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Breve historia de la narrative colombiena.Siglos RVERX to, pero Juana ya lleva afios contando los hombrecitos que se suceden uno tras otro con idéntica precisién. Elcuento mas celebrado de la coleccién —incluso llevado al cine— ha sido “Juana tenia el pelo de oro”, en el que se imagina cémo su protagonista, en el fugaz esplendor del pueblo Ciénaga, tiene los cabellos de oro puro. GENESIS LITERARIA DE GARCIA MARQUEZ A ratos la literatura suele cifrarse en un nombre, Como su imaginacién con- quisté el mundo y su obra es tan vasta, hablaremos de él por partes: en el contexto intelectual de la revista Mito; en la corriente fantéstica que se abre con sus cuentos iniciales; en cémo lo nutrieron el periodismo ya lectura de Faulkner; en la creacién de Macondo a partir de La hojarasca. También dedi- caremos varios parrafos a Cien aitos de soledad, para volver a retomarlo en el tema del dictador con El otovto del patriarca (1975); por iltimo, hablaremos de sus novelas posteriotes al Premio Nobel. Como ya nos es tan familiar en los diarios y en los medios, lo Ilamaremos Gabo, a secas. La REVISTA MITO Si bien es cierto que ningtin escritor es producto exclusivamente indivi dual, tampoco lo es solamente social. Un gran escritor suele darse dentro de pequefios grupos que viven en alta tension intelectual." Uno de esos pe- quefios grupos fue, sin duda, el que encarné la revista Mito (1955-1962), en donde Gabo publicé tanto su cuento “Monélogo de Isabel viendo lover en Macondo” (1955) como su novela corta El coronel no tiene quien le escriba (1958). Si nos preguntaran qué tuvo Mito que no tuvieron las anteriores revistas colombianas —Contemporinea, Voces, Universidad, Revista de las Indias—, ditfamos que los escritores que colaboraron en ella y el respaldo continental —asi hubiera sido simbélico— de un Borges y un Alfonso Re- yes, como miembros del consejo editorial. Mito se apoyé en la mejor tradi- cién hispanoamericana, y concibié la cultura como un campo donde todas Jas ideas debian tener cabida, En los 42 néimetos de la revista, aparecidos Alvaro Cepeda Samui, Los cuentos de Juana, Norma, Bogot, 2003, pp. 45-47. El concepto es de Pedto Hensiquez Urefa, dicho en una carta a Alfonso Reyes en 1914, poco tiempo después del Atenco dela Juventud en México. Véase Alfonso Reyes y Pedro Henriquez Ureiia, Correspondencia: 1907-1914, ed, de José Luis Martinez, FCE, México, 1986, 263 Sebastién Pineda Bustrago entre 1955 y 1962, nada les fue ajeno, ni el nadaismo que despunté en sus tltimos ntimeros. Esa apertura y generosidad se la debemos a Jorge Gaitan Duran (1924 1962). A Bogota llegé de Ciicuta, de la frontera o de las margenes, que es en donde se tiene una mejor idea del pais. Presencio los desdrdenes del 9 de abril de 1948. “El bogotazo” dejé en Gaitan Duran la sensacién de una crisis moral, la misma que se imprimi6 sobre la nacién colombiana, que sin darse cuenta y en medio del desespeto y la confusién, se dejé imponer por primera vez en st historia una dictadura, la del general Gustavo Rojas Pinilla, en 1953. En 1949, cuando Gaitan Duran viajé a Paris, sintié algo parecido a “El bogotazo”, si, una suerte de existencialismo ante las ruinas dejadas por la Segunda Guerra Mundial. Aparte de cursar algunos estudios universitarios en La Sorbona, frecuenté el mismo café de Sartre, La Rotonde, de suerte que al regresar a Colombia trajo el mensaje urgente de reflexionar sobre la situacién social y politica de la nacién, Le pareci6 curioso que en medio del horror que vivia el pais, los escritores colombianos oscilaran entre la poesia piedraciclista embriagada de rosas y la novela desnuda y torpe de la violen- cia. Ninguna de las dos acudia a la alta cultura. Habfa que mezclar las tres cosas —la fantasfa, la intelectualidad y la realidad— pero desde un punto de vista més universal, que trascendicra el provincianismo colombiano. Como durante el régimen de Rojas Pinilla nadie se podia reunir con mas de tres personas en una misma mesa, Gaitén Duran y sus amigos concretaron encuentros secretos, planearon y financiaron el proyecto de reunir en una sola revista los anhelos de la nueva generacién, No pretendian, por supues- to, “salvar el mundo”; no pecaron de ingenuidad, aun cuando Gaitan viera en la empresa de Mito, en medio de la dictadura de Rojas Pinilla, la ocasién especial para erguirse como el escritor engagé, comprometido, que pedia Sartre en las paginas de la revista Les Temps Modernes. Desconfiaron del estalinismo y del maoismo, y sobre todo del posterior Frente Nacional con el que los politicos colombianos pretendieron disfrazar la democracia después de Rojas Pinilla. La revista Mito no se satur6 de politica local. Su politica no fue otra que dilatar los pulmones de la cultura colombiana. Hernando Valencia Goelkel, y especialmente Eduardo Cote Lamus y Pedro Gémez Valderrama, colaboraron en la parte editorial. Los tres ya habfan adquirido cierta experiencia al contacto con los movimientos literarios que vieron en la Europa de la posguerra. El poeta Eduardo Cote Lamus coqueteé con la intelectualidad espafiola del franquismo (fue amigo personal de Camilo José Cela y Caballero Bonald) y se familiatizé al mismo tiempo con la cul- tura alemana, Afios después, Valencia Goelkel sefialé el contexte literario internacional que rodeaba a la revista 264 Breve historia de la narrative colombiena.Siglos RVEXX Yo creo que durante los afios en que existis la revista estabamos presenciando, al menos en literatura, la diltima gran expresién de la modernicad en literatura, Me explico. Era un momento en que coincidian Sartre, Camus y Malraux en Francia, en que vivian y producian escritores de todos los paises, en que Brecht estaba vivo (de Brecht se publicaron unas espléndidas traducciones de Eduar: do Cote Lamus), en que vivian también en plena produccién, en pleno vigor, para citar nombres casi al azar en un tettitorio cultural distinto al nuestro, en el que acababa de darse a conocer Vladimir Nabokov con Lolita, en plena ti- queza imaginativa Graham Greene, Evelyn Waugh o Emest Hemingway, etc. Y simulténeamente América Latina y Espafia tenian, de una parte, todavia la gran presencia viva de algunos de los autores de generaciones anteriores: Vi cente Aleixandre, Luis Cernuda, Jorge Guillén, quienes eolaboraron en Mito. La presencia también de otras generaciones de escritores espaiioles, como los Goytisolo, como José Manuel Caballero Bonald, que también era colaborador de la revista y uno de cuyos libros de poemas fue publicado por Ediciones Mi- to, y en donde, obviamente sin saberlo nosotros, ya estaba la mayor parte de Jas figuras que en unos poquitos afios después habrian de configurarse bajo el rétulo del “boom latinoamericano”. Garcia Marquez, por supuesto, quien in cluyé Elcoronely otros dos textos en la revista. Hubo colaboraciones de Carlos Fuentes y también desde el primer ntimero el magisterio tan grave y continuado de Octavio Paz.” Lalista de colaboradores de la revista Mito, en efecto, oftece los mejores escritores colombianos de aquellos tiempos. Alvaro Mutis también publicd en Mito sus primeros poemas. E gran cuentista Pedro Gomez Valderrama comenzé a sacat ensayos sobre la historia del mal y del diablo. Desde Fri- burgo, Alemania, dos aplicados alumnos colombianos, que después serian os mejores ensayistas de esta generacién, Rafael Gutiérrez Girardot y Da nilo Cruz Vélez, compartieron con sus compatriotas reflexiones en torno a la fenomenologia de Husserl y el pensamiento de Heidegger. Sartre, para muchos, parecia ser el faro intelectual de esta generacién, pero el propio Gaitan Duran no tards en alejarse del maestro porque se dio cuenta de que en el fondo Sartre era un tedlogo moralista: justificaba los medios por el fin y Jas ideas por encima de los seres humanos. Gaitan Duran se aparté del exis tencialismo, del socialismo y aun del psicoandlisis, entre otras cosas porque escribia muy bien. Pero Mito se acabé de stibito en 1962, cuando el avién en. el que viajaba estallé en el Caribe cubriendo la ruta Paris-Bogoté. No deja ° Hemando Valencia Goelkel, “Nuestra experiencia en Mito”, Disponible en: http:// ‘worwbanrepcultural.org, 265 Sebastién Pineda Bustrago de parecer extratio o sigilosamente perverso cémo la auténtica rebeldia de la revista Mito nunca obtuvo por parte de la prensa (ni de El Tiempo ni de El Espectador) la publicidad que, en cambio, si se le dio al confuso grupo de los nadaistas."® Sea como sea, a revista Mito sitvié de racimo o semillero de grandes escritores; tras su desaparicién cada uno se descolg6 y tomé su camino especifico, sin dejar de reconocer que Mito les dio el impulso inicial. EL PERIODISMO NUTRE SU NARRATIVA Otro de esos pequedios grupos de alta lensién intelectual en los que seinsext6 Gabo fue, sin duda, el del periodismo literatio, En 1947 frecuent6 en Bo- goté a Eduardo Zalamea Borda en El Espectador, el autor de la novela més vanguardista hasta ese momento —4 arios a bordo de mi mismo (1934)—, cuya lectura seguramente lo animé a novelar la vida del mat y de la costa Luego, en E/ Universal de Cartagena, tom6 contacto con el periodista Cle- mente Manuel Zabala (San Jacinto, Bolivar, 1921-Cartagena, 1963), de quien Gabo aprendié a dotar sus columnas y atticulos de periédico de téenicas literarias —tensi6n, suspenso, desenlaces inesperados—, acudiendo tam- bién al género del ensayo al lanzar asociaciones con noticias de otra indole. ‘Ala lista de grupos de alta tensi6n intelectual podziamos también agre- gar al Grupo de Barranquilla, siempre y cuando admitamos que fue una prolongacién oral —de tertulia— de la revista Voces, La propensién por la literatura inglesa y notteamericana del Grupo de Barranquilla, en donde Gabo empez6 a reunirse con otros contertulios, se debis a lalibrerfa andante de Ramén Vinyes y a José Félix Fuenmayor. Desde luego, eso era algo que ocutria dentro de ciertos niveles sociales, pues la mayor parte de la gente del Caribe colombiano no poseia ilustracién. En todo caso, Gabo supe sazonar su narrativa con la cultura popular, combinar el mester de clerecia con el mester de juglaria, al punto de decir, con cierta coqueteria populat, que Cien arios de soledad es un vallenato y Elamor en los tiempos del cblera, un bolero. Lo cierto es que su talento se ejercit6 en el periodismo. Durante casi dos décadas ambos perisdicos, El Espectador y El Universal, lo templa- ron en eloficio dela escritura. Sien un principio despegé en El Espectador, después del 9 de abril de 1948 a Gabo no le queds otra alternativa que liar La pregunta también la sugiere Gutiérrez.Girardot, y se podria formular en los siguien: tes términos: gpor qué el Nadaismo como espejismo publicitario duré mucho después del suicidio de Gonzalo Arango, mientras Mifo, en cambio, fenecié con el accidente de Gaitin Durén en 1962? La respuesta, fundamentalmente, deja en evidencia la medio- cridad del mundillo periodistico colombiano. 266 Breve historia de la narrative colombiena.Siglos RVEXX sus corotes y regresar ala costa, a participar y nutrir los diarios y revistas de Cartagena y Barranquilla. Esa experiencia de volver a salir del gran centro absorbente, de probar su talento en un relative retiro, ayudé a su formacién profesional, Las erénicas de Gabo en El Universal de Cartagena, a princi- pios de los afios cincuenta, estan tocadas con percepciones tan originales de la vida en la costa, y del cine como una forma de vida, que ya en ellas se adivinan las células del realismo magico. Sus crénicas trataban més bien de entretener, sin preocupacisn alguna de persuadit: Se las solicitaba el pro- pio jefe de redaccién —Clemente Manuel Zabala—, y en Cémo aprendié a escribir Garcia Marquez (1995), Jorge Garcia Usta se dio cuenta de los va- sos comunicantes que existen entre las columnas de los dos. En realidad, a través de Zabala Gabo hereds el género del periodismo literario que habia inaugurado el vanguardista espaiiol Ramén Gémez de la Serna, quien en sus Greguerias baiiaba de poesia las cosas cotidianas: Desdle su tercera nota periodistica en E! Universal, frmada el 22 de mayo de 1948, asus 21 afios, la familiaridad de Gémez. de la Serna se presenta como una lectura aplicada, sistemética. Al final de esta nota inicial se escribe una especie de partida de adopcién estilistica de Garcia Marquez de las miltiples formas de Ja greguetia, De allien adelante, a pesar de las ocasiones ¢ insinuadas distancias con las excentricidades de Gémez de la Serna, Garcia Marquez acoge todas las variantes de la greguerfa, pero sometiéndolas a reducciones, modificaciones, expansiones.!” En Textos costeiios: 1948-1952 (Obra periodistica 1) podemos percibir cémo Gabo va anulando el tono técnico y enumerativo del periodismo con el poder de Ia sintesis, con la posibilidad de estallar la noticia o el comen- tario por las fuetzas expresivas de imagenes, figuras, metéforas. Frente alo turbio o lo solemne de una noticia, reacciones irénicas; seriedad o erudicién ante lo que aparece obvio. Entre 1954 y 1955 Gabo volvié de la mano de Eduardo Zalamea Borda a El Espectador, cuyas erénicas y articulos estén consignados en Entre cachacos: Obra periodistica 2. Gabo incursioné en aquella ocasién en el reportaje para hacer la trascrip- cién, en primera persona, del dnico sobreviviente del naufragio, en mitad del Caribe, de un buque militar, sobrecargado con objetos de contraban. do. Dividié su Relato de un ndufrago en episodios publicados en 14 dias consecutivos, en aras de mantener el suspenso. Al final la gente no sabfa 7 Jorge Garcfa Usta, Cémo aprendié a escribir Garcia Mérguez, Editorial Lealon, Medellin, 1995, pp. 161-162. 267 Sebastién Pineda Bustrago si tomarle més carifio al néufrago o al cronista que lo habfa encarnado de manera estupenda. El relato se lee como bebiendo agua, porque detras hay un ¢jercicio estilistico impresionante en el arte de la conducci6n dela prosa Gabo, que no es ensayista, considers que lo esencial en el periodismo no es el conocimiento ni la filosofia, sino el arte de natrat a secas en el sentido préctico. Aprende a narrar —parece decitnos—: desde alli dominaras el mundo. No es posible cerrar los ojos ante esta evidencia. Sus crénicas pe- riodisticas, De viaje por los paises socialistas: 90 dias en la cortina de hierro (1978) 0 La aventura de Miguel Littin clandestino en Chile (1986), esquivan obstaculos teéricos y no cazan peleas ideolégicas. Siempre apuntan a la sintesis. Cierto: en ellas no hay desarrollo de ninguna discusién ni existe el interés por abolir 0 probar alguna teorfa. Solo el afin por ver las cosas en movimiento, tal como aparecen en el cine DE LA LITERATURA FANTASTICA AL REALISMO MAGICO. En varias ocasiones Gabo ha confesado que su despertar literario coincidis, mientras lefa recostado en su pensién de estudiante en Bogotd, con el desper- tar de Gregorio Samsa convertido en un monstruoso insecto. Al calor de La metamorfosis de Katka escribis y mandé a El Espectador su primer cuento, “La tercera resignacién” (1947). Lo recibié Eduardo Zalamea Borda, y aten- toatodo experimento literatio, el novelista de arios a bordo de mi mismo vio en el cuento del joven costefio un tipo de literatura fantéstica que casi nadie estaba practicando. La trama de “La tercera resignacién” narra el extrafio caso de un nifio condenado a vivir dentro de un atatid colocado en la sala de su casa, al cuidado de su madre, que lo viste ylo asea, puesto que los médicos Iehan decretado una suerte de catalepsia, Cuando cumple veinticinco afios yano cabe en el ataiid y cree asistir a su muerte verdadera por cierto olor putrefacto, Pero al final nunca sabemos si esta vivo o realmente muerto, 0 si més bien existe después de la muerte. En las sensaciones fisiol6gicas del muchacho de “La tercera resignacisn” se teflejan los retortijones del insecto Gregorio Samsa: ambos luchan por levantarse, por ser personas comunes y corrientes. La invencién de situaciones insufribles 0 desmesuradas, virtud de Katka, también es la principal virtud del colombiano, Solo que més tarde, tocado por el espititu carnavalesco del Caribe, Gabo logré hacerlas mucho més tolerables y simpéticas. En sus primeros cuentos, fechados entre 1947 y 1952, sus experiencias en Bogoté se narran mediante espesas atmésferas psicol6gicas y dentro del cerebro de sus protagonistas: “Lva esta dentro de su gato”, “La otra costilla de la muerte”, “Amargura para tres sonémbulos”, “Dialogo del espejo” (entre otros cuentos que solo compilé en 1974, en el 268 Breve historia de la narrative colombiena.Siglos RVEXX libro Ojos de perro azul). A partir de su lectura de Faulkner se inventé a Macondo, en el ombligo de nuestra América, de tal suerte que lo magico se apoyé en objetos familiares, en un pueblo cognoscible para todos. ePor qué en los primeros cuentos hablamos de literatura fantastica y de realismo magico en los que ya aparece Macondo? La pregunta admite una mayor: por qué consideramos fantasticos los cuentos de Borges, mientras decimos realismo magico para los de Gabo, si en ambos casos lo fantastico no esté en la realidad sino en el arte de fingir? Anderson Imbert responde que en el primer caso lo sobrenatural se presenta de golpey pone el mundo patas arriba, En el segundo caso, para mayor sorpresa, ya el mundo esta patas arriba y lo sobrenatural se apoya en objetos familiares, como sise tratara dela realidad comin y cotriente.'* La respuesta estriba también en que, antes de Gabo, el género fantastico se coseché ante todo en Buenos Aires, Ia ciudad mis europea de América Latina. Luego lo fantastico opers sobre el realismo del Caribe, y desde los experimentos surrealistas de Miguel Angel Asturias, pasando por los de Alejo Carpentier hasta llegar a los de Gabo, la técnica se perfeccioné tanto que lo fantastico se present6 como si fuera una suerte de costumbrismo. De ahi el realismo magico. El efecto de esta sensacién ha Ievado a que Macondo —que no existe sino en palabras— se inserte tanto en nuestra realidad real que alguna ver se propuso llamar asi al pueblo natal de Gabo, en vez de Aracataca, La sensatez de los pobladores gané sobre el entusiasmo de los lectores; no querian vivir en una novela de ficci6n. En todo caso lo macondiano, como lo quijotesco o lo kafkiano, forma ya parte de nuestros adjetivos habituales. Pero insistamos: el realismo magico puede representar verosimilmente el mundo, peto seré siempre una representacién a través de palabras, no el mundo, Cuando Gabo le confesé a Plinio Apu- eyo Mendoza, en El olor de la guayaba (1982), que en sus novelas no hay una linea que no esté basada en la realidad, solo estaba mamandole gallo al lector descrefdo, Expliquémonos con teorfa literaria En “Cuatro horas de comadreo literario con Gabriel Garcia Marquez”, Gabo le conté a Juan Gustavo Cobo Borda que un libro fundamental en st formacién habja sido La experiencia literaria (1941) de Alfonso Reyes.” Alli, Reyes habla del error que cometen ciertos poetas al confundir la provocacién con la ¢jecucién artistica, o la emocién con la poesia misma, El escritor no debe confiarse demasiado en la literatura como estado de alma, y en cambio % Vease de Enrique Anderson Imbert, El realismo magico y otros ensayos, Monte Avila Editores, Caracas, 1985 % Juan Gustavo Cobo Borda, Lecturas convergentes, Taurus, Bogoté, 2006, p. 160. 269 Sebastién Pineds Bustrago debe insistir mucho en la literatura como efecto de palabras: “Nada se puede dejar a la casualidad. El arte es una continua victoria de la conciencia sobre elcaos de las realidades exteriores” Que el “realismo magico” se transmita por osmosis al pisar el mundo del Caribe, como queria Carpentier, es tanto como decir que el astronauta Neil Armstrong tocé lo romantico de la luna, siendo que la luna es indiferente a todos los adjetivos que los poetas le han puesto. Asi, la geografia colombiana y a historia de sus largas guerras civiles solo sueltan su esencia maravillosa o magica a quien les aitade imaginaci6n, ysolo se convierten en literatura cuando conciertan con las palabras. Gabo comprendié muy bien esta leccién de Alfonso Reyes, y convino en rodearse deun lenguaje capaz de hacer teal en el texto el contenido de su imaginacién 2Qué tipo de lenguaje estaba de moda en sus dias? No bromea Cobo Borda cuando descubre en Gabo un fantasma piedracielista: “Un poeta que ama lo litios y las rosas, el vuelo de los angeles y el trashicido lino con que levi- tan las doncellas, por un cielo siempre azul, entre un coro de eampanas” 2! A mediados de los cuarenta, el movimiento Piedra y Cielo signifies para el joven escritor lo que un grupo de rock para algtin joven de ahora. A través dela poesia de Carranza y Camacho Ramirez Ileg6 al Neruda de Residencia en la tierra, sobre todo de la segunda serie (Buenos Aires, 1947). Y de esos poemas como salmos biblicos, con génesis que tocan el amasijo esencial de las cosas de América, Gabo tomé un arsenal de metaforas y gitos para, a su tuo, crear el realismo magico. Esto se advierte en muchos fragmentos de Cien aos de soledad, por ejemplo cuando los fundadores de Macondo avistan un galeén espaol perdido en la selva Frente a ellos, rodeado de helechos y palmeras, blanco y polvoriento en la silen ciosa luz dela maiiana, estaba un enorme galeén espafiol. Ligeramente volteado aestribor, de su arboladura intacta colgaban piltrafas escudlidas del velamen, entre jarcias adornadas de orquideas, El casco, cubierto con una tersa coraza de rémora pettificada y musgo tierno, estaba firmemente enclavado en un suelo de piedras. Toda la estructura parecia ocupar un ambito propio, un espacio de soledad y olvido, vedado a los vicios del tiempo y as costumbres de los pajaros. En el interiors, que los expedicionatios exploraron con un fervor sigiloso, no habia mas que un apretado bosque de flores” 2 Alfonso Reyes, Le experiencia literaria, ¥CE, México, 2004, p. 91 21 Juan Gustavo Cobo Borda, “El patio de atrés”, en Gabriel Garcia Marques, Cien aiios de soledad, op. cit. p. 499, 2% Garcia Marquez, op. cit, p.21 270 Breve historia de la narrative colombiena.Siglos RVEXX Sus adjetivos, cierto romanticismo recurrente, vienen de los piedracielis- tas y del primer Neruda, Tal herramienta verbal, sintaxis clasica y frascologia romantica, le permitieron desmaterializar la realidad de las cosas y los seres, ponerlos en suspenso; baiiarlos, ademas, della luz nitida y didfana que borra Jas fronteras entre la fantasia y la razén, entre el juego y la angustia, entre la naturaleza desmesurada y los nervios fisicos del hombre. PRECURSORES DE MACONDO Los eriticos insisten en que las semillas de Macondo vinieron volando de a obra de William Faulkner. Gabo ley6 a Faulkner gracias a Alvaro Mutis, su amigo entrafiable, quien en 1953 escribié para la Revista de las Indias de Bogotd una resefia sobre Luz de agosto, recientemente traducida en Buenos Aires. ¢Qué interés le suscité Faulkner? En Garcfa Marquez: historia de un deicidio (1972), Vargas Llosa sefialé que asi como Faulkner vio en el sur de los Estados Unidos los esplendores de una opulencia ya extinta, el novelista de Aracataca vio en las pequeias localidades del Magdalena la huella de vastas plantaciones de la United Fruit Company, alrededor de las cuales solo quedaban desazén y miseria® Tanto Faulkner como Gabo vieron, detrés del fracaso de sus regiones, antiguas sagas de opulencia y riqueza, que las guerras habian borrado de la historia oficial, pero que el mito y el folclor conservaban intacto, Recordemos también que casi todas nuestras guerras civiles del siglo XIX se libraron en la costa por el control del comercio y las armas a través del rio Magdalena, Otra influencia bebida en Faulkner (a su vez tomada de Virginia Woolf) tiene que ver més con la técnica: hacer esta- Ilar el argumento en varios fragmentos, de tal manera que el lector ate cabos sueltos de historias familiares vinculadas con una regién, con un pueblo. En Ia geografia literaria, Yoknapatawpha y Macondo son pueblos hermanos. Y ni hablar de Comala, cuya influencia requeriria otto ensayo, porque, si vamos ala verdad, Juan Rulfo y Garcia Marquez.son los auténticos realistas, mégicos; lo demés es literatura. Pero también sefialamos que otras semillas vuelan, emanan de la historia literaria de Colombia. A veces las novelas de 2% Mario Vargas Llosa, Garcia Marquez: historia de un deicidio, Seix Barral, Barcelona, 1971, p. 15. Esta influencia, sin embargo, ha sido matizada por el critico estadounidense Harold Bloom, quien profundiza hasta los clésicos tanto del idioma inglés (Shakespeare) como del espaol (Cervantes) para definir mejor a Garcia Marquez. “What Shakespeare was to Faulkner, Cervantes necessarily is to Garefa Marquez: the true ancestor”, (Harold Bloom, “Introduction”, en Bloom's Modern Critical Views: Gabriel Garcia Marque, Chelsea House, New York, 2007, p. 5). 271 Sebastién Pineda Bustrago ‘Tomés Carrasquilla, con tanta carga de costumbrismo y regionalismo, pro- ducen la sensacién de un mundo fantastico sin mayor contacto o comercio con el exterior, lejos de las ciudades y las metrépolis. Gabo conservé esta noci6n geogréfica e histérica (es decir, la idea de un pais introvertido), pero cambié el orden literario, de tal modo que presenté la fantasia y la sinrazén como cuestiones de todos los dias, es decir, como costumbrismo del incons- ciente, con lo cual gané més universalidad. MEZCLA DE GENERO POLICIAL Y DE TRAGEDIA GRIEGA Sisolo hubiera bebido de las téenicas modernas, Gabo se hubiera inclinado por el géneto policial. En ese caso sus novelas consistirfan en buscar cul- pables o hallar soluciones para situaciones desmesuradas. Pero la lectura de los tragicos griegos lo llevs mas bien por el camino de la historia circu- lar, donde la légica policial se derrumba desde el principio. En 1952, en su articulo “Misterios de la novela poliefaca” (de su columna “Jixafa”, El Universal de Cartagena), Gabo explicé que la excepcién a la novela poli- cial regida por la légica esta en Edipo Rey: “Es el tinico caso en la literatura policiaca en que el detective, después de un didfano y honrado proceso de investigacion, descubre que él mismo es el asesino de su padre” Sofocles rompié las reglas antes que las reglas se inventaran, sentencié. Mas tarde, su hermano Eligio Garcia Marquez descifté las claves de Cien avios de sole- dad en las tragedias griegas. Dijo que la peste, que en la cosmologia griega equivalia a una suerte de castigo divino, en Colombia podia ser equivalente al fenémeno de la violencia. En el parecido con las tragedias griegas hay gue tener en cuenta, claro, cémo varia Ja estructura, més atin cuando los dramaturgos helénicos no acuden al narrador omnisciente sino a los men- sajetos, a quienes se encomienda el relato de los hechos que no acontecen en escena y a través de los cuales se menciona la accién ausente; 0 mejor, al ordculo, que ya lo sabe todo antes de que la historia culmine. La posibilidad de crear una suerte de oraculo fue lo que emocioné a Gabo. Y Cien arios de soledad tendza su propio oréculo, que ya ha escrito el libro antes de que Gabo lo escribiera: Melquiades. 2% Tomado de Dagmar Ploctz, Gabriel Garcia Marquez, tad. de Guillermo Lapiedra y Alicia Valero, Editorial Edaf, Madrid, 2004, p. 125, % Bligio Garcia Marquez, Tras las claves de Melgufades, Mondadori, Barcelona, 2001, pp. 304.305. 272 Breve historia de la narrativa colombiena.Siglos XVERX EL MUNDO DE MACONDO: DE LA HOJARASCA A CIEN ANOS DE SOLEDAD LA HOJARASCA (1955) El epigrafe de La hojarasca esté tomado de Antigona, de Séfocles. ¢Mera coincidencia? :Cudl es la similitud? El escritor costefio tenia lista la primera versiGn de la novela en 1953, pero antes envi los manuscritos a manos del poeta cartagenero Gustavo Ibarra Merlano, quien lo remitié a Antigona. Si en La hojarasca el abuelo coronel siente el deber de transgredir el estamen to, la autoridad y aun el sentir popular de Macondo, y sepultar al doctor francés para cumplit una promesa, por un deber espiritual que supera cualquier ideologia, en la tragedia griega Antigona debe enterrar el cuerpo de su hermano Polinices por un compromiso interior y aun en contra de la sociedad. El hilito de tragedia griega esté también en la venganza, en el pueblo acechado por el delirio del banano (secreta peste). De suerte que los experimentos narrativos del monélogo interior, tocados por lo clésico, permitieron la comunicacién directa y Ilana con el lector, cosa que no con- segufan otros narradores experimentales. La idea de un cadaver insepulto obsesionaba a Gabo desde su primer cuento, “La tercera resignacién”. Y la misma situacién descontrolada no cambia en La hojarasca, peto lo que habia situado en un ambito individua- lista sin referencias populares, ahora esta situado en Aracataca, si, para que elector admita mejor la ficcién. El monélogo del nifio que ve por primera vez un muerto en la sala de velacién se trenza con el de su abuelo y el de su madre Isabel. La accién en el velorio dura sesenta minutos (desde el pito del tren, que marca las 2:30 de la tarde, hasta el canto de los alcaravanes a las 3:30); pero a través del zigzaguear de los monélogos nos vamos enteran- do de lo que ha pasado cien afios antes y de la historia detras de la historia que encietta el suicidio del misterioso médico en la madrugada de un dia de 1928. ¢Acaso se suicidé desesperado por la miseria en la que ha caido Macondo después del ansia desatada por las compafiias bananeras? EL CORONEL NO TIE QUIEN LE ESCRIBA (1958) Para Gabo, escribir una novela es pegar ladrillos; escribir un cuento, vaciat en concreto. Asi, si nos atenemos a su propia teoria, Elcoronel no tiene quien Te escriba no es una novela, sino un cuento conciso, perfecto. Es la obra pre- ferida de muchos lectores. No tiene ninguna frase de més; los adjetivos estin en su sitio, La prosa comienza despacio, fijando con exactitud los puntos 273 Sebastién Pineda Bustrago esenciales y no dejéndose arrastrar por explicaciones o discursos largos. El coronel nunca deja de estar enfocado por el narrador omnisciente; el lector nunca lo pierde de vista. El tiempo narrativo transcurre entre octubre y diciembre, solo dos meses que nos permiten conocer la tragedia del viejo coronel, veterano de la tiltima guerra civil, la de Los Mil Dias, y que lleva cincuenta y seis afios esperando su pensién, con la situacién intolerable de que nunca llega, de la comida que se agota, del cantaleteo de su mujer. La burocracia del pais ha enredado su pensisn en un laberinto sin salida. Los ltimos documentos del coronel Aureliano Buendfa, en donde esta la orden para el pago, han pasado por miles y miles de oficinas hasta llegar a quién sabe qué departamentos del Ministerio de Guerra. Algo parecido ocurre en El castillo de Kafka: para llegar al agrimensor, el protagonista K nece- sita pasar de A a B, y de C devolverse otra vez a A, y asi sucesivamente2* El pasado y el futuro estan infinitamente ramificados, pues aun cuando el coronel decida cambiar de abogado nada puede hacer sino devolverse de nuevo al punto A: Pero en los tilkimos quince afios han cambiado muchas veces los funcionarios —precisé el abogado—. Piense usted que ha habido siete presidentes y que ca da presidente cambi6 por lo menos diez veces su gabinete y que cada ministro cambié sus empleados por lo menos cien veces [...]. Ademas, si esos papeles salen ahora mismo del ministerio tendrén que someterse a un nuevo tumo para elescalafén. —No importa —dijo el coronel. Sera cuestién de siglos. —No importa. El que espera mucho, espera lo poco.” Gabo no presenta esta ficcién de una manera depresiva sino como algo cotidiano, como una extraiia forma de vida en un pueblo tropical. Al coronel lo sabemos secretamente sonriente: vaga por el pueblo en siesta sin pensar en nada, sin ni siquiera convencerse a s{ mismo de que su problema no tiene 2 Laiinlluencia de Kafka en Garcia Marquez ha merecido vatios comentarios y una que otra tesis, Hannelore Hahn, que tiene el libro mas explicito al respecto (The Influence of Franz Kafka on Three Novels by Gabriel Garcia Marquez, Peter Lang, New York, 1993), sin embargo, no la analiza en Elcoronel no tiene quien le escrba (1955) sino en novelas posteriores, donde dicha influencia ya esta muy difusa Gabriel Garcla Marquez, racas, 1982, p. 21 [I caronel no tiene quien le escriba, Biblioteca Ayacucho, Ca. 274 Breve historia de la narrative colombiena.Siglos RVEXX solucién. “La vida es la cosa mejor que se han inventado” 2 sentencia. Claro, vive con la ilusién de que el gallo de pelea lo sacaré de la miseria cuando Ieguen las fiestas del 20 de enero; los amigos de su hijo muerto le siguen el juego y hasta se encargan de alimentar al gallo, Pero todas las noches su mujer, entre la tos asmatica, le enrostra la dura realidad de no tener con qué comer al dia siguiente. ¢Qué significa el gallo? Entendamos la presencia del gallo de pelea como un pequefio teatro dentro del teatro, meta-ficcisn, conflicto de otro conflicto que el gallo espejea. Si el hombre es animal so- cial, el gallo de pelea encarna cierta hermandad en la lucha por sobrevivis, no tanto en la naturaleza, como dentro de las formas sociales. “Suponte gue pierda [...] Dime, qué comemos”, le grita su mujer. Y el coronel, con la més didfana solucién, le responde: “Mierda” 2 Esta novela, breve y rapida, reacciona contra el candor cristiano de pensar que solo vale el pobre de bienes materiales pero rico en espititu, el héroe o el santo incomprendido; nada de eso: valen ambas tiquezas. La vida es del que puede gozatla, pal- parla; nadie se nutre solamente de ilusiones, Fue una auto-ensefanza para el propio Garcfa Marquez, solitario en Paris y “viviendo del arte”, ala espera del dinero que E/ Espectador ya no le enviaria porque lo habia clausurado el dictador Rojas Pinilla LA MALA HORA (1961) En esta novela, aunque hay mucho suspenso en el misterio de los panfletos que mantienen en vilo a la poblacién dominada por un alcalde al que llaman sargento, la desmesura imaginativa de las obras anteriores se adelgaza. Gabo quiso urdir una tragedia colectiva alrededor de los pasquines que aparecen en as puertas de las casas, sacuden la tensa tranquilidad del pueblo y desatan chismes de dominio ptiblico: adulterios, abortos, crimenes, venganzas, etc Pero la novela no acusa el suficiente grado de eshos tragico, y si conserva pequefios elementos de la saga —el coronel Aureliano Buendfa visita en alguna ocasién el hotel del pueblo—, el mundo de Macondo se vuelve un poco borroso en La mala hora. Aqui se diluye lo fantastico. Salvo el padre Angel, mas bien un arquetipo, ningiin personaje se impone como el prota- gonista. El tema de los grafitis o panfletos pintados en los muros, aforismos sin aparente contenido explicito, con un maximo de expresién y un minimo de comunicacién, Gabo ya lo habfa planteado de refilén en su cuento “Ojos * Ibid » Ibid, p48. 275 Sebastién Pineds Bustrago de perro azul” (1955), con la frase que la amante onirica escribe por todas partes al despertar. Solo que en esta ocasi6n, traténdose de una novela, el tema del ibelo toma connotaciones morales, de cierto compromiso politico en contra del poder totalitario que abusa con la censura y acalla la libertad de expresién, También Emesto Volkening lament6 este defecto de la novela Desde luego, la tensién originaria del empleo de recursos tan genuinamente {ilmicos clama por una soluci6n adecuada; en otras palabras, el lector abriga la esperanza, quiz un tanto candorosa, de ver, por fin, atrapado e identificado, como suele suceder en una pelicula policiaca hecha y derecha, al anénimo autor de los pasquines, De ahi que se sienta bastante decepcionado, cuando el nove: lista, buscando la manera de desenredar el embrollo tan habilmente tejido por sus propias manos, responde como Lope de Vega, a la pregunta, “zquién es el Fuente Ovejuna, todos a una!”.* sinvergiienza?” Gabo confes6 tiempo después que en La mala hora cometié el error de involuctar demasiado sus ideologias politicas Los FUD IERALES DE LA MAMA GRANDE (1962) Cuando decidis desterrar de su literatura cualquier contaminacién verbal proveniente de alguna ideologia politica, con miras ano alterar el libre tran- sito de su imaginacién, reunié siete cuentos espléndidos y una nouvelle 0 cuento largo que le da titulo al libro, Los funrerales de la Mand Grande, Alli no desaparecen la ironfa o la critica politica; al contratio, se exacerban, en aras de criticar el grado de vasallaje en que puede caer un pais en manos de una sola persona. Solo que para volver més comprensible su texto, Gabo prescindié del nombre de Colombia y de la mencién especifica de un pre- sidente, sin dejar de apoyarse de todos modos en cierta historiografia fide digna, de acuerdo con su mencién de la guerra civil de 1875 —que empez6 a fracturar la reptblica liberal— o del Tratado de Neerlandia —mediante el cual se firmé la paz durante la Guerra de Los Mil Dias. Ademés, su idea, opuesta a la historiografia oficial, es que los gamonales de provincia a ratos cobraban mucho més poder que cualquier presidente democraticamente clegido, puesto que mientras este permanecia en su palacio, encaramado en la capital, aquel debfa vérselas con las cosas practicas de las haciendas en trato directo con la gente. En su texto imagina la muerte de uno de esos % Emesto Volkening, Gabriel Garcia Marquez, “un triunfo sobre el olvido” ed. de Santiago ‘Mutis, FE, México, 2010, p. 52. 276 Breve historia de la narrative colombiena.Siglos RVEXX gamonales 0 caciques provincianos —el de Macondo, una mujer— que conmovié la atencién del mundo Esta es, incrédulos del mundo entero, la veridica historia de la Mama Grande, soberana absoluta del reino de Macondo, que vivié en funcién de dominio durante 92 afios y murié en olor de santidad un martes del setiembre pasado, y a cuyos funerales vino el Sumo Pontifice. Ahora que la nacién sacudida en sus entrafias ha recobrado el equilibrio; ahora que los gaiteros de San Jacinto, los contrabandistas de la Guajira, los arroceros del Sind, las prostitutas de Gua- camayal, los hechiceros de la Sierpe y los bananeros de Aracataca han colgado sus toldos para restablecerse de la extenuante vigilia, y que han recuperado la serenidad y vuelto a tomar posesién de sus estados el presidente dela reptiblica y sus ministros y todos aquellos que representaron al poder piblico y a las po- tencias sobrenaturales en la mas espléndida ocasién funeraria que registren los anales hist6ricos; ahora que el Sumo Pontifice ha subido a los Cielos en cuerpo y alma, y que es imposible transitar en Macondo a causa de las botellas vacias, las colillas de cigarrillos,los huesos rofdos, las latas y trapos y exerementos que dejé Jamuchedumbre que vino al entierro, ahora es la hora de recostar un taburete a Ja puerta dela calle y empezar a contar desde el principio los pormenores de esta conmocién nacional, antes de que tengan tiempo de llegar los historiadores.™ En sus obras anteriores, Gabo habja estado rondando el tema del po- der, pero desde una posicién de subyugacién, con personajes resignados a fuerzas poderosas que muchas veces no comprendian: desde el muchacho del cuento “La tercera resignacién”, pasando por el médico insepulto de La ojarasca, hasta el paciente coronel que espera su pensién. Ninguno de ellos, supo nunca de dénde emanaba aquel poder que controlaba sus destinos. Asi, Gabo cambié la éptica del personaje subyugado por la del personaje lider, caudillo, y empezé por concebir la figura de la Mama Grande Nadie conocfa el origen, nilos limites ni el valor real del patrimonio, pero todo el mundo se habia acostumbrado a creer que la Mamé Grande era duefia de las aguas corrientes y estancadas,llovidas y por lloves, y de los caminos vecinales, los postes del telégrafo, los afios bisiestos y el calor, y que tenia ademas un derecho heredado sobre la vida y las haciendas.” Gabriel Garcia Marquez, Los funerales de la Mand Grande, Editorial Suramericana, Buenos Aires, 2011, p. 46 2» Thid, p49. 277 Sebastién Pineda Bustrago Es decir, aquel poder parece ser aceptado de alguna manera por el propio pueblo, pero sin olvidar que es injusto y decadente. Para explicar por qué Macondo, pueblo de provincia y caluroso, ejerce tanto poder en el mundo, Gabo no tuvo mas temedio que explicamos su fundacién, auge y decadencia. CIEN ANOS DE SOLEDAD (1967) Las referencias a Macondo venian de tiempo atras hasta que aqui se unifica- ron. Dificilmente superaremos el estudio critico de Vargas Llosa, de suerte que acéptesenos por primera vez una cita larga: El proceso de edificaci6n della realidad fcticia, emprendido por Garefa Marquez cn el relato “Isabel viendo lover en Macondo” y en La hojarasca, aleanza con Cien afios de soledad su culminaci6n: esta novela integra en una sintesis superior alas ficciones anteriores, construye un mundo de una riqueza extraordinaria, agota este mundo y se agota con él. Dificilmente podria hacer una ficcién pos terior con Cien arios de soledad lo que esta novela hace con los cuentos y novelas precedentes: reducirlos a la condicién de anuncios, de partes de una totalidad. Cien aiios de soledad es esa totalidad que absorbe retroactivamente los estadios anteriores de la realidad ficticia,y, afiadiéndoles nuevos materiales, edifica una realidad con un principio y un fin en el espacio y en el tiempo: ge6mo podria ser modificado o repetido el mundo que esta ficcién destruye después de com pletar? Ciem arfos de soledad es una novela total, en la linea de esas creaciones demencialmente ambiciosas que compiten con la realidad real de igual a igual, cenfrenténdole una imagen de una vitalidad, vastedad y complejidad cualitati vamente equivalentes. Esta totalidad se manifiesta ante todo en la naturaleza plural de la novela, que es, simulténeamente, cosas que se ctefan antinémicas: tradicional y moderna, localista y universal, imaginatia y realista, Otra expresién deesa totalidad es su accesibilidad ilimitada, su facultad de estar al alcance, con premios distintos pero abundantes para cada cual, del lector inteligente y del imbécil, del refinado que paladea la prosa, contempla la arquitectura y desci fra los simbolos de una ficci6n y del impaciente que solo atiende a la anéedota cruda, El genio literatio de nuestro tiempo suele ser hermético, minoritatio y agobiante. Cien arios de soledad es uno de los raros casos de obra lteraria mayor contempordnea que todos pueden entender y gozar. Pero Ciew aii de soledad es ‘una novela total sobre todo porque pone en prictica el utépico designio de todo suplantador de Dios: describir una realidad total, enfrentar ala realidad real una imagen que es su expresi6n y negacién. Esta nocién de totalidad, tan escuztidiza y compleja, pero tan inseparable de la vocacién del novelista, no solo define la grandeza de Cien arios de soledad: da también su clave. Se trata de una novela 278 Breve historia de la narrative colombiena.Siglos RVEXX total por su materia, en la medida en que describe un mundo cerrado, desde dos los drdenes que lo componen —el individual y el colectivo, el legendario y el histérico, el cotidiano y el mitico—, su nacimiento hasta su muerte y en to y por su forma, ya que la escritura y la estructura tienen, como la materia que cuaja en ellas, una naturaleza exclusiva, irrepetible y autosuliciente.* ¢Cémo explicar el éxito de esta novela? Su popularidad rebasé el ambito hispanoamericano una vez se tradujo a casi todas las lenguas, convirtiéndose en una de las més lefdas en el mundo durante la segunda mitad del siglo xx. Fue una bomba atémica, Su historia se va desencadenando a la manera de Ja energfa nuclear. Expliquémonos mejor —sin caer en una comparacion absurda—: en el mieleo de la familia Buendia reside la gran energia de la novela. A través de la fision 0 divisién, el niicleo familiar de los Buendia recibe el bombardeo de electrones y neutrones que vienen a ser los gitanos y todos los forasteros que empiezan a llegar a Macondo. De pronto, de es ta pequefia familia en un pequefio pueblo perdido se desata una inmensa reaccién en cadena —sesenta y nueve personajes y seis generaciones— con Ia capacidad de ensancharse sobre el mundo conocido e imaginable. Todo se estira como en un agujero negro: la casa de los Buendia; la virilidad su- perdotada del primogénito de los Buendia; las treinta y dos guerras civiles que libra el coronel Aureliano, y que por muchos afios mantienen en jaque a todo el pais; el padre, encerrado en su laboratorio, quien descubre por si mismo que la tierra es redonda y ensaya, con diferentes quimicos, dar con el daguerrotipo que capture la imagen de Dios; hasta en el mundo de la muerte se estira el mundo de Macondo, porque de all llega Prudencio Aguilar a conversar de gallos con José Atcadio Buendia eDe dénde entonces la soledad? Las familias lideradas por los Buendia, provenientes de La Guajira, fundan Macondo en un recodo del camino entre Ia Sierra Nevada y la Cignaga Grande, pero no se preocupan por entablar contacto 0 comercio con otros pueblos —solo los gitanos eran al principio los Ginicos que iban y venfan— por las dificultades geograficas. Si vemos un mapa de Colombia y ponemos el dedo en Aracataca, estirando y alterandola realidad, detallaremos que al oriente se eleva la impenetrable Sierra Nevada; al noroeste la Cignaga Grande, casi infinita; més al oceidente una extensién acustica, que puede ser la desembocadura agigantada del rio Magdalena, cuya otra orilla se encontraba a seis meses de navegaci6n; al norte, el mar 3% Vargas Llosa, op. cit, pp. 479-480. 279 Sebastién Pineds Bustrago J color de ceniza, espumoso y sucio, que no merecia los riesgos y sactificios de su aventura —iCarajo! —grité [José Arcadio Buendia}—. Macondo esta rodeado de agua por todas partes." Para llegar a la capital, al sur, era necesario remontar varios meses el rio, penetrar selvas y subir cordilleras, Ante semejante geografia, nadie, en Ma- condo, siente la necesidad de hacer contacto con otros pueblos; tanto asi que cuando la pequefia expedicién avisté el mar, lo rechaza, se desinfla, toma el amino de vuelta como si sintiera una fobia al exterior y a la aventura. Me- tafora, pues, de la historia colombiana: volcada hacia adentro, ensimismada en guerras intestinas. Parroquial. Provinciana. La soledad de Macondo también puede interpretarse a partir del rudo individualismo de los Buendia. Cada uno acusa una individualidad exacer- bada: el patriarca José Arcadio pasa dias y semanas enteras en su laboratorio, indiferente a la vida practica y al crecimiento de sus hijos. Solo Ursula, la madre que sostiene el mundo practico y palpable de todos los dias, decide salir en busca de su primogénito, que se ha ido con una gitana, y se topa en el camino con gente de otros pueblos y establece el primer camino, el pri- mer contacto de Macondo con el mundo exterior. Acaso ya habjan llegado algunos indios guajiros, pero eran atin mas introvertidos, con el extraiio vicio de Rebeca de comer tierra y con la peste del insomnio, de la que no los salvard sino cierta pécima del gitano Melquiades. El individualismo se inten- sifica cuando llega un destacamento militar del interior del pais a imponer el régimen oficial. Alli advertimos claramente que la violencia bipartidista obedece a un problema metafisico, irreal o, si se quiere, ficticio, por cuanto la divisién politica no proviene de la vida cotidiana de los pueblos sino de Ja mente enloquecida de los gobernantes. El coronel Aureliano Buendia es el mas individualista de todos: nacié con los ojos abiertos, encismado para siempre, sin enamorarse verdaderamente de nadie, y hasta con la paranoia de no dejar que nadie, ni siquiera su madre, se le acercara a menos de tres metros de distancia, Promovis treinta y dos guerras civiles y todas las perdi6, En su comportamiento acaso encontramos reminiscencias de dos figuras de la historia politica de Colombia: el general Rafael Uribe Uribe, quien en efecto perdis todas las guerras civiles en las que combati6. El mundo de Macondo alcanza su apogeo con la llegada de las compaiifas bananeras financiadas por estadounidenses, pero aun cuando sus calles bullen de co- Ibid. p.22. 280 Breve historia de la narrative colombiena.Siglos RVEXX mercio, prima el individualismo de la familia Buendia. Remedios, la bella, dejaba motit de amor a todos cuantos se acercaban a admiratla, porque desconoce hasta el amor propio. Las mujeres de la familia nunca se entre garon del todo a alguien extrafio a su micleo familiar, por lo que el miedo del incesto palpita sobre la casa, queda como suspendido. Solo una vecina de los Buendfa, Pilar Ternera, goza de la actitud de entrega, Ella fertiliza las, almas masculinas de los Buendia, asegurando por muchos afios la descen- dencia de la estirpe. Gabo se complace en hacer inasibles ciertos aspectos: la belleza de Remedios, las indecisiones del pianista italiano, el tesoro que Ursula nunca entregara.,. Las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia, Y por aqui hay que ver cémo se inunda de romanticismo. Los CUENTOS DESPUES DE CIEN ANOS DE SOLEDAD ‘A pesar de vivir enclavado en el mundo caribefio, paradéjicamente, Ma- condo vivid de espaldas al mat. De modo que Gabo, en los sietes cuentos que acompaiian La increible y triste historia de la Candida Eréndira y de su abuela desalmada (1972), cambi de geogratia y puso en la costa del Caribe sus pueblos imaginarios. Extrafias situaciones turbardn la cotidianidad de sus gentes. Quizis el més famoso sea “El ahogado més hermoso del mun- do”, por la emocién postica de figurarnos un cadaver de proporciones gigantescas, a quien las mujeres fascinadas le desentedan la vegetacién de “océanos remotos” y le quitan la ropa desasida, “como si hubiera navegado por entre laberintos de corales” »¥ Aunque por fuerza admiten que el aho- gado es otro ser humano comiin y corriente Esteban, lo llama la anciana del pueblo—, los hombres acaban por condecoratlo antes de arrojarlo de nuevo pot los acantilados. Experimentalmente hablando, “El Gltimo viaje del buque fantasma” tal vez sea su cuento mas perfecto: sin puntos seguidos ni apartes, sin paréntesis ni guiones, solo con la respiracién de las comas, mantiene el suspenso del trasatlantico mas enorme del mundo, que surca de noche varias veces la bahia del pueblo, sin que lo vea nadie mas que un balsero adolescente, a quien el resto dela gente toma pot loco, hasta que una madrugada de marzo el trasatlantico encalla frente a la iglesia del pueblo, “ chorreando por sus flancos las aguas antiguas y languidas de los mares de Ja muerte” ** Pura poesfa, Y es en estos instantes cuando sentimos a Gabo % Gabriel Garcia Marquez, La increible y triste historia de la Candida Eréndiray su abuela desalmada, Notma, Bogota, 2005, p. 57 Thi, p. 90. 281 Sebastién Pineda Bustrago en su plenitud. Claro que abus6 en ocasiones. El cuento que le da titulo al libro, “La increible y triste historia de la Céndida Eréndira y su abuela desalmada”, parece incluir a la vez el nombre de la fabula y el desenlace Le broté de cierto episodio de Ciew arios de soledad, cuando el coronel Aureliano Buendia perdié su virginidad con la adolescente de “teticas de petra”, obligada a prostituirse miles de veces para pagarle a su abuela la casa que habia incendiado sin culpa. Aureliano Buendia quiso salvarla de esa tirania, pero en la novela Gabo lo detuvo. Ahora, en el cuento, imaginé otro muchacho con igual sed de justicia, Ulises, y Jo encaminé a perseguit la caravana de la abuela por los desiertos de La Guajira, A ratos el cuento cobra tintes de persecucién y de intriga policial. EL OTON | DEL PATRIARCA (1975) Lanovela gravita sobre el aire hist6rico mas o menos identificable dela figura del dictador latinoamericano, suerte de caudillo militar de origen rural que empezé a imponerse en la segunda mitad del siglo diecinueve a través de pactos y alianzas con una clase dirigente —antiguos encomenderos, nuevos hacendados, banqueros y comerciantes— ya fatigada de manejar una repa- blica tropical que se le salia de las manos. Gabo aproveché estéticamente la figura del tirano padecida por muchas reptblicas, no para interpretarla a aluz de teorias politicas, ni siquiera para juzgarla como buena o mala, sino para explotar dos cosas que lo obsesionaban: la soledad del poder y la mi- setia del trépico. La certeza de que la opulencia y el derroche obedecen ala ignorancia y ala barbarie se encarna en el dictador o el Patriarca, porque él es el inico capaz de agarrar por el mango ese pais enorme, no porque sepa delarte dela politica, sino por su desfachatez, su groseria y su analfabetismo, que sirven para acabar con las instituciones y aplicar el poder a su antojo, como si la patria fuera una enorme finea que él cuida y vigila. La forma de contar la novela no podia ser sino desbordante: sin puntos seguidos y con muy pocos puntos aparte y, mas que todo, con la respiracién de las comas. Porlo tanto, se imponen varios registros narratives que utilizan varios tiem- pos y se conjugan en varios pronombres. Hay un narrador omnisciente, pero el Patriarca habla consigo mismo a solas, monologa, Hay, ademés, didlogos, escenas inesperadas y fortuitas, como si se tratara de un concierto barroco donde cada instrumento puede levar la voz cantante. $i en Cien avios de soledad se habia cefiido ala sintaxis clisica, fando con exactitud los puntos esenciales y no dejéndose arrastrar por explicaciones o discursos largos, en El otorio del Patriarca rompié con esas categorias. De ahi que Alejandro Rossi haya calificado este libro “como excesivamente compacto, sin aire, sin 282 Breve historia de la narrativa colombiena.Siglos RVERX zonas muertas, donde nunca sentimos que la realidad rebasa al novelista” >” Que una novela no posea zonas muertas quiete decir, entonces, que nunca perdemos la atencisn en ella EP{LOGO SOBRE LA INFLUENCIA DE GARCIA MARQUE: Para no fatigar al lector, prescindimos de comentar Crénica de una muerte anunciada (1981), El amor en los tiempos del cdlera (1984), El general en su Jaberinto (1989), Doce cuentos peregrinos (1992), Del amor otras demonios (1994), Noticia de un secuestro (1996) y Memoria de mis putas tristes (2003). En esta tiltima novela, sin embargo, ditemos que Garcfa Marquez parece equivocarse burdamente, sin que esto tenga la menor importancia para su obra. No es esta la mejor prueba de su grandeza? Conviene ya acabar con tun mito desalentador: no hay tal sombra de Garcia Marquez. La universali- zacién de Cien arios de soledad (1967) beneficié notablemente a los nuevos escritores colombianos, en la medida en que se convirtié en el mas alto techo de calidad literaria con el que un joven escritor podia encontrarse. Gracias a su éxito, el mercado editorial se dinamiz6 en Colombia con el ingreso de las editoriales espafiolas que fijaron su atencién en nuevos escritores y que, posteriormente, asentaron sus sedes en Bogota. No neguemos, sin embargo, que el suceso de Garefa Marquez como mecanismo comercial provocé en Ia critica desorientada, sobre todo en la periodistica, ciertos prejuicios acer ca de la nueva novela latinoamericana, a la que se quiso juzgar a partir del realismo magico, es decir, basandose tinicamente en intuiciones tropicales © macondianas, en donde predominara lo imaginativo brotado del folclor popular, ignorando cualquier fuente culta o intelectual. Aquella critica se obsesioné por ver influencias de Garcia Marquez en todas partes, y cayé cn la vaguedad conceptual al tratar de definir el panorama de los novelistas, colombianos que empezaron a publicar después de Cien aitos de soledad. ‘Tanto fue asf que atin los criticos no se han puesto de acuerdo en averiguar qué distingue a los novelistas posteriores a Cien arios de soledad. Ahora bien, los novelistas que comenzaron a escribir después del “boom” de Garcia Marquez advirtieron que tal éxito literario no guardaba relacién con el desarrollo material o con el consumo de bienes culturales en Co lombia, Garcia Marquez venia residiendo desde la década de los sesenta en México, donde escribié Cien aitos de soledad. La novela salié publicada en la editorial Suramericana de Buenos Aires, ciudad en donde también %1 Alejandro Rossi, “Vasto reino de pesadumbre”, en Manual del distrafdo, Mondadori Madrid, p. 147. 283 Sebastién Pineda Buitrago estaban asentadas las grandes editoriales de la lengua. El mercado edito- tial de México y de Buenos Aires, sumado al despunte de las editotiales en Barcelona a finales del franquismo, més la propaganda cultural —socialis ta— que promovia Fidel Castro desde La Habana, sin ignorar el patrocinio editorial que las rentas del petréleo dejaban en Caracas, mostraban relegado el ambiente editorial en Bogota. Ademés, a finales del siglo xx, Colombia reportaba uno de los indices de lectura més bajos de América Latina. Pero no agregamos nada a la discusién si alegamos en favor del namero o las cifras; admitamos que en menot o mayor grado este contexto dificil, casi analfabeto, siempre ha sido una constante en la historia literaria colombiana. Lo realmente nuevo se empez6 a notar con el ejemplo de vida que desaté Garefa Marquez. (por no hablar ahora de su influencia literaria) entre los novelistas: los motivé a viajar, a residir en el exterior, mucho més de lo que en otro momento lo hicieron escritores de otras generaciones, Nunca en la historia de la literatura colombiana, como a partir de la década de los afios setenta, los esctitores comenzaron a deambular tanto por ciudades extranje- ras; Barcelona, México, Londres, Buenos Aires, Nueya York, Paris, eteétera: “La situacién era tan evidente que incluso el critico Angel Rama afirmé que, después de Garcia Marquez, la literatura colombiana més novedosa y fértil se hacia fuera del pais” Un rasgo caracteristico en ellos ha sido la erudicién telectual. La mayoria cursé estudios universitarios y se reconocié como una generacién estudiantil y citadina, alejada de los asuntos teldiricos. Con frecuencia, sin embargo, la formacién académica les quité espontaneidad asus contenidos y es posible advertir, aun en las mejores novelas y cuentos de algunos de ellos, cierta saturacién de técnicas narrativas y contenidos “tebuscados” que obedecian més a cierto afan por innovar que a profundas necesidades expresivas o comunicativas. Querian, a como diera lugar, po- ner en crisis la novela tradicional colombiana, elevando la experimentacién, técnica por encima de biisquedas personales, En medio del individualismo —muchos buscaban convertirse en los herederos de Garcia Marquez— se olvidaron de conformar grupos, escuelas, y cuando fueron apareciendo los esctitores dea siguiente generacién, promovidos por las grandes editoriales espafiolas, ya no acettaron a autonombrarse. Nunca lo supieron. Podemos llamarlos generacién postboom solo si traducimos “boom” como estallido, para significar que después de esa explosién (boom) quedaron dispersos y sin escuelas, premios, fama ni éxito, es decis, sin mecanismos comerciales. y el contenido in- * Tomado de RH. Moreno-Durn, “Grandeza y miseria del cuento colombiano en las dltimas décadas”, en Literatura colombiana boy, Karl Kobut, Frankfurt, 1994, p. 186, 284 Breve historia de la narratioa colombiena.Siglos XVERX Y de ahi que R. H. Moreno-Durén, uno de aquellos novelistas post-Garcfa ‘Marquez, ensayara el término “trashumante” para designar a su propia gene- racién, Los principales narradores post-Garcia Marquez —principales por su calidad literaria— pueden ser Pedro Gémez Valderrama, Alvaro Mutis, German Espinosa y Fernando Vallejo, a juzgar por los cuentos borgianos del primero, la saga de Magroll el Gaviero del segundo, La tejedora de coronas (1982) del tercero y La virgen de los sicarios (1994) del tltimo. Hay més, claro esta, pero como no deja de ser aventurado nuestro juicio, cae amos en una irresponsabilidad mayor si nos atreviéramos a sefialar otro clasico a tan escasa distancia temporal. Cronos, el dios del tiempo, ya no nos ayuda Lo ensayaremos en la séptima parte de este libro 285

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