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LA MUJER BLANCA por LUIS ENRIQUE OSORIO. -LONOVELA UNIVERSTTARIA N.° 42 10 ctvs, | cs Ibero-Amerikanisches institut http://resolver.iai.spk-berlin.de/IAI00005 1AD002D0000 PreuBischer Kulturbesitz " OBRAS PUBLICADAS La Danza Macabra — Emilio Gouchon Gna Nueva Argentina — Manuel Guiver, hocura de Honor — Benito Lynch Beatriz Liorente — Céoar Carrizo, 1 Foro de fuego — Manuel M. Oliver. Bl Amor de Ulga Vassilieff — Héctor P. Blumberg. La ehca que quiso ser buena — J. Quesadw. Mi Locura — Marcelo Peyret, Las Kemeraldas — Enrique B. Rivarola, La Historia de un Desgraciado — J. J. de Soian Reilly. Cabecita de Novia — Delfor B, Méndex ha Segunda Novia — Horacio Quiroza RU Provecho de un Pecado — José A. dos Santos Lara. Panchita Pizarro — Pilar de Lusarretn, ha Vordgine — Ail-Addé. EL Beso Delator — Enrique Orlandini El Drama de Simén Krasinsky — Abraham Rubel La Alianza — Roque ©. Otamendi. Sin dejar Rastros — Otto Miguel Cione. La Baronesa de Ginen — Rubén N Gente de Circo — Isaac. Morales. Le Porfecta Soltera — Carlos C, Sanguinetti La mujer de Todos — R. Roberto Rochnix Gatedra de Seduccién — Podro Sonderegner (2 partes) ba Ronda de la Maripoea — Manuel Marcin Oliver. Alna de mujer — Delfor B. Méndez, | i | i i La Piedad det Aqua — Alfredo Palacios Mendoza. § i i 4 i i i i i g ' ' i 1 i ! i i i t & Gund, (Agornduy ‘ndndox Barbiery El Gigante Armonioso — Emilio Gouchon Can6. (2 Ternura — Marvelo Peyret Madame — Pilar de Lusurreta. El Olamor de ta Sangre — Abraham Rubel. Mite allé-de In ff — Atilio Garcia Motlid Lag mujeres baratas—Juan José de Soiza Reilly EL dolor injuato. Alberto Larran de Vere Miaterioe da la Subsonciencia — Otto Mirnel Ch FL Pagodo de Blanca Brisson — Héctor Podro. El injerto, rto Rochaix. Nelly. — ‘Tome Ella. — Delfor B. Méndor. Corre Amargo, — Pilar de Lusarreta, En poder de las bestiag—B. Gonzhlez Arvili NUESTRO PROXIMO NUMERO “LA VIRGEN DE BRONCE” Pon HECTOR OLIVERA LaVIE Favorecen la digestion Depositarios: RODRIGUEZ DE LA FUENTE y CEVALLOS 3il U. T. 31, Libertad z CHOCGLATE ATGUITA-EXPRESS PQINSSS | 42.4922) Ibero-Amerikanisches institut http:#/resolver.iai-spk-berlin.de/IAI00005 1AD002D0000 PreuBischer Kulturbesitz ‘LA NOVELA ‘ VNIVERSITARIA CBSAR JOAQUIN GuILLOT ANTONIO J. B. GHIBAUDI Oficina: Corrientes 633 U.T, 331, Flores APARECE TODOS LOS MIERCOLES con una interesante obra de Ios mis destacados atitores argentinos y extranie Agentes directos en Jos principales pun 1 inferior de In Repiibtica y det Extranje BSB SS SSH DOOON Ibero-Amerikanisches Institut http:J/resolver.iai.spk-berlin.de/AI00005 1400200000 PreuBischer Kulturbesitz EOIECEDOOFOSEOFEE SEDER OEDS LUIS ENRIQUE OSORIO Su Bibliografia TEATRO Flor Tardia - Comedia en 3 actos, estrenada en Bogota La Sombra - Comedia en 3 actos, estrenada en Caracas. Al Amor de Ios Escombros * 3 actos, estreiiada en México. Las Raposas - 3 actos, esttenada en México Sed de Justicia - 3 actos, estrenada en Bogoti La Culpable - 3 actos, estrenada en Bogota, Tos Colos del Vantesuna - Gran guignol en an acto jor estrenarse en el Mayo: EI Rozo del Muerto - Gran guignol en 2 actos por es trenarse. El Crimen de unos ojos - dran\a en dos actos NOVELAS Primer Amor - 1.0 que Britla En preparacion: Ef Brujo de la Luna. NOVELAS CORTAS LalBendteién - publicada Lo que agradece una mujer - a Nacional Ia Tragedia de Roudwaz - en sLa Novela del dia Una mujer de honor = por salir en «La N. Semanal Suefios Fugaces - por salir en +La Juventud», afalos Ojos - Los Desterrados - EI Cementerio de Jog Vivos - por salit en «La Novela del diae.- Ven- Sanna del’Amor. POESIAS Frutos de mis Andanzas - Ediciin de “«Repertorio Americano», con prologo de Smitri Ivanovitch Juventud: CROSSE EEE OFFS EEF OEOFOOHESO EHS OEE ES OOOH OED RASS y vty » ANO Il LA NOVELA UNIVERSITARIA LA MUJER BLANCA (NOVELA MEXICANA) POR LUIS ENRIQUE OSORIO (lo, todo lo hubfa enontrado en la ciudad de los pa- lacios los sombreros de anchas alas: amigos, libros, « ina Oliver, um modesto pasar y una paz octaviana. Faltabime sélo un amor para considerarme completamen- te feliz amor llegé... ;Diré que aquél ha sido el inieo de mi vida?... No. Son incontables las veces que m sin saberlo. Hay amores de un segundo y mores de tn siglo, y todos en su variedad eonstelan el ielo de nuestra alma, Pero aqnél fué el mas:intenso, el nis eonseier el mas humano, el que convirtiG a to- dos los otros en pilidos satélites, Cnando pienso en él, reconozeo que mi juventud ha tenido objeto y ya puedo envejecer tranquilamente, en la seguridad de que Hevo a conmigo un reeuerdy inmortal, Toda una vida es poca para afiorar aquella dicha... y aquel dolor Pobre poeta! BI perdié en’ aquella aventura lo tnico que la vida le habia coneedido después de su lirismo: » de carne una yd hueso, Quizé en estos momentos maldiga la hora en que me conocid, recién que llegé a México, En aquella primera entrevista nos sorprendie- “on las tres de la madrngada recitando versos por los dormidos y solitarios eaminos de La Alameda, mientras los Arboles se complacian en eontradecir con su negrura la claridad lunar que blanqueaba las marméreas columnas kel Hemiciclo Judrez Bl poeta Juan Ventura era alto, flaquisimo, metido en 1Ap002D0000 un ket que pareefa formar parte integrante de su na- turaleza, lo mismo que las econchas de los armarillos. Su faz eseudilida y larga, de mirada penetrante y sonrisa iré niea, recibia, meréed a los lentes, un aire doctoral. Su tvente amplia y ovalada arrugé que la ce ja derecha se levantaba en arco, mientras !a otra per manecia inméyil 8 si—deciame Ventura terminando de reeitar un poema para continuar con una confidencia—Esta es tie- rra de mujeres... Aqui ¢ atraris algo mejor que las melenitas neoyorquinas que te tienen tan sorbido el se- so... Hay que ir, como yo, mis alla de la superfieie... ; Como yo! La sonrisa del poeta era desbordante de satistaccién —Mafiana—eontintia,—conoeerafs a mi media naranja Vendré con el i Abase eada v a-cenar a tu hotel Bueno estaba que Juan Ventura se enorgulleciese de haber deseubierto un tipo ideal. Pero eso de aprovechar el hallazgo para introducirlo a los amigos a la hora di la comida, después de haberles dado un sablazo, resulta ba un hecho de dude speré de mala g aquella visita, tanto més ante la espectativa de que el poeta se me presentase con Mimi de un brazo, y la obra inédita debajo del otro. El poco interés de la espera se iba trocando en som nolencia,-cuando vi aparecer a través de los cristales de mi aposento el rostro largo y eseudlido del poeta, dibu- jado sobre las sopalas manehadas del jacket. —; Avanti! Entreabriése la, puerta, y Juan Ventura se hizo a un lado para dar paso a una mujeréita menuda, eubierta por gris abrigo de astracin, cuyo cuello le envolvia el rostro hasta la altura de los ojos, unos ojos de verde acei- tuna que me miraban con festival curiosidad; unos ojos de princesa peeaminosa, de edad indefinible. Del gorro desbord&banse unos risos berme; an la ori ginalidad de la m Una manecita pequefia, blanca y nerviosa apareeié en tre los pliezues del abrigo. La estreché delieadamente, como quien tema quebrar algo muy delicado, y eseuché una yoz dulcisima, Jeda, enal transmitida con sordina: —Hace mucho frio... ;Por qué me cautivaron aquellas palabras?... ‘| Ha- ee mucho frio!’’... Lo hacia en verdad. Era tal una noticia oficiosa, Pero al salir suavemente de labios de esa mujer sutil de ojos verdes y roja eabellera, tuyo para ios que realz we Me parecié que, al suspender la frase, no me ocultaba su apellido, sino el tinte de la flor... Bajose el cuello del abrigo y brillaron en sibita visién sus diecisiete afios, Si la edad de sus ojos era indefinible, Dalia levaba Ja juventud en los labios frescos y curbos, que sonrefan dejando ver, bajo el rosado hfimedo de la en- cia, unos dientes felinos, alegres de haber mordido al sol. Al bajar nosotros al comedor, los huéspedes miraban @ Dalia como un manjar inesperado que no habia sido pues- to en el ment. Su carita de Angel produjo por el Ambito yarias oleadas de impaciencia, semejantes al soplo que agita las aguas quietas. Chocamos las copas, y al primer sorbo me sentia ma- reado. Pero no era el yino el culpable, sino aquella voz débil de suave musicalidad; aquel refr acariciador, aque- lla mirada esquiva y a la yea picaresca, el roce de la ma- necita que se encontré yarias veces con la mia sobre la blaneura del mantel. —Poeta: tienes la mujer m4s linda del mundo. —Pues si...—replica levantando la ceja y mirdndo- me fijamente, sin olvidar su sonrisa burlesea y lena de satistaccién.— Pucs''st..., t No sabfa decir otra cosa; pero en aquellas dos palabras” expresaba todo su orgullo de hombre amado y feliz. ; Qué mas podia pedirsele a la vida teniendo una mujer como aquella? Hubiese yo querido ser Juan Ventura a costa de muchas desventuras. ;Por qué no habria tropezado yo en vez de él con aquella muiieca espiritualisima, su- premamente femenina, rara y diminuta como las figuras de Tanagra? El poeta Ventura era el m&s venturoso de todos los mortales. A pesar de su holgazaneria, su sable de punta y filo, su jacket chorreado y su fatuidad de falta modernista, aquella noche le rendi honores como a hombre superior. ‘Terminada la cena, mis nervios se hallaban en tensién. Senti la necesidad de respirar aire puro, de eontemplar a mis anchas el cielo estrellado recitando versos sentimen- tales para que Dalia conociese a fondo mi alma y se pren- dara de ella, Si el noveno mandato del Deeslogo se re- montara, al, campo espiritual, bien puedo decir que pe- qué eon todas las fuerzas de mi alma. Me negué a que Ibero-Amerikanisches Institut http:i/resolver.iai.spk-berlin.de/lAl000051AD002D0000 Preufischer Kulturbesitz

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