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3. El proceso terapéutico En este capitulo nos ocuparemos de todo lo que conciemne al proceso de la terapia sistemica individual, Ante todo, ‘expondreinos dotalladamonte los principios sobre Loe cuales ‘hos basamos para Ia conduccién de las sesiones desde fines de la década de 1970 Chipstesis, cireularidad, preguntas C@reulares). Después nos oeupnremor de la conducci¢n dela torapia en sus diversas fases, desde Ia evaluacion inicial hasta la sesion coneluyente, para luego considerar a fondo Ins recientes y eatimulantes contribuciones relacionadas con algunas aspectos linguisticos (semanticas, retirices, hhermenduticos) del didlogo terapeutie. El didlogo Como se mencioné en et capitulo 1, con el desarrollo dea narrativa y del constraccioniamo social en estos viltimos flo, se ha difundido el uso del término «conversacidn= para defini el complejo de los interearbios ingutsticas entre el terapeuta y of cliente. La mayor parte de lor autores que ‘adhieren a estas ideas atribuyen los efectos de la terapia a Ta conversacion misma, sin referencias a hipétesis particu ares, tipologias i teorfa del terapeuta. Ya hemos express do nuestro intarés por estos desarrolios pero tambien nucs tras eritieas,razén por la cual preferimos utilizar el antiguo ‘termina sdidlogos terapéutico,' En este capitulo teataremoe de ilustrar algunos de sus aspoctos. gears trapeatie (Guten 1003 aaa Principios para Ia condtocin de ta sesion Como ya se ha dicho, a partir do 1975 la formulacién de Inipétesis, In eireularidad y la neutralidad, junto con las pro- fintas eirculares, han asumido tna posieién central en la fonduesiin de Ia soaidn (Selvini Palazzoli ct al, 1980a). Des- {de entonees, como veremos después, el principio de neatra lidad ha sufrido una evolueién como eonsecuencia del adve- nimienta del eonstructivismo y la eibernetica de orden se- {gundo, Nos inspiramos en estos principios incluso en las Sesiones de terapia individual, con las debidas modifieacio- zee, impuestas por Ia diversidad del contexto respecto del {que corresponde la terapia familiar, En euanto a la hipstesis, eata tiene la funcién de conec- tar los datos provenientes de la audicién y la observacién: “La hipétesie como tal no es verdadera ni falsa, sino mas 0 ‘menos stile (Selvini Palazzoli eta. 1080a, pag. 215). Baim. portanta quela hipstesis ee mantanga como aly que no sex bjetivada, En loa ultimos tiompoe, algunos grapos que en 1 pasatio se habian inspirado en el modelo de Milan y que esientemente han optade por el modelo narrativo-con- truccionista (Anderson y Goolishian, 1992; Andersen, 1992; Hoffman, 1992, ote), han aprovechado la oportunidad dere nnunciar a las hipstesia, para evitar contaminar la historia del cliente con ideas, ipologins y conocimientos aportados porel terapeuta® 'En cambio, para nosotros la hipétesis sigue siendo un, inatrumento wil en la eonduccion de la sesiGn, por cuanto permite al terapeuta conectar las informaciones, os signif- ados y las acciones que surgen en el didlogo, set las coor denadas de tiempo y espacio de otros puntos de referencia teventuales, como los deseriptos en la seccién precedente. A Ja progunta: A quién pertenoce la hipétesi: al torapeuta, al cliente 0 ambos, ya hemos respondido: Las hipStesis surgen de Ia interaccién recursive entre te- rapeuta y cliente. En este sentido, ser ‘verdaderamente ba- tesonianos" implica In atribucign de las hipStesis no al tera: 2 andra» Genin (192,19) hn ai rin 122 pouta ni a los clientes, sino a todos ellos conjuntamente ..) En Ja década de 1970 la hipdtosis so atribusa a la mente del ‘terapeuta, mientras que hey Ia coloeamos sin dada en el contexto dela interacciéne (Boseolo y Bertrando, 19953, pi. 2). Es importante seguir valorando In aceptabilidad (no Ia veracidad) de las hipstesis y seguir cambisindolas con ol tiempo, para enriquocer el discurso con diferentes tantecs y puntos do vista alternativos, come también para no caer en Ia objetivacisn [reifcation}, es decir, en Ia tramps de la shi pétesis verdaderas, que introduetria rigides y verraria el ‘Sicureo, ‘Para ovaluar Ia aceptabilidad, e! terapeuta se vate del principio de cireularidad, es decir, de las retroncciones ver~ bales ¥ no vorbales del cliente. Vale la pon recordar Ia def nicién original de este concoptor «Por circularidad entonde- ‘mos la capacidad del terapeuta de conducir su iavestigacion basiindose en las retroaeciones(,.,) a las informaciones por 41 solicitadas en términos de correlaciones y, por comsi- guiente, de diferencia y de eambiow (Selvini Palazzol etal, Yosde, pays 219). El teroero de los principios para la conduccién de la se sidn, el principio de neutralidad, ha sida sametid a las mas duraseritieas. El terapouta, a asumir una posicidn de neue tralidad, evita que el eliontoo las personas con las que esta conectado, adopten eiertos valores morales y sociales en Aesmedro de otros, y se abstiene de privilegiar una deters nada trayectoria para el cliente. Naturalmente, mantener tuna posicién de neutralidad no es facil. Por definieién, a ‘comme, segtin ef primer auxioma de la cominicacion humana (Watzlawick ot af_, 1967) es imposible no comuniearse, tm. bién es imposible ser neutral en el momento de la sceicn, Por ejemplo, en un determinado momento el terapeuts, Pa ano perder su espontancided y no detenerse en elucubr ciones mentales sobre la neutralidad de todo lo que esta ha ciendo en ese instante, puede perder el equilibrio.Sélo dex scbre la base de rnpucstas(erbleny analogies) anus prntan ye 198 pués, a través de la relexién, podrd juzgar si ha permane- ‘ido neutral. A veces, on el trabajo con el equipo terapsutico, tes el grupo el que aeftala al torapeuta las posible situacio. hes de pérdida de neutralidad, También aucede a voces que el terapeuta, al reflexionar en el intervalo entre dos sesio- ines, se dé cuenta de que ha cometido algun error de ncutra- Tide; esto lo hard estar atonto a nus efectos. Delo expuesto ‘20 deduce que tuna visi sinerdniea eonduce a une posici de no neutralidad; es e tiempo, y por lo tanto la vision dia ‘erénica, lo que permite mantoner Ia neutralidad. En ciertos casos es necesario abandonar la posicién de neutralidad, por ejemplo cuando #e revelan abuso fsicos 0 sexuales presenter, pero también pricologicos. Incluso los palcoanalistas elésicas, que dedican una particular atencion, fla neutealidad, concuerdan en elo: “Las recomendaciones concernientes a 1a neutralidad, si bien no siempre se siguen, en general no son resistidas por Jos analistas, Sin embargo, incluso loa psicoanalistas més cldsioos pueden ser indueidos en casos particulares (ospe- cialmente en la angustia de es ninos, en las psicosis, en las pperversiones) a no considerar auspiciable posible una neu tralidad absoluta- (Laplanche y Pontalis, 1967, pag. 331) Algunos autores (como Tomm, 1984, 0 Campbell et al. 1991) han propuesto una vision diferente de la neutralidad, que deberia ser practicada no sélo con roferencia a las per- Sonas o ideas presentes en un sistema, sing tambien en re Tacién con las ideas de cambio predilectas del terapeuta. En. efecto, puede ocurrie que el terapeuta tienda a asumit a de- fansa del cambio. de un tipo determinado de cambio. La po- sicién correcta del terapeuta deberia ser la de mantenerse neutral respecto del cambio mismo: -El terapouta evita por I tanto tomar una posicion clara en favor o en contra de cualquier resultado especifico en términos de comporta- riontos (Tomm, 1984, pag. 269), ‘Creemos que esta posicién, asumida en un contexto de torapia familia, tambien se puede aplicar plenamente cn la terapia individual, Al respecto quisigramos deatacar qu inuestra opinin, la posicién de neutralidad no deberia sor tuna opcisn estratoien, sino una actitud eféctioamente asu- 124 ‘mida por el terapeuta: es decir que este deber ramente neutral, no simular neutealidad, as eriticas al oneepto de neutralidad han provenido no s6lode grupos, en particular los movimientos feministas, {ue lo consideraban fratode una posicién consorvadora y no Politica de los terapeutas sistémicos, sino sobre todo del sur. imionto, a mediadas de la década de 1980, del construct ‘vismo y de In cibernética de orden seyrundo que, al cuestio- nar Ia separacisn entre obworvador y observado, han hecho insostenible este concepto, ya que toda deweripcién del ob- servador esti «contaminadas por sus prejuieioa y sus Leo as, Cecchin (1887), en su revisién del concepto de neutrali- dad, propone el de -curiosidad-, Uérmino que ha tenido un (ito notable: a sor verdad «Bl término neutralidad fue inicialmente vtilizado para ex presar Ia voluntad de no asumir conscientemente ninguna Posieién como mas correcta que otra, En este sentido, In ‘eutralidad ha servido para orientar al torapouta hacia uns ‘pistemelogia sistémica (..) Afin de no caer en la trampa {de la simplificacisn exeesiva del eoneepto do neutralidal ‘propongo describirla como una posicion de curiosidad en la mente del terapeuta. La curiosidad lleva a experimentar ¢ inventar puntos devista y poviciones altornativas, [estas] ‘asa vez generan curiosidad, En este estilo recursive, nes tralidad y cariosidad se contextualizan reeiprocamente, en el intento de producir diferencias, con un no-acatamiento conconitante a ninguna posicién particular» (pag. 30) Puntos de referencia para la hipotesis det terapeuta ‘A menudo nos sucede quo, en el curso de los seminarios 0 workshops, debemos responder a los colegas que nos pre fguntan en qué elementos nos bassunos para construit las bi- ptesisy Ins intervenciones, Obviamente nos basamos en la {eoria adoptada, en las experiencias clinicas del pasado y en las experieneias personales, que pueden tener cierto grado de coincidencia con la situncién del momenta, Pero esta no 28 todo, Aqus deseribiremos algunos puntos de referencia co: ‘munes que, en nuestra opinién, representan las coondena das de las que nos servimos para dar un sentido a los ele ‘mentos tedricos y experienciales antes mencionados y 6o- nectarlos entre 1, Tiempo. El tiempo, junto con el espacio, es una de Tas primeras distinciones que hace el terapeuta al organizar us experiencias, las del cliente y las del proceso terapeuti- co, Se puede afirmar que es imposible hacer deseripciones ‘que no requieran el uso de pardmetros espacio-temporales. ‘Homas dedieado un gran esfuerzo ainvestigar la importan- ‘ia del tiempo en las relaciones humanas (Boscolo y Ber- ‘rando, 1993), Nos hemes ocupado de los stiempos del tiem: ‘por. es decir, de las diversas elases de tiempo —individua. Tes, familiares, sociales y eulturales— y de su correlacion y coevolucin en el desarrollo «normale y patolégico. Hemos escripto ampliamente ome para un desarrollo arménico se novesite una coordinacién de los tiempos internoa y ex temnos, de los tiempos del individuo con los tiempos de las peruonae aignifiestivaa con Ins cuales eat en relacién ¥ con {oe tiempos sociales, como suede, por ejemplo, en el trabajo yen la vida en comin. ‘La pérdida de coordinacién, o gea de armenta, entre los diferentes tiempos conduce al suftimientoy a la spatologiam Basta pensar en la ne coordinacién de los tiempos celulares entre las celwlas eancerosas y las células sanas con las que fentran en contacto; en l roiraso 0 la detencién del tiempo tevolutivo individual en una joven anoréxica o.en un psicsti- ‘co que pierde la eoordinacign con el tiempo de los otras aig FReativos, como los miombroa de la familia o sua coetancos: fen Ia dificultad de coordinar los tempos sociales y del traba- Jo. Charlee Chaplin, en la pelicula Tiempos modernos, de ‘mostré brillantemente que los Hempos de trabajo rapidos ¥ ‘mecdnicos en una cadena de montaje pueden conducir & tuna pérdida de coordinacign entre las empos de Tos opera: ‘ios ylos de la méquine, con los cansiguientes efectos catas ‘roficos. En la terapia familias, ex posible observar una falta de coordinacién debida # un mito que tiene sua rafces en el “Aveeno individ pares setardars, asta gar 4 on bl etc toca nr can dln vera ol a uae a6 ‘pasado histérico del grupo familiar, al que algunos miem- bros se adecuan, mientras otros entran en conexién con los tiempos de la sociedad. Al respecto véanse los casos de Luciano M., prisionero del mito de un padre inasequible y ‘aurente, y de Daniela Z., bloqueada por un mito que la pro- ‘yeetaba como vicemadre de por vida ‘En nuestra investigacion, tratamos de compronder si el hhorizonte temporal del cliente esta divigide hacia el pesado (como en la doprosién), si se ha fjado exclusivamente en el tiempo presente o esta abjerto al pasado y al futuro. Por ejemplo, a veces el tempo de un eliente puede estar orcindi Ge, como en la psicosis(véase el caso de Wendy BB), 0 pred minantemente fijado en sueesos traumaticos dol pasado, come en las neurosis postraumaticas, o como coneecuencia Ge Ia ausencia de figuras signficativas (duclos no elabora: {4es) o, Finalmente, courdinado con el de los miembros dala familia de origen mas que con la familia actual. A menudo estas situaciones estan conectadas con una dificaltad des paracién eindividuacion, y de adquisicion de una identidad flida. El tiempo de estos clientes pierde coordinacion con Joe tiempos evolutivos del rosto dela familia y de los cock rneos, con las previsibles consecueneias negativas. ‘Dos puntos de referencia importantes para el terapeuta, son el tiempo sinerénicoy el tiompe diacranico, es decir, Is loracisn de las momentos de una historia en rel ‘su desarrollo total Es como detenerse en un solo fotograma (Gincronia) en relacion com la totalidad de una pelieula cine ‘atoggifica, Con frecuencia, euando exploramos la vida de un liente nas detenemos de pronto en un determinado mo- ‘mento (tiempo sinerénico),relacionado por ejemplo con la historia de la familia 0 con In evolucién de la relucién tera: péutica (Viempo diaerénico), y vieeversa. En otras palabras, el terapeuta puede avanzar y retroceder en ol tiempo can: fo investiga a historia del cliente o analiza Ia relacion tera= éutiea, detoniéndese (como i utilizara un 200mm) en aconte- imientos osignificados particulares del pusndo, ol presente el futuro, coneetandoles en la conatruceién de una hipcte- 'is ode una intervencién. En les ensoe elinicos de la Seguin dda parto se dan diversos ejemplos de este proceso, 2. Bspacio. Proximidad y distancia son dos metéforas cespaciales que atraen nuesira atencién durante el trabajo ar terapéutico, Ante todo, podemos distingsir un espacio inter ho, personal, que puede variar enormemente en nuestras fantasias y en nuestro mundo imaginario, pero también puede ser restringido, como en los eagos de personas rigidas fom trastornos abseaivo-compulsives 0 en los estads de an- siodad erdniea. [Liege estan loa capacios relacionales dentro de los qua las personas se mueven estos pueden presentar grandes variaciones, Hay personas que tienden a permanecer afe- Tradas al dinbito de la familia de origen (por ejemplo, mu- ‘chos psieéticos) ode la familia actual (por gjomplo, las pare- Jas simbistiens), 0 a tno de loa grupos de portenencia (por ‘Giemplo, los toxicodependientes que a menudo se anen aun. tgrupo de coctaneos que comparten hdbites y rituales). ¥ hay personas inmersas en cedea relacionales maa extensas (en fontacto continuo con Ia fara, los amigos, los eomparieros ‘de trabajo, ate.). Los casos extremos pueden ser, por una parte, Teresa 5. y Olga M, y por la otra, Bruno K. ‘En el curso dela terapia se exploran, através dolas coor denadas temporales y eapaciales, los espacios internos y las telaciones con los sistemas significatives del eliente: familia {Go origen, familia extensa, trabajo, caetaness, y asi sucest ‘vamonte, Bn realidad, hay una relacin particular entre es pacialidad y apego. Una persona puede conocer a muchas biras pero tener eon ella vincwlos superfiiales la smuche dumbre solitariae de Riesinan); por cjamplo, un cliente pue- de afirmar que tiene muchos canocides pero que se siente ‘solo: los otros eatin en rlacion entre sf pero no con él En los {casos extremas (el niio autista), la persona permanece sola ‘onsigo misma; el espacio se restringe hasta tal punto que festa confinada en st espacio interno. En la dinamica de Giertos suicidios juveniles podemos entrever que el espacio dle vida de In persona ae ha redueido hasta un punto tal que ‘se sionte sofoeada y no ve ninguna via de escape. ‘En el caso del clfente, nos interesamos on su relaciGn con cl espacio que lo roden y en particular en las distancias 0 proximidades, es decir, en sus compromisos emotivosy afee- Eivos con las personas y Ins cosas, A menude hacemos pre- tGuntas sobre el grado de proximidad o distancia afectiva de Ins personas signifiativas con quienes el cliente esta en re- lacion y, coherentemente con wna perspectiva diacrénica, también exploramos las variaciones de los compromisos 128 afectivos en el tiempo. Cabe deatacar que el espacio relacio- ‘hal puede variar notablemente con la aparicién de los sinto. ‘mas: por ejemplo, una relacién fobica con una persona o am biente particular puede reducir radicalmente el espacto dis. ponible del aujeto, asi como la fobia frecuente a ereeer 0 ad uirir autonomia reduce la posibilidad de expandirse en el ‘espacio y en el tiempo.® "Hay personas que se comportan como ol oso liberado dol zoolégico: siguen moviéndose del mismo modo dentro del imo espacio, sin separarse de la sjaula~ de la familia de frigen, aun cuando tengan la ocasién y la posibilidad mate Tal de omaneiparse, Ayudar a nuestros clientea a superar ‘sus angustias y miedos es ayudarlos «liberarse de las limi taciones que les impiden tomar posesién de su eepacio ¥ {ur ibremente eon el tiempo. Si, como por lo general se 02 tiene, la -salud> esta asociada a a flexibilidad, podemos de cirque uno de los objetivos de la Lorapia ex ayudar al cliente ‘ liberarse dle loa vinculos espacie-temporalas quo coartan Su vida y leimpiden desarrollar sux potoncialidades. Es si nifeativo que ineluso Freud haya atribuido al tratamiento palonanalition el objetivo de liberar al paciente de la rgidez Se los sintomas neurdtieos coneetada con la -compulaign repeticidns 28. Apego. El hombre es un ser social, que tiene necesidad {del Otro. Esta condicién es también esencial en muchas tras especies animales. Nos vienen a la memoria las obser~ ‘vaciones ce Harlow (1961) sobre la crianza de mones recién, ‘hacidos, confinados en una jaula con una «madres de trapo sus experimentos demostraron que un déficit de afecto tania efectos devastadores sobre los futuros comportamien- tos de los monos. El afeeto es fundamental en la vida de U- doe. Cada uno de nosotros vive relaciones de proximidad y de distancia afectivas con las personas significativas, en [particular con eu familia de omigen y con Is adquirida, con Toe amigos y los objetos del mundo eireundante. La teoria del vineulo afectivo de Bowlby (1972, 1973, 1980) ha desta ‘cade la importancia de Ins experienciaa precoces de-apego y ene denice miedo bern puede condor una perrone = un alta nsano un torapeatalo san publ, Ta Sadar 129 érdida en las relaciones humanas, Los diferentes tipos de pego entre madre e hij, por ejemplo el apego seguro, an- ‘oe, ansoso-elusivo, eadtico (Holmes, 1992), tienen efectos {importantes en el desarrallo de los lazosafectivos en ol futu- +, y su conocimaiento por parte del terapeuta es particular. ‘mente util sobre too en la terapia con psicstices (Doane y Diamond, 1994) ‘Estignificativo que el modelo epigonético della vida rela- ional propuesto por Wynne (1984) ponga el apego reeiproco ena base dela posibilidad de establecer relaciones familia- ree y evolucionar hacia la intimidad. Segin Wynne, en au ‘sencia de un buen apego bésico, o en presencia de carencias raves, se presentardn gerias dificultades en los nivelesepigencticamente mas altos de la vida de relacién, fe decir, en la comunicacién (el intereambio cognitive ¥ ffetivo de las experiencias), la solucién compartida de los problemas yla mutualidad. “También hay que tener en euenta que, pantas de proximidad y distancia emotivo-a Zacterzanlavelacién del cliente consigo mismo y con los sis- temas externos (humanos y no humanos) de referencia, al terapeuta debe prestar particular atencion alas pautas que loconectan al cliente, 4. Partonencia. Una forma particular de apego, definible come pertenencia, se desarrella en el tiempo eon la evolu ‘én del individuo'y de laa relaciones que mantiene.con per- ‘smas y grupos de personas significativas: la madre, la fami- 4a, le escuela los amigos, la nacién. El lugar donde nace el sentida de pertenencia es la familia, que tiene una impor- tancia decisiva en el desarrolio de esta caracteristica. Una determinada familia puede facilitar el desarrollo de un ‘equilibrado sontido de pertenencia en sus miembros, con- ‘tibuyendo al desarrollo de tina buena identidad y autoesti- 1a, mientras que otra familia puede hacer surgir dudas 0, ‘nda in, dlemas relacionalea peligrosos, como: »¢Soy acep lado no soy neeptado en la familia? (Mi madre me ha de- noo no? ;Me quieren mas a mao a mi hermana? {Estoy ‘Yerdaderamente contento de mi mismo, onolo estoy?»,y ast sucesivamente, Estos dilemas pueden desembocar en gra- ves estados de ansiedad, insouridad y baja autoestima, En, ‘ste sentido, el psiedtico es precisamente el individue que 180 nunca esté seguro de su pertenencia, y esta inseguridad puode desarrellar uns gran necesidad de controlar laa dis- Eancias del otro, hasta el punto de encerrarse en su castillo futista, levantando una barrera infranqueable entre ly ol tro, o bien tratando de establecer una dependencia inti fenda y total de tipo simbistico, eomunmente con un mien bro de la fazniia “Eleentido de pertonencia adquirido en la familia Wega a ser més tarde pertenencia al grupo de coetneos, ala escue- Ja, la cultura, ala patria. Bn defensa dela pertenencia ala propia etnia, 22 pueden desencadenar graves conflictos lo- ales y gonerales, como las guerras (un ejomplo es la guerra ‘vil en la ex Yugoslavia). Otros problemas menos graves, ‘pero A menudo de importancia clinica, se desarrollan en los ‘Sanos de emigrador de la primera generacion, que se ven ‘Obligadoe a vivir en dos eulturas @ menudo disfniles, que ‘ponen a dura prucba la fidelidad loyalty) hacia los progeni- fores y hacia el pats huésped. Un conflicto de pertenencia otorio es elque surge al omienzo de un matrimonio con re- farencia a la propia familia de origen y al conyruge. Las dif cultades para controlar este conflict tienen el efecto de Ie- ‘nar los consultorias de los terapeutas individuales, de pare- jay de familia, con clientes que en cierto sentido buscan un ‘equilibrio entre las necesidades de pertenencia a la fara ecorigen,a la nueva familia y a s{ mismos. En este sentido, los modelos de referencia culturales tienen una importancia deziiva en la creacion (y golucién) de estos conflictas. Cuan ol modelo patriarcal dela familia entré en crisis durante Ja posguerra —especialmente despues de la revoluecion fe- ‘inista, ol uso de anticoneeptivos y el trabajo de la mujer Fiera del hogar, ademie de otros factores de invportancia so cioldgica—, comenzé a surgir la figura del single, de la per- ‘sana auténoma: se trataba sobre todo de mujeres que deset- brian la Hbertad de pertenecerse a s{mismas y no élo ala familia. Hey el pancrama cultural ofreco muchos més mo: delos que en el pasado sobre oémo vivir juntos y, si por un lado esto es vivide de modo positive y iberador por muchas personas, para otras esta libertad de eleccion es paraddiica ‘mente paralizante y crea ansiedad, sentimiento de culpa e {ncapacidad para resolver los dilemas de la perteneneia. Es ‘te euadro pluridimensional (del individuo & la pareja, a la familia y a la cultura de pertenencia) es el euadro do ree as rencia del terapouta on aus tentativas de scomprender> los omportamientos, Ins emociones, los problemas y las elec. eiones del cliente. Dado que la eapacidad de atencién es puntual, el terapeuta se concentrard cada vez sobredifere {tas puntos del macrosistoma del cual e cliente forma parte or ejemplo, en la consulta con Daniela Z, surgié clara ‘mente un problema de pertenencia, que afects ala eiente, a ssushermanas y ala terapeuta en el momento en que Danie- Tn comenz6 a adquirir autonomia. Las hermanas, que al principio se habjan manifestado en favor de la terapia,co- ‘menzaron a oponeree ¥ a gjercor presion para que Daniela Ininterrumpiose. Esto le eres a Daniela un doloroso conflic- to de lealtad en relacién con sus hermanas y la terapeuta, quien, despues de la consulta, se habia pronunciade en favor dea continuacién de la terapia, Esto ejemplo es para- digmatico de laa terapias en que, después de un mejora ‘miento significative del clienta o de un apego excesiva (se- {in los fasniliares) al terapeuta, se rompe el equilibrio fa Inillar con la aparicign de pedidos deinterrapeisn dela vela- clon terapéatien ocon intentos de sabotaje dela terapia mas ‘0 menos notorios por parte dela familia. En este sentido, es ‘oportuno que el terapeuta preste atencidn « las senales de ‘abego ¥ de pertenencia provenientes del elionte e, indirecta- mente, de las personas significaivas con las cuales est en relacién, para evitar oscilaciones y tensiones peligrosas que ppuedan crear una impasse on la terapia o, en la peor de las hipotesis, comprometer la terapia, 5. Poder. Bn Ia década de 1880, ol movimiento feminista adquirié cada ver més influencia o importancia en Ia ter pia familinr, hasta el punto de dar origen en los Estados Unidos a un tipo de torapia denominada procisamente ste rapia feministas, Este movimiento ha tenido wn efecto 8 Iudable e importante al atraer la atencicn sobre los proble- mas de la desigualdad debida a las diferencias sexuales Gender) y aloe conflictos rocales, como en los procesos de diseriminacién de las minorias de todo tipo. Fue el problema del poder el que suscté las erticas més severas dirigidas contra el modelo sistémico de inepiracion batesoniana, planteadas por los movimientos feministas y por los operadores que se ocupaban de los abusos fisicos y ‘Sexuales infligidos a mujeres y menores. En efecto, el mode- ase Jo sistémico utilizado on la torapia de la familia fue tildado de «juatifeacionista-, en el sontide de que el terapeuta co nectaba los eomportamientor de la vielima y el agresor do acuerdo con Ia causalidad circular, que los eolocaba en el rlsmo nivel. Bl reconocimionto de la desigualdad o, mejor Gicho, del diferente grado de poder, entre la vietima y el ‘agresor, introdujo una nueva perspectiva, que puso en crisis Inhipstesia oexplicacién sistémics, sgrin la cual la victina yyel agresor co-crenban Ia relacion de violencia. Bateson consideraba la idea de poder como un error epis- temologico y, aeorde con una visin cireular-causal, ereia que ningun individuo podia ejorcer unilateralments el po- der sobre otra persona. Paul Dell (1986), al intorvenir en la disputa entre los operadores sistémicos y sus eriticos sobre 1 problema del poder, introdujo Ia distinein entre Ia ex: plicacin sistémica, que conecta los elementos de an sisto- ‘ma como si estuvieran on ol mismo plano, y la experiencia del abuso fisico y sexual, que implica una desigualdadl entre tlagresor yla vietima, y porlo tanto una modalidad explica: fava lineal-causal. Elsa Jones (1993) crtiea de modo convincente los efeets que produce la aceptacién irvostrieta, no sao de la idea ba- tesoniana do que no es posible ejereer unilateralmento el poder, sino también de la idea maturaniana de la imposibi- Fided de una intoraccion instractiva, que on eierto sentido niogn la posibilidad do ejercor directamenta cl poder sobre Seria absurdo ( ..) sugerir que la vietime es responsable por las acciones del torturador,o que tiene gual responsabi- lidad y poder ( ..) y que ol torturador puede ser deseripto ‘como la vietima de las vietimas, Ex evidente que estas no tionen la misma posibilided de eleccion (..) El torturador tiene més posibilidad de elegir y de influir y mas poder (eg. 144), Cuando el problema del poder que, como eseribié Dell (1986), habia sido sbarrido bajo la alfombra> por los tera- ‘poutas de inspiracién batesoniana, pasé a seupar el centro de Ia eseona, un autor, Michel Foucault, se impuso a causa ‘de la importancia que atributa al poder en el eonocimienta y fen las relaciones humanas. Seysin el filésofo france, cone: a3 cimiento y poder eatin fntimemente relacionados; su ac- titud hacia el poder es central, en el sentido de que se puede sjercer en una forma negativa deconstriccién ocnerci6n, pe- rotambien en una forma positiva, de creacidn y produccin. Un inetrumentaofrecido por Foucault es el del anélisis y de construceidn del diseurso, que permite discernir esmo alg nas ideas, aciones o narraciones pueden legar a ver domi hhantes a expensae de otras que devienen secundarias 0 ‘marginales, Este aspect es importante porque permite al ‘erapeuta,en su dialogo interno, llegar aestar conscientede nfluencia al decidir...) qué narrativa puede Hlegar 8 ser dominante y, en segunde lugar, reconocer que él mismo, como sua elientea, est organizadoe inevitablemente influi- ddopor Ine narrativaa dominantes de las estructuras sociales fen las cuales viven todos» (Jones, 1998, pig. 199). La mayor sensibilidad hacia el poder permite al terapeu- ta explorar mas profindamente eu presencia y aus efectoa en larelacién terapéutiea en les relaciones de cliente con tus sistemas signifeativos, Laa hipétesia eobre la transmi- tion, a través de las generaciones, de Ia actitud de los dife- ‘entes miembros de Is familia hacia et poder pueden ser es- larecedoras y aportarinformaciones importantes al cliente yal terapeuta, En cuanto & la relacién entre poder y responssbilidad, Pruggeri (1982) afirma que: 4 ..)el problema para un terapeuta no e3 el de tener dema- iad poder ni el de sucumbir al poder. Mas bien, el terapeu- ta deboria agumir sus responsabilidades por su poder de ‘construir vinculos dentro del dominio relacional social (...) ‘Ast como el poder no esté unilateralmente determinado, tampoco lo estan el jgualitariamo y el respeto por loa otros. [Estos son el resultado de un procaso interactive, en el cual son necesarios tanto el ofrecimiento del respeto como la ‘aceptacién /reconccimiento de eae ofrecimientos (pag. 47) 6. Género, La sitima variable —naturalmente no en el sentido de la importancia— ala cual hemos prestado aten- ‘ign en fecha mds reciente es la relativa al genera (gender), fs decir, alos roles masculine y femenine, En ciertos aspec- tos el género eat conestade al problema del poder (véas0 st pra), pero, sobre todo, a la identidad personal. No sélo una 134 situacién adquiere un aspecto y caractoristicas diferentes ‘erin sea considerada desde un punto de vista maseulino o {femenino, sino también —como se ha evidenciado particu. Inrmente en el pensamiento feminista— Ia evolucién de los roles relacionacdes con ol sexo puede producirae armonios ‘mente y conducir al desarrollo de una identidad sdlida y ‘obien provocar conflicts insuperables con £6- bre a autoestima y eonducir al desarrollo de Significativos trastornos personales y relacionales. Es importante que el terapeuta esté consciente de sus prejuicios y la del liente en relacién con la identidad ser ual, por cuanto ellos tendran un rol 2 veces crucial en el ‘proceso terapéutico. Pueden surgir problemas de senamora: Inlentos, competieién, dependencia, weduccién, hostlidad, fte,, que eventualmente deberan ser enfrentados. En esta tara, el terapeuta podré ser asistido por el supervisor y el ‘equipo terapéutico, que cominmente incluye a eolegas de ‘ambos sexos,y que por lo tanto podré obeervar y experimen tar aquello que sucede en la terapia a través de una lente fe menina o masculina. Reiteradamente hemos obervado que, en los eases en que el terapeuta, después de la sesidn, invita a uno o més miembros del equipo torapéutico para {que Te comuniquen su punto de vista al cliente, en general lene mayor impacto el punto de vista de la colega o del cole- {ga do sexo diferente al del terapeuta, Preguntas eireulares Elconcepto de -proguntas circularess se ha confindido a ‘menudo on el eoncepto de circularidad antes expuesto, Las preguntas circulares fueron iniclalmente definidas de este ‘modo porque, en el contexto de la terapin familiar, el tera: puta hacfa preguntas por taro a los diferentes miembros {Ge Ia familia sobre las conduetas de dos 0 més de los otros miembros. De esta manera, el terapeuta trataba de eon truir un mapa de la familia como red de relaciones interco- nectadas (tanto entre las ideas ¥ las emociones como entre los comportamientos),yel modo més efieaz de erear un ma pba semejante parecia ser el de formular preguntas que pi fieran mostrar diferenciaa. Estas preguntas ae crearon pr ra obtener informaciones mas que datos: efectivamente, 135 Bateson sostenia que una informacién es suna diferencia que hace una diferencian, es decir, una relacion, y en exo 8° distingue de un dato Para profundizar mas en ol proceso, podemos decir que Ja informacién obtenida con las preguntas cireulares os re- ccursiva: tanto los clientes como el ternpeuta —-a través de Jas proguntas— cambian constantemente su comprension sobre la base de la informacion offecida por los atros. Las preguntas cireularee informan respecto de las diferencias, las nuevas conexiones entre las ideas, significados y com” rportamiontos. Estas nuevas correlaciones pueden contri- buir a cambiar la epistemologta, o bien las premisas per- ‘sonales, las tesis inconscientes (Bateson, 1972) de los dife- rentos miembros do Ia familia. Las proguntas crculares £6 convierton asi en una intervenciOn, quia Ia maa impartan- tw para el terapeuta sistémico. ‘Las preguntas circulares se propusicron por primera vez en el articulo -Ipotizzazione, cireolarita, neutralita-, en el cual se describfan también algunos tipos de preguntas par ‘mente titles para detectar diferencias en el curso de 16a terapéutica: las preguntas triédicas, en las que so pedia a una persona que comentara la relacién entre otros os miembros dela familia (por ejample: «;Qué hace su ma Fido cuando su hij la eritiea?); las preguntas sobre las dife- reneiaa en el comportamiento do dos © mis personas, mis ‘que sobre la calidad intrinseca de exas personas (por eer plo: _Quién acude mas en su ayuda euancdo esta triste, su madre osu padre?.); las preguntas sobre cambios en el com: portamiento antes o despues de un acontecimiento especi feo (por ejemplo: «Su hermana dejé de comer antes 0 des pués de la muerte de la abuela?.); las preguntas sobre cit- ‘unstancias hipotsticas (por gjemplo: Qué harian ustedes ‘si sus padres se separaran?-), finalmente, opiniones de los ‘miembros de Ia familia respecto de un comportamiento oin teraccién particular (por ejemplo: ~{Quién logra mas fil ‘monte aplacar el mal humor de la madre?) Con el tiempo, las preguntas circulares han sido reeono- cidas (y también utilizadas) por muchos colegas que seins piran en teorias diferentes como un instrumentoefieaz para {ntrodueir diferencias y crear conexiones en la mente de los 136 Sheila MeN considera que las preguntas circulates son el prototipo de la técnien terapéutiea cone truccionista, por cuanto contribuyen a favorecer (a crear) tuna multiplicidad de puntos de vista ‘La nocidn de proguntas circulares introducida por el grupo de Milan e2 un ejemplo de terapia construccionista social, Las proguntas circulares ae construyen sobre In idea del Tenguaje relacional (...) Las descripeiones multiples que sungen on el proceso de las preguntas cireslares proporcio- nan las fuentes para nuevas conexiones (relaciones). Loo “datos” recogidos con este método de plantear progantas se convierten répidamente en jnformaciones sobre conexiones entre personas, ideas, elaciones y tiempo. De esta maners, ‘en esto contexts surgen informaciones sabre a pattas ¥ el proceso (no sobre los productos 0 resultados) “Dado que las preguntas eirculares no abligan al indivi- ‘duo sostenor su propia versién del mundo Gneluso la priv. legiada, profesional o psicologiea), permiten una separacion respecte de Ins historias o de Ia ligiea que las personas sue- Ten vivir o actunr cotidianamente, Proporeionan uiia ajer- tura hacia descripciones alternativas que a menudo com pprenden las opiniones multiples que antes entraban en competencia en el discurso» (pigs. 196-6) Las proguntas circularee han sido abjato de estudio por parte de diversos autores, entre ellos Hoffman (1981), Penn (1982, 1985), Tom (1984, 1985, 1987a, b, 1988), Deissler (2986), Flesridas y sus colaboradores (1986), Borwick (1990), Viaro y Leonardi (1980). Nos referiremos brevemen- ‘te. algunos resultados de estos estudios, ‘Karl Tomm, uno de los primeros y més importantes ‘etudiosos de Ins preguntas eireulares, las ha agrupado en ‘varias categorias segin sus objetivos y sus caracteristcas Aqui nos limitaremos a la primera distineién de Tomm ‘quien, tomando en consideracién In intoncionalidad del te apeuia al plantear Ia pregunta, las ha dividido en pregun- tas circulares informativas y preguntas circulares reflexi- ‘vas. Las primeras tienen sabre todo ol objetive de recoger in- formaciones; las segundas, el de suseitar cambios (estos ab- Jetivas no son mutuamente excluyentes, y las preguntas a ‘menudo tienen un eardetor mixta) La distincidn entre pre- 131 ‘muntas informativas y reflexvas 9e basa no tanto en Ia for ‘rulacién como en el momento en que ee plantean en el fim- {ng del dislogo: una misiaa pregunta, de acuerdo con et mo- ‘mento en que se formula, puede asurir un cardcter infor- ‘mativo oreflexivo (Tomm, 1985, 1988). “Entre los otros autores, Viaro y Leonarti (1990), un ter. peuta y un ingbista, han offecido una interesante lectura Se las proguntas crcalares (y de otros aspectos del dilogo ‘terapéutico) en los terminos de la teorfa conversacional Seguin esta teoria, la sesion terapéutica es un tipo particu- larde conversacién y, como tal, esta sometida a todas las re glas bésicas de la canversacién, a las cuales se agregan al unas otras propias del ambito terapéutica® En este capi- fulo daremos eierta relovancia a las lecturas ofrecidas por feos doe autores, por eunnto proporcionan una perspectiva diferente, mas bien interesante, sobre el dilogo terapéuti- co, Todos los autores citados hasta ahora (ineluidos naso- ‘troe) consideran alas preguntas cireularea,y alos otros ele- smentos del didlogo, deade el punto de vista del torapeuta, dando por lo tanto una deseripefén que pone en primer pi ‘no aus intenciones (esto es particularmente evidente en Karl Tomm). En cambio, Viaro y Leonardi ofrecen una lec- tura textual de la interaccin linguistien, Ellos hacen I lectura sdesde el exterior lo cual permite ver los efectos de los actos lingistions (Austin, 1962) del terapesta yelelien: te de un modo no influide por las intenciones (y prejuicies) del terapeuta. in este sentido, una primera distincién delas preguntas de a entrevista cireular es entre preguntas de alternations Finitas «2A quién siente mas cercano, au padre oa su ma- hharia su mujer si debiera divoreiarse?.) y preguntas s{/n0, ‘que admiten una simple respuesta afirmativa o negativa “Algunas preguntas circulares requieren del interlocutor declaraciones,o sa, dar referencias sobre hechos concreto tras requieren a‘ribuciones, es decir, atribuir actitudes 0 festados de dnimo a un tereero, Mientras que las preguntas {del primer tipo (por ejemplo: «zQué hace eu madre cuando su padre la molesta?.) so ocupan de comportamientos, las tor orate 138 a {el seyundo tipo (por ejomple: «Segrin usted, jesino se siente ‘94 madre cuando su padre la molesta?») entran decidida- mente en el juego de los significados. ‘Estas distinciones son en cierto sentido similares a las aque hacia el primer autor ya a fines de la década de 1970, deepuée de huber abandonado la teorfa de Ia enja negra. A Jas preguntas que solian formularse, basadas en la descrip- cion de eomportamientos x,@ué hace su marido cuando s hija se niega a comer?.), se agregaron otros dos tipos: Qué ‘experimenta #4 marido cuando su hija se niega a comer?»,y “UQué explicacin da su maride del hecho de que su hija se jlegue a comer’. En estos tres tipos de preguntas se pue- den advertir lo tres niveles de la comunieacion humana: deseripcin, experiencia, explicacién. Es evidente que el de estos niveles en las preguntas eirculares abre ampli perspectivas en la conexién de los hechos, Ins emociones los significados, que enriquocen la wvision del mundo- det lente, ayudandolo a salir de Ia rigides de la que ha llegado ‘ser un prisionero, ‘De cualquier modo, sea que se refieran a hechos 0 a vi veneias, las preguntas de la entrevista circular en general apuntan a obtener detalles precisos, sin contentarse con las informaciones genérioas,A la preyuta: gQuicn es mais fo- fen su familia? sequird, por ejomplo, la respuasta: «Mi iujer-. Ante esta respucsta, el terapeuta hard otras pr guntas, como: «Segin usted, {por qué su mujeres la mas fe liz? ;Cémo lo demuestra? {Me puede relatar alin episodio ‘que demuestre que es la mae feliz, y ast sucesivamente, Como es ficl observar, la primera pregunta es una pre- ‘gunta/tema, por ewanto introduce un tema bisieo (elie ‘dad infelicidad) a través de la palabra clave sflizs, «nme: ddiatamente inserta el tema en una gradacién de diferen- ‘ins: se puede experimentar felicidad en mayor omenor me dida que los demas, y e2 un estado que depende de los de. ‘mas. A las preguntas/tema les siguen otras que tientien ‘obtener mayor precisin y permiten al terapeuta definir ca dda vez més ¢l tema einsertarloen el juego de las relaciones, ‘Otro tipo de preguntas, a Ins cuales recurrimos oon fre ccuencia por la eficacia con que actian sobre los vinculos de~ terministaa de las historine que los clientes aportan, son las preguntas hipotetieas sobre el pasado, el presente el fats ro, Bl cliente que busca nuestra ayuda tiene a menudo una 139 vision lineal-causal, es decir, determinista, del tiempo y de ‘88 propia historia. Los hechos o relaciones negativos trav ‘maticos de su pasado se consideran la eausa del presente ‘precario y problematic, y la expectativa ex que también in- Ruirsn de manera negativa en el faturo. Obviamente, si también los terapeutas tavieran esta vision determinista de In historia no podrian ar tiles. Nosotros croenios que el pasado, el presente y el futuro estan conectados recursiva- mente que por lo tanto, ampliando el contextode las histo- ‘as del pasado, de Ia realidads presente y de Ins expecta- tivas respocto del futuro —y especialmente utilizando las preguntas hipotéticns— es posible poner en crisis ls vincu- loa deterministas que tornan rigida la historia del cliente, coarian aus pensamientos y emociones, ylimitan su liber tad (véase Boscolo y Bertrando, 1989). Las preguntas circulares en la terapia individual: la presentificacisn del tercero Homos profundizado bastante en ol tema de las pregun: tas cireulares, que han sido y son todavia uno de los instru ‘mentos mas importantes (sino el mas importante) en late rapia yla consulta,” Quizss hayan sido la contribucicn mas relevante del grupo de Milan y han tenide una notable ro pereusion, ‘Obviamente, el terapeuta no utiliza sélo preguntas circulares; tambign ae vale de silencioe, eonidos 9 palabras {que expresan duda o asentimiento, afirmaciones, metafo- tas, anéedotas, preguntae simples (Qué tiene para contar- ‘me hoy?+o bient «gsma se siente en este momento?) y pro (guntas diddieas (-gQué conse le ha dado st novia»). Estos {liferentes tipos de locuciones y expresiones se usan con mu ‘cha més frecuencia en las sesiones individuales que en las familiares, En estas ultimas, el terapeuta es mucho mas ae- tivo y compromete a los mierabros do a familia sobre todo a travée de varios tipos de proguntas cireulares, entre las cus Tes las mas frecuentes son las triddicas, Estas tionen el im- portante efecto de poner a eada miembro.de Ia familia en la 7 Bata, unt con lat hits, etiam cin prove incluso an 140 situacién de observador de los comportamientos, las em: tones y los pensamientoa ajenos, que en el tiempo de Ia se sidn se conectan, eontribuyendo a hacer més complejo los ‘mapas individuales y el mapa familiar ‘Aun en una relacién didica, como lo es la de la terapia individual, ve pueden usar con provecho las preguntas ireulares, sobre todo recarriende & In tSenica de In spresen- fificacion del tercero-. En la terapia de la familia las pre~ guntas circulares, especialmente las tridieas, tienen entre btro# efectos ol de poner a cada familiar en la situacidn de sheervador de los pensamientos, eniociones ¥ comporta- tmientos de los otros, creando asi una comunidad de obser- radores, Esto so puede reproducir en la terapia individual, ‘al epresentifcars en la sesién a terceras personas significa. tivas, pertenecientes al mundo externe y al interno (ovo. ‘cea), ereando una «comunidad» que participa en el desarro Ilo de diversos puntos de vista. Entre otros efectos, esta mo- dalidad puede desafiar el egocentrismo del cliente, a quien se pone en la situacion de tener que rellexionar o formular hipstesis sobre los pensamientos y emociones de otras per. sonas y no sélo sobre los propios. ‘La presentifieacién del torcero es una de las téeniens sas interesantes y effences que usamos en la terapia.* Se vale del uso de sn importante faneién de Ine preguntas ‘irculares en la terapia individual, que es lade evocar, para 1 cliente, a las personas significativas de su vida de rela- ‘ida, a fin de ampliar el horizonte espacial, emporal y rela tional dal dislogo. Bsto puede ccurrir de diverses modo: 1. A través de preguntas ciroulares que introducen en el diglogo a personas significativas para el eliente: -cQué opinion expresaria su madre o su amiga sobre lo que usted esta diciendo?>, «{Qué consejo me daria su padre en este ‘momento? «{@ué podria dectle la persona que usted de- fenria que viniera en este momento a consolaria?., Las pre- guntas eireulares tambien pueden ineluir svoces interna “Todos nosotros tenemos nuostras voces internas; ide quien " Diverse ator, entre ell Salven (1083) y Anda (2804), ba ah ne an aided ogunin dati de Sliven, de “tr aa

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