Bull. Inst. fr. études andines
1992, 21 (3): 853-903
MOCHE, VICUS MOCHE Y EL MOCHICA
TEMPRANO
Peter Kaulicke*
Resumen
Con el fin de definir los vinculos cronolégicos entre el Alto Piura y el niicleo «clasico»
Mochica en los valles de Chicama, Moche y Virti se presenta y se discute el conjunto de contextos
funerarios disponibles (Moche y Vir), se estudia las relaciones con Gallinazo y Salinar y se
compara los resultados con las evidencias nortefias.
Palabras claves: Mochica, cronolog{a, contextos funerarios, corologia.
MOCHE, VICUS MOCHE ET LE MOCHICA ANCIEN
Résumé
Afin de définir les relations chronologiques entre I’Alto Piura ct le centre «classique»
Mochica des vallées de Chicama, Moche et Vird, auteur présente et discute l'ensemble des
contextes funéraires qui sont disponibles (Moche ot Vird), étudie les relations avec Gallinazo et
Salinar et compare les résultats avec les évidences du nord.
Mots clés : Mochica, chronologie, contextes funéraires, chorologie.
MOCHE, VICUS MOCHE AND EARLY MOCHICA
Abstract
In order to define the chronological relationships between the Upper Piura drainage
and the "classic" Moche hearthland in the Chicama, Moche and Viru valleys this paper presents
and discusses previously published burial contexts, considers the relationships with Gallinazo
and Salinar, and compares the resulting conclusions with new information from the north
coast.
Key words: Mochica, chronology, burial contexts, chorology.
A rafz de mis trabajos en Vicis (Kaulicke, 1987; 1988-1989; 1990; 1991a,
1992) (1) me he visto confrontado constante e insistentemente con un enigma muy
arraigado en la literatura: qué significa la presencia masiva de objetos metdlicos de
* Pontificia Universidad Catélica del Peri, Dpto, de Humanidades, Esp. Arqueclogia, Apdo. 1761,
Lima,
(1) Los trabajos fueron financiados por CORDEPIURA- CONCYTEC (1987 y 1988), National Geographic
Society (1989 y 1990) y 1a Pontificia Universidad Catélica del Perd. El proyecto fue auspiciado por la PUC
¥ dirigido por et autor. Agradezco a las instituciones sefialadas, al INC Piura, INC Lima, al pueblo de Views
y al Instituto Francés de Estudios Andinos que me brindé su apoyo para la realizacién de este articulo, asf
‘como de las ilustraciones, que fueron realizadas por Alain Dagand y Juan Carlos Tello.854 P. KAULICKE
estilo Mochica y de cerémica Mochica I y Il en un 4mbito geografico (Alto Piura)
muy alejado del territorio Mochica? Para evitar caer desprevenidamente en sus trampas,
conviene analizarlo por partes, antes de intentar una respuesta. Implica que: a) existe
la posibilidad de separar cronolégicamente componentes tempranos y tardfos dentro
del estilo Mochica, lo que le concede una duracién prolongada; b) el componente
temprano de Piura est4 desligado espacialmente de otro més surefio, pero ambos son
tan similares estilfsticamente que pueden implicar contemporaneidad; c) que existen,
por lo tanto, vinculos estrechos dentro del marco de un estilo incipiente, lo que
obliga a preguntarse por su origen: la presencia de un Mochica inicial y temprano,
su posterior ausencia en Piura, combinada con su propagacién hipotética hacia el sur
tserfa indicio de su formacién en Piura o se trata de un simple transplante effmero
del sur, donde esté presente la secuencia completa?; d) aparentemente el estilo Mochica,
reflejado bsicamente en su cerémica, est visto como producto de una sociedad
definida o de grupos étnicos culturalmente unidos, de manera que la distribucién de
la cerémica ilustra la hegemon{a «Mochica» dentro o fuera de fronteras definidas.
En forma general deberia implicar ademas que el empleo de términos
cronolégicos tan precisos como Mochica I y Il (hasta V) y de la corologia (distribucién
espacial por fase), esté apoyado en un cuerpo importante de evidencias sélidas y
disponibles. Esto evidentemente no es el caso para el Alto Piura, ya que el material
conocido procede de excavaciones clandestinas, las que carecen de documentacién.
De esta manera resulta obvio que el calificativo tanto de «Mochica» como de «temprano»
se limita a comparaciones estilisticas con las evidencias de Chicama/Moche, siendo
lo «enigmitico» la presencia de cantidades aparentemente mayores de piezas
cualitativamente superiores en Piura.
Esta y otras contradicciones en las dems implicancias expuestas, hacen precisas
la presentacién y la discusién de: a) los conceptos cronolégicos referentes a la cultura,
fase o estilo Mochica; y b) las evidencias pertinentes para luego discutirlas y tratar
de llegar a una conclusion.
A. LOS CONCEPTOS CRONOLOGICOS
En 1913 Uhle comienza su trabajo Die Ruinen von Moche como sigue:
«Entre las diversas culturas que se han desarrollado en el territorio de la
Antigua América, hay pocas que ocupan un rango tan alto por su grado de
desarrollo como aquella peruana que originé las vasijas polfcromas figurativas
dela region de Trujillo y Chimbote... comtinmente designada alfarerfa Chimé...
El alto desarrollo artistico de los productos Ilevé a su ubicacién en la parte
final del desarrollo cultural peruano y uno se enfrenta a juicios como que la
cerdmica més sencilla tendrfa que ser, casi de forma natural, més antigua que
aquella cuya forma artistica y decoracién esta en el auge de su desarrollo»
trad. del autor, cf. Uhle, 1915: 57] (Uhle, 1913: 95).
Esta introduccién le parece necesaria para luego demostrar que sus trabajos
en el complejo Huaca del Sol /Huaca de la Luna, en 1899, han producido evidencias
arqueolégicas que llevan a la conclusién contraria. La cerémica referida es la mas
temprana, ya que se encuentra por debajo de material estratificado Tiahuanaco y éste
a su vez esté por debajo de entierros incaicos o chimies. Por su relacién con la
arquitectura, queda también comprobada la contemporaneidad de esta cerémica
policroma con las dos huacas principales.MOCHE, VICUS MOCHE Y EL MOCHICA TEMPRANO 855
Estos resultados le demuestran a Uhle que debe existir una separacién temporal
notable entre la cerémica Chim y la «policroma», por lo que no le parece correcto
mantener el término «Chit» para designar a la ultima. Por no dejar de mantener
«la expresién de una ligazén local y una general ascendencia cultural» propone el
término «Proto Chimti».
Esta distancia temporal entre ambos tipos de cerémica no estd especificada en
su trabajo de 1913, pero en su tiltima carta a P. Stevenson del 3 de febrero de 1900
(Uhle, s.f: 92, [a continuacién UL, por Uhle, Letters]) Uhle piensa que se inicia alrededor
de 1000 afios antes de los incas, es decir entre 100 y 200 D.C. (¢f. Uhle, 1913: 96,
«los incas dominaron el Cuzco no més de 200 a 300 afios»); y termina en
aproximadamente 500 D.C., fecha calculada para los monumentos de Tiahuanaco.
Estos célculos no son del todo arbitrarios, como Uhle lo explica en otro trabajo de
1918, Sostiene que la Huaca del Sol exhibe semejanzas notables con el templo maya
de Copén en Guatemala, el cual esté datado por fechas calendaricas entre
100 y 60 A.C. Admitiendo la existencia de migraciones de mayas hacia el Perti, éstos
Megan alrededor de 200 D.C,; tomando una edad promedio de 500 afios por cultura
(analogfa con las culturas mediterraneas de Europa) tenemos aproximadamente
200 a 700 D.C. para el Proto Chim (Uhle, 1918: 20-22).
Uhle no intenta subdividir este Proto Chimi pese a reconocer diferencias
estratigréficas («el cementerio al pie de la Huaca de la Luna es el terminus ante quod
para la construccién de la Huaca» [Uhle, 1913: 104]) y estilisticas (UL: 75-76) al
comparar flautas figurativas del cementerio y de la Huaca del Sol, estas tiltimas
«muy inferiores en sentido estilfstico pero con representaciones de los mismos
objetos y dioses... como una civilizacién desarrollada por degeneracién en un
sentido epigonal de la civilizacin del periodo més antiguo de las vasijas
finamente pintadas».
Pese al hecho que Uhle haya procedido con mucha cautela buscando siempre
la comprobacién y la interrelacién légica de sus hipstesis cronolégicas, éstas encontraron
criticas severas. Las criticas de Seler (1915{1912}; traduccién al castellano de 1923)
parecen estar en linea con las interpretaciones histéricas vigentes (cf. Urteaga, 1915: 56,
en prologo a la traduccién de Uhle, 1913). Tello (1923b: 376) le da la raz6n a Seler
«al no aceptar como definitiva la conocida teoria de Uhle... [y con Seler invital
a que se efectuaran primero excavaciones minuciosas y sistematicas en diferentes
partes del pais, para descubrir las estratificaciones; pués éste es el nico medio
como puede Iegarse a conclusiones definitivas».
Estas recomendaciones no dejan de sorprender, ya que Uhle parece haberse
empefiado en observar y controlar las relaciones estratigraficas de sus contextos. Es
probable, por lo tanto, que se trate de posiciones metodoldgicas opuestas. El criterio
tipolégico de Tello se caracteriza segiin sus propias palabras:
«Las culturas hijas de una misma madre, algunas veces mellizas o desprendidas
en la misma época, pueden mezclarse y amalgarse, la una superponerse por
un tiempo a las otras y originar as{ confusiones y errores en la interpretacién
cronoldgica de las culturas.» (Tello, 1921: 42).
Con ello probablemente se refiere a la existencia de una cultura primordial
(arcaica) de la cual se originan todas las demAs culturas, Esta es tan vigorosa que sus
caracteristicas se vislumbran claramente en toda la historia pre europea sobreviviendoie P. KAULICKE
hasta la actualidad (cf. Tello, 1923a). En otras palabras, el Proto Chimt -Tello no usa
este término sino Chimt (Tello, 1923a: 242-255) 0 Muchik (Tello, 1929: 25; segiin
Kroeber, 1926: 43, «Mochica»)- se deriva de Chavin o de la Cultura Arcaica y perdura
hasta Chimi (Tello, 1929: 21-26). A la vez es contemporéneo por amalgamiento, ya
que Tello reconoce «el estilo Chavin en muchos ejemplares de estilo Muchik, lo que
los hace contempordneos» (Tello, 1929: 110-111,116, Fig. 75-77; 1938: VIN).
Kroeber, en su estudio de la cerémica recuperada por Uhle en Moche
(Kroeber, 1925), reconoce la edad pre Tiahuanaco del Proto Chimi, pero es més
cauteloso en cuanto a sus inicios. En 1926 especifica la distribucién del Proto Chimé
(Kroeber, 1926: 11; of. Kroeber, 1930: 108-109) entre Chicama y Santa con menores
evidencias en Pacasmayo y Casma (¢f. Uhle, 1907: entre el sur de Jequetepeque
y Nepefia) y comparte la opini6n de Tello de una contemporaneidad o transicién entre
Chavin y Proto Chim basdndose en el material de Uhle (Kroeber, 1926: 38-39, 41,
Fig. 3-4; cf. Kroeber, 1930: 109). En 1930 caracteriza lo que ahora Hama Early Chimui;
se pronuncia en contra de una unidad politica, y de una especie de capital en Moche
y lamenta la dificultad en establecer una cronologia clara, fuera de aceptar su edad
pre Tiahuanaco y la posibilidad de que sea algo posterior a Nazca
(Kroeber, 1930: 109-110).
Alrededor de 1924, Rafael Larco Hoyle comenzé a dedicarse a la formacién de
un museo en la Hacienda Chiclin, Chicama (inauguracién: 28 de julio de 1926), tomando
el ejemplo de su tfo Victor, quien habfa emprendido una tarea semejante en 1919, la
que terminé en la venta de sus colecciones al estado por intervencién de Tello en1929.
En 1938 sale el primer tomo de una empresa ambiciosa: Los Mochicas (Larco, 1938).
En ocho tomos (ver Larco, 1938, contracarétula) iba a tratar sobre diversos aspectos
de los mochicas, i.e, los antepasados de los Muchik-hablantes de la actualidad. Tres
de los ocho tomos tratarian sobre arte; «excavaciones arqueolégicas» iban a aparecer
como un capitulo del peniiltimo tomo. En este primer tomo (de los ocho salen sélo
dos; el segundo al afio siguiente [Larco, 1939]) Larco delimita lo que llama «territorio
Mochica» con una precisin sorprendente, entre Cupisnique y Nepefia (en total, unos
100 sitios; Larco, 1938: 53-55, mapas generales 1 y 2, mapas 3 a 7, por valles;
¢f. Uhle, 1907; Kroeber, 1925; 1926; 1930). Su concepto cronolégico se basa en
observaciones personales, las que confronta con los conceptos previos y las convierte
en un esquema cronolégico general para la costa (Larco, 1938: 13-50). Existen, seguin
Larco, evidencias con anterioridad a la aparicin de la cerémica Chavin, asociadas a
arquitectura megalitica (Queneto). En 1933 encontré cerémica Chavin en La Arenita
(Cupisnique). Entre «miles de fragmentos» aparecen también especimenes considerados
por él como anteriores y también posteriores a Chavin (Mochica) (Larco, 1938: 20-21).
En cuanto a la cerémica Mochica piensa que es heredera directa de Cupisnique,
origindndose en este valle y expandiéndose luego a Chicama por razones alimentarias
(Larco, 1938: 30) y le parece probable que exista un desarrollo interno sin especificarlo
atin (Larco, 1938: 31, 34), Su concepto se centra en siete perfodos 0 épocas, como lasMOCHE, VICUS MOCHE Y EL MOCHICA TE! 857
denomina luego: el primero es una fusién entre el arcaico de Tello, los vestigios més
tempranos considerados por Uhle (Ancén y Arica) y Queneto; el segundo es una
transicién entre el primero y Cupisnique -su Pre Cupisnique recuerda los «estilos
pre» de Tello (Tello, 1921)- y, como en el caso del ultimo, parece constituir mas un
postulado que una realidad. Su tercer perfodo es Cupisnique; Mochica y Nazca recién
aparecen en el cuarto y terminan en el quinto con la aparicién de Chimd, Ica, ete.
En 1941 Larco consolida su concepto de transicién entre Cupisnique y Mochica
(Larco, 1941: 7-11). En Chicama reconoce un Cupisnique transitorio (é. estilisticamente
entre Cupisnique y Mochica); la posterioridad Mochica esta establecida por
superposicién (Larco, 1941: 9-11). En el colofén del mismo trabajo Larco provee mas
datos de superposiciones Mochica/Cupisnique, pero, como algo nuevo, incluye
informacién sobre una cultura diferente que «probablemente fue coeténea con
Cupisnique pero se nos presenta en este cementerio [Salinar] en una etapa intermediaria
entre Cupisnique y Mochica» (Larco, 1941: 249, Fig. 321; y evidencias de la superposicién
de una tumba Salinar cortando una tumba Cupisnique [Larco, 1941: 250, Fig. 329, 330]
superpuesta, a su vez, por tumbas Mochica).
Bennett (1939) tenia conocimiento de los trabajos de Larco en Chicama, ya que
describe brevemente los resultados de una de sus excavaciones en Salamanca
(Bennett, 1939: 86); sin embargo, tuvo poca suerte en detectar enticrros de lo que
seguia lamando Early Chimui, por lo que se veia imposibilitado de precisar su ubicacidn
cronolégica, su subdivisin interna y sus diferencias regionales. Por Io tanto, sus
intentos de ordenamiento de las evidencias tempranas en Early Chim Ay By su
cronologia general (Early Moche A, B, Middle Moche 1, 2 y Late Mocke 1, 2) son
defectuosos por falta de pruebas (Bennett, 1939: 124-147; Kroeber, 1944: 78, nota 94)
y, por consiguiente no lograron la aceptacién posterior.
Un primer intento sistematico de una revisién de las cronologias existentes se
debe a Kroeber (1944). En cuanto a sus conclusiones acerca de la Costa Norte, simpatiza
abiertamente con los conceptos y la metodologia de Larco (Kroeber, 1944: 6, 53, 78).
El estilo Gallinazo, detectado y denominado por Bennett y conocido también por
Larco, se agrega a la discusién (Kroeber, 1944: 54-65) llegando a la siguiente
periodificacién: Cupisnique, Salinar (como pre o proto Mochica), Mochica y Gallinazo
o Negativo (Kroeber, 1944: 79). Este diltimo, segtin Larco, podria ser también
contemporaneo con Mochica (Kroeber, 1944: 65), aunque Kroeber y Bennett prefieren
una ubicacién post Mochica. Kroeber abandona también la denominacién Early Chimit
por Mochica y menciona una subdivisién en cuatro estilos o stages reconocida por
Larco (Kroeber, 1944: 57, 79) quien piensa que el material del complejo Huaca del
Sol/Huaca de la Luna en Moche corresponde a sus stages tres y cuatro.
Esta visin esta confirmada en Larco (Larco, 1945¢: 1-4; 1946: 161-162). Sostiene
que Cupisnique, Salinar y Vird Negativo contribuyen a la formacién de Mochica que
se subdivide en cuatro perfodos; los dos primeros restringidos a Chicama y Moche;
el cuarto demuestra influencias de culturas nuevas (Tiahuanaco).
En 1948 Larco presenta su Cronologia arqueoldgica del Norte del Pert.
Comparada con los esquemas anteriores, esta Cronologia es de una precision858 P. KAULICKE
asombrosa. Mochica es la cultura que representa la cuarta Epoca, llamada «Auge»,
subdivida como las dems épocas en tres perfodos: inicial (Mochica I y I), medio
(Mochica I11) y altimo (Mochica IV y V). Mochica V fue agregado
«porque en esta cerdmica la pintura simplista decorativa del tercer y cuarto
perfodos se recarga para cubrir en algunos casos, enteramente, la superficie
de los vasos».
La cerémica Vird evidentemente influencia
«en los primeros periodos Mochicas.
quinto periodos, en los que se cristaliza la cultura Mochica» (Larco, 19.
esfumdndose en el tercero, cuarto y
25).
De esta manera parece haber algunos problemas en cuanto a la ubicacién
cronolégica del estilo Vird 0 Gallinazo, como Bennett prefiere Hamarlo.
En 1952 W.D. Strong, uno de los arqueslogos principales del Vir Valley Project
(1946), publica los resultados de sus excavaciones, las cuales se centraron en las
evidencias tempranas, terminando con Mochica. El afan era completar la secuencia
de Larco por contextos con estratigrafia compleja (refuse-heap stratigraphy). Como
resultado se llega a una secuencia semejante a la de Larco de cuatro culturas, lamadas
Guafiape (relacionada con el Pre Cupisnique y Cupisnique, subdividida en tres subfases),
seguida por Puerto Moorin (equivalente al Salinar de Larco), anterior a Gallinazo
(Vira de Larco), la cual, a su vez, es anterior a Mochica, llamado Huancaco en su
variante local de Vir. Al comparar los objetos hallados en los entierros de Uhle
y aquellos del Vird encontrados por Strong y Evans, con la secuencia de Larco,
Strong observa problemas (Strong & Evans, 1952: 222), aunque piensa que podrfa
caber en los perfodos IIf a V. En particular duda de la existencia de Mochica I y Il,
aunque encuentra que rasgos correspondientes aparecen en contextos Gallinazo
(Strong & Evans, 1952: 222) y recomienda una subdivisin menos refinada
(Strong & Evans, 1952: 223, Table 18).
Pese a estas recomendaciones J.H. Rowe confirma la validez de la secuencia
de Larco al reanalizar el material de Uhle (en 1950, citado en Donnan, 1965: 116) y
opta por una precisién atin mayor al subdividir el Mochica III en dos y luego en tres
subfases (Donnan, 1965, Table I; Menzel, 1977: 59-60) bajo el término Moche en vez
de Mochica, lo que se presta a confusiones por el uso diferente del mismo término
por Bennett (véase arriba). Pese a que estos andlisis nunca fueron publicados, se
establece el uso del esquema Larco con la modificacién de Moche por Mochica, En
el presente trabajo, por lo tanto, se respeta la anterioridad del término "Mochic:
reservando el término "Moche" para el complejo arqueolgico en cl valle del mismo
nombre (el término "Victis Moche" tiene el mismo defecto), Para Donnan (1976: 43)
esta secuencia se debe a la superposicién estratigrafica de entierros en un solo
cementerio, como a su existencia pura en contextos hallados por Larco, una aseveracién
que no se refleja en la literatura consultada por este autor, En todo caso el enfoque
de Donnan es puramente estilistico (Donnan, 1976: cap. IV) aun cuando trata
de documentacién de contextos excavados (Donnan & Mackey, 1978: 59, 63, 65, 86;
¢f. Klein, 1967).MOCHE, VICUS MOCHE Y EL MOCHICA TEMPRANO, 859
En 1971 Rowe resume el panorama pre Mochica (Rowe, 1971: 101-102): al
estilo Cupisnique le siguen otros estilos diferentes como Tembladera (Jequetepeque),
Paracas (costa sur), Salinar y Gallinazo. Estos dos tiltimos tienen orfgenes mas surefios;
Gallinazo en el valle de Santa y en la sierra de Ancash. Luego surge el estilo Mochica
como «una especie de resurreccién de iniciativa local» que retoma rasgos Cupisnique.
Como explicacién introduce el término «arcaismow, ya que en Moche III y V existen
piezas que «son imitaciones tardfas de objetos decorados en el estilo Chavin». Rectifica
de esta manera el supuesto amalgamiento Chavin/Mochica de Tello y la supuesta
presencia Chavin en contextos de Uhle (Tumbas 10 y 12, Kroeber, 1926). En el caso
de estos tiltimos hay asociaciones con piezas de estilo Mochica, y las mismas piezas
«Chavin» demuestran rasgos tipicos del mismo estilo.
Este recuento permite algunas observaciones: el énfasis, pricticamente exclusivo,
en el estudio de entierros, iniciado por Uhle y seguido por Larco, Strong, Donnan,
y otros, presenta algunos problemas de orden cronoldgico. Si Uhle asocié correctamente
los entierros a la arquitectura, los datos de Larco provienen de cementerios, donde
existen dos posibilidades de andlisis: a) el de la estratigrafia horizontal, ie. anélisis
espacial de la expansién del cementerio a través de comparaciones detalladas de los
contextos completos; y b) el de las superposiciones. Esto tiltimo le sirve a Larco para
legar a una cronologia relativa. Ya que Uhle habia confirmado el terminus ante quem
con Tiahuanaco en Moche, él se concentra en el terminus post quem, ie. lo que le antecede
claramente a Mochica. Si bien una superposicién demuestra posterioridad de un
contexto a otro por fechar, la distancia temporal entre ambos queda por definir ya
que necesariamente ambos tienen que relacionarse con otros contextos respectivos
contempordneos. La validez de este procedimiento depende, por lo tanto, de la precision
de los datos estratigraficos y de la documentacién completa de los contextos funerarios.
Como Larco aparentemente tuvo algunos problemas en ordenar las culturas los
estilos pre Mochica de esta manera, habria que preguntarse cudles serfan las evidencias
concretas para la subdivisién interna de Mochica: Existen cementerios con contextos
exclusivamente Mochica I, Mochica II, etc.? {Hay frecuentes superposiciones Mochica
Il sobre I, Mochica III sobre II, ete.? ¢Cémo se diferencian los casos transicionales,
ie. un contexto tardio Mochica I de un contexto Mochica II temprano?
La tinica posibilidad de acercarse a estas problematicas reside en la presentacién,
critica y reinterpretacién de las evidencias publicadas.
B. LAS EVIDENCIAS ARQUEOLOGICAS
1. El Complejo Huaca del Sol/Huaca de la Luna, Moche
Este complejo se presta para iniciar la discusién, no solamente por el hecho
hist6rico de haberse documentado ahi las primeras evidencias, sino porque la
documentacién publicada es la mas completa. Se dispone de: a) el conjunto de Uhle
(Uhle s.f. {Uhle, Letters], a continuacién UL; Uhle, 1913; Kroeber, 1925; 1944;
Donnan, 1965); y b) los entierros excavados por el Chan Chan Valley Project
(Donnan & Mackey, 1978). En los catdlogos de Uhle (UL) estan registrados los hallazgos por
entierro, los que tienen nomenclaturas diferentes; su enumeracién por nimeros arabigos,
usada hasta la actualidad, fue hecha por Kroeber (Kroeber, 1925: 195; 1944: 121-122).860 P. KAULICKE
a, Estratigrafia y forma de las estructuras funerarias
Unle (1913: 103) describe el area de excavacién como de un cementerio, cuya
superficie (capa A) casi horizontal, se encuentra por debajo de rellenos mas recientes
al pie de la fachada este de la Huaca de la Luna (¢f. Uhle, 1913: Fig. 10, 11). En ambas
figuras aparecen trazos de muros y adobes encima de la capa que parecen superponerse
a algunos entierros. No hay indicios de arquitectura sobre la superficie de la capa A
ni de superficies anteriores dentro de la misma capa, pero es probable que sea 0 una
acumulacién natural y nivelada, 0 un relleno para el cimiento de la arquitectura
posterior (cf. abajo, aportes de Lange Topic). Flautas figurativas encontradas en
asociacidn a ésta corresponden estilfsticamente a Mochica IV (UL: 75; Kroeber, 1944:
Lam. 48E); piezas semejantes se hallaron en una especie de c4mara construida al pie
de la Huaca (Uhle, 1913: 103-104, Fig. 10, 11, Lam. IVB; Donnan, 1965: Lam IV,
Fig. 33, 34, 36). Estas observaciones de Uhle podrian dar la impresién que al menos
parte de los entierros tienen sus bocas al nivel de la arquitectura y que hay otro
grupo anterior que podria haber tenido reocupaciones, aunque los datos son insuficientes
para fundamentar tal hipétesis.
En UL se mencionan repetidamente profundidades entre 3 y 3,20 m. que
corresponden a la profundidad de los individuos y sus asociaciones, medida desde
la superficie actual (1899); coinciden ademés con la base de la Huaca (Uhle, 1913:
Fig. 10). Los datos mas precisos son los del entierro 10 con dos croquis (UL: 84-85; 1913:
Fig. 12d). Se trata de una cémara con las dimensiones de 2,42 a 2,52 m. x 1,36 m.
a 1,48 m. x 0,80 m, (base a techo), con paredes y piso de adobes. EI techo consistié
en fuertes cafias de Guayaquil en direccidn longitudinal y transversal, separadas por
adobes. Piedras grandes yacian sobre este techo. El dibujo de la Fig. 12a en Uhle
(1913) tiene muchas semejanzas con su croquis en UL y sugiere claramente que se
trata de una cémara en la base de un pozo cuya boca coincide con la superficie
de la misma capa.
Parece que Uhle encontré varias de estas tumbas:
«The better or best graves formed chambers of adobes, about 2,10-2,50 m.
long, 1,10-1,50 m. wide, 0,70-1,00 m. high, formerly roofed with canes, thick
like arms, over which adobes had been laid as covering and roof» (UL: 91)
asf como también generaliza las profundidades:
«The graves are generally lying about 3,00-3,20 m. below the surface»
(UL: 67, 80, 85).
Las tumbas con paredes de adobes, mencionadas separadamente por Uhle son
10 (of. arriba), 16 (2,30 m. x 1,10 m., altura 0,85 m., sin profundidad), 29 (5,50 m. de
profundidad de la superficie), 33 (2,25 a 2,35 m. x 1,10 a 1,30 m,, a3 m. de profundidad),
y probablemente 26 (cf. Uhle, 1913: Fig. 12b, Kroeber, 1944: 123). El registro de esta
iltima:en UL comienza con una pieza (3254, UL: 113)
«encontrada como marca o sefial encima de la tumba en el suelo, unos 2 m.
por encima de ella. Sin duda tocaba originalmente la superficie, ya que su
borde superior est dafiado y muestra una vieja perforacidn en su base, sin
duda para lenarla con liquidos y asf nutrir el alma del muertos (trad. del
autor; cf. 3359{E.33], Kroeber, 1925: Lam. 56)):
slike a mark over the grave» (UL: 120); 3234 (E.25): «painted bottle, found
above the grave as a sign of it».MOCHE, VICUS MOCHE Y EL MOCHICA TEMPRANO 861
Otro entierro importante, el N° 12, también a tres metros debajo de la superficie,
tenfa una botella a 1,50 m. de profundidad (2925, cf. Kroeber, 1925: Lam. 55g). Estos
indicios, mAs la frecuente mencién de piezas encontradas en tierra suelta (jrelleno
del pozo?), hacen pensar en un grupo de entierros en pozo con c4mara de adobes en
su base, unidos por el tipo de construccién, las dimensiones y la profundidad. Segén
Uhle (1913: Fig. 11) coinciden también con la orientacién que corresponde largamente
a la de la fachada de la Huaca (unos 20 grados al noreste), mientras no parecen
relacionarse a la arquitectura posterior y no forman niicleos.
Pese a esta probable unidad, Donnan (1965: Table I) asigna los niimeros 16 y
33 a Moche II-III, 10 a Moche IIIA y la c’mara més profunda, N° 29, a Moche IIIB;
al principio se mencioné la cémara al pie de la Huaca (N° 25) que corresponderia a
Moche IV.
No todos los entierros de Uhle parecen haber pertenecido a este grupo; Uhle
menciona casos de profundidades mucho menores y precisa tres: N° 27 (1,5 m.),
28 (1,5 m.) y 30 (2 m,). Si éstos corresponden atin a la capa A -Uhle no lo duda-
deberfan ser bastante superficiales; alrededor de unos 0,60 m. Ya que existen dos
tipos diferentes de entierros en otros sitios Mochica (v. g. Huaca de la Cruz [Vird]
¢f. abajo, Pacatnamui, Ubbelohde-Docring, 1983; y probablemente Sipén, Lambayeque)
no hay mayor duda acerca de su probable contemporaneidad. Segiin Donnan (1965:
Table 1), los N° 27 y 28 corresponden a Moche IIIB, mientras que el N° 30 a Moche
Il, Por la figura 11 en Uhle (1913) algunos de los circulos, que son aparentemente los
entierros mas sencillos (a diferencia de los rectangulos, probablemente las cémaras
de adobes), parecen formar nticleos, en relacién con los muros indicados, sobre
todo en la parte central.
Existen descripciones de diecinueve entierros excavados entre la Huaca del Sol
y la Huaca de la Luna por el Chan Chan-Moche Valley Project (Donnan & Mackey, 1978;
Lange Topic, 1977). Como los de Uhle todos parecen estar asociados a arquitectura;
doce de ellos se notan como pozos poco profundos y poco definidos en plataformas,
lo que se interpreta como intrusiones en estructuras anteriores. Esto implica que las
bocas de estos pozos deben haberse ubicado por encima de los adobes, pero no han
podido ser identificadas en ninguno de los casos descritos. Para sélo nueve entierros
se anotaron profundidades desde una superficie no especificada, las que varian entre
0,10 m. (MIV 16) a 6,18 m. (MI 1). Dos se encontraron en la parte superior de la
Huaca del Sol (MII 1, MIV 1, 2; Sector 2, ef. Donnan & Mackey, 1978: mapa 5), uno
en la Trinchera C al pie de la Huaca del Sol (MI 1), dos en la Trinchera D al pie de
la Huaca de la Luna (MIV 13, MIV 14/15), dos en una zona de arquitectura
(Sector F, MIV 16, MIV 17) y diez en la Trinchera B (Donnan & Mackey, 1978:
mapa 7, MIV 3 a MIV 11, MII 3).
Nueve de estos diez entierros forman un nticleo, en cl que hay dos grupos de
orientacién algo diferentes, y al menos un caso de superposicin, ya que MIV 3 corta
parcialmente MIV 6. A pesar del hecho que resulta atin ms dificil que enlos entierros
de Uhle, correlacionar los entierros con sus superficies correspondientes, para precisar862 P. KAULICKE
sus ubicaciones estratigréficas, como en el caso de Uhle, todos estén ordenados
y enumerados por fases: uno para la fase Moche I (Donnan & Mackey, 1978: 60-61),
tres para la fase Moche Ill (Donnan & Mackey, 1978: 66-81) y todo el resto para
Moche IV (Donnan & Mackey, 1978: 92-183). Si bien parece haber jugado un papel
importante la profundidad (una de las razones para pensar en la presencia de
Moche 1), el ordenamiento parece ser largamente estilfstico (cf. Trinchera E: un
entierro Moche Ill [profundidad 3,20 m.] y otro Moche IV [profundidad 2,90 m.l,
Donnan & Mackey, 1978: 72, 160).
Lange Topic (1977) presenta una sintesis de las evidencias estratigraficas de
las trincheras mencionadas, dos de las cuales tienen superposiciones de arquitectura
por debajo de lo que esté considerado como la base de la Huaca del Sol
(Lange Topic, 1977: 35-64, 74-137, Fig. 2-1, hasta 2-11; 2-14 hasta 2-36). Estas evidencias
arquitecténicas estén ordenadas por unidades estratigréficas (ocho para Strata Cut 1
y siete para Strata Cut 4 (Trinchera C, para Donnan & Mackey)). En los demas sectores
Ja informacién es mucho mas reducida; Strata Cut 6 (Trinchera D) (Lange Topic, 1977:
148-154, Fig. 2-41, 42) hubiera podido servir de referencia para los datos de Uhle.
Si bien aparece arquitectura a una profundidad de algo més de dos metros, la mas
interesante es la que fue cortada por bulldozer (Lange Topic, 1977: Fig. 2-42, zen west
face hay cémaras funerarias cortadas?); por debajo de ella aparece el suclo estéril. Las
técnicas de excavacién y lo limitado de las reas tocadas dificultan la interpretacién
de lo que se llama plataformas. Una correlacién de las éreas se imposibilita por la
ausencia total de alturas absolutas y de perfiles compuestos.
También Lange Topic se empefia en utilizar el esquema cronolégico de Larco
pese a muchos problemas admitidos abiertamente por la autora. Con ello llega a la
conclusién que la mayoria del complejo data de Moche III/IV, mientras que en la
base de la Huaca del Sol, existe también Moche I/II lo que esencialmente reduce la
secuencia a dos fases principales.
b. Los individuos
Al respecto Uhle dice lo siguiente:
«Estos sarcéfagos, de 3 m. de largo, 1 a 15 m. de ancho y 1 m, de altura, no
servian a difuntos extendidos, sino representaban una especie de celda, en la
cual el o los individuos -por regla eran varios, quizé con mujeres y nifios-
estaban sentados rodcados de sus vasijas u otros utensilios domésticos y con
ofrendas como craneos aislados de esclavos y Hamas sacrificadas» [trad. del
autor, cf. Uhle, 1915: 65] (Uhle, 1913: 103-104),
Esta posicin, sin embargo, es muy rara; ninguno de los individuos descritos
por Donnan & Mackey (1978) la muestra, pero la cita no deja lugar a dudas. Para la
Tumba 10 hay dos croquis (UL: 85; Uhle, 1913: Fig. 12d) donde estan anotados cuatro
craneos erosionados (whithered) en tres de las esquinas de la cdmara; otro croquis
aparece en Uhle (1913, Fig. 12b) para la tumba 26, En UL: 115-116 hay algunos datos
adicionales para esta ultima: el individuo principal tenia orejeras de oro, cuentas de
concha, piezas en forma de cincel (de cobre) en la boca y un plato (plate en UL; cabe
la posibilidad de una traduccién deficiente del aleman Platte que seria «discon;MOCHE, VICUS MOCHE Y EL MOCHICA TEMPRANO 863
cf. cobre en los entierros de Donnan y Mackey) de cobre sobre la cabeza. El segundo
individuo levaba en cada mano una pieza ovalada de cobre y_platos de cobre sobre
la cabeza. Este conservaba restos de pintura en el crdneo. Un cuarto (?) individuo
tenia igualmente cobre en ambas manos; un plato de cobre cubre el créneo de un
nifio de unos cuatro afios de edad. En el croquis también aparecen dos craneos
aislados y una llama. Hay tres cuerpos indicados con circulos (para las piezas de
metal, of. Kroeber, 1944: Lam. 44, 47, 48 A-D). La presencia de platos y piezas de
cobre en la boca y manos, en este caso de oro (como también en la tumba 29, la més
profunda, y en la 33; cobre en las manos del individuo esta registrado para el de la
tumba 27) es interesante ya que los platos de cobre aparecen en siete tumbas
@, 10, 11, 14, 26, 29 y 33); también hay «cinceles» en la 33 y la 16 (Kroeber, 1944:
Lam. 48A, B); y, finalmente, hay muchas piezas de collares de piedra y concha trabajada
en las tumbas 33, 10, 14, 29 y 26 (Kroeber, 1944: Lam. 45, 46). Estas combinaciones
refuerzan la unidad del grupo de las cdmaras de adobes (¢f. arriba).
Los individuos desenterrados por el Chan Chan-Moche Valley Project son
extendidos dorsales sin excepcién en entierros unipersonales, salvo tres casos de
entierros dobles. Todos tienen orientacién sur-norte (unos 50 grados de variacién)
con el créneo hacia el sur, Adultos masculinos predominan claramente en la muestra;
dos veces aparecen en entierros dobles (MIV 1/ 2: hombre/mujer y MIV 18/19:
hombre/nifio); hay una mujer (MIV 12); una mujer con nifio (MIV 14, 15); y un nifio
sélo (MILI 3). Las edades de los hombres oscilan entre 30 y 50 afos.
Los dibujos en Donnan & Mackey muestran una alta variabilidad en cuanto
a posicién de brazos, manos, piernas y pies (Donnan & Mackey, 1978: 61, 67, 79, 93,
103, 117, 121, 129, 133, 145, 151, 155, 161, 164, 169, 177, 181). Se nota que la variante
standard con extremidades, manos y pies extendidos es la menos frecuente. $i nos
concentramos en el grupo de la Trinchera B (los demés individuos se encuentran
aislados y no se prestan a comparaciones precisas) notamos dos grupos de orientacién:
a) MIV 7, 3, 9, 11 y 82; y b) MIV 5, 6, 4 y 10 con los entierros MIV 9, 10 y 11 algo
separados de los demas (Donnan & Mackey, 1978: 76, mapa 7). Todos aparentemente
son hombres adultos. La posicién standard se anota para MIV 4 y 6, MIV 5, 7, 9, 11
y posiblemente 10 tienen los pies cruzados; MIV 3 y 5 tienen el brazo derecho ligeramente
flexionado y la mano sobre la regién piibica, mientras que el brazo izquierdo esté
extendido con la mano debajo de la pelvis; MIV 9 y quizé 10 (algo disturbado)
muestra lo mismo pero en sentido invertido (mano izquierda sobre regién pibica,
pie izquierdo sobre derecho), MIV 11 tiene los brazos extendidos y las palmas de las
manos hacia afuera.
Estas variantes refuerzan la impresién que se trata de un grupo (quiz con la
excepcién de MIV 6 que deberia ser algo anterior) en el cual hay variantes de posicién
«titualizadas», sobre todo en las «parejas» (MIV 3/5, MIV 9/10).
Algo comtin es un disco de cobre sobre la cara (MIV 3, MIV 4, MIV 9 a 11; en
MIV 5 y 8 no hubo créneos por intrusiones posteriores) los que son practicamente
idénticos en MIV 9 y 10 (Donnan & Mackey, 1978: 149 A, B; 153, A). Otros objetos
de cobre aparecen en diversas partes del cuerpo; sdlo MIV 3 tiene uno en la boca864 P. KAULICKE
(gf. arriba) y MIV 8, 9 y 10 en la mano (¢f. arriba). Sélo se encontraron orejeras
incrustadas en MIV 7 y en otro entierro aislado asociado a arquitectura (Zona F, MIV
17; Donnan & Mackey, 1978: 181-182). Este tiltimo también tiene los discos de MIV
9 y 10. Ademés esta acompatiado por huesos de llama, los cuales aparecen también
en MIV 3, 5 y 8; los de perro o zorro, en MIV 9.
c. Los objetos asociados
Fuera de objetos de metal y adornos de concha, etc., encontrados en contacto
directo con el cuerpo del individuo enterrado, la abrumadora mayorfa consiste en
cerémica. El Cuadro 1 presenta listas de los contextos funerarios de Uhle y Donnan
& Mackey que suman cerca de ochocientas vasijas. Esta cifra elevada, sin embargo,
s6lo representa una fraccién probablemente insignificante del total de la produccién
funeraria, presente en cientos o atin miles de entierros saqueados desde la llegada de
los espafioles.
En estas listas se observa una notable variacién en la cantidad de piezas por
entierro, que oscila entre una y ochentaitres (Mill 3 y E. 23); la mitad de la muestra
varia entre uno y diez (promedio 16 vasijas por entierro), En cuanto a las categorias
formales se nota que botellas asa estribo y céntaros no sdlo aparecen en todos los
contextos, sino también forman el grueso del total: 71,7% (Donnan & Mackey) y
aproximadamente 84% (Uhle).
Un tercio de las botellas asa estribo de los contextos de Uhle estén ilustradas
(Kroeber, 1925; Donnan, 1965; Menzel, 1977); en cambio, sélo se ha graficado 5% de
los cAntaros, ya que Kroeber (Kroeber, 1944: 124) hizo una seleccién «representativa»
en la cual «vasijas mediocres s6lo apareceran en una o dos muestras, mientras que
cada especimen fino o interesante tenfa probabilidad de aparecer ilustrado». Este
procedimiento nos priva de conocer los ceramios de los entierros 28, 29 y 30 discutidos
al inicio; disponemos de cuatro ejemplares de un total de treinta y cuatro de la
tumba 10, cuatro de treinta y uno de la tumba 16 y como excepcién la mitad del total
de la tumba 26, La documentacién de los ceramios presentada por Donnan & Mackey,
en cambio, es bastante completa, aunque no ayuda mucho en aumentar la muestra
de piezas atribuidas a Moche I a Ill ya que eleva a cerca de dos tercios el total de
piezas asignadas a Mache IV y a algo menos de 20% para Moche III, lo cual no deja
mucho para Moche I y I.
Esta deficiencia documentaria obliga a concentrarnos en el grupo («cementerio»)
de la Trinchera B, compararlo con evidencias correspondientes en los contextos de
Uhle y tratar de caracterizar el grupo de c4maras de la Huaca de la Luna.
EI grupo de la Trinchera B cuenta con un total de ciento ochentiun vasijas
ilustradas. Ya que hay evidencias de alteraciones posteriores al enterramiento en
MIV 3 (los autores sospechan de haberse agregado parte del inventario de MIV 6),
5, 6, By 10, no es seguro que los totales correspondan a aquellos del momento de
formaci6n de los conjuntos. Quedan MIV 4 con dieciocho, MIV 7 y MIV 9 con diecisiete
y MIV 11 con siete ceramios.
El repertorio morfolégico es reducido; consiste en botellas asa estribo (presentes
en todos los conjuntos con 34,8%), cantaros (parecen faltar en MIV 8 [por alteracién
posterior?] con 33,7%), botellas con pico y asa lateral (faltan en MIV 6 [alteracién
posterior] y MIV 7, con 12,1%), floreros (faltan en MIV 6, 7, 8, 10 y 11 con 15,5%) y
cancheros (faltan en MIV 4, 6, 9 y 10 con 3,9%). Sus distribuciones en relacién al
cuerpo del individuo enterrado varian: botellas asa estribo estén alrededor de la
cabeza (izquierda y derecha) y, sobre todo, al costado izquierdo entre cadera y pies;MOCHE, VICUS MOCHE Y EL MOCHICA TEMPRANO- 865
A
Entierros BAE ot FE CN [iste] Totales
N° Fase ()| UL K44 D65| UL K44| UL Kad] UL Kad] Ne] UL K4d 65
2 Ila 3 3 sf - -|- -[- -[ -[ 3 3 9
3 ib |} mW 2 wl) 4 4) 5 -)- -) 4) Bb 6
4 mb 2 2 3) 1 8/7 =) - =| 4) 0 0 9
eel 2g zs 2 | ez ez
6 m/v) 3 4 4 0 g]1 af 1] 6] 6 6 17
7 404 4 4 5S) -]a a} a) 0 wo
8 WV 1 od io6 7] a oat. -fi) nm nm do
9 WV 6 5 S| 2 2) 4 Tf - -; 1) Bo Bo B
to la | 4 13 14] 1 2 | - -| 2 -| 4} 36 34 36
Mi Wa | an me) ae le
2 Wb | 4 40 43) ow] - =| 5 =| 2] 59 5B od
BO 4 4 4 2 2/- -|3 3/73/79 99 38
Homo) 72 2 7 wm 2B) sta Gf atl wt mB
13 >15 9) Blois 9 | 1 8] 1 Tf tj Me
1 yim} 19 19 1) 12 12] - =) - =| 5] at at at
18 IV 2 2 2, 2 -f es | 2 -] a] 2 92 2
wma) 9 7 7] 7 91 = =} > ff} a1] Bw we 5
20 I Bo tt a 8 2
2 Mb 2? 3 3f 2 2{- -|- =] -| 2 5 6
22° tb 2 1 2) 2 3] | 1| 4 4 4
3 WV 1 6 «8) 29 40 | 248 6] 68 75 83
3 Iv 2 1 2] 9 10/1 ‘T] - Sa 12 1
26 Il | 23 2 23 9 tw] 1 a] - | 3 34 at
27 Ill 2 2 2] 1 a] - =<] - =| 2} 3 3 3
28 IN 2 2 i 1 aft af- -} 7) 4 4 3
20 tt | 3 3 3f 6 6|- -|- -) -| 9 9 8
30 I 4.3 4 - ef} ef} es] ct} 4 3 4
32 Ma | 1 9 8} 2 2] - -|2 2) 4) 6 B BP
33 W/m | 1 17 47| 5 6 6| 24 24 2
>236 215 223|>190_ 215 | 42 32 | 1 9 [104 |>511_ 520528
B
N° Fase BAE cr F CN _ [str] Totales
1 I 2 1 - 3 3
1 Ml 1 - = 2 2
2 I 2 1 a 3
3 ol = 1 - 1 1
v2 wv 2 38 Bley 37
3°) UW | 3 3 1 | 6 2
4 WwW 1 9 - |B 20
5 oW B 9 1 | 36 7
6 WV 3 1 = 4 4
7 W B 1 3 | 18 19
3 oW 7 : al 3 9
9 WV 3 3 - | 17 7
mo WV 2 1 3 10
no oW 1 4 i 6 6
RoW 3 - 4 4
BW 7 1 1 9 10
14s Vv 2 7 - |B 15
16 OV 1 = - 2 2
7 WwW - 2 - 1 7
83 109 39 8 [248 268
Cuadro 1 - Inventarios cerdmicos de los entierros excavados por Uhle (A) y de aquellos
excavados por el ChanChan Valley Project (Donnan & Mackey, 1978) (B).
(2) Atribuctén por fases segtin Donnan, 1965: Table 1 para A y Donnan & Mackey, 1978
ara B.
Ea'Segin Menzel, 1977 Moche I1le.
G) Segiin Menzel, 1977 Moche II.
Abreviaturas: BAE - Botellas de asa estribo, CT - Céntaros, F - Floreros, CN - Cancheros,
UL - Uble Letters, K44 - Kroeber, 1944, D65 - Donnan, 1965,866 P. KAULICKE
los cAntaros se concentran a la izquierda entre cabeza y cadera, semejantes a los
floreros, mientras que las botellas con pico y asa lateral son més frecuentes a la
derecha desde cabeza a pie; los pocos cancheros no parecen tener distribucién clara.
Existe la posibilidad de inversiones como en el caso de MIV 9, en el cual todas
las botellas asa estribo aparecen a la derecha en vez de izquierda (cf. arriba,
inversién de la posicin del individuo). Las muestras reducidas de los demés contextos
no dejan observar desviaciones de estas reglas.
Las botellas asa estribo muestran diversas variantes de estribo, las cuales
aparentemente estn relacionadas con el largo del tubo y la distancia entre el contacto
de ambos extremos con el cuerpo de la vasija. De esta manera hay variantes cortas
y largas; las cortas tienden a formas semicirculares (MIV 5, 7, 8); las medianas, recto
en la parte superior y curvo en los extremos (muy frecuentes en MIV 5, 7, 8 y 9) y
en versién algo mayor en MIV 7 y 8. La variante larga es trapezoidal o pentagonal
con los extremos del tubo muy unidos (MIV 3, 5, 6, 10 y 11).
EI gollete tubular varia en largo y contorno (recto, ligeramente bicéncavo y
ligeramente cénico); si bien hay variacién por contextos, todas las variantes pueden
aparecer en uno mismo. Lo que parece ser importante es el juego de proporciones de
la combinacién pico /estribo cuyas variantes se aprecian en la figura 1.
HH HY HH HH
12.5
Ga)
RBH RH RH RAH
Go
RAH 1 4R4
3)
:
Fig. 1 - Variantes de asa estribo y sus proporciones (unidad de medida = grosor del tubo
del «estribo») segin especimenes ilustrados en Donnan & Mackey, 1978.MOCHE, VICUS MOCHE Y EL MOCHICA TEMPRANO- 867
Los cuerpos, finalmente, constituyen la parte de la vasija que normalmente
esté hecha con moldes, a diferencia del asa estribo (Donnan, 1965). Aparentemente
se trata de combinaciones de partes de esferas y conos. Hay mucha correspondencia
en las formas de los contextos MIV 9 y 10, MIV 7, 8y MIV 5 y 7.
Las botellas de un solo pico con asa lateral parecen constituir una categoria
vinculada con las botellas asa estribo, ya que el asa lateral puede convertirse en asa
estribo (MIV 3, 9 y MIV 5, 19; Donnan & Mackey, 1978: 104, 124). El tubo del pico
tiene el mismo didmetro que el del asa estribo (2.a 2,5 cm.); normalmente es cilindrico
(hay variantes ligeramente bicéncavas 0 cénicas) y su proporcién ancho/largo es
de 1: 3,5/4,5 (en su mayorfa algo més de 4); mientras que la del asa estribo es de
1:2,3/2,7. El asa, probablemente maciza, de corte circular, esté conectada con el pico
a unos 3 cms. por debajo del labio; el otro extremo esté unido al hombro, y su
grado de curvatura depende del largo. Atin asf las variantes se repiten en un s6lo
contexto y se vinculan a varios (MIV 4, 5 y 9; MIV 3 y 5). Los cuerpos se asemejan
bastante a los de las botellas asa estribo y vinculan otra vez MIV 3 y 5, MIV 7 y 9.
Los cAntaros tienen cuellos divergentes, cénicos 0 bicéncavos, con diémetros
de boca entre 7 y 8 cm y alturas entre 7 y 9 cms, Existen variantes que llevan un
collar en su base, lo que les vincula con las botellas de un sélo pico y asa lateral
(MIV 3, 4, 5, 7 y 9); los cuerpos, normalmente globulares, también se asemejan a los
botelliformes. Todos ellos pueden o no tener base anular. MIV 3 y 5 y MIV 4,7 y 9
comparten variantes.
Los Hamados floreros son recipientes con base plana relativamente pequefia,
paredes divergentes y labios mds divergentes atin, lo que hace que el diémetro de la
boca sea mas de dos y hasta casi tres veces el didmetro de la base; ésta puede o no
ser anular. Sus variantes formales acentian la cohesin de! grupo de contextos en
vez de sugerir una secuencia, lo que concuerda con las demés categorfas.
Los pocos cancheros no alteran la impresién general y obviamente no permiten
una diferenciacién interna.
De esta manera legamos a la conclusién que formalmente existe una especie
de «set funerario» de un reducido ntimero de categorias formales unidas por elementos
morfolégicos compartidos. Dentro de estas categorfas existe un numero mayor de
variantes aparentemente coexistentes ie. dentro del mismo lote, compartidos con otros.
Los demés inventarios presentados por Donnan & Mackey, atribuidos por ellos a
Moche IV, TIL 0 I caen dentro de esta variabilidad.
Queda por discutir la decoracién que se reparte entre pintura (rojo sobre
blanco y blanco sobre rojo) y modelado/moldeado. La segunda modalidad es
relativamente escasa y se concentra en botellas asa estribo (MIV 3 con seis especimenes,
MIV 6 y 10 con tres especimenes cada uno, MIV 5 y 7 con dos respectivamente y
MIV 8 y 9 con uno cada uno). Caras antropomorfas aparecen normalmente en el
extremo del mango de cancheros (MIV 3 y 7) y, en un caso, en cdntaros (MIV 3). La
pintura en lineas finas con motivos figurativos en rojo sobre blanco aparece sobre
botellas asa estribo en tres contextos (MIV 3{6x], MIV 7[2x] y MIV 11(1x}); en botellas
con asa lateral (MIV 3{1x], MIV 5[2x]); sobre floreros (MIV 3{3x], MIV 4[1x)); cancheros
(MIV 7[1x), MIV 11[1x);y en un caso sobre céntaro (MIV 7). Esto significa que todas868 P. KAULICKE
las categorias formales pueden tener esta decoraci6n, pero su frecuencia varfa por
conjunto (MIV 5 con 10,1%; MIV 3 con 29%; y MIV 7 con 36,8%). De estas piezas, s6lo
una docena corresponde a la calidad de lo que se exhibe en museos o colecciones
(menos de 5%). Estas iiltimas, por lo tanto, son excepcionales, en el sentido literal del
término ya que en su conjunto (aspectos tecnolégicos, formales y decorativos) se
diferencian del resto.
Por consiguiente, es més itil comparar las piezas «normales». Comtin es la
decoracién Blanco sobre Rojo y Rojo sobre Blanco que aparece en todas las categorias
formales y en todos los contextos, lo que comprueba la contemporaneidad de estas
combinaciones; hay hasta piezas que rednen ambas variantes (v. g. MIV 3, 20, 40;
MIV 5, 32). En el Cuadro 2 se ha ordenado los motivos que aparecen con mayor
frecuencia, incluyendo la mayoria de todos los contextos presentados por
Donnan & Mackey. Su distribucién refuerza la impresién de vinculos estrechos
entre conjuntos (MIV 9, 10 y MIV 3, 4, 5) ya observados en los aspectos formales.
1 | | | 8 7 pla
MIV13 x
MIVI7 _ x
MUIt x x
MIV9 x x x x x x x
MIVI0. x x x x x
MIV1/2 x x x x x
MIV14 x x
MIV 4 x x x
MIV 3 x x x x x x
MIV 5 x x x x x
MIVI5 x x x
MIV12 x
MIUJI2 x
MIV 8 x x
MIV 7 x x
0 == z ==
One OK 200
0° ——— EXON =
4
1 3 5
—
oe CC ( $| §
—
6 7 8 10
Cuadro 2 - Los motivos mds frecuentes en la decoracién pintada Blanco sobre Rojo
y Rojo sobre Blanco en los inventarios cerémicos documentados por
Donnan & Mackey, 1978.
9