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sr manera de realizar la democracia liberal en un mundo en el j de la identidad sufren creciontes tensiones, y en el que ce inten- Seyla Benhabib ctos en torno de la cultura? Este libro introduce claridad en el ee ae Las reivindicaciones somo tampoco creo en la posihilidad de individualizarlas como ficativamente discretas.” Antes bien, sostiene, las culturas son de la cultura cas humanes de significacién y representacién, orgenizacion y . 7 ionadas en el interior mismo de narraciones en conflicto, que se Igualdad y diversidad en 1a era global vés de complejos didlogos con otras cultura. wpueiesins rote) és re EI Es 4 F ROM Or cs aaa ac 015275/022883 HM S31 Bae9s 2886 isbn 84-609-8362.5 atzedtores.com MUA © The reluctant modernism of Hanmtah Arendt, Londres y California, 1996 (edicion ‘espaol: Elreluctante madernisma de Hanah Arendt el ddlago con Martin Heidegger, Valencia, 1996) Feminist contentions: A philosophical exchange (en coautarfa con Judith Butler, Nancy Fraser y Drucil Cornel), Nueva York, 1996 Sitwating these Gender, community and postmadernism in contemporary ethics, Critique, norms and utopia: A study ofthe foundations of eritical theory, Nueva Seyla Benhabib Las reivindicaciones dela cultura Igualdad y diversidad en la era global Traducido por Alejandra Vassallo Pry 8870, 2 Hi = HHUAHUA Benhabib, Seyla Las reivindicaciones de la cultura Igualdad y diversidad en 1a ora global - 18 ed. - Buenos Aires : Katz, 2006. "S40 p.; 20x15 om, ‘Traducido por: Alejandra Vassallo ISBN 987.1283-10-5, 1 Identidad Cultural, 2. Universalismo Politico. I. Alejandra Vassallo, trad. H. Titulo cop 308 Primera eticidn, 2006 O Kats Eaitores Sinclair 2949, 5° B 1428, Buenos Aires www katzeditores.com ‘Titulo de Ia edicién original: The Claims of Culture. Equality and Diversity in the Global Era (© Princaton University Proce 2002, Princeton, nu ISBN Argentina: 987:1283.10-5 ISBN Espatla: 84-609-8362-5 EL contenido intelectual de osta obra oe encuentra protegide por diversas leyes y tratadoe internacionales gue prohiben la reproduccién integra o extractats, realizada por cualquier procedimiento, gue no cuente con la autorizacién expresa del editor. serio de colacci6n:tholdn Kunst Impreso en la Argentina por Latingréfica S, R. 1. Hecho ol depéeite que marca fa ley 11.725. 39 9 239 son 37 indice Prefacio Agradecimientos a. Introduccion Sobre e! uso y elabuso de a cultura 2. "Nous” et les“autres” (Nosotros y los otr08) aEluniversalismo es etnocéntrice? 5: :De la redistribucién al reconos El cambio de paradigma dela politica contemporinea 4 Fl muliceliealiemo y la ciudadania de génera 5-La democracia deliberative y los dilemas mukiculturales 6. ;Quiénes somos “nosotros”? Los dilemas de la ciudadania en la Europa actal 7-Conclusion. {Qué hay més allé del Estade-nacién? Bibliografia Indice analitico Prefacio En junio de 1995, Vaclav Havel, presidente de la Repitblica Checa, habl6 a los alumnos que se graduaban en Harvard sobre la nueva civilizacién global que se difundia por el mundo. “Esta civilizacién -afirmé Havel es inmensamente fresca, joven, nueva y frdgil(...]. En esencia, esta nueva y tnica epi- dermis de la civilizacién mundial apenas alcanza a cubrir u ocultar la inmensa variedad de culturas, pueblos, mundos reli- giosos, tradiciones historicas y actitudes forimadas a lu largo de la historia, que en cierto sentido yacen ‘por debajo’ de ella.” Recalcé la ironia de que la difusion de la globalizacién viniese acompafada de nuievas formas de resistencia y de lucha, ast como de demandas por “el derecho a adorar [...] dioses anti- guos y obedecer antiguos mandamientos divinos”. Una civili- zacién mundial no mereceria ese nombre, declaré, si no le hiciera justicia a la “individualidad de las diferentes esferas de Ja cultura y la civilizacién’”, La nueva civilizaci6n global debia ‘comprenderse a si misma “como multicultural y multipolar” (Havel, 1995). De hecho, tal como lo recalcara Havel, nuestra condicién actual esta marcada por el surgimiento de nuevas formas de politica identitaria en todo el mundo. Estas nuevas formas complican y aumentan las tensiones centenarias entre los prin- cipios universalistas introducidos por la Revolucién Francesa 8 1 LAS REIVINDICACIONES DE Us CuLtURR y la Americana y las particularidades de la nacionalidad, la etnia, la religion, el género, la “raza” y el lenguaje. Las luchas por la identidad no s6lo estan teniendo tugar en ius umbrales y fronteras de los nuevos estados-nacién que surgen de la de- sintegracién de regimenes regionales, como el comunismo de estilo soviético en Europa Central y del Este y en Asia Central, © en continentes como Africa, donde el Estado-nacién -una institucién fragil con races que apenas cumplen medio siglo se derrumba en Ruanda, Uganda y el Congo, entre otros. De hecho, también ocurren luchas similares dentro de las fronte- ras de las viejas democracias iberales. Desde fines de la década de 1970, las reivindicaciones por el reconocimiento de identi- dades basadas en el género, la raza, el lenguaje, la etnia y la orientacién sexual han desafiado la legitimidad de democra- cias constitucionales establecidas, Como reflejo de una dindmica social que apenas si hemos comenzado a comprender, la integracién global avanza al mismo paso que la desintegracién sociocultural, el resurgi- miento de diversos separatismos y el terrorismo internacional. Por cierto, no es la primera vez en la historia humana que la homogeneizacién social, cultural y econémica se ha topado con la resistencia y la subversisn, la protesta y la resignificacion por parte de aquellos interesados en proteger la autonomia de sus modos de vida y sistema de valores. Basta sélo recordar la resistencia de la clase obrera y campesina al advenimiento del capitalismo industrial temprano en Europa Occidental. Sin embargo, ya sea que llamemos a los movimientos actuales “luchas por el reconocimiento” (Charles Taylor, Nancy Fraser y Axel Honneth), “movimientos por la identidad/ diferencia” (ris Young, William Connolly) 0 “movimientos por los dere- chos culturales y la ciudadania multicultural” (Will Kymlicka), éstos sefialan un nuevo imaginario politico que catapultan al rreaco | 9 primer plano del discurso politico el tema de la identidad cul- tural, en el sentido més amplio del término. En este libro examino los desafios que se les plantean a la teoria y la practica delas democracias liberales debido ala co- existencia de estos diversos movimientos en e! mismo espacio politico-temporal, esa “extrania multiplicidad” de nuestro tiempo, al decir de James Tully (1995). Al afirmar que las cultu- ras se constituyen a través de practicas controvertidas, sostengo que la respuesta a esta “extraiia multiplicidad” ha sido un nor- mativismo prematuro en gran parte dela teoria politica actual, es decir, la reificacion demasiado expeditiva de identidades grupales dadas, el fracaso para cuestionar el significado de la identidad cultural y el abandono de estas tematicas por parte de la literatura sociolégicae hist6rica, dominadas por el “cons- tructivismo” metodoldgico. El resultado de este normativismo prematuro es a implementacion de politicas improvisadas que corren el riesgo de solidificar las diferencias ya existentes entre los grupos. Por el contrario, propongo un modelo democratico delibe- rativo que permita la méxima controversia cultural dentro de la esfera publica, en las instituciones y asociaciones de la socie- dad civil y a través de elas. Aunque soy partidaria del univer- salismo constitucional y juridico en el sistema de gobierno, también sostengo que ciertos tipos de pluralismo legal y de participacién en el poder a nivel institucional a wavés de par- Iamentos regionales y locales son perfectamente compatibles con los enfoques democraticos deliberativos. Distingo entre la vocacién del fedrico democratico y la del te6rico multiculturalista, y no cuestiono que la mayorfa de los multiculturalistas apoyan totalmente las practicas e institu- ciones democritticas. Si difiero en el énfasis, asi como en el ordenamiento de nuestros principios. La mayoria de los tebri- 10 | LAS REIVINDICACIONES DE LR CULTURA cos democriticos celebran y apoyan las luchas de los movi- ‘mientos por el reconocimiento y por la identidad/diferencia, en la medida en que también propugnen la inclusién demo- cratica, mayor justicia social y politica y a fluidez cultural. Sin embargo, los movimiientos para mantener la pureza o particu- Jaridad de las culturas me resultan irreconciliables con ciertas cuestiones de tipo democratico 0 epistemologico més basicas. Desde un punto de vista filoséfico, no creo en la pureza de las culturas, 0 incluso en la posibilidad de identificarlas como totalidades significativas diferenciadas. Creo que las culturas son practicas humanas complejas de significacién y represen- tacién, de organizacién y atribucién, divididas internamente por relatos en conflicto. Las culturas se crean a partir de dilo- gos complejos con otras culturas. En la mayorfa de las cultu- ras que han adquirido cierto grado de diferenciacién interna, eldidlogo con al (Los) otro(s) es intrinseco antes que extrinseco alacultura en si Si aceptamos la complejidad interna y el cardcter contro- vertido inherente a toda cultura, entonces las luchas por el reconocimiento que buscan ampliar ‘el didlogo democritico denunciando la exclusividad y la jerarquia de los arreglos cul- turales existentes merecen nuestro apoyo. Los movimientos culturalistas pueden ser criticos y subversivos en la medida en que sus motivaciones no sean conservacionistas. Importa mucho si defendemos las exigencias culturalistas porque que remos preservar las culturas minoritarias dentro del Estado democratico liberal, o porque deseamos ampliar el circulo de Ja inclusion democratica, A diferencia del multiculturalista, et tebrico democritico acepta que la incorporacién politica de nuevos grupos en sociedades ya establecidas resultara proba- blemente en Ia hibridacién de los legados culturales de ambas partes, En la actualidad, las personas pueden elegir continuar PREFRIO. U1 con sus tradiciones culturales, o subvertirlas. De la misma manera, los inmigrantes pueden ser incorporados en la cultura mayoritaria a través de procesos de cruce de fronteras, borra- miento de fronteras 0 modificacién de fronteras entre culturas dominantes y minoritarias (véase Zolberg y Long, 1999). En suma, la inclusién democratica y la continuidad y conserv cin de las culturasno tienen por qué ser mutuamente exclu- yentes. En tren de escoger, valoro més el aumento de la inclu- sign democritica y la igualdad que ta preservacién de la particularidad cultural, aunque con frecuencia es factible lograr ambas en cierta medida. La igualdad democratica y las practicas deliberativas son bastante compatibles con la experi- mentacién cultural y con los nuevos diseiios juridicos e insti- tucionales que dan cabida al pluralismo cultural. Propongo una perspectiva cultural, lingtiistica y politica en este debate, sobre la base de los ejemplos de la politica cultural tanto en Espafia y los Paises Bajos, como en Canada y Turquia. Una perspectiva comparada nos obliga a tomar conciencia en términos de como los movimientos y demandas del mismo tipo en un pais pueden comportar significados muy diferen- tes y dar distintos resultados en otro. La justicia multicultural surge en los intersticios de dichos conflictos y paradojas; no existen maneras ficiles de reconciliar, ya sea en la teoria o en la practica, los derechos de la libertad individual con los derechos de la autoexpresién cultural colectiva, Partiendo de tos conflic- {os culturales actuales relativos a los derechos de las mujeres y de los nitios y nifias, propongo que una sociedad democratica deliberativa pujante puede lograr hacer realidad las oportuni dades para la maxima autoadscripcién cultural y la justicia intergrupal colectiva, Enesta discusionse entretejen consideraciones de tipo empf- rico y normativo para demostrar que, dentro del modelo demo- 1211S REUTINDICACIONES DE LA CULTURE cxitico deliberativo, la sensibilidad hacia la politica de la cul- turay una férrea postura universalista no son incompatibles, Al contrario de los intentos de otros te6ricos de sacrificar ya sea la politica cultural o el universalism normativo, sostengo que un enfoque modernista de las culturas como creaciones de sentido controvertidas y un enfoque universalista de democra- cia deliberativa se complementan entre sf En lo que hace a una perspectiva més personal, desde que escribi Situating the self: gender, community, and postmoder- nism in contemporary ethics (1992), he sostenido que, bien i terpretado, el universalismo moral y politico no es irreconcilia- ble con el reconocimiento y el respeto de ciertas formas de diferencia y su negociacién democratica. He tratado de pro- barlo demostrando cémo el universalismo podia tornarse sensible y receptivo a las diferencias de género. En este libro, examino formas de diferencia originadas principalmente en modos de vida y practicas culuurales compartidos. Aqui no ¢s el género sino la cultura lo que se pone en primer plano, aun- que, desde mi punto de vista, existe una conexién profunda e inevitable entre la diversidad cultural y las diferencias relativas al género (véase el capitulo 4). Este libro se inicia con una vena filoséfica. La introduecién y el capitulo 2 desarrollan los aspectos filosoficos de mi idea de la cultura, el relato de las identidades humanas, y esbozan el en- foque de didlogos culturales complejos. Pretendo demostrar que mi interpretacion de las culturas como relatos en esencia controvertidos y escindidos internamente es compatible con un compromiso con la ética del discurso. Dado que existe un alto grado de escepticismo sobre la posibilidad de reconciliar el universalismo normativo y una vision phuralista y controver- tida de las culturas, el capitulo 2 propone el siguiente interro- reeracio 1 13 gante: ges etnocéntrico el universalismo? Luego de explicar que no lo es, cuestiono las filosofias de la inconmensurabilidad fuerte por su incoherencia -en el mejor de los casos— y sus contradicciones intrinsecas, en el peor. Después de esclarecer algunas cuestiones metafisicas que han plagado los debates sobre el relativismo cultural, en los capitulos 3 y 4 me concen- tro en la politica de la identidad y la politica de la diferencia en un contexto global, Fl capitulo 3 se centra en el notorio cam- bio de paradigma dela redistribucién al reconocimiento en la politica actual y examina tres teorfas de reconocimiento cultu- ral: las de Charles Taylor, Will Kymilicka y Nancy Fraser. Aun- que considero inaceptables las premisas culturales preserva cionistas que guian algunas de las posturas de Taylor y Kymlicka sobre estas cuestiones, coincido con Fraser en que el reconocimiento de las identidades culturales puede ser consi- derado como una cuestién de justicia universal. Sin embargo, los conflictos en torno a los derechos de las mujeres y de los nifios y nifias que pertenecen a naciones culturales © grupos inmigrantes minoritarios dentro de las democracias liberales nos permiten ver, con suma claridad, las elecciones morales y politicas implicadas en la defensa de Ia preservacién de las identidades culturales tradicionales por encima de los dere- chos individuales. El capitulo 4, “El multiculturalismo y la ciu- dadanfa de género’, discute estos dilemas en el contexto de tres estudios de caso: la defensa basada en criterios culturales en la jurisprudencia criminal en los Estados Unidos, el impacto del cédigo familiar privado en las vidas de las mujeres musulma- nas en la India y el “affaire del pafiuelo islmico” en la Francia actual El capitulo 5 amplia el modelo del enfoque de doble via de Ja democracia deliberativa, que hace hincapié en la tarea de las, instituciones legislativas, politicas y judiciales oficiales de las so- 14 | UBS REWWINDICACIONES DE LA COLTIRR ciedades civiles, asi como el papel de las asociaciones ciudada- nas, Jos grupos de interés y los movimientos sociales no oficia- les en la esfera publica. Defiendo este modelo en contraposi- cién a otras propuestas del pensamiento actual, como la del “consenso superpuesto” de John Rawls, el “igualitarismo libe- ral” de Brian Barry y las“jurisdicciones multiculturales” defen- dida por Ayelet Shachar. Creo que un enfoque de doble via sobre las cuestiones y los conflictos multiculturales es una ruta ids viable que Ja que proponen estas teorfas alternativas, que tienden a concentrarse en la esfera puiblica oficial, excluyendo un modelo de aprendizaje cultural a través del conflicto culta- ral més basado en la sociedad civil. También sostengo que las instituciones federativas y ciertas formas de jurisdiccién mul- ticultural que no socaven los principios de la autonomfa indi- vidual y publica son perfectamente compatibles con Ia demo- cracia deliberativa, El capitulo 6 se centra en Jas transformaciones de la institu- cién dela ciudadanfa en Europa. En la actualidad, Europa esté ateapada entre las fuerzas unificadoras y centralizadoras de la Unién Europea, por un lado, y las fuerzas del multicultura- lismo, la inmigracién y los separatismos culturales, por el otro. Concentréndome en la situacién de los nacionales de terceros paises en Europa, que son residentes aunque no ciudadanos en pafses de la Unién Europea, analizo la problematica interde- pendencia entre nacionalidad y ciudadania en el desarrollo del Estado-nacién moderno. Creo que lo que estamos viendo en las instituciones europeas es un “efecto de desagregacion” a través del cual se desarticulan los diversos componentes de la ciudadania, como la identidad colectiva, los derechos politicos y €l derecho a beneficios sociales. Los movimientos multicul- turalistas actuales desempefian un papel en esta gran transfor- maci6n que se aleja, cada vez mds, de las instituciones de ciu- PREFACO 1 45 dadanfa y soberania unitarias y se encamina a la “ciudadania flexible” y la “soberania dispersa”, Finalizo con algunas obser- vaciones sobre las consecuencias de estas transformaciones para la factibilidad de la ciudadanfa democritica en una civili- zacién global. Aunque este libro se terminé de escribir en el verano de 2001, antes de los acontecimientos del 11 de septiembre, muchas de las cuestiones discutidas aqui han cobrado mayor relevancia desde los ataques al World Trade Center y al Pentagono. La situacién de hombres, mujeres, nifios y nifias musulmanes en las actuales democracias liberales europeas, asi como la situa- Gi6n de las mujeres musulmanas en la India e Israel, que culti- van modelos jurisdiccionales multiculturales, ocupan un lugar central en mis hipotesis. Si nos detenemos en los dilemas y perplejidades creados por los intentos de estos grupos de rete- ner su integridad cultural dentro de los limites institucionales de estados democréticos liberales seculares, podemos com- prender las raices del descontento que las redes de terrorismo internacional han sabido cosechar para sus propios fines. No son ficiles ni las respuestas normativas, ni las institucionales sobre como reconciliar los deseos de las comunidades religio- sas y étnicas musulmanas para continuar sus formas tradicio- nales de vida mientras viven en una cultura que propugna el universalismo democrético liberal. Algunos han llegado a la conclusién de que la coexistencia no es ni posible ni deseable; sin embargo, la gran mayorfa de las personas musulmanas en todo el mundo, y también otras en cuyo seno habitan, estan atrapadas en un experimento de aprendizaje democratico. En este experimento, las reivindicaciones de Jas culturas para mantener su variedad y para “adorar [...] dioses antiguos y obedecer antiguos mandamientos divinos’, al decir de Vaclav 16 | AS REIVINDICRCIONES DE LA CULTURA Havel, se encuentran y se mezclan en el contexto de una nueva civilizaci6n global. Estamos atrapados en redes de interdepen- dencias desconcertantes ¢ incretblemente complejas. Las rei- vindicaciones de las culturas para mantener su individualidad frente a estas interdependencias pueden hacerse realidad s6lo a través de didlogos riesgosos con otras culturas, que pueden Ile- var ala separaci6n y la controversia, ast como a la comprension yelaprendizaje mutuo, Agradecimientos En la primavera de 1998 tuve el honor de dar tres conferencias gracias a la invitacion de los Seminarios Gauss en Ja Universi- dad de Princeton. Estas tuvieron un precedente en 1997, en las Conferencias Max Horkheimer, que dicté en la Universidad Johann Wolfgang Goethe en Frankfurt, bajo el auspicio con- junto de la editorial Fischer y el Departamento de Filosofia. El ciclo de conferencias Max Horkheimer se publicé en alemén en 199 baju el titulo Kultwrelle Vielfalt und demokratische Gleichheit: Politische Partizipation im Zeitalter der Globalisie- rung (Diversidad cultural ¢ igualdad democratica: participa- cién politica en la era de la globalizacién). Este libro incluye parte de ese material, aunque éste fue revisado y ampliado para la publicacion en inglés. La introduccién, los capitulos 4 y 5 y la conclusién son nuevos. Todos los capitulos fueron revisados en profundidad. Mis ideas sobre estas cuestiones han evolucionado en los Liltimos cinco afios gracias al didlogo con una serie de perso- nas. Primero y principal, mis estudiantes Patchen Markell, Sankhar Muthu, Edwina Barvosa, Michaele Ferguson y Daniel Suleiman enriquecieron mis ideas sobre la importancia de la cultura para la politica a partir de sus propias tesis doctorales ysen el caso de Daniel, su tesis de grado. Mis colegas en el ‘Comité para el Titulo en Estudios Sociales en Harvard ~April 1B | 1AS REIVINDICACIONES DE LA CULTURA Flakne, Pratap Mehta, Glyn Morgen y Sayres Rudy~ me han prestado su escucha, por momentos escépptica, mientras elabo- aba diversas etapas de estos argumentos. Les estoy particular- mente agradecida a Carolin Emcke, Rainer Forst, Nancy Fra- ser, Bonnie Honig, Morris Kaplan, Lorenzo Simpson, Leslie ‘McCall y, sobre todo, a Amelie Rorty y Doris Sommer por leer ¥ comentar varias partes de este manuscrito. Annie Stilz ha sido una puntillosa auxiliar de investigacién, correctora ¢ in- terlocutora de ideas, Sin su arduo empefio, este libro no habria aleanzado su forma final. Quiero agradecer también a Raluca Munteanu y Willem Mees de la Universidad de Yale, cuya ayu- da en las etapas finales de este libro fue indispensable, Diversos congresos e instituciones me han ayudado a desa- rrollar estas ideas al brindarme la oportunidad de compartir- Jas con otros. Agradezco a Steven Lukes y Christian Joppke por organizar el magnifico congreso “Multiculturalismo, minorias y Ciudadania’ en el Instituto Universitario Europeo de Floren- ia, en abril de 1996. El capitulo 2 esta basado en la publicacién de las actas del congreso (véase Benhabib, 19992). Fui profesora visitante de Ja Fundacion Canada Blanc en la Universidad de Valencia, durante la primavera de 1997, y profesora distinguida de la cétedra Baruch de Spinoza en la Universidad de Amster- dam, durante el verano de 2000. Estas estadfas agudizaron mi mirada para apreciar la multiplicidad, variedad y contingencia contextual de los arreglos lingusticos y étnicos en la Europa actual. Agradezco al profesor Neus Campillo de Valencia y a los profesores Hent de Vries, Veit Bader y Karin Vintges de Ams- terdam por sus comentarios ¢ ideas. Un agradecimiento espe- cial para los miembros del Grupo de Teoria Politica de la Uni versidad de ‘Toronto ~Ronald Beiner, Joe Carens y Jennifer Nedelsky-, quienes escucharon y comentaron varias partes de los capitulos 3 y 5 en distintas etapas de elaboracién. AGRADECIMIENTOS. | 19) Mis anfitriones durante las Conferencias Gauss en Ja Uni- versidad de Princeton mostraron empatia y también resisten- cia las tesis propuestas en estas charlas. Agradezco los comen- tarios y criticas de Amy Gutmann, George Kateb, Jacob Levy, Michéle Lamont y Michael Walzer. La Fundacién Russell Sage brindé un entorno institucional maravillosoy contenedor durante el invierno de 2001, en el que completé la preparacién final de este manuscrito. También me gustarfa mencionar el subsidio de investigaci6n Tozier-Clarke de la Universidad de Harvard, que apoyé este trabajo. Laura y Jim, mi familia, han compartido conmigo las difi- cultades y tribulaciones de algunos aftos dificiles. Agradezco su amor, inteligencia, humor y paciencia y su constante apoyo. Este libro esta dedicado a mis hermanas, Lizet Shamash y Doli Ben-Haviv, quienes me han demostrado cémo negociar culturas, lenguajes, territorios y ciudadanfa, manteniendo la solidaridad y la dignidad. 1 Introduccién Sobre el uso y el abuso de la cultura* LA CULTURA ¥ SUS PERMUTACIONES El surgimiento de la cultura como un campo de intensa con- troversia politica es uno de los aspectos mas desconcertantes de la situacién actual. Tanto las decisiones de la Corte Supre- ma de los Estados Unidos sobre el derecho de los artistas a em- badurnarse con sustancias que semejan excrementos, como el hecho de que una corte canadiense admita como legitima evi- dencia los relatos orales de los pueblos originarios; 0 as dispu- tas sobre cémo preservar la memoria histérica a través de obras de arte puiblicas ~cuyo significado para diversos grupos cculturales varia enormemente~ y los debates acerca de la en- seftanza de la historia en los planes de estudio multiculturales, nos enfrentan continuamente a “escaramuzas” 0, incluso, a guerras culturales. Las reivindicaciones de distintos grupos comprometidos en ‘nombre de uno u otro aspecto de su identidad cultural se han convertido en contendientes en la esfera piiblica de las demo- \cracias capitalistas y estén implicadas en las tipicas luchas por * Una parte de este capitulo se publicé previamente como "The intellectual challenge of multiculturalism’, en Garber, Marjorie (comp.), Cultureworks, Nueva York, Routledge. Se reproduce aqui bajo licencia de Routledge, Inc. parte del Grupo Taylor & Francis, 22 | LAS RENVINDICACIONES BE EA CULTURA Ja redistribucién y el reconocimiento. Cultura se ha vuelto un sindnimo ubicuo de identidad, un indicador y diferenciador de la identidad. Obviamente, la cultura siemprg ha sido un indi- cador de la diferencia social. Lo que resulta novedoso es que los grupos que actualmente se constituyen en torno de dichos indicadores identitarios exigen el reconocimiento legal y la dis- tribuci6n de los recursos del Estado y de sus organismos para preservar y proteger sus especificidades culturales. La politica identitaria involucra al Estado en guerras culturales. Por con- siguiente, el propio concepto de cultura ha cambiado. Cultura deriva de la raiz Jatina colare y se asocia con las actividades de preservacion, atencién y cuidado. Los roma- nos consideraban la agricultura la actividad “cultural” por excelencia. El surgimiento de la modernidad occidental, la ‘economia capitalista mercantil, la visién cientifica y raciona~ lizada del nvundo y el control burocritico administrative han alterado en forma radical este significado primario de cul- tura. En el periodo romantico, y como reflejo del desafio que representaba el capitalismo mercantil dispuesto a uncir la ciencia y la industria para una expansién cada vez més acele~ rada, se oponia la cultura a Ia civilizacién, caya marca dis: tintiva era, precisamente, que no alentaba un “cuidado” minu- ioso. En el discurso de los roménticos alemanes, como Johann Gottlieb Herder, Kultur representa los valores, signi- Ficados, signos lingiifsticos y simbolos compartidos por un pueblo, en si mismo considerado una entidad unificada y homogénea (véase Parens, 1994). Kultur se refiere a formas d expresién a través de las cuales se expresa el “espiritu” de “A pueblo, diferenciado de los demas, Segtin esta perspectiva, la adquisicin individual de cultura requiere la inmersién y la for- macién del alma en los valores del colectivo por medio de la educacién. Al considerar la cultura como un proceso de fotma- SoBRE EL USO Y EL ABUSD DE LA CULTURA 1 23 cion intelectual y espiritual —como bildung, crear y dar forma alalma-, la definicién de Herder mantiene algunos aspectos de Jas connotaciones originales de una actividad formadora aso- ciada con la cultura. Civilizacién, por et contrario, se refiere a valores y précticas materiales que son compartidos con otros pueblos y que no reflejan la individuatidad. Designa, grosso modo, al mundo capitalista burgués. Este contraste entre ci Yilizacién y cultura se vincula con otros conjuntos binarios, como exterioridad frente a interioridad, superficialidad frente a profundidad, progreso lineal frente a crecimiento orginicoe individualismo frente a colectivismo. Con el surgimiento de los movimientos de masas totalita- rios en Europa, en las décadas de 1920 y 1930, sobrevino la incertidumbre sobre la factibilidad de la cultura. ;Podria haber cultura “de masas”? {Las masas eran capaces de (tener) cul- turat Esta discusién, que ya habia comenzado en la Republica de Weimar en la década de 1920, se trasladé al otro lado del Atléntico durante le Segunda Guerra Mundial, junto a refugia- dos intelectuales como Hannah Arendt y los miembros de la Escuela de Frankfurt, quienes la aplicaron al caso de las demo- cracias de consumo de masas. La cultura de masas portaba todos los atributos negativos vinculades, alguna ve7, con el 1 "Silas facutades intelectuales en sus diversas manifestaciones som una ventaja de los europecs, no pueden hacere honor a esta ventaja de ninguna otra manera que através de la razény la bonded (siendo amas, fandamentalmente slo una) Si actéan con impotencia, presos de pasiones Furiosas, por fria codiia, por orgollo exaltado y egotsta, som animales, demonios enfrentandc a sus congéneres ...). Brioncesjque nadie augure la decadencia y la muerte de foda nuestra especie por causa del envejecimiento de Europol sQué dao podtia causarle a nestra especie que una parte degeneraa de ella vurierae” (Herder [1757] 1997: 46-47, énfasis mio). [Notese cOmo agut la ctitica al “ivlizacién’ es mbién ung critica a Europa yuna defensa de modelos aternativos de cultura y cvilizacion,

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