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ANSELM GRUN LOS DIEZ MANDAMIENTOS CAMINO HACIA LA LIBERTAD Coleccion GQainos Luchar y amar. Cémo los hombres se encuentran a si mismos ANSELM GROW La Iglesia. Una comunidad siempre en camino Josep RaTZINGER La revoluci6n de Dios. A los jOvenes en Colonia Benepicto XVI La fe de los cristianos AnsELM GRON Anselm Griin Los diez mandamientos Camino hacia Ia libertad Disteibucién San Pablo: Argentine Riobamba 230, C1025ABF BUENOS AIRES, Argentina Teléfono (O11) 5585-2416/17. Fax (01 |) 5555-2439. \worsan-pablo.comar ~ E-mail ventas@sen-pablocomar Chile = ‘Auda. L 8. O’Higgins 1626, SANTIAGO Centro, Chile. Casa 3746, Correo 21 - Tel, (0056-2-) 7200300 « Fax (0056-2-) 800 202474 ‘yrnwsan-pablocl ~ E-mail spventasG@san-pablo! Peri Las Acacias 320 ~ Miraflores, LIMA 18, Pers Telefax: (51) 1-4460017 E-mail: dsanpablo@terra.com pe Grn, Anselm Los diez mandamientos: camino hacia la libertad, - San Pablo, 2007, 160 pu: 2bxl4 em ISBN: 978-950-861-948-8 |. Espiritualidad. Titulo cop 2914 ed. Buenos Aires: “Titulo original: Die Zehn Gebote. Wegweiser in de Freihet © Vier Tarme Gmbh, Verlag, 0.97359 Mirsterscharzach, 2006 “Traduccion de: Femke Waardenburg Con las debidaslcencias / Queda hecho el depésito que ordena la ley 11.723 / © SAN PABLO, Riobamba 230, CIO2SABF BUENOS AIRES. Argentina. E-mail directoreditoriat@san-pablo.comar / Impreso en la Argentina en el mes de septiembre de 2007 / Industria argentina. ISBN: 978.950-861-948.8 Los diez mandamientos- camino hacia la libertad N uuestro mundo se torna cada dfa més complicado e in- comprensible. Por eso, mucha gente busca una clara orientacin y certeras indicaciones para alcanzar una vida plena. Los diez mandamientos pretenden ser estas indica- ciones que orientan nuestras vidas, y la enderezan. En la medida en que nos indican por dénde ir, también nos sumi- nistran la fuerza de emprender el camino. Pues quiien cono- ce el camino, descubre dentro de sf mas fuerza y motivacién que el que marcha sin rambo, El desorientado malgasta mu- cha energfa al probar varias direcciones, dar la vuelta una y otra vez para volver a hacer siempre el mismo tramo del ca- mino. Quien conoce el camino, también conoce las fuentes de las que puede sacar fuerza para alcanzar su destino. En Ia actualidad muchas empresas me invitan a hablar sobre el tema de “dirigit con valores”. Por lo visto muchas personas que trabajan en la industria y el comercio desean volver hoy a una convivencia basada en los valores. Se dan cuenta de que una vida sin valores pierde valfa. Los valores protegen la valfa de las personas. Los valores hacen que nues- tra vida valga la pena. Los valores, 0 como dicen los ingleses “values”, son fuentes de las que podemos beber y que nos dan fuerza y salud. “Value” viene del latin “valere”, lo que significa “estar fuerte y sano”, es decir que tiene valfa. Sin valores nada vale nada en este mundo, porque ya no se sabe a qué atenerse. Todo pierde valor, hasta las personas. 6 Los diez mandamientos En la btisqueda de valores, que dan “valides”, sostén y fuer- 2a, vigor y valia, juega un papel importante traer a la memoria Jos diez mandamientos. Por un lado se retorna a la filosofia ariega, que establecfa como fundamentos de una vida plena las ast Ilamadas “virtudes cardinales” de justicia, valor, mest- ray sensatez. Por otro lado, al regresar més atrds en la historia se llega a la Biblia, que ya hace tres mil afios nos transmits los diez mandamientos. Los diez mandamientos son sefiales en el viaje por la selva de valores en la que nos encontramos hoy en. dia. Pueden ensefiarnos el modo cémo darle valor a la comu- nidad humana, de qué manera darle forma a una empresa en una época de globalizacién, para que cuide la valia de las per- sonas y nos vaya bien en el largo plazo. Cuando en una em- presa s6lo vale el derecho del més fuerte, se pierde en el cami- no la valia de las personas. Los diez mandamientos toman partido por el més débil. Limitan los derechos de los fuertes, los derechos del sacerdote, para reforzar la dignidad del sacri- ficio (cf. Hofmeister/Bauerochse, p. 8)- En un grupo nos detuvimos en los diez mandamientos. Se reflejaron distintas experiencias. Algunos recordaron expe- riencias desagradables en el confesionario. De nifios habfan aprendido los diez mandamientos de memoria. Y antes de cada confesién habfan hecho el examen de conciencia si- guiendo los diez mandamientos, segtin un gui6n que los re bajaba a un plano banal. Cuando piensan hoy en los diez mandamientos, lo primero que recuerdan es su mala con- ciencia. Cuando, en el tiempo litargico de Adviento, habian descubierto y comido dulces navidefios de la caja de la ma- dre, enseguida les venia la pregunta: “ZAcaso he robado? ‘He pecado contra el séptimo mandamiento?”. Es decir, los diez mandamientos se convertian, para los nifios, en un espanto. ‘Tenfan un resabio triste. En todo lo que se hacfa, uno se pre- guntaba si habia pecado contra los mandamientos de Dios y si Dios ahora me castigaria por eso. Camino hacia la libertad 7 ‘No se suponfa que los diez mandamientos eran una gufa para la vida, sino, més bien, amenazas que obligaban a seguir hasta el timo detalle las indicaciones de los padres. Pero no quisiera interpretar la educacién de antes sélo como negativa. Las per- sonas, a las que ya desde la infancia se les inculcaban los diez mandamientos, a menudo han luchado a lo largo de sus vidas para cumplirlos. Los consideraban como un reto que tenfan que enfrentar. ¥ esto fue una bendici6n para ellos y para otros. Los ‘mandamientos los estimulaban a no pensar sélo en sf mismos y ensimismarse, sino a darse cuenta de su responsabilidad para con los demés y con este mundo. Los mandamientos les indica- ban el camino correcto. También, en ocasiones, cuando supo- nian una amenaza, contenian el poder para indicatles el cami- ‘no a seguir. Y con esta orientaci6n, han Ilegado més lejos que las personas que crecieron sin la guia de los mandamientos. Por €s0, al describir los mandamientos, quisiera valorat el esfuerzo de muchas personas en observar los mandamientos y, asi, hacer de este mundo un lugar més humano. Lo que pasa cuando no se cumplen los mandamientos se ve y se oye a diario en los medios de comunicacién. Cuando las personas ya no saben lo que esté bien y es correcto, cuan- do no se cumplen las reglas y normas preestablecidas, el mundo se deshumaniza. Al contratio, un mundo sin reglas da miedo. Uno ya no puede fiarse de nada. Al negociar entre empresas, ya no se puede garantizar la honestidad. El impe- dimento para matar se hace cada vez més débil. Uno siente que la sociedad se convierte en una amenaza. Ya no se puede estar seguro de la vida. Incluso en la propia casa no se en- cuentra tefiagio. Cuando el asesinato y el robo se convierten en delitos menotes, la vida se impregna de miedo. Cuando el matrimonio no es sagrado, dejan de nacer familias donde los hiijos encuentran un hogar. ¥ la célula nuclear de la sociedad empieza a desvanecerse. Y con eso la sociedad pierde su fun- damento constituyente. 8 Los diez mandamientos Es por eso que uno empieza a desear que todo el mundo observe los diez mandamientos. Pues entonces la conviven- cia seré més tranguila y serena. Quejarse del hecho de que no se observen los diez mandamientos no hace el mundo mejor. Con moralizar solamente, no aporto nada para conse- guir imponer los diez mandamientos entre la gente. La Biblia habla de “todas estas palabras” que Dios pronuncié a su pue- blo (Ex 20, 1). Dios entabla una conversacién con su pueblo mediante los mandamientos. Y son palabras que quieren pro- teger la libertad a la que ha llevado Yavé a su pueblo. Las palabras de Dios siempre son palabras de vida, palabras de amor y palabras de donacién. Son palabras para el camino que podemos llevar con nosotros en nuestro caminar. “Tu palabra es una lémpara para mis pasos, y una luz en mi cami- no”, reza el salmista (Sal 119, 105). En las diez palabras que Dios pronuncié en el Sinaf a su pueblo, les indica el camino de una vida plena. Israel siempre alabé a Dios por la sabidu- fa que le dio en los mandamientos. El pueblo de Israel consideré los mandamientos como una distincién, no como una carga. En el Salmo 119 un devoto medita sobre la sabiduria y el beneficio de los mandamien- tos. Reza: “iOjalé yo me mantenga firme en la observancia de tus preceptos! Asi no sentiré vergiienza, al considerar tus mandamientos" (Sal 119, 5s.) El pueblo se encuentra en el desierto. Ha experimentado ser sacado por Dios del pats de la esclavitud de Egipto. No deberd volver a hacerse esclavo de otros tiranos, ni interiores, ni exteriores, Las palabras de Dios quieren capacitar al pueblo para una vida en libertad. Asf se convierten en diez palabras de libertad, que Dios quiere darnos en los diez mandamientos. Y son palabras de una alianza, en la que Dios se compromete a brindarnos la libertad, cuando estamos dispuestos a estar con 1, con el Dios que conduce desde el pais de la esclavitud al de la libertad. Asf dice el libro del Exodo: “Moisés estuvo allf, Camino hacia la libertad 9 con el Sefior, cuarenta dias y cuarenta noches, sin comer ni beber. Y escribié sobre las tablas las palabras de la alianza, es decir, los diez Mandamientos” (Ex 34, 28). La alianza que hizo Dios con el pueblo, para Israel forma- ba parte de la accién salvifica y benéfica de Dios. Dios se une al pueblo y es fiel. Mantiene sus promesas. Pero el pue- blo también tiene que ser fiel a la alianza. Pues entonces le iré bien. Sin embargo, Ia queja de los profetas siempre es que el pueblo ha roto la alianza, ha desobedecido los mandamien- tos. Al romper la alianza se provocan todos los males. Las diez palabras no son palabras que brotan meramente de la raz6n, sino que son la reaccién a una profunda experien- cia de Dios. El libro del Exodo describe la experiencia que tuvo Moisés con Dios y sus diez palabras durante los cuarenta dias y sus respectivas noches: “Cuando Moisés bajé de la mon- tafia del Sinat, trayendo en sus manos las dos tablas del Testi- monio, no sabfa que su rostro se habfa vuelto radiante porque habfa hablado con el Seftor” (Ex 34, 29). Pablo se refiere a este pasaje en su Segunda carta a los Corintios. Opina que si Moisés, el servidor de la antigua alianza, ya reflejaba tal felici- dad, cuanto ms dichosos serén los servidores de la nueva a- lianza. Ve el velo con el que Moisés se cubria la cara, como imagen del velo que cubre las diez palabras. Muchos las en- tienden mal. Unicamente contemplan las letras, sin embargo no ven la gloria de Dios, que quisiera brillar en ellas. Sélo en Jestcristo reconocemos lo que Dios nos ha dona- do en estas diez palabras: “Hasta el dia de hoy, siempre que se lee 2 Moisés, un velo est puesto sobre sus corazones. Y cuando se convierta al Sefior, caerd el velo. Porque el Sefior es el Espiritu, y donde esta el Espiritu del Sefior, allf esta la libertad” (2Cor 3, 15-17). Pablo entendié que las palabras nos quieren conducir a la libertad. El encuentro con Jesucristo capacité al apéstol a T) Los die mandamientos este conocimiento. Sin embargo, quien no pasa por la expe- riencia de Dios y Jesucristo, quien no se abre a la intencién benéfica y liberadora en todo lo que dice Dios, a éste le cos- taré asumir los mandamientos. Los consider como un peso, no como un camino hacia la libertad. Precisa de la experien- cia de Dios, que es siempre una experiencia de verdadera libertad. Entonces entendemos los mandamientos como una protecci6n de la libertad y un camino hacia la libertad ver- dadera. Sin embargo, no debemos entender mal a Pablo, como si todos los israelitas hoy interpretaran de manera equivocada estas palabras. Pablo més bien lucha contra una manera poca abierta de ver las cosas, como se observaba entonces en mu- chos judfos y como se observa hoy también en muchos cris- tianos. Los israelitas relacionan desde la propia lengua Torah no con la representaci6n limitada de las leyes y mandamien- tos de Dios, Pues Torah significa instruccién, sefializacién del camino por un Dios bueno, que no quiere que los seres hu- ‘manos se pierdan por sendetos equivocados de la vida. Torah significa la ensefianza del profesor al alumno, del maestro al discfpulo y de la madre al hijo. El sentido de la ensefianza se refleja en una vida propia plena. Por eso, Martin Buber lla- 1mé, en su traduccién de la Biblia, alos primeros cinco libros de la misma “Cinco libros de instruccién”. Torah significa sefializaci6n del camino, que nos indica qué direccién seguir para llegar a nuestra meta y cudl seria el mejor camino para nosotros, para conseguir una vida plena. Sin embargo, esta sefializaciOn se debe transmitir de generacién en generaci6n. Los padres tienen el deber de educar al nifio en los man- damientos. Dios, en el libro del Deuteronomio, invita al pue- blo: “Graba en tu corazén estas palabras que yo te dicto hoy. Incilcalas a tus hijos, y hablales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte. Camino hacia la libertad i Atalas a tu mano como un signo, y que estén como una mar- ca sobre tu frente. Escrfbelas en las puertas de tu casa y en sus postes” (Deut 6, 6-9). Los hijos e hijas preguntan a los padres por el significado de los mandamientos. Cuando les preguntan deben de res- ponder: “Nosotros fuimos esclavos del Faraon en Egipto, pero el Sefior nos hizo salir de alli con mano poderosa. El realiz6, ante nuestros mismos ojos, grandes signos y tremendos pro- digios contra Egipto, contra el Faraén y contra toda su casa. El nos hizo salir de alli y nos condujo para darnos la tierra que habia prometido a nuestros padres con un juramento. El Sefior nos ordené practicar todos estos preceptos y temerlo a él, para que siempre fuéramos felices y para conservarnos la vida, como ahora sucede” (Deut 6, 21-24). La observancia de los mandamientos es la respuesta a la accién liberadora de Dios. Mantiene unido al pueblo. Es la condicién necesaria para que al pueblo le vaya bien. Cuando los padres les hablan a los hijos de los mandamientos de Dios, no se trata de alguna parte de la educacién, sino del nécleo central. Que el pueblo siguiera siendo el pueblo de Dios y que en el futuro también tuviera su bendicién, dependia de eso. Frente a este sentido positivo de los mandamientos en la tradicién judia, se dio, en la época de Jestis, un gran aumen- to de los mismos. En vez de diez mandamientos existian aho- ra més de 248 mandamientos y 365 prohibiciones. Para los escribas todos tenfan el mismo valor. Los mandamientos y prohibiciones regulaban la vida en todos sus detalles. Para los fariseos suponta todo un desafio aplicar los mandamien- tos a la vida concreta. Sin embargo, para muchos los manda- mientos se convertian en una carga. A menudo ya no impor- taba el sentido de fondo, sino solo el texto. Jestis no formulé una serie de mandamientos independien- tes a partir del decdlogo, sino que lo resumi6 y lo centré en 12 Los diez mandamientos el mandamiento del amor. Entendié la esencia de los man- damientos: se trata de la pregunta de si amamos a Dios y a Jas personas y a nosotros mismos, si el amor es el fundamen- to real de nuestras vidas o el odio y la discordia, la envidia y la violencia. Sin el amor los mandamientos quedan vacfos. Y sin el amor al fin y al cabo no soy capaz de observar ningtin mandamiento, Sélo el amor llena de vida los mandamientos. Este es el nuevo significado dado por Jestis. Por eso en los diez mandamientos quisiera incluir siempre la nueva inter- pretacién de Jestis, que da a los mismos un sentido muy de- terminado. Al interpretar cada uno de los diez mandamientos siem- pre me gusta, primero, volver al significado original antes de intentar entenderlos, de tal manera que tengan que ver con mi vida concreta de aquf y ahora. Las instrucciones no s6lo se refieren a mi comportamiento ante Dios y el préjimo, sino describen a la vez cémo me tengo que portar conmigo mis- mo, También puedo interpretarlos como un espejo en el que me veo reflejado a mf y a mi circunstancia interior. Puedo ver en él si me encuentro en el camino que me conviene o si me estoy desviando. Y puedo reconocer como van las cosas alrededor mfo, si vivo para mi o me dejo vivir, si estoy libre 0 me he vuelto a esclavizar, Por eso no sélo se trata de observar los mandamientos, sino de reflexionar sobre ellos. Mientras medito sobre las diez palabras de Dios, descubro quién es Dios y quién soy yo. Por medio de la meditacién reconozco a sabidurfa de Dios en Jos mandamientos y el camino que nos lleva a los seres hu: manos hacia la vida verdadera. Algunos editores holandeses expresaron el deseo de que yo aprovechara el tema de los diez mandamientos. Tenfan la impresin de que este tema, tan antiguo, justamente hoy ha vuelto a ser sumamente actual. Los socios holandeses po- Camino hacia ta libertad 3 nfan como ejemplo una serie televisiva en Holanda. En ella se intentaba formular los mandamientos no como prohibi- ciones sino como consejos positivos sobre nuestro compor- tamiento. Las instrucciones no son prohibiciones, sino indi- caciones para la vida. En su formulaci6n se refieren siempre a modos de comportamiento que ya se encuentran en mi y que, sin embargo, a menudo paso por alto. Son garantias para una vida plena. La propuesta de la KRO! (Katholieke Radio Omroep), al teformular los diez mandamientos, era hacerlos aptos para un nivel personal. Los entendian como normas que las per- sonas quieren cumplir voluntariamente y que no son impues- tas desde afuera. Son convicciones que brotan del coraz6n de las personas y que corresponden a su dignidad mas pro- funda. Frente a las proposiciones holandesas he puesto las for- mulaciones tradicionales de los diez mandamientos. Ast nace una tensi6n entre aproximacién y propuesta, entre demanda y oferta. La lengua alemana atin conoce esta tensiGn. La pa- labra Gebot [*mandamiento”} viene de bieten [“oftecer"], etwas anbieten (“ofrecer algo”|, entregar, hacer ptiblico, mos- trar. Y se refiere a la raiz bheudh lo que viene a significar despertar, tener lucides espiritwal. De la misma rafz proviene el nombre de Buddha, el iluminado. Por lo tanto, los manda- mientos hacen entrega de Dios, ofertan a Dios, y nos ense- fan como llevar una vida plena. Pero solamente los puede entender el que se ha despertado, el que se ha encontrado con la divinidad. ¥ viceversa: el que se aventura con los man- damientos, despierta, consigue que le abran los ojos al secre- to de la vida plena. La otra palabra alemana Gesetz {“ley"], viene de setzen (*asentar”], [“fijar”]. La imagen que se es- " Son las sighas en holandés de la cadena de radiotelevisisn eatdlica (N. de la). 4 Los diez mandamientos conde detras de esta palabra hace referencia a una buena Sitz [“costumbre”]. Puedo sentarme adecuadamente cuando todo a mi alrededor est4 bien asentado, cuando las paredes, las escaleras y las sillas estn bien colocadas. Designamos a tuna persona serena como asentada. Es por eso que las leyes pretenden ayudarnos a encontrar nuestro sitio, donde des- cansar en nosotros y ubicar todo a nuestro alrededor de tal manera que esté en armonfa con la vida. Precisamente, en Alemania, nos incomodan los manda- mientos y las leyes. El estado promulg6 demasiadas leyes mezquinas. En la tradicién prusiana se dice: “Ia ley es la ley” y exige total obediencia. Y con el abuso de la obediencia, durante el Tercer Reich, también perdimos el gusto por las leyes. En el Antiguo Testamento, en cambio, los judios alaban a Dios por haberles dado unas leyes tan sabias. El salmista ala- ba la ley del Seftor: “La ley del Sefior es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Sefior es verdadero, da sabiduria al simple. Los preceptos del Seftor son rectos, alegran el cora- 26n; los mandamientos del Seftor son claros, iluminan los ojos” (Sal 19, 8). Los mandamientos de Dios no pretenden ser una carga, sino que buscan alegrar y recrear a las personas. Tienen que iluminar sus ojos, a fin de que vean el mundo tal como es, Solo en este sentido podemos entender bien los mandamien- tos de Dios. Son una ayuda para una vida plena. Salvaguar- dan [a libertad que Dios ha dado a los seres humanos. Y son fuente de paz interior y alegrfa, de sabiduria y de compren- sién. Prélogo Yo soy el Sefior, tu Dios

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