El Sistema Penal Colombiano Desde La Perspectiva de La Criminología Crítica

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EL SISTEMA PENAL COLOMBIANO DESDE LA PERSPECTIVA DE LA CRIMINOLOGIA CRITICA Prof, Emiro Sandoval Huertas 1. INTRODUCCION ‘Se me ha sugerido que dedique mi intervencién en este Seminario, a res- linar un examen del sistema penal colombiano desde la perspectiva de la Cri- iminologfa Critica, es decir, que procure poner a nivel de la institucfones ns- ‘clonales las consideraciones hechas por los expositores que me han antecedi- do, (Mi tarea, pues, se fundamenta parcialmente en la de quienes aqui han ex- puesto cudl es “la perspectiva de la Criminolog(a Critica”, Ahora bien, sien: ‘xe quienes sostenemos esta corriente del pensamiento criminol6gico contem- pordneo no existe absoluta unanimided en todos los detalles (como no It puede haber en ninguna corriente de opinién que esté imbuida de pretensio- nes democriticas), resulta en cambio indiscutible que tenemos por lo menos tres puntos fundamentales de identificacion, Bl primero de ellos consiste en que 1a Criminologfa, antes que en ls im- procedentes especulaciones sobre el “origen” de la enminalidad o de la des: viacion en cuanto supuesta “calidad” de ciertos actos, ha de concentrarse més bien en el andlisis de la cuestién criminal, esto es a examinar cémo y, sobre todo, por qué ciertas personas y sus comportamientoslegan a ser con. siderados como “criminales” 0 “desviados”, en tanto que ottos no son obj. to de esas mismas calficaciones, Dicha innovacin en el objeto del estudio de Ia Criminologia, que certeramente ha venido siendo identifieada como un “cambio de paradigma”, conduce ademés a distinguir dos modalidades (aun- ‘que estrechamente vinculadas entre sf) de los procesos de criminalizaci6n: Ja reaceion social informal o no-instituclonal (proveniente de los “medios de ‘comunieacién social", el sistema educativo, Ia familia, ete, y a ln que en ‘esta sede no se le concederd Ia atencién que merece) y ia resccién social for- ‘mal o institucional (ejercida fundamentalmente por el sistema penal), Bl segundo punto de identificacién radica en que los procesos de crimi- rulizaciOn, tanto cuando se realizen en razén de la reacci6n social informal ‘como cuando de le formal, constituyen apenas una parte de un fendmeno ‘mucho mas amplio, a saber: el denominado “control social", entendido éste -para decirlo brevisimamente— como la totalidad de los mecanismos orienta. 133 dos a lograr la aceptacion (voluntara, artificial o forzada) y el mantenimien- to del orden social vigente Y¥ el tercero apunta a que el andlisis de la euesti6n criminal, a partir de los aportes de! materatismo, contribuya a la denuncia de las miltiples fale- igs que se ccultan bajo los actuales procesos de eriminalizacion y a Ia ela- boracién e implantacién de una politica criminal alternative, o atin mis, de tuna politica alternative al sistema penal. Bstos tres puntos fundamentales de ientificacién permiten entonces, pese a la ausencia de unanimidad absoluta entre sus propugnadores, predicat [a existoncia de “la perspectiva de la Criminologia Critica” y como ésta ha ‘quedado suficientemente explicitada en las ponenciae precedentes prescindo dde cualquier otra precsién al respecto y sigo adelante sobre la base de que aqui ya se conoce bien en qué consiste la menclonada perspectva ‘Tampoco profundizaré shora en la polémica, a la que interesantes tex. tos han sido dedicados, acerea de si existe o no una Criminologia Critica en América Latina, Si bien esi discusion puede tener relevancia para ciertos ‘efectos, me parece que carece de trascendencia para lo que en este momet- to interesa: en efecto, el sistema penal colombiano puede ser examninado des. de Ia perspectiva de la Criminologia Critica, independientemente de que ésta se haya desanollade © no en nuestro continente, De todos modos, quiero resaltar el hecho innegable de que en varios paises latinoamericanos, entre {stos Colombia, el enfoque eritice de la Criminologia toma cada ver més fuerza y una buena demostracin de ello es el presente Seminario, cuya rea lizacién una década atrés hubjera sido cast indispenseble, ‘Tengo, en cambio, que dedicar alguna atencién a precisar qué se entien- {de por “sistema penal”. Puedo decir que con esta expresion se alude al con- junto de instituciones (y a sus actividades) que intervienen en la cresci6 aplicacion y ejecucién de normas penales, concebidas éstas en su sentido més ampli, es decir, tanto disposiciones sustantivas como procedimentales y ad- ‘ministrativas (0 penitenciaras). Pero ademis debo sefialar que el andlisis del sistema penal hace referencia tanto a su plano teérico, esto es, aquel en el ‘eal esid indicado cémo deben ser los procesos de exeacién, aplicacién y eje- cucién de las normas penales, como a su plano fietico o prictico, en el que se atiende a c6mo son dichos procesos, ara conclufr estas reflexiones introductorias me restaria destacar que 1 examen del sistema penal colombiano, maxime cuando se efectiia desde la perspectiva de la Criminologia Critica, no puede ser desvinculado del andlisis {e los sistemas pensles de los demas pafseslatinoamericanos ni del de la orga niaacion econdmica, social y politica vigente en Colombia. De hecho, las na- clones de nuestro continente y su instituciones presentan una serie de rasgos ‘comunes, pero & la vez ofrecen unas caracteristicas especificas provenientes de las particulardades de cada organizacién social. Por consiguiente, algunas 134 El Sistema Penal Colombiano desde la Perspectiva de la Criminologia Critica EMIRO SANDOVAL HUERTAS * (*) Profesor de la Universidad Externado de Colombia, Becario de ta Funde- cin Alexander Van Humboldt, {de las consideraciones que haré son aplicables también a otros paises 0 esce- ‘pan al marco del sistema penal para referrse ala estructura de la sociedad ‘colombiana, 2, CREACION DE LAS NORMAS PENALES. [A Bl desarrollo de la revceién social formal comienza con la ereacién de normas penales, esto es, con lo que jutidicamente se suele denominar su sprobacion, expedicién y entrada en vigencia. Sin embargo el anlisi de fem etapa de los procesos de eriminalizacion no puede resringlae 8 las Aisporiciones penales que han legudo a repr, sino que necesriamente tienen que referire también alos proyectos por cualquier motivo (falta de aprobacin, de expedicion o de vigenca) munca adquirieron la condi cin de norms penales, ls disposiclones que nunca han sido ni siquiera formaimente propuests, a la abolcion de normas y, ain més, debe atrontar elimportante y dffed saunto dela difereneacion, por decision ‘el legalador, entre dsposiciones penales y nomas de otra indole jurfd- ¢ (cities, laborles, comerciales, sdministratvs, et.) Sin exagerar Ja influencia de los textos legales (o de su ausencia) en ‘cuanto hipotéticos contribuyentes a la modificacion de determinadas si- tuaciones, considero que la fase de cresciGn de las disposiciones penales pposee méxima trascendencia, por cuanto en ella se determina cuales son Ins instituciones que integran el sisteme penal y dentro de qué marco ju- ridico se deben desarrollar sus actividades; de modo que, en buena medi- dda, Ia accién de quienes intervienen en la aplicacién de las normas exté ccondicionada por las devisiones del legislador, aunque étas no constitu yen, por supuesto, el nico ni el més relevante de los factores que inciden ‘en a actuacién de jueces, poleia, funcionarios de prisiones y demés apli- ‘adores 0 ejecutores del sistema penal. stimo incluso, que para.efectos del examen del sistema penal desde la perspectiva de ia Criminologia Critica, la creacién de las disposiciones re- ‘iste ain mayor importancia en los paises latinoamericanos que en los de ‘Europa Occidental, como quiera que en estos iltimos fa relative influen- cia de partidos de izquierda y ecologistas ha conducido a que, al momen: ‘to de dictar, abolir 0 modificar normas penale, los intereses colectivos ¥y de los sectores sociales subordinados no sean tan desatendiios como ‘ocurre en nuestras naciones en las que, por norma general, dchos intere- 106 carvoen totalmente de representacién on los Srganos que deciden so- bre la creacion de normas penales. [No obstante esa intrinseea importancia de la fase en mencién, ésta ha s- do particularmente descuideda en loe anélisiscriminolbgicos y cuidedo- samente disimalads, casi escondida, ante 10s ojos de la colectividad. De all{ que, con alarmante frecuencia, se eree que la expresién “sistema pe- nal” alude sélo a instituciones juriadiccionales y sdministrativas, como 135 situs normas penales constituyeten un dato dado y natural, provenente Ge'un "oct superic ayes dessiones festa ineuestionabes o como sl iteador pudiera ser un ente neiral y abtact, al margeny por enc tne de los confit sociales. Dicha mimetizacin de la relevant ingeencia del legislador en la conf force! stoma peal oer pti frit le fect, iy conmgulr que aqulisinttclones politics en las gue, por st cx Site Cuceatste, mejor = refejen ins rciones de domnacion queden Salvo dele ertinsy reaesiones pore nelonamiento del sistema pe tally que fates ean soportadasexcusvamente por ueces, policies y fur onaros de pines, En los pafssIntnoamenicanos, sin embargo, c- ftraporineunenteprctendes ater paar desaperciido an algo més {uv en forma sstematicy, la Cuncion de legar en materia penal no et Sendo desempefada por le etidads de I rame legilativa a as ave SSnattutonalmente “oso teéricaente~ etd aignede, sno que he Sido asuida por el pode jcutvo. Fate fenémeno ha tenido caracteristicas violentisimas y, por tanto, in- ‘ocultables, en lat naciones de nuestro coatinente que recientemente han Ssufrido o sufren dietaduras “'manifiestas”: so han clausursdo los Congre- ‘20s 0 Patlamentos, se han suprimido las elecciones, se han creado érganos ad hoc”, directamente dependientes del ejecutivo de turno, para que ha: gan “leyes”, ete. En Colombia no se ha acudido a tales medidas, pues pa- fa lograr el mismo efecto han bastado la sutil figura de las “facultades ex: ftaordinerias” (art, 76 ord, 12 Constituctén Nacional) y 1a mucho més expedita y agresiva del “estado de sitio” (art. 121 ibfdem),por estas vias, ‘nuestros actuales Cédigos Penal, de Procedimiento Penal y Penitenciario, Jo mismo que Ia mayor parte de las restantes disposiciones penales de los litimos treinta aos han sido dictadas por el ejecutivo nacional; v, ain Inds, recaérdese que desde mediados de la década de los treinta, ex de- cir, hace précticamente medio siglo, el Congreso no ha tramitado, en for- ma completa, ninguna de nuestras codificaciones penales, Si se atiende a ‘quien ha venido realizando tal funei6n, la creacin de normas penales no puede, pues ser llamada ahora “fase leislativa”. ‘Quede muy claro, empero, que de ninguna manera estoy afirmando que fH aguellas normas hubjeran sido aprobadas por la rama legislative, su Contenido seria sustancialmente distinto al que tuvieron o tienen. Antes Bien, encuentro que, ene Ton muchos textos pealesproveentes del gobierno y los poquisimos dictados por el Congreso, existe una coinci ‘encia esencial en su significado y orientacion, De alli que, en repetidas ‘cationes, Camara y Senado no hayan tenido inconveniente en adoptar Integra 7 literalmente, para convertirlas en “permanentes”, disposiciones penales que el ejecutivo habia impuesto con supuesto cardcter de “tran- ‘itorias". 136 El desplazamiento casi total del legstador “ordinario” por el “extraor- dinario” tiene importancie, pues, en un émbito diverso al del contenido de las normas. Concretamente, esa sustitucion pone de presente que, también entre nosotros e incluso con el consentimiento de quienes inte. gran Ia rama legislative, el proceso de concentracién de poder, tan eviden- te en el lamado “mundo occktental”, ha legado ala ereaciGn de las di- posiciones penales, En razbn de ese proceso, la separacion que hacia el liberalism clésico en- {re ramas del poder piblico, esté siendo dejada atrés y en su reemplazo, callada pero inequivocamente, se viene imponiendo un modelo autorita: rio en el que, cada vez en forma més consolidada, a rama ejecutiva he to- mado para ef la direccién ¢ inchiso al ejercicio mismo de la funcion de legislar, por lo menos respecto de los asuntos de mayor trascendencia, ‘econémica, politica 0 social. En paises, como los latinoamericanos, donde, salvo excepeiones, lo sec- ‘ores sociales mayoritarios estén actualmente separsdes de Ia posibilided conereta de acceder a los Srganos de In rama legislative, el mencionado proceso dle acumulacibn de poder no constituye necesariamente un me. ‘canis para eludir la eventual oposicion de Congretos o Parlamentos contra los intereses de los grupos dominantes, pues estos iltimos, por lo antes dicho, no tlenen motivo para temer que enfrentamiento de esa es- pecie legue'a existra corto plazo y ponga en peligro su hegemonia, ‘Aquel proceso parece estar orientado, més bien a evitar el conocimiento ¥y debate previos de las futuras normas —los cuales tendrfan lugar menos mente a las convenienciss de la organizacion capitalist, nacional e inter: ‘nacfonal, Estas dos finalidades de Ia concentracién de poder en manos de Ja rama ejecutiva, pero especialmente la segunda de ella, eran evidencia- ‘das por algunas de nuestras préximas reflexiones, Et sistema juridico colombiano no ha sido ajeno, por supuesto, a esa a ‘mulacién de facultades que, en los dtimos dos decenics, vienen realizar do los gobiernos occifentales, tanto los que se autodenominan “demo- eriticos” como los que no, De hecho, recuérdese que desde la Reforma Consttucional de 1968, todas las leyes relacionadas con las mis impor: tantes cuestiones de ia estructura econémice y de Is administracién pis blica nacionales, sélo pueden ser “‘dictadas o reformadas a iniciativa del gobierno” (art. 79 CN) y que, desde esa misma Reforma lt ingerencia del ‘Congreso en Ia elaboracién y sprobacion del Presupuesto Nacional héy®- se condicionada a Ins decisiones del gobierno (arts, 209 a 211 CN), Respecto de Ia ereacién de normas penales, no tenemos hasta ahora man- dato constitucional que asigne la direccion o el ejecicio de la funcién de Tegistara la rama efecutiva. Pero, conforme lo destacamot anteriormente, 337 con rica ha venido ocuriendo que a inmensa mayoria de nuestras et faponcions pent von Wetaas pore gobiemo nacional Fat Seteceenvoncer que pas los gropoe soca hegeménicor a ears tcontzl cal mediate esate peal ha legato ada attosendenca semejante a ade neructreccontmica y amin rentscoteny, por elo, hanconveni en qv ea manejaa preteen Siament por lama ejecta " werd, sung ha veno indo repetad con celodigno de mo ‘Ta San nna quedado esoneido totalmente en delerasones expe Fea tact oto conocen ie tered manietciones de wShalbres del Congreso sega tas cules, en eatnsble enageastn de lo sartn pot al art 120 or. o, CX, el "orden piblico™ ex aninto de saeetenda “exclusiva” del gobierno nacional. Hay que ami, an er samrrte no parece haber eeagerncn igure eh aqua vloracin que Ios dominatnfucen‘artemporunnmente de Ix nporanca Gh Rite pens en efectos se ten en eventa que dicho sistema cone huge por excelent, a fonna mds venta y extra de conl wei, SENS; Rtenble to useable, nk mucho menos plausible) que” dak ehetan ef poder econtnio'y patio procure liza a nti ace eres con las mayoresneratad y erleidad poster, par em ‘eet Fe eae nocionr) tn actual aguiancion. ce fos conetoe 9 SEIT n ct pare defenders ponlones de piven ws mrt i ie mas penal En intima conexién con él, hay que sbordar las atin mas Eiieatnatr sage tee So ce thd poe os "aera ees snnmmry tet oi a necntarae una sede mucho mas extensa qu Et: por ell, Woy @ Timah Screams aeoatecroe Serena emitter rte Ss cas aia mnie oe — aunty in 0:7 rarer ra tama etaee oe Se aa epnanes cet e rans Sateen pete oe ci enna arena mie ince tact orene at homa nee ene Sante aeen cower ae wt anys inane puro te SS Siok meena nese 138 década del sesenta ol enfrentamiento entre clases sociales retomara Ia forma de conficto armado, {A comienzos de los afos setenta, ademés, ¢¢ recurrié a Ia manipulacién de resultados electorates, para impedir que la hegemonia burguesa fuese ‘puesta en peligro por un movimiento que, actuando dentro de los marcos institueionales, ofrecia consultar las exigencias de los grupos subordina- ‘dos. Para étos, sin embargo, la situacion hizose todavia més diffell deste 1974, cuando comenzé el predominio del més improductivo y expolis- dor de los sectores de a burguesfa: el financiero, En efecto, el Inpro 1974 - 1982 se earactetizé por el sometimiento de to. ds Ia actividad econémica del pats 2 los intereses de los grupos financie- +705, de los cuales no resulta suficiente decir que para elo contaban con el apoyo de los gobiemos de la épora, sino que, atin més, controlaban Ia ‘mayor parte del poder politico, En nuestro medio, pues, en forma simi {ar 2 como lo hicieron las dictaduras del Cono Sur especialmente las de Brasil y Chile, se adujo estar aplicando las tesis econSmicas de la lam da “Escuela de Chicago”, con los mismos desastrosos resultados: dismal ‘miy6 In produceion agricola e industrial, erecieron el desernpleo y la deu- dda externa mientras se dessprovechaban las oportunidades para reduct- los, ae aceleraron los procesos de pauperizacién de los sectores medios y de pérdida de poder adquistivo de los salarios de obreros y eampest nos, se elevaron las tasas de inflacién y devaluacién, ete. Y para enfren- tar la intensticacin de las protestas populares suscrtadas por aquella situactén, el gobiemo dicté normas penales y se aumentaron desmesurs- ddamente los presupuestos del Ministerio de Dofensa, A las Fuerzas Armadas se encarg6 también el juzgamionto de todos quie- nes supuesta 0 efectivamente, se oponian al régimen existente y en desa- rrollo de tal “administracién de justia”, se incurrid en reltoradisimas Vulneraciones de las garantias bésicas del'ser humana e, ineliso, de los principios formales del procedimiento penal liberal El desplazamiento del Congreso por la rama ejecutiva y el de a rama ju- isdiccional por los militares, constituyen, pues, bases mas que suficlen tes para sostener que durante el periodo en rmenci6n Colombia estuvo so- ‘metida a una dictadura “disimulada”, la cual ain no ha sido integramen- te desmontada. ‘A mediados de los aos setenta ubicase, igualmente, otro fenémeno que, al margen de su actual carécler antijuridico, resulta importantitimo para Incabal comprensién de nuestras recientes condiciones materiales y dis- pposiciones penales, Me refieo al comienzo del auge del tréfieo, con det- tino casi exclusivamente al mercado norteamericano, de algunas de las sustaneias productoras de dependeneia fisica 0 sfquica. La trascendencia del mencionado tréfico en el émbito materia, radica en ‘que, por raz6n de los miles de millones de délares entrados clandestira- 139 mente al pais, buena parte de las actividades econémicas escapd a toda forma de control oficial o de conocimlento piblico y quedé sometida mas bien, a las fluctuaciones de los precios en el comercio ilegal entre Vendedores colombianos y compradores estadounidenses, As{ se gener rom hechos de gran elgnificacion (pesitiva onegativa) para la organizacién Social colombiana y que de otra forma no se hubieran producido, como [a sustituein de cultivar de productos tradicionales por los més rentables, dde marihuana 0 oct, Ia movilidad social vertical acelerada de los grupos dedicados a dicho trifico, la sobrevaloracin de los bienes inmiuebles me: dante cya adquisicién se “lavaban" los dineros clandestinos e incluso ‘situaciones paradéjicas, como la de que durante largo tiempo distrutamos {de délates en el mercado “negro a precios inferiores a los det eambio oficial. Ei tréfico aludido, por eonsigulente, ha tenido también una influencia de- cisiva en ia creacion de normas penales. De hecho, gran cantidad de fos Gecrotos y resohuciones expedidos por él gobierno nacional en la itima ‘década, été orientada, por lo menos tebricamente, a reprimir el cultivo ¥ comercio de las sustancias en cuestion Mas es necesario destacar que ta- ice diepociciones, #i bien sirven 2 la burguesia nacional para frenar el vance de Jos nuevos grupos emergentes que pretenden obtener parte de ‘1 hegemonis, tutelan, sobre todo, intereses norlamericanos, como {quiern que #80 pais no eetd todavia en condiciones de abastecer su propio mercado de drogadictos y tampoco est dispuesto a permitir que su rela. ion comercial con Colombia te incline a favor nuestro, De all las cons tantes presiones, de toda indole, que las insttuciones estadounidenses than venido ejerciendo sobre las distintas autoridades nacionales pare que se intensifique la represin penal contra los traficantes de estupefacientes ¥ narcéticos, con In inevitable secucla de comupcién, homicidios y otros “elitos violentos en nuestzo pats. En los dos sitimos af, finalmente, se ha producido el previsible y es truendovo derrumbe de la hegemonia del sector financiero. AGn es dems sido pronto para precisa si alguna —y en caso afirmativo euil~ de las distintasfracciones de la burguesfa disfruta ahora de un claro predominio sobre las demés o si todas ellas como parece ser mas probable inten tan nuevamente actuar de consuno, para Ia complacencia armonizada de sus respectivos interetes, Pero lo que sf resulta evidentisimo, es que los sectores populares permanecen alejados de los medios idéneos para la pronta satifaccion de sus necesidades y conveniencias, Las condiciones materiales que han quedado someramente descrita, plican Ia orientacion y las caracteristicas fundamentales del proceso de ‘reacin de normas penales en Colombia durante el iltimo cuarto de flo e igualmente sirven para revelar Ios crterios que han incido en proceso, Para corraborat lor dos asertos precedentes, me ocuparé a cont hhuacin de aquellos aspectos en los que, mediante la creacién de normas penales y desde 1a doble pero inseparable perspectiva de los sujetos y de Ios intereses juridicos involucrados, se efecta una seleccion bésieamente clasistay los itustraré con disposieiones dictadas, propuestas omitidas o

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