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| Michel Houellebecq Bernard-Henri Lévy Enemigos publicos ‘Trad de Jaime Zulailsa mA EDITORIAL ANAGRAMA. BARCELONA Dito del cole: Julio Vives y Escudo A Thatacin: foto © Olivier Laban-Maztel Gece Images Primer eisibn enero 2010 © Dela advcci6n, Jaime Zula, 2010 © EDITORIAL ANAGRAMA, S. A, 2010 Pedré dela Cre, 58 08034 Baresiona ISBN: 978-26.339.6302-4 Depésico Legal. 43877-2009 Printed ia Spin ‘Liberdplex, S. L. Un etre. BV 2249, km 7,4 - Poligono Torrentfondo (08791 Sant Lloreng d'Hortone Bruselas, 26 de enero de 2008 Querido Bernard-Henri Lévy: Todo, como se suele decir, nos separa, excepto un pun- to fundamental: tanto usted como yo somos individuos bastante despreciables Bspecialista de mimeros descabellados y payasadas me- didticas, usted deshonra hasta las camisas blancas que lle- va. Intimo de poderosos, bafiado desde la infancia en una tiqueza obscena, es emblematico de lo que algunas revistas un poco de baja estofa como Marianne siguen llamando la sizquierda-caviam, y que los periodistas alemanes denomi- nan con més finura la Teskana-Fraktion, Fildsofo sin pen- samiento, pero no sin amistades, es ademds el autor de a pelicula mds ridicula de la historia del cine. Nihilista, reaccionarin, cfnico, racista y miségino ver gonzoso: serfa hacerme un honor excesivo encasillarme en Ja poco apetivosa familia de los anarguistas de dereche; fun 7 ) | e” 16 de marzo de 2008 Pues si estoy muy contento de que usted mismo hable dello, porque cteo que no me hebriaaerevido a hacer as directamente, la pregunta: en el fondo, querido Bernard- Hensi, gpor qué es usted un «intelectual comprometidor? TBs mi destino desde hace afios, desde hace veinte 0 treinta afos, quizds, que la gente venga a verme y me cuen- te, sin que yo les pregunte, cosas que tal vez no habfan con- tado a nadie, y que incluso a veces nunca habfan pensa- do, pensado claramente, ances de dec{rmelas. Por exo, muy ‘exactamente, me he hecho novelista (bueno, seamos preci sos: he escrito algunas novelas). Nada, por lo demés, me predisponia realmente ala narracién: siempre he preferido Ia poesia. Pero senti desde el principio (y sigo sintiéndolo) algo parecido a una especie de deber (la palabra es extrafia, pero ahora no encuentro otra): me requerlan pata salvar los fenémenos, pata retranscribir lo-mejor posible esos fené- menos humanos que se manifiestan tan espontdneamente Len mi presencia. 80 Hoy el contexto es distinto: usted no es un viajante de comercio en el final de su carrera 2 quien encuentro en un bar de putas de Pattaya; ni una asistente social que prueba ‘dl intercambio de parejas para tratar de reanimar la suya. Usted es més que capaz de setranscribir por su cuenta el fe- meno humano que usted es, sin pasar por el interme diario de un escriba; no obstante, me gusta pensar que us- ted ha sido, como otros, sensible 2 algunas caracreristicas que me han Jevado a asumir y poco a poco a,identificar- ‘me con esta funcién de recorder. En primer lugar, la falta de sentido del ri telectual comprometido no es para mi Y jg ha incuido, un personaje ridicule, Visualizo, imagino las sonrisas disimuladas, lo que usted quiera, pero en el fondo tie raf no considero ridiculo a.un intelectual comprometi- do, porque en el fondo son pocas las cosas que considero ridiculas, Sin duda me he alejado demasiado de toda per-| Nenencia social concreta, ¥ sin duda, por lo mismo, un poco de Ia humanidad (pero no nos adelancemos) para que tn mf esté realmente implantado el sentido del ridfculo. “También habré comprendido que puede presentarse] ante mi como un curista del desastre sin mezecer una desa- probacién real (zy, c6mo, por otra parte, viniendo de tan iejos, y sin un poder preciso, podrfa usted evirar ser un poco un turist2). La reprobacidn es una categoria mental Gu utilizo muy rara vet. Sin embargo, existe en mat el sen- do del bien y del mal, que hasta se manifiestan con una Violencia sorprendente cuando se’ le solicita (nunca en- Centro disculpa aun criminal; nunca relativizo un acto de (gawt| ‘aridad). Pero lo solicito muy poco, a minima. Y me felici- to por vivir en tun mundo pacifcado donde la fibra, del hombre muy pocas veces se ve forzada a tensarse, donde le mayorfa de los actos son moralmente neutros. J & or ¥ 81 Bueno, no se inguiete, voy’ a hablar de mi, de todos modos. Seguiré sue lo primero las razones honora~ loses, y de peor en peor para ex- por qué 1 soy un inteleenial comprometido, " (Dejo al maigen e! hecho de que, al fin y al cabo, no soy un’einieléctualss de lo contratio, Habria que decir por ‘que he estiidiado ingeniéria agrénoma, que en rigor son es- tudios técnicos, y no el curso de ingreso a la Escuela Nor- mal Superior ¢ Ciencias Politicas; en fin, esto es otra cues- tidn). = Para hablar de compromiso tengo que volver al tema de Rusia, donde estuve dos veces: en el afio 2000 y en 2007. Mi primera estancia fue impresionante. Pos las ave- nidas desiertas de Moscai pasaban a toda velocidad 4 x 4 con los cristales tintados. Los restaurantes, los cafés estaban ~aparte de los occidentales- vacios; en las calles, debajo de os soportales, unos jévenes compartian botellas de cerveza “y de vodka (las'consuimiciones en’el interior eran carfsimas {pata ellos). Haba algunas chicas vestidas como prosticutas; vlas detnas crait babushkes apenas inodernizadas. Hoy es casi imposible circular por Mosct; los coches son’Nissan Micra, Volkswagen Golf Los restaurantes y los cafés estén llenos de tusos, que constimen de acuerdo con sui poder adquisitivo las jévenes siguen la moda. Se ha crea: do, én resumen; una clase media, y es lo que se observa an- desaparicién’ de las bolsas de umiseria e5- constituciéa, misteriosa y casi mistica, dé luna clase media occidensalizada (6 clasificada como tal por costumbre). Esta clase media vota masivamente a Putin, ha votado “masivamente a Medvedev; corisidera que ino hay otra alter? nativa crelble; Consideta, de acuerdo con sus gobernantes, 82 que las reprimendas de Occidente’ (Sobre Chechenia, u ‘otras cuestiones) son injerencias inaceptables. Hay que re- gobierno ruso esté en absoluta sintonia con st poblacién en estos asuntos. Rusia tampoco se ha hundido, y aqui debo conirade- cirle, en un desierto cultural. Las obras de Ja literacura ial se venden sin restricciones en las numerosas li- brerfas, Son de muy buena calidad la confeccién e impre- sién de los libros; sobre todo son, insisto, especialmente baratos, incluso para un bolsilloruso. En suma, siguen sien- do en el pals un objeto de consumo corriente, mucho més de lo que pueden serlo en Brasil o hasta en Italia y Espafia. Es cierto que 2 Solzhenitsyn se le considera un viejo liante ortodoxo; convengo en que esté en su derecho de sentirse decepcionado por la revolucién reciente de Rusia, de pensar-que ha «traicionado su almay; y no estoy seguro de que Dostoievski hubiera adorado las discotecas.... aun que... Tampoco sé muy bien si las adoro yo, pero me alegsé de volver a ver a Frédétic, y sobre eso de las rubias despam- ‘panantes, bueno, ya conoce usted los términos de la ecua- ida, ya he escrito bastantés libros sobre el tema. Duranté mi segunda estancia eri Moscd, tuve una con- versacidn muy interesante con un funcionario del Ministe- rio de Asuntos Extetiores (esa gente lleva una vida extrafia, asin algunos afios en caida puesto, contraen lazos tempo- rales, desartollan un desarraigo profundo; su conversacién es a menudo apasionante) Le sefialé que en la Francia de la Bosguerra Se decta que él pals era ingobernable, IV Re- ‘pdblica, baile de miinisterios, pero que esto no impidié que el pais se desarrollase'@ marchas forzadas, hasta el extremo de que aque! periods de imesponsabilidad gubernamental sigue siendo en el sector econdmico el més floreciente de 83 | | | | | | ‘nuestra historia. Entonces me respondié que Ja Rusia de Putin podia ser acusada de todos.los males salvo el de idad gubernamentals y que, sin embargo, se ma- nifestaban en ella los mismos fenémenos (formacién de una clase media, capitalismo de consumo). Huubo un silencio de unos segundos y después me dijo, més 0 menos: «En el fondo, quizés todo esto sea sano prueba que la sociedad tiene sus propias fuerzas y que el sis- tema de gobierno que se les superpone, sus reglamentacio- res, sus funcionatios, son sélo algo asf como un pardsito.» ‘Despues se callé y se acozd6 de que él también era fun- cionario; més concretamente del Ministerio de Asuntos Exteriores; hubo cierta turbacién, que yo disipé sin esfuer- 70, porque se me da bien hacer el gilipollas y pedir més vodka. Otra ilustracién de esa tendencia que tiene la gen- te 2 decir cosas que no habfan previsto; en cualquier caso, cambiamos de tema enseguida. T- . Ahj tiene, querido Bernard-Henti, una primera ralz (la ue juego honorable) de mi no-compromiso: una modes- tia ideolégica que raya en el atefsmo. Los rusos, desde lue~ g0, no tienen el sentimiento de vivir en democracia; cxeo que en general les importa un bledo, gy quién soy yo pata {decir que se equivocan? Durante aftos he vivido en un pais, (Francia) donde gozaba del derecho a vorar; apenas lo he utilizado, En el aspecto politico, sobre todo en materia de sanidad publica, se estaban tomando constantes medidas que yo desaprobaba. Cicaré, segiin me vienen, la prohibi- cidn, esnipida y terca, de los productos considerados «dro- ¢gasy; las campafias incesantes y.machaconas contra el alco- hrolismo, a favor del uso del preservativo, contra la cocaina, los alimentos azucarados, qué sé yo?; la absurda imposibi- lidad de comprat sin receta la mayorfa de los medicamen- tos de uso corriente; y, més que nada, y que por si sola re- sinesta 84 presenta 2 todas las demés: la tenaza lenta e implacable que fe ha cerrado en algunos afios sobre los fizmadores. Todo ‘esto ha contribuido a aislarme del mundo, a convertirme fen alguien que no se considera lo més minimo un cise dano, No exagero, por desgracia: me he. acostumbrado! poco a poco a ver el espacio piblico como un territorio hostil, marcado pot prohibiciones absurdas y humillantes, que atrayies0 lo més répido posible para desplazarme de ua domicilio privado a otro también privado; un terrivorio, de todos modos, donde no soy bien recibido, donde no tengo tabida, donde no puede ocurrieme nada interesance ni agradable. ‘Con motivo de las elecciones sucesivas, me informé un! poco.y supe enseguida que todos los partidos que se pre- rentaban tenfan el mismo discurso sobre estas medidas de salud publica; que exstla al respecto un amplio consense. Con una buena voluntad que retrospectivamente me pare- ce casi absurda dudé largo tiempo, dolorosamente, a veces Gurante horas, ante Jas diversas listas y programas; dudé Q5**"" largo tiempo hasta que al final, y casi cada vex; opté por abstenerme. Yo no tenia, ve usted, el sentimiento de vivir en democr de tecnocracia, sin por otra parte estar convencido de que sea algo. malo; quizis los tecnécratas son sabios y justoss quirds yo deberia, por lo demds, renunciar al alcohol, ¢ ds hasta deberfa dejar de fiemar. 4 Y comererfa un gran error, en el fondo, acusando a es- 10s tecndcratas estupendos, que poseen sin ninguna duda, para cjercer st dif empleo, una preparacién juridica, fina formacién adecuada; no cabe duda de que nuestros ‘Conciudadanes aprobarfan esas medidas de sanidad publi- ca por una mayorta aplastante, No me queda més, por tan- to, que aplastarme, liceralmente, y admitir que vivo en ua » 85 ; siempre he tenido el de vivir en una especie oo” mundo donde la voluntad general «ejérce una compresién demasiado fuerte’ sobre las voluntadés particularess. En la prdetica, bien puedo buiscarme uis agujero donde moris, un rincdn del campo donde, aislado, poder entregatme a fori do a mis modestos vicios. Dicho esto, debo recondcer que Ia’ cosa ha mejorado dltanie los afios en que vivo en Irlanda. No es que las me- didas de sinidad pdblica sean distintas, son de origen eu- ropeo, hasta Irlanda las ha aplicado con mucha més celeridad que los dias paises, pero ini situacién allt es profunda- mente distinta. El gobiemo irlandés nunca me ha pro- puesto que participe en el voto, no me ha dado Ia impresién de que debiera participas, de una forma u otra, en las deci- cers politicas que se tomaban en el pais. ¥, sobre todo, ago. muy pocos impuestos. El nivel de imposicién en Ir. nda, bajisimo para los ingresos de origen artistico, es de todos modos, en general, bajo; casi nadie en el pafs paga muchos impuestos, es oa concepcién del Estado. En este nivel de tibucacisn se dice que se trata de gastos élemesi- tales, indiscucibles, como la seguridad publica o viaria; no se dice riunca'quie el gobierno ha emprendido una politica audaz sobre la cual te invitan a pronunciarte y te piden que respaldes. Todo esto tranquiliza, no da la impresién de que realmente, evita, en todo caso, hacerse pregun- odo esto, en una palabra, despolitiza. Supongo que hay un umbral psicolgica que es peligroso que el gabierno franquee; a este tespecto, es curioso comprobar que las dis- zt ias, sea cual Sea la diversidad de Jas condiciones SY geogréficas de su desattollo, se han puesto més © menos de’acuerdo sobre el porcentaje de la aportacién. econémica guie podian exigir a sus fieles: gresos, no més. 86 Me acuerdo'de haber conversado sobre esto, hace unos afios, con Sylvain Bourmeau, Dicho sea de paso, ésta es la] segunida razén honorable de mi no-compromiso: nunca las opiniones polfticas de li gente ban empafiado la simpatia ni‘elaprecio que les tengo. Sé que Sylvain Bourmeau es un representance por excelencia de la izguierda moral, y que ademds le apasionan estos asuntos que en el fondo ami me aburren; en él'es una auténtica mania; no por eso dejo, de considerétle.un critico integro y profundo, uno de los po- cos en! Francia cuyo’juicio, emitido sobre mis propias obras, podria-afectarme © hacerme flaqueas, Le considero también, y ante todo, una buena persona. En résumen, hablando con Sylvain le digo que aunque yo era partidasio de que los inmigrances voten en Francia, én todas las elecciones, por supuesto, era, en cambio, con- trario al voto de los franceses en el extranjero. Yo no vela por qué, tras haber oprado conscientemente por vivie fe- ia de Francia, tendrfa derecho a pronunciarme sobre la po- ica del pals. Emtonces-me respondi6, més bien meditan- do en voz alta: «S{...; reservar el voto-a los usuarios.» ‘Al pensar en el esa fea palabra; usuario (y sé que esto va a entristecer a Ré- sla que mejor corresponde a la relacién que gobierno de mi pafs, de cualquier pafs. Con relacién a'Francia (0 a cualquier otro pafs en el que podria fijar mi residencia), no me siento’ (en realidad no me he sentido runca, y me sentiré cada vex’ menos) un cindada- ‘no, sino, fads banalmente; un usuario. Ya esté dicho. Es un poco tste:es una pertenencia que se-desploma, se envile- i Peto éstamos-diciendo mds.0 menos Ja verdad, gno? ‘Ex el momento de-abordar Jas razones menos honora- bles de mi o-compromiso, le asiste a usted el derecho a 87 unos meses més tarde me digo.que"l set o & oo temblas. No se preocupe: iremos deprisa. Comprendo bien aque esos viajes a Darfus, el peligro que entrafaban, hayan podido dale indicaciones precisa y celeradas sobre usted mismo; pero nadie, por desgracia, o casi nadie vive mucho tiempo seguido sin afrontar situaciones concretas en las que puede hacerse una idea bascante exacta de su propio valor moral. Ast que no se preocupe: no me baso en in- tospecciones, sino en experiencias en que pude, précrica- mente, comprobar lo que val Casi incapacicado para la violencia fisica, tampoco me hha proporcionado nunca el menor placer, ni siquiera en los casos —raros- en que estaba en condiciones de vencer. La renuncia a la violencia fisica como método principal de re solver conflictos me ha parecido incluso una de las sini vventajas del, paso 2 la edad adulta. Nunca me han do las armas, y menos atin Jos juegos de estrategia. F Soy, ademés, organica, visceralmente incapaz de obede- cer, Cuando tengo la impresién de que me han dado una orden, algo en mi interior se inmovilica, se transforma en una especie de nédulo mental doloroso, insuperable. Como Ja mayoria de las veces soy demasiado.cobarde para pre- sentar una oposicién frontal, me escabullo, doy a entender que obedeceré cuando llegue el momento. ¥ luego, en el diltimo segundo, sin haberio pensado siquiera, con un im- pulso tan irresistible que casi me parece reflejo, desobe- dezco. Incapacitado para la obediencia, no me produce nin- gtin placer el mando. Lo ejerzo sin entusiasmo, tinicamen- te durante periodos breves y cuando es claramente indis- pensable. : Bs ficil imaginan, dicho todo esto, qué clase de solda- do seria, No albergo la menor duda al respecto, querido Berard-Henri: en caso de guerra (y me parece que es lo 88 que hay que.considerar en tltima instanck tratdndose de Compromiso) luchaefa poco y mal, Cambiaria algunos gol- pes, ©-algunos dsparos, sgn el contesto (en el mejor de Tos casos, el campo de batalla serd la pantalla de un orde- nador), y después, bastante rdpido, me preguntaria qué hhago yo ali; se esfumasia la vagaexcicacién ocasionada por ‘dl combate (al fin y al cabo, supongo. que soy capaz de se- gregar un minimo de adrenalina). ¥, con la mayor simpli- Eidad, ala primera oportunidad me escaguearia, Me waisia fla vasta tropa de los que han hchado poco y saals de los que han esperado, sin atreverse a decitlo, que los ottos ae jen de hacer el idiota. De Jos tipos 2 los que les dejan indi- Ferentes la democracia, la Francia libre, Chechenia o el Pals Vasco; de los que ceden (De Gaulle estaba muy en Jo cier- to) al hipnotismo del eespantoso vacio de la renuaciay. Yo soy uno de é0s. De es0s a los que no les mueve vaiser| ninguna causa general y universal (ni particular i local). Esa vasta tropa que sufte Ia historia y en el fondo sdlo se jneeresa por lo que le afecta directamence, 2 ella y a Sus se: res préximos. ‘Me resulta extremadamente desagradable pensar que esta poseura de egoismo y cobardia que adopto puede ha cerme ante mis contemporéneos mds.simpdtico que usted, {que predica el herofsmo, pero conozco a mis contempord. nos: sé lo que ocuttiré. Me gustarfa hablar de un herofsmo superior, el del Da~ Jai Lama, pongamos. Me impresioné la obra de ua m ihevano en la que describe una experiencia de pensami to que consiste en imaginarse vendido encima de unas v justo antes de que pase el tren. El monje, decia, compren vie el fendmeno de.su cuerpo tronchado y lo afronca con ‘alma, como una representacién de su'espiritu. Aquel tio no bromeaba: haba llegado 2 ese punto. 89 T Yo no, y en la préctica hablo en nombre de casi nada, De tina concepcién vaga del progreso, quizds, que para mi no tiene mae'sentido que el vientffico 0 tecnico, Un sedi- imieito de setiedad qué me viene de la infencia y que sub- sist gracias a mis estudios me induce a ver las guerra (ci- viles 0 religiosas, de independencia o de conquista) como otras tattas pérdidas de tiempo.'Lo importante, verdad, es construif inéquinas de vapor, desatrollar la produccién in- diistrial, dominaf el'climia. De'hecho & més que un “ zimento, me educaron asi, no tiene emedio, Entonces habria los buenos alumnos, que vuelven a casa después de clase para:hacer los deberes de matemdti- i cas, y los malos estudiantes, los zoquetes, que callejean i buscando cometer una fechorfa a entablar una pelea. Habria mas tarde los técnicos honrados que constru- yen viaductos ferroviarios, inmuebles de oficinas; y los pa- ysos sangrientés que se valen de'cualquier pretexco, ideo- logico 6 religidso, para destruirlos, zEsto es el fondo de mi pensémiento? ds tan simplis- ta? Desgraciadamente, creo’ que sf. Siempre he sentido la ‘més profiinda désconfianza por quienes oman las armas, por la causa que sea. Siempre he detectado algo radical. mente inalsano en las promotores de guerras, de revolu- ciones, de discurbios.En él fondo, qué es una guerra 6 una revolugién sino ua pasatiempo impulsado maldad? (Qué es sino una diversién cruenta, cr | He Comprendido profuridamente, sufrido y finalmen- te hechs mia este vieja fiase del viejo Goethe: «Més vale tuna injusticia-que un desorden.s | Mis allé'de todo, mé fascind esta frase, tan misteriose we a fn su generalidad extrema, ce Auguste’ Comte: «El progre- 50 no es més que el desarrollo del orden.» 90 {Ahora tendreinos que convocar a la filosofla para con- tinuar nuestro didlogo? Me molesca, sigo sin tener mis li- bros conmigo. Vamos, dejémosla dormir un poco més, ala abuelita. Y como usted’ ha’ terminado de nuevo mencio- nando a su padre, a mi vez voy a contarle una anécdota del ‘mio; un poco més ambigua, la verdad. “© Precisemos las cosas: mi-padre era: demasiado joven para participar seriamente en Jo que se ha llamado la «Re- sistenicia francesa». Hubo casos excepcionales, desde luego, hubo incluso, creo, fiisiladas de quirice afios; digamos, en ‘extremo, que él podrla haber participado, pero no lo hizo. A decir verdad, de todos modos no se habria jac- tado, pero yo lo habrfa sabido sin duda por sus hermanas, tan orgullosas de él, tan dispuestas a recortar tun articulo de periédico cuando hablaba dé una de sus expediciones al Hiimalaya: Si hubiese realizado un acto heroico yo lo ha- bria sabido, y no hubo tal acto, ‘Tamipoco se coriprometié com la colaboracién, no tomnd parte'en las exacciones de li milicias'no,creo siquiera que participase'en un cenitro’de trabajo juvenil, al menos nun- ‘came ha contado nada de eso. Creo de hecho (es hasta pet- turbador cuando lo pienso) que nunca of a mi padre men- -cionar el nombre dél genetal. De Gaulle ni del mariscal Péain, Debo, pot tanto, legar a la conclusién de que pa- sarfa los afios de guerra dedicado a ptoyectos estrictamen- te personales (esas coas, me imagino, a las que uno se de- dica ef ly adolescenci ‘Una vez, una sola, méncioné tina anéedota que me re- cords que, efectivamente, habia vivido los afios de guerra. Los protagonisias etn dos jévenes miembros de la Resis- vencia francesa que hablan abatido a un oficial alemén en un vagdn de metro (:mi padre habia tenido contacto, més o1 menos Iejano, con aquellos jévenes? No lo sé, pero re tuospectivamente, al rememorar su relaro, me da esa sensi- én). 3Y qué habia pensado, personalmente, de aquel acto de resistencia? Habia dicho que-no era algo «muy intere- sante>. Le estoy viendo en el momento en que pronunciaba estas palabras; y lamento no haberle preguntado nada més. Ese «no muy interesante» es de un laconismo tan isritante como un koan zen, ;Queria dar a'entender que la conse- cuencia inmediata serfa provocar la represalia de ejecutar a tuna docena de rehenes franceses? ¢Querla darme a entender que la'idea de Francia libre, en si misma, no podta apasio~ narle? ;O queria, més profundamente, hacerme compren- der que no le parecfa «muy interesante» asesinar a alguien en un vagn de metro, fuera cual fuese el motive? No lo sé, sigo sin saberl6, pero sin duda, también en mi caso, Ja hue lla patersial contintta pesando. 92 21 de marzo de 2008 No sé cudl de los dos va 2 Ievarse la palma de mejor recorder. Pero debo decir que tiene grandes dotes, querido Mi- chel, para el género Y diré incluso que, si me deja-helado, si me es fisica- niente ingoportable leerla en getieral, y en su pluma en par- ticular, ¢¢ que resuena en m{ como-un eco de temores os- cures, terrores irrazonados, amenazas dificiles de forraular y probablemente infantiles, obsesiones; es, lo digo clara- ‘mente, porque una parte de mi ha pensado siempre que, en efecto, esta frase podrfa dirigirse a mt. Hay cosés que uno sabe sin més. Por ejemplo, tengo la impresién de saber més o mendé ‘dino serd el tltime libro que escribizé y hasta el dltimo que leeré. “Tengo una pequefia idea; siempre la he tenido, de al- gatas de las citas que me quedan por cumplir. Pues'bien, esto’ es similar: puede parecer muy idiota, pero siempre he séntido que podria legar el die —n0 s& santel jMis vale eso; de todos imiodos, valé mil veces més que un desorden én el mundols, y sé que la frase entonces, sonaré'tan justa, parecerd tan evidente y razonable, que no hhabré nadie que proteste, se oponga, la impugne, se rebele. Es la historia de Solal (que me obsesiona desde mi pri- 102 meta lectura del libro, en el verano de 1968, en Antibes), en-el capitilo V de Bella del setor. solo en su sétano, en Berlin, con la enaria Rachel, expulsad6'de la SDN, despo- jado de sus prestigios, abandonado de todos, reprobado. Son las ilsinias’palabras de Novibres propios de Levinas {yo tampoco tengo aqui mis libros, porque esta ver le es- ctibo desde Salvador de Bahia, en Brasil, y tampoco vengo Incecner); ¢¢ estima pagina higubze, y en la cual pienso a menudo, en que Levinas evoca la ingenuidad del que en ‘ito tiempo se llamnaba el israelita francés; extd seguro de sf ‘misino y del-lugar que ocupa en el mundo; ¢s rico, pose ralentos y titulos, esti rodeado de amigos, algunas veces dispone de algiin poder, pero he aqui que de la noche a la mafiana, sin previo aviso, un viento glacial recorre las ha- bitaciones de su casa, ls colgaduras y tapicerias son arran- cadas y todos los pobres esplendores de su’ vida barridos como oropeles; y oye a lo lejos a una multicud implacable ululando. Es la historia, ‘por ultimo, de“Alfted IIL, el tendero de La-visita de la‘ vieja dama, de Friedrich. Ditrrenmatt. Co- noce’a Diirrenmiatt, me figuro. Si no es asi, dese prisa. Por- que ho és mucho peor que Goethe. Y: ha escrito un texto genial que también me obsesiona desde hace veinte afios y aque cuenta la historia de tina evieja daman que de nifia vi- vid én Gillen, una ciudad pequiefa, hasta hace poco opu- lenta, boy arruinada y donde se dice que Goethe, precisa- mente, pas6 algunos dies: La dama abandona Gi Hace fortuna lejos. Vuelve ala ciudad, pavoneéndose, y hhace ostentci6n de su éxito de tunds diag de preparacién psicol intense, declara a sus antiguos conciudadanos: «Os acor- dis de Clara, Ja hija del albafil, que estaba enamorada de Alfted, pero a la que él abandoné cuando se quedé emba- . 103 rezada? Ha suftido, esa mérvs, la pequefia Clara; huyé ‘como una ladrona, perseguida por las pullas de un popula- cho que se butlaba de sus trenzas pelirrojas y su gravide avanzada; pues bien, Clara soy yo, y he vuelto para ven- garme al mismo tiempo que para salvar Ia ciudad, porque tstdis al borde de la quiebra, zverdad? @Han cerrado vues- tras fabricas? Los jévenes estén parados? ;Que por eso no quede, ciudadanos y amigos! Oftezco cincuente mil millo- nes, més otros cincuenta mil a repartir entre cada uno de vvosotros, y sélo pido una cosa a cambio: la cabeza de ese hombre que en otro tiempo me dejé en la estacada yal que vais a matar» Naturalmente, el pueblo protesta: «Chanta- jel jUltrajel sDSnde se ha visto 2 ciudadanos honrados, que jposeen el espirina de la justicia, acepear un trato semejan~ tedv La vieja dama, con una sonrisa esquinada, replica: «Da ‘gual, aguardo; por si cambisis de opinién; estoy aqul con inis criados, mi éctavo marido, mis doncellas, mis baiiles, mis millones, en el albergue del Apéstol Dorado, cerca de Ja estacidn.» ¥ el resultado, en efecto, no tarda en produ- cirse, Empieza con una epidemia de flamantes zapatos amarillos que invaden la ciudad, Después, vestidos pata las chicas. Camisas abigarradas para los chicos. El ayudanee de fal que va 2 ver Alfred, cuando-empieza a notar que gen demasiadas miradas torvas, lce, para sorpresa de éte, un magnifico diente de oro, El cura en cuya casa se re- _fugia tiene también una campana nueva para Ia iglesia Hay televisiones y lavadoras para todo el mundo. Cerveza Pilsen en’ abundancia, Prosperidad en todos los niveles. Bueno, ya me ha entendido. El conjunto del pueblo, tal como la vieja dama lo habia previsto, ha comenzado, s6lo comenzado, a venderse. «Este Alfred, al fin y al cabo. zh sefiora no tiene un poco de razén? ¢Acaso él no se ports ‘como un cerdo, en aquella época? Por otra parte, incluso 104 hoy. Miradle, zodavia hoy... Para empezar, esa cara.. Nun cca nos hemos fijado en la jeta de falso que tiene... Y ade- ims, zes que no ve en qué situacién esté Ia ciudad? Estaba tro dfa, cuando la sefiora hizo su propuesta... Com- prendié, como nosotros, que bastarfa con una palabra suya, un gesto, para que la prosperidad vuelva y se salven Jas forjas X y las laminadoras Y... Que nos indignemos no- sotros, pase, es una cuestiGn de principio. :Pero 422 ;Por qué no hace ese gesto? {Por qué no se sacifica por eta dad que dice que ama? Es injusto, dice... Serfa ua injusti- cia ceder al capricho de esa vieja loca... Ya. (Dénde esté la injusticia? nos preguncamos. (Se puede hablar de injusticia cuando tenemos enfrente la salvacién de una comunidad? ;Ah, el egoista! jAb, el malvadot ;Y qué tontos somes por fer tan buenos!» Ya no recuerdo muy bien los detalles. Pero en esencia es esto. ¥ asf el pobre Alfred, en la ultima esce- na, es asesinado en un sincén de su tienda de comesti ccalladamente, mientras que gracias a esta pequefia injusti- cia un orden beatifico-se restaura en Gillen... Conozco a escritores que se identifican con Céline, Proust, Paul Morand, Drieu, Moncherlant, Romain Gary. Hasta tengo un amigo, que no es mal escritor, que cuando. no se siente bien declama delante del espejo Ja «Oda a Jean Moulin», de André Malraux. Yo, en mis dias buenos, pienso en Solal en su sétano, abandonado por, todos menos por su enana, En los malos, es el destino del tendero de Diisrenmatt el que me obsesiona, no totalmente canalla, no toralmence inocente, asesinado por la multitud de sus semejantes. ‘A-veces, incluso es la historia (bien real, y que me per- sigue desde que la refirié con detalle, hace una docena de afios, un histotiador suizo) de Mare Bloch, a quien su egran amigo» Lucien Febvre insta a que ceda @ los alema- 105 i | { nes, que sélo piden una cosa; una nimiedad, a cambio de autorizar la reaparidi6n de los Anales: que acceda a que re- tei su udinbre’de'la pagina: de créditos de la revista. (Qué, se impacienta Febvre. El sefior vacile? El sefior.re- ~ zonga? JBI sefior sopesa-el pro y el contra, moraliza, enar- bola los. megaprincipios, recurte al raciocinio? jPero qué egocentrismo! ;Qué ampulosidad! ;Quié falta de sentido y. de interés por el Bien comiin! Bloch termina cediendo, por supuesto, ;Pero cudntas tergiversaciones! ;Cudntas compli- caciones antes de plegarse la tinica opcién aceptable! Qué cabrén:? : 1 Répito que todo ésto sincetathente carece de sentido, Es ca8i intempestivo, en el caso de la identificacién con Marc Bloch, que al final fue ejecutado por los nazis. Ye autorizo incluso.a objerarme que hay en estos fan- tasmas algo que, por afiadidura, tiende a desmentir lo que cen otra carta le contaba de mi ineptitud pare vivirme y vet- me como una «victimay. Pezo ast es. Supongo -qué’ todos tenemos derecho a aiestras pequetias contradicciones. Y a lo sumo alegaré en ‘mi defensa qiie hay, por un lado, mi pensamiento diurno, mi vida consciente de-todos'los'dias, en que el ser victima no tiene cabid, en efecto, y por otro, mi parce nocturna, casi Siempre inconfesada, en-que soy menos gallito y se constata'una valnerabilidad incontiolada. En cualquiet caso, esto.cs la'verdad: Es mi escenario primitivo y secreto, mi obsesién, mi pesadil : Era mi cuarto de hora, a eleccién, patético o paranoico. 106 24 de marzo de 2008 Pues no, querido Bernard-Henti, el problema es que no es tna provocacién y que esta frase de Goethe tengo la impresi6n.de encenderla exactamente en el mismo sentido en que la entendfa Al mismo. Injusticia ‘quizds sea,.en efecto, perdonar la vida a un soldado francés (0 alemén) que es quizds (0 quizds no; di- gamos incluso que lo es probablemente) un gran criminal. Desorden.es, en todo caso, matar a alguien al azar. Por- que tal es, le recuerdo, e! sentido de esas acciones de resis- tencia: sembrar el terror en el ejército de ocupacién; hacer que ningtin soldado alemén se sienta seguro en cl metio. Un desorden inayor es el caso-en que ese mismo sol- dado (alemén o francés) sea linchado por la multitud; de- sorden mayor, hay que precisarlo, solamente por el hecho de que la, muerte debe ser, en este segundo caso, notable- mente més repugnante. Y se exagera quizds un poco: siem- prc hay en una muchedumbre algunos torpes, ¥ el golpe fa- tal debe llegar bascante répido, Por ultimo, me digo esto sobre todo para tranquilizarme; los minutos que preceden 107 om” > a ese golpe fatal'deben de ser, de todos modos, especial- mente atroces, Desorden también el que consiste en poner una bom- ba en un lugar frecuentado por una multicud. Los anar- guistas, Al-Qaeda. toria, pocas para justifiar el acto (pero muchas, casi tantas como se quicra, para cometerlo). No, esid claro que no me gusta el desorden: soy de los ‘que piensan que las mayores injusticias se producen apro- vechando el desorden. Jr La fase de Goethe'es en el fondo'la de todos los que piensan:que la autoridad. responsable de una situacién debe tomar una decisién, cualguier decsién, ya sea impro- visada o injusta, antes que dejar la altima palabra a la suma,/a ese gran animal malo, excitable, dispuesto al pillaje y In matanza. Soy de esos. quienes obsesiona’la idea-de que nunca estamos lejos del salvajismo original; de que la civilizacién no es mds que un barniz. Para eso ni siquiera hace falta. haberse encontrado. en una situacién de guerra civil, Basta, ya lo hemos habla- do antes, con haber visto lo que puede hacer una banda de nifios 0 de adolescentes cuando han legido una victima. Basta con haber estado en medio de un gentio en el mo- ‘mento en que el acceso a las salidas de emergencia se vuel- ve problemitico. La facilidad con que s¢ golpea y se pisotea. {Tal vex fuera mejor que abosdéramos temas més alegres. Desconozco por completo, en cambio, en qué sentido la entendla Bartés, y confieso que no compzendo muy bien (:por qué reabrir un proceso mal hecho constituye una causa de desorden? {No es asi como funciona normalmen- eel poder judicial). No sé casi nada de Barrés; me acuer- do de haber empezado La colina inspirada, que me costaba leerlo y que desist{ de terminar el libro. En suma, no se 108 en realidad, pocas personas en la his- - puede decir que sea un autor que me haya dejado huella. Ms tarde of decir que era una especie de nacionalista © sea, alguien no muy interesante, Me parece que desa~ rrollar un orgullo nacional exagerado ¢s sienipre un signo de que no tienes mucho de que enorgullecerte. ‘Bueno, sé Jo que va a decirme; Barrés ¢5 un autor im- portante, no he ledo el buen libro. Pues entonces digame El que debo lees, porque para mi Barrés, hasta ahora, 7 con toda sinceridad, no es nadie. Esperaremos a que haya lefdo a Barres, pero qué pin- tal soldado alemén en todo esto? Pues no, yo nolo habria hecho, Creo que ya me habria costado matar a un cerdo. iene usted raz6n, 6 es (0 no principalmente) por Ta frase que a mf me resulta odiosa, y casi inso-] portable, es una muy simple, anodina (y que usted no ha wer? pronunciado, pero si yo cuviera que ser desagradable, diga- mos que he temido encontrarla, en filigrana, a través de ‘econ el corazén en un-pufios, y earrastrando los pies», pero por suerte al final no la ha dicho), esa frase can sencilla, pero que contiene, 2 mi entender, todos los exfmenes, es: 4B] fin justifica los medios.» 4 Con las formas judiciales apropiadas, quiads s, creo que podria matar. Llegatia a formar parte de un pelotén de ¢je- cucién (dicho lo cual, me feliciro de no haber venido que hhacerlo nunca; comprendo, en todo caso, que venden los ojos al condenado, y no me gustaria que nuestras miradas se cruzasen; pero dispararia, si, dispararia, si estoy conven- ido de que el hombre ha sido-convenientemente juzgado) ara acabar con nuestros puntos de desacuerdo, apenas me convence la distincidn que hace usted entre chechenos y vascos. Los vascos (algunos vascos) creen importante te- 109 oo nerun Estado vasco independiente; han combatido bajo el ~ cos de Pekin, Puede equivocarse, por supuesto, como cual- * ségimen de Franco, han seguido luchando bajo los diver- guieta de nosotros; pero estoy bastante seguro de que ha s0s gobiernos espanoles que se han ido sucediendo; zen hecho su céloulo, en rérminos de consecuencias medidticas. qué, por el hécho de que zhora se enfrentan con una:de- moctacia, habrla cambiado de naturaleza su causa? En Vayamos més lejos y digamos que adoptar una acti- ‘cuanto a los chechenos, no sé gran'cosa de ellos; no me-pa-~ tad de resiséencia no, violenta,-una.actitud de resistencia rece que haya existido, en los tlkimos siglos, una Cheche- moralmente admirable, puede ser también una forma de nia independiente. Dé vex en cuando, surge un movimien- éaloulos y que no es necesariamente un célculo perdedor. to independentisa (ino hay ya en Tolst6i algo de esto?) ; La célebre frase de Stalin: «El Papa, gcudntas divisi jerno ruso del momento lo reprime, por lo general mi- nest», suscita una risa burlona. cuando se piensa que Juan lisarmente. Pues st: por lo que yo sé, sigo considerando que. Pablo Il, unos decenias-inds carde, desempesié un papel esto es un asuoto interno rus. nada desdefiable en'el derrumbamiento definitivo del co- : munismo. Stalin, en resumen, eran gran cretino. O, para n que se basa, exactamente, la legitimidad de una na- decitlo més educadamente: tenfa una idea demasiado res- ‘in? jBn la antigiiedad? :En una voluatad comin? Me lo pre- trictiva dela naturaleza humana. gunto. Sies una voluntad comiin, no comprendo por qué no Echemos’abajo una puerta abierta: el hombre no ¢s, en | se utiliza més a’ memudo ese medio tan sencillo que es el refe- general, una criatura’moralmente muy admirable. Empuje- réndium’ de-autodeterminacién. En el caso de Cércege, por ‘mos'suavemente una puerta.entredbierta: el hombre tiene emplo, apetiascabia dda sobre el resultado (lo digo porque dentio; en’ generalsuficientes cosas.para admirer, moral- conozco wn poco la repién). 2¥ en el caso del Pals Vasco, de mente, lo que le supéra, y para actuar en consecuencia. La * Chechenias de Flandes? Confieso que'lo ignoro totalmente. resiscencia tibetania, desde sw origen, inspira respeto. E ins- pirar respeto.no es necesariamente, a largo plazo, una es- ‘Muy distinto es el caso del Tibet. El Tiber tenfa una exis: trategia perdedora. Ya no sé quién era'e! imbécil que pro- tencia secular, milenaria mds era una especie de teocra- uncié esta frase, parecida-a un tema de disertacién: «El ia eh la que se habla desarrollado uria variante interesantisi- kantismo tiene las manos limpids, pero no tiene manos», tha del budismo-¥-luego; bratalmente;-hace unos cincuenta~~~"~ ~~" ~-—~pero-sé-que' ws le habufa valido-callarse aquel dia. La ley afios, fue invadida por los comuinistas chinos. Entonces ria- moral tiene manos, y manos poderosas. id la esistencia, dirigida por su jefe espicirual, que tuvo que Porque lo que estd en: juego en el Tibet no es esa enti- Guilitse. Esta resistencia no ha cesado desde entonces. dad confusa, historicamente variable, que es una naciba; lo Por mi parte, no considero en absoluto al Dalai Lamia que esté en juego alli, aos éjos del conjunto del mundo tri ée@pfritu putod; creo més bien que es un tdctico, y vin Givilizado, es la ley shorals sf, 1a ley moral en persona, ‘téerico util, ¥ pienso que tiene sus motives si cus la actus rmanifestada por el cardcter impecable de las vi lidad se niega-a propugnar el boicot a los Juegos Olmpi- lo que anima a los tibetanos no es ese espectro in- 110 MI consistente, meacla de resentimiento frustrado y de orgu- Ilo bobalicdn, que se llama el sentimiento nacional; es un principio de indole espisitual, es decis, lo mas dificil de vencer que hay en el mundo (y que, hablando estricta- mente, quizés sea inven No deseo, desde luego, poner en un pedestal lo eespi- situebs es rambién un principio de indole espritual lo que 5m islimica actual en el mundo, ¢s inclu- so'esto lo que la hace tan terriblemence peligrosa. En él caso del nazismo la ley moral también estaba en juego; y en el mis alto grado. También habfa en él un prin- cipio de indole espiritual (que usted conoce esta vez mucho mejor que yo). Sdlo habia uno (dificilmente se puede cali- ficar de «cspiritualidad» 2 un vago revoltjo de mitologlas nérdicas,"un tedioso remix; ya Chesterton observaba que spensador convencido sufrisia un serio dolor de ca- tuviera que inventar en una tarde una blasfemia destinada 2 ofender ai gran dios Thos). J que ha prevalecido; al me- ros, se puede releer la historia de esta manera. Los problemas, los veidaderos problemas comienzan cuando dor pri sales se ponen en posicién de enfrentamiento; por eso soy poco optimista respecto al con flicco entze Iscael y Palestina. Yo ya he tomado partido, y és el mismo que el de Mau- rice Dantec (aunque lo expresemos deforma diferente, y lo tomemos por razones distintas): Maurice se ha convertido, gue basin- jor para:él, pero mi elecciés dose nicamente en-consideraciones 3 respecto las:condiciones de una objetividad perfect tengo, que yo sepa, ningin antepasado drabe ni jud religiones que practican me parecen més 0 menos igu: mente absuzdas Pero pata mi hay una diferencia esencial, 42 definitiva, entre un atentado ciego y un blanco escogido, ‘Vea fa importancia que doy a los medias. Llegan a condicio- ‘que emito sobre el fin.) bien. Creo que acabo de demostrar que yo también podia perfectamente set_sentencioso/grandilo- quentelsincero (tichese la mencién imiil). Volvamos a la ccucstién, aunque sea més ligera, dela nacién. Creo que aqul también hay que remontarse un poco mas atrés. Hace.tunos afios, fui (junto con Maurice Dantec, Philippe Muray y orros) la estrella de un librito de leceura facil que nos calif ccaba de nuevos reacciqnarias. Mi primera reaccién fue encon- trarlo divertidos y después, unas semands més tarde, empecé a sentirme ofendido. No por el resabio de infarmia que se as0- cia con el calificativo de reaccionario, esto era més bien chis- toso, sino porque, al fin y al cabo, hay que entenderse sobre el sentido de las palabras. Un reaccionario es el que juzga pre- ferible un estado anterior de la organizacién social, piensa que es posible restaurarlo y que milita en ese-empefio. ‘Ahota bien, si hay una idea, una sola, que atraviesa to-| das mis novelas, hasta la obsesin-quizds, es la de da irre- versibilidad absoluta de todo proceso de degradacién, wna vea i al que esta degradacién afecte a una.amis- ja, un grupo social ‘mds impor- ante, una sociedad enter novelas no hay perdéa, vuelta atrés, segunda oportunidad: todo lo que se ha per- dido esc perdido irremediablemente y para siempre. Es més que orgénica, ¢s como una ley universal que se aplica asimismo @ los objetos.inertes; es, liceralmente, entrépica.\ La idea de reaccién no se le ocurre siquiera a nadie que esté| hhasta tal punto convencido del cardeter incluctable de todo declive, de toda pérdida. Aunque ese individuo no seré nunca reaccionario, seré, en cambio, y de un modo tocal- 13 eke ‘mente natural, conservador. Considerard siempre que es me- jor conservar lo que existe, y que funciona mal que bien; que Tanzarse'a ina experiencia nueva. Mde cencible a los peligros que a la esperanza, seré pesimista, de nacural tris- te, yen general de convivencia fei En suma, me ofendié que Daniel Lindenberg, al ta- charmie de'reaccionatio, mostfara tina incomprensién’tan grande de mis libros que se me pas6 por la cabeza que yo era quizés un mal autor; déspués me dije que quizds él fae- se un mal lector (0 quie no me habfa lefdo, que trabajaba con fichas). Por iltimo lef el magnifico articulo que Phi- lippe Muray habfa dedicado a Las particulaselementales tc tulado: e¥ ver el final en todon, y recuperé Ja calma. Ast pues, todas las cosas mueren, también las cons- trucciones mentales, y en cuanto a la nacién francesa y al ismo francés, han.muerto, Han muerto hace mucho ipo, estén muertos exactamente desde 1917, més o me- fos en el momento €it que estallaron las primeras insu- * cttecciones, porqué én verdad aquello se volvia excesivo. Agu también hay que dar un pasito-atrds. He aqui una copla que en una época conocfan todos los franceses: La Repiblica nos llama. - Sepamos Verices, sepamos morir. = Unafrancés debe vivir por dla. Por ella un francés debe mori. Bien, bien, bieri. Hay que reconocer que la III Repibli- <2, con sus famsos hrisares negras; habla incluso conseguido algo pata que tina generacién entera partiese a la masacre, en 1914, con li sensacién de-que sélo estaba cumpliendo con su deber; y hasté para, en algunos casos, con entusiasia, 14 Hace unos dias murié el limo combatiente francés‘, cde la guerra del 14-185 con este motivo emitieron en la ra- dio los testimonios dé sus camaradas, los antiguos vevera- nos. En Ia guerra ‘siempre acaban.matindote, sirve para so. Pero allf egonizabas y los estertores duraban dias ente- 0s, a unos pasos dé tus compafieros; después te descom- ponias y te pudrfas, siempre a unos pasos de ellos. De ellos; que tenfan que compartir las trincheras con ratas y sus-ra- ciones.coni gusanos, quie estaban infestados de pardsitos y que-debfan: hacer sus necesidades en Ja trinchera, donde podian, en alguna parte; todo esto durante meses, afios, y en una guerra totalmente absurda, de cuya causa exacta na- die se acordaba. Un gobierno puede pedir muchas cosas a sus ciudada") nos, a sus stibditos; y después llega un momento en:que les pide demasiado; entonces se acabé. Perseverando més all de lo admisible én aquella guerra. atroz e injustificada, yz Francia perdié todo derecho al amoz'y al aprecio de sus ciudadanos; se desacredic. Vesa clase de desrédico, rep 10, es definitivo. = Me parece que esto explica muchas cosas. de los surtealistas y dadatstas, el arreba- in- que: podfa-apoderarse de André Breton La facilidad:con que una generacién de proletarios (cu- yyos padtes y abuelos eran probablemente patriotas irrepro- chables) se convenci6va sf misina de que la patria de lor tra- bajadores era a Unién Soviésice, de que no podian tener otra. 4 La apatla, por iiltimo, con que los franceses combatic- ton en 1940, Cuando se estigmatiza el espritw de Miinich, 11s experimento siempre cierto malestar, porque lo de Minich, en definitiva, es en 1938: veinte afios después de 1918. Veinte afios es poco. Y creo que hay que desconfiar de una eceura demasiado ideoldgica. Porque el primer pensamien- ro que se les ocurtié a los franceses en 1940 no fue, creo: «

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