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FABIO MORABITO LA PERRA UPE QUE NOS robaria desde que abrita puerta y la vi parada en el rellano de las escaleras con ‘ta bolsa del mandado doblada debajo del brazo. —Soy Camelia, vengo de parte de la sefiora Guzmén, La hice pasar, la llevé a la cocina y ahi le di las ins- trucciones con un tono seco para desquitarme de an- temano de los futuros robos que adivin€ en sus ojos. Poco me falt6 para que le dijera: “Ten cuidado, por- que si yo o mi Ros damos cuenta, no va'a ha- Der siplca qs vag, ya una ve lamamos poli ca. La dejé en el living. al cuarto, don: to, tendido en la cama, wun cigarto: — Como es? —Ratera, como todas. ‘Me quité Ia bata y Alberto aplasté el cigarto en el ce- nicero y me quits el resto. Met6 su perma entre mis muslos y yo fe dije: —Tiene cara de mosquita muerta, nos va a robar to- do Jo que pueda, ahora mismo debe de estar viendo lo que Je gustaria llevarse.

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