PETER BURKE
Visto y no visto
Fl uso de la imagen
como documento bistérico
Traduccién de Teéfilo de Lozoya
CRITICA
BarcelonaPROLOGO y AGRADECIMIENTOS
Se dice que a wn inter chino sobre bambi te acon wm colege suse que dee
icara muchos das a estadiay el brontid y que acabara su pintura en pocos
nrinutes, Este libro se exribié relationmente deprise, pero mi interés por el,
{ents seremonta més de vinta aitos ats, seando estudiaba la parcion dl
sentido de anacronismo en ta cultura ecropra yme di cuenta de gue, mientras
que los textos podian na planiearse la cuestiin desi el pasado era remote » m,
lent las pintores no podion sstaarelprellenay tentan gue decid spin.
‘aban —pongamos por caso— a Alejandro Magn con el trae desu ioc 9
te cualquier otra forma, Por desgraca ta ealecion para la que estaba ase.
iendo por entonces no inctuia itustraciones
Desde entonces he tenido muchas ocasiores de uilzarla imagen como de-
xrmanto histrico incluso de impart un euro sobre ese lea pra tea
antes de primero en la universidad de Cenbridge. Fruta de ee curs, ideale
. También se han utlizado definiciones como estilo wdocir
thentals 0 wetnogrifico» para describir imagenes semejamtes de épo
cas posteriores (vid. inf pp. 24, (64. 174).
Ni qué decir tiene que el uso del tstimonio de las imagenes plane
«ca iuumerosos problemas hatto delicados, Las imagenes son testgos
tmudos y resulta ffeil taducit a palabras el estimonio que nos offe-
en, Pueden haber tenido por objeto comunicar su propio mensaje,
pero no es raro que los historiadores haga caso omiso de él para
eer entre linease las imagenes ¢ interpretar cosas que el artista no
Sabia que estaba diciendo. Evidentemente semejante acttud com
porta graves peligros. Es preciso uilizar las imagenes con cuidado,
incluso eon ting —lo mismo que cualquier oto tipo de fuente—
para davse cuenta de at fragiliad. La xritiea de las fuentes> de la
Eocumentacion escrita consttuye desde hace bastante tempo una
parte fundamental de la formacion dle los historiadores. En comps:
Prcién con ella, la eritca de Tos testimonios visuales sigue estando
rnuy poco desarrollada, aunque el testimonto de ls ieagenes, como
‘lide Ts textos, plantea problemas de contexto, de fincidn ee ret6-
tien, de calidad del recuerdo (si data de poco o mucho después del
Econtecimiento),sise trata de un testimonio secundati etc. Por es0
algunas imégenes offecen un testimonio mis fables que otras. Pot
tempo ios bocetos tomados directamente del natural Figs: x2) y
8
nvrronuceidn
1. Eugene Delacroi, bocto ce Las mj de Ag
(wos de lip Blareo del Lowe, Pais. meee
ms boceto en acuarla del sul eamina de Bm
18p4.Colecetn partnlar at pee
bres de as limitacones del oan exis (ened on el Cap
to Vi) onsitayen enon ne Adaignes que ls pnt
seals deapus en el ee del ata fn Ione Bugone De
ero (r7@" 189), penesSemplienpefecument se tge
senteconparande su occ Bs jes tes ae Ea
19visTo ¥ x0 visto.
aujeres de Argel (1884), que tiene un carécter mas teatral y, a diferene
cia del estudio original, contiene referencias a otras imagenes,
Hasta qué punto y de qué forma offecen las imagenes un testimo-
rio Gable del pasado? Naturalmente seria absurdo intentar dar una
respuesta general demasiado simple a semejante cuestién. Un icone
de Ia Virgen del siglo xv1 y un péster de Stalin del siglo xx licen a tos
historiadores muchas cosas acerca de la cultura rusa, pero—a pesar de
cicrtas analogfas de lo mis curioso— existen evidentemente diferen
. Por ejemplo,
para crea la famosa imagen del golillo aterio, et forografo OG. Rej-
lander «pagé a un muchacho cle Wolverhampton cinco chelines pot
posar para é, lo cubri6 de harapos y le embadurné debidamente ln
cara de mugres*
‘Algunos fotdgrafos intervinieron mas que otros con el fin de ade-
nar objeto y personas a sus intenciones Por ejemplo, en las image:
nes de la pobreza de las zonas rurales de los Estados Unidos durante
los fos treinta que fotografié, Margaret Bourke-White (190471971).
contratada por las revistas Fortune Lif intervino més de lo que lo
biciera Dorothea Lange en las suyas. gualmente, algunos de los eca-
daverese que poclemos contemplar en las fotos de la Guerra Civil
americana (Fig, 5) eran, al parecer, soldados vivos que posaron ama-
blefnente para la cmara, La autenticdad de la foro mids famosa dela
Guerra Civil espaiola, la Muerte de un soldado de Robert Capa, publi
cada por vez primera ea una revista francesa en 1936 (Fig. 4), ba
sido puesta en cuda por razones similares. Por esos y otros muchos
‘motvos se hit dicho que «las fotografias no son nunca un testimonio
de la histori: ellas mismas son algo hist6rico».*
Se trata sin duda de wn juicio demasiado negativo: como otras for
amas de testimonio, las fotograias son las os costs a la vez. Son par-
Licularmente valiosas, por ejemplo, como testimonia de la cultura
‘materia de! pasado (ef. Capitulo V). En cl caso de los fotdgrafos
dela
8
4. Timothy O'Sutvan (oegatho)y Alexander Carder (postive), Couch de
tur, Gada, ui de 1863. sia 8 del Vibro de Gardner Potopephe
Stat Bako te ier, 2 wos. (shngton, DC. 865-885),teas came esas a insedcion str de un Tio de
“yee ote del ear dela me ecards
Sion matrno deuna clors qu eau quer et
fuoci a propiedad priv dean sx etnias abistanen
te. a exprenn sealer dela cman, asad al por ose
wine bene mucho dover ange irs dee que jee
Sempre tna persona y unos ftSgafos son mas cindidos que or
Th rea den tse fdamental Como abserabe aude
ents el eidee de ave John Ruskin (819-1900) esimonto de
ie forogiafinsex de grandad elt abe someter un eo
crv: Un epoca de exe po de ate el empleo
Soha engi sees leslie un png come medio
Sento date rer a Segunda Goer Nal
guebaa h en particular os especialistas en la
Scan hecho lshistoriadores. yen patil fos
Areuttury el monseto medica ta foograia see. gue om
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varael ojo humane, ha revelado In orgaizacon dels zonas cutie
a por dsdnte fans la Tocalzacion de pobitos abandonados y
ta lapoilon de as abads, Enna palabra, permite hacer wn eco-
nacimiento del pasado.”
EL REFRATO, {ESPEJO O FORMA SIMBOLICA’
como exc de tg somes muds ge hos
ta nsantines ue nae expeculae de un determinado mode
fo eon el sap ge prs ener en un moment dado, Nes
bees nein or as rarones En pine gs ol
tnt fo lrg del rng, La poses bs gests de los odor
Ie mecenron objets represviadosjonto a ellos igen we
erenya menu extn eargador de un sigufead xmbaic. Ea
Forocearias y RETRaros
En segundo lugar las convenciones del género tienen la finalidad
de presentar al modelo de una forma determinada, por lo general
favorable, aunque no debemos desechar la posibilidad de que Goya
hiciera una sétira de sus inodelas en su famosa Familia ds Carlos IV
(1800). En el siglo xv, Federico da Montefeltro, duque de Urbino,
que habia perdido un ojo en un torneo, seria representade siempre
‘te perfil. El prognatismo de] emperador Carlos V es conocido por la
posteridad tinicamente por los informes menos hatagadores de los
embajadores exttanjeros, pues los pintores (incluso Tiziano) distr
laron siempre el defecto, Los modelos suelen ponerse sus mejores
galas para posar, de modo que los historiadores se equivocarian si tra.
‘aran el retrato como un testimonio de la vestimenta cotidiana.
Escle suponer también, sobre todo en los retratos realizaclos antes
de 1900, que los modelos aparecieran mostrando la mejor actitud
imaginable, en el sentido dle que adoptaban unas posturas ms ele
gantes de lo habitual o de que querian ser representados cle esa
forma, Asi, pues, el retrato no es tanto el equivalente pietérico de la
scandider de la cfmaram cuanto una muestta de lo que el socidlogo
Erving Goffman denomina «la representacién del yor, proceso en el
que artista y modelo solfan chocar. Las convenciones de la auto:
‘epresentacién eran mas o menos informales, cn funcién del modelo
y de la €poca. En la Inglaterra de finales del sigio xvii, por ejemplo,
hubo un momento que podiamos denominar de winformalidad esti:
lizadlar, que ilustrarfa perfectamente el retrato de Sit Brooke Booth.
by tumbado en un bosque con un libro en las manos (cf. Fig. 52). No
obstante, esa informalidad tenfa sus limitaciones, como demuestran
las reacciones de escéndalo de tos contemporineos ante el reteato
de la sefiora Thicknesse realizado por Thomas Gainsborough, en el
ue ia modelo aparece com las piernas eruzacas por clebajo de la falda
(cf. Fig. 6). Una seviora coment6: «Sentiria mucho que alguna per-
Sona ala que yo quisiera se mostrara de esa guisar. En cambio, a fi
rales cel siglo xx, la princesa Diana aparece en esa misma postura en,
elfamoso cuadro de Bryan Organ y se considera Ia cosa mas normal
del mane,
Los accesorios representadios junto a los modelos refuerzan por
‘egla general esa auto-representacién, Dichos accesorios pueden ser
> considerados wpropiecades» del sujeto en et sentido teatral det ter
arovoenarias y nernatos i
6, Thomas Grinsboronghy La sore de Pi 4
lp Thodncye tests tnae Fo, 750, i
‘ho sabre enna. Gneiana Ar Macon
Pero por esa misma raeén,
todos los que se interesan
valores o mencalidades.
Dicho testimonio resulta particu
en los que se puede estudiat
esa forma
Proporcionan un testimonia impagable a
or In historia del cambio de esperanzas,
un ere de reais lrg pao ae
sprecir ls cambios ntroduekon en manersdesepee,
mino. Las columnas elisicas corresponden a las glorias de Ia antigua
Roma, mientras que la presencia de una silla con aspecto de trono
confiere al modelo una apariencia regia. Algunos objetos simbélicos
hacen referencia a papeles saciales especiticos. En un retraco, por lo
dems bastante ilusionista, de Joshua Reynolds, la enorme lave que
sujota el modelo entre sus manos tiene por objeto comunicar que se
tata del gobernador de Gibraltar (ef. Fig. 7). También hacen sw ap
ricién accesorios vivos. En el arte renacentista italiano, por ejemplo, |
Ja presencia de un gran perro en el retrato de un hombre suele ir
iad aristocrivica
asociada con la cazay, por consiguiente, com la vi
i snientras que la presencia de un perro pequefio en el retrato de una
snujero de una pareja de céayuges probablemente simbolice a fide-
\ lidad (dando a entender que la esposa es al marido como el perro al
} hombre).
i ‘Algunas dle esas convenciones sobrevivieron y fueron democratic
! zadas en la época del retratofotogrifico de eaudio, desde mediados
I el sigho 1x en adelante. Camuflando las diferencias existentes en-
|
|
we las clases sociales, los fotégrafos ofrecian a sus elientes lo que se
hha denominado una einmunicad transitoria de Ia realidad." Tanto
si son pinauras como si se trata de Fotografias, lo que recogen los re
Lratos no es tanto la realidad social cuanto las ilusiones sociales, no
tanto la vida corriente cunnto una representacion especial de ella, Bo, fdits Ramo Ln ra, phrantr de Gt, 178, soe
His, National Caller, Lone,8. Jovephsirtréde Dupiesis,
Lie NUT ome ant etc.
1779, dle sore enzo, Mu
2e Carnet, Pai.
sentra mismo tipo de personas, or ejemplo a lo eyes gran
ent ce note Nene pongo: pose ed om
tel weno, con la corona yelcero en una mano, fla dl mundo
Chinen ofa ua tepio en las moneda medal de fa Edad Medi
Por muy igo que pueda parecernos oy da. el
This XIV con mante real posedo por Hyainthe Rigaud (959
ead alcoloce a core
‘yas)supuso un gran paso hacia formalde,
thn enve esata caer del moat y 8 pean
momento, el Ferato de Rigavd se Niza pradigmatico, Lo que habia
Side rounon fies de eyes anctes vaca afagen de as XV |
pintada por Riga y nos muestran a Las XV. Las 01 (c.g 8)
los apoptdse dl mismo modo ens ceo, quia con el fin |
o
FOTOGRAPIAS ¥ RETRATOS
9. Francois Gita,
gual del eat
Dic de Ls Fel
Pepin por Laule
Fersom (toxgiat
se expuso on 183,
ero le dna en
18,8). Bibodheqoe
atonie de France,
de subrayar la continuidad dindstica, o para sugerir que los siguien-
tes monarcas eran dignos sucesores de Linis «el Grande»
Por otra parte, was la revolucion de 1830 y la sustitucién de la mo-
harquia absoluta por la constitucional, el nuevo soberano, Latis Fe-
lipe de Orleans, seria representado de una forma deliberadamente
‘modlesta, con ef uniform cle la Guarelia Nacional en vez del manto
real, y més cerca del punto de vista del espectador de lo que habia ve-
hido siendo habitual, aunque el rey sigue apareciendo de pie en un
estrado y contintian represencindose el trono y las cortinajes de ri-
gor (of Fig. 9)."' El hecho de que los artistas, sus modelos y nuimerosos
espectacores conocieran las representaciones anteriores aumenta la
significacién incluso de las divergencias mas pequetias respecto del
modelo tradicional
Durante el siglo x, si dejamos a un Ineo los anzeronismos detibers-
dos como el retrato de Hider vestdo de caballero medieval (et Fig. 31),
35visto ¥ No visto
40, Fyodor Srpin, Le auar dr pain, 19481948, deo sobre Hint,
el retrato oficial suirié una wansforihaciéa, El retrato de Stalin veal
zado por Fyodor Shurpin, por ejemplo, La aurora de la patria (2946
1948) (Fig. 10), asocia al dictador con la modernidad, simbolizacla
por los wractores y las torres de alea tensi6n que aparecen at fondo,
asf como por Ia luz del amanecer. Al mismo tiempo, el género del
~etrato oficial» fue superado por los aconteeimientos, en el senticlo
dde que fue asociindose cada vex mis con el pasado en una época ea
acterizada por la fotograffa oficial firmada y la imagen movigndose
en la pantalla
REFLEXIONES SORRE LOS REFLUJOS
Los cuadros se han comparado a menudo con ventanas y con espe-
jos, y una y otra ver se dice de las imagenes que «eflejans el mundo
visible « cl mundo de la sociedad, Cabria decir incluso que son como
Fotografias. Pero, como hemos visto, ni siquiera las focogeafias son
pros reflejos de In realidad. Asi, pues, geémo puede utilizarse In ima
{gen como testimonio histGrico? La respues.a a esta cuestiéa, que ela-
boraremos a lo largo del presente volumen, puede resumirse cn los
siguientes wes puntos,
1, La buena noticia para los historiadores es que e) arte puede
offecer testimonio de algunos aspectos de la realidad social que los
textos pasan por alto, al menos en algunos lugares y en algunas épo-
«as, como acurre con la cxza en el antiguo Egipto (cf: Introduiceién)
2 Lamala noticia ¢s que el arte figuratiro-a menuilo es menos re-
lista de lo que parece, y que, anfs que reflejar In realidad social, la
distorsiona, de modo que los historiadores que no tengan en cuenta
Ja diversidad de Ias intenciones de los pintares o FotSgratos (por no
hablar de las de sus patronos o clientes) puedlen verse inducidos a co-
meter graves equivocaciones.
4 Sin embargo, y por volver a las buenas noticias, el propio pro-
ces0 dle distorsi6n constiuye un testimonio de ciertos fendmenos
{gue muchos historiaclores estan deseosos cle estudiar: de ciereas men=
talidades, de ciertas ideologias ¢ identidades. La imagen material oi
teral constituye un buen testimonio de la «imagen» mental o meta(é-
rica del yo 0 del owe,
El primer punto es bastante obvio, pero el segundo y el tercero
quizé merezcan un poco mis de atencién, Paradéjicamente, el inte=
#5 del hisiotiaclor por las representaciones plistieas se ha proclucido
‘en una época ce debate, en Ia que las ideas normales en torna ala ve-
lncién existente entre «realidacs y vepresentacién (literatia 6 visual)
hhan sido puestas en tela de juicio, en una época en In que el xrmino
realidad» se pone cada vez con mas frecuencia entre comillas. En
ese debate, los que adoptan una postura critien han plantendo alg
nos arguments importantes en detimento de los stealistie» 0 «po
siuvistas», Por ejemplo, han subrayado la importancia de las conven