You are on page 1of 7
Novela primera ‘Seor Ceppereloengaia con una fala confesin an sant fale y ‘muer:y, habiendo sido un pésimo hombre en vida, de muero es ‘reputado por santo y llamado san Chapeleto. Convene, queridisimas sefioras, que cuanto el hombre hhace prindipie con el admirable y santo nombre de Aquel que de todos fue hacedor. Por lo cual, debiendo yo el pei ‘mero dar comienzo a nuestro novelar, quiero empezar por uno de sus maravillosos casos para que, oyéndolo, nuestra esperanza en El, como en cosa inmutable, se afiine y siem- pre sea por nosotros alabado su nombre. Es manifesto que las cosas temporales, transitorias y _mortales estén, en sty fuera des, lenas de dolor, angusta y fatiga, y sujetas a infintos peligros: nosotros, que vivimos ‘mezclados con ellasy de elas somos pare, no podiriamas re- sistires ni ponerles remedio si una especial gracia de Dios ‘no nos prestara fuerza y prudencla. Y no abe creer que est aracia desciende sobre nosotros por nuestros mérits, sino movida por Su benignidad e impetrada por quienes fueron 'mortales como nosotros y ahora, siguiendo Su voluntad ‘mientras tuvieron vida, con El son eternos y bienaventura- dos: a los cuales nosotros mismos, no osando presentar ‘uestrasplegarias a tan alto juez, tomamos como interceso- es informados por experiencia de nuestra fragiidad, n las cosas que consideramos oportunas. ¥en esto El se muestra eno de pladosa liberalidad hacia nosotros: pues, no pu- dliendo la agudeza de los ojos morales traspasar el secreto dela divina mente, a veces, engafiados por la opin, pedi- ‘mos intercesién ante Su majesiad a quien ha sido arrojado al eterno destierro; no obstante Ela quien nada se le oculta, ‘mirando més la pureza del orante que a su ignorancia oa destiero del orado,escucha nuestras plegarias como sia‘un bicnaventurado se dirigiesen. La novela que pretendo con- tar lo mostraré con evidenca: con evidenci, digo, no segin cl juicio de Dios, sino et de los hombres. ‘Cuentan que Musciatto Franzesi,riquisimo y gran mer- cader de Francia, fue armado caballero y tuvo que venic a Toscana con Carlos Sin Tirta, hermano del rey de Francia, llamado y sollctado por el papa Bonifacio. Sabedor de que sus negocios, como los dela mayoria de los mercaderes,es- ‘aban muy entedados acé yall, y que no se podian desen- redar alla ligera de inmediato, pensé en encomendarlos a varias personas, y para todos hallé manera; sélo le qued6 tuna duda: a quién podria encargar satistactoriamente de cobrar sus créditos alos borgofieses. La razén de la duda es- taba en saber que los borgofieses son pendencieros, de mala condicion y desleales; no se le venia a las mientes na- die que fuese tan malvado que é pudiese, con confianza, ‘oponerio a la maldad de los otros. Tras haber pensado lar- sgamente sobre el asunto, le vino a la memoria un tal seor Cepperelio de Prato, que muchas veces se hospedaba en su ‘asa de Paris. Como era de baja estatura y muy acicalado, y no sabiendo los franceses qué significaba Cepparello, y cre- vendo que vendria a decir «chapelon,o sea aguimalda» se- ‘iin su romance, porque era pequetio, como decimos, no Chapelo sino Chapeleto le llamaban; y por Chapeleto era conocido en todas partes, mientras que pocos por seor Cep- perello lo conoctan, ra este Chapeleto de esta ralea: siendo notaro, sentia srandisima vergienza cuando uno de sus instrumentos (de Jos pocos que hacia) no era falso; de éstos habria hecho cuantos le pidieran, de regalo y con mejor gana que los de B Ja otra clase bien pagados. Dedlaraba en falso con sumo gusto, se lo pidieran 0 no: y como en Francia daban en aquellos tiempos grandisima fe a los juramentos,y a él no Je importaba hacerlos falsos, ganaba perversamente todos los pleitos alos que le amaban para que jurase decir ver dad por su fe. Tenia ademas mucho placer (y se las ingenia ba mucho) en suscitar entre parientes, amigos y cuales 4uiera otras personas daiios, enemistades y escéndalos: ‘cuantos mayores dafios e seguian, més se alegraba. Invita do a un homicdio o a cualquier acto criminal, de buena ‘gana ia, sin negarse jams; y varias veces hirié y mat6 gus {osamente @ hombres con sus proplas manos. Gran blasfe- rmador era contra Dios y los santos, y mds iracundo que na- die por la minima cosa, Jamés fecuentaba la iglesia y escarmecia todos sus sacramentos, como a cosa vil, con abo= ‘minables palabras; en cambio visltaba y Irecuentaba de ‘buen grado las tabernas y otros lugares deshonestos. ‘Alas mujeres era tan aficionado como los perros al palo; ‘on su contrario se deletaba més que ningtin oto pérfido. Habria hurtado y robado con la tranquilidad de conciencia de un santo varén. Gran glotén y bebedor, tanto que a ve- ‘es le hacia un daio indecente, era redomado jugador de dlados trucados. 2Por qué me extiendo tanto? Bra tal vez el peor hombre que nunca hubiese nacido. Sostuvo su mali- ‘Ga mucho tiempo el poder y la posicién de micer Mus- Gatto, que lo protegié muchas veces de los particulares, @ quienes a menudo injuriaba, y de los tibunales, a los que siempre lo hacia Venido, pues, este seor Cepperello ala memoria de mi- cer Musciato, que conocia éptimamente su vida, pens6 aque eta el hombre que la maldad de les borgotieses reque- Fa; lo mandé llamar y le dijo ast: ~Seor Chapeleto, como sabes, voy a reirarme de aqui y, teniendo entre otras cosas que entenderme con los borgo- feses, hombres lenos de engafo, no sé a quién pueda de- Jar mejor que «i para rescatar de ellos mls bienes. Como ‘hora no estds haciendo nada, si quieres ocuparte de esto te ‘rocuraré el favor dela corte y te daré parce adecuada de lo ‘que me cobres. ‘Seor Chapeleto, que se vela desocupado y mal provisto de bienes mundanos,y vefa marchar a quien su sostén y re- fugio fuera, sin ninguna duda y como empujado por la ne- cesidad se decid, y dijo que con mucho gusto. Puestos de acuerdo, recibié seor Chapeleto los poderes y las cantas de recomendacin del rey y, una ver que micer Muscatto par- 16, march6 61 a Borgofta, donde no lo conoeda casi nadie; y all, cosaajena a su natura, comenz6 a cobrar y hacer man- sy benignamente aquello para lo que habia ido, como si se reservase lair para el final Hospedabase en casa de dos hermanos florentinas que prestaban con usura y que, por amor a micer Musciatto, ‘mucho le honraban, y sucedié que enfermé; los dos herma~ nnos mandaron prestamente venir médicos y criados para ue le srviesen en todo lo necesari para recobrar la salud. Pero toda ayuda era vana, pues el buen hombre, que ya era viejo y habia vivido desordenadamente, seguin decfan los :médicos, empeoraba de dia en dia, como enfermo de muer- te, de lo que los dos hermanos mucho se dolian. Y¥ un dia, muy cerca de la aleoba donde seor Chapeleto yacfa enfermo, comenzaron a razonar entre st: =2Qué haremos con éste? ~decia el uno al otro-, Esta ‘mos por su causa en un mal trance, pues echarlo de nuestra casa tan enfermo seria censurable y signo manifiesto de poco juico, al vr la gente que primero lo habiamos recibido ¥ después hecho servir y culdar con tanta solctud, para ‘ahora echarlo de nuestra casa enfermo de muerte, tan de repente, sin que 61 haya poxido hacer nada que nos dsgus- te. Por otra parte, ha sido tan malvado que no querré conte- sarse ni recbir ningtin sacramento de la Iglesia: , al mort sin confesién, ninguna iglesia querea aceptar su cuerpo y setdartojado a los fosos como un pero ¥, aunque se confe- sara, sus pecados son tantos y tan horrbles que ocurrié algo semejante, pues no habré cura i fraile que lo absuelva: por lo cua, sin absolucién, sera también arrojado a os foros. Si esto ocure, el pueblo de esta tera, tanto por nuestro of cio, que les parece inicuo y del que reniegan todo el dia, como por el deseo que tiene de robarnos, se amotinard y ‘tard: «No aguantamos mas a estos perros lombardos!, a los que la Iglesia no quiere recibirls. ¥ correran a nuestras areas, y acaso no s6lo nos roben la hacienda sino también la Vida; por lo que de cualquier modo estamos en un aprieto, siéste muere, ‘Seor Chapeleto que, como hemos dicho, yacta allt cerca de donde ells hablaban, tenia el ofdo fino, como la mayor sla de los enfermos, y oy6 lo que decian; los mandé Yamar les aio =No quiero que dudéts de mi nl temdis por mi causa re- cibiralgtin dai; he ofdo lo que habéis estado hablando y estoy segurisimo de que sucederia lo que deci, s las cosas ocurtieran como penséis: pero serdn de otra manera. He ‘fendido tanto al Sefior en vida que no importaré mucho una ofensa mis a la hora de la muerte. Daos mafia para tracrme al fraile mas santo y valioso posible, sies que hay alguno, y dejadme hacer, que ya arreglaré yo vuestros asuntos y los mios de tal manera que resulten bien y que- dels contentos Los dos hermanos, aunque no esperaban mucho, fue: zon sin embargo a un convento de frailes y pidieron que uno santo y sabio confesara a un lombardo que estaba en- fermo en su casa; les dieron un anciano fraile de santa y buena vida, gran maestro en las Escrituras y hombre ve~ nerable, por quien todos los ciudadanos sentian grandis 5 stoners tama en Franda enerazande sbusvamente t- dovlstaener dela mitad none dela pins laid onan, % ma y especial devociGn, y se lo levaron consigo. Llegado a la alcoba donde seor Chapeleto yacia, se sent6 a su lado y cempezs primero a confortarlo benignamente; después le pregunté cudnto tiempo hacia que no se habia contesado. Seor Chapeleto, que no se habia confesado nunca, res- pondié: “Padre mio, tengo la costumbre de confesar al menos uuna vez por semana, aunque hay muchas en las que me contfieso mas; la verdad es que, desde que enfermé, que son ‘asi ocho dias, no me he confesado, tanto es mi malestar. Dijo entonces el rae: “Hijo mio, has hecho bien, y as debes hacer en adelan- te. Veo que, pues te confisas tan a menudo, poco trabajo ‘me daré escucharte o preguntarte Dijo seor Chapeleto: Seftor fraile, no digSis eso: aun confesdndome tantas veces y tan a menudo, siempre he querido hacer confesién general de todos ls pecados que recordaba desde el dia en ‘que nadi hasta el de la confesién. Os ruego, pues, mi buen padre, que me preguntéis puntualmente por cada cosa, ‘como sino me hubiera confesado nunca, ¥ 00s detenga el que esté enfermo, que més quiero disgustar estas cares :mias que, regalndolas, hacer algo que pudiera edundar en perdicién de mi alma, recatada por mi Salvador con su pre- cosa sangre. ‘Agradaron mucho estas palabras al santo var6n y pare déronle indicio de una mente bien dspuesta tras encomiat ‘mucho a seor Chapeleto esta prictica suya, le empez6 a preguntar si habia alguna vez pecado de lujuria con una ‘mujer. Alo cual seor Chapeleto respondié suspirando: “Padre mio, me avergitenza decir la verdad en esto, te- :miendo pecar de vanaglova. Dijo el santo frale: “Habla con confianza, que jams se pecb por decir ver- dad, nien la confesién ni en oiro acc, ¥ Dijo entonces seor Chapeleto: =Ya que me dais esa seguridad, os lo dixé: soy tan virgen, ‘como sal del cuezpo de mi madre. Oh! ;Dios te bendiga! -dijo el fraile~ ;Québien has he- ‘cho! ¥, al hacerfo, has tenido més mérito cuanto que, si hu bieras querido, tenias més libertad de hacer lo contrario que nosotros y todeslos que estén constrefidos por alguna regla Después le pregunts si habia desagradado a Dios con el pecado de la gula; suspirando con fuerza, seor Chapeleto respondié que sf, y muchas veces: porque aunque él, amén de los ayunos de Cuaresma que las personas devo- tas hacen durante el afi, solia ayunar a pan y agua tres dias por semana, habia bebido agua con tanto deleite y {gusto como hacen los grandes bebedores de vino, en espe- ‘al cuando se habia cansado mucho rezando o yendo en peregrinacién; y muchas veces habia deseado comer esas ‘ensaladas de hierbas que las mujeres preparan cuando van al campo. y algunas veces le habia gustado més comer de lo que debia gustarle a quien por devocién ayuna, A lo cual el frale dijo: Hijo mio, esos pecados son naturales y bastante leves; ‘no quiero que pesen sobre tu conciencla més de lo preciso. ‘A cualquier hombre, por santisimo que sea, le ocurre que le patece bueno comer tras un largo ayuno, y beber des- pués del cansancio. 10h! -dijo seor Chapeleto-, padre mio, no me digs es0 para consolarme. Bien sabéis que sé que las cosas que se ha- ‘en al servicio de Dios, han de hacerse impiamente y sin ninguna tacha del énimo; quien las hace de otro modo, pec. EL frail dijo, contentisimo: Estoy contento de que aslo entiendas, y mucho me place tu pura y buena conciencia. Pero, dime: ghas pecado de avaricia, deseando mas de lo conveniente o teniendo lo que no debias tener? ‘Alo cual seor Chapeleto dijo: e “Padre mio, no quisiera que sospecharais de mi porque viva en casa de estos usureros; no tengo nada que ver con ellos. Mas ain, habia venido para amonestalos y corregir Jos y apartarlos de esa abominable ganancia: y creo que lo habrfa conseguido si Dios no me hubiera visitado de esta _manera, Habéis de saber que mi padre me de reo, y, cuan- do él muri6, entregué la mayor parte de sus blenes a Dios; y después, para sustentarme y poder ayudar a los pobres de Cristo, he hecho pequefios mercadeos, y he deseado ganar en ellos, y siempre he repartido con los pobres de Dios la mitad de mis gananeias, dedicando mi mitad a mis necesida- des; y en esto me ayud6 tan bien mi Creador que mis nego- clos han ido cada ver mejor “Bien has hecho -dij el frale-, pero gte has airado con frecuencia? 10h! ~dijo seor Chapeleto-, he de reconocer que con ‘mucha frecuencia. ¢Quién podria contenerse, viendo todo l dia alos hombres hacer cosas sucias, sin guardar los man ddamientos de Dios ni temer sus juiios? Muchas veces al dia habria preferido estar muerto que vivo, viendo a los jovenes correr tras las vanidades, viéndolos jurary perjurar, ira las tabernas, no visiar las iglesias, y seguir mas los caminos del ‘mundo que los de Dios Dijo entonees el ral: “Hijo mio, esa ira es buena, y no pod imponerte peni- tenia por ella Pero cno te habré inducido la ira, por casu lidad, a algdin homicidio o a decie vilanias a alguien oa co- ‘meter alguna otra ofensa? ‘Alo que seor Chapeleto respondié: “iAy de mi, sefior! Vos, que parectis hombre de Dios, imo deci estas palabras? ¢Creéis que Dios me hubiera sostenido tanto, de haber yo tendo el minimo pensamiento de hacer ni una de esas cosas? Son propias de sicarios ycr- ‘minales, y siempre que he visto alguno de ellos, he dicho: vere, y que Dios te convieria Dijo entonces el fale: -Dime, pues, hijo mio, y que Dios te bendiga: calguna ‘ver has levantado falso testimonio, o hablado mal de al- uien, o quitado a alguien cosas sn su consentimiento? “Jams, sefior. Aunque si ~respondi6 seor Chapeleto~ {que he hablado mal de alguien; porque tenia un vecino que, con la mayor sinrazén del mundo, no hacfa sino pegar a st ‘mujer, yuna vez hablé mal de él los parientes de la mujer, tan gran piedad senti por la pobrecta, a quien &l, cuando hhabia bebido en exceso,zurraba de lo lindo, Dijo entonces el frail: ~Pues bien, me dies que has sido mercader: engafias- te alguna vez a alguien, como suelen hacer los mercade- A fe mia que s, sefior~djo seor Chapeleto-, pero no sé 4quién era. Habiéndome taido uno unos dineros que me de- bia de un paiio que le habia vendido, los meti en la caja sin contarlos, yal cabo de un mes vi que habia cuatro reales de ms. No volvaverloy, tras conservarlos un afi para devol- vérselos, los entregué para caridades. Dijo el rae: ~Pequetia cosa es:hciste bien al obrar ast. ‘demas de esto le pregunt6 el santo fralle otras muchas cosas, a todas las cuales respondlé de este modo. Cuando 4quiso ya proceder a la absolucién, dijo seor Chapelet: ~Sefor, tengo ain algin pecado que no as he dicho. Pregunt6 el fraile cud, y él dijo: ~Recuerdo que un sébado después de nona mandé a mi caiado barrer la casa, sin guardar a reverencia debida al santo domingo. 10h ~dijo el frail, eve cosa es, hijo mio, “No -dljo seor Chapeleto-, no digdis que es leve, pues hha de honrarse el domingo, porque ese dia resucit6 de la ‘muerte a la vida Nuestro Sefor. Dijo entonces el ral: las hecho algo mis? Si, seior ~espondi6 seor Chapeleto» que una ver, sin. darme cuenta, escupi en la iglesia, lfailese ech a reir y dij: Hijo mio, no es cosa para preocuparse; nosotros, que somos religosos,escupimos todo el da Dijo entonces seor Chapeleto: ~Y hacéis gran vllania, porque nada conviene tener tan limpio como el santo templo, donde se rinde cult a Dios, ¥, en breve, dijo muchas cosas as al final empead a suspirar, y luego alorar, como sabia hacer muy bien cuan- do queria. Dio el sant fail: “Hijo mio, qué tienes? Respondi6 seor Chapeleto: ~iAy de mi, sefior! Me ha quedado un pecado det que rho me confesé nunca, tanta vergiienza me daba; cada vez que lo recuerdo loro como acabiis de ver, y estoy seguro cde que jamés tend Dios misericordia de mi. Dijo entonces el santo frale: Vamos, hijo, qué dices? Aunque todos los pecados ‘cometidos por todos os hombres, © que se han de come- ter mientras el mundo dure, se reunieran en un solo hombre, si &te estuviera arrepentido y contrito como te veo a ti es tanta la benignidad y la misericordia diving que, al confesarls, se los perdonaria liberalmente. Dilo con confianza Dijo entonces seor Chapeleto, sin dejar de lorar mucho: \ de mit, padre mio, el mio es un pecado demasiado grande, y apenas puedo creer, i vuestras plegarias no me ayudan, que Dios me lo perdone nunca, ‘Alo que el raile aio: ~Dilo con confianza, que te prometo rezar a Dios port Scor Chapeleto portiaba y no le deci, y el fraile lo ani- ‘aba a decirlo. Después de haber tenido al fraile un buen rato asien suspenso,llorando, lanz6 un gran suspiro y jo: a “Padre mio, pues me prometéis rogar a Dios por mf, os lo diré. Habéis de saber que, de pequefito, maldije una ver ‘ami madre, dicho esto, reanud6 sus lantos. Dijoel ral: ~iOh, hijo mio! gParécete un pecado tan grande? ;Oht Los hombres blasfeman todo el dia de Dios. y si El perdona de buen grado a quien se arrepiente de haber blasfemado, eqtees que no te perdonard esto? No llores, consulate, que aunque hubieras sido uno de los que la clavaron en a cruz, #lte perdonaria, teniendo la contricién que tienes Dijo entonces seor Chapeleto: ~iAy de mit 2Qué decis, padre mfo? {Mi dulce madre, que me lev6 en su cuerpo nueve meses dia y noche, y me llew6 en brazos mas de cien veces! Hice muy mal al malde- rla, es un pecado demasiado grande; sino rogdis a Dios por mi, no me seré perdonado. viendo elfraile que a seor Chapeleto no le quedaba mis {que decir, le dio la absolucién y lo bendijo, teniéndolo por santisimo vardn, pues creia plenamente todo lo que seor CChapeleto habia dicho. ¢Quién no tba a creerlo, viendo a ‘un hombre en trance de muerte hablar asf? Después, tras todo esto, le dijo: ~Scor Chapeleto, com la ayuda de Dios, pronto sanaréts pero si ocurriese que Dios llamase a Sf vuestra bendita y bien dispuesta alma gos agradaria que vuestro cuerpo fuese enterrado en nuestro convento? Si, sefior; més atin, no quenta estar en otro sito, pues me habéis prometido rogar a Dios por mi, amén de que siempre he sentido especial devoci6n por vuestra orden. Por ello 0s ruego que, en cuanto lleguéisal convento,hagais que venga a mi el veracsimo cuerpo de Cristo, ue por la mafia na consagrdis en el altar. Porque, aunque no sea dligno, quie- ro con vuestra licencia redbirlo, y después la santa y ima ‘uncién, para que, aunque he vivido como pecador, mera al ‘menos como cristiano. El santo varén dijo que mucho le agradaba y que tenia, raz6n; al instante lo mandaria levar. Vas fue. Los dos hermanos, que se temian que seor Chapeleto Jos engaiase, se habian puesto junto a un tabique que se- paraba la aleoba donde seor Chapeleto yacia de otra conti- ‘gua, y ofan y entendian ficilmente lo que seor Chapeleto decia al frail; a veces les daban tantas ganas de rei, oyen- do las cosas que confesaba haber hecho, que casi estalla ban, ya veces decian entre sé: “iQué hombre éste! Nil vejez, nila enfermedad, ni el miedo a la muerte pr6xima, ni siquiera Dios, ante cuyo jui- cio estaré dentro de poco, han podido apartarlo de su mal- dad ni hacer que no quiera morir como ha vivido. Pero, viendo que habia dicho que sia recbir sepultura ‘en a iglesia, nose preocuparon del rest. Poco después seor Chapeleto comul6 y, al empeorar, recibié la exttemaunci6n; muri poco después de visperas, «el mismo dia de la confesién. Los dos hermanos, disponien- do de los dineros que él tenfa para que fuese honorable- _mente sepultado, mandaron recado al convento para que Jos fralles acudiesen por la noche a velaro, segin la cos- ‘tumbre, ya la mafana siguiente a buscar el cuerpo. EI santo fraile que lo habia confesado, enterado de su -nuerte, fue a ver al prior, y, convocando el capitulo, a los frailes reunidos mostré que seor Chapeleto habia sido un santo, segtin habia podido entender por su confesién: y ‘como esperaba que Dios Nuestro Seftor haria muchos mila- 110s por su intercesién, los persuadié de recibir el cuerpo ‘con grandisima reverencia y devocisn. El priory los otros fralles, crédulos, estuvieran de acuerdo; y yendo todos por la noche a donde el cuerpo de seor Chapeleto yacia, le hi- séeron una grande y solemne vigla, y por la mafiana, ves- tidos todos con albas y capas pluviales, con fs libros en la mano y las cruces delante, fueron en busca del cuerpo, can tando, y con grandisima fiesta y solemnidad lo levaron a B su iglesia, Seguidos por casi toda la ciudad, hombres y mus jeres. Una ver en Ia iglesia, el santo fraile que lo habia con- fesado subié al pélpito y empezé a predicar maravills so- bre su vida y sus ayunos, su virginidad, su simpliidad, Inocencia y santidad; narr6 entre otras cosas lo que seor Chapeleto le habia contesado como su mayor pecado, y ‘eusnto le habia costado meterle en la cabeza que Dios lo habia perdonado, aprovechando para reprender al pueblo ‘que escuchaba,diciendo: ~¥ vosotros, malditos de Dios, por cualquier brizna de paja con la que tropezsis,blasfemais de Dios y de su Madre 'yde toda la corte celestial ‘Ademés de étas, dijo otras muchas cosas de su lealtad y ‘su pureza; y, en breve, con sus palabras, a las que la gente de la comarca concedia completa fe, hasta tal punto la me- {U6 en a cabeza y en la devocién de cuantes all estaban ‘que, finalizado el ofcio, se atropellaron todos para besarle pies y manos, y le arrebataron las ropas que levaba, consi deréndose feliz quien conseguia un toz0, por pequefio que fuera; hubo que dejarlo ali todo el dia, para que todos lo vieran y vsitaran. Después, a la noche siguiente fue honro- samente sepuliado en una uma de mérmol en una cpill, yy yaal dia siguiente empe2s la gente a acudir aly aencen- der velas y a venerarlo,y seguidamente a hacer promesas y a colgar exvot0s de cera Tanto erecié la fama de su santidad y la devocién, que ‘asi nadie habia que, en la adversidad, hiciera votos a otro santo sino a ly lo lamaron y llaman san Chapeleto; y ase- guran que Dios por étha hecho muchos milagros ylos hace «ada dia a quien devotamente a él se encomienda, Asi, pues, vivié y muri el seor Cepperello de Prato, y Negé a santo, como habéis ofdo. No niego que sea posible due al viva en bienaventuranza en la presencia de Dios, pues, aunque su vida fue criminal y malvada, pudo al final hhaber hecho un acto de contricién de manera que Dios tu- ‘vera misericordia de él y lo acogieraen su reino: mas, como ‘esto se nos oculta, por lo que se puede ver razono, y digo ‘que més bien ha de encontrarse condenado en manos del diablo que en el paraiso. ¥ si es af, hemos de reconocer que cs grandisima la benignidad de Dios con nosotros, pues, no :irando a nuestro error sino a la pureza dela fe, cuando to- ‘mamos por mediador a un enemigo suyo, creyéndolo ami- ‘80, nos oye como si hubiéramos recurride a'un verdadero santo. ¥ porello, para que su gracia en la adversidad presen te y en esta alegre compafia nos conserve sanos y salvos, alabamos su nombre, con el que la hemos comenzado, y Ie ‘mostramos reverencia, encomendindonos a £1 en nuestras necesidades, segurisimos de ser ods. Yaquf cal.

You might also like