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__L INOCULTABLES REALIDADES DEL DESEO Amelio Robles, masculinidad (transgénero) en la Revolucién mexicana’ GapnteLa Cano Universidad Autonoma Metropolitana CarRiN DE PUEBLO demos imaginarlo: una sonrisa de satisfaccién se dibujé el rostro de Amelio Robles al observar el retrato de estu- 0 que lo mostraba posando cual todo un catrin: traje os- 0, camisa blanca, corbata, sombrero negro de ala ancha, ios de piel y asomo de paiuelo blanco en el bolsillo del 0. De pie y con un cigarro en una mano, la otra colocada el revélver como para hacer resaltar el arma que Ile- enganchada a una carrillera de cintura. Los elementos males de la fotografia —el encuadre, la iluminacién uni- me, el entorno y, sobre todo, la pose contenida y serena | sujeto colocado al centro de la escenografia— se ajustan convenciones del retrato de estudio, en el que la perso- fotografiada luce su mejor atuendo y posa con decoro. fia fue captada hacia 1915, probablemente en el tudio de Armando Salmerén, de Chilapa, Guerrero, pe- 10 poblado enclavado en la Sierra Madre Occidental, 0 de tantos gabinetes de fotografia que se multiplicaron ciudades y pueblos del pais en las primeras décadas del o, cuando la simplificacién de la tecnologia y el abarata- Utilizo el ‘género gramatical masculino para referirme a la larga etapa Amelio Robles mantuvo su identidad masculina, mientras que empleo igramatical femenino al abordar su nacimiento,infaneia y juventuc. ol 62 LACULTURA REVOLUCIONARIA EN LOS CUERPOS deo vyolu Ame sas lag cul esfe no F lecic tine Kah mad Reirato de Amelio Robles, ca. 1915. (Cortesta del Instituto Nacional nod de Antropologta e Historia, Archivo Casasola.) id miento de los costos permitieron satisfacer la creciente de= ti. manda de retratos fotograficos.? bre, Los retratos de estudio buscaban establecer la identidad social del individuo fotografiado de acuerdo con un cédigo bles 1rro encendido su- ién ion de la pistola, moderno sustituto del sable y el arma preferida en los duelos de principios de siglo, simboliza la virilidad del sujeto. La masculinidad de la pose, el gesto y el vestuario visual de elegancia. El posar con un ci giere un dejo cosmopolita, mientras que la exhil del joven son perfectamente creibles. Nadie imaginaria que dadi el catrin del retrato antes fue catrina. Sock Monsivais, 2002, pp. 178-221; y Jiménez y Villela, 1998, pp. 17-147: INOCULTABLES REALIDADES DEL DESEO 6 La masculinizaci6n radical y permanente de una joven origen rural ocurrié a partir de su incorporaci6n a la Re- uucién mexicana. Por razones més vitales que ideol6gicas \melio Robles, quien antes se llamé Amelia Robles, se uni6 las fuerzas levantadas en el sur del pafs bajo la bandera urista de Emiliano Zapata y, en medio de las rudezas de idad social y subjetiva masculi- mada, Amelio Robles con: inué ostenténdose como varén y sostuvo su identidad mas- 1 guerra, se forjé una id 1a. Al término de la contienda a ina a lo largo de su vida, en su actividad piiblica y en la cra privada, durante la vejez.y la enfermedad. La pistola y el cigarrillo, simbolos de masculinidad, no sn utileria del estudio fotografico sino objetos de uso cotidia- pertenecientes a Amelio Robles, cuya imagen masculina constituye una identidad subjetiva, sexual y social que preva- i6 en todos los aspectos de su vida. No es una pose momen: a como la que adopta, por ejemplo, Frida Kahlo al vestir traje masculino en los retratos de familia to- ados por su padre en 1926.* En el caso de Kahlo, se trata de .esto juguet6n, un tanto irreverente, quizas para seguir la ida francesa @ la gargon (ya la vez cubrir el adelgazamien- » de su pierna izquierda a causa de una poliomelitis infan il). En la pintora no hay el affin de hacerse pasar por hom. pre, efecto que Amelio Robles logi an efectividad. La masculinizacién eficaz. y permanente de Amelio Ro bles debe distinguirse del travestismo estratégico —la adop- in de vestimenta masculina para hacerse pasar por hom- bre—al que algunas mujeres recurren en periodos de guerra sea para protegerse de la violencia sexual que suele agu: zarse durante los conflicts armados, o bien para acceder 1 mandos militares 0, sencillamente, para pelear como sol os y no como soldaderas, es decir, sin las rest ‘ociales de género que usualmente pesan sobre las mujeres lerrera, Taymor etal, 2002, p. 33 Stellweg, 1992, pp. 102-103, 64 LACULTURA REVOLUCIONARIA EN LOS CUERPOS en los ejércitos. En las guerras nacionalistas del siglo xix més tarde, en la Revolucién mexicana, las soldaderas se cieron cargo del abasto de las tropas y de la atenciGn a enfermos; en ocasiones desempefiaban tareas de mensaje ria y contrabando de armas y viveres, pero solo excepci nalmente empuftaban las armas. ‘Aunque no es posible, por ahora, precisar la frecuenci del travestismo en la Revolucién mexicana, existen notici de mujeres como Maria de la Luz Barrera, zapatista, 0 gel/ Angela Jiménez, maderista, quienes adoptaron una id tidad masculina durante la guerra para mas tarde volver usar ropa de mujer y desempefar papeles sociales femeni- nos, como madres y esposas, lo que munca sucedié con Am lio Robles.‘ En su caso, pudo haber consideraciones pric cas, sin embargo, su radical cambio de identidad de génei y sexual no obedeci6 simplemente a un afin de disfrutar k ventajas sociales de los hombres, sino que fue fruto de deseo vital profundo. Un deseo, felizmente realizado, de n gar su anatomfa sexual de nacimiento y masculinizarse manera radical, en todos los aspectos de su vida. Amelio Robles transité de una identidad femenina ims puesta a una masculinidad deseada: se sentia y se com taba como hombre y su aspecto era varonil. Sabemos p. de su sexualidad, pero hay noticias de sus relaciones roma ticas con mujeres y sabemos que en una época cortejé a ut compatiera de escuela a quien prodigaba atenciones; dic relaciones erdticas se inscribian en una logica heterosex en a que Robles desempeaba el papel masculino.® Algu personas considerarfan a Amelio Robles como una lesbi: hombruna, machorra o buich pero, de acuerdo con la t nologfa actual, es mas preciso clasificar a Robles como una + Salas, 1994, * Miguel Gil, “Amelia Robles, una mujer del estado de Guerrero que) puso su libertad y su vida al servicio dela Revolucion en el sur”, El Univers sal, 14 de abril de 1927, INOCULTABLES REALIDADES DEL DESEO ry persona transgénero, una forma de identificacion subjetiva {que implica la adopeién de la apariencia corporal y el papel social de género asignado al sexo opuesto. La identidad se- ual lesbiana se define como una inclinaci6n ertica hacia personas del mismo sexo, lo que no implica necesariamente un deseo de transgenerizarse, es decir, cambiar de identi- dad de género, de aspecto fisico o de anatomfa sexual. El icrmino lesbianismo, desde luego, no es sinénimo de mas- culinizaci6n pero tampoco excluye la posiblidad de adoptar una identificacién masculina. Sin embargo, las categorias de identidad son flexibles; no son espacios herméticamente scllados. Durante su transicién, Amelia Robles podria ca- racterizarse como una lesbiana hombruna y luego se trans- formé en una persona transgénero con una identidad mas- culina. Las identidades transgénero varian en grado y perdura- bilidad y Amelio Robles se ubicaba en un extremo del es- pectro: sentfa una insatisfaccién profunda con su género y anatomfa sexual y deseaba cambiar su aspecto. Hoy en dia algunas caracteristicas sexuales pueden modificarse a tra- \és de procedimientos quintirgicos y terapias hormonales; lat nologia médica para cambiar de sexo estuvo disponible en algunas instituciones de los Estados Unidos y Europa desde mediados del siglo xx, cuando el término transexual se acufié para referirse a las personas que reciben terapias médicas que transforman su anatomfa sexual. Sin embargo, cl término transexual es inadecuado para describir a Robles ya que su cambio de identidad no requirié de cirugia ni de hormonas. Sin embargo, su insatifacci6n con su identidad, aspeeto fisico y anatomfa femenina quizés fue tan intensa como la de aquellas personas que se someten a tratamientos ™édicos para lograr que su cuerpo se asemeje en alguna me- ida a su configuracién subjetiva.® Meyerowitz, 2002, pp. 5 v 9-10.

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