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CONTENIDO. E] Pais mas hermoso S$° yz del mundo David Sanchez Juliao El encuentro con el Sol 9 Enero: un paishechode 15 almibares y nieves Febrero: un pais casitodo 25 hecho de mar m Marzo: un paisdondela 33 gente era superior al paisaje W Abril: un pais que era todo 43 ciudad v Mayo: el pas dela miel y 53 de las flores Junio: el pais corazén dela 63 Tierra v Julio: un pafs de arenas y espejismos Agosto: el pais verde esmeralda Septiembre: un pais que amaba el rio Octubre: un pais todo de blanco Noviembre: el pais de los témpanos viajeros Diciembre: un pais que era el centro del ato 7 87 99 1 123 137 EL ENCUENTRO CON EL SOL Habia una vez una familia: el papa, Ja mamé, una nifia y un nifio. La familia vivia en una casa a orillas de un arroyo. Y el arroyo nacia en una montafia que se alzaba detrds de la casa. El nombre de la nifia era Tala, y el del nifio, Lalo. Sus compafieros de es- cuela decian que los nombres eran muy parecidos, pero Lalo y Tala sen- tian que eran nombres diferentes por- que estaban acostumbrados a ellos. La mamé de los nifios era doctora, y todas las mafianas salfa a trabajar en un hospital. En el hospital ella cu- taba a nifios, a hombres y a mujeres. El papé era escritor, y no salia a traba- jar, pues los escritores no tienen ofi- cina, sino que trabajan en la casa. Los padres de Tala y Lalo eran ami- gos del Sol, pues todas las mafianas disfrutaban su calor mientras camina- ban por el campo haciendo ejercicio. También eran amigos de la Luna, por- que todas las noches tomaban el café en la terraza. Y cuando se toma el café en la terraza, se puede conversar con Ja Luna. Asi pues, Lalo y Tala eran amigos del Sol y de la Luna, porque uno es amigo de los amigos de sus amigos; y Lalo y Tala eran amigos de sus papas. Un dia, Tala y Lalo les dijeron a sus padres que querian pasar vacaciones a bordo del Sol. Los padres dijeron que si, pues consideraban que el Sol era el lugar ideal para pasar vacacio- nes: era grande y hermoso, siempre 10 tenfa luz y volaba muy alto. Pero les advirtieron que, ante todo, tenfan que hablar con el Sol. Subieron, pues, los padres a la montajia a hablar con el Sol. Regresa- ron contentos, Traian la noticia de que el Sol habia dicho que sf, pues amaba a los nifios. Era la mitad de diciembre y faltaban ‘once dias para la Navidad. Al dia siguiente, Lalo y Tala se des- pidieron de sus padres al pie del arroyo. Atravesaron los campos, pasa- ron juntoa la iglesia de piedra y empe- zaron a subir la montana. Arriba los estaba esperando el Sol. Cuando alcanzaron la cima, el Sol Ham6 entonces a una nube amiga para que lo cubriera, pues no queria que su calor fuera a quemar a los nifios. El Sol se encendié y asf nacié un nuevo dia. —{Cuantos dias de vacaciones les quedan? —pregunts. Tala y Lalo respondieron: u —Once, amigo Sol. Queremos estar de vuelta para la fiesta de Navidad. —Perfecto —dijo el Sol—. Recorre- remos el afio, pafs por pais. Los niftos saltaron de la montana y cayeron sobre un colchén, pues la nube amiga se habia extendido sobre la barriga ardiente del Sol. El Sol abandoné la montana, em- pezo a elevarse, y entonces todo brill6é con mas claridad. Lalo y Tala vieron por primera vez el mundo desde las alturas, muy pe- quefo. Los arroyos y los rios eran hi- los de agua que corrian por los valles en busca del mar. Los campos de siembra parecian un remedo de la col- cha de retazos que sobre la cama ponian sus papas. Y las casas eran como casitas de hormigas. —Ahora los dejaré en el corazén del pais de Enero —dijo el Sol. Detuvo su marcha sobre una montafa, y em- pez6 a descender. Al tocar la monta- fia, hablé de nuevo—: La gente de Enero los espera. Mafiana, antes de amanecer, los veré en este mismo lu gar.. —A qué horas, Sol? —preguntaror Lalo y Tala. —La gente de Enero sabré —res pondié el Sol. Y con estas palabras se elevé de nuevo hasta confundirse con el brillo de su propia dlaridad. CAPITULO 1 ENERO: UN PAIS HECHO DE ALMIBARES Y NIEVES Tala y Lalo sintieron frio, pues el pais de Enero era un pais de montafias. Y en las montafas casi siempre hace frio, porque las montafas estan cerca de las nubes y, muchas veces, lejos del mar. El lomo de ias montahas estaba cu- bierto de nieve. La nieve brillaba tanto con los rayos del Sol, que Lalo y Tala tuvieron que cerrar los ojos para huir del resplandor. Alabrirlos de nuevo, algo mas llamé su atencién: las montafias subian de pronto hacia el cielo y formaban picos de hielo que se perdian en las nubes. —Parece como si alguien hubiera pintado todo de blanco —comenté Lalo. Una voz se oyé junto a los nifios: —Nadie ha pintado nada. Aqui el mundo es asi. Era el céndor de los Andes, que vivia en el pais de Enero y habia lle- gado a darles la bienvenida. El céndor de los Andes era un Pajaro del tamafio de los céndores, pero tenia una golilla alrededor del cuello y una corona de plumas en la cabeza. El condor de los Andes sacé el par de suéteres de lana que habia traido bajo las alas. Lalo y Tala se apresura- ron a ponérselos, pues el frio de Enero aumentaba. —Ahora, sibanse a mi espalda— dijo el condor de los Andes—. Nuestra gente los espera. Tala y Lalo subieron al condor de 16 los Andes, quien alzé el vuelo sin tor- pezas, porque Ilevaba a los nitios en- cima. Vol6 casi rozando las nubes. Desde arriba, Lalo y Tala contemplaron el valle con més atencién: era tan verde que parecia una mesa de billar. En el centro de lo verde, habia un caserio, Antes de que los nifios pregunta- ran, el condor de los Andes explicé: —Ese caserio es la capital del pais de Enero —y empez6 a descender Las casas se volvieron grandes. El valle se hizo més verde. Los arboles se hicieron cercanos, porque el condor de los Andes bajaba planeando en es- piral. Y como sucede siempre que ba- jamos con rapidez (en el avién, en el ascensor o en los patines), Lalo y Tala sintieron un vacio en la barriga. EI pueblo tenfa sesenta casas, un mercado y una plaza. La plaza estaba lena de gente que vestia suéteres de lana similares a los de Lalo y Tala, Pero con pajaritos tejidos y animales I | | pintados. Todos usaban gorros de lana con muchisimos colores. El condor de los Andes descendis en el centro de la plaza, Entonces, cada uno de los habitantes de Enero sacé una flauta y empezé a tocar. Era la forma como la gente de Enero acostumbraba dar la bienvenida a los extraitios: tocando en su honor una flauta, que ellos llamaban quena El pais de Enero era un pais de miisica y coraz6n, y nadie en él podia dormir sin escuchar toda la noche la melodia de la quena. Fue lo primero que Lalo y Tala aprendieron. Después aprendieron que los habitantes de Enero eran inteligentes, y muy habiles en el manejo de los ntimeros. Por ejemplo, la familia que los invité a almorzar, les contd: —Enero tiene 365 habitantes. Es de- cir, un habitante por cada dia que tiene el aio. Y en cada noche del ano, un habitante toca la quena para que los demas puedan dormir. Era verdad. Mas atin, para tocar bien la noche que le correspondia, cada habitante ensayaba una hora to- dos los dias. Por eso, los habitantes de Enero eran misicos de fama. Terminado el almuerzo, Lalo y Tala dijeron que querian aprender a tocar la quena. Gastaron una hora ensayando, co- nociendo los orificios de la flauta, aprendiendo a soplar, pero no pudie- ron tocar, porque para tocar un instru- mento son necesarios muchos afios de practica. Cuando Ilegé la tarde, un grupo de parejas vino en busca de los nifios para Ilevarlos de nuevo a la plaza. Ena plaza, hombres y ninas, muje- res y nifios, ancianos y ancianas les tenian reservada una sorpresa. Era un vaso de nieve preparada con jarabes tan espesos como la miel y tan dulces como el azticar. —Es el orgullo del pais de Enero —exclamaron todos en la plaza. » Tala y Lalo confesaron que nunca habian saboreado aquel tipo de hela~ dos. —Es la mejor golosina que hemos probado —dijeron. —Z¥ cémo los hacen? —pregunté entonces Tala. Los habitantes de Enero explicaron: —Vivimos de fabricar estos helados, a los que llamamos raspados. Para prepararlos, hombres y mujeres nos distribuimos las tareas, pues a todos nos gusta trabajar. Durante el dia, unos recolectan buganvillas, unas flo- res que se dan sdlo en este pais. Otros hierven las flores hasta convertirlas en jarabe. Y otros suben a los picos de las montafas y arrancan terrones de una nieve que no se derrite, ni siquiera con elcalor. Al atardecer, aqui en la plaza, entre todos preparamos los raspados. Lalo sintié que tenia que preguntar: —2Y a quién se los venden? Los habitantes de Enero respondie- —A la gente de otros paises, espe- cialmente a los habitantes de Febrero, Marzo, Junio, Julio y Agosto, que son paises de mucho calor. —2Y cémo los envian hasta allé?— pregunt6 Tala. El condor de los Andes dio un paso adelante y respondié: —En un escuadr6n de céndores co- mandados por mi. Ya veran. El céndor de los Andes batié las alas hasta levantar polvo de la tierra. Veinte céndores mas emergieron de los patios y descendieron en la plaza. Después, los habitantes de Enero tra- jeron cuarenta y dos cestos de esparto, y los lenaron de raspados. Final- mente, colgaron los cestos al cuello de los céndores. El céndor de los Andes les pregunt6 a sus amigos: —Listos? —Listos —respondieron en coro los veinte céndores, y se agazaparon para tomar impulso y poder volar. > —Nosotros queremos ir —exclama- ron Lalo y Tala. Los habitantes de Enero no acepta- ron, pues habia sido otro el trato con el Sol. Seria el mismo Sol quien Ile- varia a Lalo y a Tala al siguiente pais: el pais de Febrero. Los céndores se despidieron y alza- ron el vuelo. El Sol habia empezado a descender sobre las montanhas, y ya iba a oscurecer. Lalo y Tala se sintieron cansados. Asi pues, se fueron a dormir. En el sueno escucharon la melodia de la quena tocada desde un pico de las montaiias por un hombre solitario. El silencio seria la sefal para levantarse y subir a la montafia a encontrarse con el Sol. CAPITULO 0 FEBRERO: UN PAIS CASI TODO HECHO DE MAR Los habitantes de Enero le pidieron |al céndor de los Andes que llevara a los niftos viajeros a encontrarse con el Sol. Batiendo sus alas enormes, el céndor se elevé en la oscuridad y llevé |a Lalo y a Tala al pico de la montana en donde los habfa recogido la mafia- na anterior. De pronto se vio una claridad bri- llante detras de la montafia. Era el Sol que nacia, y con él, el nuevo dia. —Listos, nifios? —grité el Sol. Lalo y Tala saltaron de la montaha lL a la nube amiga, y el Sol empezé a elevarse. —Adiés, condor de los Andes —gri- taron los ninos—, y gracias por todo. Enero se hizo pequefio, tan pe- quefio como la mas pequefia mesa de billar. —Mira, Lalo —grité Tala de pron- to—: alla se acaba lo verde y empieza una tierra azul. —No es una tierra azul. Estamos llegando al mar —corrigié el Sol. Cerca del mar las cosas se veian més Pequefas atin, pues el mar esta lejos de las montafias... hacia abajo. Y mientras més lejos estan las cosas ha- cia abajo, mas pequenas se ven. Alacabarse lo verde y tornarse todo azul, el Sol dijo: —Estamos volando sobre Febrero, tierra de calor. Arriba, en las nubes, Febrero no era tan caliente. El pais de Febrero era ardiente a la orilla del mar. Sin em- bargo, todo era claro y brillante en 6 aquel pais. El aire tenia sabores de sal y los colores parecian tener més color. —Abajo los espera mi amiga, la ba- lena tropical —dijo el Sol—. Los de- jaré con ella y regresaré a trabajar. EI agua estaba cerca cuando acabé de decirlo. Habia empezado el calor. Lalo y Tala comenzaron a sudar, pues en el pais de Febrero siempre se suda a la orilla del mar. EI Sol hundi6 su cuerpo en el agua dejando afuera la cabeza para que Lalo y Tala no se fueran a mojar. De pron- to, una ballena de colores emergié del mar y saludé a los nifios como sa- ludan las ballenas: con un arco iris de agua que salfa por el surtidor de su cogote. —Bienvenidos Lalo y Tala —salud6é la ballena tropical—. Subanse a mi es- palda, pues la gente de Febrero los espera. Lalo y Tala subieron al lomo de la ballena tropical. Miraron hacia arriba y vieron el Sol muy pequefio, pues a7 ya se habia empezado a elevar. Cuan- do se miran las cosas de abajo hacia arriba, mientras més altas estan, mas Pequefas se ven. Asi, sentados en el lomo de la ba- lena tropical, Lalo y Tala empezaron a navegar. La capital del pais de Febrero era una isla en la cual vivia muy poca gente, pues el pais de Febrero estaba casi todo hecho de mar. —2Y qué nombre tiene la isla?— pregunt6 Lalo. —Villa Coquitos —respondio la ba- llena tropical. Una muttitud en el muelle agitaba Pafiuelos, pues en muchos lugares del mundo la gente agita los pafuelos para dar la bienvenida. Villa Coquitos era uno de esos lugares. Villa Coquitos tenia muchas casas, una plaza y un mercado. Y como habjamos dicho que alli hacfa mucho calor, las casas tenian paredes de cafia y techos de palma. —Y las paredes estan hechas con catia de qué? —pregunté Lalo —Con cafia de coco —respondié la gente. —2¥ los techos estan armados con palmas de qué? 4h —Con palmas de coco —respondié la gente otra vez. Una familia invit6 a Lalo y a Tala a almorzar, y ellos exclamaron: —jQué rico est este arroz! ;Cémo hacen para que sea tan dulce? —Es que lo hacemos con leche de coco —respondié la familia. Lalo y Tala comprendieron por qué Villa Coquitos se llamaba asi. 5 Por la tarde, los dos nifos recorrie- ron la ciudad y aprendieron muchas cosas. Aprendieron que las playas de Villa Coquitos no eran de arena sino de azticar y sal. Que en Villa Coquitos empedraban las calles con caracoles lisos sacados del mar. Que los pisos de las casas estaban hechos con baldo- sas de coral. Que la gente de la isla no dormfa en camas sino en hamacas hechas con fibra de coco. Y que los habitantes de Febrero le cantaban a la Luna mas que al Sol, pues el Sol au- mentaba el calor y la Luna refrescaba las noches. También aprendieron que, al igual que la tierra de Enero, el pafs de Febrero era un territorio de mucha miisica y gran corazén. Esa noche, la gente de la isla cele- braba la Fiesta del Coco. Al oir aquel nombre, Lalo y Tala preguntaron: —

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