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HISTORIAS DE VIDA
ANTAURO
Vamos a imaginar cémo seria la vida de este chico inca. Tenemos que ima-
ginarlo porque 1a vida de la mayor parte de la poblacién aborigen transcu-
rria en el anonimato. Aunque podemos saber cudles eran sus costumbres
y su forma de organizacién social, politica y econdmica, casi no conocemos
historias personales, porque lo que importaba no eran los individuos, sino
la comunidad, la famitia
ntauro vivia en las
7 | muy alta entre dos rios
e MAque ahora se laman
Maraiién y Huallaga, ubicados en
el norte del Perd, Su ayllu tenia una
porcién de la tierra en la que tra-
bajaba toda la comunidad. En esas
tierras cultivaban maiz y papa.
Sin embargo, necesitaban pro-
ductos que alli no se podian obte-
ner, porque el clima no lo permitia.
Entonces, el padre de Antauro y
‘otros miembros del ayllu se trasla-
daron a otra zona.
‘Muchas poblaciones hacian eso,
porque en las montafias el clima
cambia con la altura, y entonces se
pueden cultivar distintos produc-
tos a diversas alturas.
La comunidad de Antauro tra-
bajaba en cuatro zonas con carac-
teristicas geogréficas diferentes. En
las tierras que estaban arriba del
pueblo habia salinas y pastos, era
‘un buen lugar para criar las llamas,
tan utiles; ademas, la extraccién
de sal les daba un recurso extra,
porque podian intercambiarla por
otros bienes. Debajo de su comuni-
dad estaban las zonas de cultivo de
algodén y ajies. Finalmente, debajo
de los algodonales habia bosques,
de donde obtenfan madera y otros
productos, como la miel.
Mientras su papa no estaba,
Antauro cuidaba a su mamé, que
era una tejedora muy buena, y a su
hermanita, y trabajaba en los culti-
vos de papa y maiz.
Pero un dia su vida cambi6. Un
funcionario del Inca leg6 al pueblo
buscando servidores para el sobera-
no y lo eligié para levarlo a Cuzco.
Antauro no queria irse, pero era una
decisién que no podia ser discutida.
Emprendié su viaje hacia Cuz-
co, sin poder despedirse de su pa-
dre y dejando a su madre y a su
hermana. El viaje fue largo; cada
tanto paraban en los tambos, unas
habitaciones donde los viajeros
podian alojarse y encontraban ali-
mentos. Por suerte, los caminos
estaban muy bien cuidados, ya
que el emperador le daba mucha
importancia a la comunicacién en
el interior del Imperio.
Cuando legé a Cuzco no po-
dia creer lo que veia: el templo,
la vivienda del Inca y las casas de
los funcionarios, jeran increibles
comparadas con la casa de su fa-
milia en el campo!
Pero pronto comprendié que su
vida no seria facil; de ahi en més
seria un yanacona, una persona
extraida de su ayllu; jhabia perdi-
do a su familia!