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smliteratura | fo | Angeles Durini gQuién le tiene | miedo a Demetrio | Latov? { Bernadette Juan y Margarita, (Dies bf Dito Leo ¥ Micasa, miércoles 31 de julio Hoy es mi cumpleafios. Y estoy escribiendo aci, en mi diario. Me lo acaba de regalar mi ti Mi tia Eulalia viene de visita para los cumpleafios Bulalia y para las fiestas (escribo “fiestas” asi laman en la te levisién a Navidad, Adio Nuevo, eteétera, pero en mi casa no hacemos muchas fiestas; es més, nunca hici- ‘mos ninguna). Lo que quiero decir es que viene en oca- siones especiales, ya que se fue a vivir a Mar Bueno, trescientos kilémetros de aqui, porque buscaba inde pendizarse de la familia, Eso me cuenta cada vez que viene: “Me fui a Mar Bueno antes de que nacieras para independizarme de la familia, pero los extrafio tanto! Y ahora, sobre todo, a vos”. All4, en } drierista, o sea, decora vidrieras, viaja por el mundo con su amiga Chichi, ques soltera como ella Hablo primero de ella porque fue la que me regalé el diario. ¥ porque creo que es mis ficil hablar de los, otros que de uno mismo. Pero me Hleg6 la hora. Me Bueno, vi siempre que puede presento: say Demetrio Latoy, hoy cumplo doce aiios y sme aburro como un hongo. Primera verdad sobre mi vida no tengo amigos.No conozco chicos de mi edad. Aunque suene raro, es ash ‘Nunca me llevan a ninggin lado ni: me dejan salir solo, Hoy es mi cumpleaiios (ya lo dije) y ningtin invitado. Bueno, si, ani ta Eulalia, mi abuela, que vive con noso- «0s, mis padres, que son muy buenos. Pero no chicos de doce afios. Ni de once ni de trece. Ninguno, Segunda verdad {me da verghenza ponerla} no voy al colegio. Mis padres no me mandan. No sé por qué, ‘Cuando les pregunco me dicen cualquier cosa. Pero n0 tengo ganas de hablar de eso ahora. Dejé por un rato el diario porque no sabia qué po- ner, pero ahora lo agarra de nuevo, Le dije a mi tia Me da mucho trabajo escribir en mi diario, Sien- to que tengo que pensar en cada palabra ‘Mi tia Bulalia se ri6 y después me contesté Te cuesta estrenatlo, Pero vas a ver dentro de unos dias. Vas a volver cozriendo del lugar al que ha- ‘yas ido para buscar tu diario y te vasa poner a escribir desenfrenadamente, Dentro de unos dias. Y sigui6 nombrando todas las cosas que me pasa- con mi diario dentro de unos dias. ella le gusta usar palabras como “desenfrenadamente” y cosas ast No sélo que voy a hacer dentro de unos dias, ni si voy a escribir en mi diario, pero mientras mi tia hablaba, | ine puse a imaginar que mis padres me dejaban ir solo a la ciudad y que yo daba vueleas, tomaba el tren, ibaa lacscuela, todos me saludaban, etcétera,etoétera. Y que después subia por el sendero de la montafia corriendo, y llegaba a mi cuarto con la lengua afuera. La verdad, aunque me duela,es que yo Ful pocas ve- ces la ciudad, y hace tanto tiempo que es como si no hhubiera ido munca, Desde el baledn de mi cuarto la vo, bien chiquiea, como si estuviera amis pies. A veces pienso, cuando la miro, que la podefa agarrar con a ma- no. Pero de esto tampoce tengo ganas de hablar ahora, Delo que si tengo ganas de hablar es de las tapas de mi diario, Mi diario es gordo, mas chico que un cua derno, Venia en una caja de cartén que deci: “Color: cares” No me acordaba de cual era el color carmest, y le pregunté a mi tia Rojo. Rojo carmesi —me contest Enseguida se puso a cantar: “Tus labios de rubi, de rojo cazmesi, laralai ra la Ia..” (etcétera} ‘A mil rojo es el color que mas me gusta. Abi la caja. Alliestaba el diario. Lo abri. Le oli las hojas. Lo acaricié. Le di mis vueltas que a una pelota. Mejor dicho, yo di ochocien- tas vueltas alzededor de mi diario antes de empezar acscribir, En e50, en medio de todas esas dudas, paso mi abuela, Mi santa abuela. ¥ dijo: —Qué costumbre mas antigua, regalarle un diario aun chico Mi abuela es la persona mésantigua que conazco, y le agrada lo antiguo: las puntillas, las costumbres anti- sgu2s,los cuentos antiguos, la visita al cementerio antiguo. Pero evidentemente quiere tener un nieto moderno. Por tun lado, me lleva al cementerio a charlar con los pa~ rientes, me cuenta historias vifisimas, pero, por el otro, cuando alguien me quiere anticuar, ella no le gusta, De todas maneras, mi si me est gustando la idea antigua del diario, Escribir en el cuaderno escarlata. Rojo carmesi. Si tuviera un amigo, capaz. que hasta le regularia un diario, para que escribiera las cosas que le pasan a él. ‘A mi no me pasan cosas grandes, debe ser porque Jos que me rodean no son muchos. Mi familia de los vvivos y mi familia de los muertos. Nada mis. Después, a la noche, vamos a ir con mi abuela a contarles a los muertos lo de mi cumpleatios. El inico amigo que tengo es Rouch, el lobo blanco. Mi casa, jueves 1° de agosto, Estoy en ef baleGn de mi cuarto, que da al Este y miraa mi ciudad, Casas y caminos, alld abajo. Si esti- rara la mano, la podria alcanzar. En el medio hay una mancha verde. 10 —La plaza —me habia dicho mi abuela~, ge acordis? Cuando eras mas chicoa veces te llevabamos. — ¢Podemos ir? Tas padres no quieren. Pero, qué les pasa'a mis padres que no me dejan ira ri ciudad? En esas calles viven mis amigos y todavia no las conozco. Cuando sea mis grande voy a bajar sodando de esta montafia. Quizas en el préximo cumpleafios me anime ‘Muchas veces pienso en escaparme y algunas veces Jo intenté. La primera vez Hegué hasta el camino de aromos, pero me hizo dar vuelta acrisel chillido de un pajaro al que imaginé gritando mi nombre. La dima, logré acercarme hasta el arroyo, y measustaron fas vo- ces de unos pescadores. Allé estaban, en Ta otra orilla, Me subj a un érbol y me quedé escondido, espiando. En todo el rato que estuve no pescaron nada, Conver- saban poco y en un momento se empezaron a pasar tuna flauea de pan a fa que daban mordiscos. En eso, ‘uno de ellos levanté la vista y creo que me vio. Me ba jédel arbol y no paré de correr hasta llegar a mi casa ‘Mi madre me esté Iamando para tomar el té. Lo tomo y vuelvo para contar la visita al cementerio, Volvi. Anoche fui con mi abuela al cementerio, visitar alos parientes y a que me dijeran “Feliz cum- pleaifos”. Muchas noches voy con mi abuela al ce- ‘menterio. Por supuesto que ne al dela ciudad, sino al que queda en el fondo del jardin, justo donde empieza el bosque. ‘Mi tatarabuelo Lart es el mejor contador de histo- ras que jamés he conocido. Cuenta historias de terror y de vampiros, donde hay mucha sangre y cosas mis- teriosas Mi abuela se enoja un poco cuando mi tatarabuelo empieza con las historias, y le dice: Deja en paz al chico. Todo cambié desde que te moriste —Si lo sabré yo... —contesta mi tatarabuelo desde su tumbs, y larga una risotada que hace volar un poco de tierra Latumba de mi tatarabuelo es la tercera empezando, por la izquierda. Las tumbas son quince y se encuen- tran casi en semicirculo, Son tumbas bajo tierra, cada tuna con su lépida. El cementerio es mas 0 menos as: ~senenonseannstnnnnatnannitantiniatnninboiorny Entre las tumbas hay pasto crecido y es medio sal- ‘vaje. Cada tanto voy con mi papa a arreglar, aunque lo dejamos asi a propésito, Un poco de maleza por aqui, otro poco por alli. El me dice que es mas lindo de esa manera, y yo creo que tiene razin, La cuestién es que anoche nos sentamos en la pie- dra que cubre la rumba de mi tatarabuelo, ya es cos tumbre sentarse en esa picdra. De todas formas, los de- mas también participan en la conversacién, pero mi tatarabuelo es el que leva la batuta. Dicen que era asi también en vida (esta lo dice mi tararabuela Argenta, centerrada a su izquierda). Luego de haberme cantado el "Feliz cumpleaios’, mi tatarabuelo, para variar, se puso a hablar de mi abuelo. —Esc simple mortal —suele llamarlo ple mortal” en vez de “Alberto” — Qué pasa con ese simple mortal? —preguncé ‘entonces mi abucla. —Haberte casado con ese simple mortal. Qué des- perdicio —contest6 mi tatarabuelo—. ¥ no haberle dado ni siquiera un beso. jClaro que le di un beso! —exclamé mi abue- la—, Ademis, scomo te creés que nacieron tus bisnie- tos, Bulalia y Conrado? Ademés, zquién no fue un simple mortal alguna vez? —Si,pero tu marido: el mas mortal de todos. Siguié mortal después de muerto, No como nosotros, que po- demos sentarnos a conversar aun debajo de cien kilos B de tierra. No hiciste lo que tendrias que haber hecho de acuerdo con nuesteaestirpe, eso es lo que pasa —Lo queria demasiado como para hacerle eso —Y de alli, entonces, empezaron a salir estos en- gendros, Esta descendencia mortecina, —jAbuelo! Yoo entendia del todo estas conversaciones, no sa- bia qué querian decir exactamente con eso de “mortal” “no mortal’, lo de no hacer lo normal para nuestra cstirpe. ¥ evidentemente mi abuela no queria que en- tendicra porque me mandaba a poner flores a uno y flores a otro, ya que regara con Sanrecol, Pero estaba seguro de que cuando el tatarabuelo habia dicho “es- tos engendros” y “descendencia mortecina’, se habia referido a mi. A lo que la abuela, después de gritar: *jAbuelo!”, respondié: —Nada de engendros. Gente civilizada, —Si, gracias a la civilizaci6n y al invento del San- zecol hemos perdido muestra valentia y nuestras ganas; de tragarnos el mundo, —Sobre todo nuestras ganas de tragamnos el mundo, Jo que me parece muy bien —contest6 la abuela Ja, algtin dia uno de los nuestros... —el tatara- buclo hizo una pausa. Luego casi pude ver su dedo debajo de la tierra, seftakindome:— Serés vos, mi tata- ranieto,el que recupere el honor de la Familia y las vie jas costumbres. —Luego cambié el tono:— ;Al chico también le dan Sanrecol? 4 iii uot an —No es necesario, Su padre euvo que romarlo has- ta los veinte aftos. Después, list. —Si, pero no alvidemos que su madre también proviene de una familia de las nuestras Y sin intrusos como tu marido. —Es verdad, pero su madre también toms Sanze- cal, No queda un rine6n de la Tierra en donde no se haya dado Sanrecol a los que son como nosotros. —Ahora solo queda esperar, — Esperar que? —Que el chico despierte, Que vomite todo ese San- secol que han tomado sus padres. Ah, qué absurdo! No olvides que fue una de las posibilidades que se podrian dar, segiin el médico: que los descendientes sefucrcen los impulsos incivilizados. Que el Sanzecol Jhaga el efecto contrario en las nuevos nacidos ~No hubo ningiin sintoma de esto — Por las barbas de Tatuto que pasaré como digo! Yo andaba regando con Sanrecol la tumba de fa tia bisabuela Nini, aunque no quedaba gota en la regade- 1a, Pero desde ahi podia escuchar la extrafia conversa- cién. En eso, mi abuela dio vuelta la cabeza y me vio. —Cht te dijo al tatarabuelo, Ya mi:— Vamos? —Pero abuela, el tatarabuelo no me conté todavia ninguna historia. Otro dia —y me agarré de un brazo y nos tai mos que ir. Casi sin saludar. 18 Por el sendero le hice varias preguntas a mi abuela, pero no me quiso contestar ninguna. Bueno, me las contesté todas, pero ninguna con la respuesta correcta. Yo no quicro decir que mi abuela mienta, pero lo que si puedo decir es que mi abuela no quiere que sepa al- gunas cosas, Por ejemplo: — {Por qué el abuelo Alberto no esté enterrado en «este cementerio? —Porque cuando él se murié ya no permitian en- terrar mis en los cementerios de jardin, habia que ha- cerlo en el cementerio de la ciudad. — (Por qué el tatarabuelo te dijo que no hiciste lo normal para los de nuestra estixpe? —Alh, veo que estabas escuchando. Lo que quiso decir cu tatarabuelo es que yo nunca me aproveché de la bondad del abuelo. El abuelo era muy bueno, pero yo nunca abusé de eso. ~~ @Hlacer lo normal para nuestra estixpe es abusar de la gente buena? — jNoo! El rararabuelo no quiso decir eso; en reali- dad, Jo que queria era hacerme enojar: Es su manera de dlivertise, hacer enojar a los demas. No le hagas caso. —Claro, claro, para hacerte enojat. Otra cose: nunca sme explicaron bien para quées el Sanrecol. Por quélo tuvieron que tomar mis padres? ;Por qué regamos el cementerio con Sanrecol? {Por qué a mi tatarabuelo no le gusta? Por qué no le podemos contar a nadie lo del Sanrecol? tininnonnaintnnciiiniaueliaiitilniadiniliicadlaniiouiiaaiy —Bueno, m’hijo, cudntas preguntas, Tendrias que hablar mas con tus padres, —Ya les pregunté lo del Sanrecol y me contestazon pavadas. — (Qué te contestaron? —Que eran vitaminas. Que nuestra familia necesi taba vitaminas especiales por un problema en la sangre. ‘Que suponian que yo nunca iba a tener que tomarlo porque el problema Iegaba hasta la generacién de ellos, pero que eso se iba a saber durante Ia adolescen- cia. ¥ que no se lo podiamos contar a nadie porque es- tébamos en un plan especial de investigacién, y que la ciencia necesitabe discrecién para que no molestara el petiodisino, ni a los investigadores ni a nosotros. —Y te han dicho bien, m'hijito, Bs asi como te ex: plicaron. —@or eso no quieren que vaya a la ciudad, para que no le cuente a nadie? jpobrecito mi nicto —mi abuela me abrazé—, tus padres son muy micdosos. Yo te voy a Llevar a la ciudad. Vamos a ir a la plaza,a comer al restaurante “Don Pedro” y a tomar un helado en “La Fontana" Ah, y después,a visiar a cuabuelo al cementeri, —Si,abuela, por favor! Ab,y otra cosa:a ver si con- vvencés a mis padres de que este aifo si me manden al colegio. © por lo menos, afio que viene —Pera si tenés a la seftorita Dorita, que viene todas las tardes y te enseta —Me aburro con la sefiorita Dorita, Quiero ir al colegio, La sefiorita Dorita es parte del programa Sanrecol, sno? —Demetrio, no preguntes tanto. Si no preguntas tanto, ce prometo conseguir un permiso de eus padres parair ala ciudad. —Hicho. No pregunto més por una semana. “Tengo tantas ganas de ir a la ciudad que soy capa de prometer cualquier cosa, Entramos a la casa. Mis padres ya estaban en su cuarto, Después de darle un beso a Ia abuela, corti a mi ‘cuatto y salial balcén, Desde alli, i ciudad repleta de lucecitas. En el centzo, la plaza, Por fin iba a conocer- la, Porque la dileima ver que fui era tan chico que casi seria como it por primera ver. ‘Me acuerdo de muy poco, Fue un dia en que me Ile varon al médico, Creo que tenia tres 0, lo mejor, cua tro afios. El consultorio quedaba en una casa vieja, y cuando el médico terminé de revisarme, me regalé un, chupetin de frutilla, También me acuerdo de estar dando vuetas en la calesita,con la mano estirada para agarrar la sortija. Mortecina, mortecino, Algiin dia me voy a escapar por el sendero mortecino. No s€ muy bien lo que sig- nifica pero abora no tengo ganas de ira la biblioteca y buscar en el diccionario. Tengo mejores cosas que ha~ cer, Una sombra blanca me espera debajo del bales 18 iii aici ills Més tarde Era Rouch, mi lobo. Bajé por la enredadera y Rouch se me acere6. Pegué un grito y lo monté, Los ddos salimos a salvajear. Al mirar a la casa, vi que se abria la ventana del cuarto de mis padres. Era mi ma dre, blanca como la luna, que asomé la cabeza y me di joalgo asi como: —No vuelvas tarde, Yo por las dudas le grité —iNoo, mam Y segui salvajeando con Rouch, y nos metimosen el bosque. No por el lado del cementerio, tengo prohibi- do ir solo por abt (no sé de que tienen miedo, alli hay solo patientes), Trotamos por el bosque mientras s¢ tnos fueron acezcando los otros Lobos. Nos preparamos para [a gran ronda, Mientras lo haclamos, pensé que iba a tener que empezar a romper algunas prohibicio- ics, como, por ejemplo, la de no ir solo al cementerio, “Tengo un par de preguntas que hacer, y me parece que el que tiene mis ganas de contestar es el tatarabuclo, Pero por ahora voy a seguir siendo el mismo obedien- te de siempre. Todo sea por lograr poner mis pies en la plaza de la ciudad, 19 Viernes 2.de agosto { Yapayunuu!;Mis padres dijeron que podia ir con si abuela el domingo a pasear a la plaza! jNo lo pue- do creer! Por fin, mi ciudad! Ahora sila voy a poder tocar con las manos. ¥ con los pies. *Mortecino, na. adj, Dicese del animal muerto na- turalmente. Fig: Apagado y sin vigor: lus, mirada mor- recina. / Queesté apagindose: fuego mortecina”” Lo busqué en el diccionario, “Descendencia morte- cina", como dijo mi tétara. Que esté apagindose. De ninguna manera, La descendencia de mi titara no es- 18 apagandose, se esté preparando para ira la ciudad. Y cuando legne, se van a prender todas las huces. Por las barbas de Tatuto que pasara como digo. Domingo a la noche, 4 de agosto ‘La ciudad es lo mis increfble que me pas6 en mi vi- da, Ahora la estoy viendo desde mi baleén y vuelve a ser chiquita. Pero cuando estaba dentro era grande. Apenas llegamas nos fisimosa la plaza, En el medio de fa plaza hay una calesita. No tengo ninguna duda de que es la misma en la que anduve cuando era chico. Sin perder un segundo, mi abuela me agarré de un braza y las dos nos subimos a I calesita andando, EL calesitera nos mir6 mal. Cuando terminé la vuelta, se 20 acered a decirnos que no habiamos sacado boleto y que era peligroso subir con fa calesica en movimiento, Mi abuela se 6 y le pagé dos vueltas més Antes de poner de nuevo en marcha fa calesita, el calesitezo se volvi6 a acerear a mi abuela y le dijo: —Yo te conozco a vos. No se puede andar cambian- do de caballito, :Me entendiste? ‘Mi abuela le contest6 con una risa, Pero no le hizo ningin caso, En cuanto empez6 otra vez la vuelta, se fueal caballito deal lado, y después al otro y al otro. Y 1no podia parar de reirse, El calesitero casi nos baja pe- 10 la abuela le dijo que nos quedaba una vuelta més. ‘Asi que no nos pudo bajar y mi abuela siguié cam- biando de caballito y yo Ta seguia, ‘Cuando nos alejamos, podia sentir los ojos del vie- jo taladrando nuestras espaldas. Mi abuela se dio vuelza y legric: — Hasta el domingo que viene! El calesitero refunfuié y mix6 hacia la calesita, y i abuela y yo nos seguiamos riendo como locos. Después de ahi a almorzar en el restaurante “Don Pedro’, frente a la plaza. Nos sentamos al lado de una ventana y el mozo nos trajo un ment para cada uno. Mientras lo miribamos,se acercé una seiora que esta- baa tres mesas de la nuestra y le dijoa mi abuela: —Angela, qué sompresa Y este debe ser ru nieto,zn0? —Hola, Patricia —a mi abuela se le habia ido la sonrisa—.Te presento a mi nieto Demetro. | i ; 4 ‘ | i | | i ; | i —,Demetrio? Qué lindo nombre! Qué raro que noe pusieron “Alberto”, como su abuelo, Por lo menos es mas comin. A los padres les gusté Demetrio, como el segundo nombre de su tatarabuelo, Lart Demetrio, Y asi continuaron conversando con sonrise forzada. ‘Comentaton sobre la gente de la ciudad, que parece ae hacia mucho no veian ninguna de las dos. Luego, Ia sefiora se fue a su lugar. —No te gustaba mucho esa sefiora, no, abuela? —Sigue tan chismosa como siempre. Cada tanto, la sefiora me miraba y me sonteia, pero ami me sonaba rmuy falsa Pedimos unas brochetes que estaban deliciosas, y después fuimos 2 comer el postre cruzando la calle,a Ja heladeria "La Fontana’, Cuando entramos, mi abue Ia suspirs y dijo: —Acé me bes6 ru abuelo por primera vez Por la época en que se conocieron, mi abuelo trabse jabs en la heladeria, que es muy antigua. Me pedi uno de dulce de leche con banana, y mi abuela, de sabayén y crema. Nos sentamos frente a fa plaza,en un banquito verde,al lado de la puerta. A los dos segundos, entr6 un chica de mi edad con una nena, seguro que era su hermana. Mejor dicho, la hermania no entré porque se quedé en la puerta mirandonos. —iJuanba! —grité la nena—. Este chico no ¢s muy palido? Eltal Juanba asomé un brazo desde la heladeria,ti- roneé de su insoportable hermana y la metié para dentro, Digo “insoportable” porque realmente debe ser feo tener una hermana asi. “Palido.” ,Quién le habia preguntado algo? Estoy seguro de que no sabfa lo que significa la palabra “pélido”. No tenia mas de ocho aos. Si_yo tuviera una hermania asi, la zarandearia del brazo todo el tiempo. A atarde estuvimos dando vueleas por las calles, y cada tanto mi abuela me contaba: —Aci viva la tfa de una amiga mia que se Llamaba Hercilia ‘Yun poco mis allel primo del abuelo, y dando la vuelta, el cufiado del sobrino, Hasta que al final Ilega- ‘mos al cementerio, Por el camino habiamos comprado flores para el abuelo y las Hevaba yo. Eran unas flores blancas. El cementerio era mucho mis grande que el mucs- to, Haba tumbas por todos lados. En a zona de las bévedas habia muchos éngeles de piedra,eruces¢ ins- cripciones. Nos faimos metiendo por las callecieas hhasta llegar a la zona de las tumbas en Ja tierra. Alli parecfa més un jardin. Finalmente liegamos a la tumba de mi abuelo. En cuanto miabuela me indicé cual era,empecéa hablar- le mientras le acomodaba las flores. Quesia saber todo de A. Tenia ganas de conrarle sobre las otr0s parientes en el cementerio de casa. Pero mi abuela me dijo uw 2 i i : : : i | tain No te escucha. Entonces me callé, Me acord€ de mi ratarabuelo di- ciendor “Ese simple mortal", Terminé de acomodarle {as flores. Después miré a mi abuela, Mi abuela tenia los jos fijos en [a tumba, como si le estuviera hablando, Pero no decta nada. Al rato nos fuimos. Mientras nos alejabamos, yo pensaba en todo aquel silencio, Por suerte a mi abuela se le ocurrié pasar por el al- macén para comprar golosinas, ast la tarde se ponia alegre de nuevo. Estuvimos charlando con el almacenero durante sun sato largo, Cuando dicron las seis, mi abuela exclamés Uh! Nos tenemos que i —Pero abuela, todavia no pasamos por la escuela. Hoy es domingo, ;para qué querés pasar por la escuela? —Para verla, —Les prometi a ens padres no meterte ideas raras cen Ia cabeza —Pasar por la escuela no es una idea sara. 2A qué escuela vas? —pregunts entonces el al- Para mi, esa pregunta es fatal, Mi miedo siempre es ‘ese: que alguien me pregunte a qué escuela voy. Es ho- rrible que un chico de mi edad tenga que contestar lo {que tuve que contestar en ese momento,o sea, la verdad, Yo no voy ala escuela, {Cémo que no vasa la escuela? E] asombro del almacenero habia destruido todo mi oxgullo, —No —senti que la cara me comenzaba a arder.Se- guxo que estaba poniéndome colorado, Si me hubiera visto en ese momento Ia hermanita de Juanba... Ca sraspeé. Saqué las palabras no sé de dénde y contesté tuna de las verdades que me hacian doler el alma Una sefiorita viene todas fas tardes a mic a darime clases —[Una sefiorita particular! Mirémelo. El seforito tiene maestra particular. Debés de ser la envidia de to- dos los chicos. Asi que no vas al colegio. Vos si que te- nés suerte No! ir al colegio. casi grité—. No tengo sueste, yo si quiero Ah, zy entonces por qué no vas? =No sé Chas, nos tenemos que it mi abuela terminé la conversa ’ 6n que a mi ya ime estaba poniendo nervioso. Después tomamos el émnibus. Nosotros nos tenfa ‘mos que bajar en la diltima parada, sul tafia, donde nos esperaria mi papi con el auto. Cuando llegamos, ah estaba mi pap4. Bajé corrien- do y lo abracé. Cuando entramos en el auto, me mird y me dij: ado la mon: — —Se te ve tan bien. Nunca te habia visto tan con tento, Hasta se te fue la palider de la cara, (Palidez? {Por qué nunca antes me habfan dicho ue soy palido,y hoy, dos veces en ef dia? Igual, la con versaci6n con el almacenero me habia sacado la su- pussta palidez Mi papa estaba entusiasmado, Hablaba y hacia pre- guntas, En eso, le pregunté yo: Papa, ;por qué no voy al colegio? Ah, yo sabia que la vista a la ciudad te iba @ ha cer pensar en otras cosas, —Quieto ir al colegio. Vamos a ver hijo, vamos a ver. Quizas ya sea hora de que empieces a enfrentar el mundo —me contest. Yo no guezia cnfrentar el mmndo, queria ser de! mundo. Pero mi papa no habia dicho que no. Era la primera vez que no decia que no. Y es la primera vez que veo posibilidades de que realmente mi ciudad sca mi ciudad, Por las barbas de Tatuto que si lograré ir al colegio. Recorcholis, Tatuto, Tas barbas corren peligro. 7 de agosto ‘Demetri, te tengo que decir algo, Palabras de ini madre. Textuales. ‘Mi tia bisabuela Lértuda (sexta tumba empezando por la izquierda) siempre me dice que tengo buena ‘memoria, Que cuando cuento algo digo las palabras textuales que dijeron. Todos piensan, no sé si conven cidos por mi tia bisabuela, que puedo repetir como un loro lo que dicen los dems, Mi tia bisabuela me acon- sej6 que estudiara para actor cuando fuera grande. La cucstién es que mi mama {tardo en contarlo, re- traso el momento, porque por fin voy a vivir tranquilo, ya que estoy a punto de ser un chico comin) repito mi ‘mamé abrié la puerta de mi cuarto (sin golpeat),asomé media cara, medio cuerpo, media mano, y me dij: —Demetrio, te tengo que decir algo. (Qué, mama? —Veni, querido, vent al living, La segut, Intentaba adivinar de qué se trataba, pero la verdad es que era imposible, Mi mamé siempre es- taba un poco blanca, pero en ese momento la veia mis blanca que de costumbre Nos sentamos en el living, Alli tambign estaba mi padte. Entonces vino la noticia: —Te anotamos en ef colegio. Dejo un espacio en blanco porque asi me quedé yo, en blanco. ‘Mi mamé, blanca como la luna més blanca. Es linda mi mamé, Morocha, pelo un poco abajo del hombro,al- 0 ondeado, raya al medio, Ojos negros: 2s Es bucna. Sicmpre me deja hacer lo que quiero, Me- nos ira la ciudad y ni qué hablar de ir al colegio. Pero me acaban de dejas Mi papi cambién es bueno, Tiene bigores finitos: Entonces no supe qué hacer y me puse a Horar. No Hloraba con ruido, sino que se me empezaron a lent ls ojos de lagrimas y Ja naviz de mocos. Pero nada ‘més, Mis padres, cuando vieron mi cara, se acercaron y sesentaron cada uno a un lado, yo estaba sentado en el sill6n grande, y meabrazaron. A mi se me segufan Ie- nando los ojos de lagrimas. —Bueno, hijito.. —dijo mi mamé—. Nosotros pensamos que querias ix. Por nosotros no importa... —Si quiero, si quiero —empecé a repetir mientras me secaba fas ligrimas con la manga, no Fuera a ser «que se arrepintieran y me desanoraran.

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