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DEL HOMBRE PARTE 1 eo, DEL HOMBRE CAPITULO 1 De las Sensaciones Por lo que respecta a los pensamientos del hombre Quie TO considerarlos en primer término singularmente nto, es decir, en su dependencia mutua. Singularmente cada uno de ellos es una representacign apariencia de cierta cualidad o de otro accidente de un Hs 0 exterior 2 nosotros, de lo que comtnmente llamamos objeto, Dicho objeto actua sobre los ojos, oidos y otras partes del cuerpo humano, y por su diversidad de actuacién Produce dj. versidad de apariencias. EI origen de todo ello es lo que Ilamamos sensacién n efecto: no existe ninguna concepcién en el intelecto humano que antes no haya sido. recibida, totalmente o en parte, por los érganos de los sentidos). Todo lo demas deriva de este elemento primordial. Para el objeto que ahora nos proponemos no es muy ne- cesario conocer la causa natural de las sensaciones; ya en otra parte he escrito largamente acerca del particular. No obstante, para llenar en su totalidad las exigencias del método que aho- ra me ocupa, quiero examinar brevemente, en este lugar, di- cha materia. i + ¥ luego en i conjui La causa de la sensacién es el cuerpo externo u objeto que actia sobre el 6rgano propio de cada sensacidn, ya sea de modo inmediato, como en el gusto o en el tacto, o mediatamente como en la vista, el ofdo y el olfato: dicha accién, por medio de los nervios y otras fibras y membranas del cuerpo, adentra por éste hasta el cerebro y el corazon, y causa all una resistencia, reaccién o esfuerzo del corazén, para liber- tarse: esfuerzo que dirigido hacia el exterior, parece ser algo 6 | t } — paRTE 1 DEL HOMBRE Cie, « externo. Esta apariencia o fantasia es lo que los hombres Ia man sensacion, y consiste para el ojo en una bux 0 color figu- rado; para el oido en un sonido; para la pituitaria en un olor; para la lengua o el paladar en un sabor ; para el resto del cuer- po en calor, frio, dureza, suavidad y otras diversas cualidades que por medio de 1a sensaci6n discernimos. Todas estas cua- Jidades se denominan sensibles y no son, en el objeto que las causa, sino distintos movimientos en la materia, mediante Jos cuales acttia ésta diversamente sobre nuestros érganos. En nosotros, cuando somos influidos por ese efecto, no hay tam- poco otra cosa sino movimientos (porque el movimiento no produce otra cosa que movimiento). Ahora, bien: su apariencia con respecto a nosotros constituye la fantasia, tanto en estado de vigilia como de suefio; y asi como cuando oprimimos el ofdo se produce un rumor, asi también los cuerpos que vemos u oimos producen el mismo efecto con su accién tenaz, aunque imperceptible. En efecto, si tales colores o sonidos es- tuvieran en los cuerpos u objetos que los causan, no podrian ser [4] separados de ellos como lo son por los espejos, y en los ecos mediante la reflexion. De donde resulta evidente que Ja cosa vista se encuentra en una parte, y la apariencia en otra. Y aunque a cierta distancia lo real, el objeto visto parece re- vestido por la fantasia que en nosotros produce, lo cierto es que una cosa es el objeto y otra la imagen o fantasia. Asi que las sensaciones, en todos los casos, no son otra cosa que fan- tasia original, causada, como ya he dicho, por la presién, es decir, por los movimientos de las cosas externas sobre nues- tros ojos, oidos y otros érganos. Ahora bien, las escuelas filoséficas en todas las Univer- dades de la cristiandad, funddndose sobre ciertos textos de -lristételes, ensefian otra doctrina, y dicen, por lo que respecta ala cisién, que la cosa vista emite de si, por todas partes, una especie visible, aparicién o aspecto, 0 cosa vista; la’ recepcién de ello por el ojo constituye la visién. Y por lo que respecta 11a audicién, dicen que la cosa ofda emite de si una especie cue, aspecto o cosa audible, que al penetrar en el ofdo en- oe la audicion. Incluso por lo que respecta a Ja causa de un iprension, dicen que la cosa comprendida emana de sf na especie inteligible, es decir un inieligible que al llegar a 7 L HOMBRE Cap DE wk pARTE ! n nos hace comprender. No digo posito de censurar Jo que €s costumbre en las Une Con pr sino porque como posteriormente he de referirme iVersidad esa haceros ver en todas o i SU misise jones ui en el Estado; me inter dadas al respecto. Entre ellas f esta Ja cosas deben ser enmen frecuencia con que usan elocuciones desprovistas d S . ie Signifi. cacion. la comprensi6 | paRTE I DEL HOMBRE CAP. 2 CAPITULO IL De la Imaginacién Que cuando una cosa permanece en Teposo seguira mante- niéndose asi a menos que algo la perturbe, es una verdad de la que nadie duda; pero que cuando una cosa est4 en movi- miento continuara moviéndose eternamente, a menos que algo la detenga, constituye una afirmacién no tan facil de entender, aunque la razén sea idéntica (a saber: que nada puede cambiar por si mismo). En efecto: los hombres no miden solamente a los demas hombres, sino a todas las otras cosas, por sf mismos: y como ellos mismos se encuentran sujetos, ‘después del movimiento, a la pena y al cansancio, piensan que toda ‘cosa tiende a cesar de moverse y procura reposar por decision ‘propia; tienen poco en cuenta el hecho de si no existe otro ‘movimiento en el cual consista este deseo de descanso que advierten en si mismos. En esto se apoya la afirmacién esco- lastica de que los cuerpos pesados caen movidos por una ape- tencia de descanso, y se mantienen por naturaleza en el lugar que es mas adecuado para ellos: de este modo se adscribe ab- surdamente a las cosas inanimadas apetencia y conocimiento de lo que es bueno para su conservacién (lo cual es mas de lo que el hombre tiene). Cuando un cuerpo se pone una vez en movimiento, se mueve ¢eternamente (a menos que algo se lo impida); y el obstaculo que encuentra no puede detener ese movimiento €n un instante, sino con el transcurso del tiempo, y por grados. Y del mismo modo que vemos en el agua cémo, cuando el viento cesa, las olas contintan batiendo durante un [5] espacio de tiempo, asf ocurre también con el movimiento que tiene lugar en las partes internas del hombre, cuando ve, suefia, etc. En efecto: aun después que el objeto ha sido apartado de nos- Stros, si cerramos los ojos seguiremos reteniendo una imagen de la cosa vista, aunque menos precisa que cuando la veiamos. 9 BRE DEL HOM can, Jatinos Ilamaban imaginacion, de la ine, Tal es lo que los & : que en Ja vision fue creada: y esto mismo se aplica, ang impropiamente, @ todos los demas sentidos. Los Briegos, es cambio, la amaban fantasia, que quiere decir apari enci, es tan peculiar de un sentido como de los demas. Por cong. guiente, la IMAGINACION NO ¢S otra cosa sino una sensaciiy que se debilita; sensacion que se encuentra en los hombres y en muchas otras criaturas vivas, tanto durante el suciio como en estado de vigilia. La debilitacin de las sensaciones en el hombre que s halla en estado de vigilia no es la debilitacién del Movimiento que tiene lugar en Jas sensaciones: mas bien es una obnubj. Jacién de ese movimiento, algo analogo a como la luz del sol obscurece la de las estrellas. En efecto: las estrellas no ejercen menos en el dia que por la noche la virtud que las hace visibles. Pero asi como entre las diferentes solicitaciones que nuestros ojos, nuestros ofdos y otros érganos reciben de los cuerpos externos, sdlo la predominante es sensible, asi también, siendo predominante la luz del sol, no impresiona nuestros sentidos la accién de las estrellas. Cuando se aparta de nues- tra vista cualquier objeto, la impresién que hizo en nosotros permanece: ahora bien, como otros objetos mas presentes vie- nen a impresionarnos, a su vez, la imaginacién del pasado x obscurece y debilita; asi ocurre con la voz del hombre entre Jos rumores cotidianos, De ello se sigue que cuanto mas largo es al tiempo transcurrido desde la visién o sensacién de un objeto, tanto mas débil es la imaginacién. El cambio continuo que se opera en el cuerpo del hombre destruye, con el tiempo, las partes que se movieron en la sensacién; a su vez Ia dis tancia en el tiempo o en el espacio producen en nosotros el mismo efecto. Y del mismo modo que a gran distancia de un lugar el objeto a que mirais os aparece mintisculo y no hay posibilidad de distinguir sus detalles; y asi como, de lejos - Necro a e inarticuladas, asi, también, rae debilita, y pote Se nuestra imagen del pasado : visto al » Aaa lo, perdemos de las ciudades que hemos fin recuerdo de muchas calles; y de las acciones, m querenos ene bate Esta sensacién decadent, © xpresar la misma cosa (me refiero a la fantasi4 PARTE 1 10 parTE I DEL HOMBRE CAP. 2 la Hamamos imaginacién, como ya dije antes: pero cuando queremos expresar ese decaimiento y significar que la sensa- cign se atentla, envejece y pasa, Ja Hamamos memoria. Asi jmaginacion y memoria son una misma cosa que para diversas consideraciones posee, también, nombres diversos. Una memoria copiosa o la memoria de muchas cosas se denomina experiencia. La imaginacion se refiere solamente a aquellas cosas que antes han sido percibidas por los sentidos, bien sea de una vez o por partes, en tiempos diversos; la primera (que consiste en la imaginacién del objeto entero tal como fue presentado a los sentidos) es simple imaginaciin; asi ocurre cuando alguien imagina un hombre o un caballo que vio anteriormente. La otra es compuesta, como cuando de Ja visién de un hombre en cierta ocasién, y de un caballo en otra, componemos en nuestra mente la imagen de un cen- tauro. Asi, también, cuando un hombre combina la imagen de su propia persona con la imagen de las acciones de otro hombre; por ejemplo, cuando un hombre se imagina a si mismo ser un Hércules o un Alejandro (cosa que ocurre con frecuencia a quienes Jeen novelas en abundancia), se trata de una imaginacién compuesta, pero propiamente de una ficcién {61 mental. Existen también otras imagenes que se producen en los hombres (aunque en estado de vigilia) a causa de una gran impresién recibida por los sentidos. Por ejemplo, cuando se mira fijamente al sol, la impresién deja ante nuestros ojos, durante largo tiempo, una imagen de dicho astro; cuando se mira con fijeza y de un modo prolongado figuras geomé- tricas, el hombre en la obscuridad (aunque esté despierto) tiene luego imagenes de lfneas y Angulos ante sus ojos: este género de fantasia no tiene nombre particular, por ser algo que comtinmente no caz bajo el discurso humano. Las imaginaciones de los que duermen constituyen lo que ; Mamamos ensuetios. También éstas, como todas las demas ima- 8inaciones, han sido percibidas antes, totalmente o en partes, Por los sentidos. Y como el cerebro y los nervios, necesarios a ‘2 sensacién, quedan tan aletargados en el suefio que dificil- ee mueven por la accién de los objetos externos, durante = = puede -Producirse otra imaginacién ni, en conse- » Otro ensuefio sino el que procede de la agitacién de Ir Memoria. Ensueiios. DEL HOMBRE cap PARTE I 7] s internas del cuerpo humano. Dada Ja conexign tienen con el cerebro y otros érganos, cuando estos elements internos se perturban, ponen a dichos 6rganos en movimien, sdlo que hallandose entonces algo aletargados los organos de Ja sensacién, y no existiendo un nuevo objeto que pueda dong rarla u obscurecerla con una impresiOn mas vigorosa, e] en, suefio tiene que ser més claro en el silencio de las sensacioney que Jo son nuestros pensamientos en estado de vigilia. Y aun suele ocurrir que resulte dificil, y en Cciertos casos imposible, distinguir exactamente entre sensaci6n Y ensuefo, Por mi parte, cuando considero que en los suefos no pienso con frecuencia ni constantemente en las mismas personas, lu. gares, objetos y acciones que cuando estoy despierto; ni re- cuerdo durante largo rato una serie de pensamientos cohe. rentes con los ensuefios de otros tiempos; y como, ademis, cuando estoy despierto observo frecuentemente lo absurdo de los suefios, pero nunca suefio con lo absurdo de mis pensamien- tos en estado de vigilia, me satisface advertir que estando des- pierto yo sé que no suefio: mientras que cuando duermo, me Pienso estar despierto. Si advertimos que los ensuefios son causados por la des- templanza de algunas partes internas del cuerpo, tendremos que esas diversas destemplanzas causaran, necesariamente, ensuefios diferentes. Asi acontece que cuando se tiene frio es- tando echado se suefia con cosas de terror, y surge la idea ¢ imagen de algin objeto temible (siendo reciproco el movi- miento del cerebro a las partes internas, y de las partes in- ternas al cerebro); del mismo modo que la célera causa calor en algunas partes del cuerpo cuando estamos despiertos, asi, cuando dormimos, el exceso de calor de las mismas partes causa célera, y engendra en el cerebro la imagen de un enemigo. De . aes odie la pasion natural, cuando estamos despiertos, igendra deseo; y el deseo produce calor en otras ciertas partes del cuerpo; asi también al exceso de ardor en estas par- tes, oo durmiendo, sucede en el cerebro la PR an rat antes sentido, En suma, nuestros en- Sélo que cuando icin Paes eee estado de vigil un extremo, y cuando ea el movimiento se inicia 0 iMos, en otro. las parte: 12 PARTE 1 DEL HOMBRE tS La mayor dificultad en discriminar los ensuefios de un hombre y sus pensamientos en estado de vigilia [ n n 7] se ad- vierte cuando por accidente dejamos de observar q we estamos durmiendo, cosa que facilmente ocurre al hombre que est4 Meno de terribles pensamientos, y cuya conciencia se halla per- turbada, hasta el punto de que duerme atin en circunstancias extrafias, por ejemplo al acostarse o al desnudarse, lo mismo que otros dormitan en el sillén, En efecto: quien esti apenado y se afana, en vano, por dormir, si una fantasia extrafia o exorbitante se le aparece, fcilmente Propendera a pensar en un ensueffo, Cuentan de Marco Bruto (un Personaje a quien dio vida Julio César, y le hizo su favorito, no obstante lo cual fue asesinado por él) que en Philippi, la noche de la vis- pera de la batalla contra César Augusto, vio una aparicion espantable que los historiadores Presentan, por lo comin, co- mo una visién; ahora bien, teniendo en cuenta las circuns- tancias, facilmente podemos inferir que no se trataba sino de un ensuefio fugaz, Hallandose sentado en. su tienda, pensativo y conturbado por el acto cometido, no fue dificil para él, aterido de frio como estaba, sofiar acerca de lo que més le afligia: ese mismo temor le hizo despertar gradualmente, con lo cual la aparicién fue desvanecién dose poco a poco. Y como No tenia seguridad de estar durmiend 0, no habia motivo para Pensar que todo ello fuera un ensuefio ni cosa distinta de una | visién, Esta eventualidad no es muy rara, pues incluso los que estan perfectamente despiertos, cuando tienen miedo y son Supersticiosos, y se hallan Poseidos por terribles ideas, al estar solos en la obscuridad se Ven sujetos a tales fantasias, y creen ver espiritus y fantasmas de hombres muertos paseando por los cementerios, En todo ello no hay otra cosa que su fantasia, 0 bien el fraude de Ciertas personas que, abusando del temor “Jeno, pasan disfrazadas, durante la noche, por lugares que “sean frecuentar sin ser conocidas. De esta ignorancia para distinguir los ensuefios, y otras fantasias, de la vision y de las sensaciones, surgieron en su Mayor parte las creencias religiosas de los gentiles, en los tiem- Pos pasados, cuando se adoraba a satiros, faunos, ninfas y otras cclones por el estilo: tal es, también, ahora, el origen del Concepto que la gente vulgar tiene de hadas, fantasmas y duen- 13 Apericiones » Visiones, DEL HOMBRE PARTE ! Cap 7 : +2 mo del poder de las brujas. En cuanto brujeria encierre ningin oder [stag tivo: pero justamente se las castiga por la falsa creen.,* ; de maleficio, y, ademas, por gy 5... tienen de ser causa wvidad hallan re POsty de hacerlo si pudieran: sus actividades se hallan mis Cerca de una nueva religion que de un arte o ciencia, En cuanto; las hadas y fantasmas deambulantes, el concepto que sth ellos se tiene se inicié seguramente, 0 por lo MENOS no ha sid. contradicho, para acreditar el uso de exorcismos, Cruces, a bendita y otras parecidas invenciones de Personas supersticis. sas. A pesar de ello no hay duda de que Dios puede hacer apariciones fuera de lo natural: pero que las haga tan fre. cuentemente que los hombres hayan de temer tales cosas mis que temen Ia continuidad o el cambio en el curso de la Naty. raleza (que también puede permanecer o cambiar), no es ar. ticulo de fe cristiana. Ahora bien, los hombres malvados, bajo el pretexto de que Dios puede hacerlo todo, son tan osados que dicen todo aquello que sirve a sus propédsitos, aunque se- pan que es falso. Es cosa inherente a la condicién de un hombre sabio no creer en ello sino cuando la buena razén haga dignas de crédito las cosas afirmadas. Si esta supersticién, este temor 2 los espiritus fuese eliminado, y con ello los pronésticos a fe de ensuefios y otras cosas concomitantes —mediante las cuales [8] algunas personas ambiciosas de poder abusan de las gentes sencillas— los hombres estarian mas aptos que lo estan para la obediencia civica. _ Tal deberia ser la misién de las escuelas, pero més bien tienden a alimentar semejantes doctrinas. Porque (no sabien- do Jo que son la imaginacién y las sensaciones) ensefian aque- ee oa tradicién conocen, Asi afirman algunos que las Gisas: nes surgen €f nosotros mismos y no tienen on de la solace gies cominmente se producen por ae en el hombre on, los Pensamientos buenos son ae lemonio: a Hos, y los Pensamientos malvados Loh (infusos) en el ioe buenos resultan mt de monio. Algunos dice re por Dios, y los malignos Por os de las cosas y lg Nn que los sentidos reciben las espe ie €ntregan al sentido comin: que el sentido ¢ min las ¢ . : Tansmite a Ja fantasia, y ésta a la memoria, y 14 des, asi co Ultimas no creo que su } “parte! DEL HOMBRE CAP. 2 memoria al juicio; lo cual parece pura tradicién de cosas, con muchas palabras que no ayudan a la comprensién. | La imaginacién que se produce en el hombre (0 en cual- quiera otra criatura dotada con la facultad de imaginar), por medio de palabras u otros signos voluntarios es lo que gene- ralmente !lamamos entendimiento, que es comin_a los hom- bres y a los animales. Por el habito, un perro Ilegara a entender Ja llamada o la reprimenda de su duefio, y lo mismo ocurrira con otras bestias. El entendimiento que es peculiar al hombre, no es solamente comprensién de su voluntad, sino de sus con- cepciones y pensamientos, por la sucesién y agrupacién de los nombres de las cosas en afirmaciones, negaciones y otras for- mas de expresién. De este género de entendimiento he de ha- blar mas adelante. 15 Entendimients, HOMBRE PARTE ! a Cap, CAPITULO IIL De la Consecuencia o Serie de Imaginaciones Por consecuencia o serie de pensamientos comprendg sucesién de un pensamiento a otro; es lo que, para distinguirly del discurso en palabras, denominamos discurso mental, Cuando un hombre piensa en una cosa cualquiera, Su pen. samiento inmediatamente posterior no es, en definitiva, tan casual como pudiera parecer. Un pensamiento cualquiera no sucede a cualquier otro pensamiento de modo indiferente, Del mismo modo que no tenemos imagenes, a no ser que antes hayamos tenido sensaciones, en conjunto oen partes, asi tam- poco tenemos transicién de una imagen a otra si antes no h; hemos tenido en nuestras sensaciones. La razén de ello es la siguiente. Todas las fantasias son movimientos efectuados dentro de nosotros, reliquias de los que se han operado en la sensacién. Estos movimientos que inmediatamente se suceden en las sensaciones, siguen hallandose, también, conjuntos des- pués de ellas. Asi, al volver a ocupar el primer movimiento un lugar predominante, continéa el ‘segundo por coherenca con la materia movida, como el agua sobre una mesa puede ser empujada de una parte a otra y guiada por el dedo, Pero como en las sensaciones, tras una sola y misma cosa percibida, viene una vez una cosa y otras otra, asf ocurre también en el tempo, que al imaginar una cosa [9] no podemos tener cer- tidumbre de lo que habremos de imaginar a continuacion. ‘© una cosa es cierta: algo debe haber que sucedié antes, cn Un tiempo u otro, etal de Pensamientos 0 discurso mental es de 7 tante; no ee carece de Orientacion y designio, es incons atraiga hago, a ella Pensamiento apasionado que yall en fin u abiet Ss a los que le oe - se dice aes . algtin deseo o de otra pasion. En ta S S Pensamientos flucttan y parecen incoherent 16 _ civil presente {qué cosa serfa mas desa - un dinero romano? Aun asi, la coherencia, parte t DEL HOMBRE CaP, 3 uno respecto a otro, como en el suefio. Tales Son, cominmente, Jos pensamientos de los seres humanos que no sélo estan ais- lados, sino también sin preocupacién Por cualquiera otra cosa, Incluso puede ocurrir que esos pensamientos sean tan activos como en otros tiempos, pero carezcan de armonia, como el sonido de un latid sin templar €n manos de cualquier hombre 3 0 templado, en manos de alguien que no supiera tocar. Aun en esta extrafia disposicién de la mente un hombre percibe muchas veces el hilo y la dependencia de un pensamiento con respecto a otro. Asi en un coloquio acerca de nuestra guerra 1 tinada, en apariencia, que preguntar (como alguien lo hizo) ,cual era, el valor de a juicio mio, era bastante evidente, porque el Pensamiento de la guerra trafa consigo el de la entrega del rey a sus enemigos; este pensa- miento sugeria el de la entrega de Cristo; ésta a su vez, el de los treinta dineros que fue el Precio de aquella traicién: facilmente se infiere de aqui aquella maliciosa cuestién; y todo esto en un instante, porque el pensamiento es veloz. El segundo es mas Constante, puesto que esta regulado por algin deseo y designio. La impresién hecha Por las cosas que deseamos 0 tememos es, en efecto, intensa Yy permanente o (cuando cesa por algan tiempo) de rapido retorno: tan fuerte €s, @ veces, que impide y rompe nuestro suefio, Del deseo surge el pensamiento de algunos medios que hemos visto pro- ducir efectos andlogos a aquellos que perseguimos; del pen- samiento de estos efectos brota Ja idea de los medios condu- centes a ese fin, y asi sucesivamente hasta que Llegamos a algin comienzo que est4 dentro de nuestras posibilidades. Y como el fin, por la grandeza de la impresién, viene con frecuencia a 2 mente, si nuestros pensamientos comienzan a disiparse, r4- pidamente son conducidos otra vez al recto camino. Obser- vado esto por uno de los siete sabios, ello le indujo a dar a los hombres este consejo que ahora recordamos: Respice finem. Es decir, en todas vuestras acciones, considerad frecuentemente aquello que quereis Poseer, porque es la cosa que dirigiré todos vuestros pensamientos al camino para alcanzarlo, La serie de pensamientos regulados es de dos clases. Una cuando tratamos de inquirir las causas o medios que producen 17 — Serie de Pensemientos regulades. DEL HOMBRE PARTE 1 . ; Cap, 3 . inado: este género es comin a los hom, efecto imagina sot res tne animales. Otra cuando, imaginando una cosa cualguie,! a tamos de determinar Jos efectos posibles que se ued ue es decir, imaginar lo que podemos }," roducir con ella; EMOS hace as una cosa cuando la tenemos. De esta especie de al mientos en ningdn tiempo y fin percibimos muestra algung bre; ésta es, en efecto, una Particularided sino sdlo en el hom I que raramente ocurre en Ja naturaleza de cualquiera otra cia. tura viva que no tenga mas pasiones que las sensoriales, tales como el hambre, la sed, el apetito sexual y la célera. En suma, el discurso mental, cuando esta gobernado por designios, np es sino busqueda o facultad de invenci6n, lo que los latinos Hamaban sagacitas y [10] solertia; uma averiguacion de hs causas de algun efecto presente o pasado, o de los efectos de alguna causa pasada o presente. A veces el hombre busca |p que ha perdido; y desde el momento, lugar y tiempo en que advierte Ja falta, su mente retrocede de lugar en lugar y de tiempo en tiempo, para hallar dénde y cuando la tenfa; esto es, para encontrar un tiempo y un lugar evidentes y unos limites dentro de los cuales dar comienzo a una metédica in- vestigacién, Luego, desde alli, vuelven sus pensamientos hacia los mismos lugares y tiempos para hallar qué accién o qué contingencia pueden haberle hecho perder la cosa. Es Jo que de- ) men nominamos remembranza o invocacién a la mente: los lati- } nos la Hamaban reminiscentia, por considerarla como un reco- : nocimiento de nuestras acciones anteriores. A veces el hombre conoce un lugar determinado dentro del dmbito en el cual ha de inquirir; entonces sus pensamientos hurgan en ese sitio por todas sus partes, del mismo modo qu’ registrariamos una habitacién para hallar una joya; 0 como un perro de caza recorreria el campo hasta encontrar el rastro; © como alguien consultaria el diccionario para hallar una rim’ Prudencia. ra ape imtia un hombre desea saber el curso de agate jante y en ‘lg thee iensa en alguna accién pretérita ch que a acontecimieat 7 ulteriores de ella, presum ie Cuando uno quiere + iguales han de suceder acciones iguales. recuerda lo que he nas lo que ocurrira con un crim? ‘ orden de sus visto ocurrir en crimenes semejantes:, Pensamientos es éste: el crimen, los agentes J” 18 — DEL HOMBRE até! CAP, 3 «ales, 1a prision, el juez y la horca. Este género de pen- oe vento se llama previsién, prudencia 0 providencia; a veces jidurias aunque tales conjeturas, dada la dificultad de ob- ill ; todas Jas circunstancias, resulten muy falaces. Mas es ert que algunos hombres tienen una experiencia mucho mayor de las cosas pasadas que otros, y en la misma medida son mas prudentes; sus previsiones raramente fallan, El pre- yente solo tiene una realidad en la Naturaleza; las cosas pa- vedas tienen una realidad en la memoria solamente; pero las cosas por venir no tienen realidad alguna. El futuro no es sino una ficcién de la mente, que aplica Jas consecuencias de Jas acciones pasadas a las acciones presentes; quien tiene mayor experiencia hace esto con mayor certeza; pero no con certeza suficiente. Y aunque se Iama prudencia, cuando el aconteci- miento responde a lo que esperamos, no es, por naturaleza, sino presuncién. En efecto, la presuncién de las cosas por venir, que es providencia, pertenece sdélo a Aquél por cuya voluntad sobrevienen. De El solamente, y por modo sobre- natural, procede Ja profecfa. El mejor profeta, naturalmente, es el mas perspicaz; y el mas perspicaz es el mas versado e instruido en Jas materias que examina, porque tiene mayor cantidad de signos que observar. Un signo es el acontecimiento antecedente del consiguien- Signor te; y, por el contrario, el consiguiente del antecedente, cuando antes han sido observadas las mismas consecuencias. Cuanto mis frecuentemente han sido observadas, tanto menos incierto es el signo y, por tanto, quien tiene mas experiencia en cual- quiera clase de negocios, dispone de mis signos para avizorar el tiempo futuro. Como consecuencia es el mas prudente, y mucho mas prudente que quien es nuevo en aquel género de negocios y no tiene, como compensacién, cualquiera venta- Ja de talento natural y desusado: aunque a veces, muchos jé- venes piensan lo contrario. No obstante no es Ja prudencia lo que distingue al hombre de la bestia. [11] Hay animales que teniendo un afio observan mas, y persiguen lo que es bueno para ellos con mayor pru- lencia que un nifio puede hacerlo a los diez. La prudencia es una presuncién del futuro basada en la dat deage experiencia del pasado; pero existe también una presuncién ‘asado. 19 RE DEL HOMB PARTE 1 CaP, ida de otras cosas que no son fy asadas, deducida a . de cosas p ‘bién. Quien ha visto por qué Procedimien® ino pasadas tam : : tog sino Pp tado floreciente cae primero en la guerra civil i eu ruina, a Ja vista de Ja ruina de cualquier at, Estado induciré que Jas causas de ello fueron las mismas py. rras y los mismos sucesos. ao eae fie ism grado de incertidumbre que a J pachiae 3 ambas estan basadas solamente sobre la exp . Por lo que yo recuerdo no existe otro acto de la mente humana, connatural a ella, y que no necesite otra cosa para sy ejercicio sino haber nacido hombre y hacer uso de Jos Cine sentidos. Por el estudio y el trabajo se adquieren € incremen. tan aquellas otras facultades de las que hablaré poco a po. co, y que parecen exclusivas del hombre. Muchos hombres van adquiriéndolas mediante instruccién y disciplina, y todas derivan de la invencién de las palabras, y del Jenguaje. Por- que aparte de las sensaciones y de los pensamientos, y de k serie de pensamientos, la mente del hombre no conoce otro movimiento, si bien con ayuda del lenguaje y del método, Jas mismas facultades pueden ser elevadas a tal altura que distingan al hombre de todas las demas criaturas vivas. Cualquiera cosa que imaginemos es finite. Por consiguien- te, no hay idea o concepcién de ninguna clase que podamos llamar infinite. Ningtin hombre puede tener en su mente una imagen de cosas infinitas ni concebir la infinita sabiduria, el tiempo infinito, la fuerza infinita o el poder infinito. Cuando decimos de una cosa que es infinita, significamos solamente ae no somos capaces de abarcar los términos y limites de eno doh con lo que no tenemos concepcién de la cost, nombre de Das peed. De aqui resulta que el (puesto que es ane ible, Para que podamos ae tan imposibles de coaester) , y su grandeza y poder resul- sino para que podamos honrarle. Asi (tal a (al como dije antes), cualquiera cosa que concebimos ha sid i ibi ell paeeniormente percibida por los sentidos, de una vez » ¥ un hombre no puede tener idea que represente una cosa no suj . eta a 16 7 a concebir una 7 Sensacién. En consecuencia, nadie puede lugar, provista ashe. Que debe concebirla situada en algin una determinada magnitud y susceptible 20 pete ! DEL HOMBRE CAP. 4 de dividirse en partes; no puede ser que una cosa esté toda on este sitio Y toda en otro lugar, al mismo tiempo; ni que dos o mas cosas estén, a Ja vez, en un mismo e idéntico lugar. Porque ninguna de estas cosas es o puede ser nunca incidental a Ja sensacion; ello no son sino afirmaciones absurdas, propa- Jadas —sin razén alguna— por filésofos fracasados y por es- colasticos engafiados o engafiosos. [12] 2r HOMBRE PARTE I DEL Car, CAPITULO IV Del Lenguaje La invencién de la imprenta, aunque ingeniosa, NO tiene gran importancia si se la compara con la invencién de las Tetras. Pero ignoramos quién fue el primero en hallar el us de las letras. Dicen los hombres que quien en primer térming _ Jas trajo a Grecia fue Cadmo, hijo de Agenor, rey de Fenj- Ga. Fue, ésta, una invencién provechosa para perpetuar |, memoria del tiempo pasado, y la conjuncién del género hu. mano, disperso en tantas y tan distintas regiones de la tierra; y tuvo gran dificultad, como que procede de una cuidados observacién de los diversos movimientos de la lengua, del paladar, de los labios y de otros érganos de la palabra; aiia- dase, ademas, a ello la necesidad de establecer distinciones de caracteres, para recordarlas. Pero la mas noble y provechosa invencién de todas fue la del Jenguaje, que se basa en nombres 0 apelaciones, y en las conexiones de ellos. Por medio de esos elementos los hombres registran sus pensamientos, los recuet- dan cuando han pasado, y los enuncian uno a otro para mutua utilidad y conversacién. Sin él no hubiera existido entre los hombres ni gobierno ni sociedad, ni contrato ni paz, ni mas que lo existente entre leones, osos y lobos. El primer autor 7 jenguaje fue Dios mismo, quien instruyé a Adén como amar Jas criaturas que iba presentando ante su vista. La Es critura no va mas lejos en esta materia. Ello fue suficiente ae Cao a afiadir nombres nuevos, ef a sién, y para scat uso de las criaturas iban dan - iera hacerse ae a ellas de modo i Ho formandose el len T, YH asi, andando el tiempo, no ta copioso como un cade, shcome Jo usamos, aunque Tay ciilentas n orador o filésofo lo necesita. En efecto, te © por Fie ones en la Escritura de la cual dire es ncia pueda inferirse que se ensefid a Aa# 22 DEL HOMBRE CAP. 4 pARTE 7 pres de todas las figuras, cosas, medidas, colores, sonidos, 10 s y relaciones. Mucho menos los nombres de las pa- eT del lenguaje, como general, especial, afirmativo, ne- ee indiferente, optativo, infinitivo, que tan tiles son; y menos atin las de entidad, intencionalidad, quididad, y otras, insignificantes, de los Escolasticos. . Todo este lenguaje ha ido produciéndose y fue incremen- tudo por Addn y su posteridad, y quedé de nuevo perdido en Ja torre de Babel cuando, por la mano de Dios, todos los hombres fueron castigados, por su rebelién, con el olvido de su primitivo lenguaje. Y viéndose asi forzados a dispersarse en distintas partes del mundo, necesariamente hub6 de sobre- yenir la diversidad de lenguas que ahora existe, derivandose por grados de aquélla, tal como lo exigia la necesidad (madre de todas las invenciones); y con el transcurso del tiempo fue creciendo de modo cada vez mAs copioso. El uso general del lenguaje consiste en trasponer nues- tros discursos mentales en verbales: o la serie de nuestros pen- samientos en una serie de palabras, y esto con dos finalidades: una de ellas es el [13] registro de las consecuencias de nues- tros pensamientos, que siendo aptos para sustraerse de nuestra memoria cuando emprendemos una nueva labor, pueden ser recordados de nuevo por las palabras con que se distinguen. Asi, el primer uso de los nombres es servir como marcas o notas del recuerdo. Otro uso se advierte cuando varias per- sonas utilizan las mismas palabras para significar (por su co- nexi6n y orden), una a otra, lo que conciben o piensan de cada materia; y también lo que desean, temen o promueve en ellos otra pasién. Y para este uso se denominan signos. Usos especiales del lenguaje son los siguientes: primero, re- gistrar lo que por meditacién hallamos ser la causa de todas las cosas, presentes o pasadas, y lo que a juicio nuestro las Cosas presentes o pasadas puedan producir, o efecto: lo cual, tn suma, es el origen de las artes. En segundo término, mos- tar a otros el conocimiento que hémos adquirido, lo cual sig- nifica aconsejar y ensefiar uno a otro. En tercer término, dar * Conocer a otros nuestras voluntades y propésitos, para que Podamos prestarnos ayuda mutua. En cuarto lugar, compla- 23 Uso del lenguaje. Abosos dal lengusit- Nombres Propios ‘Y Comunes, Universales DEL HOMBRE Cap, EI aan PART! deleitarnos nosotros Y los demas, jugando con ues, cernos y deleit centemente, para deleite nuestro. tras palabras 10 onen cuatro vicios correlativos: Primer ‘A estos usos rr ea sus pensamientos equivocad,” cuando los hom! veranda de significacién de sus palabras; ¢o, mente, por la en ciones que nunca han concebido, y 7 ellas registran ee En segundo lugar, cuando usan las pa. engafian 4 eee matte es decir, en otro sentido distinto de labras ET ie fueron establecidas, con lo cual engafian : aquel ae lugar, cuando por medio de palabras declaran cree su voluntad, y no es cierto. En cuarto término, cuando usan el lenguaje para agraviarse unos a otros: Porque viendo cémo Ja Naturaleza ha armado a las criaturas vivas, algunas con dientes, otras con cuernos, y algunas con manos para ata. car al enemigo, constituye un abuso del lenguaje agraviarse con la lengua, a menos que nuestro interlocutor sea uno a quien nosotros estamos obligados a dirigir; en tal caso ello no implica agravio, sino correctivo y enmienda. La manera como el Jenguaje se utiliza para recordar la consecuencia de causas y efectos, consiste en la aplicacién de nombres y en la conexion de ellos. De los nombres, algunos son propios y peculiares de una sola cosa, como Pedro, Juan, este hombre, este arbol: algu- Nos, comunes a diversas cosas, como hombre, caballo, animal. Aun cuando cada uno de éstos sea un nombre, es, no obstante, nombre de diversas cosas Particulares; consideradas todas en conjunto constituyen lo que se llama un universal. Nada hay universal en el mundo mas que los nombres, porque cada una fe las cosas denominadas es individual y singular. mej ace oe se aplica a varias cosas que se as aie Ga ne cualidades u otros accidentes. Y mientras versales recuerdo ee recuerda solamente una cosa, Jos unt De | an cada una de esas cosas diversas. (Os nombres Universales algunos son de mayor exten” extension mis Pequefia; los de comprension e igual extensibn, ee eae y algunos, a su vee ae te. Por ejemplo, < | (ea uno a otro, reciprocal is amplia que Ja ' zlabr nombre cuerpo es de significacion re 4 hombre, y la comprende; los nombr 24 DEL HOMBRE PARTE T CAP. 4 hombre y racional son de igual extensién, y mutuamente se comprenden uno a otro. Pero ahora [14] conviene advertir que mediante un nombre no siempre se comprende, como en ja gramatica, una sola palabra, sino, a veces, por circunlocu- cin, varias palabras juntas. Todas estas palabras: el gue en sus acciones observa las leyes de su pais, hacen un solo nombre, equivalente a esta palabra singular: justo. Mediante esta aplicaci6n de nombres, unos de signifi- cacion mas amplia, otros de significacién mas estricta, con- vertimos la agrupacién de consecuencias de las cosas imaginadas en la mente, en agrupacién de las consecyencias de sus apela- cones. Asf, cuando un hombre que carece en absoluto del uso de la palabra (por ejemplo, el que nace y sigue siendo per- fectamente sordo y mudo) ve ante sus ojos un triangulo y, junto a él, dos angulos rectos (tales como son los Angulos de una figura cuadrada) puede, por meditacién, comparar y advertir que los tres Angulos de ese triangulo son iguales a los dos angulos rectos que estaban junto a él. Pero si se le muestra otro triangulo, diferente, en su traza, del primero, no se dara cuenta, sin un nuevo esfuerzo, de si los tres angulos de éste son, también, iguales a los de aquél. Ahora bien, quien tiene el uso de la palabra, cuando observa que semejante igualdad es una consecuencia no ya de la longitud de los lados ni de otra peculiaridad de ese triangulo, sino, solamente, del hecho de que los lados son lineas rectas, y los angulos tres, y de que ésta es toda la razén de por qué llama a esto un triangulo, Hegar4 a la conclusién universal de que semejante igualdad de angulos tiene lugar con respecto a un triangulo cualquiera, y entonces resumir4 su invencién en los siguientes términos generales: Todo triangulo tiene sus tres angulos igua- les a dos dngulos rectos. De este modo la consecuencia adver- tida en un caso particular Mega a ser registrada y recordada como una norma universal; asi, nuestro recuerdo mental se desprende de las circunstancias de lugar y tiempo, y nos libera de toda labor mental, salvo la primera; ello hace que lo que resulté ser verdad aqui y ahora, sera verdad en todos los tiem- Pos y lugares. Ahora bien, el uso de palabras para registrar nuestros pen- samientos en nada resulta tan evidente como en la numeracién. 25 Lb HOMBRE Cap. “4 que nunca haya podido apren der ‘ imiento. - vey de nacimiento, ee Un imbécil prden de los terminos numerales, como y ¢. A menor ‘rede observar cada uno de los toques de la can’ eet or entit a ellos 0 decir uno, UNO, UNO; Pero nung amd es. Parece ser que existié un tiempo en que lex sabra qué hora oi aban en uso; denominaciones numeéricas no est jg Bea entonces af. ih se los hombres en utilizar los dedos de una o de |, naban dos manos para-las cosas que deseaban contar; de aqui proced, los. Jidad nuestras expresiones numerales sean die, actua. 7 : que en la : : bien en algunas son cinco, después de i. nes, S en diversas naclonse : oo yal se vuelve @ comenzar de nuevo. Quien. puede conty hasta diez, si recita los ntmeros sin orden, se perdera ag mismo y no sabra Jo que ha hecho: mucho menos podré sumar y restary Y realizar todas Jas demas operaciones de la arit. mética. Asf que sin palabras no hay posibilidad de calcular numeros; mucho menos magnitudes, velocidades, fuerza y otras cosas cuyo cilculo es tan necesario para la existencia o el bienestar del género humano. Cuando dos nombres se retinen en una consecuencia o afir. macién como, por ejemplo, ## hombre es una criatura viva, o bien si él es un hombre es una criatura viva, si la iltim denominacién, criatura viva, significa todo lo que significa el primer nombre, hombre, entonces Ja afirmacién o conse- [15] cuencia es cierta; en otro caso, es falsa. En efecto: verdad y falsedad son atributos del lenguaje, no de las cosas. Y donde no hay lenguaje no existe ni verdad ni falsedad. Puede haber error, como cuando esperamos algo que no puede ser, 0 cuatr do sospechamos algo que no ha sido: pero en ninguno de hos dos casos puede ser imputada a un hombre falta de verdad. Mera Si advertimos, pues, que la verdad consiste en la correct ‘fincione, OTdenacion de los nombres en nuestras afirmaciones, un hom bre que busca la verdad precisa tiene necesidad de recordar que significa cada uno de los nombres usados por él ¥ carlos adecuadamente; de lo contrario se encontrara él m* ita de “ictoce P alabras, como un pajaro en el 1az0; ¥ cuaat debata tanto mas apurado se vera. Por esto 6h Geometria (Gnica ciencia que Dios se complacié en commun al género humano) comienzan los hombres por. establecet significado de sus palabras; esta fijacion de significados * 26 DE PARTE 1 parte | DEL HOMBRE CAP. 4 denomina. definicion, y se coloca en el comienzo de todas sus investigaciones. ; . . Esto pone de relieve cuan necesario €s para todos los hom- bres que aspiran al verdadero Conocimiento examinar las definiciones de autores precedentes, bien para corregirlas cuan- do se han establecido de modo negligente, o bien para hacerlas por su cuenta. Porque los errores de las definiciones se mul- tiplican por si mismos a medida que la Investigacion avanza, y conducen a los hombres a absurdos que en definitiva se ad- ‘vierten sin poder evitarlos, so pena de iniciar de nuevo la jinvestigacién desde el principio; en ello consiste el funda- jmento de sus errores. De aqui resulta que quienes se fian de los libros hacen como aquellos que retnen diversas sumas -pequefias en una suma mayor sin considerar si las primeras ‘sumas eran o no correctas; y dandose al final cuenta del ‘error y no desconfiando de sus primeros fundamentos, no saben qué procedimiento han de seguir para aclararse a sf smismos los hechos. Limitanse a perder el tiempo mariposeando “en sus libros, como los pajaros que habiendo entrado por la jchimenea y hallandose encerrados en una habitacién, se lan- zan aleteando sobre la falsa luz de una ventana de cristal, Porque carecen de iniciativa para considerar qué camino deben seguir. Asi en la correcta definicién de los nombres radica el primer uso del lenguaje, que es la adquisicién de la ciencia. -Y en las definiciones falsas, es decir, en la falta de definiciones, finca el primer abuso del cual proceden todas las hipétesis fal- sas € insensatas; en ese abuso incurren los hombres que ad- quieren sus conocimientos en la autoridad de los libros y no ‘€n sus meditaciones propias; quedan asi tan rebajados a la condicién del hombre ignorante, como los hombres dotados con la verdadera ciencia se hallan Por encima de esa condicién. Porque entre la cie ncia _verdadera y las doctrinas erréneas 3 \gnorancia ocupa el término medio. El sentido natural yla imaginacién no estan sujetos a absurdo, La Naturaleza misma "0 puede equivocarse: pero como los hombres abundan en co- Piosas palabras, pueden hacerse mas sabios 0 mas malvados que de ordinario. Tampoco es posible sin letras, para ningin hombre, llegar a ser extraordinariamente sabio o extraordina- Tamente loco (a menos que su memoria esté atacada por la 27 Sujeta a nombres. parts t DEL HOMBRE : P enfermedad, o por defectos de constitucién de Ios én : Jos hombres sabios Jas palabras para sus propios caleutog US zonan con ellas: pero hay multitud de locos Que Las Bin por la autoridad de un Aristételes, de un Cicergy

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