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Revista de investigacién Lingiifstica. N° 2 - Vol. Ill - 2000 Pags. 199-224 LA NOCION DE SUSTRATO EN LA ACTUALIDAD Y SU APLICACION A LA HISTORIA DEL ESPANOL Marta TERESA ECHENIQUE Universitat de Valencia 0. PRESENTACION. La investigacién sobre las lenguas paleohispinicas ha conocido cambios importantes en los iltimos quince afios. Habida cuenta de que el mapa lingti(s- tico peninsular de época prerromana no constituye materia habitual de cultivo entre los hispanistas, sino més bien entre fildlogos clésicos e historiadores del mundo antiguo, los avances experimentados en el conocimiento de los sustratos penisulares no quedan debidamente reflejados en el ambito de los estudios dedi- cados a la historia del espafiol; antes al contrario, las referencias a las lenguas y culturas prerromanas, asi como a su incidencia en la formacién posterior de los diferentes espacios romdnicos peninsulares, se caracteriza por la falta de actuali- zacién clara en la mayorfa de los trabajos que inciden sobre la evolucién de la lengua espafiola. Pues, si bien es cierto que la Historia de la lengua espaiiola de Rafael Lapesa atiende ejemplarmente a las lenguas prerromanas como marco de obligada referencia en el pasado para aludir después a la posible accién de los sus- tratos sobre el espafiol, cosa que también sucede en el libro de Rafael Cano El espafiol a través de los tiempos, lo cierto es que pocos tratados més, escritos por hispanistas, aluden a la situaci6n lingiifstica de la Hispania prerromana con algin detalle. Me propongo, pues, hacer una revisién general y actualizada de la sicuacién, con el fin de dibujar debidamente los hechos paleohispdnicos y su repercusién en la emergencia roménica posterior con el fin de examinar las pers- 199 Marla Torasa Echonique pectivas metodolégicas correctas para su tratamiento a la hora de delinear la his- toria de la lengua espafiola. No hay que olvidar, por otra parte, que la contigiiidad en el espacio y en el tiempo esté en Ia base del contacto de lenguas, y la accién de sustrato implica la influencia de un sistema lingiifstico sobre otro, o tal vez un proceso de influen- cia mutua, por contacto, Dicho contacto se sittia en un pasado del que tenemos poca documentacién 0, al menos, Ia tenemos en cantidad menor a la que nos gustarfa poser, por lo que necesitaremos recurrir a su reconstruccién respetan- do las reglas adecuadas desde un punto de vista filolégico, para lo que tendremos en cuenta Ia exposicién magistral que sobre esta cuestién dejé escrita Luis Michelena en un libro ya clésico que ha sido traducido al inglés en fecha recien- te (Michelena 1963). 1. PLANTEAMIENTOS RECIENTES EN LA PROTOHISTORIA LIN- GUISTICA DE LA PENINSULA IBERICA. 1.1, Hispania en la protohistoria europea. La reconstruccién de la protohistoria lingiifstica de Europa Ilevada a cabo a principios de siglo por la filologta ha conocido, tras un perfodo de cierto silen- cio, una inesperada revitalizacién en trabajos recientes que ha conducido a plan- teamientos generales renovados sobre el pasado lingiifstico europeo (Vennemann 1994). En el marco general de la Europa antigua, Hispania ha tenido desde tiempo atrés un tratamiento considerable por su pertenencia al arco circunme- diterréneo (Echenique 1987, 21-24), al tiempo que ha gozado y goza de aten- cién preferente por haberse conservado en sus dominios el complejo dialectal ms relevante de Ia tinica lengua preindocuropea de la Europa occidental, a saber, la lengua vasca. Hay que unir a ello los resultados de la fecunda investiga- cién que Ia filologfa vasca ha conocido en la segunda mitad det presente siglo, que ha permitido abordar el esboz0, en unos casos, y la profundizacién, en otros, de la reconstruccién histérica y hasta prehistérica del vascuence en épocas pasa- das; si a ello se suma el impulso que en los tltimos afios ha recibido el estudio de las lenguas hispdnicas prerromanas, tanto por parte de quienes se dedican al estudio de la filologfa clisica como de otras disciplinas afines como la arqueolo- 200 La noci6n do sustrato en ia actualidad y su aplicacién 0 la historia del espano! gfa ola numismitica, que ha cristalizado en la nueva publicacién del corpus de cextos de las lenguas hispénicas prerromanas, revisada a la luz de los nuevos hallazgos e interpretaciones (Untermann 1975-1998; véase también los articulos de Untermann y Javier de Hoz en Sola (ed.) 1999), se comprenderé el salto cua- litativo experimentado durante la segunda mitad de este siglo en el conocimien- tos de los diferentes estratos lingifsticos peninsulares anteriores a la latinizacién de Hispania. 1.2, El factor sustrato en la Hispania antigua. El establecimiento del marco histérico-lingii(stico es la via de acceso al conocimiento del contacto de lenguas en época prerromana, que, a excepcién del caso vasco, se saldé en la peninsula Ibérica con el balance de la desaparicién de todas las lenguas peninsulares anteriores al latin y su sustitucién por esta ultima mediante un proceso general de cambio de cédigo. No debe extrafiar, por lo tanto, el recurso frecuente en la filologfa hispdnica al sustrato como factor de cambio lingii(stico, Ahora bien, desde el punto de vista de aplicacién metodolé- gica de tal nocién, sélo tiene sentido hablar de una lengua concreta de sustrato cuando conocemos, no sélo su existencia y su 4rea geogrifica de asentamiento en el pasado en un contexto histérico anterior determinado, sino, sobre todo, cuan- do sabemos con algo mds de precisién cémo era su sistema fonoldgico o su gra- mitica, sin olvidar las cuestiones de Iéxico, que suelen ser las mas aducidas en estos casos aunque obedezcan a pautas de otro orden. 2, DESCRIPCION DEL MARCO HISTORICO-LINGUISTICO. 2.1, Consideraciones tipoldgicas de las lenguas prerromanas. 2.1.1.Delimitacién del marco prerromano peninsular. Es preciso tener presente que en época prerromana hab/a en la peninsula Ibérica varias lenguas, y no sdlo una como se defendfa hasta mediados de siglo, entre las que cabe establecer la delimitacién de lenguas de cardcter indoeuropeo al lado de las que no pertenecen a dicho tronco, a todas las cuales no hay que 201 ‘Maria Toroso Echeniquo. olvidar sumar los cédigos lingiifsticos presentes en la Hispania prerromana por circunstancias transitorias de colonizacién. Al utilizar la denominacién genérica de lenguas prerromanas suele hacerse referencia a las lenguas que habfa en la peninsula Ibérica antes de la legada de! latfn, incluyendo de este modo también las lenguas de colonizacién, como el fenicio o el griego; se utiliza, en cambio, preferentemente la denominacién de lenguas paleohispdnicas cuando se quiere poner de relieve el cardcter de lenguas mds 0 menos autéctonas que habitaban Hispania en época remota, cuya dimensién paleolingtifstica nos es permitido reconstruir hoy © podemos presumir posible en un futuro no Iejano. La deno- minacién lenguas hispdnicas prerromanas es, pot tanto, més neutra, aunque esté por ello mismo mds vacla de contenido: designa todo lo que es anterior a la len- gua latina sin mds especificacién. De todas formas, el marco geogréfico al que todas ellas hacen referencia es el constituido por la peninsula Ibérica (después Tberorromania) en sentido estricto, dado que nada sabemos hoy de una lengua de sustrato en territorio canario a la que genéricamente se denomina guanche (ajena, en todo caso, al mundo indoeuropeo), de la que presumiblemente sobre- viven en espafiol algunos restos léxicos (ademas de haber pervivido hasta hoy la técnica indigena conocida como silbo gomero, que entra de lleno en el menos pre- ciso campo del lenguaje no verbal). 2.1.2. Hispania indoeuropea-Hispania no indoeuropea. En realidad, no es gratuito hacer una distincién inicial en la Hispania pre- rromana entre lenguas indoeuropeas y lenguas no indoeuropeas. Una divisién tal ha sido reclamada en repetidas ocasiones y tiene una importancia metodolégica fundamental: el fatin que se asienta sobre lenguas no indocuropeas lo hace sobre sistemas lingiiisticos tipolégicamente muy diferentes al suyo, en tanto que la len- gua latina que se superpone a lenguas indoeuropeas encuentra ya una estructura genéticamente relacionada con ella, lo que hace més ficil su recepcién y, con posterioridad, su desaparicién al ser diluidas por la superposicién latina. En este sentido, la latinizacién de la peninsula Ibérica constituyé la ultima fase en el pro- ceso lingiistico de indoeuropeizacién del continente europco. 202 La nocién de sustrato on ta sctualidad y su aplicacién ata istorie del espanol 2.2. Lagunas de conocimiento en la consideraci6n plurilingite de la Hispania antigua. Pese a que hoy vamos teniendo un conocimiento algo mds preciso sobre la naturaleza general y la demarcacién geogréfica de las lenguas pretromanas, algu- nos testimonios aparecidos en diferentes dreas peninsulares no encajan en nin- guna de las hoy delineadas para el pasado ibérico. Quién sabe si esos elementos pertenecfan a culturas mds locales, menos generales por tanto que las que hoy conocemos mejor, las cuales han podido quedar soterradas en el panorama glo- bal que nos es dado reconstruir en la actualidad. La existencia de lenguas vehi- culares es seguramente la razén por la cual no han cesado de registrarse en todas las épocas intentos de reconstruccién de sustratos abarcadores de espacios geo gréficos més amplios que los de la propia Hispania: a la ya superada defensa, en Ja primera mitad de este siglo, de la existencia de un sustrato mediterréneo occi- dental 0 euroafricano comin a los pafses mediterrdneos (Catalin 1974, 146) viene a sumarse ahora la consideracién més reciente de creencia en un sustrato europeo antiguo del que sélo sobrevivird el euskera (Vennemann 1994) y, por lo que a la peninsula Ibérica se refiere en forma més exclusiva, ha habido intentos poco felices de delimitar a partir de la lectura de unos plomos de Amélie-les Bains el concepto de lengua sorotéptica, de naturaleza indocuropea peninsular anterior al celta (tal como fue defendido por Corominas en 1976, 160 ss. y uti- lizado metodolégicamente por el mismo autor en numerosas ocasiones posterio- res), ente lingiifstico que explicarfa operativamente muchas de las similitudes hispdnicas (sobre todo léxicas) que no encuentran aclaracién a través de Ia reconstruccién por via de la metodologia roménica, al tiempo que oftecen igual resistencia a ser atribuidas a la lengua vasca. 2.3. Consideraciones sobre la reconstruccién general de las areas lingiiisticas de la Hispania antigua. En general, hoy tenemos un conocimiento mucho més preciso y concreto sobre las lenguas paleohispdnicas que el existente hace ahora veinte afios; los avances en el terreno lingtifstico de época prerromana han sido notables, si bien no todas las 4reas peninsulares se han visto beneficiadas por tales progresos de 203 ‘Maria Teresa Echenique la misma manera, hasta el punto de que sigue habiendo incluso hoy dia zonas cuyo pasado lingiifstico estd ensombrecido y a veces hasta oscuros asf sucede con reas del centro peninsular y del sur, al igual que la actual Catalufia 0 zonas ale- dafias al Pafs Vasco. Todo ello constituye un saber muy especializado, que esta muy alejado de los conocimientos generales de los hispanistas. Mayores logros han conocido, por otra parte, los sistemas de escritura de ¢poca prerromana, que no siempre se circunscriben a un dominio lingiifstico concreto; muy al con- trario, un sistema de escritura como el signario ibérico, propio de las inscrip- ciones en lengua ibérica, sirvié para recoger cestimonios de lengua celtibérica (adscribible a la familia celta), como es el caso del primer y tercer bronces de Botortita por poner un ejemplo significativo, de la misma manera que el alfa- beto latino fue empleado también para representar lenguas prerromanas que desaparecerian poco después, y es el caso del bronce latino de Contrebia (nom- bre latino de Botortita), cuyos caracteres latinos recogen testimonio de la misma lengua celtibérica apuntada. Es, pues, de gran importancia metodolégi- ca separar lengua de escritura en época prerromana, pues la no consideracién de tales hechos puede inducir a confusién en el panorama lingiifstico peninsular anterior a la Ilegada del latin e incluso de los primeros momentos de romaniza- cién-latinizacién peninsulares. 3. LENGUAS PALEOHISPANICAS. 3.1. Lenguas no indoeuropeas. 3.1.1. El ibérico. Lo que conocemos como ibérico, lengua o conjunto de lenguas que posefa un sistema de escritura propio (de procedencia fenicia) no pertenece a variedad indocuropea alguna; se infiere de ello, pues, que representa un estrato antiguo en la peninsula Ibérica. La lengua ibérica, que siempre ha constituido foco de aten- cién para investigadores del pasado peninsular, aunque sigue sumida en un gran misterio por la imposibilidad de traduccién de sus monumentos lingii(sticos y ello pese a haber progresado mucho en Ia interpretacién de su signario, cuenta en cambio con un consenso importante para la lectura de su semisilabario. En 204 La nocién do sustrato en ta actualidad y su aplicacién » 1a historia del espato! efecto, al margen de interpretaciones personalistas (que no han faltado nunca) hay un conjunto de principios compartidos por el grueso de los estudiosos, que han permitido avanzar en su lecturas entre todos ellos ocupa lugar preeminente fa figura de Jiirgen Untermann y sus Monumenta Linguarum Hispanicarum (1974-1997), gracias a los cuales sabemos mucho mds (0 desconocemos mucho menos) sobre la situacién lingiifstica del drea mediterrinea y aledafios. Son importantes los textos ibéricos grabados en plomo empleados con fines mercan- tiles, que se concentran en la costa mediterrdnea; parece claro que siguen el mo- delo griego de epigrafia comercial ¢ incluso alguno de ellos es muestra del con- tacto comercial entre iberos y griegos hacia mediados del siglo III a.C. Los gra- fitos ibéricos, por su parte, parecen vinculados al comercio mediterraneo del vino, y ofrecen una concentracién sorprendente en algin punto peninsular (como Azaila) que quizd fuera su lugar de produccién. De todos modos, es importante subrayar que se ha pensado en la posibilidad de que el ibérico no fuese la tinica lengua hablada en todo el territorio en el que ha dejado testimo- nios, sino que se tratase més bien de una lengua vehicular, utilizada en sus rela- ciones con otros dominios e, incluso, como lengua general de cultura en su pro- pio territorio (sin que fuese la nica allf hablada) (Javier de Hoz 1993). En este sentido, la situacién lingiifstica prerromana de la actual Catalufia es poco clara, y no permite apoyar fenémenos de sustrato fehacientemente, asf como tampoco rechazarlos. 3.1.2, La lengua vasca. Por su parte, el euskera hablado en Ia antigiiedad, cuyo radio de influencia segiin la aceptacién general gira en torno a los Pirineos, ademés del actual Pais Vasco y Navarra, ha sido objeto de trabajos de reconstruccién diversos e impor- tantes, que han permitido definir con mayor exactitud su extensién y naturale- za. Es la tinica lengua que sobrevivié al proceso de latinizacién de Hispania, asf como a la romanizacién y su contacto posterior con lenguas neolatinas, de tal forma que ha sido sustrato en algunas zonas del castellano y roménico de los Piri- neos, y adstrato continuado del castellano a lo largo de dos siglos; de hecho, constituye el tinico resto de lengua preindoeuropea de Europa occidental, cuya extensién en otro tiempo fue mayor a la actual, aunque haya mds o menos acuer- 205 ‘Maria Torasa Echenique do sobre los Ifmites precisos de tal extensién. Ast, hoy sabemos sin la menor som- bra de duda que la antigua lengua aquitana, hablada en la vertiente septentrio- nal de los Pirineos centrales y en la llanura de Aquitania, era vasco (seguin la linea de investigacién que parte de Luchaire, contintia con Lafon, Caro Baroja y Michelena, y culmina en Gorrochategui (1984]). Asf se deduce del corpus ono- méstico reunido por este tiltimo autor y de trabajos posteriores, De todos ellos cextraemos fundamento para paliar Ia escasez de documentacién sobre la lengua vvasca en época antigua, que s6lo nos es conocida por testimonios aislados (Rests- prachen), al tiempo que facilitan Ia base para postular hipétesis acerca de su mayor extensién en el pasado. De este modo, lo que hoy resulta seguro es que la lengua vasca se asentaba en época pasada en la zona pirenaica, con expansién hacia el Garona por el Norte y hacia el Ebro por el Sur; los limites extremos son los mds discutibles y peor establecidos, con grandes fluctuaciones de opinién sobre la parte occidental (Gorrochategui 1995 (1997], 186). En todo caso, lin- daba, tanto por el Norte como por el Sur con lenguas de tipo céltico (galo y cel- tibérico), lo que por otra parte convierte al euskera en un zona de recepcién y transmisin de elementos célticos por adstrato, 3.1.3. La cuestién vasco-ibérica 0 teorfa del vascoiberismo. La Hispania no indocuropea mejor conocida, constituida principalmente por el dominio ibérico y el vasco, ha sido objeto de repetidos intentos para demostrar su filiacién genética en época prerromana, seguidos de otros destina- dos a rebatir posibles relaciones de tal {ndole entre ambos sistemas. En realidad, la polémica ha permitido avanzar por el camino de su conocimiento y hoy pare- ce ser mds sélida Ia tesis segin la cual vasco e ibérico comparten elementos comunes por razén de una relacién cultural en el pasado, que aquella otra defen- sora de una filiacién genética entre ambos. Esta tiltima tesis, conocida como vas- coiberismo, ha tratado de iluminar el enigma del ibérico por el recurso a la len- gua vasca conservada hasta nuestros dfas; hasta mediados de siglo, pretendia incluso que la lengua vasca actual era continuadora de una lengua imaginada como tnica en la totalidad de Iberia, lo que hoy ya no mantiene ningdn estu- dioso debido a que la certeza en la pluralidad lingifstica de la Hispania prerro- mana es seguramente uno de los logros més importantes en el avance del cono- 206 ‘La noci6n do sustrato on ls actualided y su aplicacién a 1a historia det espaol cimiento paleohispanico, que es compartido por cuantos, desde una perspectiva u otra, se dedican a su investigacién. 3.1.4. El tartesio. Por lo que se refiere al tartesio, conocemos la existencia de esta lengua en el Sur peninsular, pero nada podemos concretar sobre su estructura o caracteris- ticas, por lo que su incidencia sustratistica no suele tener apelacién. 3.2. Lenguas indoeuropeas. 3.2.1. Lenguas de colonizacién. Por lo que atafie a las lenguas producto de colonizacién en Hispania, su presencia afecté a lugares muy concretos y estuvo motivada fundamentalmente por razones de indole comercial; se trata de las lenguas habladas por los fenicios y cartagineses, de una parte, que dejaron alguna huella en inscripciones mone- tales y otras varias, y de los griegos, por otra, a quienes debemos monumentos importantes de época prerromana, si bien no es presumible su efecto como sus- trato de los romances peninsulares, aunque formen parte de la Hispania prerro- mana, 3.2.2. Lenguas célticas o paracélticas del Suroeste y el Oeste peninsulares. El Suroeste constituye lugar de dificultad interpretativa por su adscripcién © no al dominio indoeuropeo, hasta el punto de que ha generado tesis diversas segtin la interpretacién que se haga de a onoméstica personal de sus inscripcio- nes, quizd adscribibles al tartesio (De Hoz 1996). En el Oeste, la situacién pre- romana es de clara impronta céltica en el Norte (aunque seguramente hubo una situacién lingilistica de mayor complejidad y riqueza que no nos es dado recons- teuir hoy, sino que tan sélo alcanzamos a atisbar a la luz de datos dispersos), por lo que su adscripcién al dominio indoeuropeo es clara debido a la asimilacién histérica que los Gallaeci suftieron tempranamente por los celtas, al tiempo que hay ciertos elementos que se atribuyen sin dificultad a un sustrato tal. Los top- 207 Maria Torase Echenique nimos terminados en -briga, elemento sobre cuya cardcter céltico no existe duda, ofrecen una visién forografica de la celticidad pretromana en el Oeste peninsu- las, como es bien sabido desde Piel. Cosa diferente es la existencia de un sustra- to de tipo vascoide que irfa desde el Noroeste peninsular hasta la Aquitania (c incluso mucho mds al este) a lo largo de la costa cantibrica, que se ha postulado para casos concretos de paralelismo entre resultados del gallego y portugués, por tuna parte, y vasco y gascén por otra, y que apoyarfan ideas como la propuesta por Tovar, quien defendia la existencia de la lengua vasca con una extensién que comprenderfa desde La Corufia hasta Gerona (Tovar 1989). El vasco, ast como el gallego y ef portugués (con més detalle de coincidencia con el gallego, en todo aso) coinciden en el proceso de lenicién, En cualquier caso, en términos gene- rales se sabe hoy, y fue ya sefialado por Corominas (1976), que los elementos léxicos de sustrato de origen indocuropeo son més numerosos en el Occidente, esto es, en el dominio gallego y portugués, que en cualquier otra parte de la peninsula Ibérica, lo que podria hacerse extensivo a otros niveles. 3.2.3. El celtibérico. La lengua celtibérica, la mds antigua de la familia céltica, es sin lugar a dudas la que ha conocido avances mds notables en su interpretacién, al haberse encontrado testimonios importantes (como los tres bronces hallados en Botorri- ta, dos de ellos en signario ibérico y otro mds en alfabeto latino), asf como por el hecho de haber recibido la atencién interdisciplinar de investigadores relevan- tes. Ello hace que el conocimiento que hoy tenemos sobre el drea geogrifica correspondiente a la depresién del Ebro pueda ser calificado de bueno. Su ads- cripcién al tronco indoeuropeo, concretamente a la rama céltica de tipo més antiguo fue un logro de A.Tovar, a partir de cuyos trabajos se acepta universal- mente; en realidad, los testimonios aportados por los bronces permiten con faci- lidad al filélogo comparatista su adscripcién a la familia céltica y, mds concreta- mente, al celta mas arcaico de los conocidos, 3.2.4, La cuestién del osco-umbro. Menéndez Pidal elaboré fa tesis de la colonizacién suritdlica de la peninsu- la Ibérica, esto es, el hecho de que la latinizacién peninsular se habria llevado a 208 La nocién de sustrato en la actualided y su aplicacidn 21a historia del espanol cabo a partir de un contingente alto de colonizadores osco-umbros, lo que habria dejado determinadas huellas en rasgos lingilisticos de Hispania. Pero es ésta una cuestién interna del latin de Hispania y de los sustratos que a su vez éste impor- taba, por lo que queda fuera de nuestra consideracién, aunque seria importante llevar a cabo una valoracién global actualizada de tal tesis. 4, CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LOS ESTRATOS HISPA- NICOS. 4.1, Adstrato. Puede ser considerado como tal en Hispania el contacto de lenguas prerro- manas con el latin, contacto del que derivan ciertos rasgos roménicos posterio- res; tales rasgos se consideran debidos al sustrato mediante un proceso que no es posible observar in fieri y para el que ni siquiera existe material a partir del cual se pueda perfilar su reconstruccién, sino que tan sélo cabe limitarse a imaginar (en términos lingiiisticos, esto es, con probabilidades de aplicar tal hipéresis en términos lingtifsticos) el trasvase de los hechos de lengua de un sistema anterior extinto a otro que ha tenido conrinuacién después; en consecuencia, los rasgos concretos atribuidos a la lengua anterior al latfn, que sobreviven en el romance futuro, se analizan como efectos del sustrato, El contacto, por otra parte, del romance con el drabe peninsular y sus consecuencias ha sido tratado por traba- jos importantes de Galmés de Fuentes, Corrientes (en Sol’, 1999, 58-62), etc., aunque seguramente hay atin mucho por decir sobre todo ello. En consecuencia, se debe entender por adstrato una situacién de convivencia lingiifstica en un seg- mento temporal de duracién variable, que puede incluso haber tenido continui- dad hasta el presente (serfa el caso del vascuence en las zonas en las que se ha con- servado hasta épocas tardfas), o que se ha resuelto como efecto de sustrato (caso de las lenguas prerromanas desaparecidas al contacto con el latin) 0 de superes- trato (caso de las lenguas germénicas y del drabe, pues poco o nada sabemos sobre el posible influjo de la lengua hebrea como superestrato del romance peninsular hasta la Baja Edad Media: hay un articulo previsto en la obra inmi- nente sobre Substrato, Adstrato y Superestrato en la Romania, coordinada por Ch. Schmitt, dedicado a la lengua hebrea). 209 Maria Terosa Echonique Desde un punto de vista histérico se entiende por adstrato las relaciones que se establecen entre lenguas que comparten un espacio histérico, lenguas que pueden ser dos o mds de dos. Es muy probable que, en lo que hoy defini- mos como hechos de sustrato de época pasada (esto es, a través de un fendme- no de adstrato al que no podemos acceder directamente, sino tan sélo inferir a través de los restos que nos han quedado), se haya dado la conjuncién activa de mids de dos sistemas lingii(sticos. Con gran probabilidad pudo darse en el pasa- do una situacién de multilingiiismo en la que hubiera habido una o varias len- guas generales que sirvieran de veh{culo de comunicacién entre todas ellas (cosa que desde el punto de vista histérico se puede calificar de frecuente), y que sea ésta la tinica a la que atribuimos los efectos del sustrato. De hecho, los estu- dios histéricos relativos a la penfnsula Ibérica nos hablan en todos los dominios de conjuncin de culturas, como es el caso palmario (que, desde luego, no es el tinico) del valle del Ebro en época prerromana (tal como yo misma he sefialado en 1998). Ademds, se ha pensado en fecha reciente (Javier de Hoz, 1993) que la lengua ibérica pudo no ser lengua propia en todo el dominio epigréfico ibé- rico, sino tan sélo en la zona alicantino-mediterrinea, desde donde habrfa sido llevada hacia Catalufia y sur de Francia en calidad de lengua vehicular por razo- nes de indole comercial; de hecho, es frecuente encontrar nombres no ibéricos (més cercanos a la antroponimia indocuropea) junto a las listas habituales de nombres propiamente ibéricos, de la misma manera que en el tercer bronce de Botorrita (redactado sin discusién en lengua celtibérica) hay en medio del cel- tibérico nombres de clara filiacién ibérica, todo lo cual encontrarfa una expli- cacién mds facil partiendo de la consideracién de convivencia de diferentes sis- temas lingiifsticos en la época prerromana. Por otra parte, si bien es verdad que Ja lengua vasca ocupaba en zona peninsular el espacio pirenaico con una pro- longacién hacia el Sur que alcanzarfa hasta el Ebro, no hay que olvidar que limi- taba al Norte con el galo, con el celtibérico indoeuropeo al Sur y con el ibérico al Sureste: tanto es asf que el elemento céltico penetré hasta el mismo corazén del tertitorio vasco, buena muestra de lo cual son topénimos como Deva 0 Ulzama, Gracias, ademés, a la comparacién lingu(stica que ello permite entre vasco, por un parte, y celtibérico e ibérico por otra, es posible llegar a conocer algo mejor el vasco antiguo, en coherencia con los escasos restos que esta len- gua nos ha dejado en época antigua; en este sentido, el vasco habrfa podido ser 210 ‘Le nocién de sustrato en ta actualided y su aplicacién 2 le historia del espatot el origen préximo de ciertos elementos ibéricos o celtibéricos transmitidos al castellano por su intermediacién. Una caracteristica de la lengua vasca ha sido su tenacidad en perdurar; por ello, y aunque ¢s cierto que los testimonios antiguos de esta lengua son escasos y aislados, conviene subrayar que no hay dificultad filolégica alguna en identi- ficarlos con el vasco que conocemos mejor mediante su cultivo escrito a partir del siglo XVI. Se puede pensar que, en veinte siglos, su sistema ha debido sufrir cambios importantes, pero no es necesario imaginar una transformacién radi- cal del mismo, pues segiin ha dejado bien sentado A.Tovar en un trabajo pés- tumo relacionado con la reconstruccién de lenguas en el pasado (1997), una lengua puede mantener el mismo tipo lingifstico hasta la amplitud cronoldgi- ca de unos 12,000 afios. Pues bien, uniendo a los restos antiguos que conserva- mos del vasco las consideraciones cronolégicas que nos es dado extraer compa- rativamente (por reconstruccién interna) de la existencia misma de dialectos vascos, cosa que Luis Michelena delineé magistralmente (1985 [1960]), y ello sin olvidar los indicios contenidos en los préstamos tomados del latin y del roménico, ha podido llegar a establecerse con criterios sélidos la protohistoria de la lengua vasca (y en este terreno se esté avanzando con firmeza en los iilti- mos tiempos). Asf, los restos onomésticos de la antigiiedad constituyen eslabo- nes que entrelazan la cadena que, a través de la toponimia y antroponimia medievales de los siglos X y XI (tanto de la Aquitania romana como de la Nava- rra medieval), se hace ya continuada en los textos escritos en vasco a partir del siglo XVI. De hecho, los numerosos préstamos que la lengua vasca ha tomado del latin y del romance constituyen informacién valiosa a tal efecto, que tiene a su vez una relevancia especial para explicar la etimologia de un porcentaje amplio de todo el Iéxico vasco, como se hace evidente en la obra de Joan Coro- minas (Echenique, 1999). Por otra parte, no podemos dejar de advertir la posi- bilidad de que el vasco haya podido servir de intermediario entre sus propios sustratos y el castellano; ademds de lo mencionado arriba sobre su posible inter- mediacién entre ibérico y celtibérico, por un parte, y su paso al castellano, si es verdad que la lengua vasca ha tenido algiin tipo de relacién con lenguas afr nas en general, con el finés, con lenguas caucésicas, sin olvidar adscripciones que se han propuesto en fecha reciente de Ia lengua vasca a la macrofamilia “dene-vasca” (“dene-caucésica”), de la que formarfa parte en compafifa del cau- an ‘Moria Toresa Echenique chsico del norte, sumerio 0 etrusco, entre otras, no seria metodolégicamente imposible pensar que hubiese sido transmisora de rasgos de tal origen al caste- ano durante su etapa de contacto con el castellano (que serfa sustrato en aque- Hos lugares en los que el vascuence ha perdido hoy vigencia en favor del roman- ce, 0 de adstrato en las zonas en que atin hoy se conserva, segtin lo expuesto en este mismo apartado). Las correspondencias léxicas vasco-caucisicas son de orden Iéxico fundamentalmente (sirvan como muestra vasc. larri ‘urgido’, avar erize ‘apurado's vasco etve ‘casa’, cauc. ca ‘cabafia’) 5. INFLUENCIA DE SUSTRATO Y SUPERESTRATO EN IBERORROMANIA. 5.1, Sustrato. En los casos de contacto lingtifstico que se han resuelto en forma de sus- trato podemos decir que los efectos de las lenguas de sustrato sobre el romance futuro (0 sobre el latin propiamente dicho) fueron débiles precisamente porque los efectos romanizadores (latinizadores) sobre las lenguas de sustrato (y también de adstrato, aunque en grado distinto) fueron muy profundos. 5.1.1, Fonética. 5.1.1.1, Vocalismo. De la obra de Michelena (1985 [1960]) se extrae como conclusién que, en la reconstruccién del vasco antiguo (0, mejor, protovasco), se aprecia un sistema vocilico de cinco vocales orales con tres grados de abertura, sin vestigio alguno de oposicién de cantidad; las vocales nasales que hoy tienen los dialectos vascos suletino y roncalés guardan relacién con la pérdida de /-n-/ intervocdlica y, por otra parte, la sexta vocal vasca, a saber, la {ii], se da sélo en el dialecto suletino y zonas vecinas, por lo que suele ser explicado por influencia de contacto galo- roménico. Estos hechos suelen ser interpretados en forma general como indicio de que el vasco no posee muestras que petmitan reconstruir en el pasado un vocalismo en el que hubiera habido otras oposiciones vocdlicas. No hay dificul- 212 La noci6n de sustrato on ta actualidsd y su aplicacién a f historia do! espanol tad, por lo tanto, en inferir de todo ello que el vocalismo castellano, que presenta tun sistema idéntico al del euskera, tenga su origen en la propia lengua vasca y no en el vocalismo que nos es dado reconstruir para la época tardfa del latin y, mas concretamente, del latin hispdnico de la zona pirenaica y aledafios hispdnicos. La objecién que a ello opone R. Trask (1997, 423), al alegar que un sistema tal es el mds comtin en un gran niimero de lenguas conocidas, no impide seguir man- teniendo la consideracién de que precisamente el contacto de! lat{n con una len- gua cuyo vocalismo no conocia oposiciones de cantidad o timbre haya podido estar en la base de Ia simplicidad del vocalismo desarrollado por el castellano (simplicidad que es manifiesta si lo comparamos con otros vocalismos ténicos y 4tonos del resto de lenguas que circundan al castellano). La semejanza entre el vocalismo castellano y el vasco (a los que no habria que olvidar afiadir el arago- nés) llevd a Alarcos (1971 [1959], 220) a explicar la diptongacién castellana de [él y (6) en [jél y [wél, respectivamente, como la adaptacién de las vocales lati- no-tardias al sistema fonolégico de la lengua de sustrato de la zona de origen cas- tellana, que, segtin vamos sabiendo, se corresponde cada vez con més exactitud con la ocupada en otro tiempo por la de lengua vasca y aledafios (Echenique, 1998). En opinién de Badia Margarit (1981), que, por ofra parte, recoge una visi6n clisica de la cuestién (esbozada por autores como Bosch Gimpera), habria una relacién causal entre la romanizacién profunda y escasa influencia de sus- trato en el catalin oriental (y muy especialmente en las Baleares), al tiempo que en el catalén occidental se habria dado una escasa romanizacién y Ia influencia del sustrato serfa visible y fuerte, Ello explicarfa que el cataldn occidental se caracterice por tener hoy un vocalismo mds cercano al del castellano, lo que esta- rfa en consonancia con lo apuntado para el influjo vasco en el vocalismo caste- llano: serfa una consecuencia légica de estos hechos, pues el catalén occidental podria haber tenido un sustrato (euskérico) no presente en el catalén oriental, y, por otra parte, estarfa en consonancia con la tesis de que la extensién hacia el Sur del catalin, donde hay un sistema vocdlico de las mismas caracterfsticas, debié tener lugar a partir del cataldn occidental. 213 Marla Toresa Echeniquo 5.1.1.2. Consonantismo. Por otro lado, las sonantes presentan en vasco un sistema particular con oposicién entre fonemas lenes y fortes: n/N, r/R, 1/L, que se neutraliza en inicial en favor de las lenes y en posicién final de palabra en favor de las fortes; la presencia de consonantes fortes frente a lenes se da en vascuence en los érde- nes labial, dental y velar, con una tinica casilla vacta correspondiente ala /p/: - 1b, t/d, k/ g, Es razonable pensar que tanto el proceso desencadenado en vasco como el juego de fortes/lenes en castellano, portugués y catalén tenga su expli- cacién por la accién de un sustrato céltico, tal como ha sido defendido por Mar- tinet (1972 [1955] y 1981), aunque no haya acuerdo generalizado sobre todo ello. La ausencia de /v/ labiodental en territorio peninsular se extendfa en época medieval desde Galicia y Norte de Portugal a Castilla y parte de Catalufia (a lo que no hay que olvidar sumar Gascufia en territorio galo), lo que ha permitido suponer Ia actuacién de un sustrato mds antiguo que vendrfa a coincidir en gran parte con el drea de pérdida de nasales intervocdlicas. En cambio, la aspiracién y pérdida de /f-/ inicial latina, que dentro de la peninsula Ibérica caracteriza sola- mente al castellano desde sus primeros tiempos (as{ como también al gascén en el otro lado de los Pirineos), de forma tal que el foco inicial del fenémeno se con- centra en los siglos IX al XII al Norte de Burgos, La Montafia de Santander y La Rioja, zonas todas ellas préximas a la de habla vasca, ha hecho que se haya atri- buido a su influjo. Seguramente es éste uno de los fenémenos sobre los que més se ha trabajado, tanto para defender ardientemente su atribucién al sustrato-ads- trato vasco como para rechazar con no menor ardor tal asignacién. En realidad, no es ficil saber si la aspiracién que el vasco tenfa (que desaparece en algunos latinismos: lat. PULLU> vasc. oilo, o se sustituye por consonante labial en otros (como lat. FAGU> vase. bago) influye en el proceso de aspiracién romdnica de 1-1 latina, o si es la aspiracién vasca que hoy reconstruimos para el euskera en época medieval la que procede de la aspiracién castellana (que desaparece en algunos casos, tales como lat. FILIU > cast. Aijo [{xo], mientras se conserva en otros: lat, FLORE> cast. flo, o se sustituye por labial en ejemplos antiguos, como el babulose por FABULOSAE documentado en el Beato de Tabara). No hay que olvidar, por otra parte, que una consideracién sustratistica permitié a 214

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