ensedlanzas. para poder combatr Tos eribates de la'adversa fortuna, que Sefiorea el destino de Tos hombres de la €poca, con las mévimas de destacados pensadores del pusado, pags. nosy erstianos. Cuando Rojs escribe el nuevo irarquista (prefacio deli tlosa, que le da Ta oportunidad de extenders re Poa a Prowo mF pensamiento procedente de a filosofia heracltiana de notable impronta pesimista: omnia secundum lier j 1, Por cima de los chistes, las escenas de humor y Tas numerosas situaciones parddicas, el impacto de est prélogo desazonador acompafara al lector a lo largo de toda la obra, El lector esta ya avisado, No se agotan con estas fas deudas de CELESTINA para con los escritos de Petrarca. Para Rojas, como par tantos otros en su tiempo, Petrarca fue un inagotal arsenal de sentencias. A este respecto, Deyermond bien claro que los débitos petrarquistas se registra solo a partir de la segunda escena del auto Il, lo que vie a demostrar que el «antiguo auctor», que era otro, conocid las obras del escritor italiano, Los comentaristas han ido descubriendo y valorando tun buen mimero de fuentes, por lo que podemos hoy afirmar que en este terreno se ha avanzado mucho, aungue queden cosas por hacer. Por ejemplo, por in dicar s6lo un caso apenas estudiado, qué se’ sabe de Ja influencia de la Vision delectable, de Alonso de la Torre, que es un libro que se imprimi6 por aquells fechas (€, 1497) y que Rojas conocié @ buen seguro [pues tenia al morir un ejemplar? Y si aceptamos —con toda la cautela que se quiera—que Rojas era eonverso Y.que esto, aunque en minima medida, podia orient algunas de sus lecturas, ;qué se puede decir de lain fluencia de los libros que recogian la sabiduria del mun do hispanojudio, y también hispanomusulmén, en las paginas de CELESTINA? ‘Con todo lo dicho, CELESTINA se nos presenta como obra eserita por y para universitarios. En su imprestin: dible libro, Pedro Citedra [1989] hha puesto de ma nifiesto cGmo en las aulas salmantinas de la segunda Iitad del Cuatrocientos los profesores exponian su doe {rina sobre el amor. En aguel mundo intelectual, al eclinar la Edad Media, se discute sobre el naturalism Amoroso, y estas discusiones tedricas se trasvasan, fu a ya dei recinto académico, a otras obras de contor s7HoDuccION ‘macidn diferente, De entre aquellos profesores, en la época de Juan IL, destacaba Alfonso Fernandez de Ma- drigal, ef Tostado, cuya doctrina se presentaba en di- versus obras que marcaron la pauta a posteriores tra- tados, como los del médico humanista Lopez. de Villa- lobos, que comparti6 con Rojas afios de estudios. Pero, lo que hizo verdadera mella fue De cémo al hombre es necesario amar y si ama que se turbe, como rezaba el titulo de un tratadillo anénimo que corria por entonces, y que la vieja Celestina demuestra conocer tan bien, eatin el empleo que hace de sus razonamientos para seducir a Parmeno y a Melibea, y en el anilisis que hace de la situaciOn: «Has de saber, Pérmeno, que Ca- listo anda de amor quexoso; y no lo juzgues por eso por flaco, que el amor impervio todas las cosas vence YY sabe, si no sabes, que dos conclusiones son verdade- ras: la primera, que es forgoso el hombre amar a la muger, y la muger al hombre; la segunda, que el que verdaderamente ama es necessario que se turbe con la dulgura del soberano deleyte, que por el hazedor de las, ‘cosas fue puesto porque el linaje de los hombres se. Perpetuase, sin lo qual peresceria, Eno solo en la hu- ana especie, mas en los pesces, en las bestias, en las, aves, en las reptilias, ¢ en lo vegetativo algunas plantas, han este respeto, si sin interposicin de otra cosa en Poca distancia de tierra estan puestas, en que ay deter- minacion de hervolarios y agricultores ser machos hembras» (pig, 128) Si, CELESTINA —desde el auto I andnimo hasta ta continuacion rojana en la Comedia— fue escrita en aquel ambiente académico, «Obras como la Repeticion dde-amores de Luis de Lucena y el Tratado de como al hombre es necesario amar, asi como también la misma Comedia de Rojas circunseriben su pensamiento y has- ta su deseo de teorizar sobre el amor en limites litera~ tos genéricos, no tan estrechos como para que no asis- tamos a un proceso de comunicacién y contagio, que Se da en estos textos literarios direetamente relaciona- ae dos con la cultura universita pag. 14], Para terminar, qué decir de las edelectables fonte zicas de filosophia» que manan de sus paginas? ; Fon tezicas? Mas bien parecen inagotables manantiales que 2 veees con incontenible poder inundan a los hablantes y de paso a los lectores. Manipuladas unas veces, ac. modadas a la situaciGn otras, torrenciales con demasia da frecuencia, estas retabilas de refranes, sentencias, rmawimas, pensamientos, ete., que Se Nos vienen eneints no tienen del todo sentido sin granu salis. Los lectores de CELESTINA se sonreirian —y alguna vez se carcajea rian— de tanta filosofia en pastllas para navegar con ‘buen rumbo y mejor destino por este tempestuoso mar del siglo. ;Pero acaso los tratados morales de sesudos autores no estaban atiborrados de estos consejos ents bletados? {No se hartarian los universitarios de tanta sabidurfa émpaquetada como tenian que consumir en las paginas de sus insufribles textos? Y para colmo, resulta en nuestra obra que tanto consejo no sirve para nada, porque ademas alli da consejo hasta el mis sin vergilenza de los criados. Todos a adoctrinar con lay fontezicas insoportables de filosofia, y nadie a escuchat. Hasta el punto que Sempronio, uno de los mas sentert ciosos, en un momento de sinceridad, diri a Calisto «Haz ti lo que bien digo y no lo que mal. hago (pag. 105), que por cierto y no podia ser de otto modo— eS a su vez un refran que registra, entre otros, Cortes. No ere que tengamos que insistit —busta con leer la obra— para entender, como ha indicado Russell [1988]. que al lector de entonces, y tambien al de abv ra, se le venga a las mientes inevitablemente la Floresta de philosophos. No nos cabe la menor duda: eran los universitarios quienes podian entender en toda su profundidad y am plio sentido CELESTINA, que se nos presenta ahora, @ Ia vista de todo lo expuesto, como una obra liena de uifios, pero solo para los entendidos. Como el Libre a» [Catedra, 1989, de buen amor, CELESTINA fue libro para iniciados en. los conocimientos que se adquieren en las atlas univer sitarias, y s6lo asi se puede «colegir Ia suma». «Pero, aquellos para cuyo verdadero plazer es todo, desechan, ‘el cuento de la hystoria para contar, coligen la suma para su provecho, rien lo donoso, las sentencias y d ‘chos de philésophos guardan en su memoria para tras poner en lugares convenibles a sus autos y propdsitos» (Prologo, pig. 91) y se puede = Conia aparece en 108 pielimi- ts amor de final desastroxo se de- con escisez de personajes: dama y gal, con Sus respectWvos criados, y Celestina, con sus_pupilas, ris fos padres de ln dana. En total son trece os que fabian y hablar agus ser— en of ranscurso dela storia, Esta senciler argumental y esta parquedad de personajes se-dan en Taina de la comedia antigua y umanistica. que inspiraron a los aufores; pero tambich én Tas narraciones sentimentales la historia es bien sim- ple y Tos personajes pocos, al menos los que tienen Parte activa en el proteso de la fabula. De fste modo hestros autores tomaron de estos modelos las lincas maestras para fos caracteres de sus personajes, que fu ton bautizados con «nombres hablantesm, segin les fa. cltaba la comedia antigua, A este respecto esribe Ru Sell: «Como para subrayar la ascendencia de la obra castellana, esta hacia suyos no pocos nombres de per- Sonajes terencianos: Sempronio, Parmeno, Crito, ‘So- sia, Cremes, ete. Efectivamente, todos los nombres per- Sonales usados en obra, aun los que no son de origen terenciano, son, como pedia ta costumbre romana, “nombres hablantes” que. cn su mayoria derivados del 8 PeDwo m.piseno 1 ego, petsonifican un rasgo principal del carder en Eesti 1991, ps. 2). Ta adiiracion que causaron las grandes figuras del teatro de Shakespeare, que empez6 a difundirse en | Peninsula a partir de mediados del siglo xvi, cond tion6 a la erica romantica espaitola, que cars ia mano ala hora de interpretar los personajes dle Cri stiv fen el sentido de convertirlos en antecedentes magni 0s de los ereados por el dramaturgo ing aureola heroica y con un aire fatalmente triico que fora lo sabemos, no parece corresponder con ta tes lidad ni con el comportamiento de nuestros heroes ‘como vamos a ir viendo. En otro sentido, y dentro del planteamiento que en ea malo ean haciendo, a cea mo ta j hablando muy a grosso modo, en do: Poems, Tue detienden que Tas Tiguras ceesiness son creaciones personalisimas e individualizadas. ca ops [ML Ros. Lida. 1962] fenen que en CELEStiN\ n considerar verdaderos ca illon, 1961], los personajes son tudes vitales estilizadas por un {Gilman, 1974}, tos per najes eos, com la excepeicn de la vieja slew Tweta, no son caracteres sino vidas exteriorizadas en Palabras; estén concebidos como interlocutores en un Glog, y sada no de los sigue tayectoris pers impensal Ja obra, los personajes han sido _proyectados y vit Dieidrico de la «germ: facidn>. De acuerdo con esta técnica bien documents ren Ta comedia antigua, en especial la terencians. Presentan en parejas basadas en dualidades de aspovie» De CmpleMeNaros Gly opuestos. Son tensions Ge organiza Tas Tunciones 105 Todos de sr 8 bs Personajes en el transeurso de la historia, y se apoys ‘en las lineas bsicas que establecen los paradigmas Saat | soe See ae merropuccion gi dicionales de los caracteres tipo. Estas dualidades en "Gisribuyen los personajes eclestinescos son tres: jet, que ies PaelEe ‘complementarias-(Ca- i 0-Melibea, ay tmeno-Aredsa) y genera la tension sexual (hombres fren- earniterea-Vsoyoven con Ta consiguiente tension Saeed fs dint dades y gencraciones, y ti co-pobre, con Ta tension’ soctal estructuradora_(ricos frente-a-pobres, amos frente a crlados, danas frente a prostitutas, ete). e — Piet Clluina exeap, en cierto modo, a estas leyés organeadoras de Tos caracteres, pero al morir apa- rece tn nuevo personaje, Centurio, e alguna ma- nef compensa Ta-desaparicion de a, de Ta-que iniffesis a un mismo tiem= de cosas, es la vieja el linico personaje que cuenta con un pasado que se va desgranando alo largo del discurso secuencial, esto hace que Celestina se presente al lector con una riqueza de tmatices que la hace diferente a los demas. S6lo a Par- meno, que tambien da cuenta de parte de su pasado —y esto por su relacién con la vieja aleahueta—, le afecta la memoria de su vivir anterior. pero en menor medida que a Celestina. De los demas personajes —y no de todos— conocemos algtin dato minimo por él ue dificlmente se puede presumir lo que fueron. La verdad es que todos son lo que son solo en Ia histo que se cuenta a través de la palabra dialogada Otro de. ‘comunes para. todos los personajes —¥ quiza el may sobresaliente_de_ellos— ¢s.el indivi encima de sus aparentes contradicciones y (como son Tos casos de Parmeno y Melibea) estos per- sonajes hacen gala de una personalidad estable qué lo individualiza con respecto al e ‘Ricos y pobres, senores y ple de ita Cause que some al de Woy. Este es otro rasgo co ‘Ninguno de r ellos posce en exclusividad esta erudicién, que. en rea lidad. es un convencionalismo del género, al tiempo que se muestra como un marcado aspecto estlistico de la obra, en Ia que cada personaje, con sabia acomo. dacion dramatica, se expresa, unas veces, de modo sobrio y ripido en un Ienguaje cotidiano, y otras ve ces, de manera pausada en una prosa cultamente orn rmentada, La historia se desarrolla en tres expacios concretos dean cud easttians, Y-eadsspat ergs na ferosocieda fo alguno aislada, Cada uno de {tos redueidos nicleos humanos esta relcionado con los otros y depend en parte de ellos. EI primer mick 16 forma’ Calisto y sus eriados, y s¢_ubica-en casa det joven enamorado. El segundo lo constituye la vieja Ce as mochachas, y su morada es la casa de la aleahueta de la que la vivienda de Aretsa es una deri vacion, y el tercer micleo se da en torno a Melibea con Jos suyos, que habitan una mansion con torre y huerto Los personajes van d& unio para Ovo Mevando 3s sfanes 0 mensajerias por las calles de la ciudad llenas de vida: al amanecer los artesanos se ditigen a sus t= Ileres, Ios pastores conducen sus ganados, las beats marchan a los templos y las mozas comienzan la tarcas de la casa, recogiendo el agua de las fuentes, La civ se lena de vida y de ruidos desde las primeras Iuces del alba, para legar a su plenitud al mediodia, Hay entonces un movimiento incesante de alcahuetas. fa les, abades, candnigos, ministros, embajadores con st sequito pueblan las calies, y por la noche los enamor dos con sus etiados, sigilosos, van a visita a sus dams. mientras la ronda pasea arrastrando las armas por € empedrado y los matones con sus pandillas de revolt sos molestan el suerio de las buenas gentes y ahuyentan a los enamorados. En la obra un afan comin moviliza mayoria: el deseo del gozo sexual. Parece, la de CELESTINA, una ciudad dinamizada solo para el placer stmonecciow a Calisto, un rico nuevo y enamorado a lo contés Para ta critica romantica Calisto fue un joven noble, atormentado por la pasion amorosa y victima fatal de ella. A finales del siglo Xx, Calisto se nos aparece des- pojado de estos valores, en un retrato 1 el que destaca, por un lado, el reflejo de una sociedad nueva en la Castilla de la segunda mitad del Cuatro- lentes f~ por O70, Ta parodia de las formas de amar ‘que establecié el c&digo amoroso de la. lit timentaly cori. a “Ewtirefisis de la sociedad de la época, donde se manifest6 de modo incontestable la transmutacion de los valores sociales y morales del otono del medievo como ha precisado Maravall [1964}—. nuestro per naje se presenta como el nuevo rico, sin raices familia- 1s solidas, viviendo de las rentas y rodeado de criados ‘Gayo servicio se paga con moneda contante y sonante. Er desapego de estos Grados para GoW Si SeHOr 3. POF ‘demas, llamativo. Lejos de cualquier trascendencia he- roica, ios autores pretendieron dejar en Calisto el ejem- plo del loco amador (Bataillon, 1961]. En el portico mismo de Ia obra se avisa al lector que It comedia se scribe «en reprehension de los locos enamorados. que. vencidos en su desordenado apetito, a sus amigas Ila. rman y dizen ser su dios» (pag. 93). ‘Segtin esto, la re- probatio amoris que muestra CELESTINA se sustenta, sobre todo, en el comportamiento del joven enamorado, Con un escaso sentido del honor, Calisto acttia como, tun egofsta incontrolado, segtin vio M.* Rosa Lida [190], fuera de toda mesura y perdido el norte de la realidad de su entorno. Enamorado de stibito de Me- libea, cae en una melancotia sin palativos y se encierra {en sf mismo recluido en sus habitaciones, desterrada Ta Voluntad y entregado en manos de sitvientes desteales ¥y tercera ambiciosa, En realidad a sido atacado por el Virus de una sn su tiempo y ana- lizada en los tratados de la época: aegritudo amor hereos. Solo Ta posesi6n de Ja amada puede curario,y deste remedio infalible se entregan con decision —pery también por interés— sus criados y la vieja aleah Como nuevo rico nuestro joven lleva una vida de tipo mimético, con una cultura poco cimentada. y spe nas aprendidos conceptos y expresiones de la literatura mas de moda en aquellos afios, pretende con ellos des lumbrar a todos, en especial a Melibea. Esto da pic para que los autores —fue el «antiguo auctor el prin Cipal responsable de ello, y Rojas le siguié en esto can no oculta fruici6n— lo marquen de modo indeleble con el hierro de la parodia. Calisto habia leido a Andrés ¢| Capellan, se conocia al dedillo la Cércel de amor, te cordaba la poesia cancioneril y tradicional —é1 mismo no se recata en versificar con no muy buen aciero desde Iuego— y quiso ser un enamorado al modo que indicaban los libros que conocia, como han destacado en los dltimos ais algunos estudiosos (Martin, 197 Severin, 1984 y 1989; Lacarra, 1989 y 1990]. Su com- portamiento es desde el primer momento como el de tun loco enamorado a la manera cortés, cuando no cl de un soberano esttipido, lo que explica que sus criados se burlen y Jo insulten a sus espaldas y en su cara Claro que el mismo Calisto, también desde las primeras escenas, ha transgredido el cédigo amoroso que tan but: damente esta imitando. Al recurrir a los servicios de Celestina convierte a su amada Mclibea —con todas les salvedades que se quiera— en una prostituta més: lt vieja se la traer por dinero. Y en los encuentros amo- rosos con Ja doncella, su comportamiento es claramen te descortés, egoista y con frecuencia soez: «el que quie re comer el ave quita primero las plums» (pie) Rojas remareé la parodia en la muerte de! joven en moans fo tan des eanOTHOSE para un caballero de Ta Epoct jOué estapida esta muerte de Calisto, destripado com tra el suelo con los sesos desparramados por lis piedras \ 4 que pros confesién por un «epiq uete xrrovucciow 8 de broquel> de Traso el cojo y su pandilla! ;Qué lejos del bien morir de x0 Mant Seti re oe Son Rodis Sie Ss adatoanayostttnes fists cl yocero de-eslaltespeciadelanetea are Asi, este Calisto, réplica parddica del Leriano de Car- cel de anior, tocado. in la misma enfermedad llamada hhereos, propia de los enamorados nobles y de gran cO- Tazoil, acabo sus malhadados dias de tan_mala manera para éscarmiento de tanto atolondrado mancebo ena- ads Coo eaters Dai cee profesora Severin—, intenté vivir de acuerdo con los cédigos literarios del amor cortés, pero la realidad co- tidiana y mas plebeya, representada por la alcahueta, ‘sus propios criados y la gentecilla del prostibulo, lo arro- ls y lo situd en un grotesco escorzo. La parodia, cuan- do no el escarnio y la mofa, acabé con nuestro joven héroe. Los criados Es cierto que Calisto vive solo, sin recuerdo de su pasado ni de sus padres y ascendentes, alejado de eual- Quier acto de armas honroso, pero en su casa estin sus Grados, si bien éstos pertenecen, en gran medida. al mundo de Celestina, y de hecho van y vienen de una casa a otra, Medran en casa de Calisto, se divierten en casa de Celestina, En la obra aparecen cuatro sirvien- tes: Sempronio y Parmeno, de mayor responsabilidad nla historia y mas complejo papel, y Sosia y Tristén, Be Ta aaa RAGA aha ESA Er Process roomie efeichss eden cree os mayores superan con mucho a sus modelos clisi cos. Sempronio, el mas viejo y también el mds resabia- fall sde las primeras escenas muestra la maldad que lo va ferizar hasta su muerte, pues en su personalic “nO se_produce cambio alguno, Burlén y Socarrén, aparece en fa obra como consumado tedrico

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