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Filosofia Immanuel Wallerstein Las incertidumbres real cele yo e reeth BSC e Serie CLA‘DE-MA rear cer iitelir) Immanuel Wallerstein Las incertidumbres del saber Las incertidumbres del saber es la continuacién del trabajo que Immanuel Wallerstein realiza desde hace mas de una década con el propésito de explicar la crisis de] conocimiento en el pensamiento intelectual de hoy. El autor sostiene que las Pep CeleteRel Ciel nett ee a Wate e ren MoM Lee Lec er Yel Roumnied teers we Cc adopta el supuesto de que el conocimiento es una certeza que nos sirve para explicar el mundo social. Sin embargo, para Wallerstein, tal postura no es la mas adecuada, y él ofrece a cambio una nueva concepcion de las ciencias sociales cuya Se TalCele 0) lo ure eS LUN ERE MCS eCeode(s tne) yc Desde la institucionalizacién de las ciencias sociales, que crecieron a fines del siglo XIX bajo la sombra del predominio cultural de la ciencia newtoniana, Wallerstein describe el proceso que derive en una concepcién determinista del mundo, central para la ciencia moderna. Alejado de todo cientificismo, y en favor de una idea de la ciencia donde las probabilidades tienen mayor cabida que PE Racat ees Uomo yc) rele eee mi a Co eSR cur Ow stall aca Un ae ler cepciones de la realidad que ofrecen los parametros del saber incierto. Slo asi, asegura, s¢ podran analizar las alternativas hist6ricas que el presente posce. «Immanuel Wallerstein es un historiador muy respetado y, ademas, un visionario: Irae rel ste Keren star Ta teleRelird Rue rans aerate Ms a tacacare Many Ecco ca eficaz, ideas radicales y notable erudicién desafian los modelos tradicionales del discurso académico» William H. McNeill, Diplomatic History «Wallerstein recurre a su erudicién en materia histérica ya sus formidables cono- Feta tcencuelwe Bete Us co MUA ecco s celcen eRe Ait acc eC atC uC Le lane Calera) Eo loF aU ecec ere (es tes OTe CMe Le ear EU eer ecu eau cend Ice Be Mel cod Immanuel Wallerstein nacié en Nueva York en 1930. Es uno de los cientificos sociales mas destacados del momento. Es director del Centro Fernand Braudel de la Universidad de Binghamton oer eiscn aceme a MeL ante t fh OM EC t ata Cele CONN BON Le eRe LLL Le AOC ME aR LLL SLL FAT ROL COS SS CoCe 9 Masas7lasno0s RDrST Ty Immanuel Wallerstein LAS INCERTIDUMBRES DEL SABER CiLAsDE*MA Filosofia CLAaeDEeMA Filosofia SEYLA BENHABIB CORNELIUS CASTORIADIS Ernst TUGENDHAT Ernst TUGENDHAT Ernst TUGENDHAT ERNST TUGENDHAT Ernst TUGENDHAT Mario BUNGE HANNAH ARENDT Fina Birutés (comp.) RICHARD RortTy ALAIN Bapiou MartTIN HEIDEGGER EDGAR Morin Guties DeLeuze Los derechos de los otros Extranjeros, residentes y ciudadanos Los dominios del hombre Las encrucijadas del laberinto Egocentricidad y mistica Problemas Ser-verdad-accién Ensayos filos6ficos Lecciones de ética Didlogo en Leticia Crisis y reconstrucci6n de la filosofia Tiempos presentes Hannah Arendt: El orgullo de pensar Filosofia y futuro Breve tratado de ontologia transitoria Introduccién a la metafisica Introduccién al pensamiento complejo Empirismo y subjetividad LAS INCERTIDUMBRES DEL SABER Immanuel Wallerstein gedisa Titulo del original: The Uncertainties of Knowledge © Temple University, 2004 © Immanuel Wallerstein, 2004 Traduccién: Julieta Barba y Silvia Jawerbaum Tlustraci6n de cubierta: Juan Santana Primera edicién: septiembre de 2005, Barcelona Derechos reservados para todas las ediciones en castellano © Editorial Gedisa, S.A. Paseo Bonanova, 9 1°-1* 08022 Barcelona (Espafia) Tel. 93 253 09 04 Fax 93 253 09 05 Correo electrénico: gedisa@gedisa.com http//www.gedisa.com ISBN: 84-9784-090-9 Depésito legal: B. 44436-2005 Impreso por Gersa Tambor del Bruc, 6 - 08970 Sant Joan Despi (Barcelona) Queda prohibida la reproduccién total o parcial por cualquier medio de impresién, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o en cualquier otro idioma. A la memoria de Ilya Prigogine (1917-2003), cientifico, humanista y académico. Indice Introduccién. Las incertidumbres del tiempo .............. PARTE I: LAS ESTRUCTURAS DEL SABER 1. A favor de la ciencia, en contra del cientificismo Los dilemas de la produccién contempordnea diab 2. Las ciencias sociales en el siglo XXI............6--..00 005 3. El fin de las certidumbres en las ciencias sociales . . . . 4, Braudel y la interciencia {Un predicador en una iglesia vacia’ 5. El tiempo y la duracién El medio no excluido, o reflexiones sobre Braudel y Prigogine ..........062.000ece0eeeen ees El] itinerario del andlisis de los sistemas-mundo o cémo resistirse a la construccién de una teoria ........ 2 23 a 55 65 75 PARTE II: DILEMAS DISCIPLINARES 7. La historia en busca de la ciencia ........--.66+++--0005 7 8. La escritura de la historia .............-.2 20.000 ee eeee 109 9. Culturas globales: zsalvacién, amenaza o mito? ......... 121 10. De la sociologia a la ciencia social histéric obstaculos y perspectivas ..... 6.6. 0cseeeeeeeeeenevees 129 11. La antropologga, la sociologia y otras disciplinas dudosas .........6..0sc0eeeeeeeeees 141 Reconocimientos 159 INOTAS csr teteetete ieee ereceeeeceee Eeiet eter a ies seeaetet eerie 161 BIBLIOGRAFIA «0... 0... eee eee cee ee eee r er tect en ceeeeee 167 Introduccién Las incertidumbres del tiempo En la mayoria de los sentidos, el tiempo nos parece algo seguro. Hoy en dia, todo el mundo tiene reloj y puede medir el paso del tiempo. Sin embargo, en realidad nada es menos certero. No es que sea una ilusién social, pero esta bastante cerca. Consideremos lo siguiente. Todos vivimos en el presente, y la mayoria de nosotros cree saber, 0 saber mejor que nadie, lo que sucede en este preciso instante, al menos en el entorno que nos rodea. No obstante, el presente es la realidad mas evanescente de todas: se termina en el preciso momento en que aconte- ce. No puede volver a captarse y su registro posible es, en el mejor de los casos, ultra parcial. Se lo recuerda mal; su recuerdo y su registro pueden falsearse con facilidad. Es raro que dos testigos de un mismo suceso lo observen dela misma forma, y mucho més extrafio atin que lo recuerden de idéntica manera. Y sin embargo, vivimos en el presente y todo el tiempo tomamos decisiones, y nuestras acciones individuales y colectivas tienen efectos en el presente. Quizé nada nos importe tanto como el presente. Para tomar decisiones individuales y colectivas en el presente, recurrimos al pasado. Pero, gqué es el pasado? En realidad, el pasado es lo que, des- de el presente, creemos que es. Por supuesto, hay un pasado real, pero siempre lo miramos desde el presente, con la lente que queramos apli- carle. Y, claro est, la consecuencia es que cada uno de nosotros ve un pasado distinto. Vemos pasados distintos como individuos, como miembros de un determinado grupo y como académicos. i No solo vemos pasados distintos sino que ademas queremos impo- ner nuestra visién del pasado a todos los demés individuos. La impor- tancia de esa imposicién radica en que las imagenes modales de cual- quier momento del pasado son un factor determinante en las acciones de cualquier momento del presente. Mas atin, las imagenes modales del pasado no son estables sino que cambian permanentemente, casi a la misma velocidad que el presente, y esto se debe a que las acciones del presente obligan a reinterpretar el pasado. En ese sentido, la politica del presente es insistente y persistente. Los gobiernos discuten sobre el pasado, los movimientos sociales discuten sobre el pasado, los acadé- micos discuten sobre el pasado. Y esas discusiones no son debates amables y desapasionados sino, por el contrario, feroces, iracundos, y hasta mortiferos a veces. Y nunca se resuelven. A lo sumo, se llega a un amplio consenso temporario, un consenso que nunca cuenta con el acuerdo de todos y que tiene una duracién en extremo limitada. ‘Ahora bien, qué sucede en el caso del futuro? Frente a la naturale- za efimera del presente y el carécter mutante del pasado, muchos se re- fugian en el futuro, adonde acuden en busca de certezas. La base cierta del futuro puede ser teolégica, politica o cientifica. Pero, como el futu- ro no ha ocurrido todavia, nunca puede asegurarse que las predicciones sobre él han sido correctas. Por su naturaleza intrinseca, las escatologias no pueden verificarse. La fe en el futuro ha cambiado con el tiempo. En los siglos x1x y XX fue inusitadamente firme. Pero hacia el final de esa época, el mundo se vio inundado por una ola de desencanto que llevé a muchos a abandonar su fe. De todos modos, siempre hay quienes si- guen invirtiendo sus esperanzas en las certezas del futuro. De modo que asf estamos. No podemos conocer el presente, no po- demos conocer el pasado, no podemos conocer el futuro. ¢Qué lugar nos queda, entonces? Mas especificamente, i qué lugar les corresponde a las ciencias sociales, que supuestamente se dedican a explicar la rea- lidad social? Les corresponde una posicién muy dificil, dirfa yo. Pero no sin recursos, sin embargo. Si consideramos la incertidumbre como la piedra angular para construir nuestros sistemas de saber, quiz4 po- damos construir concepciones de la realidad que, aunque sean por naturaleza aproximativas y nunca deterministas, serfan herramientas heuristicas titiles para analizar las alternativas historicas que nos ofre- ce el presente en el que vivimos. Este libro constituye un intento de explorar los parametros de ese saber incierto y de proponer formas de aumentar su valor y volverlo ms pertinente para las expectativas, pasiones y necesidades individua- les y colectivas. La ciencia es una aventura y una oportunidad para to- dos, y todos estamos invitados a participar en ella, a construirla y a co- nocer sus limitaciones. 12 PARTE I LAS ESTRUCTURAS DEL SABER A favor de la ciencia, en contra del cientificismo Los dilemas de la produccién contemporénea del saber En la actualidad, la ciencia esta en la mira. Ya no goza del prestigio in- discutido que ha tenido durante dos siglos como la forma més segura de la verdad, que para muchos constitufa la tinica forma segura de la verdad. Nos habiamos acostumbrado a pensar que porque la teologia, la filosoffa y la sabiduria popular ofrecfan verdades discutibles, sola- mente la ciencia podia ofrecer certezas. Los cientificos dicen con mo- destia que todas las afirmaciones cientificas estin sujetas a revisién si surgen nuevos datos, con lo que parecen diferenciarse de las demas for- mas de asercién de la verdad, que los cientificos tildan de ideol6gicas 0 especulativas o tradicionales o subjetivas, y por lo tanto, menos (mu- cho menos) fiables. Para muchos, el rétulo de «cientifico» y el de «mo- derno» se transformaron casi en sinénimos, y para casi todos, esos ré- tulos eran dignos de elogio. En los uiltimos 20 afios, sin embargo, se ha puesto en la mira ala ciencia, tal como los cientificos habian hecho antes con la teologia, la filosofia y la sabiduria popular. Hoy en dia se la acusa de ser ideo- logica, subjetiva y poco fiable. Se afirma que es posible distinguir en la teorizacién de la ciencia muchas premisas a priori que no reflejan més que las posturas culturales dominantes en cada época. Se dice que los cientificos manipulan los datos y que, por ende, manipulan la cre- dibilidad del pablico. En la medida en que esas acusaciones tengan aa sustento, pondrian a los cientificos en el banquillo en el que deberian escuchar los mismos juicios criticos culturales que ellos han hecho es- cuchar a los demas. Sin embargo, algunos criticos llegaron més lejos y propusieron que no existen las verdades universales y que todas las afirmaciones de saber son necesariamente subjetivas. La reaccién de los cientificos a es- ta critica tan fuerte, a esta expresién de total relativismo, consistié en denunciar que esos ataques eran producto del retorno de la irraciona~ lidad, Algunos cientificos han ido més lejos atin y afirmaron que inclu- so las criticas moderadas a la ciencia, basadas en un anilisis del contex- to social en el que se desarrolla la actividad cientifica, han sido nefastas, porque fueron la via de acceso al camino que conduce al desastre del relativismo nihilista. En el plano cultural, esa es la situacién en que nos encontramos. Es- tamos inmersos en un intercambio de insultos en medio de la lucha por el control de los recursos y de las instituciones de produccién del saber. Es hora de que nos detengamos a meditar sobre las premisas filos6ficas de nuestra actividad cientifica y el contexto politico de las estructuras del saber. Cémo sabemos que una afirmacién cientifica nueva es valida o al menos plausible? En una realidad en la que la especializacién del co- nocimiento es cada vez mas compleja, para cada enunciado cientifico hay muy pocas personas que tienen la capacidad de emitir juicios ra- cionales sobre la calidad de la evidencia proporcionada o sobre la rigu- rosidad con que se aplica el razonamiento tedrico al andlisis de los datos. Cuanto més «dura» es la ciencia, més se impone lo que acabo de expresar. De este modo, si leemos en una publicacién cientifica no especializada, Nature, por ejemplo, o en un periddico de jerarquia, como Times of India, que el cientifico X manifiesta que ha hecho una nueva contribucién al conocimiento, geémo nos aseguramos de que su aporte es valioso? Solemos usar el criterio de la validacién por parte de autoridades prestigiosas. Colocamos los lugares de publicacién en una tabla de posiciones de fiabilidad y lo mismo hacemos con las personas que comentan la proposicién nueva. ;De dénde salen esas tablas de fia- bilidad en las que ubicamos lo publicado en las revistas especializadas y los comentarios de los académicos cuyas citas se reproducen? No hay documentos escritos donde aparezcan esas tablas; por lo tanto, las tablas de fiabilidad provienen de otras tablas de fiabilidad. Si otras per- sonas «serias» que conocemos aseguran que Nature es una publicacién prestigiosa y fiable, por lo general creemos que es asi. No es dificil ver en qué medida las tablas de fiabilidad implicitas se construyen unas s0- bre otras. 16 éQué hace que no se derrumben como un castillo de naipes? Con- fiamos en la probabilidad de que un gran nimero de «expertos» en un campo acotado del conocimiento estén atentos a lo que dicen sus co- legas y que se harn ofr si la calidad de los datos es pobre, si la calidad del razonamiento no es la adecuada, si no se han tenido en cuenta las evidencias en contrario o, en especial, si ha habido fraude. Por ello se considera que, si los expertos no dicen nada es porque dan su consen- timiento, y ese consenso nos da seguridad y nos lleva a incorporar las nuevas verdades al sistema en que almacenamos el saber. En cambio, cuando los expertos discuten, nos volvemos escépticos respecto de la verdad enunciada. Esto quiere decir que no confiamos en expertos in- dividuales sino en comunidades de expertos autoerigidas. gQué nos hace pensar que una comunidad de expertos que habla mas 0 menos con una Unica voz merece nuestro respeto y aceptacién? La respetamos y aceptamos fundamentalmente porque nos apoyamos en dos supuestos: los expertos se han capacitado en instituciones que los avalan y dentro de lo posible, no responden a intereses personales. Valoramos esos dos criterios a la vez. Suponemos que el conocimien- to especializado no es facil de adquirir, por lo que requiere una capa- citacién prolongada y rigurosa. Confiamos en las instituciones forma- les, que a su vez son evaluadas segiin escalas de fiabilidad. Suponemos que las instituciones de la misma categoria se controlan entre sf y que, entonces, las evaluaciones mutuas en el nivel mundial aseguran la fia- bilidad de las escalas implicitas y explicitas. En resumen, confiamos en que los profesionales tienen la capacidad adecuada y, en particular, la capacidad para evaluar nuevos enunciados de verdad en su campo de especializacién. Damos crédito a la reputacién y los antecedentes aca- démicos. Ademis de confiar en sus antecedentes, también confiamos en que los cientificos son relativamente desinteresados. Creemos que ellos, a diferencia de tedlogos, filésofos y portadores de sabiduria popular, es- tin siempre dispuestos a aceptar toda verdad que surja de una interpre- tacion inteligente de los datos, sin tener la necesidad de ocultar esas verdades, ni de distorsionarlas, ni de negarlas. Los escépticos de los uiltimos 20 afios se han concentrado justamen- te en ese supuesto de la combinacién de buena capacitacion y desinte- rés. Por una parte, han sugerido que la capacitacién profesional muchas veces, o siempre quiza, se organiza de modo tal de omitir elementos im- portantes en sus anilisis o de distorsionarlos. Esto es solo en parte fun- cin de las capas sociales de donde provienen los cientificos. Por cier- to, en la medida en que los cientificos de todo el mundo provienen en altisimas proporciones de los estratos sociales dominantes, podria pen- 7 sarse que la seleccién de problemas que debe resolver la ciencia podria sufrir distorsiones. Eso seria muy evidente en las ciencias sociales pero parece haber sido cierto también para las ciencias naturales, De mayor importancia es la eleccién de premisas tedricas o de metéforas, aunque aqui el sesgo no es tan visible sino que aparece velado. Esto Ilevé a los criticos a ahondar en la cuestién del sesgo deliberado (prejuicio) y en la del sesgo estructural 0 institucionalizado (del que los cientfficos pueden no ser conscientes). Si todo esto fuese verdadero, entonces la capacita- cin de los cientificos habria sido inadecuada y hasta negativa. Por cierto, no es cuestién de capacitacién solamente, sino también de normas. La norma de actuar desinteresadamente es central a la ins- titucionalizacién de la ciencia moderna. Incluso cuando algun cientifi- co no respeta esa norma, se supone que la norma es tan fuerte que restringe la tendencia a violarla. Probablemente, actuar desinteresada- mente significa que el cientifico investigara todo lo que requieran la 16- gica de su anilisis y los modelos emergentes de los datos, y estard dis- puesto a publicar los resultados obtenidos incluso si la publicacién afecta las politicas sociales que él apoya o dafia la reputacin de cole- gas que admira. El concepto mismo de desinterés supone que el cien- tifico optar4 por la honestidad sin dudar. Pero claro, en el mundo real las cosas no son siempre asi. Los cientificos estén sujetos a muchas pre- siones externas e internas. Entre las primeras, se cuentan las de los gobiernos, instituciones o personas influyentes y colegas; entre las se- gundas, las de su superyé. Todos nosotros, sin excepcién, actuamos movidos por esas presiones hasta un cierto punto. Ademés, el princi- pio de Heisenberg estd siempre presente: los procesos de investigacién, el procedimiento con el que se hacen las observaciones, transforman al objeto que se investiga. En determinadas circunstancias, lo transfor- man a tal punto que los datos obtenidos no son muy fiables. También debe notarse que los intereses propios de la comunidad cientifica se entrometen en los programas de capacitaci6n. El sistema de certificacién profesional, basado en fomentar la actuacién desinteresada, permite que la comunidad restrinja la entrada a la profesién por motivos que son ajenos al principio de la actuacién desinteresada, 0 incluso an- tagénicos. Ademés, la intromisién politica en el proceso de certificacin (lo contrario de la autonomja de los profesionales) puede tener las mis- mas consecuencias. Es como navegar entre Escila y Caribdis. Pero si la capacitacién y el desinterés en tanto garantias se debilitan cuando se los analiza en profundidad, gc6mo podemos confiar en el pronunciamiento de los expertos? Y si no podemos confiar en sus pro- nunciamientos, ¢c6mo podemos aceptar la validez de sus enunciados, al menos en los campos en los que no somos especialistas? 18

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