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Ibero-Amerikanisches
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LA CEDULA HIPOTACARIA ASEGURA usted
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Cédu en depésito gratuito y en
Caja de Ahorros
Fondo de reserva
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tw anual sobre Ja clrculaci
Ibero-Amerikanisches
Institut
PreuBischer Kulturbesitz
http:W/resolver.iai.spk-berlin.de/IAI00005 14500000000Buenos Aires, martes 15 de agosto de 1922
eS USSU aU
PUBLICGACION SEMANAL
Aparece todos los martes
Director: SALVADOR PAGANO GUTIERREZ
OBRAS PUBLICADAS s
—MI esposa deInz, de Emilio Gouchén Cané, (2% edictén).
Nunca mi e Marcelo Peyret, (2 edlici6n).
Ta mujer que amé dos yeces, de J.J. de8. Reilly, (agot.)
La carta que no Mega, de César Carrizo, (agotada).
5.—EI romance de mn atorrante, de J, A. Saldias (2% edicién)
Una retiquia de amor, de Josué Quesada, (agotada),
Ta casa del mar, de Héctor Pedro Blomberg, (2° ed.)
Entre brefias, de Pilar de Lusarreta.
Carifio de tigre, de Augusto Vaccari.
10.—Ta iiltima gota de sangre azul, do Manuel Marfa Oliver,
11,—Angélica, de Salvador Pagano Guttérrez, (2* ed.)
Los parias, de Juliin de Charras.
Los incapaces, de Oscar R, Beltrfn, (2% ed.).
Fl primer pecado, de César Garcfa Zofiga.
15.—Los buscadores de oro, de C. Muzio Sienz Pefia.
14.—Ia. rubia de mis suefios, de Medardo Héctor Latorre,
17—La Werla de Agathaura, de Malena Arteaga (1a, Parte)
” ow ” ” ” (2a. )
Sor Marfa de Ios Angeles, de Carlos P, Moreo.
Pasién Astral, de F. Casafiaa Lemos,
Al margen de lo humano, de F, Berrondo Guifiazd.
de J. A. Saldias, (agotadas).
6—Un cobarde con medallas de valiente, de J. F. Hscobar.
—Trina, de César Carrizo (1a. parte), }
” (2a ow de 0d
@espués de morir, de M. M. Oliver.
(agotadas.
Cabecita loca, de Oscar R. Beltran.
Salvar matando, del Marqués de Alcublerre.
Elisa Brown, de Héctor Pedro Blomberg.
Un drama en Ja Pampa, de R, Fernandez Barblery.
“—El huérfano del Volga, de Benito Marianetti.
—Lluvia de jasmines, de Félix Paredes,
hombre que nunca habia querido, de Florencio B. Alvo,
mundo Ios muertos vuelven, de Julién de Charras,
» 39—De cepa crioiia,.., de Salvador de Almenara.
» 40.—Ia novia del penado, de Antonio Siquel Geli.
Direceiin y Administraciin: URUGURY 228 - U0. T. 548, bibertad
SS Eee
Precio de venta: 10 cts, el ejemplar en Ja Capital e Interlor
Subscripcién finicA anual: cinco pesos,APARECIO
LA NOVENA EDICION DEL
TRATADO TEORICO-PRACTICO
CONTABILIDAD Y TENEDURIA DE LIBROS
POR
SALVADOR V. PAGANO
CONWADOR PUBLICO NACIONAL
Director dela ACADEMIA MERCANTIL PAGANO
El més completo de los publicados hasta Ia fecha y el tinico que
86 oe estrictamente a los programas de las Escuelas de Comercio
de la Nacién, en lo referente ala preparacion para opter a los titulos de
CONTADOR PUBLICO
PERITO MERCANTIL
IDONEO TENEDOR DE LIBROS
y DEPENDIENTE DE COMERCIO
NOTA. —Este tratado va acompafiado de una clave que contiene la
solucién de todos los problemas de Teneduria de Libros propuestos
en 61 mismo.
¥
EL MEJOR DE LOS AMAROS
SOUVAV SOT Ad YOrsW Tk
Ibero-Amerikanisches
Institut http://resolver.iai.spkeberlin.de/AI00005 1500000000
PreuBischer KulturbesitzLUIS ENRIQUE OSORIO
(Novela Caraqueiia, Inédita)
El negro tajamar corta el encanto de la bahfa y las olas se
estrellan contra 61, entretejiéndolo con hebras de plata.
La playa se tiende ondulant bordada de palmera; entre las
que asoman masas de tejados bermejos con s torrecita Algunas
viviendas diminutas se dispersan en los repechos de la cordil
imitando un pesebre de Navidad.
Todo aquel panorama reberefio orla las faldas del Avila, que
se desenvuelve majestuosamente hacia el cielo en forma de pi-
rimide monumental, hasta dorar su frente en la altura didfana, S
bre su mole esmeraldada que se hunde en el azul, resalta a tre-
ehos la rojiza vegetacién cual fragmentos ensangrentados de una
vieja coraza con que el gran cerro se yistiera, orgulloso de ser
baluarte de Un pueblo aguerrido ¥ quijote.
Tras esas cumbres se abriga la Andalucta de América, la ale:
Caracas, semillero de amores y guerras, donde nacid Bolivar
y todos los dias nace el mas tropical de los sole:
*
**
Poner yo ple en tierra y abrazarnos estrechamente, todo fué
uno.
—jCinco afios!—exclama él.
SOLOING IGE SO SGS SSO GO DIO OS SOC PIEGIOFESIGOSEMALO 0708
s otto! Has engordado.
ta enflaquecida.
Y nos abrazamos nuevamente con mas efusion
Estrechaba leno de contento a mi mejor amigo, Juntos nos
ecimos, y juntos tiramos la primera picdra al te-
educamps y ci
jado de Ja yecindad. Luego éP se lanzé vi todo; -yinol
en deseo echarse a rodar por esos mundos y ngré agente
viajero.
Iatcas—hay oeasion para decir que era tal el nombre de
mi amigo—escribiame con frecuencia, ya de Alaska, ya de la Pa-
remo a otro del con-
ntaciones comerciales, tomando
tagon.
tinente al galope de sus rept
posésidn de nuestros mercados en nombre de Su Majestad el
Tio Sam, con la tarjeta en una mano y el muestrario en.la otra
Tal sistema de locomocién reemplaza hoy por hoy al. asno de
Sancho Panza,
Yo venfa en un rocin desgarbado. Habiame puesto también a
andar ieguas, y trotaba mal que bien a guisa de intelectual, en
bu en y bellotas que me alimentasen,
i, qué Se Yo, Como que andaba de un ¢
a de cabreros que me oye
taciendo entuertos, ya qite no era pos: désfacerlos
El unirnos los dos nuevamente venta Seriamos
un modelo aprovechado de la moderna cat Recorrerfamos
esas sendas, el amo convertido en escudero y el escudero en
amo, tan flacos el rocin y el manchego, como gordos el asno y
el labrador. Harfamos caso omiso de Dulcinea y acometerfamos
contra todas las mujeres como si fuesen molinos de viento. Avan-
ariamos en busca de dinero mejor que a caza de aventuras, y todo
era abastecer dé] nuestras alforjas para que en un abrir y cerrar
de ojos convirtiésemos a nuestro talante las ventas en palacios
encantados y las rameras en doncellas reales,
Mucho tenfamos aque decirnos después de cinco afios de au-
sencia, y de esta suerte nuestros mutuos relates y preguntas cho-
vaban y se confundian.
La carrera de Lucas habfa sido de fortuna, ya que esta
eonsecuencia de la tenacidad y la iniciativa, Dejé el terrufio como
agente de una cé anqui, pro@uctara de muchos engendros au-
tomiiticos, y recorrié ast var 1 misién especial dejan-
do a espaldas una serie de comerciantos aturdidos. Después
do hablar mucho para vender mas atin, leg6 el Septentrién, foco
de la automaquia, y una vez pro de nuevas armas’ de cc
bate volvis de ado Sobre sts pasos, abasteciendo el continente
de pianolas, linternas gordas, guantes de Doxeo, raquetas de ten-
nis y otros productos andlogos, semejantes a unas nuevas plagas
de Egipto. Fué repressntante de una enciclopedia en la cual fi-
guraron todos los intelectuales de la raza que a bien tuvieron
hacerlo, calificados en su mérito, adoptando el aélar cgmo uni-
dad de medida: ser inteligente valfa cien délare talentoso
Quinientos y ser genio mil. Hoy en dfa no sélo el tiempo es oro,
que también lo es la reputacion,
jas naciones ¢DE LUIS ENRIQUE OsoRTO
En resumen, mf amigo Lucas se penetré bien de la doctrina
del siglo, aprovech6 su tiempo y Ia reputaclén de los otros y acahé
por ser hombre adierado, hombre de pro.
Vino entonces la etapa romantica: se ‘enamoré Lucas, pero
perdidamente; lo cual tuvo lugar por Ssas ynes del Popoca-
tepetl La preferida era algo ast como una princesa azteca que
eclipsaria a la nifia Chole y a todos los marqu de Bradomin
610 que los padres, un poco sensibles a que su hija rodara a la
aventura por egos vericuetos, no halleron mas que ver sino..
jal convento! 2¥ qué? Lucas, acostumbrado a convencer a sua
Clientes a toda costa, asf le dieson al principio con las puertas
en la nariz, no se par6é en pelillos, Sitié el Claustro con una legion
de délares, que bien in al pfirroco,
burlé la vigilancia de la Madre Abadesa y Popocatepet!!
De rico a feliz no hay sino un paso. Luca: do
como antes lo habia hecho solo; tuyo una hija en
un hijo en Tegucigalpa, yendid en cinco afios todo lo que hubie
hecho Dios en cinco dias, desde rabanos hasta estrellas, y a buen
seguro que, de continuar con el sexto, se habria dado a vender
gente a su imagen y semejanza,
fortunadamente resolviG descamsar desde el
, en una casita de campo.
les le eran; se tom6 a discr
viaié. acompani
rnambuco
eabe
el AV,
—Te digo de una yer por todas—exclamaba Lucas—que no
nos Hiemos de separar m4s. Viajaremos juntos y
No cesaba un momento de ponderarme sus negocios. A veces
é@ficontraba en ellé demasiado égoismo y dbase entonces a inte-
rrogarme de mf vida, ijHra yo tan laconico en mis) cartas! Sin
duda que yo habria triunfado lo mismo que @. ;Hra tan féell
abrirse campo! Un poco de audacia y emprendimiento y el mundo
era: nuestro.
Qué iba yo a haber triunfado como él, pecador de mf, que me
habfa dado a hilar cuartillas sin otra preocupacién que la di
verlas en letras de molde, asi me diesen por ello per
nahorias.
—i¥ los tuyos?—le pregunty eyadiendo aquel parangén en
él que tocarfame la peor parte.
nh! Aqut venfa el punto de su verdadera fell Su hi
una mufieca”, su nifio “un talento” y su esposa “un Gngel
‘a complemento viajaba con ellos una peruana que.
—{Una ‘peruana?
—Y bellisima, Te ha de inte No ha cumplido aun
yeinte afios. Aqu{ todo et mundo la pyetende, pero ella... a.
Desprecia por deporte.
—iVaya un deporte! Por to vi:
ternacional: una mexicana, una peruana, una br.
durefio, un colombiano, cinco cartas de ciudadanfas dife
bajo un mismo techo
—jOcho! Te falt6 anotar 1 servicio: una sirvienta nicara-
gilense, otra venezolana y un paje guatemalteco.
—Toda una liga de naciones.
0 Za-
sar
ad
in-
to ti eds es un mues i
silend, um hon.
entesMALOS 0703
RR Weah ely)
bate tallies lalate
Al correr del auto™comenzamos a ascender los montes del
Avila, A cada serpeo del camino se yen m4s profundas las villas
riberefias y el valle inundado de palmeras que crispan en el
aire sus patas de arafia, El mar, azul claro, bordeado de plata,
se abriga con copos de bruma; las pinceladas blancas que se di-
bujan sucesivamente a lo largo de la playa denuncian el choque
de las olas al romperse contra la superficie rocosa. La faja del
camino, caprichosamente ondulante, cireunda un cerro, salva un
precipicio, revolotea sobre los abismos, se desenvuelve finalmente
en el opuesto confin, en la comba de un nuevo cerro donde los
carruajes se ven diminutos por la distancia.
Los montes, como cortina de dos vuelos, se van cerrando ante
el escenario del mar, ya. muy profundo. Hl calor canicular se des-
vanece, el frfo aletea y la niebla amortaja las cumbres... El auto
corre medio ciego por cima de los despefiaderos.
Cuando a trechos clare divisase la linea férrea que, serpean-
do por los repechos y hondonadas, corta a tajo las rocas y se pierde
en un tfinel coronado de vegetacién ante cuya boca obscura los rieles
rutilan intensamente.
Después clarea un valle en el seno de las serranfas, al que
abriga el Avila con un manto cambiante de terciopelo. jCaraca.
Pasan extramuros, calles angostas de asfalto, tiradas a cordel, casas
bajas y grises de aspecto uniforme, mujeres que trajean con blan-
curas sugestivas... {El Parafso!: una avenida que corta la pr
dera verde palida, por entre sauzales finos eréctos y salpique de
palmeras y quintas fantasticas,
Tomamos una carretera al norte. La ciudad queda atras, en-
vuelta en la penumbra de la tarde, con su ajetreo de luminarias,
precisando bajo el cielo grisoso la silueta de sus torres agudas.
Til auto se detiene al pie de una cancela envuelta en enreda-
deras. Wn la semiobscuridad emerge un chalet entre oleajes de ro-
sas blancas Dentro quiébranse risas argentinas que al detenerse
el yehfculo se extinguen y un silencio profundo saluda nuestra
entrada al jardin
Tropecé con una rosa que se deshoj6. Los
pétalos cayeron oscilando angustiosamente, enreddndose en las
frondas negruzeas.
—Mi esposa,
No se sabia qué era mas negro y brillante en ell,
grandisimos o los cabellos abundosos y lacios.
Bl saloncito, por su verde imperante y su asimetria, desper-
taba una reminiscencia de jardin. Ht velador central, con mesa
de espejo y delgadisimo florero de plata sobre ella, desplegando
arriba una profusién de rosas blancas, sugerfa im&genes de sur-
tidores.
La mexicana, de cuerpo exuberante, toda sencillez y elegancia,
luce una bata verde con flores pAlidas, muy suelta, y guarda asf
armonfa con agquel decorado, De su boca pequefia y agranada
brotan timidamente los cumplimientos como pfos indecisos o eris-
tales finisimos que sé quebraran.
si los ojosRay
DE LUIS ENRIQUE OSORIO
PUBLICACION SEMANAL
Ta sefiorita Aurora... se halla en la umbrosidad del fondo,
vestida de blanco, sonriendo delicadamente, en agradable expec-
tativa. Lucas me dijo muchas veces el apellido de Aurora, pero es
el caso que no lo recuerdo. Bra raro y sonoro, tal ve de origen
incaico.
—Perdone usted... En ese silencio y esa penumbra... no la
habia visto.
Acentu6 su sonrisa, y trat6 de responder con una férmula, Su
voz fué mosica que se desyanecié apenas quise enterarme de que
existia... 2Se turbaba ella acaso?
La luz, velada por pantalla chinesca bajo el abside, proyecta
una penumbra gironada en derredor de los muros! y dora dé Meno
el manojo de rosas blancas sobre el velador... Un pétalo se des-
prende y cae confuso en revoltosas espirales; su imagen sube igual-
mente por el espejo horizontal y los dos pétalos se besan trémulos
al encontrarse en la cristalina superficie.
Hl aroma de esas flores ya mus vaga por la estancia, real-
zando la verdosa materialidad de Is formas,
Me parecié que invadia la estancia una bandada de jilgueros.
Al mismo tiempo los brazos de una pequefiuela se me enlazaron al
cuello, La nifia pronunciaba mi nombre entre grito y grito, ebria
de entusiasmo y estrechibame efusivamente de igual modo que si
yo fuese una regalo de pascuas, Sus palabras, a fuer de argenti-
nas, se hacfan ininteligibles; gozaban la vaguedad melédica de una
sadencia sobreaguda.
—{ Como to llamas?
—iElena!
Pronunciado por ella este nombre cobraba mayor encanto,
parecia uha palabra aprendida al lenguaje de las golondrinas.
—En lo alegre saliste a tu padre... jInquieta! Me has des
cho el nudo de la corbata.
Entr6 lentamente una nodriza de gordura excepcional.
—Aqui esti el nifio — grufié levantando en sus br una
criatura, de ojos muy abiertos.
en act... Este nifio es s6lo ojos... iSon mas grandes que
los de su madre! <
Fl pequefio puso en guardia el azabache de sus pestafias lar-
gufsimas y clav6 en mi, sobresaltado, sus ojazos negros, A medida
que me obseryaba Ios abria mas y mas, prodigiosamente impresio-
nado, a la vez que me desechaba temeroso con sus manecitas,
Lienaban la, sala los arrebatados algareos de la nifia, la voz
dulefsima de la mexicana y las bromas infantiles de Lucas. Aurora,
en silencio, sonrefa. Cuando yo, como cautivado que estaba desde
el principio, volvia a mirarla, encontribame con los ojazos del
pequefio, aun clavados en mf tenazmente, como dos centinelas en
guardia,
http://resolver.iaispk-berlin.de/IAIOO y0000Ki MALOS 0308
quit tienes tu habitaclén — me dijo Lucas. — Es la mas
alta del chalet. En ella encontrards el silencio y el aislamiente que
tanto te seducen.
nero del arregzlo denuneiaba Ia m
ina. Toda habia sido previsto, hasta 1c
res predilecto
Abrimos la venta
8 inteligente atencién
libros de mis auto
@ Y pavecia que una mujer mundana aca-
r por alli; era la respiracién del jardin, que agitaba
de Tronda bajo la brisa, en sedefio rumoreo. Un cerro ne-
mo se ergufa en el fondo arrugando el cofio a la salida de la
luna. Arriba lucfan constelaciones de estrellas ene] cielo limpio y
abajo constelaciones de rosas blancas
Ah, Fabio, Fabio! (Lo imaginé! jHas. cafdo!
Quién es esa mujer
Hace pocos meses que nos acompafia, sabes?...
¥ lo supe todo en seguida.
Lucas la habia conocido en Lim
temperamento refinado; préxima estaba a casarse con un diplo-
mftico de gran flustracién y cultura; juntos lefun a Maupassant
D'Annurizio en los idiomas originales y tocaban a cuatro manos a
Chopin. Al pasar Lucas dé nuevo por Lima, ya casado, habia acae-
a, en Su primer viaje. Era un
eldo un drama de Wehegaray en plena América, El padre de Au-
rora habia muerto trigitamente, muy trigicamente, la madre
muriG6 de la pena, el novic el pobre novio también estuvo a
punto de morir a pena por la pérdida de su empleo en visperas
de boda, lo que le obligé a tomar las de villadiego ante una crisis
palpable, Aurora por su parte no reconocié parientes ni amigos y
fuese a vivir a un convento,’ Al visitarld Tucas, ella determiné
unfrseles en su eterno rodar y no hubo mas que ver, S6lo que des
de entonces todos los ojos que en ella se fijaron than a mal tér.
mino por muy diplométicos que fuegen.
—Un drama que acaba por convertirse en novela rom&ntica
eon recursos de Carlota Braeme.
—No obstante, he notado aque Aurora pone en tf un interés
diametralmente opuesto a su condueta habitual, Antes de tu Te-
gada la sorprénd! varias veces en el jardin embebida en la lectura
de una obra tuya, mirando 4 ratos 12 fotografia de la cardtula.
—Pues sefior...
—Manos a Ja obfa, Seremos tn cuarteto envidiable. Corre-
remos el mundo de un extremo a otro, tf haciendd versos y yo
haciendo facttras, En eada ciudad dejaremos al menos ti un
libro malo y yo un cliénte descontento.
Caleuls en & ia Lucts que yo querrta descansar y me dejé
lo, {Bueno estaba yo pata, descansar! Meditar era mi ansia, y
yaya si medité... 711 diablo de Lucas! Después de hacer €l las del
Popocatepetl queria meterme en enredos con el Cotopaxi, ;Buen
sistema ir a buscar espo al convente! {En un apuro nos po-
drfamos yer por andar en esas rivalidades amorosas con Jesu-
cristo!
a,Dil LUIS ENRIQUE OSORIO
da la felicia Le darfamos
gundo satélite de
it
‘2 como un
No obstante, aquello serf
la vuelta al mundo, alejados de todo, como un si
Ja tierra; por donde pasdéramos dejariamos ei eco de nu
Bra tan sugestive el proyecto que temf se desvanecier
suefio, y hublese querido vivir un afio en un segundo, besar ya al
primer hijo, un nifio como el de Lucas, de ojos m randes y muy
negros,.. A propésito: zpor qué me mirarfa el pequemuelo tan te-
nazmente?
iDe pie ante la yentana ¢
eparar los ojos del jardin. Antojék
recer alli para armonizar con la po:
de mfsica en los que se adivinan las notas findles,
de igual manera la aparicién de aquella mujer...
sin
risas.
en ella, no me atrévia a
habla de apa-
Jos codo:
ame que Aurora
‘a do la noche. Hay periodos
y yo present
Ante el tono
azul y gris de la atmésfera, los trinos punteados del ctelo y 10s
arpegios de rosas bilancas, yo esperaba la_efigie de Aurora como
é final, El paisaje sin élla era ma serenata que no terminaba,
fr
Piaron dos aves dolorosamente y sali¢ron del nido en vuelo v
pratii... Fué tal su. precipitaciént que sin duda sintieron el cho-
que de algo invii ble... Pasé una
ales rumorando... Las dos ayes,
pre el gajo de un Arbol, contra la luna, tan neg!
del nitio.
Qué pueril era yo! 4Wor qué me hak
Nos ojos?
ifaga y temblaron todos los 1
paban So=
2s como los ojos
sbrecogidas,
nado con aque-
fa impr
oe de noyela, Afiado
Desperté muy de maiiana, como buen hé
que con la luz, se me entro por los ojos la ir spiracién y & 108
pocos minutos garabateaba mi firma pie de un sonel +X qué
Poneto! Tn mi vida habla producido mayor extravagancia, {ire el
éxito, el éxito!
A punto me hallaba de
produccién y gritando “ el ¢
éuando senti que subfan a toda prisa la evealera del chalet
—iFabio! jEl Bi éxito! — Lucas, y se preci
pité en la estancia bal do al aire una cpartilla como la mia, Por
vy momento quedamios fronte a frente, como aquellos dos préjimos
Gel euento que cojeaban del mismo modo. \
Al fin Lu 16:
{El éxito, Lee: una, fuerte
siva de sus nuevas preparaciones: para
nariz.
{Cletos! Aquello st me pirecié en verdad Ja mas exagerada de
lag extravagancias que en el mundo har sido!
‘Mentado estuve a protestar contra. tama
yolyi tos ojos a mi soneto. Aquello era und extravagan
Contra lo que un cléisico fulminaria rayos y centellas.
Las dos razas de Améri¢a, angus. se.las califidue de antago:
nieds;-tienen grandes puntos de contacto. Me atreverfa a deciy que
told difieren en detalles accidentales. Los unos hacen, con él yerro
lanzarme fuera levantando en alto la
ito” a manera de otro Arquimedes,
yangui me da In exclu-
er ja punta de la
embelle
2 innoyacién, cuando
n semejante,
100as ARGENTING MALOS 0708
PGC eweula
Sis
tae
do que los otros con la fantasfa. Los unos van a en-
a fuera y los otros prefieren promoverla en casa;
pero unos y otros tienen como Iema exclusivo 1a Innovacién, la
novedad por la novedad, y en bien de ella acometen contra todo lo
dems a tajos y mandobles,
Nosotros acabamos con el romance y los yanquis con la esca-
lera; nosotros lanzamos cada dia una idea nueva y ellos una nueva
maquinaria; ellos son automAticos y nosotros neologistas. Hllos to-
do lo complican y nosotros todo lo alambicamo:
Una vez solo, abri sin ruido 1a ventana y la armonfa de colo-
res fué completa. Aurora, la nota dominante, una nota blanca, lar
ga, un sol natural, se adivinaba apenas entre los rosales, cual si
fuese emitida con sordina, Las frondas Ia adornaban como bajos
trémolos. Dos gorriones escribian en el aire con cifras
titulo de aquella sonata,
Wsbelta, su perfil, én el que habia una bélla frialdad de di
antiguo, blanqueaba como boceto monocromo, delineado sobre
borron castafio de los cabellos, que ondeaban recogidos con de:
fio. Aun a aquella distancia yefanse negrear sus ojos bajo la serena
oscilacién de los parpados.
Fra indispensable anunciar a Aurora m{ presencia de la ma-
nera mfs original que me dictase el magin. {Oh, la originalidad!
iNuestra eterna obsesién! jFanatismo del siglo, en el que no se co-
mete m4s pecado que el del lugar comin. La trivialidad es ya un
sacrilegio. Dentro de poco las platicas de amor para ser nuevas
tendran que v ar sobre anatomia Jas caricias Mevaran corr!
tes eléctricas y combinacionies quimicas,
Como anunciarme, pues, a Aurora? Ilamarla era trivialidad
esperar a que ella me viese, un lugar comtn,., ¢Leerfa en vo:
alta mi soneto?... Resultaba demasiado extravagante... Le arro-
jarfa unas flores, ;Mureka! Pero en mi aposento solo hallé tres
claveles mustios,.. Lanzar flores marchitas on yex de as era
humorismio de buen gusto con tendenclas marcadas al contraste,
No habfa que esperar. ;Cataplfin! Los tres claveles, dando botes,
caen elfpticamente y deshojan en manos de Aurora un manojo de
rosas recién arrancadas.
Ella alza los ojos sorprendida y me descubre muy sf sefior, en
lo alto del chalet, esperando pacientemente el efecto de mi des-
care:
chinescas: el
sie
—iQué dafiino es usted! por no fijarse qué hacia con esas
flores secas me ha deshojado todas las rosas,
_ Lo hice de intento, Aurora.
—Pues es usted muy mal intencionado.
—Quise galantearla.
—iCon flores marchitas?
—No hallé otras a la mano.
'Ces6 Ia brisa y la sonata de colores tuvo un moderato... Au-
rora, turbada por la amorosa tenacidad con que yo la contemplara,
perdiése entre los frondaleg en busea de nuevas rosas,
—Perdone usted, Aurora... Le prometo no volver a arro-