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PAIDOS ESTADO Y SOCIEDAD : . Ultimos titulos publicados: 58. 5M 60. 6l. 62 63. A. Touraine y F Khosro | J. Rawls, La justicia como equidad . E Ovejero, La libertad inbospita - M. Caminal, El federaliasmo pluralista . U, Beck, Libertad 0 capitalismo | CLR Sunstein, Repaiblica com U. Beck, ¢Qué es la globalizacién? R. Heilbroner y W.. Milberg, La crisis de vision on el pensamiento econdmica moderno P. Kotler y otros, El marketing de las naciones R. Jauregui y otros, El tiempo que vivimos y el reparto del trabajo A. Gorz, Miserias del presente, riqueza de lo posible Z. Brzezinski, El gran tablero mundial . M. Walzer, Tratado sobre la tolerancta |. E Reinares, Terrorismo » antiterrorismo . A. Etzioni, La nueva regla de oro " -M. Nussbaum, Los limites del patriotismo . P. Pettit, Republicanismo . C. Moutle, El retorno de lo politico . D.Zolo, Cosmépolis . A. Touraine, ¢Cémo salir del liberalismo? S. Strange, Dinero loco . Ro Gargarella, Las éeorias de la justicia después de Rawls . J. Gray, Falso amanecer . F Reinares y P. Waldmann (comps.), Sociedades en guerra civil . N.Gareia Canclini, La globalizacion imaginada " B.R. Barber, Un lugar para todos . QO, Lafontaine, Elcorazén late a la izquierda U. Beck, Un nuevo mundo feliz . A. Calsamiglia, Cuestiones de lealtad . H. Béjar, El corazén de la reptiblica J. M. Guéhenno, El porventr de la libertad . J. Rifkin, La era del acceso A. Gutmann, La educacion democritica . §.D. Krasner, Soberania . J Rawls, El derecho de gentes y una revision de «l.a idea de razén piblica» ~N.Garcfa Canclini, Cullsuras hibridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad | E Attina, El sistema politico global J. Gray, Las dos caras de! liberalison . G. A. Cohen, Si eres igualitarista, vdmo es que eres tan rico? . R.Gargarella y F Ovejero, Razones para el soctalismo . M. Walzer, Guerras justas e injustas . N. Chomsky, Estudos canallas J.B. Thompson, El escindalo politico MM, Hardt yA. Neg, pero havar, A lu buisqueda de st mismo J. Rifkin, La economta del bidrégeno . Ch. Arnspenger y Ph. Van Parjis, Etica econdmica y social P.L. Berger yS. P. Huntington (comps,), Globulizuciones multiples N. Garefa Canclini, Latinoamericanos buscando lugar en este siglo . W. Kymlicka, La politica verndcula M. Ignatieff, Las derechos humunos como politica ¢ idutatréa . D. Held y A. McGrew, Globalizacién/ Antiglobulizactén R. Dworkin, Virtud soberana ~ nr A OR Ronald Dworkin Virtud soberana La teoria y la practica de la igualdad apr wee or 2} Co0lapo) SU > as wp PAIDOS Titulo original: Sovereign Virtue Publicado en inglés, en 2000, por Harvard University Press, Cambridge, EE.UU. y Londres. Traduccién de Fernando Aguiar (hasta el capitulo 5) y de Maria Julia Bertomeu (capitulo 7 y siguientes). La adaptacién del capitulo 6, «la igualdad y la buena vida» (publicado en buena parte por Paidés, en 1993, en los capitulos V y VI, «Etica filoséfica» y «De la ética a la politicas, de la obra Etica privada e igualitarismo politico, con traduccion de Antoni Doménech), ha corrido a cargo de Fernando Aguiar. Cubierta de Mario Eskenazi Go o > So 5 Ss = Quedan riguroasmente prohibides, sin le autorizacién escrita de los titlares del copyright, baio ls sanciones establecides en lax leyes, le reproducciin total o parciel de esta obra por cutlquier medio 0 procedimienta. comprendidos te reprografiey ef tratamiento informético, le distibucién de ejemplares de elle mediante alquiter 0 préstamo pablico. © 2000 by Ronald Dworkin © 2003 de la traduccién, Maria Julia Bertomeu y Fernando Aguiar © 2003 de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paidés Ibérica, S.A., Mariano Cubi, 92 - 08021 Barcelona y Editorial Paidés, SAICF, Defensa, 599 - Buenos Aires http://www.paidos.com ISBN: 84-493-1436-4 Depésito legal: B. 28.620/2003 Impreso en Grafiques 92, S.A., Avda. Can Sucarrats, 91 - 08191 Rubi (Barcelona) Impreso en Espafia - Printed in Spain Para Betsy, como siempre SUMARIO Introduccion: ¢Importa laigualdad? .. 6.0.0 ee eee 1 Primera parte TEORIA 1. Igualdad de bienestar 21 2. Igualdad de recursos 75 > 3. El lugar de la libertad 133 4. Igualdad politica. 0. ee 203 5. Lacomunidad liberal. . 231 6. Laigualdad y la buena vida 259 7. Igualdad y capacidad 309 Segunda parte PRACTICA 8. La justicia y el alto coste de la salud 333 9. La justicia, los seguros y la suerte 349 + 10. Libertad de expresion, politica y las dimensiones delademocracia .......... 381 11. Discriminacién positiva: gfunciona? 419 12. Discriminacién positiva: ges equitativa? .. . . 449 13. Jugar a ser Dios: genes, clones y suerte wee » 471 14, Elsexo, lamuerte ylostribunales ©... 0.000.000.0045 497 Fuentes Be ee 521 Indice analiticoydenombres 2.2... ee ee ee 523 » Introduccién + IMPORTA LA IGUALDAD? I La igualdad es la especie en extincidn de los ideales politicos. Hace ape- nas unas décadas cualquier politico que se proclamara liberal, o incluso de centro, respaldaba una sociedad verdaderamente igualitaria, al menos como meta utdpica. Pero ahora los politicos que se definen como de centroizquier- da rechazan la idea misma de igualdad. Aseguran que representan un «nue- vo» liberalismo o una «terceta via» de gobierno y, aunque rechazan categéri- camente el insensible credo de la «vieja derecha», que abandona por completo el destino de la gente a la suerte del veredicto de un mercado a me- nudo cruel, también rechazan lo que Ilaman el obstinado supuesto de la «vie- ja izquierda» de que los ciudadanos deberian compartir equitativamente la ri- queza de sus naciones. ¢Podemos datle la espalda a la igualdad? No es legitimo ningtin gobierno que no trate con igual consideracién la suerte de todos los ciudadanos a los que gobierna y alos que exige lealtad. La igualdad de consideracién es la virtud so- berana de la comunidad politica —sin ella el gobierno es sdlo una tirania—, y cuando la riqueza de una nacién esta distribuida muy desigualmente, como su- cede hoy en dia con la riqueza incluso de las naciones mas présperas, cabe sos- pechar de su igualdad de consideracién. En efecto, la distribucién de la ri- queza es producto del orden legal: la riqueza de un ciudadano depende enormemente de las leyes que haya promulgado su comunidad (no sdlo de las leyes que regulan la propiedad, el robo, los contratos y la responsabilidad civil, sino de la legislacién sobre bienestar, la legislaci6n fiscal, la de caracter laboral, las leyes sobre derechos civiles, la legislacién que regula el medio ambiente y otras legislaciones para practicamente todo). Cuando un gobierno promulga o sostiene un conjunto de leyes en vez de otro, no solo se puede predecir que la vida de algunos ciudadanos empeorara por esa decision, sino también, en gran medida, qué ciudadanos seran esos. En las democracias présperas se puede predecir que, siempre que un gobierno recorta los programas de bienestar 0 re- chaza ampliarlos, su decisién dejard a la gente pobre sin esperanza. Tenemos que estar preparados para explicar a los que suften de esa forma por qué tie- nen que ser tratados, no obstante, con la igualdad de consideracién a ja que tienen derecho. Quizd podamos hacerlo (eso depende de lo que exija una ge- 12 irtud soberana nuina igualdad de consideracién, que es el objeto de este libro). Pero si no po- demos, debemos actuar de forma que se dé una compensacién a nuestra virtud politica. Lo que podamos o debamos hacer es también objeto de este libro. La «nueva» izquierda no rechaza la igualdad de consideracién: cuando rechaza la igualdad como ideal, sdlo rechaza una concepcién concreta de lo que exige la consideracién equitativa. La «nueva izquierda» atribuye a la «vieja» la idea de que la igualdad genuina entre ciudadanos sdlo se sostiene cuando todo el mundo tiene la misma riqueza, de la cuna a la tumba, sin que importe si decide trabajar 0 qué trabajo elige (el gobierno tiene que quitarle constantemente a las hormigas y darselo a las cigarras). Pero creo que nadie propondria esto como ideal politico. La igualdad sin matices, indiscrimina- da, no sélo es un valor politico débil, o que puede ser anulado facilmente por otros valores; no es un valor en absoluto: no se puede estar a favor de un mundo en el que se recompensa a los que eligen una vida de ocio, aunque puedan trabajar, con el producto de los industriosos. Pero si la igualdad de consideracién no significa que el gobierno haya de asegurarle a todo el mundo la misma riqueza, sea cual fuere, ¢qué significa entonces? No se puede dar una respuesta directa, 0 que no resulte contro- vertida, a esta cuestion. La igualdad es un concepto controvertido: quienes la elogian o la desprecian discrepan sobre qué es lo que estén apreciando o des- preciando. La explicacién correcta de la igualdad es en si misma una cuesti6n filos6fica dificil: los fildsofos han defendido diversas respuestas, muchas de las cuales se discuten en este libro, ¢No seria mas acertado, acaso, seguir la nueva moda y abandonar el ideal completamente, precisamente por esa razon? Sino podemos estar de acuerdo sobre si la verdadera igualdad supone igualdad de oportunidades, por ejemplo, o de resultados, o algo completamente diferente, gentonces por qué debemos seguir descifrando qué es? ¢Por qué no pregun- tarse sin mas, directamente, si una sociedad decente debe procurar que sus ciudadanos tengan la misma riqueza, o que dispongan de las mismas oportu- nidades, o simplemente que cada uno tenga la riqueza suficiente para satisfa- cer unas necesidades minimas? ¢Por qué no olvidar la igualdad en abstracto y centrarse mas bien en estas cuestiones aparentemente mas claras? Pero si la consideraci6n equitativa es una precondicion de la legitimidad politica —una precondicién del derecho de la mayoria a hacer cumplir sus le- yes frente a los que creen que son poco aconsejables o incluso injustas—, no podremos dejar a un lado la cuestin de lo que exige la igualdad de conside- raci6n. Bastaria con que una comunidad le asegurara a todo el mundo un ni- vel minimo de nutrici6n, vivienda, servicios médicos, y que no se preocupara ya de si unos ciudadanos tienen muchisima mas riqueza que otros? Tenemos que preguntarnos lo siguiente: ¢satisfaria esa politica la demanda de una con- sideracién equitativa por parte de quienes no pueden sofiar siquiera con una vida que algunos de sus conciudadanos dan por hecha? Introducci6: dimporta la igualdad? 13 Podria parecer que esa cuestién carece de sentido o que, al menos, es prematura. Las democracias présperas estan muy lejos de proporcionarle a todo el mundo siquiera un minimo vital decente —aunque algunas se hallan mas cerca de ese objetivo que otras—, por lo que se podria considerar acer- tado concentrarse en que se cumpla ese requisito minimo y no atender, al me- nos en un futuro inmediato, al mas exigente: conseguir la igualdad plena. Pe- ro una vez que se concede que los miembros acomodados de una comunidad no le deben la igualdad a sus conciudadanos menos acomodados, sino s6lo cierto nivel de vida minimo decente, se esta admitiendo demasiado como pa- ra dirigirse hacia la cuestidn, esencialmente subjetiva, de qué nivel minimo es decente, pues la historia contempordnea indica que es improbable que los acomodados den una respuesta generosa a esa cuestiOn. Asi, incluso en el la- mentable estado de cosas actual, seria poco aconsejable abandonar la cues- tidn de si Ja igualdad, no simplemente cierta reduccién de la desigualdad, ha de ser un objetivo legitimo de la comunidad. En este libro se sostiene que la igualdad de consideracién exige que el gobierno aspire a una forma de igualdad material que he denominado igual- dad de recursos, aunque habrian sido igualmente apropiados otros nombres. La argumentacién se divide en dos partes. La primera parte comienza abor- dando grandes temas teéricos y emplea sobre todo los ejemplos de una forma filoséfica comin: como casos artificiales inventados para ilustrar y probar las hipotesis tedricas. La segunda parte, por el contrario, arranca de acaloradas controversias politicas contempordneas, incluyendo debates suscitados en los Estados Unidos sobre la provisién de servicios sanitarios, los programas de bienestar, la reforma electoral, la discriminaci6n positiva, la experimentacién genética, la eutanasia y la homosexualidad. La discusi6n de esta parte fun- ciona desde el interior hacia el exterior, desde esas cuestiones politicas criti- cas hacia estructuras te6ricas que parecen apropiadas para sostenerlas y que ayudan a juzgarlas. Algunas de estas discusiones, como la del capitulo 11, de- tallan considerablemente la argumentacién, y tratan de proporcionar no solo una estructura que haga frente a una cuestién concreta, sino los hechos nece- sarios para aplicar esa estructura. Otras se proponen s6lo mostrar esta tltima, esto es, presentar los hechos que necesitamos. La diferencia entre las dos partes reside en el modo de presentacién, no enel nivel general de abstraccién o complejidad que se logra. En concreto, la segunda parte no consiste meramente en aplicaciones de teorias elaboradas en la primera: muchos de los capitulos que van «del interior al exterior su- ponen importantes avances tedricos, a partir de los capitulos previos que van «del exterior al interiom». El capitulo 10, acerca de la reforma de la financia- cién de las campaiias electorales, articula mas la explicacién sobre la demo- cracia latente en los capitulos previos; y aunque los capitulos 8 y 9, sobre la asistencia médica y las reformas de bienestar, son ejemplos ampliados de! me- 14 Virtud soberana canismo de seguros hipotéticos descrito en el capitulo 2, llevan atin mas lejos la elaboracién teérica de ese mecanismo. Hago hincapié en la interdependencia de la teoria politica y la contro- versia practica porque considero esencial que la filosofia politica responda a la politica. No quiero decir que los fildsofos politicos deban evitar la com- plejidad tedrica, ni afirmo que este libro lo haga. No deberiamos dudar en se- guir una argumentacién que parta de un problema politico practico y se adentre en cualesquiera parcelas abstractas de la filosofia politica, 0 incluso de la filosofia en sus aspectos mas generales; una-argumentaci6n que nos ve- mos arrastrados a explorar antes de que se nos ocyrra una solucién intelec- tual satisfactoria, o al menos tan satisfactoria como seamos capaces de lograr. Pero es importante que la argumentacién que termina como filosofia general arranque de nuestra vida y de nuestra experiencia, pues sdlo entonces es pro- bable que tenga la forma correcta, no sdlo para ayudarnos finalmente, sino también para convencernos por fin de que los problemas que hemos seguido entre las nubes son, incluso intelectualmente, genuinos, y no espurios. II Asimismo, hago hincapié en el hecho de que el libro vaya del interior al exterior por una raz6n adicional: para introducir un nivel mas filos6fico en el argumento, el cual resulta borroso en estas paginas, pero que me propongo desarrollar con detalle en un libro posterior que se basara, en parte, en las John Dewey Lectures que di en la Universidad de Columbia en otoio de 1998, con el titulo de «Justice for Hedgehogs». En aquellas conferencias sos- tuve que una teoria de la moralidad politica, como la teoria que se desarrolla en este libro, deberia ubicarse en una explicacién més general de los valores humanos de la ética y la moralidad, de la validez ¢ integridad de los valores, y de la naturaleza y la posibilidad de la verdad objetiva.’ Deberiamos tener es- peranzas en la existencia de una teoria factible de todos los valores politicos centrales —de la democracia, la libertad, la sociedad civil, asi como la igual- dad— que nos muestre cada uno de esos valores surgiendo y reflejandose los unos en los otros, una explicacion que conciba la igualdad, por ejemplo, no sdlo como algo compatible con la libertad, sino como un valor que alguien que aprecie la libertad debe, pues, apreciar también. Deberiamos poner nuestras esperanzas, ademas, en una teoria sobre esos valores que muestre como reflejan, incluso, compromisos més basicos sobre el valor de la vida hu- . Sobre mi propia explicacién de la objetividad que pueden reclamar los juicios morales, véase Ronald Dworkin, «Objectivity and Truth: You'd Better Believe It», Philosophy and Public Afairs, n° 25, 1996, pag. 87. Introduccién: gimporta la igualdad? 15 mana y la responsabilidad que tiene cada persona para que se cumpla ese va- lor en su propia vida. El espiritu de esos objetivos es el contrario al de dos de las corrientes contemporaneas que han ejercido una influencia mas poderosas en la teoria liberal —el liberalismo politico de John Rawls y el pluralismo de los valores de Isaiah Berlin—, las consecuencias de ese espiritu opuesto surgen en este libro. Berlin ha insistido en que los valores politicos mas importantes se ha- Ilan en conflicto de manera impresionante —concretamente, él pone el acen- to en el conflicto entre la libertad y la igualdad—, pero los capitulos 3 y 5, en- tre otros, se esfuerzan en disipar tales conflictos e integrar esos valores. El mecanismo de contrato social de Rawls esta disefiado para aislar la moralidad politica de supuestos y controversias éticas sobre la naturaleza de una buena vida. Mas en este libro la argumentacion no hace uso de conttrato social algu- no: espera recabar el apoyo que sus afirmaciones politicas réeclamen, no en un acuerdo o consenso unanime, aunque sea hipotético, sino mas bien en los va- lores éticos mas generales a los que apela: la estructura de la buena vida des- crita en el capitulo 6, por ejemplo, y los principios de la responsabilidad per- sonal descritos en los capitulos 7, 8 y 9. En el capitulo 9, en la contraposicion entre dos disefios de provisién de bienestar, se ejemplifica ese contraste: el principio de diferencia de Rawls, que prescinde de toda consideracion sobre la responsabilidad individual, y la aproximacién en términos de un seguro hi- potético, que trata de apoyarse lo mas posible en esa responsabilidad. Para dicha teoria liberal comprehensiva me parece que son fundamenta- les dos principios del individualismo ético, pues ambos configuran y dan apoyo ala explicacidn de la igualdad defendida en este libro. El primero es el principio de igual importancia: desde un punto de vista objetivo, es impor- tante que las vidas humanas tengan éxito y que no se desperdicien, y esto es igualmente importante, desde ese punto de vista objetivo, para cada vida hu- mana. El segundo es el principio de responsabilidad especial: aunque todos tengamos que reconocer la importancia objetiva equitativa de que una vida humana tenga éxito, solo una persona tiene la responsabilidad especial y ul- tima de ese éxito: la persona de cuya vida se trata. El principio de igual importancia no exige que los seres humanos sean si- milares 0 iguales en todo: ni que sean igual de racionales 0 buenos, ni que las vidas que desarrollan sean valiosas por igual. La igualdad en cuestién no esta relacionada con ninguna propiedad de las personas, sino con la importancia que tiene el hecho de que Ileguen a algo en la vida y no la desperdicien. Ade- mas, las consecuencias de esta importancia que tiene la correcci6n 0 la inco- rrecci6n de la conducta de alguien plantean una cuestién adicional. Muchos filésofos aceptan lo que se denomina a menudo principio de beneficencia: una persona tiene siempre la obligacién moral de tratar con tanta considera- cién el destino de todo el mundo como su propio destino y el de su familia y

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