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La cometa Las voces de la madre y el padre de Walter llegaban por el pasillo, en murmutlos entrecortados, hasta st habitacin. ;Sobre qué discutian ahora? Walter no los escuchaba. Pens6 en cerrar la puerta de la habitacién de un puntapié, pero no lo hizo. Podia cerrar los ofdos con bastante facilidad. Walter estaba de rodillas en el suelo haciendo muescas en una vara de madera de balsa que media unos dos metros setenta de largo. Hu- biera medido exactamente dos metros setenta y cinco, pero él habia hecho una muesca demasiado profunda, le habia parecido, hacia unos minutos, y habia tenido que cortar un pedacito y empezar de nuevo. La vara era el eje de la cometa que estaba construyendo. E] tra~ vesaiio serfa de un metro ochenta, de manera que solo girando la cometa seria posible sacarla por la puerta. io no dije eso! -era la voz estridente de su ma- dre, en tono de impaciencia. ‘Un par de veces a la semana, su padre se iba farfu- llando a dormir al sofa de la sala en vez de hacerlo en el dormitorio con su madre. Cada tanto mencionaban a Elsie, la hermana de Walter, pero Walter habia dejado de escuchar también esas conversaciones. Elsie habia muerto hacia dos meses en el hospital, de neumonia. ‘Walter se percaté ahora de un olor a jamén 0 tocino fiito. Tenia hambfe, pero el mend de la cena no le in- teresaba, Quizds pudieran terminar de comer sin que 259 su padre se levantara y se retirara de la mesa, inclus para subirse al coche ¢ irse, No es que eso fuera im: portante Lo importante era la obra que tenia entre sus ma: nos, la gran cometa, y hasta ese momento Walter esta- ba satisfecho con su trabajo. Era la cometa mas grande que habia intentado montar alguna vez, zy volaria six quiera? La cola tendria que ser bastante larga. Quizas Walter tuviera que hacer pruebas con la longitud. En. un rincén de la habitacién habia un rollo de papel de arroz rosado de un metro ochenta de alto. Walter estaba deseando, con algo de miedo, cortar un solo ¥ enorme trozo de papel para hacer su cometa. Lo habia encargado en una papelerfa del centro, y habia debido esperar un mes, porque lo habian pedido a San Francisco. Habia pagado ocho délares con el dinero. ahorrado de su mensualidad, lo que significaba no ita Cooper's a comprar batidos de helado y hamburguesas con Ricky y sus otros amigos del barrio. Walter se puso de pie. Junto a su cama habia, cl vada en la pared, una cometa morada con un agujei en el papel, porque un pajaro la habia atravesado. lando como a propésito, igual que un bombardero, pajaro no habia saliclo herido, pero la cometa se hal yenido abajo rapido, mientras Walter enrollaba el hil a toda prisa para que no se quedara enganchada un 4rbol. La habia rescatado, lo que quedaba de ella Ely Elsie la habian construido juntos, y Walter le t carifio. ~{Wally! A comer. cina, ~iYa voy, mamél Walter estaba juntando astillas de madera de bal con una escobita y una pala. Su madre habia quita la moqueta el afio anterior. El suelo de madera era ~llam6 su madre desde la 260 facil de barrer, y era mAs facil trabajar en él cuando se precisaba pegar algo. Walter tiré las astillas en la pa- pelera. Mird la cometa en forma de caja -azul y amari- Ilo— que colgaba del techo. A Elsie le habia encantado aquella cometa, Pens6 que ella habria admirado la que é{ estaba construyendo ahora. De repente Walter supo lo que escribiria en la nueva cometa, solo el nombre de su hermana —Elsie~ en elegante letras de imprenta. —iWally? Walter fue por el pasillo hasta la cocina. Su madre y su padre estaban sentados a la mesa de patas de tijera. 1a silla de su hermana, la cuarta, no se habia movi- do, y quizas siguiera alli para completar la simetria del cuatro, pensaba Walter, una silla por cada lado de la mesa, aunque la mesa era lo suficientemente grande como para que ella se sentaran ocho personas. Wal- ter apenas mird de reojo a su padre, porque su padre lo miraba fijamente a él, y Walter se veia venir una reprimenda, Su padre tenia el pelo de un castaiio mas oscuro que el de Walter y las cejas rectas que Walter habia heredado. Gitimamente afloraba a los labios de su padre una sonrisa en la que Walter habfa aprendido ano confiar. Su padre vendia coches, nuevos y usados, y siempre usaba traje. Sus preferidos eran un par de irajes de tweed a los que llamaba trajes de la suerte. Incluso ahora, en junio, su padre levaba pantalones marrones de tweed, aunque se hubiese aflojado la cor- bata y desabotonado el cuello de la camisa. El pelo de su madre se veia més esponjoso que de costumbre, lo que queria decir que esa tarde habfa ido a la pelu- queria. =A qué viene tanto silencio, Wally? ~pregunté su madre. ‘Walter estaba comiendo su plato de arroz y jamén. Habia un cuenco de ensalada a su derecha. 261 —Vosotros tampoco decis nada. Steve, el padre de Wally, se rio con suavidad. ~2Qué has estado haciendo por la tarde? ~pregunt su madre, Lo que queria decir eso era desde que habfa vuel de la escuela a las tres y media. Walter se encogi6 hombros. —Jugando. 4 “Mientras que no vayas por... ya sabes ~Steve aj 176 su vaso de cerveza, Walter sinti6 calor en la cara. Su padre se referia ir de nuevo al cementerio. Bueno, Walter no iba a nudo, y de hecho odiaba ese lugar. Quizas habia id dos veces, y zc6mo lo habjan averiguado sus padres? ~Doy fe de que Wally estuvo en casa toda la ta ~dijo su madre en voz, baja. ~El guarda de abi... lo mencions, gsabes, Gladys? De acuerdo, Steve, pero tienes qui Steve mordié el pan de ajo y mio a su hijo. -Hay un guarda, Wally. Por qué saltas la reja? quieres entrar, toca el timbre al otro lado de la Para eso le pagan al hombre. ‘Walter aprets los labios, No queria visitar Ia tui de su hermana acompafiado por un guarda anciai ipor Dios! ~2Y qué pasa si lo hice... una vez? —contest6 ter-. La verdad, ese lugar es muy aburrido. Walter hubiera podido agregar que las lapidas e feas y estapidas. ~Pues no vayas -dijo su padre, con una sor mds amplia, Walter mir6 furioso a su madre, sin saber qué c testar; tampoco esperaba que ella saliera en su a “Cucti. Cucti, Cucd”, 262 ~iEstoy harto de ese maldito reloj! -grit6 su padre, levantandose de un salto. Arrancé el reloj de cuct de la pared y se qued6 quieto como a punto de arrojarlo al suelo, mientras el pajarito, que daba las siete, seguia saliendo y entrando. =a, ja! Ja, ja, jal -se rio Walter tratando de aguan- tarse, Casi se atraganté con la lechuga, y agarré su vaso de leche y se rio al tomarla, ~iNo lo rompas, Steve! grit6 su madre~, Wally, iya basta! Walter dej6 de reirse de repente, pero no porque su madre se Io hubiera pedido. Terminé de comer len- tamente. Su padre no volvi6 a sentarse, y ély su madre hablaron del Beachcomber Inn, y de si su padre irfa alli esa noche, y su madre le decia que ella no querfa ir, y le preguntaba a Steve si iba a encontrarse alli con alguien. Una persona o varias, Walter no entendi6, y la verdad era que no le importaba, Pero su madre cada vez se enfurecfa mas y ahora también estaba de pie, sin haber siquiera tocado su manzana asada, Steve dijo: ~dBs ese el nico lugar en este...? -Sabes muy bien que es alli adonde fuiste durante dias y noches jaquella vez! ~dijo su madre, que parecia sin aliento. Steve eché una mirada a Walter, que baj6 los ojos y alej6 de si el postre del que habia comico sdlo la mitad. Walter queria levantarse e irse, pero se qued6 sentado unos segundos como paralizado. -Es0... no... €... verdad ~dijo su padre-. Pero zvoy a salir hoy? ;Claro que si! estaba poniéndose una cha- queta de verano que habfa estado colgada de la silla. Walter sabia que hablaban de la vez en que a su hermana le habia dado fiebre. A Elsie le habian extir- pado las amigdalas la semana anterior, y todo parecia 263 andar bien, aunque no iba a la escuela y se quedaby en casa, comiendo helado sobre todo, y entonces cara se le habia puesto roja. ¥ su madre no estaba ¢ se momento, porque a su vez su madre -la abuel coraz6n, y todo el mundo creia que ella podia moi pero no habia muerto. Para cuando su madre habii regresado a casa, Elsie estaba en el hospital y el do habia dicho que se trataba de una neumonia doble 0 por lo menos, un caso muy grave de neumonia, que le parecié a Walter una enfermedad como para q nadie se muriera, pero Elsie habia muerto. —¢Por qué no terminas la manzana, Wally? -pregi t6 su madre, ~De nuevo est sofando despierto —Steve tenia Ur cigarrillo en la boca. Vive en un mundo de fantasfa, Cometas y bicicletas, ~Su padre estaba a punto de sali por la puerta trasera del garaje. ~Z¥a me puedo ir? Walter su puso de pie-. Qui decir, a mi habitacion? ~Si, Wally ~dijo su madre. Hoy dan ese progr sobre policias que te gusta tanto. Quieres verlo migo? -No sé —Walter nego incémodo con la cabeza y fue de la cocina. Un minuto después, Walter oyé el coche que alejaba de la casa. Walter fue por el pasillo de su hi cometa morada entre las palmas, la cometa daftada @§ mismo dfa por un pajaro. Elsie sonreia, casi se reia viento le echaba el pelo hacia atrés, que era més rub que el de Walter. La segunda foto le gustaba me 264 a Walter, porque la habian tomado la tiltima Navidad en un estudio de un fotdgrafo: él y Elsie sentados en un soff, con ropa elegante. Su padre habia tomado la fotografia de la cometa en el jardin trasero hacia solo tres meses, Y ahora Elsie estaba muerta, “se habia ido”, alguien le habia dicho, como si él fuera un crio al que debja mentirsele, o como si un dia ella fuera a “regresat”, de solo decidirse a hacerlo, Muerto que- ria decir muerto, y muerto queria decir inmévil y sin respirar, como aquel par de ratones que Walter habia visto a su padre sacar de las trampas puestas debajo del fregadero. las cosas muertas nunca se moverfan ni respirarfan de nuevo. Estaban acabadas, sin remedio Walter no crefa en fantasmas, no se imaginaba a su hermana rondando por la casa de noche, ni tratando de comunicarse con él. De ninguna manera. Walter ni siquiera crefa en la vida después de la muerte, aun- que el sacerdote hubiese hablado de algo por el estilo en el funeral de Elsie. ¢Acaso un rat6n vivia después de muerto? ;Por qué deberia hacerlo? comida del dos en el jardin tasero. ag Walter sintié calor en la cara y se puso nervioso, No, lo hice para entretenerme... es de... decor facion —agrego, a ‘acion -agreg6, una palabra que su madre usaba ml : Su padre asintié —tenfa los ojos rojos~ y se ale) ‘on una lata de cerveza en la mano. Después dijo po encima del hombro: “| te ~Creo que ests un poco obsesionado con las ¢9 as es) esabes, Wally? ;Cémo te esta yendo en la esoue # ¢No se acercan los exdmenes finales? Walter, con una rodilla en el césped, se ingui6, 272 “Si. :Por qué no le preguntas a mama? Su padre siguié caminando hacia la puerta trasera. A Walter la pregunta sobre Ia escuela le molest6 tanto como el comentario sobre la cometa. Era el mejor de la clase en matemiticas, sin siquiera esforzarse mucho, y quizds el segundo mejor en lengua, después de Louise Wiley, que era casi un genio, pero de todas formas él sacaba la nota mas alta, en las dos asignaturas. Walter siguié pegando. Y a propésito, zcudndo habfa sido la Uiltima vez que su padre habia mirado su boletin de notas? Walter empujé la cometa hacia la cerca. Traba- jaba en una esquina formada por la cerca de bambi, que era el lugar mas a resguardo del viento. El césped estaba corto y uniforme, y aunque la superficie no era tan buena como el suelo de su habitaci6n, Ja cometa era tan grande que ya no entraba recostada en esta. Walter puso piedras del tamafio de naranjas, que habia sacado de un cantero, sobre el contorno de la come- ta. La brisa y la luz del sol acelerarian el secado del pegamento, 0 eso queria creer Walter. Queria olvidar los comentarios de su padre y disfrutar del resto de la tarde, Pero habia otro inconveniente: irfan a tomar el té a casa de la abuela McCreary. La madre de Walter se lo habia dicho.

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