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JUAN LUIS ORREGO PENAGOS LA ILUSION DEL PROGRESO Los caminos hacia el Estado-nacion enel Peru y América Latina (1820-1860) Romreliraey Ory: “ Fondo Edit La ilusién del progreso. Los caminos hacia el Estado-nacién enel Peri y América Latina (1820-1860) Primera edicién, septiembre de 2005 Tiraje: 500 cjemplares © Juan Luis Orrego Penagos, 2005 © Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Catdlica del Perit, 2005 Plaza Francia 1164, Lima 1, Per Teléfonos: (51 1) 330-7410; 330-7411 Fax: (51 1) 330-7405 Correo clectrénico: feditor@pucp.edu.pe Portal URL: www.pucp.edu.pe/publicaciones/fondo_ed/ Disefio de portada: Edgard Thays Diagramacién de interiores: Aida Nagata Prohibida la reproduccién de este libro por cualquier medio, total 0 parcialmente, sin permiso expreso de los edisores, ISBN 9972-42-729-3 Hecho el depésito legal 2005-6078 en la Biblioteca Nacional del Pert Impreso en el Perti ~ Printed in Peru Inpice INTRODUCCION PRIMERA PARTE. La PERSPECTIVA LATINOAMERICANA Capitulo 1 América Latina y el desafio liberal, 1820-1850 1.1. Liberales y conservadores: un viejo debate 1.2. Los caminos a la formacién del Estado nacional 1.3. Rumbo al modelo del crecimiento hacia fuera 1.4. Los liberales y los indios 1.5. Los liberales y la Iglesia Capitulo 2 México, el liberalismo nacionalista 2.1. Un esquema de la evolucion politica mexicana 2.2. La herencia del caudillo de Jalapa 2.3. La arremetida liberal: la Reforma de Juarez 2.4. El anticlericalismo mexicano 2.5. Las comunidades, los indios y los liberales 2.6. Liberalismo’y reforms Gscales: hacia el Estado ‘moderno 2.7. La reforma liberal: un camino al nacionalismo Capitulo 3 Chile, la seduccién del orden 3.1. La Republica de Portales 3.2. Una economia sin sobresaltos 49 51 54 58 60 63 67 69 71 77 3.3. El resurgimiento liberal hacia 1840 3.4. José Victorino Lastarria y Francisco Bilbao 3.5. Una revisién de la wexcepcionalidad» chilena Capitulo 4 Ecuador, entre el liberalismo y el conservadurismo catélico 4.1. La dictadura floreana 4.2, Los obstaculos al proyecto liberal 4.3, Una dictadura teocratica Capitulo 5 Argentina, una nacién para el desierto 5.1. La herencia de Juan Manuel de Rosas 5.2. La reinvencién de la nacién: la polémica entre Sarmiento y Alberdi 5.3. La construccién del Estado nacional SEGUNDA PARTE. REPENSAR Y ORDENAR EL PERG Capitulo 1 La joven repuiblica, 1825-1850 1.1. Un pais en ruinas 1.2. Liberales y conservadotes, o librecambistas y proteccionistas 1.3. Santa Cruz y el suefio del Gran Pert 1.4. La década de 1840 y los inicios de la recuperacién Capitulo 2 Vivanco, el directorio y la guardia nacional 2.1. La trayectoria del militar ilustrado 2.2. El autoritarismo aristocratico de Vivanco 2.3, La reaccién civilista limefia 80 90 93 96 99 104 109 112 117 126 135 137 142 151 158 163 165 170 176 Capitulo 3 Domingo Elias, el Club Progresista y el proyecto liberal 3.1. Un hacendado y hombre de negocios 3.2. El Club Progresista y la primera candidatura civil 3.3. Una lectura liberal del Pera Capitulo 4 Ramén Castilla y la republica del guano 4.1. Un perfil del caudillo afortunado 4.2. La imagen de Castilla en la historiografia 4.3. Las obras publicas y el guano 4.4, {Hubo un proyecto castillista? CONCLUSIONES TABLA CRONOLOGICA COMPARADA BipiioGraria Y FUENTES 187 188 201 203 215 218 222 230 235 243 249 253 INTRODUCCION 1. Hoy en el mundo se habla muy poco de proyectos politicos, ya sea nacionales 0 supranacionales, con la excepcién de la construccidn de la Union Europea; es mas, su edad de oro parece haber pasado a la historia después del derrumbe de la Unién Soviética y, por ende, del gran pro- yecto de rehacer el mundo seguin los dictados de las utopias igualitarias, Por ello, en los paises germanicos se habla del wende o vuelco: el agota- miento de la Ilustracién, del Racionalismo y de la Modernidad raciona- lista, todo lo cual ha sido calificado —o mejor dicho, descalificado— por los franceses como metarrelatos. Pareciera, entonces, que en el mundo contemporaneo, en el escena- rio de la posmodernidad, pocas cosas son mds estériles que un proyecto global, una planificacién nacional o un plan quinquenal a la manera soviética. Muy pocos estadistas estan dispuestos a tomarlo en serio. Eso ya pertenece al pasado, a la historia, a los siglos xix y xx. Sin embargo, este trabajo pretende rescatar aquellas practicas e imaginarios politico- sociales. En esa linea, nos ubicamos en América Latina a mediados del siglo xix. En sintesis, nos interesa conocer cémo la clase politica de ese entonces imaginé —ya sea desde la perspectiva liberal, autoritaria o conservadora— sus sociedades con miras hacia el futuro 0, simplemente, estabilizé las instituciones para preservar el orden. Creemos que repen- sar esos temas importa en funcién de las demandas mas cruciales de nuestro presente: la construccién de una posibilidad democratica real y sustancial. ;Por qué, en todo caso, en América Latina todavia no han terminado de cuajar los ideales republicanos que se pusieron en juego desde la Independencia? 2. Simos remontamos a la coyuntura de 1820, vemos que, con ex- cepcién de Brasil, lo que unificaba a la mayoria de los sectores de la clase politica latinoamericana fue su apego a la repuiblica. Es cierto que hubo algunos devaneos monarquicos (Iturbide, Unanue, Riva-Agiiero, 14 LA ILUSION DEL PROGRESO. San Martin, Belgrano o Flores), pero desde los primeros textos politicos que circularon, siempre estuvo presente la idea de que el sistema politi- co alternativo a la monarqufa era la republica. Esta tradicién republica- na fue recogida, obviamente, de Europa y Norteamérica, y en un pri- mer momento pudo ser lefda tan solo como oposicién a la monarquia. En términos estratégicos, ademas de conceptuales, era la tinica alterna- tiva legitima ante la decisién de la independencia del imperio espaol, ya desgastado y desprestigiado por la invasién francesa y por su incapa- cidad de comprender las demandas de los americanos. Pero ;qué se en- tendia por reptiblica, mds alld de la necesidad histérica de adoptar ese modelo? Creemos que el republicanismo latinoamericano no debe en- tenderse como el simple repudio de la monarquia como forma de go- bierno sino, mds bien, como la acepracién de toda una filosofia ra nalista que aseguraba que el hombre solo podia alcanzar 0 buscar la virtud autoritaria. En ese sentido, los idedlogos de la primera mitad del siglo xix no entendieron la republica en su acepcién clisica, grecolatina, sino en la moderna. Partieron especialmente de la comprensién que tuvieron de ella los ilustrados del siglo xvitt, que la vinculan al sistema representativo de gobierno y ala doctrina dela soberania popular. El constitucionalismo, por ultimo, fue otro rasgo republicano que se enraizé tempranamente ica como ciudadano de una repiblica, liberal o transitoriamente en la mentalidad de los grupos dirigentes. Existié siempre la conviccién de que una Constitucién era el mecanismo indicado para regular el funcionamiento de las instituciones y la asignacién de derechos y obli- gaciones ciudadanas. 3. Hablar de proyectos politicos en el siglo x1x resulta un poco com- plicado. La raz6n principal es que el «proyecto conservador» no existe. Es una contradiccién de términos. Hubo, ciertamente, gobiernos con- servadores (el régimen de Portales en Chile, el del Doctor Francia en Paraguay o el de Garcfa Moreno en Ecuador), con una visién propia de la realidad y de la forma de ejercer la autoridad. Por encima de ellos, hubo una mentalidad y una actitud conservadoras, referidas alos diversos aspectos de la vida y de la cultura. Pero poco de esto tiene que ver con un proyecto de transformacién radical de un pais, construido por algunos INTRODUCCION Wy intelectuales, que sus seguidores se empefian en imponer casi como si fuera una creencia, una doctrina de salvacién. Ello, en todo caso, perte- nece alos «ismos» al estilo del siglo x1x, desde el liberalismo y el socialismo hasta los més recientes, en el siglo xx, como el desarrollismo y las grandes planificaciones globales. La versién mas radical de estos «ismos» reviste formas de ideologias, es decir, epigonos de la religion que pretenden imponerse por la fuerza de la creencia. Por sus objetivos y por su modo de actuar, un gobierno conservador es, en cierto modo, la antitesis de esos proyectos o de esas construccio- nes ut6picas. Estd al servicio de instituciones, de creencias y de la patria misma, que son todo menos obra de iluminados. Son patrimonio co- min y, en general, de la tradicién. Por ello mismo, un conservador se resiste a sacrificarlos a los dictados de teorias 0 ideologias de turno. Desdefia la misma idea de rehacer la sociedad, el pais y el mundo con- forme a ellas. Frente a estos aires revolucionarios, cosmopolitas y ex6ti- cos, afirma la necesidad de orden y de las reformas que actualizan y mantienen vigente lo propio de cada pueblo y de cada cultura. En cambio, fiel a la modernidad, al racionalismo y a las utopias vigentes, sies posible hablar de un proyecto liberal. Y en América Lati- na hubo muchos, aunque la mayoria de ellos devino en regimenes auto- itarios. Allf estan la Reforma de Benito Juarez en México, la Argentina de la Generacién del 37 0 la Primera Republica del Brasil luego de la caida del Imperio. Todas ellas tuvieron en comin subvertir el orden vigente, liquidar el Antiguo Régimen o los rezagos coloniales, y cons- truir una nueva sociedad bajo pardmetros més modernos, «liberales». En el caso del Brasil, por ejemplo, el advenimiento de la Republica fue visto casi como un movimiento mesiinico creado por un golpe militar cuyo objetivo fue la unificacién politica del pais. Su lider mesidnico era Augusto Comte y su lema rezaba: «orden y progreso». La utopia repu- blicana en el Brasil trataba de transformar una sociedad y un sistema econémico jerarquicos, basados en la esclavitud, en un Estado-Nacién moderno definido por el territorio, con una Constitucién escrita y con ciudadanos iguales ante la ley y conscientes de sus derechos y responsa- bilidades. 16 LA ILUSION DEL PROGRESO 4. Nuestro trabajo intenta rescatar el hecho de que, hacia mediados del siglo x1x, hubo en el Peri grupos politicos de diverso origen, ya sea por su ocupacién (militares, civiles, intelectuales y empresarios) 0 por su orientacién ideoldgica (liberales y conservadores), que intentaron articular proyectos de ordenamiento 0 reestructuracién del Estado con el fin de poner orden en el pais y sembrar la posibilidad del progreso. De estos grupos politicos hemos escogido tres: el vivanquismo (plasma- do en el gobierno conservador de Manuel Ignacio de Vivanco, el Direc- torio), el castillismo (materializado en los gobiernos pragmiticos de Ra- mon Castilla) y la utopia liberal del Club Progresista, el primer partido politico del Peru, liderado por Domingo Elias. E! trabajo intenta, ade- mds, continuar el debate sobre la composicién y el ideario de la élite dirigente peruana que surgié en la bonanza guanera, En este sentido, pretendemos enriquecer la discusién iniciada en los afios sctenta por Heraclio Bonilla, Julio Cotler y Ernesto Yépes, y seguida en los afios ochenta y noventa por Paul Gootenberg, Alfonso Quiroz y Carmen McEvoy. Por ultimo, estos idearios (el vivanquismo, el castillismo y el Club Progresista) seran comparados con esfuerzos similares que, por esos afios, se presentaban, 0 ya funcionaban, en Chile, Ecuador, Argentina y México. Es necesario aclarar que este tipo de investigaciones, de Historia Com- parada, tiene escasos antecedentes en nuestra historiografia republica- na, con excepcidn de los ensayos realizados por Jorge Basadre (Chile, Peri y Bolivia independientes, 1948) y Heraclio Bonilla (Un siglo a la deriva: ensayos sobre el Pert, Bolivia y la guerra, 1980). Se trata de ver y de analizar la Historia del Pert desde una perspectiva mas amplia, mas latinoamericana. En este sentido, el trabajo se fundamenta sobre la base de consultas en periddicos de la época, fuentes primarias impresas y bibliografia secundaria. Nuestros objetivos han sido varios. En primer lugar, presentar, des- de una perspectiva mds moderna y critica, las ideas y objetivos que r0- dearon los movimientos politicos de Manuel Ignacio de Vivanco, Do- mingo Elias y Ramén Castilla; establecer qué grupos de presién 0 de intereses apoyaron estos movimientos; y analizar hasta qué punto esos proyectos eran viables teniendo en cuenta la configuracién politica, social, econémica y cultural del Peri de mediados del siglo x1x. Por otro lado, INTRODUCCION 7 hemos querido actualizar el debate respecto de si la época de bonanza guanera dio nacimiento a una generacién de clase dirigente (que podia pensar en el Peri como proyecto) dentro del marco mayor llamado tradicionalmente «clase dominante». Habria, sin embargo, que redefinir aquel término, pues respondia al contexto académico de los afios setenta, dominado por la teorfa de la dominacién y la teoria de la dependencia. Asimismo, queremos comparar el contenido y la viabilidad de estos proyectos con aquellos que se estaban debatiendo en cuatro paises de la regidn: Chile, Ecuador, Argentina y México, ademas de demostrar que habia intercambio doctrinal entre politicos e intelectuales peruanos con sus pares latinoamericanos mediante lecturas comunes y debido a los exilios que muchas veces suftian en los paises vecinos. En este sentido, es importante ver cémo lo que se estaba claborando politicamente en el Pert tomé en cuenta la experiencia de otras realidades latinoamericanas. De alguna manera, es preciso desterrar el prejuicio de que los intelec- tuales y politicos del siglo x1x solo miraban a Europa y calcaban mecd- nicamente sus constituciones y sus leyes para aplicarlas a nuestra realidad. En sintesis, intentamos contribuir al conocimiento del siglo xix latino- americano y de nuestra insercién en este contexto. PRIMERA PARTE LA PERSPECTIVA LATINOAMERICANA CarituLo 1 América LaTINA Y EL DESAFIO LIBERAL, 1820-1850 [...] en Colombia hay una aristocracia de rango, de empleos y de riqueza, equivalente, por su influjo, por sus pretensiones y peso sobre el pucblo a la aristocracia de titulos y de nacimiento la mas despética de Europa. En aquella aristocracia entran también los clérigos, los frailes, los doctores 0 abogados, los militares y los ricos; pues aunque hablan de libertad y de garantias es para ellos solos que las quieren no para el pueblo que, segtin ellos, debe con- tinuar bajo su opresién; quieren también la igualdad, para elevarse a los mas caractetizados, pero no para nivelarse con los individuos de las clases inferiores de la sociedad: a éstos los quieren considerar siempre como sus siervos a pesar de todo su liberalismo [...] ‘Simon Bolivar, 1828 CASI HACIA EL FINAL de su vida, como leemos en Ia cita anterior, el Liber- tador, presa de un profundo pesimismo, recorria los viejos poblados colombianos y describia la dificil situacién en la que seguian viviendo los grupos popalares, a pesat de todas las expectativas que hablan gene- rado las luchas por la independencia. Sin embargo, si surgié a partir de la realidad de la Gran Colombia, el diagnéstico de Bolivar podrfa extenderse al resto de América Latina por esos afos. Entonces, ;c6mo tratar de explicar esta ambivalencia liberal y la conti- nuidad de una sociedad jerarquica e inflexible? Las ideas surgidas con la Revolucién Francesa —que fue el primer intento importante de implantar el modelo burgués y liberal— fueron exaltadas por sus seguidores latinoamericanos como un referente histé- rico a pesar de su fracaso practico, Nuevamente se intentaba trasplantar ien esta reflexién a nuestra realidad un molde fordneo, esta vez construido mentalmente desde conversaciones de salén, de gabinetes de estudio y bibliotecas. Es decir, los intentos de realizar objetivos politicos se vieron frente a una realidad mucho més rica y compleja que la prevista, a pesar de lo cual los partidos o grupos politicos de la regién fueron incapaces de imaginar 22 La PERSPECTIVA LATINOAMERICANA soluciones originales para los problemas concretos que afectaban a sus sociedades. La independencia politica de Hispanoamérica dio inicio al ensayo de implantar los modelos de Estado-Nacién que las ideologias burgue- sas del Viejo Continente habian disefiado. La creacién de los nuevos Estados fue paralela a la formacién de las naciones. Sin embargo, el surgimiento de la conciencia nacional fue lento, parcial y sujeto a mu- chos obstdculos. Recordemos que durante el siglo xvimt, especialmente durante la coyuntura de la aplicacién de las Reformas Borbénicas, se desarrollé un sentimiento regional criollo, un apego a la patria —como la quisieron expresar aqui los redactores ilustrados del Mercurio Perua- no— en su sentido de tierra natal. La historiograffa ha demostrado cudn celoso era el sentimiento criollo frente a los burdcratas, comerciantes y religiosos recién llegados de la Peninsula. Definitivamente, no creemos que pueda Ilamarse sentimiento nacional a ese regionalismo natural, aliado, por lo demas, a una fidelidad casi general por parte de la élite de entonces a la Monarquia espafiola.' De otro lado, durante la revolucién independentista las nuevas re- publicas no solo se constituyen en Estados, sino que también sientan las bases de los simbolos, forjan un mundo imaginario y definen el lengua- je politico que ha marcado la vida de estas sociedades hasta el dia de hoy. El discurso estuvo bdsicamente marcado por el debate entre los conceptos de nacién y ciudadanfa. Expresiones como ‘patria’, ‘nacién’, ‘constitucién y ‘ciudadano’ fueron empleadas como sustitutos de la obe- diencia al rey de Espana. La lealtad a un orden legalmente regulado, a una Constitucién, en suma, a una concepcién abstracta del Estado, remplaza a la figura del Monarca que antes era el centro de las lealtades. * OrREGO, Juan Luis. «llusiones liberales, civiles y elites en el Peni del siglo xx». Historica, vol. xvi, n.° 1, 1994, pp. 167-178. Claudio Véliz sefiala que si se analiza de cerca el nacionalismo criollo surgido luego de la Independencia resulta diferente, al menos en un aspecto importante, del fenémeno que conocieron los europeos en el siglo xix: en lugar de ser introspectivo, el nacionalismo republicano de América Latina era intransigentemente extrovertido, avido por aprender e imitar todo lo procedente de Francia y Gran Bretafta y, algunas veces, vehemente en st rechazo ala herencia hispanica. (Veuz, Claudio. La tradicion centralista en América Latina. Barcelona: Ariel, 1984). “AMERICA LATINA Y EL DESAFIO LIBERAL, 1820-1850 23 Cuando pensaron la comunidad antigua como una nacién moderna y cortaron el nexo que las unia con la legitimidad histérica del Rey, los idedlogos de la Independencia debieron enfrentarse a la definicién de esta nueva idea de nacién. En efecto, ya excepcién de las comunidades politicas muy antiguas, unidas por un largo pasado comin, toda socie- dad del Antiguo Régimen no era sino una piramide de comunidades superpuestas entre si. Al desaparecer el Rey, que representaba el nexo superior, gen qué nivel debja llevarse a cabo Ia asimilacién del conjunto antiguo en la nacién moderna? ;En qué nivel constituir la nueva enti- dad politica? ;A la altura de un virreinato, de una audiencia, de una provincia, de una ciudad con su hinterland? Por iltimo, las naciones, como sabemos, son invenciones recientes. Toda nacién se reclama here- dera de un pasado inmemorial. Como sefiala Benedict Anderson,’ ex- tiende su nacimiento hasta las entrafias de un tiempo difuso, impreciso y antiguo. Nunca aparece su acta de nacimiento. ;Por qué? Porque la biografia de una nacién es entendida, en la tradicién nacionalista, por separado de los Estados que las vieron nacer. Un fendmeno escasamente estudiado es el desarrollo o destino de la tradicién burocratica colonial en la formacién de los nuevos Estados. Porque, de hecho, la figura paternal del Rey definida en la presencia de un padre todopoderoso, dador de leyes, maximo juez, benévolo y justo, parece haber sido la inspiradora de los afanes centralizadores de los gran- des padres politicos. Para el caso de Sudamérica, especialmente en el drea andina, seria valido incursionar en las interrogantes acerca de la pérdida del padre —primero el Rey y luego Bolivar— y su relacién con el desarrollo de los lideres centralistas y con la aparicién del caudillismo regional. Este puede tener rafces en la antigua lucha de los poderes crio- llos regionales al interior de la burocracia colonial en todos los niveles, desde el poder de los virreinatos hasta los més pequefios partidos y corregimientos. Estas luchas se atizaron especialmente en el siglo xvi. En estos primeros, afios es interesante constatar el esfuerzo de gobernantes tan disimiles como Sucre y Santa Cruz en Bolivia, Rosas en > ANDERSON, Benedict. Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen y la difusion del nacionalismo. Ciudad de México: Fondo de Cultura Econémica, 1993. 24 La PERSPECTIVA LATINOAMERICANA Argentina, Francia en Paraguay, Paez en Venezuela, Portales en Chile 0 Flores en el Ecuador de alcanzar un objetivo comun: establecer un orden politico estable que pudiera enfrentar una realidad en la cual la pobreza material y las miltiples fracturas sociales amenazaban con ser germen de violencia. Algunos, incluso, lo hicieron respaldados en un discurso de inspiracién republicano-democratica. Sin embargo, en estas dificiles circunstancias, para los nuevos gober- nantes, el orden debja ser autoritario y el poder concentrado. Esto sig- nificé desechar una formula democratica, presente en la primera fase de la revolucién. También se desech6, por lo menos de forma explicita, la alternativa mondrquica, incompatible ya con el acendrado republica- nismo en las élites. Estas se adhirieron, en general, a alguna variante del constitucionalismo liberal. Lo hicieron también, sorpresivamente, la mayoria de los caudillos militares, quienes —a excepcién de Rosas— guardaron escrupulosamente las formulas constitucionales para violarlas sistematicamente en los hechos. La doctrina liberal al estilo francés, inglés 0 estadounidense inspiré casi palabra por palabra a innumerables constituciones e impregné el derecho. Este se constituyé en el discurso que los letrados esgrimian contra y para los débiles y dominados, con- vencidos de que lo hacian por su bien. En el contexto de la doctrina dominante del constitucionalismo libe- ral, las propuestas se caracterizaron por una gran moderacién: se trataba de ordenar y de racionalizar lo existente, antes de destruir lo viejo y construir lo nuevo. Se reconocia que el fundamento del orden politico no podia ser otro que la voluntad popular, pero se la mediatizaba median- te requisitos para ejercer sufragio (una propiedad, saber leery escribir) o con asambleas de distintos grados. Esto provenia tanto de un implicito rechazo al igualitarismo social, justificado en el permanente recuerdo de la ignorancia de las masas, como del interés de impedir que las fac- ciones, que normalmente surgian en el seno de la élite y en sus sectores periféricos, pudieran manipular a su favor a estas masas populares. 1.1, LIBERALES Y CONSERVADORES: UN VIEJO DEBATE Durante las guerras de independencia, y aun después de ellas, los liberales criollos creyeron que el Estado se formaba a partir del ideal de la homo- AMERICA LATINA Y EL DESAFIO LIBERAL, 1820-1850 25 geneidad étnica, lingiifstica y cultural. En este sentido, al igual que sus coetdneos europeos, no pudieron percibir que la libertad cultural y el pluralismo gozaban de mayor proteccién en los estados plurinacionales y pluriculturales y no en aquellos donde autoritariamente se pretende organizar a la poblacién desde arriba, convirtiendo en cultura nacional la cultura de la élite. Como hemos sefialado, las ideas liberales se difundieron en América Latina sobre la base de una lectura de textos doctrinarios inspirados por otras realidades. De esta forma, algunos liberales, como el mismo Bolivar o Francisco de Miranda, pronto entendieron que, pese a todo, era el centralismo (y no el modelo federal) el que debia regir la vida politica de las nuevas naciones. Incluso, en el caso de Bolivar, se exigieron (auto- ritariamente, como terminé comportandose el Libertador) monarquias que pudieran pasar por republicas: la Federacién de los Andes. Por otro lado, la independencia dio inicio al ensayo de implantar los modelos de Estado-Nacién que las ideologias burguesas del Viejo Continente ha- bian disefiado. Una vez terminada la guerra contra Espana, la organizacién nacional en los nuevos paises latinoamericanos fue particularmente dificil. Era necesario reconstruir la sociedad civil bajo nuevos criterios, fijar el sistema de libertades que tedricamente reclamaban los individuos y determinar, en consecuencia, qui¢nes integraban el cuerpo social o el ‘cuerpo de ciudadanos’. En esta dura tarea se enfrentaron liberales y conservadores (y por qué no, centralistas y federalistas), pero también los caudillos, capaces de movilizar a las masas populares. Ellos entraron en la lucha desplegando aquello que José Luis Romero alguna vez llamé la «demo- cracia inorginica».? Y si en los liberales —conservadores 0 radicales— existia cierta desconfianza e incluso rechazo ante esas masas anénimas, fundada en una inocultable visién elitista de la sociedad (algunos dirfan ‘posicién de clase’), desde los grupos indigenas, llaneros 0 gauchos se reclamaba una sociedad igualitaria que fueron intuyendo desde las guerras por la > Romero, José Luis. Fl pensamiento politico Latinoamericano. Buenos Aires: A-7. Editora, 1978. 26 LA PERSPECTIVA LATINOAMERICANA independencia. Al menos eso era lo que les prometian las proclamas. Este fue otro tema que aboné la violencia politica en los primeros afios de vida independiente. Para los conservadores, los liberales propiciaban la tensidn social y subvertian el orden: atentaban contra la estructura heredada del colo- niaje, contra la institucién eclesidstica y contra el sagrado derecho a la propiedad al plantear la liberacién de los esclavos 0 la abolicién de los mayorazgos. Los liberales eran los que sembraban la semilla de la anar- quia en los estratos mds bajos de la poblacién. Y, como lo recuerda Nelson Martinez Diaz, [...] pese a que, con frecuencia, el sector liberal ¢ ilustrado exhibi6 sus vacilaciones al poner en practica sus propuestas teéricas, los conserva- dores libraron con ellos una dura batalla por el poder, acusandolos de ateos—aunque existieron liberales catélicos— y de intentar destruir un modelo estable de sociedad avalado por la tradicién [...].* Hay quienes piensan que no es operativo hablar de un ‘proyecto conservador’. Sostienen que los proyectos son construcciones, raciona- lizaciones, son utopias, de alguna manera. El pensamiento conservador noacepta todo aquello. Los conservadores se situaban en el otro extremo, lejos de toda construccién y utopia, porque creen en el orden natural.’ A juicio de los conservadores, hay un orden natural de las cosas y, en consecuencia, también un orden natural de la sociedad que ningiin pro- yecto deberia cambiar. En ese sentido, piensan que todo proyecto equi- vale a romper ese orden disefiado por la nacuraleza. No cabria entonces proyecto alguno sino, més bien, un esfuerzo por adecuarse a ese orden. Concluyen que todo esfuerzo de aplicar la mas maravillosa de las utopias termina, inexorablemente, en el desastte, en lo contrario de lo que se perseguia. En esta linea de pensamiento, como veremos, se encontraria + Marrinez Diaz, Nelson, «El federalismo: 1850-1875». En Manuel Lucena Salmoral y otros. Historia de America Latina: Historia contempordnea. Vol. 3. Madrid: Catedra, 1992, p. 256. 5 Corvatan, Luis. «El proyecto conservador. En Los proyectos nacionales en el pensa- miento politica y social del siglo x1x, Santiago: Ediciones UCSH, 2002, pp. 55-60. AMERICA LATINA Y EL DESAFIO LIBERAL, 1820-1850 27 el Chile ordenado por Diego Portales. No podriamos, en conclusién, hablar de un ‘proyecto portaliano’. En el siglo xix ser conservador equivalia a reconocer el respeto al orden natural. En primer lugar, hay un orden social. Su rasgo principal es la desigualdad (aunque los liberales autoritarios también contempla- ban una visién jerarquica de la sociedad). El fundamento tiltimo de esa desigualdad social reside en la desigualdad natural existente entre los individuos. En consecuencia, la sociedad termina por estructurarse en una serie de grupos jerarquizados, desde el mas alto hasta el mas bajo. Una sociedad igualitaria, como aquella propuesta por los liberales, no solo seria imposible sino que, ademas, violentarfa la naturaleza. De esto se deriva que existe un orden politico: el gobierno de las élites. Estas minorfas selectas, inicas en dominar el arte de gobernar, serian ‘merito- craticas’ (los mas ilustrados) 0, en otras versiones, hereditarias, es decir, determinadas por la sangre.° Desde el punto de vista cultural, para los conservadores el orden natural implica la adhesidn a una identidad de nacién cuyo nticleo reside en cierto espiritu que se materializard en las tradiciones forjadas en el pasado histérico. Esta tradicién no es solo cultural 0 social; es también politica, Implica gobiernos fuertes porque América Latina se hizo bajo la Monarquia —catélica, ademads— y losamericanos, segiin los conserva- dores, estén adaptados a ella. Un régimen de autoridad es consustancial aesa tradicién. El espiritu, la idiosincrasia 0 el caracter de los americanos responden a esta tradicién politica y, por lo tanto, no hay que hacer otra cosa que continuar bajo esos cauces. Ahora, dentro del ropaje republi- cano, ese sentido de autoridad debia plasmarse en un Ejecutivo fuerte.? © Ib., pp. 55-60. La élite chilena del siglo x0« se caracterizé por integrar en su seno a todos los elementos valiosos provenientes de los estratos més bajos. De esta manera, el componente ‘meritocratico’ permitié la continua revitalizacién de la élite. ” Para el caso chileno, Alberto Edwards sostuvo que los decenios conservadores del siglo NIX, que se identificarian con el apogeo del pais, fueron los que mas consecuentemente se alinearon con las tradiciones politicas del pais. Esos presidentes autoritarios —Prieto, Bulnes, Montt— fueron tan poderosos como los monarcas de la colonia. Sostiene, in- cluso, que esos gobiernos conservadores fueron tna suerce de monarquia sin el principio dindstico. El presidente tenia los mismos poderes que un Rey: incluso clegia a su suce- sor, que solia ser su Ministro del Interior. Claro que habia una eleccidn formal, pero con 28 LA PERSPECTIVA LATINOAMERICANA En consecuencia, la democracia no forma parte de la tradicién. Es una importacion artificial hecha por intelectuales afiebrados por las ideas fordneas. Las mismas criticas tendran, més adelante, las ideas socialistas y comunistas. Para los conservadores, en sintesis, habia una identidad nacional basada en la historia, en el pasado, en las tradiciones, y era preciso no violentarla. Mas atin si esa ruptura se hacia en beneficio de lo extranje- ro, de lo ajeno al caracter nacional. Desde esta légica, los liberales eran imitadores de lo foréneo o los encargados de arremeter con ideas ex6ti- cas. Los liberales eran unos afrancesados de salén, sin capacidad de va- lorar las tradiciones de la época virreinal, y negaban tanto la identidad hispana (catolicismo incluido) como la herencia politica de los regime- nes de orden y autoridad, que serian la condicién para la prosperidad y el progreso de cada pais. Hay que insistir, por ultimo, en que la clave de la politica conserva- dora es una visién nacional de gobierno. Esté al servicio de los ideales Dios-Rey-Patria y no de un proyecto politico formulado por tedricos fordneos o por sus seguidores criollos. Tampoco esti al servicio de algan interés personal, como fue el caso de la ‘dictadura teocratica’ de Garcia Moreno en Ecuador. En Chile, por ejemplo, el conservadurismo fue la antitesis de la dictadura o del gobierno de un partido.* Mas que un proyecto nacional, el conservadurismo promueve la modernizacién den- tro del orden. Su accidn es anterior a los partidosy al espiritu de partido. En otras palabras, pretende una politica de Estado mantenida por suce- sivos gobernantes, a veces durante generaciones.” un candidato dinico, Para Chile —continiia Edwards— esa tradicién de gobiernos fuer- tes se sustenté en la historia del pais (Epwaros, Alberto, La fronda aristocratica en Chile. Santiago: Editorial del Pacifico, 1945). © Bravo Lina, Bernardino, «Gobiernos conservadores y proyectos nacionales en Chile». En Los proyectos nacionales en el pensamiento politico y social chileno del siglo xix. Santiago: Ediciones UCSH, 2002, pp. 39-53. «Este fue, sin ir mis lejos, el caso de Chile desde Manso de Velasco, quien se enfrenté al virrey del Perit para hacer valer los intereses del reino, hasta Portales, quien se empeiié en deshacer le Confederacién Perd-Boliviana, y Montr, en la guerra con Espafia. Eso hizo grande a Chile. De ser uno més entre los reinos indianos, se convirtié en la primera potencia del Pacifico Sur {...]». Bravo Lina, Bernardino. Ob. cit, p. 52. AMERICA LATINA Y EL DESAFIO LIBERAL, 1820-1850 29 La politica conservadora es ilustrada y no se mide por lo que halaga o pueda halagar a la masa, a la mayoria, al pueblo inculto. No pretende ganarse su aplauso, su apoyo o su simpatia. La clave es la siguiente: en lugar de dejarse llevar por el sentir del pueblo, pretende elevarlo me- diante la educacién y la mejora de sus condiciones de vida, aunque eso suponga conwariar sus habitos y costumbres. En el centro de gravedad de los gobiernos conservadores no est el pueblo sino la minoria ilustra- da, lo cual no dejé de chocar a los liberales del x1x. La politica conserva- dora tiene metas pero no plazos. Tiene una raz6n de ser pedagdgica y no demagégica. Al pueblo se le educa, no lo utiliza una minoria ansiosa de conquistar y de retener el poder. Por la via paternalista se le eleva y capacita, en lugar de explotar su ignorancia y sus inclinaciones en favor de las facciones que luchan por el poder. Una légica totalmente distinta es la del pensamiento liberal. No cree, en primer término, en un orden natural. Esto supone, en consecuencia, que hay un proceso histérico ascendente, una transformacién de la so- ciedad, que transita etapas, desde las formas més primitivas hasta las mds complejas y, tedricamente, superiores. Es mas, esta sucesin de etapas es inevitable. Segtin este punto de vista, la historia, hasta cierto punto, esté regida por una ley objetiva, cuya razén de ser es avanzar hasta eta- pas de mayor racionalidad. Es decir, se trata del progreso segtin el ideal de modernidad. Los liberales creen que el progreso es algo indefinido. Por ello, consideran que el progreso humano se acelera en el momento en que los hombres, liberandose de los prejuicios y de la ignorancia, se asumen como seres racionales, capaces de moldear el mundo segtin lo dictado por la raz6n. Por ello, si seria apropiado hablar de ‘proyecto liberal’. La realidad, entonces, es susceptible de ser construida, modelada, y ello es fruto del quehacer humano y no de un inmutable orden natural. En este sentido, los liberales crefan que esto podfa aplicarse a la so- ciedad al construirse un nuevo orden social. En otras palabras: la razon puede imaginar un orden social, politico y econémico acorde a sus pos- tulados. Ese orden, siempre y cuando permanezcamos fieles a él, ha de llevarse a la practica, convirtiéndose asi en proyecto, por un lado, y en critica, por el otro; es decir, una critica al orden social preexistente. En este ‘proyecto liberal’ lo esencial es la reivindicacién de la libertad en su sentido politico, econémico y espiritual. La libertad se centra en el 30 LA PERSPECTIVA LATINOAMERICANA, individuo. Las libertades son individuales. El orden politico, por lo tan- to, debe estar en funcién de las libertades, lo cual se manifiesta en el sistema constitucional y en el gobierno impersonal de la ley ajenoa toda arbitrariedad, basado en el consentimiento ciudadano, en el contexto de garantias a cada individuo —como las de propiedad, libertad, pensa- miento, etcétera— concebidas como derechos naturales que la Consti- tucién hace suyos y asegura. En este sentido, como es sabido, el libera- lismo es individualista, lo que contrasta con cierta tendencia comunitaria del conservadurismo.”” Muchos liberales de entonces, como el chileno Victorino Lastarria 0 el poeta argentino Esteban Echevarria, criticaron el legado de Espana y reverdecieron el mito de la Leyenda Negra. Este nuevo oscurantismo los Ilevé a volverse contra su propia herencia cultural y a intercambiar tres siglos de historia viva por las novedades importadas de Paris y de Londres. Incluso, Ilegaron a glorificar los simbolos de las sociedades prehispdnicas, estratégicamente distantes, motivados por el deseo de minimizar la importancia relativa de la participacién ibérica en la for- macién de las nuevas naciones. Este esquema ideoldgico era claramente un eco de la idealizacién de los pueblos germanicos —los barbaros— muy en boga en Europa, lo que les condujo a glorificar al indio como supuestamente fue antes de la llegada del hombre blanco al Nuevo Mun- do y, asimismo, a arremeter contra los conquistadores por haber destruido grandes civilizaciones al transformar a aquellos salvajes nobles y ricos del pasado en los melancélicos y abulicos indios del presente.!! A partir de 1840 los liberales latinoamericanos, en muchos aspectos, perseguian lo mismo que sus progenitores de la Independencia, es decir los de la década de 1820. Pero esta generacién doté a su liberalismo de un nuevo espiritu e intensidad, creyendo que sus antecesores habian fracasado en implantar plenamente la ideologia liberal en sus paises. Siguieron defendiendo concepciones individualistas del Estado, la so- ciedad y la economia. Pero pretendieron ser mas absolutos en su indivi- dualismo y mis fervientes en su retdrica liberadora: °° Corvatan, Luis. Ob. cit. "' Veuiz, Claudio. Ob. cit.

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