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Del autor de /nteligencia intuitiva Malcolm Gladwell CLAVE ] The Tipping Point taurus v Mas de 1.000.000 de ejemplares vendidos en EE. UU. LA CLAVE DEL EXITO Taurus es un sello editorial del Grupo Santillana www.taurus.santillana.es/mundo Argentina ‘Avda, LeandroN, Alem, 720 © 1001 AAPBuenos Aires Tel.(54 114) 119 5000 Fax (54 114)912 74.40 Bolivia ‘Avda, Atce,2333 La Paz Tel, (591 2) 441122 Haro 2)44.2208 Chile Dr. Anibal Ariztia, 1444 Providencia Santiago de Chile Tel, (96 2) 384 30.00 Fax (562) 38430 60 Colombia Calle 80, 10-23 5 Tel (57 1) 635 1200 Fax (571) 23693 82 Costa Rica La Uruca Del Edificio de Aviacién Civil 200 mal Ocste San José de Costa Rica ‘Tel (506) 220 42.42 ¥ 2204770 Fax (506)220 13 20 Beuador ‘Avda, Eloy Alfaro, 33-3470 y Avda, 6de Diciemt Quito Tel (5932) 244.6656 y 244.21 54 Fax (593 2) 244 8791 El Salvador Siemens, 51 Zona Industrial Santa Elena Antiguo Cuscatlan-La Libertad Tel (503)2 505 89 y 2289 89 20 Fax (503) 2.278 60 66 Espana Torrelaguns, 60 28043 Madrid Tel. (34 91) 7449060 Fax (34 91) 744 92.24 Estados Unidos 2105N,W, 86th Avenue Doral, F.L. 33122 ‘Fel. (1305) 591 95 22 y $91 2232 Fax(1 305) 59191 45 Guatemala 7 Avda. 11-11 Zona? Guatemala CA. ‘Tel (502) 2429 43.00 Fax (502) 242943 43 Honduras ‘Colonia Tepeyac Contigua a Banco Cuscatian Boulevard Juan Pablo, frente al Templo Adventista 7? Dia, Casa 1626 Tegucigalpa Tel. (504)23998 84 México Avda. Universidad, 767 Colonia del Valle 03100 México DF. Tel (525) 554207530 Fax (525) 55601 1067 Panama ‘Avda Juan Publo Ti, n*45. Apartado Postal 863199, zona 7, Urbanizacion industrial La Loceria-Ciudad de Panamé Tel, (507) 2600945, Paraguay Avda, Venezuela, 276, centre Mariscal Lépez y Espaiia Asuneién Tel/fax(595 21) 213204 y 214 983 Pert Avda, San Felipe, 731 Jess Maria Lima Tel. (511) 2181014 Fax (51 1)463 3986 Puerto Rico Avda. Roosevelt, 1506 ‘Guaynabo 00968 Puerto Rico Tel. (1 787) 781 98 00 Fax (1 787) 78261 49 Repiblica Dominicana Juan Sinchez Ramirez, 9 ‘Gazcve Santo Domingo R.D. Tel. (1809) 682 13 82y 221 0870 Fax (1809) 689 10 22 Uruguay Constinucién, 1889 11800 Montevideo Tel. 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Marketing. 2. Ventas, 1. Belaustegui, Inés, trad. If. Titulo CDD 658.83 Queda prohibida, salvo excepcién prevista en la ley, cualquier forma de reproduccién, distribucién, comunicacién publica y transformacién de esta obra sin contar con autorizaci6n de los titulares de propiedad intelectual. La infraccién de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delite contra la propiedad intelectual. A mis padres, Joycey Graham Gladwell InvIcE INTRODUCCION 2.06. cee cece e eee tet erences 11 1. Las TRES NORMAS DE TODA EPIDEMIA .......-.-- 25 2. LA LEY DE LOS ESPECIALES: CONECTORES, MAVENSY VENDEDORES NATOS 2... eee cece eee e eens 41 3. EL FACTOR DEL GANCHO: BARRIO SESAMO, BLUE'S CLUESY EL VIRUS EDUCATIVO «0. 0s sere ee eee 101 4. EL PODER DEL CONTEXTO (PRIMERA PARTE). BERNIE GOETZ Y LA ASCENSION Y CAIDA DEL CRIMEN EN NUEVAYORK 2.0... e eee eee cere 149 5, EL PODER DEL CONTEXTO (SEGUNDA PARTE). 150, UN NUMERO MAGICO 21... eee eee eee eee 187 6. TRABAJOS DE CAMPO (PRIMERA PARTE). RUMORES, ZAPATOS DE LONAY EL PODER DELATRADUCCION .. 211 7. TRABAJOS DE CAMPO (SEGUNDA PARTE). SUICIDIO, TABACO Y LA BUSQUEDA DEL CIGARRILLO NO ADICTIVO 235 8. CONCLUSION. CONCENTRARSE, COMPROBARYTENERFE 273 EpiLOGO. LECCIONES DEL MUNDO REAL ..........6+5 281 NOTAS 2... cc cece cee tenet ence eens 303 AGRADECIMIENTOS 0... see c cece cece cece eee eeee 323 INDICE ANALITICO 20.0... c cece cee eee ene enone 325 INTRODUCCION A finales de 1994 y comienzos de 1995 la marca Hush Puppies, la de los clasicos zapatos de ante afelpado y suela de crepé, alcanzé el punto clave. Hasta entonces habia permanecido casi en el olvido. Las ventas se habfan redu- cido hasta los treinta mil pares al aio, y casi se limitaban a tiendas y comercios de pueblos o ciudades pequenias. Wolverine, la empresa fabricante, estaba plantedndose re- tirar los Hush Puppies, que tan famosos habian sido en su momento. Pero, de pronto, sucedié algo insdlito. Dos eje- cutivos de la marca (Owen Baxter y Geoffrey Lewis) se en- contraron, en una sesién de fotos, con un estilista de Nue- va York que les dijo que los clasicos Hush Puppies estaban haciendo furor en los sitios de moda de Manhattan. «Nos explicéd —cuenta Baxter— que en el Village, en el barrio de Soho, habia tiendas de segunda mano que estaban yendiendo montones de Hush Puppies. Los duefios los adquirian en los pequefios comercios tradicionales que atin recibfan pedidos.» Al principio se quedaron perple- jos. No tenia sentido que unos zapatos tan claramente pa- sados de moda volvieran de pronto con tanto tirén. «Nos contaron que el propio Isaac Mizrahi los llevaba —dice Lewis—. Bueno, tengo que confesar que en aquel mo- mento no tenia ni idea de quién era este sefior.» 11 LA CLAVE DEL ExITO. En el otorio de 1995 empezaron a pasar cosas a toda ve- locidad. Primero contacté con ellos el disefiador John Bartlett, diciendo que queria usar Hush Puppies en su co- leccién de primavera. Luego llamé Anna Sui, otra disefia- dora de Manhattan, que también queria sacarlos en sus pases. El diseniador Joel Fitzgerald, de Los Angeles, puso en el tejado de su tienda de Hollywood un basset hincha- ble de siete metros y medio, el emblema de la marca, y ad- quirid la galeria de arte que tenia al lado para reconver- tirla en boutique dedicada en exclusiva a Hush Puppies. Durante las obras de reforma del local entré el actor Pee- wee Herman pidiendo ya dos pares. «La noticia habia co- rrido de boca en boca», recuerda Fitzgerald. En 1995 ia empresa vendié 430.000 pares del modelo cla- sico, el ario siguiente vendi6 el cuddruple y al otro aumenté todavia mds las ventas, hasta que Hush Puppies volvié a con- vertirse en pieza imprescindible del armario de todos los jovenes estadounidenses. En 1996 Hush Puppies recibié el premio al mejor accesorio, que otorga el Council of Fashion Designers (Asociaci6n de Disefiadores de Moda), en una cena que se celebré en el Lincoln Center: El presi- dente de la empresa subié al escenario junto a Calvin Klein y Donna Karan. £1 mismo fue el primero en admitir que se le estaba otorgando un galardén por un hecho en el cual su empresa habia tenido mds bien poco que ver. Los Hush Puppies habian resurgido de un modo inespe- rado, Todo habia empezado con un pufiado de chavales del East Village y del Soho. ¢Cémo fue posible? Aquella panda de chavales anéni- mos seguro que no se habian planteado hacer propaganda de 1a marca. Al contrario, probablemente decidieron usar esos zapatos porque nadie mas los Ilevaba ya. Aquel mismo impulso lo tuvieron dos disefiadores de moda, que quisie- ron utilizarlos para vender sus modelos de alta costura. 12 INTRODUCCION Los zapatos no eran mas que un toque divertido. A nadie se le habia ocurrido poner de moda otra vez los Hush Puppies. Sin embargo, eso fue lo que pas6. Los famosos zapatos alcanzaron cierto nivel de popularidad y a partir de ahi empezé todo. ¢Cémo es posible que unos zapatos de treinta ddlares que sdlo llevaban un pufado de melan- célicos de los afios setenta y unos cuantos disefiadores de Manhattan pasaran a ocupar un sitio prominente en to- dos y cada uno de los centros comerciales de Estados Uni- dos, en sdélo dos aftos? No hace mucho, en East New York y Brownsville (ba- rrios periféricos de Nueva York, donde reina la mayor de las miserias) las calles parecian paisajes fantasmales al caer la noche. A esas horas ya no habia gente normal y tra- bajadora paseando, ni nifios montando en bici. Tampoco habia viejos sentados en los bancos de los parques o en las escaleras de los portales, Al hacerse de noche la mayoria de la gente se quedaba en casa, a salvo de los delincuentes que poblaban las aceras de aquella zona de Brooklyn tra- picheando con droga, o de las bandas organizadas que usaban las calles como campo de batalla para sus tiroteos. Muchos policias destinados en Brownsville en los afos ochenta y a principios de los noventa cuentan que, en aquella época, en cuanto se ponia el sol empezaba un par- loteo incesante en las radios de la policia entre los agentes y sus soplones, acerca de toda clase de delitos violentos y peligrosos. En 1992 en Nueva York hubo 2.153 asesinatos y 626.182 delitos graves, de los cuales la mayor parte co- rrespondia a los distritos de East New York y Brownsville. Pero, de repente, ocurrié algo sorprendente. De pronto, 13 La CLAVE DEL EXITO. sin que se supiera la raz6n exacta, la tasa de delincuencia empez6 a descender. En cinco afios los asesinatos se redu- jeron en un 64,3 por 100, descendiendo hasta los 770, mientras que los delitos totales se redujeron casi hasta la mitad (355.893). Las aceras de East New York y Brownsvi- le volvieron a llenarse de transetintes, de nuevo circula- ron las bicicletas y los ancianos volvieron a sentarse fuera. «Durante una época los tiroteos eran algo tan habitual en estas barriadas que pareciamos estar en plena jungla del Vietnam —cuenta el inspector Edward Messadri, jefe del distrito policial de Brownsville—. Ahora no se oye ni un disparo.» Si preguntdramos a la policia de Nueva York, nos di- rian que fue gracias a la mejora notable de las estrategias de accién policial. Por su parte, los crimindlogos destacan el declive del comercio del cracky el envejecimiento de la poblacién. Por ultimo, los economistas indican que el progreso econémico que viviG !a ciudad durante la déca- da de los noventa tuvo por efecto dar trabajo a quienes, de otro modo, habrian terminado convertidos en delin- cuentes. En fin, éstas son las explicaciones convenciona- les del aumento y posterior descenso de Ia tasa de crime- nes, pero en el fondo ninguna basta para convencernos, como tampoco parece convincente que un reducido gru- po de jévenes del East Village provocara el resurgimiento de los Hush Puppies. Los cambios producidos en el mer- cado de la droga, en la composicién demografica y en los factores econémicos son variaciones a largo plazo que afectan a todo un pais. No bastan para explicar por qué se redujo la criminalidad en Nueva York de manera tan Ila- mativa o en un lapso tan corto. Claro que las mejoras a es- cala policial son un dato a tener en cuenta, pero no estan en proporcién con el gran efecto que se produjo en zonas como East New York y Brownsville. La tasa de criminali- 14 INTRODUCCION dad no se redujo paulatinamente a medida que fueron mejorando las condiciones, sino que cayé en picado. eCémo es posible que el cambio en unos cuantos factores econdémicos y sociales produjera un descenso en la tasa de criminalidad de dos tercios en cinco afios? Ik La clave del éxito es la biografia de una idea. Se trata de una idea muy sencilla: consiste en pensar que la mejor for- ma de entender los cambios misteriosos que jalonan nues- tra vida cotidiana (ya sea la aparicién de una tendencia en la moda, el retroceso de las oleadas de crimenes, la trans- formacién de un libro desconocido en un éxito de ventas, el aumento del consumo de tabaco entre los adolescentes, o el fenédmeno del boca a boca) es tratarlos come puras epi- demias. Las ideas, los productos, los mensajes y las conduc- ‘tas se extienden entre nosotros igual que los virus. El resurgimiento de los Hush Puppies y el descenso en la tasa de criminalidad de Nueva York son dos ejemplos sencillos de una de estas epidemias. Aunque parezca que no tienen mucho que ver, ambos casos comparten un mis- mo patrén fundamental. En primer lugar, se trata de dos muestras muy claras de conducta contagiosa. Nadie dise- 86 un anuncio diciendo que los tradicionales Hush Pup- pies eran una pasada y que todo el mundo tenia que em- pezar a llevarlos ya mismo. Al contrario, todo empezé porque unos chicos decidieron ponérselos para salir de marcha por las calles del centro, y asi mostrar sus ideas so- bre la moda. De esa manera infectaron a quienes les veian con el «virus» Hush Puppies. El descenso en la criminalidad de Nueva York sobrevi- no de forma similar. No fue porque el numeroso grupo 15 ‘La CLAVE DEL EXITO. de aspirantes a criminales convocara una reunién en 1993 para decidir que no iban a cometer mds delitos. Tampo- co fue porque la policia lograra, como por arte de magia, intervenir en un elevadisimo porcentaje de situaciones que podrian haber acabado fatalmente. Lo que ocurrié fue que el escaso nimero de personas del reducido nu- mero de situaciones sobre las que la policia y los otros agentes sociales sf tenfan alguna repercusid6n comenzé a comportarse de modo muy diferente, y que esa nueva conducta se extendié de alguna manera a otros posibles delincuentes en situaciones parecidas. Asi, una gran can- tidad de personas se vio infectada por el virus «anticri- men» en poco tiempo. El segundo rasgo que caracteriza ambos ejemplos por igual es que unos pequefios cambios produjeron grandes efectos. Todas las razones posibles que explican el des- censo en la tasa de delincuencia en Nueva York consisten en cambios marginales y paulatinos: el mercado del crack fue declinando, la poblacién fue envejeciendo, la fuerza policial fue mejorando. Sin embargo, el efecto de todo ello fue drastico. Igual que habia ocurrido con los Hush Puppies. ¢Cudntos serian aquellos primeros chicos que empezaron a ponerse los clasicos zapatos por el centro de Manhattan? ¢Veinte? ¢Cincuenta? ¢Cien como mucho? Y, sin embargo, con su pequefio gesto se las apafiaron para dar comienzo a una moda internacional. Por ultimo, ambos cambios ocurrieron en un lapso muy corto. No fueron haciéndose poco a poco y con fir- meza. Basta con echar un vistazo a un grafico de los in- dices de criminalidad en Nueva York desde, digamos, mediados de los sesenta hasta finales de los noventa. Hay una especie de gran arco. En 1965 se producen 200.000 delitos, y a partir de ese momento el niimero comienza a aumentar rapidamente, duplicdndose en 16 + INTRODUCTION dos afios y continuando el ascenso sin interrupcién has- ta que llega a los 650.000 crimenes al afio a mediados de los setenta. Durante las dos décadas siguientes se man- tiene en ese nivel, hasta que en 1992 empieza a caer de manera tan pronunciada como el propio ascenso ocu- rrido treinta afios antes. El nivel de criminalidad no se redujo paulatinamente, ni se desaceleré con suavidad. Lo que ocurrié fue que, de pronto, hubo un frenazo en seco. Estas tres caracteristicas (una: la capacidad de conta- gio; dos: que pequefias causas tienen grandes efectos; y tres: que el cambio no se produce de manera gradual, sino drasticamente, a partir de cierto momento) son los mismos tres principios que definen cémo se extiende el sarampion en el aula de un colegio 0 cémo ataca la gripe cada invierno. De las tres, la ultima (la idea de que las epidemias pueden iniciarse o acabarse de manera drasti- ca) es la mas importante, pues da sentido a las otras dosy nos permite comprender cémo tienen lugar hoy los cam- bios sociales. Ese momento concreto de una epidemia a partir del cual todo puede cambiar de repente se deno- mina tipping point, que en espafiol se puede traducir por punto clave o punto de inflexidn’. * La expresin tipping point o 4ngulo de reposo es un término sociolégico que define el momento en el que algo tinico se convierte en algo comtin. La acuaié Morton Grodzins en un estudio sobre la integraci6n racial en Jos barrios de Estados Unidos en las décadas de 1960 y 1970, para definir el momento en el que, en un barrio en el que habia ido instalandose pau- latinamente poblacién negra, empezaba a marcharse en masa la pobla- cién blanca. En espafiol se puede teaducir por punto clave o punto de in- flexion, El término se siguié utilizando posteriormente y se ha aplicado a otros campos. Con este libro, Malcolm Gladwell lo aplicé ala vida diaria y Io hizo tremendamente popular. (N. de lat.) 17 LA CLAVE DEL EXITO Il Todos pensamos que el mundo en que vivimos hoy por hoy estaé muy lejos de ser un entorno sometido a las nor- mas de las epidemias. Analicemos brevemente el concepto de la capacidad de contagio. Al mencionar esta palabra tendemos a pensar en resfriados, gripes o quiza en cosas tan peligrosas como el VIH 0 el virus ébola. Nos hemos for- mado un concepto de lo contagioso sélo aplicado a la bio- logia. Sin embargo, si hemos visto que hay tendencias con- tagiosas en la moda o en las conductas delictivas, cualquier cosa podria ser tan contagiosa como un virus. sNo ha pen- sado nunca en lo que pasa con el bostezo? Bostezar es un acto que tiene un poder sorprendente. Sélo por haber lei- do hace dos frases la palabra «bostezo» (mAs las otras dos referencias al bostezo que acabo de afiadir) un buen nt- mero de lectores estar4n bostezando en los préximos dos minutos. Yo he bostezado un par de veces mientras escri- bia esto. Si esta leyendo mi libro en un espacio ptiblico y acaba usted de bostezar, hay muchas probabilidades de que un gran porcentaje de quienes le vieron hacerlo esté bostezando en este instante, y un elevado ntimero de quie- nes han visto a los que le han visto bostezar a usted estard bostezando también, y asf sucesivamente, de modo que el circulo del bostezo ira siendo cada vez mayor. Bostezar es algo tremendamente contagioso. S6lo por haber escrito la palabra «bostezo» he conseguido hacer bostezar a algunos de los lectores que estén leyendo estos parrafos. Mientras tanto, las personas que han bostezado al verles bostezar se han contagiado por verles bostezar, lo cual constituye otra clase de contagio. Puede que hayan bostezado al oirles bostezar, ya que el bostezo se contagia también por via auditiva. Si pone una grabacién de boste- zos aun grupo de personas invidentes, también ellos em- 18 INTRODUCCION pezarén a bostezar. Para terminar, si usted ha bostezado mientras lefa todo esto, ¢se le ha ocurrido pensar, aunque haya sido casi inconsciente 0 fugazmente, que quiza esta cansado? Sospecho que algunos de ustedes si lo han pen- sado, lo que significa que los bostezos pueden ser ademas contagiosos a nivel emocional. Es decir, que simplemente por haber escrito una determinada palabra puedo hacer aflorar un sentimiento concreto en su mente. ¢Puede ha- cer esto el virus de la gripe? Dicho de otro modo: la capa- cidad de contagio es una propiedad inesperada que es po- sible encontrar en todo tipo de cosas. Debemos tenerlo en cuenta cuando nos dispongamos a reconocer y diag- nosticar los cambios epidémicos. El segundo principio de las epidemias (esto es, que unos pequefios cambios pueden provocar grandes efectos) re- sulta ser también una nocidn bastante radical para nuestra sociedad, pues, como humanos, hemos aprendido a esta- blecer un tipo de aproximacién ciertamente burda entre causa y efecto, Si queremos comunicar una emocién fuer- te, o convencer a alguien de que le amamos, por ejemplo, nos damos cuenta de que tendremos que hablar con pa sién o con mucha franqueza. Y si queremos darle a alguien una mala noticia, bajaremos el tono de voz y escogeremos las palabras con sumo cuidado. Hemos sido educados para creer que todo lo que forma parte de una transaccién, una relacién o un sistema tiene que estar directamente relacio- nado, en intensidad y dimensién, con el resultado espera- do. Tomemos en consideracién el siguiente juego. Diga- mos que le doy un trozo de papel, bastante grande, y le pido que lo doble hasta cincuenta veces. ¢Cémo cree que sera de grueso el taco de papel resultante? Para responder a esta pregunta la mayoria de la gente pondria en marcha suimaginacién y me diria que seria como una guia de telé- fonos 0, si se atreven a ir mas alld, tan alto como una neve- 19 LA CLAVE DEL EXITO ra. La respuesta correcta es que la altura del taco de papel seria equivalente a la distancia de la Tierra al Sol. Ysi lo do- bldramos una vez mas, seria tan largo como ir al Sol y vol- : ver. En matemdticas a esto se le llama progresién geomé- trica. Pues bien, las epidemias son un ejemplo de estas progresiones geométricas: cuando un virus cornienza a ex- tenderse entre Ia poblacién, se duplica una y otra vez, hasta que el hipotético pliego inicial queda convertido en un muelle de cincuenta escaloncitos que nos llevaria hasta el Sol. Nuestra mente encuentra extrafio este tipo de progre- sidn, pues el resultado (el efecto) parece absolutamente desproporcionado respecto de la causa inicial. Si queremos comprender el poder que encierran los movimientos epi- démicos, debemos abandonar esta mentalidad sobre lo que es proporcional y lo que no. Tenemos que saber que a veces se producen cambios gigantescos a partir de aconte- : cimientos casi insignificantes, y que ademas pueden sobre- venir muy répidamente. Esta posibilidad de un cambio repentino es lo funda- mental de la idea del punto clave, y quiza sea lo mAs dificil de aceptar. En los afios sesenta y setenta se us6 este concepto para describir el éxodo masivo de Ja poblacién blanca de las ciudades mas antiguas del noreste de Estados Unidos a zo- nas residenciales y urbanizaciones. Los sociélogos observa- ron que en todas las zonas se producia un vuelco de cifras cuando ei ntimero de afroamericanos que llegaba a un barrio alcanzaba cierto punto (digamos, un 20 por 100), pues la mayoria de los blancos que quedaban se marchaban casi inmediatamente. El punto clave es ese momento en que se alcanza el umbral, el punto de ebullici6n. Eso es lo que ocurnié con Ja tasa de delincuencia en Nueva York al princi- pio de los afios noventa del siglo xx, y con los Hush Puppies. Es lo mismo que ocurre cada vez que se implanta un nuevo avance tecnolégico. Sharp introdujo el primer aparato de 20 INTRODUGCION fax con un precio asequible en 1984, y en ese afio se vendie- ron 80.000 aparatos en Estados Unidos. A lo largo de los tres afios siguientes fueron apareciendo en el mercado mds mo- delos de otras marcas, hasta que en 1987 tanta gente tenia fax que era légico que el resto quisiera uno. Ese fue el mo- mento del punto clave para los aparatos de fax. Aquel aio se vendié un millén de maquinas y en 1989 la cifra llegé a dos millones. Lo mismo ha ocurrido con los teléfonos méviles. En los noventa fueron fabricandose modelos cada vez mas pequeiios y baratos, y el servicio fue mejorando hasta que, en 1998, cuando la tecnologia superé ese punto clave, de pronto todo el mundo tenia un movil. (En las «notas fina- les» doy una explicacién matematca sobre el punto clave.) Todas las tendencias epidémicas tienen su punto clave. Jonathan Crane, sociélogo de la Universidad de Tlinois, se ha dedicado a estudiar el efecto que tiene en los ado- lescentes que viven en un mismo vecindario la cantidad de profesionales liberales, directivos de empresa y profe- sores o maestros (lo que el censo califica como «alto sta- tus») existente en dicha comunidad. Pues bien, en las co- munidades que contaban con entre un 40 y un 5 por 100 de trabajadores de «alto status» no encontré mucha dife- rencia en cuanto a las tasas de embarazo o de abandono de estudios. Sin embargo, cuando dicho porcentaje no su- peraba el 5 por 100, los problemas se disparaban. Por ejemplo, entre los estudiantes negros la tasa de abandono escolar era mds del doble cuando el porcentaje de tra- bajadores de «alto status» se reducia s6lo en 2,2 puntos porcentuales (de un 5,6 un 3,4 por 100). En ese mismo punto critico las tasas de embarazo en adolescentes (que apenas variaban hasta llegar a ese porcentaje) casi se du- plicaban. Generalmente damos por hecho que los pro- blemas sociales y el nivel de vida de las poblaciones son factores que varian poco a poco. Sin embargo, a veces 21 LA CLAVE DEL EXITO puede que los declives no sean tan lentos y constantes. Cuando se alcanza el punto clave, los colegios pueden perder el control sobre los alumnos, o Ja vida familiar puede desintegrarse de repente. Recuerdo la mafiana en que el perrillo que tenfamos en casa cuando yo era pequesio vio la nieve por primera vez. Estaba alucinado, encantado, fascinado. No paraba de menear el rabito y olisquear aquella sustancia mullida y tan extrafia para él. Aquella manana no hacia mucho més frio que la noche anterior. Quizd esa noche hizo unos ~2 °C, y por la mafiana, —1 °C. O sea, que la diferencia era minima y, no obstante, habia hecho que todo cambiara por completo. La lluvia se habia convertido en algo total- mente distinto: jen nieve! En el fondo todos estamos siempre haciendo calculos de lo que pasar, cosa que s6lo el imparable paso del tiempo nos confirma o no. Pero cuando se trata del punto clave debemos estar preparados para esperar lo inesperado, pues un cambio radical es algo mas que una mera posibilidad. Es, en contra de nues- tras expectativas, una certidumbre. Para ilustrar esta idea tan drdstica propongo un viaje a Baltimore, donde se puede aprender mucho de la epide- mia de sifilis que padecis la ciudad. Presentaré también a tres clases de seres fascinantes: los mavens *, los conectores y los vendedores natos, que desempefian un papel deci- *. sivo en las epidemias que se propagan de boca en boca N 4° Maven procede originalmente de la palabra hebrea bingh, que quiere de- “ cir entendimiento. En inglés de Estados Unidos hay constancia de su uso desde la década de 1960 pero se hizo més comtin en la de 1980, sobre todo desde que el columnista William Safire se empez6 a llamar a sf mismo «el maven del idioma». Se podria traducir como «experto» o «informado, pero no es s6lo el que acumula conocimientos, sing el que tiene una enor- me capacidad para propagar tanto la informacién como sus preferencias. En este libro hemos optado por dejar la palabra maven. (N. de lat.) 22 INTRODUCCION que dictan nuestros gustos, tendencias y modas. Después quisiera mostrar el disefio de dos programas infantiles fa- mosos (Barrio Sésamo y Blue’s Clues) y el mundo increible del hombre que ayudé a crear el Columbia Record Club, para ver cémo pueden estructurarse los mensajes con el fin de obtener el maximo impacto posible en el piiblico. Acontinuacién conoceremos una empresa de productos de alta tecnologia que esté en Delaware, y veremos los puntos clave que gobiernan la vida grupal; y el metro de Nueva York, para analizar cémo se puso fin a Ja epidemia de criminalidad. Mi objetivo con todo esto es dar respues- taados cuestiones muy simples que se hallan en el fondo de lo que a todos nos gustaria lograr (como educadores, padres, publicistas, gentes de negocios y disefiadores de politicas publicas): «Por qué ciertas ideas, conductas ° prodtictos provocan epidemias y otras no? Y equé pode- mos hacer si queremos iniciar deliberadamente y contro- ~\ Jar una de estas «epidemias benignas»? ms 1 LAS TRES NORMAS DE TODA EPIDEMIA A mediados de los noventa la ciudad de Baltimore pa- decié una epidemia de sifilis. En un solo afio, entre 1995 y 1996, el mimero de bebés que nacieron con sintomas de sifilis aumenté en un 500 por 100. Si miramos un grafico de la evolucién de la enfermedad en esta ciudad verfamos que la linea se mantiene a un mismo nivel a lo largo de los afios y, de repente, en 1995 dibuja un Angulo casi recto. iQué hizo que el ntimero de afectados se disparara? Los Centers for Disease Control, mds conocidos como cDCc (Centros para el Control y Prevencién de Enfermeda- des), pensé que el problema era el consumo de crack, Esta droga incrementa de forma alarmante el riesgo de trans- misién sexual de virus como el VIH y el de la sifilis. Dado que mucha gente acude a las dreas mas depauperadas de la ciudad para adquirirla, aumentan las probabilidades de contagio de infecciones viricas en los barrios donde vi- yen. En definitiva, el consumo de crack modifica las pautas de contacto social entre diferentes zonas urbanas. Los CDC vieron en el crack el pequefio detalle que basté para que el problema de la sffilis se convirtiera en una epide- mia descontrolada. John Zenilman, un experto en enfermedades de trans- mision sexual de la Universidad Johns Hopkins de Balti- 25 LA CLAVE DEL EXITO. more, aduce una causa muy diferente: el deterioro de los servicios de asistencia médica en las barriadas mas pobres de la ciudad. «Entre 1990 y 1991 las clinicas especializadas en enfermedades de transmisién sexual recibieron treinta y seis mil visitas de pacientes —explica Zenilman—. Por aquel entonces el Ayuntamiento decidié recortar presu- puestos. El personal médico asignado a dichas clinicas se redujo de diecisiete a diez. El numero de doctores pasé de tres a practicamente ninguno. Las visitas de pacientes se redujeron hasta las veintiun mil. También se redujo el numero de personal dedicado a divulgar los programas de prevencidn en los barrios. En fin, todo eran lios burocrati- cos... por ejemplo, ya no se hacian cosas como actualizar los ordenadores. Era el tipico caso de mala gestién puiblica local. Incluso, a veces se quedaban sin medicamentos.» . Esdecir, cuando se recibian 36.000 visitas de pacientes al afio en estas clinicas especializadas de la ciudad de Balti- more se conseguia mantener fa sifilis en un cierto equi- _ librio. Pero, segtin Zenilman, a partir de determinado _ momento, entre las 36.000 y las 21.000 visitas anuales, se * descontroldé. Comenzé a extenderse desde el centro urba- no hacia los otros barrios, por las calles y vias que conectan el centro y la periferia. Por culpa del deterioro del servicio sanitario, muchos afectados que antes sdlo habrian tenido que esperar siete dias para curarse debian aguardar enton- ces hasta cuatro semanas para recibir tratamiento. El co- lapso del servicio sanitario provocé que la sifilis se convir- tiera en algo mucho més preocupante de lo que era antes. Uno de los mejores epidemidlogos del pais, John Pot- terat, afiade una tercera teoria, en la que echa la culpa ala transformaci6n que se produjo en ese periodo en las zo- nas este y oeste de Baltimore, donde estan los barrios mas deprimidos de la ciudad y donde se centraba el problema de la sifilis. Potterat sefiala que a mediados de los noventa 26 LAS TRES NORMAS DE TODA EFIDEMIA el Ayuntamiento emprendié una campafia anunciada a bombo y platilio para demoler los bloques de viviendas de proteccién oficial construidas en los sesenta en aquellas barriadas. Dos de los derribos m4s anunciados en los me- dios de comunicacién fueron los de Lexington Terrace, en la zona oeste, y Lafayette Courts, en el este, dos edifi- cios inmensos donde resid{an cientos de familias, y que estaban funcionando como focos de delincuencia y de en- fermedades infecciosas. Al mismo tiempo, mucha gente de- cidié marcharse de las viejas urbanizaciones de casas adosa- das de sendas zonas periféricas, pues también se habian deteriorado mucho. «jMenudo panorama! —dice Potterat recordando la primera vez que visité dichas zonas, East y West Baltimo- re—. La mitad de las casitas adosadas estaban cerradas a cal ¥ canto, con tablones en las ventanas, mientras seguia en marcha el proceso de demoliciones de viviendas pro- tegidas. Fue como una especie de abandono generaliza- do, lo cual facilit6é que se extendiera la enfermedad. La si- filis levaba arios localizada en una parte especifica de Baltimore, y afectaba a un entramado sociosexual muy de- finido. El proceso de demoliciones y abandono de vivien- das hizo que esas personas fueran a vivir a otras zonas de la ciudad, con lo que se llevaron consigo la sffilis y sus con- ductas sexuales.» Lo interesante de estas tres explicaciones es que nin- guna de ellas se refiere a noticias espectaculares. Los CDC achacaron el problema al crack, pero no porque esta droga llegara por primera vez a Baltimore en 1995, puesto que Mevaba afios alli. Lo que los CDC crefan era que a mediados de los noventa el problema del erack se agravé de forma sutil, pero suficiente para que se disparara la epidemia de sifilis. Por su parte, Zenilman tampoco decia que se habian cerrado todas las clinicas dedicadas a enfermedades de 27 LA CLAVE DEL ExITO. transmisién sexual, sino que se redujo su presupuesto, de manera que el ntimero de especialistas pas de diecisiete a diez. Potterat tampoco dice que Baltimore entera se vino abajo, sino que basté la demolicién de unas cuantas viviendas de proteccién oficial y el abandono de casas en barrios criticos de la ciudad para causar un desequilibrio en la enfermedad. El segundo rasgo llamativo de estas tres explicaciones, y quizd el mds interesante, es que todas estén haciendo una descripcién diferente de cé6mo se desborda una epide- tmaia. Los CDC hablaron del contexto en que se desarrolla una enfermedad: cémo la introducci6én y expansién de una droga adictiva consigue modificar el entorno de una ciudad de tal modo que puede hacer que una enferme- dad desborde los limites del equilibrio. Zenilman habla de la enfermedad en si. Al reducirse el presupuestd de las clinicas se estaba dando ala sifilis una segunda oportuni- dad. Antes era una infeccién aguda; ahora era una infec- cién crénica, un problema de Jarga duracién. Por su par- te, Potterat se centra en las personas que portaban la enfermedad. Lo que dijo fue que la sifilis afectaba a un determinado tipo de personas: gente que vivia casi en la miseria, probablemente consumidores de droga y sexual- mente promiscuos. Si de repente se trasladaba a una per- sona con este perfil desde su barrio de toda la vida a otro nuevo donde jams se hubiera vivido el problema de la si- filis se estaria dando a la enfermedad la oportunidad de desbordarse. Es decir, que hay mds de una manera de ocasionar una epidémia. Los hechos epidémicos dependen de las personas que transmiten el agente infeccioso, del agente mismo y del entorno en que se desarroila dicho agente. Cuando se dispara una epidemia, cuando se derrama mas alld de los limites del equilibrio, es que ha pasado algo: ha 28 ‘LAS TRES NORMAS DE TODA EPIDEMIA habido una modificacién en uno de los factores (o en dos, o en tres). A estos tres factores del cambio Jos llamo «La ley de los especiales», «El factor del gancho» y «El po- der del contexto». I Cuando decimos que un pufiado de chavales del East Village origins la epidemia de Hush Puppies, o que la dis- persion de los residentes de unas cuantas construcciones de proteccién oficial basté para dar inicio ala epidemia de sifilis de Baltimore, lo que en realidad estamos diciendo es que en todo proceso 0 sistema unas personas cuentan mas que otras. Dicho asi, no parece una idea muy novedosa. Los economistas suelen referirse al principio del 80/20, que quiere decir que el 80 por 100 del «trabajo» siempre lo realiza un 20 por 100 de los implicados. En la mayoria de poblaciones hay un 20 por 100 de criminales que co- mete el 80 por 100 de todos los delitos. El 20 por 100 de los motoristas provoca el 80 por 100 de todos los accidentes. E120 por 100 de bebedores de cerveza consumen ellos so- los el 80 por 100 de toda la cerveza. En lo tocante a epide- mias, sin embargo, esta desproporci6n resulta atin mas ex- trema: un minimo porcentaje de personas hace la mayoria del trabajo. El mismo Potterat, por ejemplo, elaboré un anilisis so- bre una epidemia de gonorrea en la poblacién de Colora- do Springs, en Colorado, tomande notas durante seis me- ses sobre cada persona que acudia a una clinica para recibir tratamiento. Descubrié que casi la mitad de los ca- sos procedia, esencialmente, de cuatro barrios que venfan arepresentar mds o menos el 6 por 100 del 4rea geografi- ca de la ciudad. De ese porcentaje, la mitad solia salir de — 29 La CLAVE bet ExrTo copas a los mismoas seis bares. Potterat entrevisté después a 768 personas de este reducido subgrupo, para descubrir que 600 de elios no habian infectado a nadie con gono- rrea o bien sdlo se la habian pasado a una tinica persona. A éstos los lamé «no-transmisores». Los que provocaron que se extendiera la epidemia eran los restantes 168, es decir, individuos que habfan contagiado a dos, tres, cua- tro o cinco personas. Dicho de otro modo, en toda la ciu- dad de Colorado Springs (que puede muy bien sobrepa- sar los diez mil habitantes) la epidemia de gonorrea se disparé debido a la accion de 168 personas que vivian en cuatro pequefios vecindarios y que basicamente frecuen- taban los mismos seis bares. , éQuiénes eran estas 168 personas? Pues no personas como usted y como yo. Es gente que sale todas las noches, que tiene muchos mas encuentros sexuales de lo habi- tual, y costumbres que se salen de lo comtn. Por ejemplo, a mediados de los noventa habia un tal Darnell Boss Man McGee que frecuentaba las salas de billares y las pistas de patinadores de East St. Louis, en Missouri. Era muy alto (media mas de metro ochenta), atractivo, un magnifico patinador que dejaba boquiabiertas a las chicas. Su espe- cialidad eran las adolescentes de trece y catorce afios. Les compraba joyas, se las llevaba de paseo en su Cadillac, las atiborraba de cracky se acostaba con ellas. Entre 1995 y 1997, afo en que un desconocido le asesté un disparo fatal, se habia acostado con cien mujeres como minime y (cosa que sdlo se supo después de su muerte) habia infectado el virus del sida al menos a treinta de ellas. : Exi esos mismos dos afios, a 2.500 kilémetros de distan- cia, en Buffalo (estado de Nueva York), otro hombre, una especie de clon de aquel Boss Man, hacfa su agosto en las calles del deprimido barrio de Jamestown. Se llamaba Nushawn Williams, aunque también se hacia lamar Face 30 ‘LAS TRES NORMAS DE TODA EPIDEMIA (Cara), Sly (Astuto) o Shyteek, Mantenia relaciones con muchas chicas a la vez, en tres o cuatro apartamentos di- ferentes desperdigados por la ciudad, mientras se ganaba la vida trapicheando con droga que traia del Bronx. (Como me dijo una vez un epidemidlogo que conocia bien el caso: «El tipo aquel era un genio. Si yo pudiera vi- vir con lo que Williams hacia, nunca mas tendria que tra- bajar en mi vida.») Williams, igual que Boss Man, era un donjudn. Compraba rosas para sus ligues, les dejaba que le peinaran la melena y organizaba orgias donde abunda- ba la marihuanay la cerveza. «Una noche hicimos el amor tres 0 cuatro veces —~cuenta una de sus conquistas—. Montdbamos juergas todo el tiempo... Cuando el Cara se habia quedado a gusto, sus amigos venian y seguiamos con el sexo. Unos se iban y venian otros.» Ahora Williams esta en la carcel. Se sabe que contagié el virus del sida a dieciséis de sus ligues. Mas famoso que este individuo es el lamado «paciente cero» del sida. Tal como cuenta Randy Shilts en su libro And the Band Played On, Gaetan Dugas, un asistente de vuelo de origen francocanadiense, asegu- raba haber mantenido relaciones sexuales en toda Norte- américa con 2.500 mujeres. Se le relaciona con al menos cuarenta de los primeros casos de sida en California y Nueva York. Esta es la clase de persona que provoca que una enfermedad se extienda como una epidemia. Las epidemias sociales funcionan exactamente del mis- mo modo. Igual que aquéllas, un reducido grupo de per- sonas son las que hacen todo el trabajo. Lo que las carac- teriza no son sus tendencias séxuales, sino lo sociables, carismaticos, conocidos o influyentes que son entre sus allegados. En el caso de los Hush Puppies, el gran enigma es cémo pasaron de Ilevarlos unos cuantos visionarios de la moda nostalgicos de los setenta del centro de Manhat- tan aser vendidos en centros comerciales de todo el pais. 31 ‘LA CLAVE DEL EXITO. Qué relacién hay entre East Village y el ciudadano me- dio de Estados Unidos? La ley de los especiales contestaria que una de estas personas excepcionales se enteré de la nueva moda y, gracias a su entusiasmo y carisma personal, extendié entre sus conocidos el gusto por los Hush Pup- pies, con la misma magnitud que propagaron el virus del sida Gaetan Dugas o Nushawn Williams. Il Cuando las clinicas pttblicas de Baltimore sufrieron aquel recorte presupuestario se produjo un cambio en la naturaleza de la sifilis que afectaba a las barriadas mas de- primidas de la ciudad. Hasta entonces se habfa tratado de. una infeccién aguda y la mayoria de los afectados recibia tratamiento enseguida y se curaban antes de ir por ahi contagiando a otras personas. Pero con los recortes la sifi- lis se convirtid rapidamente en una infeccién crénica, y los enfermos tardaban hasta cinco semanas en ser trata- dos, por Io que aumenté el riesgo de contagios. Una epide- mia comienza a extenderse gracias a la labor tremenda de unos cuantos portadores del virus. Pero también puede co- menzar cuando se produce una modificacién en el propio agente causante de la enfermedad. Es un principio asumido por la virologya. El virus de la gripe que aparece cada afio al comienzo del invierno va cambiando en el transcurso de los meses y resulta bastan- te diferente al final. La epidemia de gripe mAs famosa de la historia (la pandemia de 1918) comenzé en la primave- ra de aquel aio y era, en términos relativos, bastante dé- cil. Pero a lo largo del verano el virus sufrié unas extraiias transformaciones y acabé matando entre veinte y cuaren- ta millones de personas en todo el mundo en los siguien- 32 ‘LAS TRES NORMAS DE TODA EPIDEMIA tes seis meses. EI virus se habia extendido siempre del mismo modo, pero por alguna raz6n se hizo mucho més mortifero de repente. El investigador holandés especializado en sida Jaap Goudsmit afirma que esto niismo es lo que ha pasado con el VIH. Las labores de Goudsmit se centran en lo que se conoce como neumonia Pneumogystis carinii, o PCP segin las siglas en inglés. Todos llevamos la bacteria en nuestro cuerpo, desde el parto 0 justo después. En la mayoria es inofensiva. Nuestro sistema inmunolégico la controla con facilidad. Pero si el sistema inmune sufre un problema grave como una infeccién de VIH, es imposible controlar la PCP y puede dar paso a una variedad letal de neumo- nia. En realidad, es tan habitual encontrar esa neumonia en los pacientes con sida que suele considerarse como un indicio casi certero de la existencia de VIH. Goudsmit re- visé la literatura médica referente a casos de PCP, y lo que encontré le puso los pelos de punta. Justo después de la Segunda Guerra Mundial hubo una epidemia de PCP que se inicié en la ciudad baltica de Danzig y que se ex- tendio por toda Europa central, segando la vida de miles de nifios. Goudsmit ha analizado una de las poblaciones mas du- ramente diezmadas por aquella epidemia, la ciudad mi- nera de Heerlen, en la provincia holandesa de Limburg. Heerlen tenia un hospital donde se formaban las futuras comadronas. Se llamaba Kweedschool voor Vroedvrou- wen, y disponia de una unidad ‘(la llamada barraca sueca) que en los afios cincuenta se dedicé a cuidados especiales de bebés prematuros o nacidos con escaso peso. Entre ju- nio de 1955 yjulio de 1958, 81 recién nacidos que estaban siendo atendidos en aquella unidad especial contrajeron PCP y 24 de ellos murieron. Goudsmit cree que se traté de una epidemia inicial de VIH, y que el virus entr6 en el 33 LA CLAVE DEL EXITO. hospital de alguna manera y se extendid entre los nifios por culpa de la costumbre, entonces aparentemente co- min, de utilizar las mismas agujas en diferentes transfu- siones de sangre o en inyecciones de antibidticos. Escribe: Lo més probable es que al menos un adulto (quizd un minero flegado de Polonia, Checoslovaquia o Italia) trajera el virus a Limburg. Este tinico individuo podria haber falle- cido de sida sin que nadie lo supiera, [...] Podria haber in- fectado el-virus a su esposay asu descendencia. Quiza su es- posa (o novia) dio a luz en una barraca sueca a un bebé infectado con VIH pero aparentemente sano. Y las agujas y jeringuillas sin esterilizar podrian haber propagado el virus entre los nifios. Lo extraiio de esta historia es que no murieren todos los nifios. Sélo murié un tercio de los afectados. Los de- més hicieron algo que hoy pareceria casi impasible: de- rrotaron al virus, lo eliminaron de su cuerpo, y vivieron una vida sana. Es decir, el tipo de VIH que circulaba en los afios cincuenta era muy diferente del tipo de VIH que existe hoy. Era igual de contagioso, pero la mayoria de los infectados (incluso siendo recién nacidos) podia elimi- narlo y sobrevivir a su presencia. En resumen, la epidemia de VIH se desbordé al principio de los anos ochenta no sdlo a causa de los cambios en la conducta sexual de las comunidades de homosexuales, que facilitaron la propa- gacién del virus a toda velocidad, sino que influyé tam- bién un cambio en la naturaleza del virus mismo. Por la razén, que sea, el virus se hizo mucho més mortifero. Si in- fectaba a alguien, era imposible de eliminar. La importancia del gancho en el desbordamiento de una enfermedad va a influir también en nuestra manera de ver las epidemias sociales. Pasamos mucho tiempo tratan- 34 LAS TRES NORMAS DE TODA EPIDEMIA do de dar con mensajes que sean contagiosos, queremos que nuestros productos o ideas lleguen al maximo de pt- blico posible. La parte mds dificil de las comunicaciones suele ser la de asegurarnos que el mensaje disefiado no le entrara a la gente por un oido y le saldra por el otro. Un mensaje con gancho es un mensaje que produce impacto, que no se puede uno quitar de la cabeza, que recordamos facilmente. Por ejemplo, cuando aparecieron los cigarri- los con filtro Winston en la primavera de 1954, la tabacale- ra inventé el eslogan «Winston tastes good like a cigarette should» («Winston sabe bien, como debe de ser»). Utilizar el comparativo like (que es muy popular pero incorrecto, en lugar de as), buscando quiza la provocacién, produjo cierta sensacién. Fue una frase muy comentada, igual que ocurrié con la famosa coletilla que usé la cadena Wendy’s desde 1984 («Where’s the beef?» ), Richard Kluger ha escrito una historia de la industria del cigarrillo, y explica en su libro que los publicistas de R. J. Reynolds, propietario de Winston, estaban «encantados con la atencién obteni- da» y «usaron aquel eslogan incorrecto como letra de la cancion del anuncio, defendiendo con ironia que su sinta- xis era un coloquialismo y no un error gramatical». Al cabo de unos meses, gracias a la fuerza de aquella frase pegadiza, las ventas de Winston en el mercado estadounidense se dis- pararon, superando a Parliament, Kent y L&M, y sélo por debajo de Viceroy. En pocos afios se convirtié en la marca més vendida en el pais. Todavia hoy, si alguien le dice a un estadounidense «Winston tastes good», lo mas probable es que le replique terminando la frase, «like a cigaretie should». Se trata de una tipica frase pegadiza, tiene gancho. Un componente crucial de la propagacién de cualquier cosa es precisamente el factor del gancho. En efecto, a no ser que recuerde lo que le digo, gpor qué iba usted a cambiar una costumbre o comprar un producto o ira ver una pelicula? 35 LA CLAVE DEL EXITO. El gancho nos ayuda a ver que existen formas especifi- cas que se usan para que un mensaje contagioso sea facil de recordar. Ciertos cambios relativamente pequefios en la presentacién y estructura de la informacién pueden marcar la diferencia respecto al impacto que va a tener. i Cada vez que entra una persona en una clinica puibli- ca de Baltimore pidiendo tratamiento contra la sifilis ola gonorrea, John Zenilman teclea su direccién en el orde- nador, para que aparezca un puntito en el plano-de la ciudad. Es algo asi como la versién médica de esos mapas de las comisarias que tienen chinchetas de colores para indicar donde se han cometido delitos. En el mapa de Zenilman las zonas de East y West Baltimore, a ambos la- dos del perimetro de la ciudad, presentan mayor densi- dad de puntitos. Desde dichos extremos, los casos se ex- panden a lo largo de las dos avenidas principales que recorren ambos niicleos. En verano, época de mayor incidencia de enfermedades de transmisién sexual, se agrandan los os de puntitos de esas dos avenidas que conectan el centro con East y West Baltimore. Cuando Hega el frio, es decir, cuando la gente que vive en East y West Baltimore sale menos a los lugares donde se enta- blan las transacciones sexuales (bares, clubes o esquinas de la calle), los puntitos de ambas zonas se reducen con- siderablemente. El efécto de la estacién del afio sobre el ntimero de ca- sos es tan fuerte que resulta facil deducir que un invierno largo y crudo en Baltimore podria ser suficiente para fre- nar o reducir sustancialmente (al menos durante ese pe- riodo) la expansién de la epidemia de sifilis. 36 ‘LAS TRES NORMAS DE TODA EPIDEMIA Como demuestra el mapa de Zenilman, las circunstan- cias, condiciones y rasgos particulares del entorno tienen una influencia enorme en el desarrollo de las epidemias. Es evidente. Sin embargo, lo interesante es analizar hasta dénde podemos aplicar este principio. La conducta hu- mana no sdlo se ve influida por factores prosaicos como el tiempo atmosférico. Hay otros factores, minimos, muy su- tiles o inesperados, que pueden afectar nuestro comporta- miento. Uno de los incidentes mas famosos de la historia de la ciudad de Nueva York, por ejemplo, fue el apufiala- miento, en 1964, de Kitty Genovese, una joven del barrio de Queens. Su asesino la siguis y atacé tres veces en mitad de Ja calle, durante media hora, mientras los vecinos podian ver lo que estaba sucediendo desde las ventanas. Sin em- bargo, en todo el rato ni uno solo de los treinta y ocho tes- tigos llam6 a la policia. El caso provocé una oleada de au- torrecriminaciones. Aquello fue un simbolo de los efectos deshumanizadores de la vida urbana. Abe Rosenthal, que se convertiria después en editor de The New York Times, es- cribié en un libro acerca del caso: Nadie puede explicarse por qué aquellas treinta y ocho personas no descolgaron el teléfono para llamar a la policia mientras la sefiorita Genovese era atacada. Ni siquiera ellos mismos pueden dar una razén. Sin embargo, se puede decir que aquella muestra de apatia era un rasgo comtin en la ciu- dad. Casi como si se tratara de un instinto de supervivencia, cuando se vive rodeado por millones de personas se tiende a evitar que la gente meta sus narices en la vida privada de uno, y eso se consigue haciendo caso omiso del resto la ma- yor parte del tiempo. La indiferencia reciproca entre los ve- cinos es un efecto condicionade tipico de la vida de Nueva York como lo es de cualquier otra gran urbe. LA CLAVE DEL ExITO Esta clase de explicacién tiene cierto sentido para no- sotros. La vida anénima y alienante de la gran ciudad hace que la gente se vuelva dura e insensible, Sin embar- go, la verdad acerca del caso Genovese resulta ser un poco mas compleja que todo esto. Y también mas interesante. Dos psicélogos neoyorquinos, Bibb Latane, de la Univer- sidad de Columbia, y John Darley, de la Universidad de Nueva York, dirigieron consecutivamente una serie de es- tudios para tratar de comprender lo que bautizaron como «el problema del transetinte que pasaba por alli». Prepa- raron escenas falsas de emergencias de diferentes tipos para ver quién apareceria para ofrecer ayuda. Lo que des- cubrieron, para su sorpresa, fue que el factor que mds in- flufa a la hora de acudir en auxilio de alguien era el nu- mero de testigos que contemplara el incidente. Por ejemplo, en un experimento, Latane y Darley pi- dieron a un estudiante que fingiera un ataque epiléptico en un aula, a solas. Cada vez que alguien se encontraba solo en el aula contigua y ofa lo que estaba pasando, dicha persona acudia corriendo para ayudarle en el 85 por 100 de los casos. Pero cuando la persona pensaba que otras cuatro personas podian oir también el ataque de epilep- sia, s6lo acudian en su ayuda en el 31 por 100 de los casos. En otro experimento, el 75 por 100 de las personas que vefan salir humo por debajo de una puerta informaban del hecho si estaban solas, pero sélo lo hacfan el 38 por 100 de los casos si estaban en un grupo con mas gente. Es de- cir, cuando estamos en grupo se diluye el sentido de Ja responsabilidad sobre nuestros actos. Se asume que otra persona hard la llamada de salvamento o que, al no ver a nadie reaccionando, el problema aparente (ya se trate de los ruidos propios de un ataque epiléptico en la habita- cidn de al lado o del humo que sale por debajo de la puer- ta) no es tal problema. Por lo tanto, en el caso de Kitty Ge- 38 LAS TRES NORMAS DE TODA EPIDEMIA novese, psicélogos sociales como Latane y Darley argu- mentan que la cuestién no es que nadie avisara a pesar de que treinta y ocho personas la oyeron gritar, sino que na- die llamé precisamente porque treinta y ocho personas la oyeron gritar. Por desgracia, si la hubieran atacado en una calle solitaria y sdlo la hubiera visto un testigo, podria seguir viva. . La clave para que la gente modifique su comporta- miento, es decir, para mostrar su preocupacidn ante un vecino con problemas, consiste a veces en un minimo de- talle de su situacién. El poder del contexto vendria a decir nos que los seres humanos son mucho mas sensibles a su entorno de lo que pudieran parecer. Iv Las tres normas del punto clave (la ley de los especiales, el factor del gancho y el poder del contexto) ofrecen una manera de entender epidemias de todo tipo. Nos sirven de guia si queremos alcanzar ese punto clave. Gracias a este libro podra aplicar estas ideas a otras situaciones del mundo que nos rodea, aparentemente incomprensibles, que presentan tendencias epidémicas. ¢Cémo nos ayudan estas tres leyes a comprender el consumo de tabaco entre los adolescentes, o el fendmeno del bocaa boca, también llamado boca a oreja, o los movimientos delictivos, o el surgimiento de un éxito de ventas en e] mundo editorial? La respuesta puede dejarle asombrado. 2 LA LEY DE LOS ESPECIALES: CONECTORES, MAVENS Y VENDEDORES NATOS La tarde del 18 de abril de 1775, un muchacho que traba- jaba en una cuadra de alquiler de caballos en Boston oyé que un oficial del ejército britanico le decia a otro algo acerca de que al dia siguiente se iba a «armar la gorda». El mozo de cuadras se fue corriendo a casa de un herrero Ila- mado Paul Revere, que vivia en la parte norte de la ciudad, para contarle la noticia. Revere escuché con atencién. No era Ja primera vez que le venfan con el mismo cuento aquel dia. Un rato antes le habian hablado de que en el Muelle Largo habia un niimero sospechoso de oficiales britanicos, charlando en voz baja. También se habia visto a marinos britdnicos trajinando en Jas barcas amarradas entre los bu- ques de guerra Boyney Somerset en el puerto de la ciudad, y a otros marineros aquella misma mafiana haciendo lo que parecian recados de Ultima hora en tierra. A medida que la tarde iba pasando, Revere y su buen amigo Joseph Warren se fueron convenciendo de que los britanicos esta- ban a punto de dar el gran golpe que venia rumoreandose hacia tiempo, es decir, marchar sobre Lexington, al no- roeste de Boston, para arrestar alos lideres coloniales John. Hancock y Samuel Adams, y dirigirse después hacia Con- cord para desvalijar los escondites donde algunos militares colonialistas tenian almacenadas armas y municiones. 41 LA CLAVE DEL EXITO. Lo que ocurrié a continuacién forma parte de la historia que todos los nirios de Estados Unidos aprenden en el cole- gio. Aquella noche, a las diez en punto, Warren y Revere se reunieron y decidieron que tenian que dar la voz de alarma en las poblaciones vecinas sobre las intenciones de los brita- nicos, para que la milicia local pudiera prepararse. Revere cruzé a toda velocidad el trecho que separa el puerto de Boston y el embarcadero de Charlestown. Alli cogié un ca- bailo y comenz6 su «cabalgada nocturna» hacia Lexington. . Recorrié 2] kilémetros en dos horas. En cada ciudad que atravesaba (Charlestown, Medford, North Cambridge, Me- notomy) iba parando en las casas de los lideres colonialistas, avisandoles de la legada de los britdnicos y diciéndoles que corrieran la voz entre los demas vecinos. Empezé un repi- que de campanas y tambores. La noticia se propagé igual que un virus, pues los que habjan sido informados por Paul Revere enviaron jinetes a su vez, hasta que toda la regidn es- tuvo al corriente. A la una de la madrugada la noticia habia llegado a Lincoln (Massachusetts); a las tres, a Sudbury; alas cinco se enteraron en Andover, a 65 kilémetros al noroeste de Boston; y hacia las nueve de la manana habia llegado has- ta Ashby, cerca de Worcester. Cuando, finalmente, los brita- nicos iniciaron su marcha hacia Lexington durante la ma- fiana de] dia 19, su avance campo a través encontré una resistencia organizada y valiente, para su gran sorpresa. Aquel dia los britdnicos sufrieron en Concord una derrota sonada a manos de la milicia colonialista. Aquel encontro- nazo fue el comienzo de la revolucién americana. La carrera a caballo de Paul Revere es quiza el ejemplo histérico mas famoso de una epidemia extendida de boca en boca. Una noticia, breve pero importantisima, recorrié una distancia enorme en muy poco tiempo, movilizando una regién entera para tomar jas armas. Por supuesto, no todas las epidemias propagadas asi son tan sensacionales. 42 LALEY DE LOS ESPECIALES. Pero podemos afirmar que sigue siendo uno de los méto- dos mds importantes de comunicacién entre los humanos, incluso en nuestra era de comunicaciones de masas y de campafias publicitarias multimillonarias. Piense un instan- te en el ultimo restaurante de tres tenedores al que ha ido, en la ultima prenda cara que ha comprado, o en la ultima pelicula que ha visto en el cine. ¢Cudntas veces su decision de gastarse los cuartos se ha visto muy influida por la reco- mendacién de un amigo? Muchos ejecutivos del mundo de la publicidad estan convencidos de que, precisamente de- bido ala saturacién de anuncios, el método del boca a boca se ha convertido en la tinica clase de persuasion ala que la mayoria de nosotros responde hoy por hoy. No ebstante, el asunto del boca a boca sigue siendo un misterio. La transmisién de mensajes de todo tipo entre las personas es algo constante y diario, pero sdlo en ciertos casos dicho intercambio se convierte en una epidemia que se extiende boca a boca. En mi barrio hay un pequefio restaurante que me encanta, y llevo meses hablando de él a todos mis amigos. Sin embargo, sigue medio vacio. Se ve que mi respaldo por si solo no basta para dar comienzo a una epidemia. Hay restaurantes que, en mi opinién, no son mejores que éste, pero un par de semanas después de su inauguracién estan a tope. ¢Por qué ciertas ideas, ten- dencias y mensajes alcanzan ese punto clave y otros no? En el caso de la carrera al galope de Paul Revere, la res- puesta parece sencilla. Revere portaba una noticia treme- bunda: que los britanicos se estaban preparando para el ataque. Pero, si uno observa con detenimiento lo que ocurrié aquella noche, esta respuesta no basta para resol- ver el enigma. Al mismo tiempo que Revere echaba a ca- balgar desde Boston hacia el norte y geste, otro compafie- ro revolucionario (un curtidor llamado William Dawes) salié pitando hacia Lexington con el mismo encargo, por 43 ‘LA CLAVE DEL EXITO. el costado oeste de Boston. Su mensaje era exactamente el mismo. Pasé por tantas ciudades y pueblos como Reve- re y recorrié casi la misma distancia que él. Pero no fue la carrera de Dawes la que movilizé a toda la regidn. Los li- deres de las milicias locales no recibieron la alerta. Al dia siguiente, en la batalla, casi no habia hombres de Walt- ham, una de las ciudades mas importantes por las que ha- bia pasado Dawes, de manera que, incluso, algunos histo- riadores han asegurado que aquella ciudad estaba mas bien a favor de los britanicos. Pero no éra cierto. Lo que paso fue que la gente de Waltham se enteré demasiado tar- de de que llegaban Ios britanicos. Si la noticia, hubiera sido suficiente para iniciar una epidemia de boca en boca, hoy Dawes serfa tan famoso como Paul Revere. Asi pues, épor qué Revere tuvo éxito y Dawes fracasd? La respuesta radica en que el éxito de una epidemia so- cial depende enormemente de la participacién en ella de un cierto tipo de persona, dotada de unos rasgos especia- les y poco habituales. Si el aviso de Revere se propags y el de Dawes no, se debié a un rasgo que diferenciaba a aque- Ios dos hombres. Aqui es donde entra en juego la ley de los especiales. Ya la avancé brevemente en el capitulo an- terior, en el que me limité a mencionar ejemplos de pro- miscuos y predadores sexuales, o sea, del tipo de personas que juegan un papel crucial en la propagacién de epide- mias de enfermedades viricas. En este segundo capitulo me referiré a las personas implicadas en epidemias socia- les, para explicar en qué se diferencia alguien como Paul Revere de alguien como William Dawes. Se trata de gente que estd a nuestro alrededor y que podemos encontrar en cualquier sitio, pero pocas veces somos conscientes de la misién crucial que desempeyian en nuestra vida, A este tipo de personas las he bautizado como conectores, ma- vensy vendedores natos. LA LEY DE LOS ESPECIALES i A finales de la década de los sesenta, el psicélogo Stan- ley Milgram dirigié un experimento mediante el cual se proponia analizar por qué decimos que «el mundo es un patiuelo», El problema es el siguiente: ¢c6mo nos conecta- mos los seres humanos? ¢Pertenecemos a mundos diferen- tes, que coexisten al mismo tiempo pero con autonomia entre si, de manera que los nexos entre dos personas cua- lesquiera en cualquier punto del planeta son escasos y dis- tantes? gO estamos todos conectados por un inmenso en- tramado de relaciones? En cierto sentido, Milgram se estaba haciendo mas o menos el mismo tipo de pregunta que abre este capitulo, esto es: ¢c6mo viaja entre una po- blacién dada una idea, una tendencia o una noticia (como «que vienen los britanicos!»)? Milgram intenté descubrirlo utilizando una carta en cadena. Envié un paquete a 160 personas que vivian en Omaha (Nebraska). El paquete contenia el nombre y la direccién de un corredor de Bolsa que trabajaba en Bos- ton pero con residencia en Sharon (Massachusetts). Cada persona debia escribir su propio nombre en el paquete y envidrselo al amigo o conocido que ellos pensaran que podia estar mas cerca del agente de Bolsa. Por ejemplo, si uno vivia en Omaha y tenia un primo en las afueras de Boston, podria envidrselo a él, pues, aunque no conociera en persona al agente de Bolsa, habria mas probabilidades de hacérselo Hegar enviando el paquete a dos o tres per- sonas més como mucho. La idea era que cuando el pa- quete llegara finalmente a casa del agente de Bolsa, Mil- gram podria ver la lista de todas las personas por cuyas manos habia pasado para llegar hasta alli y establecer cudnta cercania habia entre alguien escogido al azar en un punto del pais y otra persona en otro punto del pais. 45 La CLAVE DELEXITO Milgram descubrié que la mayoria de las cartas llegaron al agente de Bolsa pasando por cinco o seis manos diferen- tes. De este experimento se ha extraido el concepto de los seis grados de separacién, Hoy la expresién se ha hecho tan famosa que es facil no tener en cuenta que el descubrimiento de Milgram fue real- mente sorprendente, La mayorfa de nosotros no conoce grupos de amigos ni muy grandes ni muy diversos. En un estudio bastante conocido, un grupo de psicélogos pidié a los vecinos de los pisos de proteccién offcial de Dyckman, al norte de Manhattan, que les dijeran los nombres de los que fuesen sus mejores amigos en los bloques. EI 88 por 100 de sus amistades vivian en el mismo bloque, y la mitad, en la misma planta. En general, la gente escogia a sus amigos entre las personas de edad similar y misma raza. Pero si el amigo vivia en un piso del mismo rellano, la edad 0 la raza importaba mucho menos. La proximidad era'un factor mis fuerte que la similitud. En otro estudio, elaborado por estudiantes de la Universidad de Utah, se descubrié que, al preguntar a una persona por qué es amiga de otra, la respuesta era: porque compartimos actitudes u opiniones semejantes. Sin embargo, si a cada uno, por separado, se les pide su opinidn acerca de una serie de temas diversos, descubririamos que en realidad lo que tienen en comin son actividades similares, no actitudes ni opiniones. Nues- tros amigos son las personas con quienes hacemos alguna cosa en comin, asi como las personas que se parecen ano- sotros. Dicho de otro modo, nadie sale a buscar amigos. Nos unimos a quienes habitan en el mismo espacio redu- cido que nosotros. Por norma general, los habitantes de Omaha no se hacen amigos de la gente que vive a cientos de kilémetros en Sharon (Massachusetts). «Cuando le pre- gunté a un buen amigo mio, que es bastante inteligente, cuantos pasos creja que iba a necesitar su carta para llegar 46 LA LEY DE. LOS ESPECIALES de Nebraska a Sharon, me dijo que harfan falta cien inter- mediarios o mas —escribié Milgram—. Muchas personas habrian hecho ese mismo calculo, y se sorprenderian al ver que sdlo eran necesarios cinco intermediarios como media. Parece que la intuicién no acierta.» Pero gcémo lle- go el paquete hasta Sharon en sélo cinco pasos? La respuesta radica en que los seis grados de separacién o alejamiento no son todos iguales. Por ejemplo, cuando Milgram analiz6 su experimento se dio cuenta de que mu- chas de las cadenas que conectaban Omaha y Sharon se- guian un mismo patrén asimétrico. Veinticuatro cartas Lle- garon al domicilio del corredor de Bolsa en Sharon, y de ellas dieciséis le fueron entregadas por la misma persona, un comerciante de ropa al que Milgram llama sefior Ja- cobs. El resto de las cartas llegé a la oficina del corredor de Bolsa, y de ellas la mayorfa lo hizo a través de otros dos hombres, a los que llama sefior Brown y sefior Jones. En to- tal, la mitad de las cartas recibidas le llegaron a través de estas tres personas. Piense en ello. Docenas de personas es- cogidas al azar de entre los habitantes de una gran ciudad del Medio Oeste envian cartas sin conocerse entre si. Unos las envian a través de conocidos del trabajo, otros a través de familiares o de antiguos compajfieros. Cada persona si- gue una estrategia diferente. Pero al final, cuando cada una de esas cadenas independientes se completa, la mitad de las cartas acaba en manos de Jacobs, Jones o Brown. Que haya seis grados de separacién no quiere decir que todo el mundo esté conectado con todo el mundo sélo a través de seis pasos. Quiere decir que existe un reducido niimero de personas que si esta conectado con todas las demas a través de unos pocos grados, mientras el resto lo estamos con el mundo a través de esas personas concretas. Una forma sencilla de explorar esta idea es hacer una lista de las cuarenta personas a las que consideramos 47 LA CLAVE DEL EXITO nuestro circulo de amistades (sin incluir familia ni com- paiieros de trabajo) y, para cada uno de ellos, tratar de identificar a la persona responsable en ultimo término de haber puesto en marcha la serie de conexiones que con- dujeron 2 esa amistad. Por ejemplo, conoci a mi viejo ami- go Bruce cuando estaébamos en el primer curso del cole- gio; asi pues, yo soy la parte responsable. Asi de sencillo. A mi amigo Nigel le conocf porque vivia en el mismo re- ano que mi amigo Tom, dela facultad, al que conoci por- que el primer ario de carrera me invité a jugar al rugby. Luego Tom es responsable de que conozca a Nigel. Cuan- do se terminan de hacer todas las conexiones, lo extrano es que uno se encuentra una y otra vez los mismos nom- bres apareciendo como responsables tiltimos. Tengo una amiga que se llama Amy, ala que conoci cuando su amiga Katie aparecié con ella en el mismo restaurante donde es- taba cenando yo. Conozco a Katie porque €s la mejor ami- ga de mi amiga Larissa, a la que conozco porque tuve que ira recogerla en nombre de un amigo comun, Mike A., al que conozco porque iba al colegio con otro amigo mio, Mike H., que trabajaba en una revista semanal de corte politico con mi amigo Jacob. Sin Jacob, no habria llegado aconocer a Amy. Del mismo modo, conoci a mi amiga Sa- rah 5. durante mi fiesta de cumpleafios hace un aiio, por- que acudié con un escritor que se llama David y que esta- ba alli a su vez porque le habia invitado su agente, Tina, a la que yo conozco a través de mi amiga Leslie, ala que co- nozco porque su hermana, Nina, es amiga de mi amiga Ann, ala que conocia través de mi antigua compafiera de piso, Maura, que fue mi companera de piso porque traba- jaba con una escritora lamada Sarah L., que era amiga de la facultad de mi amigo Jacob. Sin Jacob, no habria lega- do a conocer a Sarah S. En realidad, cuando echo un vis- tazo a la lista de mis cuarenta amigos, veo que treinta, de 48 LACEY DE Los ESPECIALES. un modo u otro, me llevan a Jacob. Mi circulo social no es, en realidad, un circulo, sino una piramide. ¥ en la ctispi- de de esta piramide hay una tinica persona, Jacob, que es el responsable de la inmensa mayoria de relaciones que constituyen mi vida social. Y no sélo mi circulo de amista- des no es ningun circulo, sino que ni siquiera es «mio», sino de Jacob. Es algo asi como un club particular que tie- ne él, al que me ha invitado a entrar. Estas personas que nos ponen en contacto con el mundo, que sirven de nexo entre Omaha y Sharon, que nos presentan a los que cons- tituiraén nuestro entramado social, son personas en las que nos apoyamos mucho mas de lo que imaginamos. Las he bautizado como conectores. Son personas con un don especial para hacer que este mundo sea un paiiuelo. II ¢Qué caracteristicas tienen los conectores? Lo primero y mas evidente es que conocen a un montén de gente. Son esa clase de personas que conocen a todo el mundo. Seguro que todos conocemos a alguien asi. Sin embargo, me parece que ninguno de nosotros se para a pensar en la importancia que tienen estas personas en nuestra vida. Ni siquiera estoy muy seguro de que creamos que estas per- sonas que parecen conocer a todo el mundo realmente conocen a todo el mundo. Pero es cierto. Un modo muy sencillo de comprobarlo es echar un vistazo a la siguiente lista de nombres. Contiene 250 apellidos, todos extraidos al azar de ja guia telefénica de Manhattan. Anétese un punto por cada apellido que corresponda al de alguien que usted conozca. (Aqui la definicién de «conocer» es muy amplia. Por ejemplo, puede «conocer» aalguien que se haya sentado a su lado en el tren si esa persona se pre- 49 La CLAVE DEL EXITO senta y dice cémo se llama, y ella a su vez conocer su nombre si usted hace lo mismo.) Afiada puntos si conoce a més de una persona con el mismo apellido. Es decir, si conoce a tres Johnson, se anotard tres puntos. La suma to- tal representaré, digamos, la amplitud de su vida social. Es un modo muy sencillo de calcular cudntos amigos y cono- cidos tiene. Algazi, Alvarez, Alpern, Ametrano, Andrews, Aran, Arns- tein, Ashford, Bailey, Baliout, Bamberger, Baptista, Barr, Ba- rrows, Baskerville, Bassiri, Bell, Bokgese, Brandao, Bravo, Brooke, Brightman, Billy, Blau, Bohen, Bohn, Borsuk, Brendle, Butler, Calle, Cantwell, Carrell, Chinlund, Cirker, Cohen, Collas, Couch, Callegher, Calcaterra, Cook, Carey, Cassell, Chen, Chung, Clarke, Cohn, Carton, Crowley, Cur- belo, Dellamanna, Diaz, Dirar, Duncan, Dagostino, Delakas, Dillon, Donaghey, Daly, Dawson, Edery, Ellis, Elliott, East- man, Easton, Famous, Fermin, Fialco, Finklestein, Farber, Falkin, Feinman, Friedman, Gardner, Gelpi, Glascock, Grandfield, Greenbaum, Greenwood, Gruber, Garil, Goff, Gladwell, Greenup, Gannon, Ganshaw, Garcia, Gennis, Ge- rard, Gericke, Gilbert, Glassman, Glazer, Gomendio, Gon- zdlez, Greenstein, Guglielmo, Gurman, Haberkorn, Hos- kins, Husséin, Hamm, Hardwick, Harrell, Hauptman, Hawkins, Henderson, Hayman, Hibara, Hehmann, Herbst, Hedges, Hogan, Hoffman, Horowitz, Hsu, Huber, Ikiz, Ja- roschy, Johann, Jacobs, Jara, Johnson, Kassel, Keegan, Kuro- da, Kavanau, Keller, Kevili, Kiew, Kimbrough, Kline, Kossoff, Kotzitzky, Kahn, Kiesler, Kosser, Korte, Leibowitz, Lin, Liu, Lowfance, Lundh, Laux, Leifer, Leung, Levine, Leiw, Lock- wood, Logrorio, Lohnes, Lowet, Laber, Leonardi, Marten, McLean, Michaels, Miranda, Moy, Marin, Muir, Murphy, Marodon, Matos, Mendoza, Muraki, Neck, Needham, No- boa, Null, O’Flynn, O’Neill, Orlowski, Perkins, Pieper, Pie- 50 ‘LA LEY DE LOS ESPECIALES rre, Pons, Pruska, Paulino, Popper, Potter, Purpura, Palma, Pérez, Portocarrero, Punwasi, Rader, Rankin, Ray, Reyes, Ri- chardson, Ritter, Roos, Rose, Rosenfeld, Roth, Rutherford, Rustin, Ramos, Regan, Reisman, Renkert, Roberts, Rowan, Rene, Rosario, Rothbart, Saperstein, Schoenbrod, Schwed, Sears, Statosky, Sutphen, Sheehy, Silverton, Silverman, Sil- verstein, Sklar, Slotkin, Speros, Stollman, Sadowski, Schles, Shapiro, Sidgel, Snow, Spencer, Steinkol, Stewart, Stires, Stopnik, Stonehill, Tayss, Tilney, Temple, Torfield, Town- send, Trimpin, Turchin, Villa, Vasillov, Voda, Waring, Weber, Weinstein, Wang, Wegimont, Weed, Weishaus. Este test lo he realizado con al menos doce grupos de personas. Uno de estos grupos fue una clase de primer curso de Civilizaciones del Mundo, en una escuela uni- versitaria de Manhattan. Los alumnos rondaban los veinte afios, muchos eran inmigrantes mds o menos recién llega- dos a Estados Unidos y percibian unos ingresos medianos o bajos. La puntuacién media obtenida en el grupo era de 20,96, es decir, los atumnos conocian, como media, a 21 personas con apellidos mencionados en la lista. En otra ocasiOn realicé el test con un grupo de educadores y pro- fesores en materia de salud, que asistian a una conferencia en Princeton (Nueva Jersey). Eran personas con edades comprendidas entre los cuarenta y los cincuenta afios, en su mayoria de raza blanca, con un nivel educativo elevado (muchos tenfan doctorado) e ingresos también elevados. La media obtenida fue de 39. Después hice la prueba con un grupo escogido més o menos al azar entre mis amigos y conocidos, la mayoria periodistas 0 profesionales libera- les que rondaban los treinta afios de edad. La puntuacién media fue de 41 puntos. Estos resultados no deberian sor- prendernos en absoluto. Cuando uno és estudiante uni- versitario conoce a menos gente que cuando se han cum- 51 LA CLAVE DEL ExITO plido los cuarenta. Tiene légica que entre la edad de vein- te y cuarenta afios el numero de conocidos practicamente se duplique, y que los profesionales con ingresos altos co- nozcan a mas personas que los inmigrantes con ingresos bajos. Por otra parte, en cada grupo de trabajo se daba una gran variedad de puntuaciones entre ambos extre- mos, lo cual tiene sentido también, creo yo. Es légico que un agente inmobiliario conozca a mds personas que un pirata informatico. Sin embargoNo sorprendente fue la diferencia entre puntuaciones minimas y maximas. En el grupo de los alumnos universitarios la puntuaci6n mini- ma fue 2 y Ja maxima 95. En la muestra que escogi entre mis amistades la puntuaci6n minima fue 9 y la maxima 118. En el grupo de la conferencia de Princeton, que era muy homogéneo y con personas de edades, educacién e ingre- sos muy similares (todos, salvo alguna excepcién, tenian la misma profesién), las puntuaciones eran enormes. La puntuacién mas baja fue de 16, mientras que la mas alta fue de 108. En total he realizado el test con unas cuatro- cientas personas. Dos docenas de puntuaciones medias quedaron por debajo de los 20 puntos; ocho, por encima de 90; y cuatro mas, por encima de 100. También me re- sulté sorprendente encontrar personas con puntuaciones muy altas en todos los grupos sociales. En general, las puntuaciones obtenidas en el grupo de los estudiantes eran mas bajas que las de los adultos. Pero incluso en ese grupo habia personas cuyos circulos de amistades eran hasta cinco veces mas amplios que los de otras. Dicho de otra manera: a lo largo de toda la vida, salpicados aqui y alla, conocemos a un pufiado de personas que tienen un don verdaderamente extraordinario para hacer amigos. Estos son los conectores. Una de las personas que obtuvo mayor puntuacién den- tro del grupo de mis conocidos y amigos fue Roger Hor- 52 LA LEY DE LOS ESPECIALES: chow, un préspero hombre de negocios originario de Da- ilas. Horchow es fundador de la Horchow Collection, una compania de ventas por catalogo. También obtuvo un éxi- to considerable en Broadway, al financiar espectaculos como Los miserables 0 El fantasma de la 6pera y producir ek musical Crazy for You, de Gershwin, que fue galardonado. Nos presenté su hija, que es amiga mia, y fui a verle a un apartamento muy coqueto que usa como segunda vivienda en Ja ciudad, mds arriba de la Quinta Avenida. Horchow es un hombre delgado y elegante. Habla despacio, con el sua- ve acento de Texas. Su actitud entre irénica y socarrona po- see un encanto innegable. Si le tocara viajar en un vuelo transatlantico con Roger Horchow como compafiero de asiento, desde el mismo instante en que el avin comenza- se el despegue Horchow empezarfa a hablar, usted estaria ya riéndose cuando se apagase la sefial de abrocharse el cinturén y, al aterrizar al otro lado del océano, se sor- prenderia de lo corto que se le ha hecho el viaje. Cuando le entregué la lista de nombres de la guia telefonica de Manhattan, Ia hojeé a toda velocidad, murmurando los nombres mientras recorria la pagina con el lapiz. Anot6 98. Sospecho que si le hubiera dado diez minutos més para re- flexionar habria anotado atin mds puntos. ¢Por qué obtuvo una puntuacidn tan alta? Durante aquel primer encuentro con él me di cuenta de que cono- cer a mucha gente era algo asi como una destreza, un ejercicio que cualquiera podria practicar a conciencia para ir poco a poco perfeccionando, y que Horchow ha- bia conseguido conocer a tanta gente gracias a ciertas técnicas. Le pregunté cémo le habian ayudado todos sus contactos sociales en el desarrollo de sus actividades em- presariales, ya que estaba persuadido de que existia una conexién entre ambas cosas. Sin embargo, aquella pre- gunta le sorprendié. Me dijo que sus contactos sociales no 53 LA CLAVE DEL EXITO. le habian ayudado en el sentido que yo sugeria; que él no consideraba sus relaciones sociales como una estrategia para sus negocios. No era algo premeditado. Me dijo que él era asi, sin mds. Horchow posee un don instintivo y natural para las relaciones sociales. Y no alardea de ello, No es de esas personas sociables en exceso que se dan bombo, para las cuales hacer amistades es un hecho obvio y provecho- so. Mas bien le gusta mantenerse un poco al margen, con ja actitud segura y tranquila de un abservador. Le gusta la gente, en el sentido mas genuino de la expresi6n. Le fas- cina descubrir los modos de relacién ¢ interaccién me- diante los cuales las personas se conectan entre si. Duran- te mi visita me conté cérfio habia ganado los derechos para volver a moniar el musical de Gershwin Girl Crazy con el titulo de Crazy for You. Me !o cont6 en veinte minu- tos. A continuacién reproduzco un extracto de su expli- cacién. Quizd parezca el discurso de una mente calcula- dora; pero no lo es, en absoluto. Horchow me lo conté en un tono amable e incluso riéndose de si mismo. Creo que estaba desplegando adrede las idiosincrasias de su perso- nalidad. De todos modos, pienso que el siguiente parrafo es un ejemplo perfecto de cémo funciona su mente, y de qué hace que alguien sea un conector. Tengo un amigo que se llama Mickey Shannon, que vive en Nueva York. Un dia me dijo: «Sé que te encanta Gersh- win. He conocido a la antigua novia de George Gershwin. Se Mama Emily Paley, y ademas era hermana de la esposa de [ra Gershwin, Leonore. Vive en el Village y nos ha invitado a ce- nar.» Asi fue como conocf a Emily Paley. En su casa habfa un retrato que le habia hecho Gershwin. Su marido, Lou Paley, escribfa junto a Ira y George Gershwin al principio, cuando Iva Gershwin atin se hacia llamar Arthur Francis. En fin, ésta fue la primera conexién... ‘ 54 LA LEY DE LOS ESPECIALES Quedé a comer con mi amigo Leopold Gadowsky, que es el hijo de Frances Gershwin, la hermana de George Gersh- win. Esta se casé con un compositor apellidado Gadowsky. En la comida se encontraba también el hijo de Arthur Gershwin, Mark Gershwin. Pues bien, me preguntaron por qué tenian que cederme los derechos de Girl Crazy. «sQuién eres ti? Nunca has estado en el negocio del teatro», me di- jeron. Entonces empecé a informarles de la coincidencia anterior. «He estado en casa de tu tia, Emily Paley. ¢Has visto su retrato, el del chal rojo?» En fin, que les hablé de esos de- talles. Después fuimos los tres a Hollywood a visitar a Ja se- fiora Gershwin. Al verla le dije que estaba muy feliz de poder conocerla. «He conocido a su hermana. Me encanta el cua- dro que le hizo su esposo.» Entonces le hablé de mi amiga Mildred, de Los Angeles. Cuando trabajaba para Neiman Marcus, una sefiora escribié un libro de recetas de cocina. Se llamaba Mildred Knopf. Su marido era Edwin Knopf, el producter de cine. Fue el productor de las peliculas de Au- drey Hepburn. Su hermano era el editor. Publicamos e1 lie bro en Dallas, y desde entonces Mildred hasido una buena amiga nuestra. Nos cay6 fenomenal, y cada vez que ibaa Los Angeles me acercaba a verla. Me gusta cuidar mis amistades. En fin, resulta que Edwin Knopf fue el mejor amigo de Geor- ge Gershwin. En casa tenian un mont6n de cuadros suyos. Estaban juntos en Asheville (Carolina del Norte), cuando escribi Rhapsody in Blue, El senior Knopf fallecié. Mildred tiene ahora noventa y ocho aiios. Asi que cuando fui a vera Lee Gershwin le dijimos que acababamos de pasar por casa de Mildred Knopf. «La conoce? —pregunté—. ;Cémo es posible que no nos hayamos conocido hasta ahoral» Ein- mediatamente nos dio los derechos del espectéculo. Alo largo de la conversacién pude ver que a Horchow le encantaba ir atando todos esos cabos sueltos que habia 55 ‘La CLAVE DEL £XITO reunido durante su vida. Cuando iba a cumplir setenta afios decidié buscar a un amigo del colegio, un tal Bobby Hunsinger, al que no habia visto en sesenta afios. Se puso a enviar cartas a todos los Bobby Hunsinger que pudo en- contrar, preguntandoles si eran el Hunsinger que vivid en First Lane, 4501, en Cincinnati. Desde luego, esta conducta social no es muy normal que digamos. Horchow colecciona personas igual que a otros les da por coleccionar sellos. Se acuerda de los cha- vales con los que jugaba sesenta afios atras, de Ja direccién de su mejor amigo de la infancia, de cémo se llamaba el hombre del que se enarhoré su novia de la época univer- sitaria cuando se marché a estudiar su Ultimo ano de ca- rrera en el extranjero. Son detalles importantisimos para él. Tiene una lista en el ordenador con 1.600 nombres y direcciones, y junto a cada entrada hay una resefia que describe las circunstancias en que conocié a la persona. Mientras hablabamos, sacé una pequeiia libreta roja. «Si al conocernos me caes bien y por casualidad me dices cuando es tu cumpleazios, lo anoto. Estate seguro de que recibirds una tarjeta de felicitacién de Roger Horchow. Mira esto: el hunes fue el cumplearios de Ginger Broom y el primer aniversario de los Wittenberg. El viernes es el cumpleafios de Alan Schwartz, y el sdbado, el de nuestro jardinero.» Creo que la mayoria huimos de esta forma de cultivar nuesiro entramado de relaciones. Tenemos un grupo de amigos, a los que nos dedicamos en exclusiva, mientras que optamos por una relacién més lejana con los demas conocidos. La razén por la que no enviamos felicitaciones de cumpleanos a aquellas personas que no nos importan demasiado es que no queremos sentirnos en la obligacién de salir a cenar con ellos 0 ir a ver juntos una pelicula o vi- sitarlos cuando estén enfermos. La mayoria de nosotros, 56 LA LEY DE LOS ESPECIALES cuando conocemos a alguien, evaluamos si queremos que esa persona pase a convertirse en amigo nuestro. Consi- deramos que no tenemos ni el tiempo ni la energia nece- sarios para mantener un contacto pleno con cada perso- na que conocemos. Ahi es donde Horchow es diferente. Los nombres que anota en su cuadernito 0 en el ordena- dor son los de meros conocidos (gente a la que quizd sélo vera una vez al afio o una vez cada varios afios), y no huye de las obligaciones que le exige ese contacto. Horchow es un maestro de lo que los sociélogos denominan «el nexo débil», es decir, esa conexién social amistosa pero casual. Después de conocerle, me senti ligeramente frustrado. Queria conocerle mejor, pero dudaba de si algtin dia ten- dria la oportunidad. No creo que compartiera la frustra- cién que sentia yo. Me parece que es una persona que va- lora y disfruta los encuentros casuales. éQué hace que Horchow sea diferente del resto? Ni él mismo sabria decirlo. Me dijo que quiza tenia que ver con el hecho de haber sido hijo nico y que su padre solia pasar mucho tiempo de viaje. Pero es una explicacién insuficien- te. Quiz4 seria mejor considerar el impulso del conector asi, como un mero impulso, un rasgo mas de la personali- dad que distingue a unos seres humanos de otros. I Los conectores son importantes no sdlo por la canti- dad de personas que conocen, sino también por la clase de personas que conocen. Una de las mejores formas de comprender este aspecto podria ser una partida del po- pular juego de mesa Six Degrees of Kevin Bacon («Seis gra- dos hasta Kevin Bacon»). El propésito es tratar de conec- tar a cualquier actor o actriz, por las peliculas en que han 57 LA GAVE DEL. EXITO trabajado, con el actor Kevin Bacon. Pero hay que hacerlo en seis pasos como maximo. Por ejemplo, O.J. Simpson tra- bajé en Agdrralo como puedas con Priscilla Presley, que asu vez aparece en Las aventuras de Ford Fairlane con Gilbert Gott- fried, que a su vez estaba en Policia en Beverly Hills junto a Paul Reiser, quien trabajé en Dinercon Kevin Bacon. En to- tal han sido cuatro pasos. Otro ejemplo: Mary Pickford apa- rece en Screen Snapshots junto a Clark Gable, quien trabajé en Combat America con Tony Romano, que, treinta y cinco anos después, trabajé en Comenzar de nuevocon Kevin Bacon. En total, tres pasos. Hace po¢o un cientifico informatice de ja Universidad de Virginia, Hamado Brett Tjaden, se puso manosa la obra para averiguar cual es el ntimero medio aso- ciado a Kevin Bacon para los aproximadamente doscientos cincuenta mil actores y actrices que han trabajado en largo- metrajes de televisién o en grandes producciones de cine. El resultado fue 2,8312 pasos. Es decir, cualquier profesio- nal que haya actuado alguna vez en su vida puede conec- tarse con Kevin Bacon en una media de menos de tres pa- sos. Resulta impresionante. Pero Tjaden fue més lejos al embarcarse en un calculo atin mas complicado: averiguar la media de pasos existente en las conextones entre abso- lutamente todos los actores y actrices que hubieran traba- jado alguna vez en Hollywood. Por ejemplo, ¢cudntos pa- sos, de media, hacen falta para conectar a cualquier actor de Hollywood con Robert De Niro o Shirley Temple o Adam Sandler? Al elaborar una lista por orden de «conec- tividad», Tjaden vio que Kevin Bacon ocupaba el puesto 669. Por el contrario, puede hacerse la conexién entre Martin Sheen y cualquier otro actor en s6lo 2,63681 pasos, lo que le sitia casi 650 puestos mds arriba que Bacon. Elliot Gould puede conectarse atin més rapido, en 2,63601 pasos. Entre los quince primeros hay personajes como Ro- bert Mitchum, Gene Hackman, Donald Sutherland, She- 58 LA LEY DE LOS ESFECIALES Ney Winters o Burgess Meredith. :E] actor mejor conecta- do de todos los tiempos? Rod Steiger. éPor qué Kevin Bacon queda tan por debajo de estos otros actores? Una de las primeras razones es que Bacon es mucho mas joven que la mayoria de ellos y, por lo tan- to, ha hecho menos peliculas. Pero esto s6lo explica una parte. Hay mucha gente que ha hecho montones de pe- liculas y que no estén precisamente muy bien conectados. John Wayne, por ejemplo, trabajé en 179 peliculas, nada menos, alo largo de una carrera de sesenta afios, y aun asi ocupa el puesto 116 de 1a lista, con una media de 2,7173 pasos. El problema radica en que més de la mitad de sus pelfculas eran westerns, es decir, que hizo casi siempre el mismo tipo de pelicula y trabajé junto a los mismos acto- res unay otra vez. Pero qué pasa con alguien como Steiger? Este actor ha hecho peliculas fantdsticas, como La ley del silencio (que gané un Oscar), y peliculas espantosas como Car- pool. Gand un Oscar por su interpretacién en En el calor de la noche, pero también particip6 en peliculas B tan malas que salieron directamente en video. Ha hecho de Musso- lini, de Napoleén, de Poncio Pilato y de Al Capone. Ha trabajado en treinta y ocho largometrajes dramaticos, doce pelfculas de asesinatos y de comedia, once thrillers, ocho pe- liculas de accién, siete westerns, seis peliculas de guerra, cuatro documentales, tres cintas de horror, dos de ciencia ficcién y un musical, entre otras cosas. Rod Steiger es el actor mejor conectado de la historia porque se las ha apa- fiado para recorrer arriba y abajo, y de un lado al otro, to- dos los mundos, subculturas, estratos y niveles que posee la profesién de actor. Asi son los conectores. Son los Rod Steiger del dia a dia. Son personas a las que todos podemos acceder en po- cos pasos, porque, por alguna razén, se las han apafiado 59 LA CLAVE DEL ExITO. para ocupar muchos mundos, subculturas y estratos dife- rentes. En el caso de Steiger, por supuesto, su alto grado de conectividad esta en funcidn de su versatilidad como actor y, con toda seguridad, de una cierta dosis de buena suerte. Pero en el caso de los conectores su capacidad para abarcar muchos mundos diferentes depende de algo intrinseco a su personalidad, una combinacién de curio- sidad, confianza en s{ mismos, sociabilidad y energia. En cierta ocasi6n conoci a un conector clésico en Chi- cago. Se trata de Lois Weisberg, consejera de Asuntos Cul- turales del Ayuntamiento de Chicago. Este ha sido el tlti- mo puesto de una extraordinaria serie de experiencias y profesiones. Por ejemplo, al principio de-los afios cin- cuenta, Weisberg dirigia una compajiia de teatro en Chi- cago. En 1956 decidié organizar un festival para conme- morar el nacimiento de George Bernard Shaw, después de lo cual creé un periddico dedicado a Shaw que acabé convirtiéndose en un semanal alternativo y de culto Ha- mado The Paper. Los viernes por la noche se celebraban reuniones editoriales, a las que acudia gente de todos Ios rincones de la ciudad. Uno de los asiduos era William Friedkin, que fhegaria a dirigir The French Connection y El exorcista. También acudia Elmer Gertz (uno de los abo- gados de Nathan Leopold), asi como algunos editores de Playboy, que acababa de ponerse en circulacién. Gente como Art Farmer, Thelonius Monk, John Coltrane o Lenny Bruce solfan acercarse por alli cuando estaban de paso por la ciudad. (Bruce vivié con Weisberg una tempo- rada, «A mi madre la ponia histérica, sobre todo una vez que Hlamé al timbre y él abrié tapado sdélo con una toalla de lavabo —cuenta Weisberg—. Una de las ventanas daba al porche, y como él no tenia llave de casa, siempre deja- bamos la ventana abierta. Habfa un montén de habitacio- nes en aquella casa, y solia quedarse mucha gente sin que 60 ‘LA LEY DE LOS ESPECIALES yo misma me enterara. Nunca me gustaron sus chistes. En realidad, nunca me ha gustado cémo actiia. No soportaba que hablara tanto.») Después de la aventura de The Paper Lois acepté un empleo como relaciones publicas para un instituto dedicado a rehabilitacién de heridos. De ahi pasé a trabajar para una firma de abogados llamada BPI, de interés puiblico. Mientras trabajaba para ellos empezé a obsesionarse con que los parques de Chicago estaban destrozados y descuidados, asi que organizé un grupo de lo mas variopinto de amantes de la naturaleza, historiado- res, activistas sociales y amas de casa, y fundé un grupo de presién llamado Friends of the Parks. Poco después se en- ter6 de que el tren que unia las ciudades de la costa sur del lago Michigan (desde South Bend hasta Chicago) es- taba a punto de ser anulado, por lo-que reunié otro grupo pintoresco de personas, con entusiastas de los ferrocarri- les, expertos en medio ambiente y usuarios del tren, para fundar la South Shore Recreation, y logré salvar el tren. Después se hizo directora ejecutiva de] Consejo de Abo- gados de Chicago, una asociacién progresista. Mas tarde dirigié la campania de un congresista local. Luego ocupé el cargo de directora de eventos especiales, trabajando para el primer alcalde de raza negra de Chicago, Harold Washington. Después de aquello abandon la politica y abrié un pequefio puesto en un mercadillo. A continua- cién se fue a trabajar para el alcalde Richard Daley en el cargo que ocupa hoy dia, como consejera de Asuntos Cul- turales de Chicago. Si repasa este tiltimo parrafo y hace un recuento, el nu- mero de mundos variados al que ha pertenecido Lois re- sulta ser ocho: el mundo de los actores, los escritores, los médicos, los abogados, los amantes de los jardines, los po- liticos, los locos por los trenes y los aficionados a los mer- cadillos. Cuando le pedi a Weisberg que me hiciera ella 61 La cLave DEL ExITO misma una lista, el nvimero resulté ser de diez, pues habia afiadido el mundo de los arquitectos y el de la industria de servicios, con quienes trabaja en su empleo actual. Aun asi, seguro que ha sido modesta. Si se mira con aten- cién el relato de su vida, podria facilmente subdividir sus experiencias-en quince o veinte mundos diferentes. Claro que no son mundos separados. Pero lo importante de un conector es que, al tener un pie en cada uno de ellos, con- sigue acercar todos esos mundos distantes. Una vez —debis de ser a mediados de los cincuenta— Weisberg cogié el tren con destino a Nueva York para asistir, llevada por un impulso, a la Convencién de Escritores de Ciencia Ficcién, donde conocié a un joven escritor llamado Arthur C. Clarke. Weisberg le cayé muy bien, y la siguiente vez que pas6 por Chicago la llams. «Me llamaba desde una cabina —recuerda Weisherg—, Me dijo: “Hay alguien en Chicago a quien debiera ver?” Y yo le dije que viniera a mi casa.» Weisberg habla con voz algo ronca, grave, bien curti- da después de medio siglo de nicotina, y va paréndose entre frases para dar alguna que otra calada. Pero incluso cuando no estd fumando hace jas mismas pausas, como si estuviera practicando con vistas alos momentos en que si fuma. «Lla- mé a Bob Hughes, que era una de las personas que escribia para mi periddico. [Pausa.] Le dije: “sConoces a alguien en Chicago que tenga interés por hablar con Arthur Clarke?” Y me contesté: “Si, mujer. Isaac Asimov esta por aqui estos dias. Y también este otro... Robert... Robert Heinlein.” Asi pues, vinieron. todos a mi estudio. [Pausa.] Después de aquello me llamaron y me dijeron: “Lois...” Bueno, no me acuerds de la palabra que dijeron. Me habian puesto una especie de apodo, Algo que tenia que ver con ser del tipo de persona capaz de conectar a otros entre si.» Esto es, en ciertos aspectos, la cantinela que se repite en la vida de Lois Weisberg. Primero contacta con al- 62 LALAY DE LOS ESPECIALES guien, con una persona de fuera de su entorno habitual. En aquella época ella se dedicaba al teatro y Arthur Clar- ke escribia ciencia ficcién. A continuacién, cosa que es igual de importante que lo anterior, esa persona se intere- sa también por ella. Muchos de nosotros llegamos a cono- cer a otras personas que son diferentes de nosotros, 0 a gente mds famosa o con mayor éxito que nosotros; pero nuestro gesto no siempre se ve correspondide. Ademés, hay que tener en cuenta que cuando Arthur C. Clarke pasa por Chicago y pide «conexiones», es decir, pide que le presenten a otras personas, Weisberg aparece con Isaac Asimov. Ella afirma que fue pura casualidad que Asimov estuviera en la ciudad esos mismos dias. Pero es que si no hubiera sido Asimoy, habria sido cualquier otro. Una de las cosas que se recuerdan de las veladas de los viernes organizadas por Weisberg, alld en la década de los cincuenta, es que siempre estaban compuestas por per- sonas tanto de raza blanca como negra, sin haberlo hecho a propésito. Y no es que aquellas reuniones semanales fueran la unica oportunidad para que los negros de aque- lla parte del pais pudieran relacionarse con blancos. En aquella época la relacién entre ambas razas no era muy habitual, pero se daba. La cuestién es que, cuando los ne- gros de Chicago se relacionaron con los blancos en los afios cincuenta, ello se debié a que un cierto tipo de per- sona habfa provocado el encuentro. Esto es lo que Asimov y Clarke querian decir cuando comentaron que Weisberg posefa eso que servia para acercar a las personas entre si. «No es nada esnob —dice Wendy Willrich, que ha tra- bajado para Weisberg—. Una vez la acompaiié a visitar el estudio de un fotdégrafo profesional. Recibe cartas de mu- cha gente y siempre las lee, y una fue de este fotégrafo que Ja invitaba a que fueraa verle. Ella le dijo que irfa. So- bre todo hacfa fotos de bodas. Y ella decidié ver de qué 63 ‘La CLAVE DEL ExITO. iba la cosa. Yo me dije: ;Madre mia!, ¢de verdad tenemos que hacer esta excursién de tres cuartos de hora? EI estu- dio quedaba cerca del aeropuerto. Asi es la consejera de Asuntos Culturales del Ayuntamiento de Chicago. Pero ella pensé que el tipo era muy interesante.» ¢Lo era de verdad? ¢Quién sabe? A Lois le parecié interesante el fo- tégrafo porque, de algtin modo, le parece interesante todo el mundo. Un amigo suyo me conté que Weisberg «siempre dice: “;Ah!, acabo de conocer a una persona ge- nial. Te va a encantar.” Yse entusiasma tanto como cuan- do conocié ala primera persona que le parecié genial. Lo curioso es que suele tener razén». Helen Doria, otra de sus amigas, me dijo que «Lois ve cosas en ti que ni ti mis- mo sabes», que es como decir que, por algun capricho de la naturaleza, Lois y las personas que son como ella pose- en un cierto instinto que las ayuda a entablar una relacién con las personas que se cruzan en su camino. Cuando Weisberg mira a su alrededor, igual que cuando Roger Horchow ocupa su asiento en el avidn, no estan viendo lo mismo que vemos los demas, Ellos encuentran en todo una posibilidad y, mientras la mayoria perdemos el tiem- po decidiendo a quién nos gustaria conocer, rechazando alos que no nos parecen bien o a los que viven cerca del aeropuerto 0 a los que no hemos visto en sesenta y cinco afios, a Lois y a Roger les agradan todos por igual. Iv En el trabajo realizado por el socidlogo Mark Grano- vetter hay un ejemplo muy bueno de cémo funcionan los conectores. En su estudio Getting a fob, todo un clasico de 1974, Granovetter analizé varios cientos de trabajado- res profesionales o técnicos de la zona residencial de New- 64 LA LEY DE LOS ESPECIALES ton, en Boston, y los entrevisté con cierto detalle acerca de su historia laboral. Descubrié que el 56 por 100 de ellos habian encontrado su empleo a través de un contac- to personal, un 18,8 por 100 recurrieron a las vias forma- les (anuncios, cazatalentos) y apenas un 20 por 100 solici- taron el puesto directamente. Estos datos no son nada sorprendentes: la mejor forma de entrar en cualquier em- presa es a través de un contacto personal. Pero, curiosa- mente, Granovetter descubrié que, de aquellos contactos personales, la mayor parte eran «nexos débiles». De todos los que se valieron de un contacto para encontrar trabajo, sdlo el 16,7 por 100 veian «a menudo» a su contacto (mds o menos con la misma frecuencia que si fuera un buen amigo suyo) y el 55,6 por 100 le veian «de vez en cuando». El 28 por 100 veia a su contacto «muy rara vez». Es decir, que la gente no encuentra empleo a través de los amigos, sino a través de conocidos. ¢Por qué? Granovetter explica que, ala hora de buscar un nuevo empleo (y aqui podriamos decir: informacién, nuevas ideas), los «nexos débiles» son siempre mas im- portantes que los nexos fuertes. Al fin yal cabo, nuestros amigos se desenvuelven en el mismo mundo que noso- tros. Puede que trabajen con nosotros, o que vivan cerca, vayan a la misma iglesia, al mismo colegio, a las mismas fiestas. Asi pues, gcudnto mas sabran que nosotros no sepamos también? Por el contrario, nuestros conocidos ocupan, por definicién, un mundo diferente del nuestro. Y por eso es mas facil que puedan saber cosas que noso- tros desconocemos. Para denominar esta paradoja apa- rente, Granovetter acufié una expresién genial: la fuerza de los nexos débiles. En definitiva, los conocidos repre- sentan una fuente de poder social; cuanta mds gente conozcamos, mds poderosos seremos. Conectores como Lois Weisberg o Roger Horchow (auténticos maestros del 65 La GLavE DEL ExiTo nexo débil) son personas extraordinariamente podero- sas. Confiamos en ellos para poder acceder a oportunida- des y a mundosa los que no pertenecemos. Por supuesto, este principio es vélido no sdlo en lo re- lativo a puestos de trabajo. Sirve también para restauran- tes, peliculas, tendencias en la moda y todo lo que se transmita de boca en boca. No se trata sélo de que, cuan- to mas cerca estemos de un conector, mas pader o mas di- nero o més oportunidades vamos a encontrar. Se trata ademas de que, cuanto mas cerca de un conector Hegue una idea o un producto, también tendra mds poder y mds oportunidades. ¢Podria esto explicar por qué los Hush Puppies se convirtieron de repente en una moda que re- bas6 fronteras? Un conector o una serie de conectores, entre East Village y la América profunda, debié de ena- morarse del estilo Hush Puppies y, gracias a su enorme red de contactos sociales, sus largas listas de nexos débiles y su actividad en mundos y subcuituras diversos, parece ser que logré lanzar esta nueva moda en mil direcciones a Ja vez, hasta que el fendmeno alcanzé el punto clave. Asi pues, los Hush Puppies vivieron todo un golpe de suerte, Quiza una de las razones por las que tantos estilos nuevos no consiguen imponerse en el mercado estadounidense sea que, sencillamente, y por pura mala suerte, no llegan a recibir la aprobacién de un conector. Sally, la hija de Horchow, me conté la historia de cuan- do llev6 a su padre a comer a un restaurante japonés re- cién inaugurado donde un amigo de ella trabajaba como Jefe de cocina. A Horchow le gusté la comida, asi que, al volver a casa, encendié el ordenador, extrajo los nombres de todos les conocidos que vivieran cerca del restaurante, y les informé por fax del fantastico sitio que acababa de descubrir y les anim6 a conocerlo. Esto es, en-pocas pala- bras, lo que quiere decir «de boca en boca». No se trata de 66 LA LEY DE LOS ESPECIALES que yo le hable a usted de un restaurante que sirve una comida deliciosa, y que luego usted se lo cuente a un ami- go, y éste a otro, y asi sucesivamente. El fendmeno del boca a boca comienza cuando, en algun punto a lo largo de la cadena, alguien le cuenta la noticia a una persona como Roger Horchow. Vv Asi podriamos explicarnos que la carrera a caballo de Paul Revere en mitad de la noche diera comienzo a una epidemia de boca en boca y que la de William Dawes no. Paul Revere era el Roger Horchow o el Lois Weisberg de su época. Era un conector. Debja de ser una persona que disfrutaba en compaiifa de la gente, alguien muy sociable. Cuando fallecié, asistié a su funeral «una multitud», segdin una crénica periodistica del momento. Era tanto pescador como cazador, tan amante de jugar a las cartas como de ir al teatro, tan asiduo a los bares como buen hombre de ne- gocios, Participaba activamente en la logia masénica de la ciudad y era miembro de varios selectos clubes sociales. Era una persona muy dindmica y posefa una «habilidad misteriosa para estar siempre en el epicentro de cualquier acontecimiento», como escribié David Hackett Fischer en su magnifica obra Paul Revere’s Ride: Cuando en 1774 la ciudad de Boston importé las prime- ras farolas, le solicitaron que formara parte del comité en- cargado de la negociacién. Cuando el mercado local necesi- téuna regulacién, Paul Revere fue elegido como escribano. Tras la Revolucién, durante un periodo de epidemias, fue elegido oficial encargado de los asuntos de salud, y juez de instruccién del Condado de Suffolk. Cuando un incendio 67 ‘LA CLAVE DEL EXITO: arrasé la parte vieja de la ciudad, ayud6 a crear la Mutua de Seguros contra Incendios de Massachusetts, y su nombre fue el primero en aparecer en los estatutos de constitucién. En la época en que la pobreza pasé a ser un problema acu- ciante en Ja nueva reptblica, Revere convocé la reunién que organizé la Asociacién Mecanica de Caridad de Massa- chusetts, y fue elegido primer presidente. Cuando la pobla- cién de Boston vivis la conmocién del juicio por asesinato més sensacional de su época, Paul Revere fue nombrado portavoz del jurado. Si se le hubiera entregado una lista con 250 apellidos escogidos al azar del censo de Boston de 1775, sin duda habria obtenido facilmente mas de cien puntos. En 1778, tras el Boston Tea Party, cuando la ira de los colonialistas contra los gobernantes britdnicos empezé a desbordarse, surgieron por toda Nueva Inglaterra doce- nas de comités y congresos de enfurecidos separatistas. No disponian ni de organizacién formal ni de medios de comunicacién. Sin embargo, Paul Revere emergié ense- guida como un nexe de unién entre todos aquellos focos revolucionarios distantes entre si. Solia cabalgar hacia Fi- ladelfia o Nueva York, o hacia el norte en direccién a New Hampshire, portando mensajes de un grupo a otro. Tam- bién dentro de la ciudad misma de Boston desempeiié una funcion especial. En aquellos afios revolucionarios habia siete grupos de Whigs (revolucionarios), que su- maban un total de unos 255 hombres. La mayoria (mas del 80 por 100) formaban parte de uno solo de aquellos grupos. Ningtin hombre era miembro de los siete grupos alavez. Sélo dos hombres formaban parte al mismo tiem- po de cinco agrupaciones, y Paul Revere era uno de ellos. Por Io tanto, no es ninguna sorpresa que Revere se con- virtiera en una especie de cdmara de compensacién extra- 68 i LALLEY DE LOS ESPECIALES oficial para las fuerzas antibritanicas, cuando el ejército bri- ténico comenzé su camparia secreta en 1774 con el objeti- vo de saquear y destruir los almacenes de armas y municio- nes que poseia el inexperto movimiento revolucionario. Si yo hubiera sido aquel mozo de cuadras que, la tarde del 18 de abril de 1775, oyé a dos oficiales britanicos comentar que al dia siguiente se iba a armar la gorda, yo también ha- bria elegido a Paul Revere como receptor de la noticia. No es de extrafiar que, cuando partié hacia Lexington aquella noche, supiera perfectamente como difundirla lo mas lejos y rapido posible. Por su natural sociable, seguro que se de- tendrja un instante a hablar con Jas personas que encon- trara por el camino. Al Hegar a una ciudad o a un pueblo, ya sabia a qué puerta tendria que !lamar, quién era el cabe- cilla de la milicia local y quiénes eran las personas clave en la ciudad. Los conocia a todos de antes, y ellos le conocian bien y le tenfan un gran respeto. ¢Qué decir de William Dawes? Fischer encuentra in- concebible que pudiera cabalgar durante 27 kilémetros en direccién a Lexington sin cruzar palabra con nadie. Es evidente que carecia de la habilidad social de Revere, pues casi nadie recuerda haberle visto pasar aquella no- che. «A lo largo de la ruta norte que cogié Paul Revere, los cabecillas locales y los capitanes de compaiia dieron la voz de alarma enseguida —escribe Fischer—. En la ruta del sur, la de Dawes, no sucedié hasta mas tarde. Dawes no desperté a los padres locales ni a los jefes de la milicia de Roxbury, Brookline, Watertown y Waltham.» ¢Por qué? Pues porque ni Roxbury, ni Brookline, ni Watertown, ni Waltham eran Boston, y Dawes, casi con toda seguridad, era un hombre con una vida social normailita, es decir, que (como nos habria pasado a la mayoria) al salir de su ciudad natal no supo a qué puertas llamar. Parece ser que s6lo una pequenia comunidad que encontré a su paso re- 69 ‘La CLAVE DEL EXITO. cibié el mensaje: un grupo de granjeros de una zona lla- mada Waltham Farms, Pero avisando nada mas que en un punado de casas la alarma no alcanzé el punto clave. Las epidemias que se propagan de boca en boca son labor de los conectores, y William Dawes no era mas que un hom- bre corriente y moliente. vi Sin embargo, seria un error considerar que los conec- tores son las tinicas personas que cuentan en las epidemias sociales. Roger Horchow envié una docena de faxes pro- mocionando el restaurante del amigo de su hija. Pero no fue él quien descubrié el local, sino que alguien le hablo de él. Del mismo modo, en algin momento del resurgi- miento de los Hush Puppies, uno o varios conectores des- cubrieron los zapatos y provocaron la expansion de la mar- ca por todas partes. Pero ¢quién les hablé de los Hush Puppies? Quizd los conectores dan con informaciones no- vedosas mediante un proceso puramente azaroso, pues como conocen a tanta gente tienen acceso a cosas nuevas alla donde surgen. Sin embargo, si se analizan las epide- mias sociales, queda claro que igual que hay.personas en las que confiamos para que nos conecten con otras gentes, también hay personas en las que confiamos para que nos conecten con informacién y datos nuevos. Es decir, exis- ten especialistas en gente y especialistas en informacién. Aveces, por supuesto, ambas especializaciones se fun- den en tina sola. Parte del poder especial de Paul Revere, por ejemplo, radicaba no sdlo en que era un hombre con contactos o que tenia la agenda mas grande del Boston colonial, sino que se dedicaba activamente a recabar in- formacién acerca de los britaénicos. En el otonio de 1774 70 LA LEY DE 10S ESPECIALES organizé un grupo secreto que se reunia regularmente en ja taberna del Green Dragon, con el objetivo expreso de poner en comun informaciones sobre los movimientos de las tropas britanicas para poder controlarlas. En di- ciembre de aquel afio, el grupo se enteré de que los brita- nicos planeaban hacerse con un alijo de municiones que una milicia tenia almacenado cerca del puerto de Ports- mouth, a 80 kilémetros al norte de Boston. La gélida ma- iiana del 13 de diciembre, Revere cabalgé a través de cam- pos cubiertos por una espesa capa de nieve, en direccién al norte, para avisar a la milicia local de que los britanicos estaban de camino. Habia ayudado a descubrir una infor- macién valiosa y luego se la habia comunicado a los inte- resados. Era un conector. Pero era también un maven, que corresponde al segundo tipo de personas que controlan las epidemias que se difunden boca a boca. La palabra maven proviene del yiddish, y significa «el que acumula conocimientos». En los ltimos afios, los eco- nomistas han dedicado muchas horas a analizar alos ma- vens, por la razén obvia de que si los mercados dependen de la informacién, las personas que posean el maximo de datos tienen que ser las mds importantes. Por ejemplo, si un supermercado quiere incrementar las ventas de un producto determinado, pondran un cartel delante que diga algo como «jDe oferta todos los dias!». El precio se- guird siendo el mismo, pero el producto resulta mas visi- ble de esta forma. Asi, los supermercados veran aumentar las ventas del producto hasta el maximo, como si lo hu- bieran puesto de rebajas. Silo pensamos con detenimiento, veremos que se trata de un dato potencialmente perturbador. Las rebajas, o las ofertas especiales de los supermercados, se apoyan en la premisa de que los consumidores tenemos muy en cuenta los precios de las cosas y reaccionamos en consecuencia. 71 LA CLAVE DELEXTTO Es decir, compramos més si el precio es bajo, y menos si es alto. Pero si compramos mas incluso cuando el precio de un producto no ha sido rebajado, ¢qué va a impedir que los su- permercados se nieguen a rebajar los precios? ¢Qué va a convencerles de que dejen de engaiiarnos con sus frases tipo «De oferta todos los dias»? Pues bien, todo vendedor sabe que existe un reducido grupo de personas que, a dife- rencia de la mayoria de nosotros (que no nos fijamnos dema- siado en el precio de los productos), si saben descubrir una incongruencia, una promocién que no és de verdad una promocién, y que haran algo al respecto cuando se den cuenta, Son esas personas que descubren que un comercio esté haciendo publicidad engafiosa una y otra vez, por lo que no dudan en quejarse a los responsables ni en aconsejar asus amigos y conocidos para que eviten comprar alli. Gra- cias a estas personas la ética comercial puede mantenerse a raya. Hace unos diez afios que se identificd a esta clase de personas, y desde entonces los economistas han ido com- prendiendo cémo actian. Han descubierto que estén en to- dos los Ambitos de la vida y en todos los grupos socioeconé- micos. A veces reciben el nombre de «vigilantes de los precios», pero la denominacién més comin es market mavens («informados, lideres de opinion y, aunque no es frecuente, en ocasiones se les conoce también como “freaks” »). Linda Price, profesora de marketing en la Universidad de Nebraska y pionera en el estudio de los mavens, ha gra- bado en video Jas entrevistas que ha realizado a varios de ellos. En una de las cintas se ve a un hombre muy bien ves- tido que habla con gran entusiasmo sobre lo que hace cuando va a la compra. A continuacién reproduzco el fragmento completo: Como me gusta mucho leer las paginas de noticias finan- cieras, voy descubriendo tendencias. Un ejemplo cldsico es 72 | | LA LEY DE LOS ESPECIALES el del café. Cuando se produjo Ja primera crisis en el sector, hace diez afios, yo ya Ievaba tiempo siguiendo Ja informa- cién relativa a la escarcha en Brasil, con la idea de que po- dria tener un impacto a largo plazo en el precio del café. Por eso me decidi a comprar mucho para almacenarlo. En este punto del relato se le dibuja en el rostro una sonrisa de oreja a oreja. Acabé con unos treinta y cinco o cuarenta paquetes de café en casa. Y lo habia comprado a un precio irrisorio, cuando un paquete costaba 2,79 o 2,89 délares... Hoy viene a costar unos seis délares, Me lo pasé muy bien haciendo aquello, éSe percibe el grado de obsesién en este hombre? Es capaz de recordar los precios exactos de los paquetes de café que compré hace diez anos. La clave para comprender a los mavens es que no son meros recolectores de informacién. No se trata sélo de que se obsesionen por saber cémo hacer un buen nego- cio comprande paquetes de café. Lo que los distingue es que, al darse cuenta del truco, lo que quieren es contarse- lo a todo el mundo. «Un. maven es una persona que posee informacién sobre un montén de productos, precios 0 si- tios diferentes. A estas personas les gusta embarcarse en discusiones con otros consumidores y contestar a sus pre- guntas —explica Price—. Les encanta ofrecer su ayuda en temas comerciales. Te regalan cupones, te acompafian a la compra, incluso se ofrecen a hacerte ellos la compra... Regalan hasta cuatro veces mas cupones que otra gente. Estas personas han calado las estrategias del medio co- mercial y conectan a otros con dicho medio. Se conocen todos los secretos de cada tienda. Ese es el tipo de infor- 73 ‘LA CLAVE DEL EXITO. macién que ellos poseen.» Son algo mds que meros ex- pertos. Segtin Price, un experto «hablara de coches, por ejemplo, porque le apasionan. Pero no te hablard de co- ches porque ti le apasiones y quiera ayudarte a escoger. Eso es lo que sf hace un maven. Tienen una motivacién mas social». Price afirma que mas de la mitad de los estadouniden- ses conocen a algtin maven, o a alguien con caracteristicas muy similares, Ella misma elaboré el concepto a partir de una persona a la que habia conocido cuando estaba estu- diando un curso de posgrado. Era un hombre tan extra- ordinario que su personalidad ha servido para que Price basara en ella lo que hoy es todo un campo de investiga- cién dentro del mundo del marketing. «Estaba en el curso de doctorado en Ia Universidad de Texas —recuerda Price—. Sin ser consciente de ello, aca- baba de congcer al maven perfecto. Es judfo. Estabamos en Semana Santa y yo andaba buscando jamin, y le pregunté. Me contesté: —Bueno, ya sabes que soy judio, pero el deli- catessen al que deberias ir es “tal” y el precio que deberias pagar es “tal”.» Price se eché a reir al recordar aquello. «Deberfas intentar localizarle. Se llama Mark Alpert.» VIL Mark Alpert es un hombre delgado, lleno de energia, de unos cincuenta afios. Pelo negro, nariz prominente y ojos pequefios que denotan que es una persona inteligen- te y sagaz, Habla deprisa, con precision y absoluta autori- dad. No es de esa clase de personas que dirian «ayer hizo calor», sino «ayer tuvimos una maxima de 40 °C», Tampo- co sube las escaleras a paso normal, sino a saltitos, como un nifio, Da la sensacién de tener curiosidad e interés por 74 LA LEY DE LOS ESPECIALES todo, y que si le regalaran un juego de quimica para nifios no dudaria en sentarse acto seguido para ponerse manos ala obray crear algun mejunje nuevo. Alpert crecié en el Medio Oeste. Su padre fue el hom- bre que abrié el primer economato de Minnesota, en el norte. Se doctoré por la Universidad de California del Sur y trabaja como profesor en la Escuela de Administracién de Empresas de la Universidad de Texas. De todos modos, no hay ninguna relacién entre su status como economista y su «mavenismo». Aunque hubiera sido fontanero, ha- bria seguido siendo igual de riguroso, meticuloso y buen conocedor de la dindamica del mercado. Quedamos a comer en Austin, frente al lago. Yo Hegué primero y escogi mesa. Cuando llegé él, quiso convencer- me de cambiar a otra que decia.que era mejor. Si que lo era. Después le pregunté cémo compra él algo que se ha decidido a comprar, y comenzé el relato. Me explicé por qué tiene televisi6n por cable en vez de por satélite. Me describié con pelos y sefiales la ultima guia de cine de Leonard Maltin, Me dio el nombre de un contacto que te- nia en el hotel Central Park de Manhattan, gracias al cual siempre conseguiria un buen precio. («Malcolm, el hotel sélo vale noventa y nueve ddlares, jpero te piden ciento ochenta y nueve de precio rack/») A continuacién me ex- plicéd qué era un precio rack (el que se pide inicialmente por una habitacién de hotel, pero que es rebajable). Se- fialé el magnetéfono: «Me parece que la cinta se ha ter- minado», dijo. Era verdad. Me explicé por qué no debia comprarme un Audi. («Son alemanes, asi que es un lio si necesitas un repuesto. Hubo una época en que daban una garantia bajo cuerda, pero ya no lo hacen mas. La red de concesionarios es reducida, asi que es dificil encontrar servicio. Me encanta conducir un Audi, pero no me com- prarfa uno.» Lo que deberia tener, me dijo, era un Mer- 75 ‘LA CLAVE DEL EXITO. cury Mystique, que vienen.a ser muy parecidos a un sedan europeo, pero mucho mas baratos. «Como no se venden muy bien, seguro que encontrarias uno a buen precio. Busca uno de estos vendedores que ya tiene varios coches. Pero ve a verle a fin de mes. Ya sabes...») Acontinuacién me hizo la descripcién increiblemente larga, por mo- mentos divertida, de los muchos meses que tardé en com- prarse un aparato de televisién. Sia mi, oa usted, nos hu- biera tocado pasar por la misma experiencia (que incluyé devolver televisores a la tienda cada dos por tres y compa- rar laboriosamente cada minimo detalle electrénico y de la garantia) sospecho que nos habria parecido un infier- no. Pero daba la impresién de que a Alpert le resultaba muy estimulante todo lo sucedido. Segiin Price, los ma- vens son ese tipo de persona que devora la revista especia- lizada en consumo Consumer Reports. Pues bien, Alpert es de ese tipo de maven que escribe a la revista para corregir- les. «Una véz dijeron que el Audi 4060 se basaba en el Volkswagen Dasher. Te hablo de finales de los setenta. E] Audi 4000 es un coche mucho mas grande. Asi que les escribi una carta. Luego vino el desastre del Audi 5000. Consumer Reports lo metié en sy lista negra por culpa de aquel problema que tuvieron de aceleracién repentina. Yo me informé bien sobre el asunto en prensa especializa- da y deduje que habia sido un bulo... En fin, les escribiy jes dije que tenian que echar un vistazo a la informacién que les enviaba. Sin embargo, no supe nada de ellos. Y eso me molesté horrores. Se supone que deberian ocuparse de averiguar qué habia de cierto en aquellos rumores.» Estaba muy disgustado, y se le notaba. Acababa de mos- trarse ante mi como el perfecto maven. De todos modos, hay que decir que Alpert no es ningun sabelotodo repelente. Claro que es facil comprender que esté.a un paso. El mismo se da cuenta. «Un dia estaba enla 76 i | i | i ‘LALLEY DE LOS ESPECIALES caja del supermercado esperando a que un chaval mostra- ra su carné de identidad porque queria comprar cigarri- Nos. Estuve tentado de decirle que me habfan diagnostica- do cancer de pulmén. En cierto sentido, este deseo mio de ser de ayuda para otros puede llegar demasiado lejos. Se puede volver uno bastante pesado. Asi que trato de ser un maven muy, muy pasivo... Al fin yal cabo, cada uno tiene su vida y toma sus decisiones.» Lo que le salva es que jamas dala impresién de estar pavonedndose de nada. Su nivel de implicacién en el mercado es algo automatico, reflejo. No es un acto decidido de antemano, Es muy parecido alo que pasa con el instinto de Horchow y Weisberg para las rela- ciones sociales. Por ejemplo, me empezé a explicar la com- plicada historia de cémo sacar el maximo partido a los cu- pones de Blockbuster. De repente, se detuvo un instante, como dandose cuenta de lo que estaba diciendo, y se eché areir a carcajadas. «Es que te puedes ahorrar hasta un dé- lar! En un afio, podria ahorrar bastante para una botella de vino.» Alpert es un tipo casi patolégicamente servicial. No puede evitarlo. Un maven es una persona que quiere ayu- dar a otros a resolver sus problemas, en general cuando ve que ha dado con una manera de resolver los suyos propios. «Un maven es una persona que, al ir solucionando sus pro- pios problemas, quiere solucionar también los de los de- mas», me dijo éi mismo. Es cierto, aunque sospecho que también seria valido decirlo justo al revés: que un maven es alguien que resuelve sus problemas (sus necesidades emo- cionales) arreglandoles Ja vida a los demas. Es decir, se no- taba que Alpert se sentia satisfecho con saber que iba a comprarme una televisi6n o un coche, 0 a reservar una ha- bitacién de hotel en Nueva York, haciendo uso de la infor- macién que él me habia facilitado. «Mark Alpert es un hombre maravilloso y nada egoista —me dijo Leigh MacAllister, colega suyo de la Universi- q7 LA CLAVE DEL ExITO dad de Texas—. Me atreveria a asegurar que gracias a él me ahorré quince mil délares cuando llegué a Austin. Me ayudé a negociar la compra de una casa, pues conoce bien el juego inmobiliario. También necesitaba una lavadora y una secadora, y él me encontré una ganga. Cuando me iba a comprar el coche, queria un Volvo porque es que queria ser igual que él. Y me mostré un servicio de Internet que facilitaba todos los precios de la marca en todo el estado de Texas y me acompaiié a comprar el coche. Me ayudé también con el laberinto de los planes de jubilacién de la universidad. Con él todo parecia mas sencillo. Lo tiene todo procesado. Asi es Mark Alpert. Asi son los market ma- vens. {Que Dios le bendiga! Gracias a gente como él, el sis- tema de vida de Estados Unidos es fantastico.» VEEL / éQué hace que personas como Mark Alpert sean un punto clave en el inicio de una epidemia? Evidentemen- te, saben cosas que los demds desconocemos. Leen mas revistas y periddicos que la mayoria. Incluso puede que sean los inicos lectores del correo comercial. Mark Alpert es todo un experto en equipos electrénicos, hasta el pun- to de que, si apareciera una nueva generacién de televiso- res o de videocdmaras, seguro que todos sus amigos se en- terarian de los detalles enseguida. Los mavens poseen los conocimientos y las aptitudes para iniciar una epidemia de las que se difunden de boca en boca. Sin embargo, el rasgo mis distintivo no es tanto lo que saben como el modo en que lo comunican. El maven quiere ayudar a los demas simplemente porque le gusta ayudar, y esto resulta ser un modo tremendamente efectivo de atraerse la atenci6n de la gente. 78 LA LEY DE LOS ESPECIALES Casi con toda seguridad, ésta es la explicacién de por qué el mensaje de Paul Revere tuvo wn impacto tan enor- me aquella noche en que cogié su caballo. La noticia del avance de los britanicos no llegé ni por fax, ni mediante un correo electrénico colectivo, ni fue anunciada en el te- lediario de la noche en medio de un montén de publici- dad. Fue un hombre quien la comunicé personalmente, un voluntario que se ofrecié a cabalgar en la fria noche sin otro motivo que la preocupacién por la libertad de sus se- mejantes. Quizd con los Hush Puppies pasé6 algo asi, que llamaran la atencién a un conector justo porque no for- maban parte de ninguna moda impuesta y comercial. Quiz4 todo empezé cuando un maven loco por la moda fue a darse una vuelta al East Village, en busca de ideas nuevas, y descubrié que, por un médico precio, se podian encontrar estos viejos zapatos tan chulos en una tienda de ropa de segunda mano; y se lo conté a sus amigos, que acudieron a comprarse sus pares de zapatos porque la opi- nién personal, desinteresada y experta de un maven surte efecto. Por ejemplo, gpor qué las guias Zagat de restau- rantes tienen tanto éxito? Pues en parte se debe a que son unas guias muy cé6modas y completas donde figuran todos los restaurantes de una ciudad determinada. Pero su ver- dadera fuerza reside en el hecho de que las criticas gastro- némicas las hacen, voluntariamente, personas que han ce- nado en un local y quieren compartir su opinién con los demas. En cierto modo, se ofrecen asi recomendaciones mas atrayentes que las de los expertos dedicados a evaluar restaurantes. Mientras hablaba con Alpert, mencioné que al cabo de unas semanas iba a ira Los Angeles. Sin dudar un instante, me dijo: «Conozco un sitio en Westwood que me encanta. Se llama The Century Wilshire. Es un hotelito estilo europeo, con habitaciones muy coquetas, piscina climatizada y apar- 79

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