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EN MI PIEZA (EL RETORNO A CASA, 1978) Cuando no est4 haciendo mucho frio, me gusta dejar la ventana abierta y ponerme a pensar echado en la cama. Con la cabeza contra la cabecera, sobre la almohada, alcan- zo aver un pedazo de montaiia y uno de cielo. El cielo me gusta cuando esté muy azul, sin nubes, y sé que el sol brilla. Del sol me gusta su luz reflejada en las paredes y sobre el cielo raso. Por la mafiana siempre dejo la cortina corrida para que no entre directamente. No me gusta asolearme porque me hace mal y cuando me paro, si estoy sentado, o empiezo a moverme, si estoy simplemente de pies, me sien- tomuy débil y comienzo a ver estrellas. Por eso lo que mas me gusta del sol es su reflejo. Bajiado en la luz, acostado, con el viento acariciando- me la cara, me pongo a pensar y siempre termino imagi- ndndome la misma escena: una playa inmensa, sin fin, casi blanca, junto a un mar verdoso que la acaricia y que pare- ceirsela llevando poco a poco. Yo creo que si pienso tanto en esa playa es porque el mar esta muy lejos de aqui y Porque yo siempre, toda la vida, queria llegar hasta el mar Yatravesarlo. Pero nunca pude, o nunca me atrevi, y aho- 19 Scanned with CamScanner ra ya es demasiado tarde; me quedé sin verlo; solo lo he visto en cine y en fotografias. Mi playa no es como la de las fotos. No se ven hoteles 9 edificios de apartamentos al fondo. Y tampoco es virgen, silvestre, o si lo es, tiene el aspecto de una playa artificia] donde han puesto con mucho cuidado la arena, limpisima, en una ligera y ancha pendiente que culmina en una fila de palmeras, avanzadas de un bosque muy verde y silencioso, Ningin camino lleva a la playa, ni hay sobre ella cabaiias o construcciones de ninguna clase. Sin embargo, siempre hay gente en ella, nunca esta desierta. Ignoro de dénde o cémo vendré la gente. A veces pien- so que han nacido alli y que no han querido irse, dado el placer que les proporciona regodearse bajo el sol. No reco- nozco ninguna cara, no sé quiénes son, pero sé que son fe- lices. El sol, nada més, los debe nutrir. Bajo sus rayos, sus cuerpos se convulsionan placenteramente como flores abriéndose por la mafiana. Yo no creo que haya ningun sitio asi en todo el mundo, pero a mi me gusta ir lo mds que pueda y quedarme horas enteras con los ojos cerrados escuchando el mar y, a veces, el ruido casi imperceptible de pasos en la arena. Por eso no me gusta salir a la calle en dias de sol. Correria el riesgo de comprobar que, aqui por lo menos, todo el mundo esta ha- ciendo las mismas terribles cosas de siempre, solo que, tal ‘vez, un poco mas despacio debido al letargo que trae consi- go el calor. Cuando llueve, en cambio, o cuando esta nublado, si me gusta salir. Nunca me mojo porque siempre encuentro dén- de escampar y puedo esperar horas y horas hasta que deje de llover. A mi me sobra el tiempo. Pero eso era antes. Pensandolo bien, ya no es cierto que me guste salir, ni siquiera en dias nublados. Hace mucho que 20 Scanned with CamScanner no salgo. Quiero encontrarme lo menos posible con Ricardo, que siempre esta al acecho con esos ojos que no se parecen nialos mios nia los de mi papa, para reprocharme yono sé qué, algo que en todo caso no puede expresar, que tiene que ver con que yo esté viviendo de gorra suya, en una pieza que podia arrendar por trescientos pesos, quitandole la comida alos nifios, o, tal vez, simplemente, con que sea yo quien le haya dado vida. Porque lo que es a él, vivir no le gusté nun- ca. Siempre esté furioso con todo. No puede estarse quieto un minuto, siempre tiene que estar haciendo cualquier idio- tez para olvidar la tierra, los hombres, las horas que le que- dan, los afios que han pasado desde que se dio cuenta que pasan. Tambien, si salgo ala calle, puede que me encuentre con Antonio o con Francisco y que me empiecen a contar las cosas que ya sé que me van a decir, y a darme esa explicacion que nunca dejan de afiadir: «jEs que todo ha cambiado tan- to! jHasta el tiempo! jSi ya ni se sabe cudndo es el verano!”. Es cierto; hasta hace poco me gustaba quedarme todo el dia charlando con ellos y hasta yo decia las mismas cosas. Me entretenia un poco, aunque, eso si, yo me daba cuenta de que nada era cierto, de que hablabamos por hablar, para oiros la voz, y de que siempre repetiamos exactamente lo mismo, por turnos y, a veces, en coro, como si todo eso nos lohubieran grabado en la cabeza y nosotros no pudiéramos inventarnos nada nuestro, nada propio. Era fatigante tener que decir lo que habia dicho Antonio de Francisco y después oirle a Antonio lo que ya habia dicho mil veces de Francisco, que era, por supuesto, lo mismo que el mismo Francisco habia dicho de él diez minutos, y mil veces, antes, “Francisco (o Antonio) se ve muy preocupado. Es que la mujer le da muy mala vida al pobre”. O “Antonio (0 Francisco) no tiene en qué caerse muerto, no levanta ni 21 Scanned with CamScanner a para suicidarse”. O “Francisco (0 Antonio) toma mucho trago. Un dia de estos se nos queda tieso”. ° “A Antonio ( a Francisco) estan que lo meten en un ancianato”. Y decir, también decir uno, sin venir a cuento, sin nin. guna relacién con lo que se estaba hablando o para romper un silencio: “Pues yo tengo un viaje planeado para el aig entrante. Ya tengo todo arreglado. Tal vez hasta me quede por alla. Quiero descansar”, Eso era lo peor, cuando empe. zAbamos con lo de los viajes. Desde que yo me acuerdo, es- tamos en esas. Que hay que salir para ver mundo. Que uno no se puede quedar aqui estancado. jFrancisco y Antonio! Hace tanto que los conozco. Tu- vimos nuestros ratos agradables, pero eso de andar diciendo tonterias o de quedarse como estatuas en una esquina mi- rando subir los edificios en construccién o las piernas de las mujeres, con las manos en los bolsillos escarbando la pinga aver si se nos para y mas deseo del que teniamos cuando si podiamos hacer algo y haciamos tan poco, eso no es para mi. Nime llama la atencién eso de cabecear alrededor dela mesa en el café o de pasarse la tarde mirando jugar billar. Fuera de que si salgo y los busco, a lo mejor ni los en- cuentro. Asi que es mejor despedirse de una vez. Pensando que todavia estan vivos y que si algtin dia me dan ganas de volver a verlos, estaran seguro en el café o en la esquina, repitiendo como maquinas que dénde andaré Pedro, que debe de estar enfermo o en el ancianato porque hace ya tiem- Po que no se deja ver ni manda razén. No, yano tengo ganas de salir, ni siquiera de dia, cuando no esta él. De todos modos, siempre est ella, hablando por teléfono 0 con esas amigas suyas que vienen en bandadas empiezan a picotear hasta que no quedan ni los huesos del cadaver de turno; todo eso con el radio a toda y los nifios gritando que tienen hambre, que quieren salir, o lorando. 22 Scanned with CamScanner — Aveceses tanto el escandalo, que oigo todo desde aqui y me dan ganas de salir corriendo; pero entonces me pongo a ha- cer de cuenta que toda esa chachara es una tempestad de esas que me despertaban al amanecer cuando trabajaba en Ba- rranca. ¥ asi me quedo en la cama sin ofr las estupideces que dicen y no tengo que arriesgarme a pasar por en medio de ellas y de todo ese humo, ni tener que aguantarme sus pre- guntas como la ultima vez que se me ocurrié salir con ellas ahi. “;Cémo se ha sentido tltimamente? sY para dénde va? Hace mucho que no lo habia visto, ;dénde estaba? Y ;por qué no habia salido a saludarnos?”. Todas de doble filo y para salir del paso, mientras volvian a su blablabla, lo que hicieron esa vez, cuando yo estaba todavia en medio de la pieza, sonriendo como un perro -igual que si no hu- biera nadie-. Ese fue el dia que llegué a una calle donde habia una funeraria que me quedé mirando un largo rato con el deseo incontrolable de entrar y pedir que me cedieran un ataid porque yo ya estaba listo y lo que més queria era estar dentro de ese cajén herméticamente cerrado, sin aire y sin luz. No sé cuanto tiempo me quedé ahi parado, con lagrimas en los ojos porque no podia entrar, ni seguir caminando, ni vol- vermea la pieza. Ahi esperando que sucediera algo y que ya no fuera més, as{ a una conveniente distancia de un ataud, Porque yo no querfa morirme lentamente, ni més tarde, sino nese mismo momento. La gente se paraba a mirarme. De- bian de pensar que estaba borracho. Ayer fue un dia extrafio. Casi me reconcilio con ella. Abri la puerta un momentico, para ir al bafio, y la vi sentada en la silla, sola. Los nifios no estaban. El radio estaba apagado. Parecia contenta, en medio de esa paz inusitada, del polvo arremolinandose en los haces de luz. Se me hizo imposible 23 Scanned with CamScanner que esa cara tan luminosa, tan serena, pudiera contraerse de furia o de dolor. Traté de recordarla desfigurada, como la habia visto tantas veces, pero no pude. Los ojos medio abier. tos, perdidos, imponian respeto. Algo muy agradable debjg de estar pasando detras de esos parpados, algo que se tras. lucia en los musculos relajados de la cara, en las manos abier- tas sobre los brazos acolchados de la silla donde yo me sentaba cuando llegaba del trabajo a dormir un rato después del almuerzo y escuchar el radio por la noche. No me atrevia a abrir mds la puerta, ni a decirle nada, Tenia miedo de disturbarla. Llegué a pensar que si fuera as{ todo el tiempo, hasta nos podriamos hacer amigos. Pero fue solo un minuto, unos segundos. Cuando me di cuenta de que sus ojos se abrian y comenzaban a recorrer el cuarto cerré la puerta con cuidado y me puse a escuchar. La of le- vantarse, prender un cigarrillo y encender el radio. Un mo- mento después la llamaron por teléfono. Debié de durar una hora hablando. Cuando colg6, llamé a otra amiga inmedia- tamente. Los nifios llegaron, y todo el resto del dia fue como todos los demas. Si, es mejor quedarme en mi pieza, aunque el tiempo pase lentamente y me vengan cosas desagradables a la cabe- za de vez en cuando. Como cuando me pongo a recordar cosas tan lejanas que a veces pienso que nunca sucedieron. Ese dia de sol, por ejemplo, que no tuvimos colegio y nos fuimos a un potrero donde jugamos toda la tarde sobre la hierba manchada aqui y alla por unas florecitas amarillas. Un recuerdo que debja ser agradable pero que me causa dolor. O el de su cuerpo a mi lado, no siempre el de ella, sino el de otra, el de una mujer de pelo negro en una cama de hotel. Y suefios que tuve durante mucho tiempo, hasta hace poco, inclusive. Y todas esas frases inspiradas en los suefios que yo repetia con la certeza de que se referian a algo quee” 24 Scanned with CamScanner realidad habia pasado. Como cuando estuve diciéndole a todo el mundo que ya no fbamos a tener mas problemas porque habia conseguido un puesto muy bueno, 0 como cuando decia que a mi hijo le iba a ir muy bien y que se iba agraduar y después iba a ganar mucha plata para ayudarnos. jPobre Ricardo! Yo que pensé que era tan inteligente y resulté tan menso; no pudo terminar la universidad ni hizo nada, fuera de casarse con esa harp{a y llenarse de mocosos mal educados igual que ella, terminando de vendedor de drogas y de esos con mala pata, de esos que no les sale nada bien, un poco como yo, aunque peor, y eso que lo que mas queria era ser distinto. Todavia me acuerdo la vez que me dijo que si terminaba como yo se pegaba un tiro. De ahi viene todo el pique que me tiene. De que esté peor de lo que yo nunca estuve, mas jodido, y conmigo en la casa, como preciso para tener siempre presente que no sirve para nada. Por eso es por lo que me grita y ni quiere saber que estoy aqui y un buen dia me va a decir que soy una carga imposi- ble y de la noche a la mafiana me voy a encontrar haciendo bolitas de pan en un ancianato, rodeado de desconocidos babosos al borde de la tumba. La idea del ancianato no me molestaria si supiera que allé puedo tener una pieza para mi solo, donde me pueda encerrar igual que ahora, o mejor. Después de todo, en esta casa siempre existe el peligro de que alguien se me meta intempestivamente, los nifios 0 Ricardo, o hasta ella, que nunca lo ha hecho pero que tiene todo el derecho, es su casa, y puede estar esperando el momento justo de meterse en mi playa y acabar con todo. Pero no creo que sepa nada de la Playa, yo no le he contado a nadie. Asi que, en general, estoy bastante bien aqui. Los nifios No me molestan casi. Ricardo se la pasa gritando, insultan- dome, pero yo nolo oigo. Ella no sabe nada de nada. Mien- 25 Scanned with CamScanner ES tras siga mandandome de comer, todo esta bien. No neces;_ to més. El bafio estd a un paso, y cuando voy de noche nadie se da cuenta. Me quedo horas sentado en la taza, no pensan. do, eso era lo que hacia antes, sino mirandome las ™anosy los pies, porque me dan la impresi6n, -yo no sé si sea cierto ono- que me han estado creciendo ultimamente. Es, en cierto modo, casi como si estuviera muerto. Nadie me habla, no le hablo a nadie. No hago ruido, o apenas ¢| que no puedo evitar, cuando estoy durmiendo. No sé si ron- coo si hablo, no creo; pero me acuerdo de una noche, hace poco, que me desperté un grito mio que reson6 en el silencio con una fuerza ensordecedora. Estaba sudando y crei perci- bir algo que se abalanzaba sobre mi. Estuve como paralizado al principio, porque me llevé un tiempo darme cuenta de que era yo el que hab{a gritado. Tuve que encender la luz, para convencerme de que no habia nadie en la pieza. Me levanté, descorri la cortina y abrila ventana. Respiré lo mas profundo que pude elaire frio de la noche. Todas las ventanas de la calle estaban oscuras, pero el cielo estaba claro, estrellado. Los montes relucian bajo la luna. Estuve mirando un rato hasta que me entré frio ycerré la ventana. Como no tenia ni pizca de suefio, después del susto que me dio, me fui al bafio. Me quedé mucho tiempo. Cuando estaba mirando la calle, me senti muy contento de estar asf, solo en la noche, respirando el aire que viene de los montes, tal vez la nica persona despierta en todala gran ciudad que yano quiero volver aver sino asi, dormida silen- ciosa, bajo la luz de la luna. Si, lo que soy yo, yo estoy muy bien aqui en mi playa, la silla miréndome todo el tiempo, mirandome inclusive cuando yo no la miro. Lo que soy yo, yono vuelvo a salir. con 6 Scanned with CamScanner

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