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‘sim Chsaire fue. junto con Léopold S. Senghor y Léon Damas. uno de los principales impulsores del movimiento de la negritud. que desde media~ Gos de ia década de 1930 reivindicé la dignidad, a profundidad y la belleze de las culturas negras cuando, en plona crisis del modelo colonial. as pro- blematcas ligadas a lo que después se denominarfa teorfa poscolonial apenas se dejaban intuir en el horizonte politico de la modernidad. Excrito poco después de la Segunda Guerra Mundial este libro consttuye un desplazariento estratégico de los presupuestas epistemolégicos y cog roscitivee del universalismo occidental -que inspiran atin hoy buena parte Ge las opciones geopolticas, geoeconémicas y culturales de las socieda- des occidentales- y una critica demoledora dei humanismo secular el cual ‘se ha constituido histéricamente a partir de mecanismos sistémicos bru- tales de exclusion y jerarquizacién. En este texto, Aimé Césaire nos invita a pensar el colonialismo y el racismo ‘Como vectores consustanciales del capitalismo y, por ende, de la modern- Gad occidental, cuyo proyecto de sociedad queda irremediablemente mar- ado por la construccién de sus protocolos intelectuales parti de la inven ibn yreproduccion de la esctavitud, la racializacin de los seres humancs ¥ la coonialdad de las formas de existencia social econémica y potica de tes sociedades del Sur global. El liberalismo, el humanismo y et racionalis~ mo octidentales son sometidos a un severo juicio en el que Césaire levan= {a aca de las formas de barbarie, subalternizacin y explotacién que las razas no blancas han sufride durante los siglos de constitucion de Occidente como marco normativo y excluyente de socilidad y polticidad, Vee Mics) primero es la demanda de igualdad; pero ésta incluye los derechos iguales de mi ples formas y realidades culturales a exists, a prosperar, a lorccer y acontribuir un ‘universal constituido por la interaccién reciproca de todas las singularidades. Esta formulacién estaba muy poco extendids, y menos aceptada, en 1913, cuando naci6 ‘Césaire,o incluso en 1946 cuando se incorpors a la vida politica; pero tan s6lo diez aiios después, en 1956 -el aiio del Jevantamiento hiingaso y del ataque imperialsta contra Suez, el afo del discurso de Kruchov ante l 20° Congreso del Partido Comu- nista dela Unién Sovitica y del Primer Congreso de Escrtores y Artistas Negros celebrado en Paris, el afio de la Lettre d Maurice Thorez de Césaire— la izquierda ‘mundial se vio sacudida por un tsunami cultural que conducitia inexorablemente a Ia revolucisa mundial de 1968, al colapso de la URSS en 1989, y al Foro Social Mun- dial como foco del resurgimiento de la izquierda mundial en el siglo xx. La izquierda mundial esti debatiendo todavia c6mo configurar una forme de universalismo constituida por la profundizacién de miltiples particularidades, pero ca la medida en que podamos vibsar con Césaire -en primer lugar y ante todo un poeta podremos oft mejor las muchas tonalidades, sopesar las dificiles opciones, sin perdemnos en una versién estéil y opresiva del universalism ni quedar atrapa dos en una forma agresiva y autolimitadora de particularismo. Este es el desafio para la izquierda mundial en su intento de construir otro mundo, un mundo posi ble frente al desmoronamiento de la economia-mundo capitalista que estamos viviendo, Las fuerzas colonizadoras estin todavia ahi, y estin decididas a mante- nerse. Siguen descivilizindose, cada vex mis, y mas peligrosamente. La combine cin de pasin enfurecida y respuesta cultural sobria que encarnaba Césaire nos ser vied sin duda en este periodo de caos y transicién, Bibliografia Césane, Aimé, Discours sur le colonialisme, suivi de Discours sur la négrtude, aris, Présence Africaine, 2004. Lettre a Maurice Thorex [19561, Apéndice en Georges Neal, «Lire» Le Dis- cours sur le Colonialisme d’Aimé Césaire, Pais, Présence Afticaine, 1994. outs, Patrice, Aimé Césaire: Rencontre avec wn negre fondamental, Paris, Arla, 2004. Mouroussamy, Emest, Aimé Césaire: Député a PAssemblée nationale, 1945- 1993, Paris, L!Harmattan, 1993. 2 Discurso sobre el colonialismo 1 incapaz de resolver los problemas que suscta su decademte. ‘Una civilzacién que escoge cerrar los ojo ante sus problemas més crucales es ‘una civilizacin herida, ‘Una ilzacin que le hace trampas a sus principios es uum civliacion moribund, El hecho es que la cvilizacién lamada «europea», lacvilizaci6n «occidentaby tal como ha sido moldeada por dos sigos de régimen burgués, es incapaz de resolver los dos principales problemas que su existencia ha originado: el problema del proletasia- doyyel problema colonial, Esta Europa, citada ante el tribunal de la «sazén> y ante el tribunal dela «conciencia», no puede jusificarse; y se refugia cada vez més en wna hipocresia aun més odiosa porque tiene cada vez menos probabilidades de engaias. Europa es indefendible. Parece que ésta es la constatacién que se confian en voz baja los estrategas esta- dounidenses. Esto en sno es grave. Lo grave es que «Europa» es moral y espiritualmente incefendible, Y hoy resulta que no son sélo las masas europeas quienes incriminan, sino que elacta de acusacién es, en el plano mundial, levantada pot decenas y decenas de millones de hombres que desde el fondo de la esclavtud seerigen como jucces. ‘Se puede matar en Indochina, orturar en Madagascar, encarcelar en el Africa negra, ‘causarestragos en las Antillas. Los colonizados saben que, enlo sucesivo, poseen una, ‘venaja sobre los colonialistas. Saben que sus «amos» provisionalessniemten. B Y¥, por lo tanto, que su amos son debiles. Y como hoy se me pide que hable de la colonizacin y de la civlizacién, vaya ‘mos al fondo de la mentire principal a partir de la cual proiferan todas las demés. eColonizacion y civilzacion? La maldiciGn mis comin en este asunto es ser la vied de buena fe Ue una hipocresfa colectiva, hébil en plantear mal los problemas para legitimar mejor las codiosas soluciones que se les ofrecen. Eso significa que lo esencial equ es ver claro y pensar claro, entender atrevida ‘mente, responder claro a la inocente pregunta inicial: gqué es, en su principio, la colonizacién? Reconocer que ésta no es evangelizacién, ni empresa filantrépica, ni voluntad de hacer retroceder las fronteras dela ignoranci, de la enfermedad, de la tirania; ni expansién de Dios, ni extensién del Derecho; admitir de todas, sin voluntad de chistar por las consecuencias, que en la colonia decisivo es el del aventurero y el del pirata el del tendero alo grande y el del arma- dor, el del buscador de oro y el del comerciante, el del apetito y el de la fuerza, con la maléfica sombra proyectada desde atris por una forma de civilizaciSn que en un ‘momento de su historia se siente obligada, endégenamente, a extender la compe- tencia de sus economias antagénicas a escala mundial ‘Continuando con mi andisis, constato que la hipocresia es recente; que ni Cortés al descubrir México desde lo alto del gran teocalli, ni Pizarro delante de Cuzco (menos todavia Marco Polo frente a Cambaluc) se reclaman los precursores de un ‘orden superior; que ellos matan, saquean; que tienen cascos,lanzas, codicias; que los ‘calumniadores legaron mis tarde; que la gran responsable en este émbito es la pedan: teria cristina por haber planteado ecuaciones deshonesta:sitianismo = cviliaacion; aganismo = saleajismo, de las cuales s6lo podian resultar consecuencias colonialistas y racstas abominables, cuyas victimes debfan ser los indios los amarills, los negros. Resuelto esto, admito que esta bien poner en contacto eivlizaciones diferentes entre sf que unir mundos diferentes es excelente; que una civilizacién, cualquiera que sea su genio intimo, se marchit al replegarse sobre ella misma; que el intercambio es el oxi- eno, y que la gran suerte de Europa es haber sido un cruce de caminos;y que el haber sido el lugar geométrico de todas las ideas, el ecepticulo de todas las flosofias,e ugar de acogida de todos ls sentimientos, hizo de ellael mejor redistribuidor de ener Pero entonces formulo la siguiente pregunta: gba puesio en contacto verdadera- ‘mente la colonizacién europea? o si se prefiere: de entre todas las formas para esta- blecer contacto, cera ésta la mejor? Yo sespondo no. Y digo que la distancia de la colonizacién ala civilizacion es infnita, que de todas las ‘expediciones colonials acumuladas, de todos los estatutos colonials elaborados, de todas las citculares ministeriales expedidas, no se podria rescatar un solo valor humano. “4 2 ‘Hoabrfa que estudiar en primer lugar cémo la colonizacién trabaja para descvii- ar al colonizador, para embrutecerlo en el sentido literal de la palabra, para degra- darlo, para despertar sus recénditos instintos en pos de la codicia, la violencia, el odio racial el relativismo moral; y habria que mostrar después que cada vez que en Vietnam se corta una cabeza y se revienta un ojo, y en Francia se acepta, que cada vez que se viola a una nifia, yen Francia se acepta, que cada ver que se tortura a un imalgache, y en Francia se acepta, habria que mostrar, digo, que cuando todo esto sucede, se estéverficando una experiencia de la civilizacién que pesa por su peso rmuerto, se esti produciendo una regresién universal, se esté instalando una gan- rena se std extendiendo un foco infeccioso, y que después de todos estos trata- dos violados, de todas estas mentiras propagadas, de todas estas expediciones puni- tivas toleradas, de todos estos prisioneros maniatados ¢ «intertogados», de todos «estos patriotastorturados, después de este orgullo racial estimulado, de esta jactan- cia desplegada, lo que encontramos es el veneno insilado en las venas de Europa y cl progreso lento pero seguro del ensaloaiamento del continente. Y entonces, un buen dia, la burguesia es despertada por un golpe formidable «que le viene devuelto: la GESTAPO se afana, las prsiones se llenan, los torturadores inventan, suilizan, discuten en tomo a los potros de tortura. Nos asombramos, nos indignamos. Decimos: «;Qué curioso! Pero, jbabt, es el rnazismo, ya pasarél». Y esperamos, nos esperanzamos; y nos callamos a nosotros ‘mismos la verdad, que es una barbari, pero la barbarie suprema, la que corona, la ‘que resume la cotidianidad de las barbaties; que es el narismo, sf, pero que antes de ser la victima hemos sido su eémplice; que hemos apoyado este nazismo antes de ppadecerlo, lo hemos absuelto, hemas cerrado los ojos frente a 4 lo hemos legitima. do, porque hasta entonces silo se habia aplicado a los pueblos no exropeas; que este ‘nazismo lo hemos cultivado, que somos responsables del mismo, y que él brota, penetra, gotea, antes de engullr en sus aguas enrojecidas a la civilizacién occidental y cristina por todas las isuras de ésta. Si, valdria la pena estudiar, clinicamente, con detalle, as formas de actuar de Hitler y del hitlerismo, y revelacle al muy distinguido, muy humanista, muy ctstia ‘no burgués del siglo xx, que lleva consigo un Hitler y que lo ignora, que Hitler lo babita, que Hitler es su demonio, que, silo vitupera, es por falta de ligica, y que en fondo lo que no le perdona a Hitler no es el crimen en si, elcrimen contra el hone- bre, no es la bumillacion del hombre en si, sino el ctimen gontra d hombre blanco, sla humillacién del hombre blanco, y haber aplicado en Europ: procedimientos. colonialistas que hasta ahora s6lo concernian a los érabes de Argelia, a los coolies de la India y a los nesros de Attica. 1b YY éste es el gran reproche que yo le hago al pscudohumanismo: haber socavado demasiado tiempo los derechos del hombre; haber tenido de ellos, y tener todavia, una concepcién estrecha y parcelaria, incompleta y parcial, afin de cuentas, s6r- idamente racist He hablado mucho de Hider. Lo merece: pennite ver eon suplitud y expuar que Ja sociedad capitalista, en su estadio actual, es incapaz de fundamentar un derecho de gentes, al igual que se muestra impotente para fundar una moral individual Quiérase 0 no, al final del callej6n sin sada de Europa, quieo decir de la Europa de Adenauer, de Schuman, de Bidault y de algunos otros, esté Hitler. Al final del ‘capitalismo, deseoso de perpetuarse, esté Hitler. Al final del humanismo formal y de la renuncia filosofica, est Y, por consiguiente, una de sus frases se me impone: [Nosotros aspiramos no ala igualdad sino ala dominacién. El pals de raza extranje 11 deberd convertire en un pals de siewvos, de jornaleros agricolas 0 de trabsjadores industrials. No se trata de suprimir las desigualdades entre los hombres, sino de ‘ampliarlas y hacer de ellas une ley. Esto suena claro, altivo, brutal, y nos instala en pleno salvajismo vociferante Pero descendamos un grado, 2Quién habla? Me avergiienza decitlo: es el bumanista cocidental, el filésofo «

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