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An (cad DCL ET Luis Enrique Osorio TSU Ibero-Amerikanisches Institut httpulresolver.iai.s Pi cher Kulturbesitz AL PUBLICO MUY IMPORTANTE INVERSION COLOQUE t HIPOTECARIAS AY mente un capit LA CEDULA HIPOTACARIA ASEGURA usted AL que le paga una renta del 6 9 MESTRALMENTE. LA CHDULA HIPOTEC RANTIA BPPECTIVA hipo il establec Banco y ademas la LA CHDULA HIt millone suma, que cepts de renta EL BANCO SH CEDULAS por PUL, TAMENTE DE SION ALGUNA E] Banco le coustituira el gar cualquier NEDA NACIONAL, Cifras al 30 di SUS AHO S$ WN CHDUL {ENTINAS y formaré paulatina- nto, las t s de rantia del fl ICARIA ARGENTINA merece extranjero, de donde s iber) im- compra, eunzando a va 2 remite periédicamenté en con DE GCAPITALE'S ATLA THT biengs ra OCUPA DE LA COMPRAVENTA dé terceros, “ARIAS ARGENTINAS sa de Comercio, de modu dinero en cualquier momer encarga el Banco. clonul GUARDA GRATUT {PONSA BILIZANDOSE omite el importe dé ta el depositante, o procede de R COMI UITO con Suma 3 ‘Oo MO- ume d unio de Cédu en depésito gratuito y en Caja de Ahorros Fondo de reserva Cédulas en ci acion tw anual sobre Ja clrculaci Ibero-Amerikanisches Institut PreuBischer Kulturbesitz http:W/resolver.iai.spk-berlin.de/IAI00005 14500000000 Buenos Aires, martes 15 de agosto de 1922 eS USSU aU PUBLICGACION SEMANAL Aparece todos los martes Director: SALVADOR PAGANO GUTIERREZ OBRAS PUBLICADAS s —MI esposa deInz, de Emilio Gouchén Cané, (2% edictén). Nunca mi e Marcelo Peyret, (2 edlici6n). Ta mujer que amé dos yeces, de J.J. de8. Reilly, (agot.) La carta que no Mega, de César Carrizo, (agotada). 5.—EI romance de mn atorrante, de J, A. Saldias (2% edicién) Una retiquia de amor, de Josué Quesada, (agotada), Ta casa del mar, de Héctor Pedro Blomberg, (2° ed.) Entre brefias, de Pilar de Lusarreta. Carifio de tigre, de Augusto Vaccari. 10.—Ta iiltima gota de sangre azul, do Manuel Marfa Oliver, 11,—Angélica, de Salvador Pagano Guttérrez, (2* ed.) Los parias, de Juliin de Charras. Los incapaces, de Oscar R, Beltrfn, (2% ed.). Fl primer pecado, de César Garcfa Zofiga. 15.—Los buscadores de oro, de C. Muzio Sienz Pefia. 14.—Ia. rubia de mis suefios, de Medardo Héctor Latorre, 17—La Werla de Agathaura, de Malena Arteaga (1a, Parte) ” ow ” ” ” (2a. ) Sor Marfa de Ios Angeles, de Carlos P, Moreo. Pasién Astral, de F. Casafiaa Lemos, Al margen de lo humano, de F, Berrondo Guifiazd. de J. A. Saldias, (agotadas). 6—Un cobarde con medallas de valiente, de J. F. Hscobar. —Trina, de César Carrizo (1a. parte), } ” (2a ow de 0d @espués de morir, de M. M. Oliver. (agotadas. Cabecita loca, de Oscar R. Beltran. Salvar matando, del Marqués de Alcublerre. Elisa Brown, de Héctor Pedro Blomberg. Un drama en Ja Pampa, de R, Fernandez Barblery. “—El huérfano del Volga, de Benito Marianetti. —Lluvia de jasmines, de Félix Paredes, hombre que nunca habia querido, de Florencio B. Alvo, mundo Ios muertos vuelven, de Julién de Charras, » 39—De cepa crioiia,.., de Salvador de Almenara. » 40.—Ia novia del penado, de Antonio Siquel Geli. Direceiin y Administraciin: URUGURY 228 - U0. T. 548, bibertad SS Eee Precio de venta: 10 cts, el ejemplar en Ja Capital e Interlor Subscripcién finicA anual: cinco pesos, APARECIO LA NOVENA EDICION DEL TRATADO TEORICO-PRACTICO CONTABILIDAD Y TENEDURIA DE LIBROS POR SALVADOR V. PAGANO CONWADOR PUBLICO NACIONAL Director dela ACADEMIA MERCANTIL PAGANO El més completo de los publicados hasta Ia fecha y el tinico que 86 oe estrictamente a los programas de las Escuelas de Comercio de la Nacién, en lo referente ala preparacion para opter a los titulos de CONTADOR PUBLICO PERITO MERCANTIL IDONEO TENEDOR DE LIBROS y DEPENDIENTE DE COMERCIO NOTA. —Este tratado va acompafiado de una clave que contiene la solucién de todos los problemas de Teneduria de Libros propuestos en 61 mismo. ¥ EL MEJOR DE LOS AMAROS SOUVAV SOT Ad YOrsW Tk Ibero-Amerikanisches Institut http://resolver.iai.spkeberlin.de/AI00005 1500000000 PreuBischer Kulturbesitz LUIS ENRIQUE OSORIO (Novela Caraqueiia, Inédita) El negro tajamar corta el encanto de la bahfa y las olas se estrellan contra 61, entretejiéndolo con hebras de plata. La playa se tiende ondulant bordada de palmera; entre las que asoman masas de tejados bermejos con s torrecita Algunas viviendas diminutas se dispersan en los repechos de la cordil imitando un pesebre de Navidad. Todo aquel panorama reberefio orla las faldas del Avila, que se desenvuelve majestuosamente hacia el cielo en forma de pi- rimide monumental, hasta dorar su frente en la altura didfana, S bre su mole esmeraldada que se hunde en el azul, resalta a tre- ehos la rojiza vegetacién cual fragmentos ensangrentados de una vieja coraza con que el gran cerro se yistiera, orgulloso de ser baluarte de Un pueblo aguerrido ¥ quijote. Tras esas cumbres se abriga la Andalucta de América, la ale: Caracas, semillero de amores y guerras, donde nacid Bolivar y todos los dias nace el mas tropical de los sole: * ** Poner yo ple en tierra y abrazarnos estrechamente, todo fué uno. —jCinco afios!—exclama él. SOLOING IGE SO SGS SSO GO DIO OS SOC PIEGIOFESIGOSE MALO 0708 s otto! Has engordado. ta enflaquecida. Y nos abrazamos nuevamente con mas efusion Estrechaba leno de contento a mi mejor amigo, Juntos nos ecimos, y juntos tiramos la primera picdra al te- educamps y ci jado de Ja yecindad. Luego éP se lanzé vi todo; -yinol en deseo echarse a rodar por esos mundos y ngré agente viajero. Iatcas—hay oeasion para decir que era tal el nombre de mi amigo—escribiame con frecuencia, ya de Alaska, ya de la Pa- remo a otro del con- ntaciones comerciales, tomando tagon. tinente al galope de sus rept posésidn de nuestros mercados en nombre de Su Majestad el Tio Sam, con la tarjeta en una mano y el muestrario en.la otra Tal sistema de locomocién reemplaza hoy por hoy al. asno de Sancho Panza, Yo venfa en un rocin desgarbado. Habiame puesto también a andar ieguas, y trotaba mal que bien a guisa de intelectual, en bu en y bellotas que me alimentasen, i, qué Se Yo, Como que andaba de un ¢ a de cabreros que me oye taciendo entuertos, ya qite no era pos: désfacerlos El unirnos los dos nuevamente venta Seriamos un modelo aprovechado de la moderna cat Recorrerfamos esas sendas, el amo convertido en escudero y el escudero en amo, tan flacos el rocin y el manchego, como gordos el asno y el labrador. Harfamos caso omiso de Dulcinea y acometerfamos contra todas las mujeres como si fuesen molinos de viento. Avan- ariamos en busca de dinero mejor que a caza de aventuras, y todo era abastecer dé] nuestras alforjas para que en un abrir y cerrar de ojos convirtiésemos a nuestro talante las ventas en palacios encantados y las rameras en doncellas reales, Mucho tenfamos aque decirnos después de cinco afios de au- sencia, y de esta suerte nuestros mutuos relates y preguntas cho- vaban y se confundian. La carrera de Lucas habfa sido de fortuna, ya que esta eonsecuencia de la tenacidad y la iniciativa, Dejé el terrufio como agente de una cé anqui, pro@uctara de muchos engendros au- tomiiticos, y recorrié ast var 1 misién especial dejan- do a espaldas una serie de comerciantos aturdidos. Después do hablar mucho para vender mas atin, leg6 el Septentrién, foco de la automaquia, y una vez pro de nuevas armas’ de cc bate volvis de ado Sobre sts pasos, abasteciendo el continente de pianolas, linternas gordas, guantes de Doxeo, raquetas de ten- nis y otros productos andlogos, semejantes a unas nuevas plagas de Egipto. Fué repressntante de una enciclopedia en la cual fi- guraron todos los intelectuales de la raza que a bien tuvieron hacerlo, calificados en su mérito, adoptando el aélar cgmo uni- dad de medida: ser inteligente valfa cien délare talentoso Quinientos y ser genio mil. Hoy en dfa no sélo el tiempo es oro, que también lo es la reputacion, jas naciones ¢ DE LUIS ENRIQUE OsoRTO En resumen, mf amigo Lucas se penetré bien de la doctrina del siglo, aprovech6 su tiempo y Ia reputaclén de los otros y acahé por ser hombre adierado, hombre de pro. Vino entonces la etapa romantica: se ‘enamoré Lucas, pero perdidamente; lo cual tuvo lugar por Ssas ynes del Popoca- tepetl La preferida era algo ast como una princesa azteca que eclipsaria a la nifia Chole y a todos los marqu de Bradomin 610 que los padres, un poco sensibles a que su hija rodara a la aventura por egos vericuetos, no halleron mas que ver sino.. jal convento! 2¥ qué? Lucas, acostumbrado a convencer a sua Clientes a toda costa, asf le dieson al principio con las puertas en la nariz, no se par6é en pelillos, Sitié el Claustro con una legion de délares, que bien in al pfirroco, burlé la vigilancia de la Madre Abadesa y Popocatepet!! De rico a feliz no hay sino un paso. Luca: do como antes lo habia hecho solo; tuyo una hija en un hijo en Tegucigalpa, yendid en cinco afios todo lo que hubie hecho Dios en cinco dias, desde rabanos hasta estrellas, y a buen seguro que, de continuar con el sexto, se habria dado a vender gente a su imagen y semejanza, fortunadamente resolviG descamsar desde el , en una casita de campo. les le eran; se tom6 a discr viaié. acompani rnambuco eabe el AV, —Te digo de una yer por todas—exclamaba Lucas—que no nos Hiemos de separar m4s. Viajaremos juntos y No cesaba un momento de ponderarme sus negocios. A veces é@ficontraba en ellé demasiado égoismo y dbase entonces a inte- rrogarme de mf vida, ijHra yo tan laconico en mis) cartas! Sin duda que yo habria triunfado lo mismo que @. ;Hra tan féell abrirse campo! Un poco de audacia y emprendimiento y el mundo era: nuestro. Qué iba yo a haber triunfado como él, pecador de mf, que me habfa dado a hilar cuartillas sin otra preocupacién que la di verlas en letras de molde, asi me diesen por ello per nahorias. —i¥ los tuyos?—le pregunty eyadiendo aquel parangén en él que tocarfame la peor parte. nh! Aqut venfa el punto de su verdadera fell Su hi una mufieca”, su nifio “un talento” y su esposa “un Gngel ‘a complemento viajaba con ellos una peruana que. —{Una ‘peruana? —Y bellisima, Te ha de inte No ha cumplido aun yeinte afios. Aqu{ todo et mundo la pyetende, pero ella... a. Desprecia por deporte. —iVaya un deporte! Por to vi: ternacional: una mexicana, una peruana, una br. durefio, un colombiano, cinco cartas de ciudadanfas dife bajo un mismo techo —jOcho! Te falt6 anotar 1 servicio: una sirvienta nicara- gilense, otra venezolana y un paje guatemalteco. —Toda una liga de naciones. 0 Za- sar ad in- to ti eds es un mues i silend, um hon. entes MALOS 0703 RR Weah ely) bate tallies lalate Al correr del auto™comenzamos a ascender los montes del Avila, A cada serpeo del camino se yen m4s profundas las villas riberefias y el valle inundado de palmeras que crispan en el aire sus patas de arafia, El mar, azul claro, bordeado de plata, se abriga con copos de bruma; las pinceladas blancas que se di- bujan sucesivamente a lo largo de la playa denuncian el choque de las olas al romperse contra la superficie rocosa. La faja del camino, caprichosamente ondulante, cireunda un cerro, salva un precipicio, revolotea sobre los abismos, se desenvuelve finalmente en el opuesto confin, en la comba de un nuevo cerro donde los carruajes se ven diminutos por la distancia. Los montes, como cortina de dos vuelos, se van cerrando ante el escenario del mar, ya. muy profundo. Hl calor canicular se des- vanece, el frfo aletea y la niebla amortaja las cumbres... El auto corre medio ciego por cima de los despefiaderos. Cuando a trechos clare divisase la linea férrea que, serpean- do por los repechos y hondonadas, corta a tajo las rocas y se pierde en un tfinel coronado de vegetacién ante cuya boca obscura los rieles rutilan intensamente. Después clarea un valle en el seno de las serranfas, al que abriga el Avila con un manto cambiante de terciopelo. jCaraca. Pasan extramuros, calles angostas de asfalto, tiradas a cordel, casas bajas y grises de aspecto uniforme, mujeres que trajean con blan- curas sugestivas... {El Parafso!: una avenida que corta la pr dera verde palida, por entre sauzales finos eréctos y salpique de palmeras y quintas fantasticas, Tomamos una carretera al norte. La ciudad queda atras, en- vuelta en la penumbra de la tarde, con su ajetreo de luminarias, precisando bajo el cielo grisoso la silueta de sus torres agudas. Til auto se detiene al pie de una cancela envuelta en enreda- deras. Wn la semiobscuridad emerge un chalet entre oleajes de ro- sas blancas Dentro quiébranse risas argentinas que al detenerse el yehfculo se extinguen y un silencio profundo saluda nuestra entrada al jardin Tropecé con una rosa que se deshoj6. Los pétalos cayeron oscilando angustiosamente, enreddndose en las frondas negruzeas. —Mi esposa, No se sabia qué era mas negro y brillante en ell, grandisimos o los cabellos abundosos y lacios. Bl saloncito, por su verde imperante y su asimetria, desper- taba una reminiscencia de jardin. Ht velador central, con mesa de espejo y delgadisimo florero de plata sobre ella, desplegando arriba una profusién de rosas blancas, sugerfa im&genes de sur- tidores. La mexicana, de cuerpo exuberante, toda sencillez y elegancia, luce una bata verde con flores pAlidas, muy suelta, y guarda asf armonfa con agquel decorado, De su boca pequefia y agranada brotan timidamente los cumplimientos como pfos indecisos o eris- tales finisimos que sé quebraran. si los ojos Ray DE LUIS ENRIQUE OSORIO PUBLICACION SEMANAL Ta sefiorita Aurora... se halla en la umbrosidad del fondo, vestida de blanco, sonriendo delicadamente, en agradable expec- tativa. Lucas me dijo muchas veces el apellido de Aurora, pero es el caso que no lo recuerdo. Bra raro y sonoro, tal ve de origen incaico. —Perdone usted... En ese silencio y esa penumbra... no la habia visto. Acentu6 su sonrisa, y trat6 de responder con una férmula, Su voz fué mosica que se desyanecié apenas quise enterarme de que existia... 2Se turbaba ella acaso? La luz, velada por pantalla chinesca bajo el abside, proyecta una penumbra gironada en derredor de los muros! y dora dé Meno el manojo de rosas blancas sobre el velador... Un pétalo se des- prende y cae confuso en revoltosas espirales; su imagen sube igual- mente por el espejo horizontal y los dos pétalos se besan trémulos al encontrarse en la cristalina superficie. Hl aroma de esas flores ya mus vaga por la estancia, real- zando la verdosa materialidad de Is formas, Me parecié que invadia la estancia una bandada de jilgueros. Al mismo tiempo los brazos de una pequefiuela se me enlazaron al cuello, La nifia pronunciaba mi nombre entre grito y grito, ebria de entusiasmo y estrechibame efusivamente de igual modo que si yo fuese una regalo de pascuas, Sus palabras, a fuer de argenti- nas, se hacfan ininteligibles; gozaban la vaguedad melédica de una sadencia sobreaguda. —{ Como to llamas? —iElena! Pronunciado por ella este nombre cobraba mayor encanto, parecia uha palabra aprendida al lenguaje de las golondrinas. —En lo alegre saliste a tu padre... jInquieta! Me has des cho el nudo de la corbata. Entr6 lentamente una nodriza de gordura excepcional. —Aqui esti el nifio — grufié levantando en sus br una criatura, de ojos muy abiertos. en act... Este nifio es s6lo ojos... iSon mas grandes que los de su madre! < Fl pequefio puso en guardia el azabache de sus pestafias lar- gufsimas y clav6 en mi, sobresaltado, sus ojazos negros, A medida que me obseryaba Ios abria mas y mas, prodigiosamente impresio- nado, a la vez que me desechaba temeroso con sus manecitas, Lienaban la, sala los arrebatados algareos de la nifia, la voz dulefsima de la mexicana y las bromas infantiles de Lucas. Aurora, en silencio, sonrefa. Cuando yo, como cautivado que estaba desde el principio, volvia a mirarla, encontribame con los ojazos del pequefio, aun clavados en mf tenazmente, como dos centinelas en guardia, http://resolver.iaispk-berlin.de/IAIOO y0000K i MALOS 0308 quit tienes tu habitaclén — me dijo Lucas. — Es la mas alta del chalet. En ella encontrards el silencio y el aislamiente que tanto te seducen. nero del arregzlo denuneiaba Ia m ina. Toda habia sido previsto, hasta 1c res predilecto Abrimos la venta 8 inteligente atencién libros de mis auto @ Y pavecia que una mujer mundana aca- r por alli; era la respiracién del jardin, que agitaba de Tronda bajo la brisa, en sedefio rumoreo. Un cerro ne- mo se ergufa en el fondo arrugando el cofio a la salida de la luna. Arriba lucfan constelaciones de estrellas ene] cielo limpio y abajo constelaciones de rosas blancas Ah, Fabio, Fabio! (Lo imaginé! jHas. cafdo! Quién es esa mujer Hace pocos meses que nos acompafia, sabes?... ¥ lo supe todo en seguida. Lucas la habia conocido en Lim temperamento refinado; préxima estaba a casarse con un diplo- mftico de gran flustracién y cultura; juntos lefun a Maupassant D'Annurizio en los idiomas originales y tocaban a cuatro manos a Chopin. Al pasar Lucas dé nuevo por Lima, ya casado, habia acae- a, en Su primer viaje. Era un eldo un drama de Wehegaray en plena América, El padre de Au- rora habia muerto trigitamente, muy trigicamente, la madre muriG6 de la pena, el novic el pobre novio también estuvo a punto de morir a pena por la pérdida de su empleo en visperas de boda, lo que le obligé a tomar las de villadiego ante una crisis palpable, Aurora por su parte no reconocié parientes ni amigos y fuese a vivir a un convento,’ Al visitarld Tucas, ella determiné unfrseles en su eterno rodar y no hubo mas que ver, S6lo que des de entonces todos los ojos que en ella se fijaron than a mal tér. mino por muy diplométicos que fuegen. —Un drama que acaba por convertirse en novela rom&ntica eon recursos de Carlota Braeme. —No obstante, he notado aque Aurora pone en tf un interés diametralmente opuesto a su condueta habitual, Antes de tu Te- gada la sorprénd! varias veces en el jardin embebida en la lectura de una obra tuya, mirando 4 ratos 12 fotografia de la cardtula. —Pues sefior... —Manos a Ja obfa, Seremos tn cuarteto envidiable. Corre- remos el mundo de un extremo a otro, tf haciendd versos y yo haciendo facttras, En eada ciudad dejaremos al menos ti un libro malo y yo un cliénte descontento. Caleuls en & ia Lucts que yo querrta descansar y me dejé lo, {Bueno estaba yo pata, descansar! Meditar era mi ansia, y yaya si medité... 711 diablo de Lucas! Después de hacer €l las del Popocatepetl queria meterme en enredos con el Cotopaxi, ;Buen sistema ir a buscar espo al convente! {En un apuro nos po- drfamos yer por andar en esas rivalidades amorosas con Jesu- cristo! a, Dil LUIS ENRIQUE OSORIO da la felicia Le darfamos gundo satélite de it ‘2 como un No obstante, aquello serf la vuelta al mundo, alejados de todo, como un si Ja tierra; por donde pasdéramos dejariamos ei eco de nu Bra tan sugestive el proyecto que temf se desvanecier suefio, y hublese querido vivir un afio en un segundo, besar ya al primer hijo, un nifio como el de Lucas, de ojos m randes y muy negros,.. A propésito: zpor qué me mirarfa el pequemuelo tan te- nazmente? iDe pie ante la yentana ¢ eparar los ojos del jardin. Antojék recer alli para armonizar con la po: de mfsica en los que se adivinan las notas findles, de igual manera la aparicién de aquella mujer... sin risas. en ella, no me atrévia a habla de apa- Jos codo: ame que Aurora ‘a do la noche. Hay periodos y yo present Ante el tono azul y gris de la atmésfera, los trinos punteados del ctelo y 10s arpegios de rosas bilancas, yo esperaba la_efigie de Aurora como é final, El paisaje sin élla era ma serenata que no terminaba, fr Piaron dos aves dolorosamente y sali¢ron del nido en vuelo v pratii... Fué tal su. precipitaciént que sin duda sintieron el cho- que de algo invii ble... Pasé una ales rumorando... Las dos ayes, pre el gajo de un Arbol, contra la luna, tan neg! del nitio. Qué pueril era yo! 4Wor qué me hak Nos ojos? ifaga y temblaron todos los 1 paban So= 2s como los ojos sbrecogidas, nado con aque- fa impr oe de noyela, Afiado Desperté muy de maiiana, como buen hé que con la luz, se me entro por los ojos la ir spiracién y & 108 pocos minutos garabateaba mi firma pie de un sonel +X qué Poneto! Tn mi vida habla producido mayor extravagancia, {ire el éxito, el éxito! A punto me hallaba de produccién y gritando “ el ¢ éuando senti que subfan a toda prisa la evealera del chalet —iFabio! jEl Bi éxito! — Lucas, y se preci pité en la estancia bal do al aire una cpartilla como la mia, Por vy momento quedamios fronte a frente, como aquellos dos préjimos Gel euento que cojeaban del mismo modo. \ Al fin Lu 16: {El éxito, Lee: una, fuerte siva de sus nuevas preparaciones: para nariz. {Cletos! Aquello st me pirecié en verdad Ja mas exagerada de lag extravagancias que en el mundo har sido! ‘Mentado estuve a protestar contra. tama yolyi tos ojos a mi soneto. Aquello era und extravagan Contra lo que un cléisico fulminaria rayos y centellas. Las dos razas de Améri¢a, angus. se.las califidue de antago: nieds;-tienen grandes puntos de contacto. Me atreverfa a deciy que told difieren en detalles accidentales. Los unos hacen, con él yerro lanzarme fuera levantando en alto la ito” a manera de otro Arquimedes, yangui me da In exclu- er ja punta de la embelle 2 innoyacién, cuando n semejante, 100 as ARGENTING MALOS 0708 PGC eweula Sis tae do que los otros con la fantasfa. Los unos van a en- a fuera y los otros prefieren promoverla en casa; pero unos y otros tienen como Iema exclusivo 1a Innovacién, la novedad por la novedad, y en bien de ella acometen contra todo lo dems a tajos y mandobles, Nosotros acabamos con el romance y los yanquis con la esca- lera; nosotros lanzamos cada dia una idea nueva y ellos una nueva maquinaria; ellos son automAticos y nosotros neologistas. Hllos to- do lo complican y nosotros todo lo alambicamo: Una vez solo, abri sin ruido 1a ventana y la armonfa de colo- res fué completa. Aurora, la nota dominante, una nota blanca, lar ga, un sol natural, se adivinaba apenas entre los rosales, cual si fuese emitida con sordina, Las frondas Ia adornaban como bajos trémolos. Dos gorriones escribian en el aire con cifras titulo de aquella sonata, Wsbelta, su perfil, én el que habia una bélla frialdad de di antiguo, blanqueaba como boceto monocromo, delineado sobre borron castafio de los cabellos, que ondeaban recogidos con de: fio. Aun a aquella distancia yefanse negrear sus ojos bajo la serena oscilacién de los parpados. Fra indispensable anunciar a Aurora m{ presencia de la ma- nera mfs original que me dictase el magin. {Oh, la originalidad! iNuestra eterna obsesién! jFanatismo del siglo, en el que no se co- mete m4s pecado que el del lugar comin. La trivialidad es ya un sacrilegio. Dentro de poco las platicas de amor para ser nuevas tendran que v ar sobre anatomia Jas caricias Mevaran corr! tes eléctricas y combinacionies quimicas, Como anunciarme, pues, a Aurora? Ilamarla era trivialidad esperar a que ella me viese, un lugar comtn,., ¢Leerfa en vo: alta mi soneto?... Resultaba demasiado extravagante... Le arro- jarfa unas flores, ;Mureka! Pero en mi aposento solo hallé tres claveles mustios,.. Lanzar flores marchitas on yex de as era humorismio de buen gusto con tendenclas marcadas al contraste, No habfa que esperar. ;Cataplfin! Los tres claveles, dando botes, caen elfpticamente y deshojan en manos de Aurora un manojo de rosas recién arrancadas. Ella alza los ojos sorprendida y me descubre muy sf sefior, en lo alto del chalet, esperando pacientemente el efecto de mi des- care: chinescas: el sie —iQué dafiino es usted! por no fijarse qué hacia con esas flores secas me ha deshojado todas las rosas, _ Lo hice de intento, Aurora. —Pues es usted muy mal intencionado. —Quise galantearla. —iCon flores marchitas? —No hallé otras a la mano. 'Ces6 Ia brisa y la sonata de colores tuvo un moderato... Au- rora, turbada por la amorosa tenacidad con que yo la contemplara, perdiése entre los frondaleg en busea de nuevas rosas, —Perdone usted, Aurora... Le prometo no volver a arro-

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