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Yee espafiola de ERNESTO LACLAU RESTO Tica y CHANTAL MOUFFE HEGEMONIA Y ESTRATEGIA SOCIALISTA Hacia una radicalizacién de la democracia FONDO DE CULTURA ECONOMICA MEXICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE - ESPANA ESTADOS UNIDOS DE AMERICA - GUATEMALA - PERU - VENEZUELA Primera edici6n en inglés, 1985 Primera edicion en espatol, 1987 Segunda edicisn en espafol (FcE,Argencina), 2004 Primera reimpresién, 2006 ‘Titulo original: Higemony and soi strate Tower rail democrat pois ISBN de Is ediciSn original: -95984.330-1 © 1985, Verso, Londres 1D. R,® 2004, Fonpo Dr CULTURA ECONOMICA DE ARGENTINA S.A. E] Salvador 5665; 1414 Buenos Aires fondo@fce.com.ar / www fee.com.ar ‘Av. Picacho Ajusco 227; 14200 México D. F. ISBN 950557.595.5 Fozocopiar libros estd penado por ley Prohibida su reproduccibn total o parcial por eualquier medio de impresién o digital, en forma identica, extractada 0 modihicada, en castellano o en cualquier otro idioma, sin la autorizacién expresa de la editorial. IMPRES0 EN ARGENTINA - PRIAT:D iN AneiTINA Hecho el depSsito que marca la ley 11,723 PREFACIO A LA SEGUNDA EDICION EN ESPANOL Hegemonta y esrategia socialista fur publicado originariamente en 1985 y ha estado, a partir de entonces, en el centro de muches discusioncs tedricas y politicas importantes, tanto en el mundo anglosajén como en otras partes. Muchas cosas han cambiado desde aquel tiempo en la escena contempord- nea. Para referienos tan sélo a los desarrollos més importantes, es suficiente mencionar el fin de la Guerra Fria y la desintegracién del sistema sovigtico. A esto debemos afiadir las dristicas transformaciones en la estructura social aque escn en la ratz de nuevos paradigmas en la conseitucién de identidades sociales y politicas. Para percibir la distancia epocal entre el comienzo de los afios ochenta, cuando este libro fue originariamente escrito, y el presente, ce- zemos tan solo que recordar que, en aquel tiempo, el eurocomunismo era to- davia visto como un proyecto politico viable que iba mas ald tanto del leni- uw como de la socialdemocracia, en tanto que, a partie de entonces, los debates principales que han absorbido la reflexion intelectual dela izquierda han sido aquellos centrados en los nuevos movimientos sociales, en el multi- culcuralismo, en ls globalizacién y en la desterritorializacién de Ia economia, yen el conjunto de problemas vinculados con la cuestién de la posmoderni- dad. Podriamos decir ~parafraseando a Hobsbawn— que el “corto siglo XX” concluyé en alggin punto a comienzos de los afios noventa y que hoy cn dia encaramos problemas de un orden sustancialmente nuevo. Dada la magnitud de estos cambios epocales, nos sorprendimos, al ir so- bre las paginas de este libro no tan reciente, al advert lo poco que tenfamos que poner en cuestién respecto de la perspectiva intelectual y politica que en se plantea. La mayor parte de lo que ha ocutride desde entonces ha segui- do de cerca cl camino sugerido en nuestro libro, y aquellos problemas que eran centrales para nuestras preocupaciones en aquel momento han pasado a ser cada ven. més prominentes en las discusiones contemporéneas. Podriamos incluso decir que hoy vemos la perspectiva teérica desarrollada en aquel en- tonces ~centrada como lo estaba en la matriz gramsciana y en la centralidad Ed Sa PRATECHA SOCAALISTA, de la categoria de hegemonia~ como un enfoque més adecuado a los proble- ‘mas contempordneos que el aparato intelectual que ha acompafado a menu- do las discusiones recientes sobre la subjerividad politic, sobre la democracia yy sobre las derivas y las consecuencias polticas de una economia globalizada. Esta es la razén por la que queremos recapitulas, como introduccién a esta se gunda edicin, algunos puntos centeales de nuestra intervencién teérica, y contraponer algunas de sus conclusiones politica a ciertas tendencias recien= tes en la discusién en rorno 2 la democracia, Comencemos por decir algo acerca del proyecto intelectual de Hegemo- la... ¥ de la petspectiva ceérica a partir de la cual fue escrito. En la mitad de F997 af los afios setenta, la teorizacién marsisea habia llegado, claramente, a.un pun to muctto, Después de un perfodo excepcionalmente tico y creativo en los afios sesenta ~que tuvo su epicentro en el althusserianismo. pero también en un renovado interés en Gramsci y en los teéricos de la escuela de Pranefort—. los Itmites de esa expansién comenzaban a set claramente visibles. Habia un hiato creciente ence la realidades del capicalismo contempordneo y lo que el ‘marsismo podia legitimamente subsumir bajo sus propias categorias. Bs su- ficiente recordar las contorsiones erecienterente desesperadas que tuvieron lugar en corno a nociones tales como “determinacién en la ilima inseancia” y “autonomia relativa’. Esta situacién, en su conjunto, dio lugar a dos tipos de actitud: 0 bien negar los cambios y rettaerse—de modo muy poco convin- ‘cente- en un bunker ortodoxo, o bien adicionar, ad hoa, anlisis desceiptivos de las nuevas tendencias que eran simplemente yuxtapuestos, sin integracién, ‘8 un corpus teético que se mancenta sin cambios sustanciales, Nuestro modo de tratar la tradicién maruista fue enteramente diferente, y podria quizds formularse en cérminos de la distincién husserliana entre “sedi- mencacién’ y “reactivaci6n’, Las eategorias tedricamence sedimentadas son aquellas que ocultan sus actos de instirucién originaria, en tanto que el mo- anento de la reactivacion hace nuevamente visibles esos actos. Para nosotros ~oponidndonos aqui a Husser]~, esta reactivacién debe mostrar la contingen- ia originaria de aquellas sintesis que las eategorfas marxistasintentaban esta- blecer, En lugar de adherinnos a nociones tales como “clase”, la triads de nic veles (lo econdmico, lo politico y lo ideoldgico) o la contradiccién entre fueczas y telaciones de produccién como fetiches sedimentados, lo que ineen- tamos fue revivir las precondiciones que hicieron posible su operatividad dis- cursiva, y nos interrogamos acerca de sit continuidad o discontinuidad en el capitalismo contemporinco, El resultado de esta operacién fue el percibir que PIERACIO A LA SEGUNDA EDICION EN ESPANOL 9 al eampo de la teorizacién macxista habla sido mucho més ambivalente y di- ventificado que el rravestido monolito que el marxisme leninismo presentaba eomo historia det marxismo. Esto debe ser afirmado sin ambages: el efecto wdrico perdurable del leninismo ha sido un brutal empobrecimiento del cam- po de la diversidad marxista. Mieneras que al final del perfodo de la Segunda Internacional os campos en que la discursividad marxisa operaba habfan pa- tado a ser crecientemente diversificados ~en un espactro que, especialmente an el austromarxismo, se extendia desde el problema de los intelectuales a la cuestién nacional, y de las contradicciones internas de Ia teoria del valor a Ia telacién entre socialismo y ética-, la divisién del movimiento obrero inter- hracional y la reorganizacién de su ala cevolucionaria en torno a la experien- cia soviética condujeron a la discontinuidad de este proceso creativo. El caso patético de un Lukcics, que enfeud6 su innegable capacidad incelectual a la consolidacién de un horizonte tedrico politico que no iba més alld del con- junco de estereotipos de la Tercera Internacional, ¢s extremo pero ciertamen- te no tinico. Es importante mencionar que muchos de los problemas con los ‘que se enfrenta la estrategia socialista en las condiciones del capitalismo tar- dio ya estin contenidos, in nuce, en el austromarxismo, pero tuvieron poca continuidad en el periodo de entregucrtas, Sélo cl cjemplo aislado de Grams- ci, escribiendo desde Las cérceles mussolinianas, puede ser citado como un punto de partida cuyo nuevo arsenal de conceptos guerra de posicidn, blo- que histérico, voluntad colectiva, liderazgo intelectual y morales el punto de arranque de nuestras reflexiones en Hegemonia y estrategia socialista. Revisitac ~reactivar- las categorias marxistas a a luz de esta serie de nue- vos problemas y desarrollos cenia que conduc, necesariamente, a deconstruir aquéllas ~es decic, a desplazar algunas de sus condiciones de posibilidad y a desarrollar nuevas posibilidades que erascienden todo aquello que puede ser earacterizada como aplicarién de wna earegnela—. Schemas, por Wirrpensre que no hay algo como la “aplicacién de una regls” —la instancia de la aplica~ cidn es parte de la propia regla~. Releer la teorfa marxista a la huz de los pro- blemas concemporincos implica necesariamente deconstruir las categorias centrales de esa teorla. Esto ¢s lo que ha sido denominado nuestro “posmar” ., xismo”, Nosotros no inventamos este réculo ~€ aparece slo marginalmente (yno como rétulo) en Ia introduccién de nuestro libro~. Pero puesto que se ha generalizado como caracterizacién de nuestra obra, podemos afirmar que no nos oponemos a dl en la medida en que se lo entienda correctamente: tanto ‘como proceso de reapropiacién de una tradicién intelectual, como de it mis

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