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Bull. Inst. fr. études andines 1992, 21 (3): 853-903 MOCHE, VICUS MOCHE Y EL MOCHICA TEMPRANO Peter Kaulicke* Resumen Con el fin de definir los vinculos cronolégicos entre el Alto Piura y el niicleo «clasico» Mochica en los valles de Chicama, Moche y Virti se presenta y se discute el conjunto de contextos funerarios disponibles (Moche y Vir), se estudia las relaciones con Gallinazo y Salinar y se compara los resultados con las evidencias nortefias. Palabras claves: Mochica, cronolog{a, contextos funerarios, corologia. MOCHE, VICUS MOCHE ET LE MOCHICA ANCIEN Résumé Afin de définir les relations chronologiques entre I’Alto Piura ct le centre «classique» Mochica des vallées de Chicama, Moche et Vird, auteur présente et discute l'ensemble des contextes funéraires qui sont disponibles (Moche ot Vird), étudie les relations avec Gallinazo et Salinar et compare les résultats avec les évidences du nord. Mots clés : Mochica, chronologie, contextes funéraires, chorologie. MOCHE, VICUS MOCHE AND EARLY MOCHICA Abstract In order to define the chronological relationships between the Upper Piura drainage and the "classic" Moche hearthland in the Chicama, Moche and Viru valleys this paper presents and discusses previously published burial contexts, considers the relationships with Gallinazo and Salinar, and compares the resulting conclusions with new information from the north coast. Key words: Mochica, chronology, burial contexts, chorology. A rafz de mis trabajos en Vicis (Kaulicke, 1987; 1988-1989; 1990; 1991a, 1992) (1) me he visto confrontado constante e insistentemente con un enigma muy arraigado en la literatura: qué significa la presencia masiva de objetos metdlicos de * Pontificia Universidad Catélica del Peri, Dpto, de Humanidades, Esp. Arqueclogia, Apdo. 1761, Lima, (1) Los trabajos fueron financiados por CORDEPIURA- CONCYTEC (1987 y 1988), National Geographic Society (1989 y 1990) y 1a Pontificia Universidad Catélica del Perd. El proyecto fue auspiciado por la PUC ¥ dirigido por et autor. Agradezco a las instituciones sefialadas, al INC Piura, INC Lima, al pueblo de Views y al Instituto Francés de Estudios Andinos que me brindé su apoyo para la realizacién de este articulo, asf ‘como de las ilustraciones, que fueron realizadas por Alain Dagand y Juan Carlos Tello. 854 P. KAULICKE estilo Mochica y de cerémica Mochica I y Il en un 4mbito geografico (Alto Piura) muy alejado del territorio Mochica? Para evitar caer desprevenidamente en sus trampas, conviene analizarlo por partes, antes de intentar una respuesta. Implica que: a) existe la posibilidad de separar cronolégicamente componentes tempranos y tardfos dentro del estilo Mochica, lo que le concede una duracién prolongada; b) el componente temprano de Piura est4 desligado espacialmente de otro més surefio, pero ambos son tan similares estilfsticamente que pueden implicar contemporaneidad; c) que existen, por lo tanto, vinculos estrechos dentro del marco de un estilo incipiente, lo que obliga a preguntarse por su origen: la presencia de un Mochica inicial y temprano, su posterior ausencia en Piura, combinada con su propagacién hipotética hacia el sur tserfa indicio de su formacién en Piura o se trata de un simple transplante effmero del sur, donde esté presente la secuencia completa?; d) aparentemente el estilo Mochica, reflejado bsicamente en su cerémica, est visto como producto de una sociedad definida o de grupos étnicos culturalmente unidos, de manera que la distribucién de la cerémica ilustra la hegemon{a «Mochica» dentro o fuera de fronteras definidas. En forma general deberia implicar ademas que el empleo de términos cronolégicos tan precisos como Mochica I y Il (hasta V) y de la corologia (distribucién espacial por fase), esté apoyado en un cuerpo importante de evidencias sélidas y disponibles. Esto evidentemente no es el caso para el Alto Piura, ya que el material conocido procede de excavaciones clandestinas, las que carecen de documentacién. De esta manera resulta obvio que el calificativo tanto de «Mochica» como de «temprano» se limita a comparaciones estilisticas con las evidencias de Chicama/Moche, siendo lo «enigmitico» la presencia de cantidades aparentemente mayores de piezas cualitativamente superiores en Piura. Esta y otras contradicciones en las dems implicancias expuestas, hacen precisas la presentacién y la discusién de: a) los conceptos cronolégicos referentes a la cultura, fase o estilo Mochica; y b) las evidencias pertinentes para luego discutirlas y tratar de llegar a una conclusion. A. LOS CONCEPTOS CRONOLOGICOS En 1913 Uhle comienza su trabajo Die Ruinen von Moche como sigue: «Entre las diversas culturas que se han desarrollado en el territorio de la Antigua América, hay pocas que ocupan un rango tan alto por su grado de desarrollo como aquella peruana que originé las vasijas polfcromas figurativas dela region de Trujillo y Chimbote... comtinmente designada alfarerfa Chimé... El alto desarrollo artistico de los productos Ilevé a su ubicacién en la parte final del desarrollo cultural peruano y uno se enfrenta a juicios como que la cerdmica més sencilla tendrfa que ser, casi de forma natural, més antigua que aquella cuya forma artistica y decoracién esta en el auge de su desarrollo» trad. del autor, cf. Uhle, 1915: 57] (Uhle, 1913: 95). Esta introduccién le parece necesaria para luego demostrar que sus trabajos en el complejo Huaca del Sol /Huaca de la Luna, en 1899, han producido evidencias arqueolégicas que llevan a la conclusién contraria. La cerémica referida es la mas temprana, ya que se encuentra por debajo de material estratificado Tiahuanaco y éste a su vez esté por debajo de entierros incaicos o chimies. Por su relacién con la arquitectura, queda también comprobada la contemporaneidad de esta cerémica policroma con las dos huacas principales. MOCHE, VICUS MOCHE Y EL MOCHICA TEMPRANO 855 Estos resultados le demuestran a Uhle que debe existir una separacién temporal notable entre la cerémica Chim y la «policroma», por lo que no le parece correcto mantener el término «Chit» para designar a la ultima. Por no dejar de mantener «la expresién de una ligazén local y una general ascendencia cultural» propone el término «Proto Chimti». Esta distancia temporal entre ambos tipos de cerémica no estd especificada en su trabajo de 1913, pero en su tiltima carta a P. Stevenson del 3 de febrero de 1900 (Uhle, s.f: 92, [a continuacién UL, por Uhle, Letters]) Uhle piensa que se inicia alrededor de 1000 afios antes de los incas, es decir entre 100 y 200 D.C. (¢f. Uhle, 1913: 96, «los incas dominaron el Cuzco no més de 200 a 300 afios»); y termina en aproximadamente 500 D.C., fecha calculada para los monumentos de Tiahuanaco. Estos célculos no son del todo arbitrarios, como Uhle lo explica en otro trabajo de 1918, Sostiene que la Huaca del Sol exhibe semejanzas notables con el templo maya de Copén en Guatemala, el cual esté datado por fechas calendaricas entre 100 y 60 A.C. Admitiendo la existencia de migraciones de mayas hacia el Perti, éstos Megan alrededor de 200 D.C,; tomando una edad promedio de 500 afios por cultura (analogfa con las culturas mediterraneas de Europa) tenemos aproximadamente 200 a 700 D.C. para el Proto Chim (Uhle, 1918: 20-22). Uhle no intenta subdividir este Proto Chimi pese a reconocer diferencias estratigréficas («el cementerio al pie de la Huaca de la Luna es el terminus ante quod para la construccién de la Huaca» [Uhle, 1913: 104]) y estilisticas (UL: 75-76) al comparar flautas figurativas del cementerio y de la Huaca del Sol, estas tiltimas «muy inferiores en sentido estilfstico pero con representaciones de los mismos objetos y dioses... como una civilizacién desarrollada por degeneracién en un sentido epigonal de la civilizacin del periodo més antiguo de las vasijas finamente pintadas». Pese al hecho que Uhle haya procedido con mucha cautela buscando siempre la comprobacién y la interrelacién légica de sus hipstesis cronolégicas, éstas encontraron criticas severas. Las criticas de Seler (1915{1912}; traduccién al castellano de 1923) parecen estar en linea con las interpretaciones histéricas vigentes (cf. Urteaga, 1915: 56, en prologo a la traduccién de Uhle, 1913). Tello (1923b: 376) le da la raz6n a Seler «al no aceptar como definitiva la conocida teoria de Uhle... [y con Seler invital a que se efectuaran primero excavaciones minuciosas y sistematicas en diferentes partes del pais, para descubrir las estratificaciones; pués éste es el nico medio como puede Iegarse a conclusiones definitivas». Estas recomendaciones no dejan de sorprender, ya que Uhle parece haberse empefiado en observar y controlar las relaciones estratigraficas de sus contextos. Es probable, por lo tanto, que se trate de posiciones metodoldgicas opuestas. El criterio tipolégico de Tello se caracteriza segiin sus propias palabras: «Las culturas hijas de una misma madre, algunas veces mellizas o desprendidas en la misma época, pueden mezclarse y amalgarse, la una superponerse por un tiempo a las otras y originar as{ confusiones y errores en la interpretacién cronoldgica de las culturas.» (Tello, 1921: 42). Con ello probablemente se refiere a la existencia de una cultura primordial (arcaica) de la cual se originan todas las demAs culturas, Esta es tan vigorosa que sus caracteristicas se vislumbran claramente en toda la historia pre europea sobreviviendo ie P. KAULICKE hasta la actualidad (cf. Tello, 1923a). En otras palabras, el Proto Chimt -Tello no usa este término sino Chimt (Tello, 1923a: 242-255) 0 Muchik (Tello, 1929: 25; segiin Kroeber, 1926: 43, «Mochica»)- se deriva de Chavin o de la Cultura Arcaica y perdura hasta Chimi (Tello, 1929: 21-26). A la vez es contemporéneo por amalgamiento, ya que Tello reconoce «el estilo Chavin en muchos ejemplares de estilo Muchik, lo que los hace contempordneos» (Tello, 1929: 110-111,116, Fig. 75-77; 1938: VIN). Kroeber, en su estudio de la cerémica recuperada por Uhle en Moche (Kroeber, 1925), reconoce la edad pre Tiahuanaco del Proto Chimi, pero es més cauteloso en cuanto a sus inicios. En 1926 especifica la distribucién del Proto Chimé (Kroeber, 1926: 11; of. Kroeber, 1930: 108-109) entre Chicama y Santa con menores evidencias en Pacasmayo y Casma (¢f. Uhle, 1907: entre el sur de Jequetepeque y Nepefia) y comparte la opini6n de Tello de una contemporaneidad o transicién entre Chavin y Proto Chim basdndose en el material de Uhle (Kroeber, 1926: 38-39, 41, Fig. 3-4; cf. Kroeber, 1930: 109). En 1930 caracteriza lo que ahora Hama Early Chimui; se pronuncia en contra de una unidad politica, y de una especie de capital en Moche y lamenta la dificultad en establecer una cronologia clara, fuera de aceptar su edad pre Tiahuanaco y la posibilidad de que sea algo posterior a Nazca (Kroeber, 1930: 109-110). Alrededor de 1924, Rafael Larco Hoyle comenzé a dedicarse a la formacién de un museo en la Hacienda Chiclin, Chicama (inauguracién: 28 de julio de 1926), tomando el ejemplo de su tfo Victor, quien habfa emprendido una tarea semejante en 1919, la que terminé en la venta de sus colecciones al estado por intervencién de Tello en1929. En 1938 sale el primer tomo de una empresa ambiciosa: Los Mochicas (Larco, 1938). En ocho tomos (ver Larco, 1938, contracarétula) iba a tratar sobre diversos aspectos de los mochicas, i.e, los antepasados de los Muchik-hablantes de la actualidad. Tres de los ocho tomos tratarian sobre arte; «excavaciones arqueolégicas» iban a aparecer como un capitulo del peniiltimo tomo. En este primer tomo (de los ocho salen sélo dos; el segundo al afio siguiente [Larco, 1939]) Larco delimita lo que llama «territorio Mochica» con una precisin sorprendente, entre Cupisnique y Nepefia (en total, unos 100 sitios; Larco, 1938: 53-55, mapas generales 1 y 2, mapas 3 a 7, por valles; ¢f. Uhle, 1907; Kroeber, 1925; 1926; 1930). Su concepto cronolégico se basa en observaciones personales, las que confronta con los conceptos previos y las convierte en un esquema cronolégico general para la costa (Larco, 1938: 13-50). Existen, seguin Larco, evidencias con anterioridad a la aparicin de la cerémica Chavin, asociadas a arquitectura megalitica (Queneto). En 1933 encontré cerémica Chavin en La Arenita (Cupisnique). Entre «miles de fragmentos» aparecen también especimenes considerados por él como anteriores y también posteriores a Chavin (Mochica) (Larco, 1938: 20-21). En cuanto a la cerémica Mochica piensa que es heredera directa de Cupisnique, origindndose en este valle y expandiéndose luego a Chicama por razones alimentarias (Larco, 1938: 30) y le parece probable que exista un desarrollo interno sin especificarlo atin (Larco, 1938: 31, 34), Su concepto se centra en siete perfodos 0 épocas, como las MOCHE, VICUS MOCHE Y EL MOCHICA TE! 857 denomina luego: el primero es una fusién entre el arcaico de Tello, los vestigios més tempranos considerados por Uhle (Ancén y Arica) y Queneto; el segundo es una transicién entre el primero y Cupisnique -su Pre Cupisnique recuerda los «estilos pre» de Tello (Tello, 1921)- y, como en el caso del ultimo, parece constituir mas un postulado que una realidad. Su tercer perfodo es Cupisnique; Mochica y Nazca recién aparecen en el cuarto y terminan en el quinto con la aparicién de Chimd, Ica, ete. En 1941 Larco consolida su concepto de transicién entre Cupisnique y Mochica (Larco, 1941: 7-11). En Chicama reconoce un Cupisnique transitorio (é. estilisticamente entre Cupisnique y Mochica); la posterioridad Mochica esta establecida por superposicién (Larco, 1941: 9-11). En el colofén del mismo trabajo Larco provee mas datos de superposiciones Mochica/Cupisnique, pero, como algo nuevo, incluye informacién sobre una cultura diferente que «probablemente fue coeténea con Cupisnique pero se nos presenta en este cementerio [Salinar] en una etapa intermediaria entre Cupisnique y Mochica» (Larco, 1941: 249, Fig. 321; y evidencias de la superposicién de una tumba Salinar cortando una tumba Cupisnique [Larco, 1941: 250, Fig. 329, 330] superpuesta, a su vez, por tumbas Mochica). Bennett (1939) tenia conocimiento de los trabajos de Larco en Chicama, ya que describe brevemente los resultados de una de sus excavaciones en Salamanca (Bennett, 1939: 86); sin embargo, tuvo poca suerte en detectar enticrros de lo que seguia lamando Early Chimui, por lo que se veia imposibilitado de precisar su ubicacidn cronolégica, su subdivisin interna y sus diferencias regionales. Por Io tanto, sus intentos de ordenamiento de las evidencias tempranas en Early Chim Ay By su cronologia general (Early Moche A, B, Middle Moche 1, 2 y Late Mocke 1, 2) son defectuosos por falta de pruebas (Bennett, 1939: 124-147; Kroeber, 1944: 78, nota 94) y, por consiguiente no lograron la aceptacién posterior. Un primer intento sistematico de una revisién de las cronologias existentes se debe a Kroeber (1944). En cuanto a sus conclusiones acerca de la Costa Norte, simpatiza abiertamente con los conceptos y la metodologia de Larco (Kroeber, 1944: 6, 53, 78). El estilo Gallinazo, detectado y denominado por Bennett y conocido también por Larco, se agrega a la discusién (Kroeber, 1944: 54-65) llegando a la siguiente periodificacién: Cupisnique, Salinar (como pre o proto Mochica), Mochica y Gallinazo o Negativo (Kroeber, 1944: 79). Este diltimo, segtin Larco, podria ser también contemporaneo con Mochica (Kroeber, 1944: 65), aunque Kroeber y Bennett prefieren una ubicacién post Mochica. Kroeber abandona también la denominacién Early Chimit por Mochica y menciona una subdivisién en cuatro estilos o stages reconocida por Larco (Kroeber, 1944: 57, 79) quien piensa que el material del complejo Huaca del Sol/Huaca de la Luna en Moche corresponde a sus stages tres y cuatro. Esta visin esta confirmada en Larco (Larco, 1945¢: 1-4; 1946: 161-162). Sostiene que Cupisnique, Salinar y Vird Negativo contribuyen a la formacién de Mochica que se subdivide en cuatro perfodos; los dos primeros restringidos a Chicama y Moche; el cuarto demuestra influencias de culturas nuevas (Tiahuanaco). En 1948 Larco presenta su Cronologia arqueoldgica del Norte del Pert. Comparada con los esquemas anteriores, esta Cronologia es de una precision 858 P. KAULICKE asombrosa. Mochica es la cultura que representa la cuarta Epoca, llamada «Auge», subdivida como las dems épocas en tres perfodos: inicial (Mochica I y I), medio (Mochica I11) y altimo (Mochica IV y V). Mochica V fue agregado «porque en esta cerdmica la pintura simplista decorativa del tercer y cuarto perfodos se recarga para cubrir en algunos casos, enteramente, la superficie de los vasos». La cerémica Vird evidentemente influencia «en los primeros periodos Mochicas. quinto periodos, en los que se cristaliza la cultura Mochica» (Larco, 19. esfumdndose en el tercero, cuarto y 25). De esta manera parece haber algunos problemas en cuanto a la ubicacién cronolégica del estilo Vird 0 Gallinazo, como Bennett prefiere Hamarlo. En 1952 W.D. Strong, uno de los arqueslogos principales del Vir Valley Project (1946), publica los resultados de sus excavaciones, las cuales se centraron en las evidencias tempranas, terminando con Mochica. El afan era completar la secuencia de Larco por contextos con estratigrafia compleja (refuse-heap stratigraphy). Como resultado se llega a una secuencia semejante a la de Larco de cuatro culturas, lamadas Guafiape (relacionada con el Pre Cupisnique y Cupisnique, subdividida en tres subfases), seguida por Puerto Moorin (equivalente al Salinar de Larco), anterior a Gallinazo (Vira de Larco), la cual, a su vez, es anterior a Mochica, llamado Huancaco en su variante local de Vir. Al comparar los objetos hallados en los entierros de Uhle y aquellos del Vird encontrados por Strong y Evans, con la secuencia de Larco, Strong observa problemas (Strong & Evans, 1952: 222), aunque piensa que podrfa caber en los perfodos IIf a V. En particular duda de la existencia de Mochica I y Il, aunque encuentra que rasgos correspondientes aparecen en contextos Gallinazo (Strong & Evans, 1952: 222) y recomienda una subdivisin menos refinada (Strong & Evans, 1952: 223, Table 18). Pese a estas recomendaciones J.H. Rowe confirma la validez de la secuencia de Larco al reanalizar el material de Uhle (en 1950, citado en Donnan, 1965: 116) y opta por una precisién atin mayor al subdividir el Mochica III en dos y luego en tres subfases (Donnan, 1965, Table I; Menzel, 1977: 59-60) bajo el término Moche en vez de Mochica, lo que se presta a confusiones por el uso diferente del mismo término por Bennett (véase arriba). Pese a que estos andlisis nunca fueron publicados, se establece el uso del esquema Larco con la modificacién de Moche por Mochica, En el presente trabajo, por lo tanto, se respeta la anterioridad del término "Mochic: reservando el término "Moche" para el complejo arqueolgico en cl valle del mismo nombre (el término "Victis Moche" tiene el mismo defecto), Para Donnan (1976: 43) esta secuencia se debe a la superposicién estratigrafica de entierros en un solo cementerio, como a su existencia pura en contextos hallados por Larco, una aseveracién que no se refleja en la literatura consultada por este autor, En todo caso el enfoque de Donnan es puramente estilistico (Donnan, 1976: cap. IV) aun cuando trata de documentacién de contextos excavados (Donnan & Mackey, 1978: 59, 63, 65, 86; ¢f. Klein, 1967). MOCHE, VICUS MOCHE Y EL MOCHICA TEMPRANO, 859 En 1971 Rowe resume el panorama pre Mochica (Rowe, 1971: 101-102): al estilo Cupisnique le siguen otros estilos diferentes como Tembladera (Jequetepeque), Paracas (costa sur), Salinar y Gallinazo. Estos dos tiltimos tienen orfgenes mas surefios; Gallinazo en el valle de Santa y en la sierra de Ancash. Luego surge el estilo Mochica como «una especie de resurreccién de iniciativa local» que retoma rasgos Cupisnique. Como explicacién introduce el término «arcaismow, ya que en Moche III y V existen piezas que «son imitaciones tardfas de objetos decorados en el estilo Chavin». Rectifica de esta manera el supuesto amalgamiento Chavin/Mochica de Tello y la supuesta presencia Chavin en contextos de Uhle (Tumbas 10 y 12, Kroeber, 1926). En el caso de estos tiltimos hay asociaciones con piezas de estilo Mochica, y las mismas piezas «Chavin» demuestran rasgos tipicos del mismo estilo. Este recuento permite algunas observaciones: el énfasis, pricticamente exclusivo, en el estudio de entierros, iniciado por Uhle y seguido por Larco, Strong, Donnan, y otros, presenta algunos problemas de orden cronoldgico. Si Uhle asocié correctamente los entierros a la arquitectura, los datos de Larco provienen de cementerios, donde existen dos posibilidades de andlisis: a) el de la estratigrafia horizontal, ie. anélisis espacial de la expansién del cementerio a través de comparaciones detalladas de los contextos completos; y b) el de las superposiciones. Esto tiltimo le sirve a Larco para legar a una cronologia relativa. Ya que Uhle habia confirmado el terminus ante quem con Tiahuanaco en Moche, él se concentra en el terminus post quem, ie. lo que le antecede claramente a Mochica. Si bien una superposicién demuestra posterioridad de un contexto a otro por fechar, la distancia temporal entre ambos queda por definir ya que necesariamente ambos tienen que relacionarse con otros contextos respectivos contempordneos. La validez de este procedimiento depende, por lo tanto, de la precision de los datos estratigraficos y de la documentacién completa de los contextos funerarios. Como Larco aparentemente tuvo algunos problemas en ordenar las culturas los estilos pre Mochica de esta manera, habria que preguntarse cudles serfan las evidencias concretas para la subdivisién interna de Mochica: Existen cementerios con contextos exclusivamente Mochica I, Mochica II, etc.? {Hay frecuentes superposiciones Mochica Il sobre I, Mochica III sobre II, ete.? ¢Cémo se diferencian los casos transicionales, ie. un contexto tardio Mochica I de un contexto Mochica II temprano? La tinica posibilidad de acercarse a estas problematicas reside en la presentacién, critica y reinterpretacién de las evidencias publicadas. B. LAS EVIDENCIAS ARQUEOLOGICAS 1. El Complejo Huaca del Sol/Huaca de la Luna, Moche Este complejo se presta para iniciar la discusién, no solamente por el hecho hist6rico de haberse documentado ahi las primeras evidencias, sino porque la documentacién publicada es la mas completa. Se dispone de: a) el conjunto de Uhle (Uhle s.f. {Uhle, Letters], a continuacién UL; Uhle, 1913; Kroeber, 1925; 1944; Donnan, 1965); y b) los entierros excavados por el Chan Chan Valley Project (Donnan & Mackey, 1978). En los catdlogos de Uhle (UL) estan registrados los hallazgos por entierro, los que tienen nomenclaturas diferentes; su enumeracién por nimeros arabigos, usada hasta la actualidad, fue hecha por Kroeber (Kroeber, 1925: 195; 1944: 121-122). 860 P. KAULICKE a, Estratigrafia y forma de las estructuras funerarias Unle (1913: 103) describe el area de excavacién como de un cementerio, cuya superficie (capa A) casi horizontal, se encuentra por debajo de rellenos mas recientes al pie de la fachada este de la Huaca de la Luna (¢f. Uhle, 1913: Fig. 10, 11). En ambas figuras aparecen trazos de muros y adobes encima de la capa que parecen superponerse a algunos entierros. No hay indicios de arquitectura sobre la superficie de la capa A ni de superficies anteriores dentro de la misma capa, pero es probable que sea 0 una acumulacién natural y nivelada, 0 un relleno para el cimiento de la arquitectura posterior (cf. abajo, aportes de Lange Topic). Flautas figurativas encontradas en asociacidn a ésta corresponden estilfsticamente a Mochica IV (UL: 75; Kroeber, 1944: Lam. 48E); piezas semejantes se hallaron en una especie de c4mara construida al pie de la Huaca (Uhle, 1913: 103-104, Fig. 10, 11, Lam. IVB; Donnan, 1965: Lam IV, Fig. 33, 34, 36). Estas observaciones de Uhle podrian dar la impresién que al menos parte de los entierros tienen sus bocas al nivel de la arquitectura y que hay otro grupo anterior que podria haber tenido reocupaciones, aunque los datos son insuficientes para fundamentar tal hipétesis. En UL se mencionan repetidamente profundidades entre 3 y 3,20 m. que corresponden a la profundidad de los individuos y sus asociaciones, medida desde la superficie actual (1899); coinciden ademés con la base de la Huaca (Uhle, 1913: Fig. 10). Los datos mas precisos son los del entierro 10 con dos croquis (UL: 84-85; 1913: Fig. 12d). Se trata de una cémara con las dimensiones de 2,42 a 2,52 m. x 1,36 m. a 1,48 m. x 0,80 m, (base a techo), con paredes y piso de adobes. EI techo consistié en fuertes cafias de Guayaquil en direccidn longitudinal y transversal, separadas por adobes. Piedras grandes yacian sobre este techo. El dibujo de la Fig. 12a en Uhle (1913) tiene muchas semejanzas con su croquis en UL y sugiere claramente que se trata de una cémara en la base de un pozo cuya boca coincide con la superficie de la misma capa. Parece que Uhle encontré varias de estas tumbas: «The better or best graves formed chambers of adobes, about 2,10-2,50 m. long, 1,10-1,50 m. wide, 0,70-1,00 m. high, formerly roofed with canes, thick like arms, over which adobes had been laid as covering and roof» (UL: 91) asf como también generaliza las profundidades: «The graves are generally lying about 3,00-3,20 m. below the surface» (UL: 67, 80, 85). Las tumbas con paredes de adobes, mencionadas separadamente por Uhle son 10 (of. arriba), 16 (2,30 m. x 1,10 m., altura 0,85 m., sin profundidad), 29 (5,50 m. de profundidad de la superficie), 33 (2,25 a 2,35 m. x 1,10 a 1,30 m,, a3 m. de profundidad), y probablemente 26 (cf. Uhle, 1913: Fig. 12b, Kroeber, 1944: 123). El registro de esta iltima:en UL comienza con una pieza (3254, UL: 113) «encontrada como marca o sefial encima de la tumba en el suelo, unos 2 m. por encima de ella. Sin duda tocaba originalmente la superficie, ya que su borde superior est dafiado y muestra una vieja perforacidn en su base, sin duda para lenarla con liquidos y asf nutrir el alma del muertos (trad. del autor; cf. 3359{E.33], Kroeber, 1925: Lam. 56)): slike a mark over the grave» (UL: 120); 3234 (E.25): «painted bottle, found above the grave as a sign of it». MOCHE, VICUS MOCHE Y EL MOCHICA TEMPRANO 861 Otro entierro importante, el N° 12, también a tres metros debajo de la superficie, tenfa una botella a 1,50 m. de profundidad (2925, cf. Kroeber, 1925: Lam. 55g). Estos indicios, mAs la frecuente mencién de piezas encontradas en tierra suelta (jrelleno del pozo?), hacen pensar en un grupo de entierros en pozo con c4mara de adobes en su base, unidos por el tipo de construccién, las dimensiones y la profundidad. Segén Uhle (1913: Fig. 11) coinciden también con la orientacién que corresponde largamente a la de la fachada de la Huaca (unos 20 grados al noreste), mientras no parecen relacionarse a la arquitectura posterior y no forman niicleos. Pese a esta probable unidad, Donnan (1965: Table I) asigna los niimeros 16 y 33 a Moche II-III, 10 a Moche IIIA y la c’mara més profunda, N° 29, a Moche IIIB; al principio se mencioné la cémara al pie de la Huaca (N° 25) que corresponderia a Moche IV. No todos los entierros de Uhle parecen haber pertenecido a este grupo; Uhle menciona casos de profundidades mucho menores y precisa tres: N° 27 (1,5 m.), 28 (1,5 m.) y 30 (2 m,). Si éstos corresponden atin a la capa A -Uhle no lo duda- deberfan ser bastante superficiales; alrededor de unos 0,60 m. Ya que existen dos tipos diferentes de entierros en otros sitios Mochica (v. g. Huaca de la Cruz [Vird] ¢f. abajo, Pacatnamui, Ubbelohde-Docring, 1983; y probablemente Sipén, Lambayeque) no hay mayor duda acerca de su probable contemporaneidad. Segiin Donnan (1965: Table 1), los N° 27 y 28 corresponden a Moche IIIB, mientras que el N° 30 a Moche Il, Por la figura 11 en Uhle (1913) algunos de los circulos, que son aparentemente los entierros mas sencillos (a diferencia de los rectangulos, probablemente las cémaras de adobes), parecen formar nticleos, en relacién con los muros indicados, sobre todo en la parte central. Existen descripciones de diecinueve entierros excavados entre la Huaca del Sol y la Huaca de la Luna por el Chan Chan-Moche Valley Project (Donnan & Mackey, 1978; Lange Topic, 1977). Como los de Uhle todos parecen estar asociados a arquitectura; doce de ellos se notan como pozos poco profundos y poco definidos en plataformas, lo que se interpreta como intrusiones en estructuras anteriores. Esto implica que las bocas de estos pozos deben haberse ubicado por encima de los adobes, pero no han podido ser identificadas en ninguno de los casos descritos. Para sélo nueve entierros se anotaron profundidades desde una superficie no especificada, las que varian entre 0,10 m. (MIV 16) a 6,18 m. (MI 1). Dos se encontraron en la parte superior de la Huaca del Sol (MII 1, MIV 1, 2; Sector 2, ef. Donnan & Mackey, 1978: mapa 5), uno en la Trinchera C al pie de la Huaca del Sol (MI 1), dos en la Trinchera D al pie de la Huaca de la Luna (MIV 13, MIV 14/15), dos en una zona de arquitectura (Sector F, MIV 16, MIV 17) y diez en la Trinchera B (Donnan & Mackey, 1978: mapa 7, MIV 3 a MIV 11, MII 3). Nueve de estos diez entierros forman un nticleo, en cl que hay dos grupos de orientacién algo diferentes, y al menos un caso de superposicin, ya que MIV 3 corta parcialmente MIV 6. A pesar del hecho que resulta atin ms dificil que enlos entierros de Uhle, correlacionar los entierros con sus superficies correspondientes, para precisar 862 P. KAULICKE sus ubicaciones estratigréficas, como en el caso de Uhle, todos estén ordenados y enumerados por fases: uno para la fase Moche I (Donnan & Mackey, 1978: 60-61), tres para la fase Moche Ill (Donnan & Mackey, 1978: 66-81) y todo el resto para Moche IV (Donnan & Mackey, 1978: 92-183). Si bien parece haber jugado un papel importante la profundidad (una de las razones para pensar en la presencia de Moche 1), el ordenamiento parece ser largamente estilfstico (cf. Trinchera E: un entierro Moche Ill [profundidad 3,20 m.] y otro Moche IV [profundidad 2,90 m.l, Donnan & Mackey, 1978: 72, 160). Lange Topic (1977) presenta una sintesis de las evidencias estratigraficas de las trincheras mencionadas, dos de las cuales tienen superposiciones de arquitectura por debajo de lo que esté considerado como la base de la Huaca del Sol (Lange Topic, 1977: 35-64, 74-137, Fig. 2-1, hasta 2-11; 2-14 hasta 2-36). Estas evidencias arquitecténicas estén ordenadas por unidades estratigréficas (ocho para Strata Cut 1 y siete para Strata Cut 4 (Trinchera C, para Donnan & Mackey)). En los demas sectores Ja informacién es mucho mas reducida; Strata Cut 6 (Trinchera D) (Lange Topic, 1977: 148-154, Fig. 2-41, 42) hubiera podido servir de referencia para los datos de Uhle. Si bien aparece arquitectura a una profundidad de algo més de dos metros, la mas interesante es la que fue cortada por bulldozer (Lange Topic, 1977: Fig. 2-42, zen west face hay cémaras funerarias cortadas?); por debajo de ella aparece el suclo estéril. Las técnicas de excavacién y lo limitado de las reas tocadas dificultan la interpretacién de lo que se llama plataformas. Una correlacién de las éreas se imposibilita por la ausencia total de alturas absolutas y de perfiles compuestos. También Lange Topic se empefia en utilizar el esquema cronolégico de Larco pese a muchos problemas admitidos abiertamente por la autora. Con ello llega a la conclusién que la mayoria del complejo data de Moche III/IV, mientras que en la base de la Huaca del Sol, existe también Moche I/II lo que esencialmente reduce la secuencia a dos fases principales. b. Los individuos Al respecto Uhle dice lo siguiente: «Estos sarcéfagos, de 3 m. de largo, 1 a 15 m. de ancho y 1 m, de altura, no servian a difuntos extendidos, sino representaban una especie de celda, en la cual el o los individuos -por regla eran varios, quizé con mujeres y nifios- estaban sentados rodcados de sus vasijas u otros utensilios domésticos y con ofrendas como craneos aislados de esclavos y Hamas sacrificadas» [trad. del autor, cf. Uhle, 1915: 65] (Uhle, 1913: 103-104), Esta posicin, sin embargo, es muy rara; ninguno de los individuos descritos por Donnan & Mackey (1978) la muestra, pero la cita no deja lugar a dudas. Para la Tumba 10 hay dos croquis (UL: 85; Uhle, 1913: Fig. 12d) donde estan anotados cuatro craneos erosionados (whithered) en tres de las esquinas de la cdmara; otro croquis aparece en Uhle (1913, Fig. 12b) para la tumba 26, En UL: 115-116 hay algunos datos adicionales para esta ultima: el individuo principal tenia orejeras de oro, cuentas de concha, piezas en forma de cincel (de cobre) en la boca y un plato (plate en UL; cabe la posibilidad de una traduccién deficiente del aleman Platte que seria «discon; MOCHE, VICUS MOCHE Y EL MOCHICA TEMPRANO 863 cf. cobre en los entierros de Donnan y Mackey) de cobre sobre la cabeza. El segundo individuo levaba en cada mano una pieza ovalada de cobre y_platos de cobre sobre la cabeza. Este conservaba restos de pintura en el crdneo. Un cuarto (?) individuo tenia igualmente cobre en ambas manos; un plato de cobre cubre el créneo de un nifio de unos cuatro afios de edad. En el croquis también aparecen dos craneos aislados y una llama. Hay tres cuerpos indicados con circulos (para las piezas de metal, of. Kroeber, 1944: Lam. 44, 47, 48 A-D). La presencia de platos y piezas de cobre en la boca y manos, en este caso de oro (como también en la tumba 29, la més profunda, y en la 33; cobre en las manos del individuo esta registrado para el de la tumba 27) es interesante ya que los platos de cobre aparecen en siete tumbas @, 10, 11, 14, 26, 29 y 33); también hay «cinceles» en la 33 y la 16 (Kroeber, 1944: Lam. 48A, B); y, finalmente, hay muchas piezas de collares de piedra y concha trabajada en las tumbas 33, 10, 14, 29 y 26 (Kroeber, 1944: Lam. 45, 46). Estas combinaciones refuerzan la unidad del grupo de las cdmaras de adobes (¢f. arriba). Los individuos desenterrados por el Chan Chan-Moche Valley Project son extendidos dorsales sin excepcién en entierros unipersonales, salvo tres casos de entierros dobles. Todos tienen orientacién sur-norte (unos 50 grados de variacién) con el créneo hacia el sur, Adultos masculinos predominan claramente en la muestra; dos veces aparecen en entierros dobles (MIV 1/ 2: hombre/mujer y MIV 18/19: hombre/nifio); hay una mujer (MIV 12); una mujer con nifio (MIV 14, 15); y un nifio sélo (MILI 3). Las edades de los hombres oscilan entre 30 y 50 afos. Los dibujos en Donnan & Mackey muestran una alta variabilidad en cuanto a posicién de brazos, manos, piernas y pies (Donnan & Mackey, 1978: 61, 67, 79, 93, 103, 117, 121, 129, 133, 145, 151, 155, 161, 164, 169, 177, 181). Se nota que la variante standard con extremidades, manos y pies extendidos es la menos frecuente. $i nos concentramos en el grupo de la Trinchera B (los demés individuos se encuentran aislados y no se prestan a comparaciones precisas) notamos dos grupos de orientacién: a) MIV 7, 3, 9, 11 y 82; y b) MIV 5, 6, 4 y 10 con los entierros MIV 9, 10 y 11 algo separados de los demas (Donnan & Mackey, 1978: 76, mapa 7). Todos aparentemente son hombres adultos. La posicién standard se anota para MIV 4 y 6, MIV 5, 7, 9, 11 y posiblemente 10 tienen los pies cruzados; MIV 3 y 5 tienen el brazo derecho ligeramente flexionado y la mano sobre la regién piibica, mientras que el brazo izquierdo esté extendido con la mano debajo de la pelvis; MIV 9 y quizé 10 (algo disturbado) muestra lo mismo pero en sentido invertido (mano izquierda sobre regién pibica, pie izquierdo sobre derecho), MIV 11 tiene los brazos extendidos y las palmas de las manos hacia afuera. Estas variantes refuerzan la impresién que se trata de un grupo (quiz con la excepcién de MIV 6 que deberia ser algo anterior) en el cual hay variantes de posicién «titualizadas», sobre todo en las «parejas» (MIV 3/5, MIV 9/10). Algo comtin es un disco de cobre sobre la cara (MIV 3, MIV 4, MIV 9 a 11; en MIV 5 y 8 no hubo créneos por intrusiones posteriores) los que son practicamente idénticos en MIV 9 y 10 (Donnan & Mackey, 1978: 149 A, B; 153, A). Otros objetos de cobre aparecen en diversas partes del cuerpo; sdlo MIV 3 tiene uno en la boca 864 P. KAULICKE (gf. arriba) y MIV 8, 9 y 10 en la mano (¢f. arriba). Sélo se encontraron orejeras incrustadas en MIV 7 y en otro entierro aislado asociado a arquitectura (Zona F, MIV 17; Donnan & Mackey, 1978: 181-182). Este tiltimo también tiene los discos de MIV 9 y 10. Ademés esta acompatiado por huesos de llama, los cuales aparecen también en MIV 3, 5 y 8; los de perro o zorro, en MIV 9. c. Los objetos asociados Fuera de objetos de metal y adornos de concha, etc., encontrados en contacto directo con el cuerpo del individuo enterrado, la abrumadora mayorfa consiste en cerémica. El Cuadro 1 presenta listas de los contextos funerarios de Uhle y Donnan & Mackey que suman cerca de ochocientas vasijas. Esta cifra elevada, sin embargo, s6lo representa una fraccién probablemente insignificante del total de la produccién funeraria, presente en cientos o atin miles de entierros saqueados desde la llegada de los espafioles. En estas listas se observa una notable variacién en la cantidad de piezas por entierro, que oscila entre una y ochentaitres (Mill 3 y E. 23); la mitad de la muestra varia entre uno y diez (promedio 16 vasijas por entierro), En cuanto a las categorias formales se nota que botellas asa estribo y céntaros no sdlo aparecen en todos los contextos, sino también forman el grueso del total: 71,7% (Donnan & Mackey) y aproximadamente 84% (Uhle). Un tercio de las botellas asa estribo de los contextos de Uhle estén ilustradas (Kroeber, 1925; Donnan, 1965; Menzel, 1977); en cambio, sélo se ha graficado 5% de los cAntaros, ya que Kroeber (Kroeber, 1944: 124) hizo una seleccién «representativa» en la cual «vasijas mediocres s6lo apareceran en una o dos muestras, mientras que cada especimen fino o interesante tenfa probabilidad de aparecer ilustrado». Este procedimiento nos priva de conocer los ceramios de los entierros 28, 29 y 30 discutidos al inicio; disponemos de cuatro ejemplares de un total de treinta y cuatro de la tumba 10, cuatro de treinta y uno de la tumba 16 y como excepcién la mitad del total de la tumba 26, La documentacién de los ceramios presentada por Donnan & Mackey, en cambio, es bastante completa, aunque no ayuda mucho en aumentar la muestra de piezas atribuidas a Moche I a Ill ya que eleva a cerca de dos tercios el total de piezas asignadas a Mache IV y a algo menos de 20% para Moche III, lo cual no deja mucho para Moche I y I. Esta deficiencia documentaria obliga a concentrarnos en el grupo («cementerio») de la Trinchera B, compararlo con evidencias correspondientes en los contextos de Uhle y tratar de caracterizar el grupo de c4maras de la Huaca de la Luna. EI grupo de la Trinchera B cuenta con un total de ciento ochentiun vasijas ilustradas. Ya que hay evidencias de alteraciones posteriores al enterramiento en MIV 3 (los autores sospechan de haberse agregado parte del inventario de MIV 6), 5, 6, By 10, no es seguro que los totales correspondan a aquellos del momento de formaci6n de los conjuntos. Quedan MIV 4 con dieciocho, MIV 7 y MIV 9 con diecisiete y MIV 11 con siete ceramios. El repertorio morfolégico es reducido; consiste en botellas asa estribo (presentes en todos los conjuntos con 34,8%), cantaros (parecen faltar en MIV 8 [por alteracién posterior?] con 33,7%), botellas con pico y asa lateral (faltan en MIV 6 [alteracién posterior] y MIV 7, con 12,1%), floreros (faltan en MIV 6, 7, 8, 10 y 11 con 15,5%) y cancheros (faltan en MIV 4, 6, 9 y 10 con 3,9%). Sus distribuciones en relacién al cuerpo del individuo enterrado varian: botellas asa estribo estén alrededor de la cabeza (izquierda y derecha) y, sobre todo, al costado izquierdo entre cadera y pies; MOCHE, VICUS MOCHE Y EL MOCHICA TEMPRANO- 865 A Entierros BAE ot FE CN [iste] Totales N° Fase ()| UL K44 D65| UL K44| UL Kad] UL Kad] Ne] UL K4d 65 2 Ila 3 3 sf - -|- -[- -[ -[ 3 3 9 3 ib |} mW 2 wl) 4 4) 5 -)- -) 4) Bb 6 4 mb 2 2 3) 1 8/7 =) - =| 4) 0 0 9 eel 2g zs 2 | ez ez 6 m/v) 3 4 4 0 g]1 af 1] 6] 6 6 17 7 404 4 4 5S) -]a a} a) 0 wo 8 WV 1 od io6 7] a oat. -fi) nm nm do 9 WV 6 5 S| 2 2) 4 Tf - -; 1) Bo Bo B to la | 4 13 14] 1 2 | - -| 2 -| 4} 36 34 36 Mi Wa | an me) ae le 2 Wb | 4 40 43) ow] - =| 5 =| 2] 59 5B od BO 4 4 4 2 2/- -|3 3/73/79 99 38 Homo) 72 2 7 wm 2B) sta Gf atl wt mB 13 >15 9) Blois 9 | 1 8] 1 Tf tj Me 1 yim} 19 19 1) 12 12] - =) - =| 5] at at at 18 IV 2 2 2, 2 -f es | 2 -] a] 2 92 2 wma) 9 7 7] 7 91 = =} > ff} a1] Bw we 5 20 I Bo tt a 8 2 2 Mb 2? 3 3f 2 2{- -|- =] -| 2 5 6 22° tb 2 1 2) 2 3] | 1| 4 4 4 3 WV 1 6 «8) 29 40 | 248 6] 68 75 83 3 Iv 2 1 2] 9 10/1 ‘T] - Sa 12 1 26 Il | 23 2 23 9 tw] 1 a] - | 3 34 at 27 Ill 2 2 2] 1 a] - =<] - =| 2} 3 3 3 28 IN 2 2 i 1 aft af- -} 7) 4 4 3 20 tt | 3 3 3f 6 6|- -|- -) -| 9 9 8 30 I 4.3 4 - ef} ef} es] ct} 4 3 4 32 Ma | 1 9 8} 2 2] - -|2 2) 4) 6 B BP 33 W/m | 1 17 47| 5 6 6| 24 24 2 >236 215 223|>190_ 215 | 42 32 | 1 9 [104 |>511_ 520528 B N° Fase BAE cr F CN _ [str] Totales 1 I 2 1 - 3 3 1 Ml 1 - = 2 2 2 I 2 1 a 3 3 ol = 1 - 1 1 v2 wv 2 38 Bley 37 3°) UW | 3 3 1 | 6 2 4 WwW 1 9 - |B 20 5 oW B 9 1 | 36 7 6 WV 3 1 = 4 4 7 W B 1 3 | 18 19 3 oW 7 : al 3 9 9 WV 3 3 - | 17 7 mo WV 2 1 3 10 no oW 1 4 i 6 6 RoW 3 - 4 4 BW 7 1 1 9 10 14s Vv 2 7 - |B 15 16 OV 1 = - 2 2 7 WwW - 2 - 1 7 83 109 39 8 [248 268 Cuadro 1 - Inventarios cerdmicos de los entierros excavados por Uhle (A) y de aquellos excavados por el ChanChan Valley Project (Donnan & Mackey, 1978) (B). (2) Atribuctén por fases segtin Donnan, 1965: Table 1 para A y Donnan & Mackey, 1978 ara B. Ea'Segin Menzel, 1977 Moche I1le. G) Segiin Menzel, 1977 Moche II. Abreviaturas: BAE - Botellas de asa estribo, CT - Céntaros, F - Floreros, CN - Cancheros, UL - Uble Letters, K44 - Kroeber, 1944, D65 - Donnan, 1965, 866 P. KAULICKE los cAntaros se concentran a la izquierda entre cabeza y cadera, semejantes a los floreros, mientras que las botellas con pico y asa lateral son més frecuentes a la derecha desde cabeza a pie; los pocos cancheros no parecen tener distribucién clara. Existe la posibilidad de inversiones como en el caso de MIV 9, en el cual todas las botellas asa estribo aparecen a la derecha en vez de izquierda (cf. arriba, inversién de la posicin del individuo). Las muestras reducidas de los demés contextos no dejan observar desviaciones de estas reglas. Las botellas asa estribo muestran diversas variantes de estribo, las cuales aparentemente estn relacionadas con el largo del tubo y la distancia entre el contacto de ambos extremos con el cuerpo de la vasija. De esta manera hay variantes cortas y largas; las cortas tienden a formas semicirculares (MIV 5, 7, 8); las medianas, recto en la parte superior y curvo en los extremos (muy frecuentes en MIV 5, 7, 8 y 9) y en versién algo mayor en MIV 7 y 8. La variante larga es trapezoidal o pentagonal con los extremos del tubo muy unidos (MIV 3, 5, 6, 10 y 11). EI gollete tubular varia en largo y contorno (recto, ligeramente bicéncavo y ligeramente cénico); si bien hay variacién por contextos, todas las variantes pueden aparecer en uno mismo. Lo que parece ser importante es el juego de proporciones de la combinacién pico /estribo cuyas variantes se aprecian en la figura 1. HH HY HH HH 12.5 Ga) RBH RH RH RAH Go RAH 1 4R4 3) : Fig. 1 - Variantes de asa estribo y sus proporciones (unidad de medida = grosor del tubo del «estribo») segin especimenes ilustrados en Donnan & Mackey, 1978. MOCHE, VICUS MOCHE Y EL MOCHICA TEMPRANO- 867 Los cuerpos, finalmente, constituyen la parte de la vasija que normalmente esté hecha con moldes, a diferencia del asa estribo (Donnan, 1965). Aparentemente se trata de combinaciones de partes de esferas y conos. Hay mucha correspondencia en las formas de los contextos MIV 9 y 10, MIV 7, 8y MIV 5 y 7. Las botellas de un solo pico con asa lateral parecen constituir una categoria vinculada con las botellas asa estribo, ya que el asa lateral puede convertirse en asa estribo (MIV 3, 9 y MIV 5, 19; Donnan & Mackey, 1978: 104, 124). El tubo del pico tiene el mismo didmetro que el del asa estribo (2.a 2,5 cm.); normalmente es cilindrico (hay variantes ligeramente bicéncavas 0 cénicas) y su proporcién ancho/largo es de 1: 3,5/4,5 (en su mayorfa algo més de 4); mientras que la del asa estribo es de 1:2,3/2,7. El asa, probablemente maciza, de corte circular, esté conectada con el pico a unos 3 cms. por debajo del labio; el otro extremo esté unido al hombro, y su grado de curvatura depende del largo. Atin asf las variantes se repiten en un s6lo contexto y se vinculan a varios (MIV 4, 5 y 9; MIV 3 y 5). Los cuerpos se asemejan bastante a los de las botellas asa estribo y vinculan otra vez MIV 3 y 5, MIV 7 y 9. Los cAntaros tienen cuellos divergentes, cénicos 0 bicéncavos, con diémetros de boca entre 7 y 8 cm y alturas entre 7 y 9 cms, Existen variantes que llevan un collar en su base, lo que les vincula con las botellas de un sélo pico y asa lateral (MIV 3, 4, 5, 7 y 9); los cuerpos, normalmente globulares, también se asemejan a los botelliformes. Todos ellos pueden o no tener base anular. MIV 3 y 5 y MIV 4,7 y 9 comparten variantes. Los Hamados floreros son recipientes con base plana relativamente pequefia, paredes divergentes y labios mds divergentes atin, lo que hace que el diémetro de la boca sea mas de dos y hasta casi tres veces el didmetro de la base; ésta puede o no ser anular. Sus variantes formales acentian la cohesin de! grupo de contextos en vez de sugerir una secuencia, lo que concuerda con las demés categorfas. Los pocos cancheros no alteran la impresién general y obviamente no permiten una diferenciacién interna. De esta manera legamos a la conclusién que formalmente existe una especie de «set funerario» de un reducido ntimero de categorias formales unidas por elementos morfolégicos compartidos. Dentro de estas categorfas existe un numero mayor de variantes aparentemente coexistentes ie. dentro del mismo lote, compartidos con otros. Los demés inventarios presentados por Donnan & Mackey, atribuidos por ellos a Moche IV, TIL 0 I caen dentro de esta variabilidad. Queda por discutir la decoracién que se reparte entre pintura (rojo sobre blanco y blanco sobre rojo) y modelado/moldeado. La segunda modalidad es relativamente escasa y se concentra en botellas asa estribo (MIV 3 con seis especimenes, MIV 6 y 10 con tres especimenes cada uno, MIV 5 y 7 con dos respectivamente y MIV 8 y 9 con uno cada uno). Caras antropomorfas aparecen normalmente en el extremo del mango de cancheros (MIV 3 y 7) y, en un caso, en cdntaros (MIV 3). La pintura en lineas finas con motivos figurativos en rojo sobre blanco aparece sobre botellas asa estribo en tres contextos (MIV 3{6x], MIV 7[2x] y MIV 11(1x}); en botellas con asa lateral (MIV 3{1x], MIV 5[2x]); sobre floreros (MIV 3{3x], MIV 4[1x)); cancheros (MIV 7[1x), MIV 11[1x);y en un caso sobre céntaro (MIV 7). Esto significa que todas 868 P. KAULICKE las categorias formales pueden tener esta decoraci6n, pero su frecuencia varfa por conjunto (MIV 5 con 10,1%; MIV 3 con 29%; y MIV 7 con 36,8%). De estas piezas, s6lo una docena corresponde a la calidad de lo que se exhibe en museos o colecciones (menos de 5%). Estas iiltimas, por lo tanto, son excepcionales, en el sentido literal del término ya que en su conjunto (aspectos tecnolégicos, formales y decorativos) se diferencian del resto. Por consiguiente, es més itil comparar las piezas «normales». Comtin es la decoracién Blanco sobre Rojo y Rojo sobre Blanco que aparece en todas las categorias formales y en todos los contextos, lo que comprueba la contemporaneidad de estas combinaciones; hay hasta piezas que rednen ambas variantes (v. g. MIV 3, 20, 40; MIV 5, 32). En el Cuadro 2 se ha ordenado los motivos que aparecen con mayor frecuencia, incluyendo la mayoria de todos los contextos presentados por Donnan & Mackey. Su distribucién refuerza la impresién de vinculos estrechos entre conjuntos (MIV 9, 10 y MIV 3, 4, 5) ya observados en los aspectos formales. 1 | | | 8 7 pla MIV13 x MIVI7 _ x MUIt x x MIV9 x x x x x x x MIVI0. x x x x x MIV1/2 x x x x x MIV14 x x MIV 4 x x x MIV 3 x x x x x x MIV 5 x x x x x MIVI5 x x x MIV12 x MIUJI2 x MIV 8 x x MIV 7 x x 0 == z == One OK 200 0° ——— EXON = 4 1 3 5 — oe CC ( $| § — 6 7 8 10 Cuadro 2 - Los motivos mds frecuentes en la decoracién pintada Blanco sobre Rojo y Rojo sobre Blanco en los inventarios cerémicos documentados por Donnan & Mackey, 1978. 9

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