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‘Salt, Reborn / ‘anders una istredelcaminar | antago de Chile: Editorial Huedes, 205, edi, p 481,141 22 em Dewey 3 Traci de Ande Amand: nce pico nies elas ata pied pig Mavriac Errtra ntadnideis Excuinieno. Comin, REBECCA SOLNIT a | Wanderlust Wander UNA HISTORIA DEL CAMINAR (Eater Husdoe (© Delneaicica, Andrés Anmander Primers fist gta de 2015, ISBN 9789568935573 “Todos fs dares etevadoe Nnguna patted ata publican pede er prods sin aera de vedas ‘Traducciéa de Andrés Anwandter Diet: Ine Plsbs nueoens whaalead|conacogtnersl swim Las 15, isto aenonico ¥ LA PsiqUE SUBURBANIZADA La libertad para caminar es un poco instil sino se tiene al gin ugar donde iz. Hay una suerte de edad de oro del cami ‘har que comenz6 a fines de siglo XVIILy, temo, expir6 hace algunas décadas, una era fallida, mas dorada para algunos {que para ottes, pero an asf notable por la creacién de lu gares donde caminar y por su valoracién del caminar re- ‘reativo, Esta era tuvo su apogeo a comienzos del sigho XX, ‘cuando era igual de probable que los norteamericanos y los ‘europeos hicieran wna cita para caminar que para ir 3ce- nar o beber algo; caminar solia ser una suerte de sacramen ‘to y tna recreacién rutinaria, y los clubes de caminantes estaban floreciendo. En ese tiempo, innovaciones urbanas del siglo XIX como veredas y alcantarillas habian mejorado cludades ain no amenazadas por las aceleraciones del si- lo XX, y desarrollos rurales como los parques nacionales y el montafsimo estaban en auge. Hasta aqut este libro ha revisado la vida peatonal en espacios rurales y urbanos, y Ia historia del caminar es una historia de las cindades y el campo, ademis de un par de pueblos y montafas. Quizas 1970, cuando el censo de Estados Unidos mostré que la ma- yorfa de los americanos eran ~por primera vez en la historia, de cualquier nacién~ suburbanos, es una buena fecha para Ja lipida de esta edad de oro, Los suburbios carecen de las glocias naturales y los placeres civicos de los espacios mis Antiguos, y la suburbanizacién ha cammbiado radicalmente Ja escala y Ia textura de la vida cotidiana, usualmente de ‘un modo adverso al moverse a ple, Esta transformacién ha ‘ocurride tanto en la mente como en terreno, Norteameri- ‘ganos comunes ¥ corrientes hoy en dia perciben, valoran y tusan el tiempo, el espacio y sus propios cuerpos de wa modo radicalmente diferente de como lo hacian antes. Eleaminar ome forma de transporte ena vida de ls class medias madernaseure-amerianas, caning et sect atin cbve el erento ens ls autos eifcios ys tani cra deo dees ines, pero cumin come tna actividad cultural como un place como vie 9 como tmdo de movre en general ett dbs’ y cone denaparece una win ang y pfunda ene corpo ‘mundo eimaginacou, Quad ge puca pens el oar omen energie sop seas Ie ecnlogfa. Un especie ndiadors sia Ish den center, ya dina o peste peligro puede set na tempat sl de arta Se que hay un problema sit mic, Carinae ra expec neadeade vari tps de brads cers empo e, epac bre yer, yeuepor dn taba Suburbios En Crabgrass Frontier: The Suburbanization of the United States, Kenneth Jackson delinea lo que llama «la ciudad ca- ‘minante»,’ que precedié al desarrollo de los suburbios de clase media: estaba densamente poblada; habia «una clara dlistincion entre ciudad y campo», generalmente por medio de murallas o alguna otra periferia abruptas sus fanciones ceconémicas y sociales estaban entremezcladas (y «las fabri cas casi no existian» porque la «producelén tenia lugar en las pequetias tlendas de los artesanos); la gente rara vez Vivia lejos de sus trabajos y los ricos tendian a vivir en el centro de la ciudad, Su ciudad caminante y mi edad de oro terminan en los suburbios,y Ia historia de los suiburbios es la historia de la fragmentacion, Los primeros hogares suburbanos de clase media? fueron construidos en las afneras de Londres a fines del siglo XVII, scribe Robert Fishman en otra historia de los suburbios, Bourgeois Utopias, para que los comerciantes piadosos pur diesen separar su vida familiar del trabajo, Las ciudades solo. Es aro a indidve que se desplaza as abajo nisms ern vats com deatondinza por ens cite cvangélcs de clase media ala: neg de carts, bales, teatos, feria clleeras,ardnes de placer tabernas, ean tetas coe coerdas po Inmore, Aliens Henpe comenvabs a culo modern del hogar como eqpcio con tag, spd del mundo, con ih expouemate como tacedotnconinada, «propo en empl, Hea pe tree comasadeuburbana de familas en decomerca tes qu compartian valores suena nel lato de shan, paraifac como la mayor pare de spat, abu ths un ng Ge epost alg con pcs qu ha cer para su residents, ues del hogar y el ara, Estas ilar ern Bocas logis enna, como ela piraban a una espece de atonomia soc. Sin embargo, Ie Goo woulnwatssbariben gree y ean babies tamblén por toda a comunidad de catmpesocy, jr eos, srvints, huspede falls extendas To que is trtasioabe on agus de produce, mena que Jaca uburbana era abled por poco mis que una Et mila moles ye veteria solamente uns de consumo, ‘Adem ainda ten una esala que perma camina sin ‘Denronar sn tren wo or a dea can eibube- na, pe oe eububoeteminaran de todos modes dew ‘indoe el campo y dfuminandooubano, Fos en Manchest, durante a revelueGn ideal que Jos ebutboe eaflanzaron, Hl subublo es un producto de i eine, eno aces Aeron de deManchestery el nort de os Midlands fagmentando la vida moderna Trabajo y hogar munca bin estado may feparaos hasta que el tna de las Eris ala rnader ls pote s vero empleadosaslviades, Dies eoplos, por pu, agrentaren el tape ft al dra asters en a sie de tara repetivs pt, Caminar sul estar asoiado a co. Usa andes hizo una observa sia xno especializadas frente a una méquina. Comentaristas tempranos deploraban la manera en que el trabajo de fébri- ‘cadestru‘a la vida familiar, sacando a los indiviiuos del ho gary volviendo alos miembros de la familia extrafos entre si, gracias alas prodigiosamente largas jornadas laborales. Para los trabajadores de la fabrica, el hogar era poco mis que un lugar donde recuperarse para el dia siguiente, y el sistema industrial los hizo mucho més pobres y poco salu dables que lo que habian sido como attesanos independien- tes. En la década de 1830, los productores de Manchester ‘omenzaron a construi los primeros suburbios a gran esca- Ja para escapar de la ciudad que hablan creado y mejorar la Vida familiar para su clase. A diferencia de los evangélicos de Londres, no escapaban de la tentacién sino de la fealded y el peligro: la polucion industrial, el pésimo aire y el siste- ‘ma sanitario de una ciudad mal disedada, aparte de a vista ylaamenaza de su miserable fuerza de trabajo. sla decision de suburbanizar tuvo dos grandes conse- uencias»,? dice Fishman. «Primero, el centro se vacié de residentes al ser abandonado por la clase media, los trae bajadores fueron empujados de sus cuartos en las calles apactadas que se convirtieron en oficinas... Los vistantes se sorprendian de encontrar un micleo urbano totalmente va oy silencioso fuera del horario labora. El distrito central de negocios habfa nacido, Entretanto, las fabeicas, ottora Periféricas, estaban rodeadas por un cintarén suburbano, que las separaba de los ahora distantes campos rurales. Los ‘terrenos de las villas suburbanas estaban rodeados por mv: zallas e incluso sus calles bordeadas de dzboles solian estar prohibidas, excepto para los residentes y sus huéspedes. Un |grupo de obreros trat6 una vez de mantener un antiguo sen- ddexo rural que corria por los terrenos de la villa suburbana del duetio de Ia fabrica.. Mr. Jones respondié con portones Seo pinse, jas dos ms portant formas de transport a comlenzs deste sgl de hiero y zanjas». La imagen de Fishman muestra un mundo en el que la fértil mezcla de la vida urbana en la «ciudad caminantes ha sido separada en sus estériles cle: ‘mentos constituyentes. Los obreros respondieron escapéndose a los campos las \domingos y, finalmente, luchando por el acceso al paisa- Je rural para caminar, escalar, andar en bicicleta y respi- rar (Como relata el capitulo 10) La clase media respondié desarrollando erecientemente su vida en los suburbios Los hombres se desplazaban al trabajo y las mujeres alas tiendas en carruajes privados, luego en carro tirados por caballos (los cuales, en Manchester, eran muy caros para Tevar a los pobres), y finalmente en trenes. Al hui de los pobres y la ciudad, habian dejado atris la escala peatonal Se podia caminar en los suburbios, pero rara vez habia al- ‘im lugar donde ir a pie en estas extensiones homogéneas de tranguilas calles residenciales, cayos muros albergaban, familias més o menos similares, El suburbio americano del siglo XX llegé a una especie de apoteosis de la fragmen: tacién cuando los autos hicieron posible ubicar a la gente iis lejos que nunca del trabajo, las tiendas, el transporte ppblico, las escuelas y la vida social. El suburbio moderno — puede que describa todas las opciones de un nifio que ya no tiene una biblioteca a una distancia caminable y no tie ne, en cualquier caso, permiso para caminar Tejos por su cuenta (caminar ala escuela, que por generaciones ha sido ana de las incursiones soitarias més formativas en todo el mundo, también se ha vuelto ima experiencia cada wer ‘menos comin). La television, los teléfonos, los computado- res personales ¢ internet completan la privatizacién de la vida cotidiana que iniciaron los suburbios y los antoméviles and Off he Rood to Sotigo ; : cextendieron, Todos ellos son medias que hacen menos ne- cesario salir al mundo, y en ese sentido promueven el rtiro as que la resistencia al deterioro del espacio piblico y las condiciones sociales. stos suburbios smericanos se construyen a escala aitomo- vilistica, con una prolijdad con la cual el cuerpo hmano cs incapaz de lidiar, y tal como los jardines, las veredas, las galerias y los senderos naturales son una especie de in fraestructura para caminar, los suburbios modernos, las carreteras y los parques de estacionamientos son una in fraesteuctura para manejar. Los autos hicieron posible el desarrollo de Tas grandes dispersiones urbanas del Oeste Americano, aquellos lugares que no son exactamente subur- bios, porque no son subsidiarlos de ninguna ciudad. Luge es como Albuquerque, Phoenix, Houston y Denver pueden ono tener un denso niicleo usbano Hotando en algén lugar de sus estémagos, como un bocado a medio digert, pero la 'ayor parte de su espacio es demasiado difuso como para ser atendido por el transporte piblico (3 es que exist) o ser atravesado a pie. En estas dispersiones ya no se espera que Ia gente camine, y rara vez lo hace. Hay muchas razones para ello. Las dispersiones suburbanas son generalmente lu gares abuzzides para caminas,y una gran subdivisé puede ‘volverse atontadoramente repetitiva a cinco kilémetzos por hhora en vez de cuarenta o cincuenta. Muchos suburbios fue ron disefiados con calles curvas y sin salida que expanden Jas distancias: Langdon da el ejemplo de una subdivisién de Irvine, California, dande para alcanzar un destino a medio kil6metro en linea recta el viajero debe caminar 0 manejar ais de un kilémetro, Adems, cuando caminar no es una actividad comin, un caminante solitario puede sentirse in- ccémodo al hacer algo inesperado y aislado. La gente no min en Tens, Sl los mexioa, Persona en Gig, de doa Feber Caminar puede volverse un signo de impotencia o bajo cestatus, y los nuevos disefios urbanos y suburbanos despre cian a los caminantes. Muchos lugares han reemplazado cl centro de la ciudad con malls inaccesibles por otro me- dio que no sea el auto. Al construir ciudades que nunca ‘vieron centros, los edificios se hacen pensando en que l ingreso es a través del estaclonamiento, no de pueztas de entrada, En Yuoca Valley, el pueblo cercano al Parque Nacional Joshua Tree, todas los negocios estin alineados a lo largo de varios Kilémetros de autopista, y los cruces peatonales y los seméforos son escasos: aunque, por ejem: plo, mi banco y mi tienda de abarrotes estén separados por solo un par de cuadras, se ubican en lados opuestos de la carretera, y un auto es la nica manera seguta y directa de viajar entre ambos. En affos recientes en California, mis de mil eruces peatonales se han eliminado’ y 150 de ellos solo en un Silicon Valley bloqueado por el trfico, todo esto aparentemente en el espiritu de los planificadores de L.A., que proclamaron a comienzos de los sesenta, «el peaton sigue siendo el mayor obstdculo para el libre movimiento del téfico» Muchas partes de estas chudades-dispersiones del oeste fueron construidas sin veredas, tanto en barrios eos como pobtes, anunciando el fin del caminar por dise fio, Lars Eigner, quien durante una época de su vida en los £80, sin casa ni dinero, anduvo a dedo con su perra Lizbeth entre Texas y el sur de California, escribié con elocuencia, sobre sus experiencias, yuna de las peores fue cuando un conductor lo dejé en la parte equivocada del pueblo: «South, ‘Tucson simplemente no tiene veredas. Pensé primero que ‘esto solo caincidia con el lamentable estado general del lu gu, pero finalmente me parecié que la politica piblica de “Tucson es impedir lo més posible la presencia de peatones. Especificamente, no podia encontrar tuna via por donde Liner de performance negra, Keith AntarMason, dij rcentsmente gue cha L ‘camminar a la parte norte del pueblo excepto par los carriles de trafico de unas estrechas rampas de autopist Al prin+ cipio no podia creer, y Lizbeth y yo pasamos varias horas vagando por el banco sur de ia hendidura reseca que divide ‘Tucson buscando algiin camino peatonal>,® Hasta en los mejores lugares, el espacio peatonal esté siendo continuamente erosionado: en el invieraa de 1997- 1998, el alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani decidis que los peatones estaban interfiriendo con el trfico (se po- dria haber dicho igualmente, en esta ciudad donde tanta {gente atin viaja y se ocupa de sus asuntos a pe, que son los autos los que interfieren con el tlic). El alcalde ordené a Ja policia empezar a detener a los peatones imprudentes y puso barreras en las weredas de algunas de las esquinas més ajetreadas de la ciudad. Los neayorquinos, para su gloria eterna, se rebelaron haciendo manifestaciones junto a las barrerasy siendo atin més imprudentes. En San Francisco, un trdfico més ripido y denso, luces de semaforo mis cortas yy conductores ms beligerantes intimidan y ocasionalmen- te atropellan a peatones. En esta ciudad, un 41 por ciento de todas las victimas del trifico® son peatones asesinadas [por autos, y mas de mil caminantes son herides cada afo En Atlanta, las cifras son 80 peatones asesinados por aito y as de 1.300 heridos. En la Nueva York de Giuliani mauere auis del doble de personas atropelladas por autos que en ‘manos de extrafios: 285 versus 150 en 19972° Caminar por la ciudad uo es actuzlmente un panorama atractivo para quienes no estan equipados para esquivar y huir, Fl godgrafo Richard Walker define urbanidad como «esa clusiva combinacién de densidad, vida publica, mezcla cos- ‘mopolita y libre expresién»" Urbanidad y automéviles son. cosas antitéticas en muchas formas, porque una ciudad de conductores es solo un suburbio disfuncional de gente ran cada vez msn os aos epoios pis para ufoameriamsactivamente . Nuestras propias percepciones se han acelerado mis desde entonces, pero Ios trenes eran en ese momento toca com stn, jo Kathy Haris, presidents de ness Gaming Corporation en Ft vertiginosamente répidos, Formas anteriores de viaje por tierra habian involucrado fntimamente a los viajeros con sus alrededores, pero el ferrocarrl se movta demasiado ric pido como para que las mentes del siglo XIX pudiesen rela- ionarse visualmente con los érboles,cerros y edificios que pasaban de largo. El compromiso espacial y sensual con el terreno entre aqui y alls comenzaba a evaporarse. En vez deste, los dos lugares estaban separados solamente por un lapso cada vez-mds breve. La velocidad no hizo el viaje mis interesante, escribe Schivelbusch, sino més aburrido; como cl suburbio, puso a sus habitantes en wna especie de limbo espacial. La gente comenzé a leer en el tren, a dormir, ate- jet, a quejazse del tedio, Los autos y Ios aviones han aumen- ‘ado esta transformacién, y ver una pelicula en un avidn de pasajeros a diez mil metros sobre la tierra puede que sea la desconexién final entre espacio, tiempo y experiencia. «De Ja eliminacién del esfuerzo fisico de caminar a la pérdida sensomotora inducida por el primer transporte répido, Final mente hemos logeado estadas que bordean la privaciin sen- sori escribe Paul Virli. «La pérdida de las emociones el antiguo viaje es compensada hoy en dia parla proyeecion dde una pelicula en una pantalla central». Ls escritores de Life pueden estar en lo cierto. Los cuer pos no estin obsoletos segiin ningéin estandar objetivo eto son crecientemente percibidos como muy lentes, fi giles, y poco confiables para nuestras expectativas y deseos, ‘como paquetes a ser transportados por mestios mecéinioos (@unque, por supuesto, espacios irregulares, escarpados 0 estrechos pueden ser atravesados solamente a pie, y muchas partes remotas del mundo no pueden ser alcanzadas de otra forma; para acomodar el transporte a motor es necesario tun ambiente construido con vias, caminos nivelados, pistas de aterrizajey fuentes de energla). Un cuerpo considerado Virginia, Haris sels que las mquinasetabanprogramadas de made que “eo puedes auleeuado para cmuzar continents, como el de John Muir 6 William Wordsworth o la Peregrina de la Paz e vvido de una forma muy diferente aun cuerpo ineapaz de impal- sarse a s mismo para salir una noche. En cierto sentido, cl auto se ha vuelo una press, y aunque las prétess son "usualmente para miembros herids © perdidos, la prétesis aamomorilistic es para un cuerpo conceptualment lisiado ‘oun euerpo lisado por lacreaciin de un mundo cuya esc Taya no es humana. Ea una dels plieulas de Alien, la ac- teia Sigourney Weaver aparece en ia suerte de armadura corporal mecanizada que envuelve sus miembros y magni- fica sus movimientos. La hace més grande, més feroz, mis fuerte y capaz de batalla con los monstruos, y también la hace parecer extra y futurist Pero esto es colo porque la relacion entre cuerpo y maquina prosética estan explicta aqui, la iima obviamente una extensin del primero. De Ihech, desde el primer palo recogide o bolsa improvisada, las herraimientas ban extendido la fuerza, habilidad y al cance del cnespo de manera notable. Vivimos en un indo donde nests pies y manos pueden dirigir una tonelada de metal para que ande més veloz que el animal ms veloz sobre Is terra, donde poems hablar através de miles de Jalémetros, hacer agujeros sn esfuerzo muscular mas all de presionar un bot6n con el dedo. Er el cuerpo no aumentado el que es rar0 hoy en dla, y ese cueepo ha comenzado a atvoiarse como organismo sensorial y musculae. En el siglo y medio desde que el fe- ‘rocaril pareca ir tan ripido como para ser interesante, las percepciones y las expectativas se han acelerado tanto «que mucha gente se identifica ahora com la velocidad de la. thquina y ven con frustracén 9 alienacidn la velocidad y habilidad del exerpo, El mundo ya no esté mas en la esca- Ja de nuestros everpos, sino en Ia de muestras maquinas, posters no ends pedleandey na puedes pedalar sno ests apostandon Elloma de lt nachos necesitan -o creen que necesitan~ las méquinas para navegar ese espacio a una velocidad adecuada, Por cierto, como muchas teonologias para wahorrar iempo>, el. {cénsito mecanizado cambia nuestrasexpectaivas mis que produc tiempo libre; y les americanos modernos tienen signlficativamente menos Gempo que el que tenlan hace tres décadas. Dicho de otra frm, tal como el aumento de Ja velocidad de In produccién en las fabrics no dismimays las horas de trabajo, la mayor velocidad del transporte ata ala gente a terrenos ms dispersos en logar de liberatla de tiempo de viaje (ruchoscalifornianos, por ejemplo, gastan hhoy en dia tres 0 cuatro horas diarias manejando hacia y desde sus trabajos). La decadencia del eaminar tiene que ver com la falta de espacio donde hacerlo, pero también con ta falta de tiempo: In desaparcin de ese espacio reflex +o, no estructurado, que ha suscitadotantos pensamiento, otto, ensofacionesy visiones. Las maguinas se han ace- lerado,y las vidas les han segutdo el tm, Los suburbios hicieron que el caminar se volvera un transporte poco electivo dentro de sus extensiones, pero la suburbanizacién de la mente americana ha vuelto el cami- nat algo crecientemente extra, incluso cuando e efec- tivo. Caminar ya no es, por asi decielo, la manera en que mucha gente piensa incluso en San Francisco, en buena medida una «ciudad caminantes segin los eriteios de Jackson, Ia gente ha taido esta conciencia suburbanizada sus viajes locales, o asi parecen indicérmelo mis observa: ones. Rntnariamente observ a gente manejar y tomate ‘bs por dstancias notablemente cortas, muchas veces dis tancias que podirfan ser cubiertas mas répidamnente a pie. Durante una de las esis dl transport publica de mi ciu- dad una petsona declaré que podiacaminar hasta el centro en el mismo tiempo que el tana, como si caminar fuera ampatio es «Apusta con eu corains. New York Tes, tuna especie de comparacién irrefutable; pero aparentemen- teesta persona venia de un higar tan cercano del centro que podria haber caminado cada dia en menos de medta bora, yelcaminar era una opcién de transporte para a erisis que los diarios jamais propusieron (aqui se podeia decir algo ob- vio sobre las bicicletas, ses que este no fuera un libro sobre caminay). Una vez hice que mi amiga Maria ~susfisa, ci lista trotammundos~ caminara el kilémetro entre su casa, y los bares de Sixteenth Street, y estaba rouy complacida al darse cuenta de cuin cerca estaban, porque nunca se Ie habia ocurrido que fueran accesibles a pic. Para la éltima temporada de Navidad, el estacionamiento de una tienda de equipos para actividades al aire libre de Berkeley estaba eno de conductores con sus motores en marcha esperan- do por un espacio para estacionar, mientras que las calles ccercanas estaban vactas, Al parecer, los compradores no cestaban dispuestos a eaminar un par de cuadras para com- [rar sus equipos de camping (y deste entonces he notado ‘que hoy en dia los conductores muchas veces esperan por tin espacio cercano a la entrada en vez de caminar desde alguno de ls extremos de estacionamiento), La gente tiene tuna especie de radio mental de cuin lejos estén disprestos acaminar que parece estar reducléndose: al defini barrios ¥distritos comerciales, los planificadores dicen que es mas ‘o menos medio kilémetio la distancia que puede ser cami- nada en cinco minutos, pero a veces no parecen ser mis de ‘cuarenta y cinco metros desde el auto al edificio. Por cierto, la gente.con sus motores en marcha fuera de la tienda puede haher estado ahi para comprar botas de mon: ‘aia, ropa deportiva, cnerdas para escalar: equipo para las circunstancias especiales en que la gente va a caminar. El ‘cuerpo ha dejado de ser una entidad wtilitaria para muchos americanes, pero es aitn recreatva, y esto significa que la Tados hemos escuchado sobre ese fucaro,y sna bastante salieri. ravine sa, gente ha abandonado les espacios cotdianes —Ia distancia entre el hogar y el trabajo, las tendas, los amigos~ pero se han creado nuevos sti recreacionales que en general ppeden aleanzarse en auto: malls, parques, gimmasios. Las argues, desde los jardines de placer hasta las reservas na tales, han servido durante mucho tiempo para la rere ion sia, pero los gimaasios que han proliferado tanto en las tims décadas representan algo radicalmente nuevo. Sieleaminar es una especie indicadora, el gimnasio es una especie de reserva natural del esfuerzofisico. Una reserva protege las especies cuyos habitats estin desapareciendo, Yel gimnasio fy el gimnasio doméstico) acoge la sobre ‘encia de los euerpos luego de haber abandonado les sitios originales del esfuerzo isco. Lacaminadora I subarbio acionaliz6 asl a vida familiar come To hizo la Gbriea con e trabajo producti, y el gimnasio hoy en ico dels San Feaneigo Bieyele Coulton, diciembre de 1998p. 5. 10 Sox Francs Chri también en Tube Times, 3, ctando camps ‘apocel derecho a transtar organiza por Time's Up, que ha pintado sténlles conmemoraivosen le ste doode stones ihe neo- ‘yrquinos an sido assis. 11 Richa Waller, «Landscape and Cy Life: Four Ecologies of Rsk encein the San Francisco Bay Acca, Feurene 2 (1995) p35. 12 Mike Davis, Farts Las Angeles en Varations on a Theme Park, ‘ed. Michael Sorkin (Nuewa Yor: Hill ned Weng, 1992) 174, 1B_SoronKeregoar formals and Papers ey tad. Howard V. Hong, 1 Edna H, Hong Bloomington: Indiana University Press, 1978), 5 4950840). 14 Revista fe, edi expecta det mileno (1998), 1 ‘Schivelbusc, Rain Journey p53. 16 Pal Viel, The tof he Motor trad, aie Rose (Mnnespolis: Unt erty of Minnesota Press 1995), 8. 17 James Hardie, The Hiary fhe Mead Mil, ean acour ofits igi, contraction, operation, cs as trespecs th heath and ras of the consis wih ir treatment an dt (Nera York: Sane! Mars, 124), p. 16,18, 18 Robert Graves, The Grek Myths, vol 1 (Harmondsworth: Penguin Books 1957), p. 168. 19 Edvard Galean, The Book of Embraces, trad. Code Belfrage (Nuc ‘work WAN. Norton, 1989). 162.63. 1 Allan Kapow «The Legacy of jackson Pllacks, en sys he Bi ring of At and Lif, Jeff Kelley (Berkeley: Unversity of California Press, 1093p. 7 2 Peter Seley Kristine Stiles, Theis and Docinants of Cntomporay ‘Arc Sourcebook erkley: Univesity of Cafornia Pres, 1996), 7.679 (miroduccién a nsec sabes performance) 3 ney R Lippad, Overly: Contemporary Art et the Art of Preisony (vera York Pantheon, 195), p. 125. 4 hid,» 132 5 Richard Long, sve Se Pick Up Stes, Seven Bight Lay Them Sraight, en RH, Packs, Richard Lng (Nueva York: Salomon R. Gu ‘geneim MaseumyThamos 2nd Hudson, 1986), p. 236. Todas ls obras esr estén reproduckas enero, 6 Eltzaujo de Brown es mencionado en el io de Lippard Sx Yan ‘The Demateriisaton th Art Ofer (Nueva Yonk: Praeger Publishers, 1973) ydesertoextensamente en el ensayo de Antje Von Green, “We Walk on the Panet Earth: The Artista a Pedestsan: The Wore cf Sane Srouwns, Dutch Ar and Arcitcie Sio de 197. Pond seguimionto de Acco también o der en Se Years. 7 Sobre el trabj de performance de Abramovicy Ul, ysobrlaesul tuna de Abramov, ver Thomas McEviley, «Abramov Uly/Abesmo> ‘cn Artforum Interasonal septembre de 1983; ensayo de McEiley en el Mioletilogo The Laver, sobre la Caminat de la Gran Mall (Amsterdam: Sede Museom, 189) Marna Abramov jes pr formance video sound (Oxford: Museum of Modern Ar, 1995) 8 Cary Suydr, Blue Mountains Constarly Walkings, en The Prac fe Wid (Sa Fracisco: North Pont Pres, 1980), p99. aoa

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