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En los capitulos siguientes el lector encontraré, ilustradas, todas estas generalizaciones. Veremos en ellos al salvaje luchando para satis- facer ciertos deseos, para alcanzat cierto tipo de valores, para seguit el camino de su ambicién social. Lo veremos entregado a peligrosas y di ciles empresas, consecuencia de una tradicién de proezas magicas y he- roicas, Le veremos siguiendo el reclamo de sus propias leyendas. Cuando Teamos el relato de estas costumbres remotas, quiza brote en nosotros un sentimiento de solidaridad con los empeiios y ambiciones de estos ind#- genas. Quitd comprenderemos mejor la meatalidad humana y eso nos ‘atrastze por caminos nanea antes hollados. Quizé la comprensién de la naturaleza humana, bajo una forma lejana y extrafia, nos permite aclarar nuestra propia nacuraleza. En este caso, y solamente en éste, tendremos la legitimia conviccién de que ha valido la pena comprender a estos indige- nas, a sus instituciones y sus costumbres, y que hemos sacado algin provecho del Kula. LA MAGIA DEL BTNOGRAFO. EL TRABAJO DE CAMPO EN LA ANTROPOLOGIA BRITANICA DESDE TYLOR A MALINOWSKI* George W. Stocking, Jr. Enel trato informal de la vida cotidiana de fa disciplina, los antropélogos a veces hablan de s{ mismos con términos que tradicionalmente se apli- can a los grupos tribales de las sociedades folk. Como estas sociedades son entidades que el discurso profesional mas riguroso tiene como pro- bleméticas, uno duda a la hora de sugerir que una comunidad investiga- dora haya asumido alguna de las caracteristicas de su tema de estudio. Y sin embargo hay semejanzas, especialmente en relacidn a lo que podsia contemplarse como la experiencia constitutiva de la antropologia social y cultural —en an sentido miltiple, puesto que distingue a la disciplina, Cualifica a sus investigadores y crea ¢| cuerpo primario de sus datos empiricos—. Incluso en un tiempo en el que empieza a ser cada vez més diffcl llevarlo a cabo en los términos tradicionales, el trabajo de campo por observacién participante, preferiblemente en un grupo social de re- faciones cara a cara bien diferente del de los investigadores, es Ja scfial distintiva de la antropologfa social y cultural (Epstein 19675 Jaxvie 1966; GS 1982). Como ritual central de la tribu, el trabajo de campo es materia de tuna considerable elabozacién mitica. Aunque hay versiones variantes del mito fundacional en las diferentes tradiciones nacionales antropolé- gicas (Usty, sf), hay una que ee tan ampliamente conocida, que no re~ Guiere historia, incluso para los no antropélogos. Su héroe es natural- mente el cientifico polaco Bronislaw Malinowski, quien, intemado como enemigo en Australia durante la Primera Guerra Mundial, pas6 dos + De wthe Hhnographe’s Magi: ihtvork in Bri Andhopology fom Tyla to Malisowskin, ex. W. Stocking Je (0d), Obarer obsered. Essays on thngraphe Pleldvorky The Unive of ‘Wheomsn Pesy Madison, 1983, pp. 70-120. Tradveién de Honorio M, Velsco Mall y Ange! Diaz de Rac, oeonce w. STOCKING. JR afios viviendo en una tienda entre los islefios de las Trobriand y cuando volvié a Gran Bretafia se trajo el secreto del éxito de la investigacion an- tropologica (Kabery 1957; Leach 1965; Powdermaker 1970). Aunque ‘Malinowski habia perdido en los 60 su stattes como teérico de la antro- pologia (Firth ed. 1957; Firth 1981; Glickman 1963), su lugar como héroe cultural mftico dei método antcopolégico fue confirmado una vez mis y se vio irremediablemente comprometido con la publicacién de sus diatios de campo (BM 1967), que revelaron a una progenie de horrori- zados Marlows que su Mistah Kurtz habfa alimentado secretamente apasionados sentimientos agresivos hacia los «negrosr con quienes vivié ¥ trabaj6, cuando aun no habia salido del coraz6n de la negrura para te- fornar a compartic hermandad blanca y civilizada con los pescadores de perlas y Jos comerciantes locales (ver Geertz, 1967; Conrad 1902). Ta desilusion ha disparado un pequefio cuerpo de literatura, ya para cescatbar en los pies de barro del héroe (Hsu 1979), ya para intentar lim- piar su imagen [una empresa que incluye los intentos esforzados por su- geri que él jamés habia pronunciado la palabra injuriosa (Leach 1980)]. Pero nadie ha llegado tan lejos como para probar histéricamente los ori- genes miticos de la tradicion malinowskiana del trabajo de campo. Este ensayo (cf. GS 1968a; 1980a) no tata de desbancar ni de defender a nadie, simplemente intenta situar la aventura trobriandesa de Mali- nowski en el contexto del primitivo trabajo de campo britdnico, y mos- tar cémo su éxito —y su automitificacién— contribuy6 a otorgarle esa especial autoridad que le reconoce la tradicién antropolégica moderna (cf. Clifford 1983). EN LA ASOCIAGION BRITANICA: DEL SILLON AL CAMPO Comencemios por la situacién del método antropol6gico antes de que el héroe cultural apareciera en escena, porque tambien esto es parte del mito cuando teatamos de hacer historia. Un buen momento para empezar es el afio antes del nacimiento de Malinowski, momento que en el tiem- po mitico forma parte del periodo pre-prometeico, cuando los titanes evolucionistas, sentados en sus sillones, acumulaban datos etnogrificos a partir de los informes de viaje para documentar esa vision que tenfan Acerca de los estadios de la creacién de las formas culturales humanas. Los principales y primeros enunciados de la antropologia evolucionista (ver McLennan 1865; Tylor 1871) se basaban esencialmente en este tipo de informacién, pero también estos antropol6gos se preocupaban se rlamente por comprobar la cantidad y calidad de los datos empiticos. Su aproximacién inicial al problema, ya en 1870, habia sido formulada en la preparacién del Notes and Queries, una guia que se hizo «con el &nimo de promover una cuidadosa observaci6n antropolégica por parte de los viajeros y de capacitar a quienes no son antcopdlogos para pro- porcionar el tipo de informacién que es deseable en un estudio cientifico de antropologia realizado en casa» (BAAS 1874:iv). Al asumir que los datos empiricos acimulados por los gentlemen amateurs podrian supo- tier una base paca las investigaciones mds sisteméticas de Ins académicos ¥ cientificos metropolitanos, los antrop6logos estaban en realidad si- guiendo las huellas de otros cientificos de la etapa victoriana (cl. Urry 1972). Pero hacia 1883 los acontecimientos se habian precipitado de forma tal que los componentes empiricos y teéricos de Ja investigacion antropoldgica tendfan a aproximarse. En esa época, E. B. Tylor, que acababa de llegar a Oxford en calidad de Conservador del Museo de la Universidad y Lector de Antropologia, tenfa correspondencia regular con gentes de ultcamar que estaban en dis- posicion de recoger datos etograficos de primera manto —especialmente Eon el misionero y etnégrafo Lorimer Fison (EBTP: LIVEBT 1879-96)—. ‘Aunque el cargo de Tylor no implicaba una docencia regular ditigida a estucliantes para su formacién como trabajadores de campo en antropo~ logia, seguian sus lecciones determinadas personas que tenjan asuntos en las colonias y que proporcionaron significativos datos etnogrificos. Entre ellas estaba cl misionero en Melanesia Robert Henry Codrington y el explorador de Guayana (y después oficial de la colonia) Everand Im ‘Thur (EBTP: registros de leccioness Codrington 1891; Im Thurn 1883). ‘Ademas, cuando la antropologia logré status pleno como seccidn en Ia ‘Asociacion Britanica en1884, Tylor acometié la empresa de establecer un Comité «con el propésito de investigar y publicar informes sobre carac- teres fisicos, lenguas, y condiciones industriales y sociales de las tribus noroccidentales del Dominio de Canada» (BAAS 1884slxxii; ch Tylor 1884}. Fue fundado teniendo como modelo el Bureau de Emologfa de Es- tados Unidos, que ya «habia enviado agentes cualificados a residit entre las tribus occidentales con el fin de realizar estudios filolégicos y antropolégicos», y, ast, el Comité comenz6 preparando una «Circular de investigacin» para uso de oficiales, misioneros, viajezos y otros, «pro~ lives a poseer y obtener valiosa informacién. Los datos asi obtenidos iban a sex editados y sintetizados por Horatio Hale, cuya «experiencia y capacidad en tales iavestigaciones> era probada, dado el papel que habia desempefiado en la Expedicién Exploradora Americana unos cineuenta afios antes (BAAS 1887:173-74). i ‘Motivada por el primer cuestionario de Ia Asociacion Britdnica, ya dado a Ia imprenta, fa nueva Circular del Comité estaba profusamente Cargada de apreciaciones de otientacion teorica, con las que especial- mente Tylor habfa embellecido su seccién de Notes and Queries (BAAS 1874:50, 64, 66). Aunque Tylor (aparentemente el autor principal) pre~ tendia llevar Ia publicacion hacia sus muchas manifestaciones supuesta- mente empiticas, la Circular no contiene mencién explicita alguna al animismon. Y, fo que es més sorprendente, a quienes intenten alcanzaz tel extrato teoldgico en la mente salvaje» se les advierte que no formulen preguntas «metatisicas» y por el contrario se les urge a que observen «los Titos religiosos cuando se produzcan y que luego pregunten qué es lo que

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