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de la vida moral e inducirlos a reflexionar sobre las grandes preguntas existenciales. Al hacerlo, fomenta- remos la reflexién en los nifios y en nosotros mismos. El capitulo 12 analiza el modo en que podriamos usar historias para promover esas conversaciones. En lo que concierne al empleo de historias, hay una gran semejanza entre el enfoque de la educacin moral pro- pio de la teoria del cuidado y el de la educacién del ca- acter. La semejanza es obvia, pero también lo son (es- pero) las diferencias. No sugiero que la educacién mo- ral deba separarse de los temas de estudio comunes en Ja escuela, aunque noes un secreto que yo, al igual que muchos otros, desearia que se Ievara a cabo una rees- tructuracién total del plan de estudios escolar. No obs- tante, mientras sigan vigentes las disciplinas actua- les, deberiamos hallar el modo de incluir la educacién moral en cada tema de estudio. De esta manera, ella formar parte de todas las actividades humanas, y las propias disciplinas se enriquecerén con el empleo de historias. 172 9. Una mision justificada moralmente para las escaelas del siglo XXT ‘Los cambios experimentados por la sociedad en los afios que siguieron a la Segunda Guerra Mundial han sido enormes. Los hemos visto en Ia estructura labo- ral, la estabilidad habitacional, las caracteristicas de Jas viviendas, las costumbres sexuales, la vestimenta, Jos modales, cl lenguaje, la musica, el entretenimiento y, lo que es quiz mas importante, la composicién de la. familia. Aunque las escuelas reaccionaron—por cierto que lentamente— a los cambios tecnolégicos con agre- gados al plan de estudios y con métodos de ensefianza minuciosamente prescriptos, por lo comin, no presta- ron atencién a los cambios sociales masivos. Cuando dieron alguna respuesta, lo hicieron en forma poco sis tematica, ocupandose de aspectos aislados del proble- ma. Por ejemplo, cuando advirtieron que algunos ni- fos Hegaban hambrientos a la escuela, ofrecieron co- mida a los alumnos pobres. Alarmadas por el incre- mento de los embarazos y las enfermedades venéreas entre los adolescentes, ofrecieron educacién sexual. Se podrian mencionar mds ejemplos, pero ninguna de esas reformas, ni todas ellas en conjunto, satisfacen de manera adecuada las necesidades educativas de los alumnos contempordneos. {Qué queremos para nuestros nifios? {Qué necesi- tan de la educacién, y qué necesita nuestra sociedad? La respuesta més comtin hoy en dia es que los alum- nos necesitan ms capacitacién académica, que Esta- dos Unidos necesita unis personas con aplitudes mate- maticas y cientificas, que una preparacién académica adecuada puede salvar a mucha gente de la pobreza, 173 cl delito y otros males de la sociedad contemporanea. ‘Muchas de estas afirmaciones sen falsas o, en el mejor de los casos, verdaderas sélo en parte. Por ejemplo, no necesitamos mas médicos 0 matematicos; hay mucha gente preparada en esos campos que no consigue em- pleo. La mayoria de los adultos no usa el algebra en su ‘trabajo, y forzar a los alumnos a estudiarla es una so- Jucién simplista para problemas reales, como los rela~ cionados con la equidad y el conocimiento elemental de la matematica. De igual modo, una mejor educacién no salvard a nadie de la pobreza, a menos que gran nti- mero de personas desafortunadas rechacen esa educa- cidn o sean excluidas de ella. No todos pueden conse- guir alguno de los empleos que nuestra sociedad re- tribuye en forma adecuada. La cantidad de dichos em- pleos es limitada, y aun cuando todo el mundo recibie- ra una buena educacién, algunas personas tendrian que realizar los trabajos mas sencillos, que en la ac- tualidad estan mal pagos. Por eso, la educacién no puede librar a todos de la pobreza. La pobreza es un problema social, no educacional. Ninguna persona que realice un trabajo honesto y ttil —cualesquiera que sean sus logros académicos— deberia vivir en la po- breza. Una sociedad que permite que esto suceda no esta dando muestras de un fracaso educativo, sino de un fracaso moral. Nuestra sociedad no necesita esforzarse porlograr que sus nifios se conviertan en los mejores matemati- cos 0 cientificos del mundo. Necesita cuidarlos: reducir la violencia, respetar el trabajo honesto de todo tipo, recompensar la excelencia en todo nivel, asegurar a los nifios y los jévenes un lugar en el mundo econémico y social, formar personas que cuiden de manera com- petente a su familia y contribuyan de modo efectivo a su comunidad. En oposicién directa al énfasis actual en los estdindares académicos, el plan de estuctios na- cional y Ia evaluacién nacional, he sostenido que nues- tra principal meta educativa debe ser lograr el desa- 174 rrollo de personas competentes, cuidadosas, carifiosas y agradables (Noddings, 1992). En la actualidad, es obvio que nuestra principal fi- nalidad educativa no es el propésito moral de formar personas que cuiden, sino un impulso implacable — como resultado, lamentable— de preparacién acadé- mica, Claro que no voy a defender la falta de prepara- cién académieca, pero trataré de convencer a los lecto- res de que es esencial un reordenamiento de las priori- dades. Todos los nifios deben aprender a cuidar de otros seres humanos, y todos deben descubrir un into- rés fundamental por algin objeto de cuidado: el euida- do de sf mismo, de los seres quoridos, de los compatie- ros y conocidos, de los mas alejados, de los animales, las plantas y el entorno fisico, de los objetos e instru- mentos, de las ideas. Respecto de cada uno de esos cen- \ tros de interés hallaremos muchos temas que pueden servir de base a cursos, seminarios, proyectos, lecturas 0 didlogos. Hoy en dia, el plan de estudios se organiza en torno al tiltimo de los centros de interés mencionados, es de- cir, en torno a las ideas, pero esta tan mal concebido que a menudo algunas ideas importantes quedan se- pultadas bajo una avalancha de hechos y destrezas Incluso los alumnos que podrian encontrar un auténti- co objeto de cuidado en algtin campo de las ideas (ma- tenuitiea o literatura, por ejemplo) sufren profundss decepeiones. Al tratar de ensefiar a todos lo que en un tiempo ensefidbamos sélo a unos pocos, hemos termi- nado por ensefiar mal a todos. Y no nos hemos tomado Ja molestia de proguntarnos si la tan preciada educa- cién tradicional fue alguna vez la mejor educacién pa- ya alguien. He dicho que la educacién liberal (definida como un conjunto de disciplinas tradicionales) es un modelo de educacién anticuado y peligroso para los jévenes de nuestra época. Un eslogan muy popular hey en dia es: «Todos los nifios pueden aprender». Pero insistir on 175 que todos los nifios deben recibir la misma dosis de es- tudios sociales, ciencias, lengua y matemética da lu- gar a una importante pregunta, que los creadores del eslogan no han considerado: ¢Por qué todos los nifios deben aprender lo que insistimos en que «pueden» aprender? {Se trata acaso de temas que las personas necesitan para vivir en forma inteligente, moral y fe- liz? £0 los argumentos en favor de la educaci6n liberal tradicional estan absolutamente equivocados? ¥ lo que seria incluso peor: ,acaso se trata de simples ma- niobras politicas? ‘Mi argumento en contra de la educacién liberal no es un reproche a la literatura, la historia, las ciencias fisicas, la matematica o cualquier otra disciplina. Bs, primero, un argumento contra la ideologia de control que obliga a todos los alunos a estudiar un programa particular y mal elaborado, desprovisto de un conteni- do que les pueda interesar. Segundo, es un argumento en favor de un mayor respeto por la riquisima gama de capacidades humanas que suelen ser ignoradas en las escuelas. Tercero, os un argumento en contra de la per- sistente subestimacion de las habilidades, actitudes y capacidades que solemos asociar con las mujeres. Este tiltimo tema ha sido desarrollado con gran elocuencia por Jane Roland Martin (1995). Qué queremos para nuestros hijos? La mayoria de nosotros deseamos que encuentren a alguien a quien amar, que realicen un trabajo titil que les agrade o que al menos no odien, que formen una familia y establez- can vinculos con amigos y parientes. Estos deseos son parte de lo que motiva nuestro interés por modelar ni- Hos aceptables. {En qué clase de cényuges, padres, amigos y vecinos se convertirdn nuestros hijos? Desearia que nuestros nifos (varones y mujeres por igual) estuvieran preparados para realizar el tra- bajo de amor solicito. Este trabajo debe cumplirse en todo tipo de familia, sea o no convencional. Si alguien, hombre o mujer, decide ser padre, debe participar en 176 las alegrias y responsabilidades de la paternidad di- recta y actuar como padre psicolégico. Muy a menudo, las mujeres se quejan porque tienen que cargar con es- ta responsabilidad en forma casi exclusiva. Cuando los hombres se ofrecen para «ayudar» en la crianza de los hijos o en los quehaceres domésticos, no hacen sino revelar su conviccién de que se trata de una responsabi- lidad de las mujeres. Los hombres «ayudan» en tareas que no consideran propias. Esto tiene que cambiar, En el campo de la educacién hay una gran preocu- pacién por la participacién de las mujores en la mate- mitica y la ciencia. Algunos investigadores hablan in- cluso del «problema de las mujeres con la matemati- ca». La falta de éxito o la escasa participacién de las mujeres en los Ambitos dominados por los hombres se consideran un problema que debe resolverse mediante la educacién. Pero a los investigadores no les parece un problema la escasa participacién masculina en la enfermer‘a, la ensefianza primaria o Ja crianza de los nifios por tiempo completo. En nuestra sociedad son més valoradas las actividades que por tradicién se asocian a los hombres que las que por tradicién se aso- cian a las mujeres. La nueva educacién que imagino otorga un gran va- lor a las ocupaciones tradicionales de las mujeres. El cuidado de los nifios, los ancianos y los enfermos debe ser responsabilidad de todos lox adultos competentes, y no sélo de las mujeres, y todos deben entender que estas actividades no representan sdlo una carga, sino que traen consigo grandes satisfacciones. El trabajo con los nifios puede ser muy gratificante y da la opor- tunidad de revivir a través de ellos los goces de la in- fancia, Muchas veces me he preguntado, por ejemplo, Por qué no se les propone a los alumnos de Ia escuela secundaria que en las clases de lengua vuelvan a leer Jos libros de cuentos de su ninez. Un andlisis culdady- so de los cuentos de hadas, ampliado con ensayos so- bre su psicologia, puede ser mas interesante y, en ge- 177 neral, mas provechoso que el estudio de, por ejemplo, Hamlet. Cuando consideramos el interés natural que tenemos en nosotros mismos (en lo que faimos, somos -y seremos), resulta evidente que la literatura que nos permite dirigir la mirada hacia el pasado y el futuro es maravillosa. Ademés, el estudio de los cuentos de ha- das puede ser aprovechado en las clases de geografia, historia, arte y literatura. Los nines deberian aprender algunas cosas acerca de los ciclos y las etapas de la vida. Cuando estaba on la secundaria, en Ja clase de latin Jeimos el ensayo «So- bre la vejez», de Cicerdn. Con iodo lo que dice sobre el conocimiento —respecto de la leche, la miel, el vino, el queso y la meditacion en Ia brisa de la tarde—, me con- vencié de que la ancianidad tiene sus propios atracti- vos. Al observar hoy las condiciones en que estan mu- chos ancianos, veo horrores mas que suficientes como para contrarrestar cualquier atractive que esa etapa de la vida pueda tener. Pero los estudios sobre la infan- cia, la adultez y la vejez (latinos 0 no) son primordiales cuando se trata de educar para la vida real, Ademas, tenemos que promover la asociacién con personas de todas las edades. Una vez mas, es posible advertir la relacién con las asignaturas clasicas: con los estudios estadisticos en la matemitica, con la historia y la so- ciologia de la asistencia social, con Jos servicius médi- cos y lavida fainiliay, y con las diferencias geoigraficas y culturales. También advertimos que la necesidad de ‘estos estudios ha aumentado como consecuencia de los ‘cambios sociales a quo me he referido. La vida hogare- fia ya no suministra la experiencia que en ei pasado proporcionaba en estos campos. ‘Las relaciones con las personas cercanas ~onstitu- yen el comienzo y uno de Jos fines mas importuntes de Ja vida moral, Si las consideramos primordiales para esta, tenemos que lograr que los nifios practiquen el cuidado. Los nifios pueden trabajar juntos, de manera formal o informal, en muchos proyectos escolares, y 178 cuando son algo mayores pueden ayudar a los mas pe- quefios, colaborar en el cuidado de edificios y jardines y, con el tiempo —bajo una supervisién adecuada—, hacer trabajos voluntarios en Ia comunidad. Conside- rando las inteligencias multiples a que se refiere Ho- ward Gardner (1983), nos damos cuenta de que los ni- fios pueden prestar servicios utiles de muy diversas maneras: algunos tienen talento artfstico; otros, el don de comunicarse con los demas, 0 bien habilidades atlé- ticas o cinestésicas, o dones espirituales. Una politica moral, una mision justificada para la educacién, reconoce la multiplicidad de las capacida- des y los intereses humanos. En vez de preparar a to- dos, en nombre de la democracia y la igualdad, para cuYsar estudios universitarios, las escuelas deber inculéar en los alumnos el respeto de todas las formas de trabajo honesto bien realizado (J. Gardner, 1961). La preparacién para el mundo del trabajo, para la pa- ternidad y la responsabilidad civica, es imprescindi- ble. Aunque todos debemos trabajar, pocos realizamos tareas que requieran conocimientos de dlgebra y geo- metria. Casi todos entablamos relaciones estrechas, pero las escuelas pasan por alto la importancia de esta clase de intereses en nuestras vidas. Y aunque Ja ma- yoria llegamos a ser padres, todo indica que no somos muy buenos padres, no obstante Io cual las escuelas también pasan por alto esta inmensa tarea humana. ‘Cuando digo que una misién justificada moralmen- te para Ta educacién debe centrarse por fuerza en el probléia del cnidado humano, a veces la gente coinci de; péro temé qué las escuelas pierdan la misién inte- leetaal Hay por lo menos dos respuestas convincentes ‘para @56 temor. Primero, cualquiera que piense que la actual tendencia favorable a Ja uniformidad de las nor mas, de los planes de estudio y de la evaluacién tiene que ver con lo intelectnal, deherfa detenerse a reflexio- nar. De hecho, muchos educadores precavidos conside- ran que esa orientacién es antiintelectual, porque de- 179 salienta el pensamiento critico, la creatividad y la no- vedad, Segundo, y mds importante desde la perspec- tiva adoptada en este libro, un plan de estudios basado en los temas del cuidado puede tener un contenido in- telectual tan rico como lo deseen los alumnos y los pri fesores. Quienes abogamos por una auténtica reforma (de hecho, una transformacién) seremos acusados, sin duda, de antiintelectualismo, tal como le sucedié a John Dewey a mediados del siglo XX. Pero la acusa- cién es falsa, y debemos tener el coraje de enfrentarla. Entre los temas que son de particular importancia para los jévenes se encuentran el amor y la amistad. Ambos pueden ser estudiades a fondo intelectual- mente, pero lo que debe destacarse es la relevancia de esos temas para el conocimiento de si mismo y el desa- rrollo. Los amigos son muy importantes para los ado- lescentes, y estos necesitan una guia para entablar amistades y conservarlas. Aristételes escribié con gran elocuencia sobre la amistad, pues la consideraba primordial en la vida moral. En su Etica a Nieémaco nos dice que la princi- pal caracteristica dé 1a amistad es que un amigo le desea el bien a otro en forma desinteresada. Queremos que a las personas con las cuales entablamos amistad Jes sucedan cosas buenas, no porque esas cosas vayan a. aumentar nuestro bienestar, sino porque son buenas para ellas. Aristételes clasificd las amnistadeson-varias catogorias: las que estan motivadas por negocios co- munes o propésitos politicos, las que se basan en inte- reses Tecreativos comunes y las que surgen a causa de Ja admiracién que cada uno de los amigos siente por las virtudes del otro. Para Aristételes, esta tliima era Ja forma mas noble de amistad y, por supuesto, la que tenfa mayores probabilidades de perdurar. Como surge una amistad? {Qué hace que la gente se junte? Los alumnos cleberian tener la oportunidad de ver hasta dénde los leva la descripcién de Aristéte- les. Deberfan conocer a Damén y Pitias, por supuesto. 180 Pero también deberian examinar algunas amistades mais desparejas: la de Huck y Jim en Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain; la de Miss Celie y Shug en El color piirpura, de Alice Walker; la de Len- ny y George en De ratones y hombres, de John Stein- beck; la de Jane y Maudie en Los diarios de Jane So- mers, de Doris Lessing. {Qué aporta cada uno de estos personajes a la amistad? gPuede la amistad ser parte de una busqueda personal de realizacién? gCuando Puede decirse que un objetivo personal se ha extrali- sites hasta el punto de invalidar el criterio basico de Otro tema a considerar es: jcudndo los principios morales deberian prevalecer sobre! las axigteciaade la amistad? A menudo, la pregunta os formulada as aunque muchos pensamos que esa manera de formu. larla es engafiosa. Lo que desea quien pregunta es que analicemos si debemos proteger a los amigos que han hecho algo moralmente reprobable. Hace unos afos ccurrié un episodio terrible que sirve de ejemplo de es- te problema: un adolescente maté auna joven ysejacté de su accin delante de sus amigos. Estos, en la creen- cia de que estaban actuando con lealtad, ni siquiera denunciaron el asesinato. _— Desde el punto de vista del euidado, no hay un con- Alicto intrinseco entre las exigencias morales y la amis tad, purque, tal como enseiia Arist6teles, tenemos la obligacién particular de contribuir al crecimiento mo- ral de nuestros amigos. No obstante, pueden surgi muchos conflictos concretos cuando se trata de decidir cémo debemos proceder exactamente. En lugar de ha- cer malabarismos con los principios, diciendo, por ejem- plo, que «la amistad es mas importante que un pequeno robo», © que «el asesinato es més importante que la amistad», debemos empezar por preguntarnos si los actos que han cometido nuestros amigos son actos de cuidado. Si no lo son, y las consecuencias son graves no debemos permanecer indiferentes. En el caso de 181 algo tan terrible como un asesinato, debemos denun- ciarlo. Pero los verdaderos amigos no se conforman con el juicio y la accién iniciales: se preguntan qué mas podrfan hacer para ayudar al asesino. Cuando adopta- mos ¢l cuidado como un enfoque ético, nuestra accién moral empieza donde los demas enfoques terminan. El cuidado implica persistir en el apoyo, o lo que Rud- dick (1989) Nama «sostenimiento». Dentro de lo posi- ble, no dejamos que nuestros amigos eaigan; y si eso ocurre, los sostenemos y los ayudamos a levantarse. ‘También es preciso analizar la conexién entre el gé- nero y algunas formas de amistad. A los hombres les resulta mds dificil rechazar relaciones en las cuales se los incita a cometer actos socialmente inaceptables, porque esos actos suelen ser vistos como pruebas de hhombria. A las mujeres, en cambio, les es més dificil sustraerse a las relaciones abusivas. En ambos casos, los jévenes no sélo deben aprender a asumir la respon- sabilidad adecuada con respecto al crecimiento moral de los demas, sino también insistir en que estos asu- man la responsabilidad de su propia conducta. A me- nudo se trata de una linea muy delgada, y puesto que no tenemos una formula que nos sirva de guia, somos vulnerables en todas nuestras relaciones morales. ‘Una transformacién como Ja que imagino demanda cambios de organizacién y estructura que sirvan de base a los cambios en el plan de estudios y en la ense- * fianza. Requiere que abandonemos la ideologia del control, la equivocada idea de que exigir con mano du- ra que se asuman responsabilidades garantiza el cam- plimiento de nuestras metas. Eso no da resultado. Ya deberfamos haber advertido que tanto los ninos como Jos adultos pueden alcanzar logros estupendos en una atmésfera de amor y confianza, y que (si son sanos) se resistirdn —a veces, en perjuicio de si mismos—en en- tornos coercitivos. Puesto que quiero presentar, para dar pie a una dis- cusidn, mis recomendaciones basicas relativas a los 182 cambios estructurales y curriculares, me arriesgaré a esbozarlas a continuacién. Por supuesto, no puedo ex- poner y fundamentar adecuadamente mis recomenda- ciones en tan poco espacio, de modo que haré un resu- men de ellas. ‘La organizacién tradicional de la ensefianza es in- telectual y moralmente inadecuada para la sociedad contemporénea. Vivimos en una época en la que un gran ntimero de problemas sociales nos obligan a re- considerar qué estamos haciendo en las escuelas. Mu- chos docentes ereen que para mejorar la edueacion bastaria con disefiar un plan de estudios mas adecua- do, hallar e implementar una mejor manera de ins- truir, o adoptar una forma mis eficaz de manejo de las clases. Nada de eso daria resultado. ‘Debemos renunciar a la nocién de un tinico ideal de persona educada y reemplazarla por una multiplici- dad de modelos que hayan sido disefiados teniendo en cuenta la diversidad de capacidades e intereses de los alumnos, Tenemos que reconocer las multiples identi- dades. Por ejemplo, una alumna de cuarto afio de se- cundaria puede ser negra, adolescente, estadouniden- se, neoyorquina, metodista, amante de la matematica, ete. Al valerse de esas identidades, usa distintos len- guajes, adopta diferentes posturas y se relaciona de diversas maneras con aquellos que la rodean. Pero, sea quien sea en esos distinics momentos, se ocupe de lo que se ocupe, necesita —cumo necesitamos todos— recibir cuidado. Esta necesidad puede requerir respe- to formal, interaccién informal, consejo experto, una seflal minima de reconocimiento, o afecto continuo. Darle el cuidado que necesita exige que cada uno de nosotros tenga una serie de capacidades a las que las escuelas prestan muy poca atencién, He sostenido que la educacién debe organizarse en torno a los temas del Saidado, y no en torno a las disci- ~plinas'tradicionales. Tédos los estudiantes deben reci- bir una educacién que los guie en el cuidado de sf mis- 183 mos, de sus parientes y amigos, de la gente en general, de las plantas, los animales, el ambiente, los objetos ¢ instrumentos y las ideas. La vida moral asi definida deberia ser aceptada como meta principal de la eduea- cién, Tal objetivo no va en contra del desarrollo intelec- tual ni del logro académico. Por el contrario, suminis- tra un fundamento sélido a ambos. £Cémo comenzar? Esto es lo que creo que debemos hacer: 1. Ser claros y firmes respecto de nuestra meta. El fin principal de la educacidn es formar personas com- petentes, cuidadosas, carifiosas y agradables. 2. Ocuparnos de la necesidad de formar vinculos. ‘Tenemos que conseguir que los alumnos y los profeso- res permanezcan juntos (por propia voluntad) durante varios afios, ¥ que Jos alumnos estén juntos cuando ello sea posible. También debemos lograr que estos cursen sus estudios en el mismo edificio durante un periodo prolongado, y ayudarlos a pensar en la escuela como algo propio. Por tiltimo, debemos legitimar el tiempo que dedicamos a construir relaciones de cuidado y con- fianza. 3. Refrenar el deseo de controlar. Es necosaiio que les demos a los profesores y a los alumnos mayor res- ponsabilidad en lo que respecta a la formulacién de Juicios. Al.mismo tiempo, debemos librarngs de las ca~ lificaciones competitivas y reducir la cantidad de exs- menes. Los exdmenes bien disenados que subsistan deberian utilizarse para juzgar si las personas pueden Uevar a cabo en forma competente las tareas que de- sean realizar. También debemos alentar a los docentes a explorar el material con los alumnos. No tenemos que saberlo todo para ensefiar bien. En suma, debemos definir la idoneidad en forma suds atuplia ¢ instrumental. Por ejemplo, un profesor de biologia deberia ser capaz de ensefiar las nociones de matematica que se relacionen con la biologia, y un 184 profesor de ciencias sociales deberfa ser capaz de ense- fiar las nociones de matematica que se relacionen con su materia, Tenemos que alentar la autoevaluacién y ensefiar a los alumnos a realizarla en forma compe- tente, y también hacerlos participar en el gobierno de sus aulas y sus escuelas. Llevar a cabo tales cambios significa que aceptamos el reto de cuidar a los alumnos por medio de una adecuada ensenanza de lo que ellos quieren aprender. A. Eliminar las jerarquias de programas. Bsto to- mara tiempo, pero debemos comenzar ya a proporcio- nar excelentes programas a todos los nifios. Los pro- gramas destinados a quienes no desean ir a la univer- sidad deben ser tan ricos en contenido, atractivos y ri- gurosos como los destinados a quienes se proponen cursar estudios universitarios. Dejemos de lado los requisitos uniformes que se han adoptado teniendo en mira el ingreso en la univer- sidad. Lo que un alumno desea hacer 0 estudiar debe- ria servir de base para determinar la preparacién que ese alumno necesita. Los alumnos que «cambian de idea» no deberfan preocuparnos. En la actualidad es motivo de gran preocupacién pensar que si un alumno se prepara para algo especifico y después cambia de opinién, toda su preparacién habra sido una pérdida de tiempo. Por eso nos empefiamos en prepararlos uni- formemente para nada? Olvidanios que cuando una persona tiene una meta aprende bien, y que incluso si cambia de opinién probablemente habré adquirido las destrezas y los habitos mentales que necesitara para un aprendizaje futuro. Lo esencial es dar a los alumnos lo que necesitan: oportunidades genuinas de exami- nar las preguntas importantes de la vida humana. -, 5. Dedicar parte del dia a los temas del euidado. De- berfamos encarar los interrogantes existenciales —in- chuidos los asuntos espirituales— con total libertad. Ademés, necesitamos ayudar a los alummos a tratarse éticamente unos a otros proporcionandoles practicas 185 del cuidado. Ayudémoslos a entender que los grupos y los individuos crean enemistades y rivalidades, y 2 aprender a «estar en ambos bandos». Alentemos una forma de cuidar a los animales, las plantas y el am- biente que concuerde con la forma en que cuidamos a los seres humanos, y alentemos también el cuidado del mundo que los seres humanos han construido. Los alumnos deben sentirse cémodos en el ambit técnico, el natural y el cultural, y los educadores deben culti- var la admiracién y el aprecio por el mundo creado por el hombre. 6. Enseftar a los alumnos que en todos los campos el cuidado implica capacidad. Cuando cuidamos, acep- tamos la responsabilidad de ejercitar en forma con- tinua nuestra capacidad para que el receptor del cui- dado —persona, animal, objeto o idea—mejore. El cui- dado no tiene nada de sensibloro. Es la base, fuerte y poderosa, de la vida humana 186 10, La educacién moral de las personas Desde la perspectiva feminista, no es crefble que la meta de la educacién en las culturas modernas sea for- mar buenas personas, por mas que se diga que eso es exactamente lo que se est haciendo. Una vision feme- nina revela que las practicas educativas estadouni- denses han sido disefiadas para formar personas que, al menos en un sentido, no son buenas: personas incl nadas a la violencia que no son conscientes de los céd gos éticos que fandamentan esas inclinaciones. Prime- ro examinaré las diferencias entre los puntos de vista masculino y femenino sobre los estereotipos del bien y el mal, y luego demostraré que el anélisis y la elabora- cin de una perspectiva femenina genuina pueden ha- cer un valioso aporte a la comprensién de la vida mo- ral, Por ultimo, esbozaré un programa disefiado para incluir en el plan de estudios de las escuelas los puntos de vista morales masculino y femenino acerca del de- sarrollo del bien y el control del mal. El conflicto acerea del bien y el mal La perspectiva feminista que emplearé tiene una larga historia. A veces se Ja ha llamado feminismo «so- cial» o «maternal» (Black, 1983), y en el pasado se la identificé con la funcién «redentora» de 1a maternidad (véase Bernard, 1975, cap. 18). Su aspecto mas signi- ficativo y perdurable ha sido la insistencia en que la 1é- gica de la experiencia femenina implica una firme opo- sicidn a la violencia (Black, 1983). Feministas contem- 187

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