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MUNICIPALIDAD DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES CUADERNOS DE BUENOS AIRES XLVI RICARDO M. LLANES ANTIGUAS PLAZAS DE LA. CHUDAD DE BUENOS AIRES ae! A BUENOS “AIRES ANTIGUAS PLAZAS DE LA CUDAD OE BUENOS AIRES Gosi 150 suman las plazas y pparques con que cuenta Ia civ. dad de Buenos Aires. De este némera de espacios més 0 me- nos verdes —nos dice Llanes—, 4a mayoria fueron abiertos en el medio siglo que va del aio de} Centenario, a 1960; ef resto es anterior. Y es pretisamente de éstos —de algunos, ae de to- dos— de los que se ocupa este twevo titulo de Ia Serie «Cua- demas de Buenos Aires». Haciendo bstraccién de ta ac. tual Plaza de Mayo, algunas de las otras viejas plazas de la clu dad fueron inicoimente chue- Cos, es ded, terrenos baldios, lugares que por una o otra ‘Causa quedaron sin edificacién. Otras natieron camo lugares de arribo de las carretas que Ile- aban del interior, Otras form ton parte patrimonial de algén vecino coracerizado.... Mistoztar et nacimiento y trans- formacién de clgunas de las antiguas plazos con que hoy Cuenta to capital argentina es el objetivo que se ha trazado don Ricardo M. Uones en esta ‘obra que el curioso lector tiene hoy en sus manos. CUADERNOS DE BUENOS AIRES XLVI : C.D. GOR (Gad aj Ve-8 8 (PR dA) 4b%3942.5 FAQS: WHEE BAA) Bd RSS § MUNICIPALIDAD DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES Brigadier (R) Osvaldo A. Cacciatore Intendente, Municipal Sefior Ricardo T. E. Freix4 Secretario de Cultura Sefior José N. Carna Subsecretario de Cultura Profesor Arturo Lépez Pefia Director de Bibliotecas Municipales CUADERNOS DE BUENOS AIRES XLVI RICARDO M. LLANES ANTIGUAS PLAZAS DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES BUENOS AIRES 1977 Primera edicién: afio 1977 LA PORTADA: ., ie LA PLAZA. DE LA VICTORIA (hoy mitad oeste de la de Mayo) en el afio 1829, (Fragmento de un dibujo de Carlos Enrique Pellegrini) BIBLIOTECA MUN. E. ECHEVERRIA -PERU 130 EXPLICACION Los paseos piblicos son unos adomos que contribuyen tanto a la diversién y salud de los ciudadanos, como a la hermosura de Ia ciudad. Virrey Juan José Vértiz y Salcedo. La ciudad de Buenos Aires Gontaba —segin informacién del afio. 19662 con 119 plazas y 24 parques. La mayoria de estos espacios verdes fueron abiertos durante el transcurso del medio siglo com- prendido entre 1910 y 1960. De los ultimos, pues, no nos separa una’ distancia tan considerable que nos promueva a tenerlos en cuenta muy seriamente al intentarse la crénica de color histdrico, salvados, claro esta, aquellos sucesos que por su magnitud y signi- ficacién obligan a la recordacién. De ahi, entonces, que sélo tratamos, en este libro, de ir en procura de las viejas plazas, no de todas, que nos recuerdan su primitivo trazado dentro del municipio portefio que es la Capital Federal *. Y como para Ja realizacién del presente trabajo resolvimos ocuparnos, no de los parques, sino de las plazas, quedan aquéllos en espera de la intencién que nos invite a consi- derarlos con idéntico propésito, ya que siempre ha de resultar inte- resante, al conocimiento de los lectores no ilustrados al respecto, saber quiénes fueron los propietarios de los actuales parques Ave- Ilaneda,, Centenario, Lezama, Lezica, Pereyra, Saavedra, Santojanni, eteétera, asi como qué establecimientos hubo y qué cosas aconte- cieron'en los otros Ilamados Florentino Ameghino, Chacabuco, Los Andes y de los Patricios, maxime si se piensa en la seguridad dé que, sin el concurso de sus matices tradicionales, adoleceria de in- explicables ausencias el panorama histérico de la ciudad. R. M. Lt. 2 Téngase en cuenta que la incorporacién de los barrios de Flores y . a la actual Capital Federal quedé terminada en -forma total en el afio 1888. Fundacién de la Ciudad de Buenos Aires por don Juan de Garay, el 11 de junio de 1580. (Oleo de José Moreno Carbonero) : = . + 2 *LA‘PLAZA DE MAYO : q 2 Se es ie 1 “La plaza qué hoy distinguimos con el nombre, “de Mayo” es la pagina primera en‘la vida de la ciudad que ha dé nacer con la desconfianza agazapada entre los juncales del rio; el temor al indio se hunde, escrutador, en Jas polvaredas que avanzan desde el oeste. Su fundador, don Juan de Garay, la deja trazada; y saliendo de este espacio, haciazlos tres rumbos, se indicarén los caminos, que serén calles de la naciente poblacién. Dentro de él ha de levantarse el - Fuerte, la Iglesia, la CArcel y la Alcaidia, como también las residen- cias privadas de mayorazgos y regidores. Y con los afios, la Bolsa, el Teatro, el Banco y el Congreso Nacional. «' En-el-desarrollo.de la ciudad, desde su comienzo-y hasta el centenario de la fecha en que recibe su bautismo la nacionalidad, todos los acontecimientos conmovedores del pueblo han de tener su despertar o sus exteriorizaciones en el Ambito de esta plaza. Y todo, también, ha de salir de ella, porque\todo ha de pasar por ella; como los colores de la bandera destinada'a recorrer pueblos y repiblicas, a veces jironada, pero siempre digna en su rumbo y en sus vientos de libertad. : La plaza ha de constituir el obligado escenario de todas las conyulsiones politicas, pero también el elegido patio para las fiestas del entusiasmo popular, Y si en ella se Jevania el espanto de Jas hor- cas y el banquillo de los ajusticiados, igualmente ha de elevarse en su recinto, as{ como la cruz que precede el féretro de los héroes, la vibracién del coro que rubrica las estrofas del himno nacional. Y ha de ser nuestra primera plaza ciudadana en cordial relacién con lo campestre, por Ja influencia de la carreta que le acanala sus huellas y del gaucho que la transita sobre su “crédito”, pobre o ricamente aperado. Junto a ella, y casi reflejéndose en el rio, se levantaba Ia casita de los Balcarce, en la que nace el héroe de la primera victoria de las armias criollas *. Y de una de sus estancias ha de salir, para morir “1 El general Antonio Gonzélez Balearce,. vencedor en Ja batalla de Sui- pacha (7-X1-1810) . abrazado a su juventud, el que habia nacido signado por la poesia espléndida de dolor*. Y es en esta plaza donde detiene su cabal- gadura, espumosa de distancias, quien trae urgencia en las espuelas y. ansiedad en la comunicacién*. De toda la antigua edificacién que se conociera en los frentes de las seis cuadras que conforman su perimetro, equé es lo que resta? Veamos: el Cabildo, mutilado; la Catedral, renovada, y la Casa de Gobierno (de no mayor antigiiedad) reducida en su parte sur. La iglesia Matriz —y no tal cual hoy fa vemos, con el timpano-y su, escena biblica, que es de 1862— fue construida en 1791; el Cabildo, que después de varias transformaciones perdi6, a causa de las aper- turas de las avenidas de Mayo y Presidente Julio A. Roca, seis de los once arcos que tenia; y la Casa de Gobierno, cubriendo casi‘el mismo lugar, reemplazé.a la figura de la Real Fortaleza dé San Juan de Austria, que mandara levantar el gobernador don Fernando Ortiz de Zérate en el afio 1595. Y corresponde aclafar que la-Casa de Gobierno no fue una obra concebida y destinada para tal destino, pues se la construyé en tres tiempos, diremos, y para diferentes - funciones. Arquitecténicamente, el frente-de sus dos alas no presenta la correspondiente uniformidad. Ello se debe a que el presidente Sarmiento mandé fabricar, sobre el lado izquierdo (Balcarce e- Hi- polito Yrigoyen), un edificio para la administracién de correos, el que fue-pintado de color rosado; y de ahi lo de “casa rosada”, nombre con que se la conoce.~Afios més tarde, siendo -presidenté de la Nacién él general: Julio A. Roca (primera presidencia, 1880- 1886), dispuso que se construyera otro edificio en la esquina de Balcarce y Rivadavia, quedando ambos cuerpos separados por una calle o corredor que Mevaba a la Aduana Nueva, s6lida estampa de forma semicircular que ocupaba, por lo que hoy es el paseo Colén, todo el frente de la Casa de Gobierno, asi como el terreno de los jardines en cuyo centro se erige el monumento de Cristobal Colon. El edificio de esta Aduana, que fuera construido en 1855, durante el gobierno de Pastor Obligado, comenzé a ser demolido, en 1890; y el cuerpo“central: con sui arco uniendo los cuerpos de la Casa de Gobierno, fue obra del-arquitécto Francisco Tamburini. =! ¢Qué otros edificios existieron en dichas seis cuadras? Nos pro- ponemos aqui recordar los nombres de algunos, asi como los lugares qué ocuparon. Lo haremos asistidos por los papeles impresos, de 2 El poeta Florencio ilcarShig del anterior (1819-1839).- rpuce, Bi! covonel Manuel Escaludaj-poitador del parte de la victoria de Cha- cabuco, : 10 : - ae & Ay & siBLioreca “, “eT = ECHEVEGRIA” antigua data, por las referencias de indole tradicional, y tambi ir las im4genes que conservamos de no’ pocos recuerdos persona. Y para que el detalle sea claro, y precisa la exacta ubicacién de aqueS Ilos, nos echaremos a caminar en derredor de la plaza, saliendo de la Catedral, hacia el oeste. En Ia esquina noroeste de Rivadavia y San Martin, demolida a fines de 1912 con motivo del trazado de la avenida Presidente Roque S&enz Pefia, existia un edificio de tres pisos cuya planta, baja con- taba con las vidrieras de la Cigarreria de Oliveros: “Anteriormente, en ese mismo sitio se levantaba la casa paterna ‘dé Juan Agustin Gar- cfa, el celebrado autor de “La Ciudad Indiana”. En el Angulo sudoeste de Rivadavia y Bolivar estaba la casa conocida por los “Altos de Urioste”, edificacién de dos pisos altos, si bien .el segundo; por su escasa altura, daba la impresién de un “medio piso”. En alguna li- tografia del pintor Carlos Enrique Pellegrini vemos que la esquina de esta casa estA ocupada por A. Tartiére, fabricante de sombreros, que tiene por vecino: al relojero suizo Mamado Cabis, cuya “Relo- jeria del Cabildo” era considerada la mds antigua de la ciudad. A esta casa seguia la del famoso balcén, que se conocia por los “Altos de Riglos”, edificada por el francés Pedro Duval, en 1807, y que el * a La Recova Vieja. Al fondo se ven los restos que en tiempo de Sarmiento quedaban del Fuerté:el portico central y Ia residencia del gobierno. Al frente la plaza de la-Victoria, con los primeros drboles de paraiso que en ella se plantaron (aio 1860). (A. Taullard) oo Vista de la plaza de la Victoria (afto 1875), la Recova y el primer Teatro Colén. Congreso General .Constituyente adquirié para obsequiarla al general José de San Martin, en premio por los servicios prestados a la Patria. Pegando con ésta estaba la Casa de Policia, también con baleén, y a continuacién, el Cabildo, cuyo frente tomaba buena parte de lo que ahora es la avenida de Mayo, asi como el Angulo noroeste de Bolivar y Victoria (Hipélito Yrigoyen desde el afio 1946). Sobre el Angulo sudoeste de esta misma esquina, se hab{a conocido la casa de la familia de Aguirre, de techumbre de tejas a cuatro aguas. Por Jos dias de 1810, en ese mismo sitio estaba e} Café “Victoria” y frente a éste, ya comenzando la recova nueva, se destacaba el mi- rador de forma circular en la alta terraza de los “Altos de Crisol” +. La cuadra de esta recova (Bolivar a Defensa) no tuvo, hasta fines del siglo pasado, edificio alguno de mayor significacién. En ella se repetian las fondas y las oficinas de escribanos y procuradores; y el almacén de Rey, famoso en los dias de la primera década por el ex- pendio de sus populares empanadas. Pero muchos afios antes se encontraba en esta recova el Café de “Los Trucos”, el cual, con- forme con Ia versién de algunos cronistas, fue el primero de los * Como a comienzos del siglo XIX eran pocas Jas casas de pisos altos, a Ia que Jos tenfa se la sefialaba con la palabra “altos”: los Altos de... (aqui el patronimico de la familia). - 12 cafés conocidos en esta ciudad. La confiteria de la Victoria ocupaba un modesto local de una sola planta sobre la esquina sudoeste de Defensa; después en ese lugar, y ya con nueva casa de varios pisos, se instalé el “Hotel de Mayo”, que competia con el llamado “Hotel de Londres”, levantado en la del sudeste, con el restaurante “La Sondmbula” en su planta baja, ocupando todo el frente por Defensa; del palacio que mandara levantar la’ Compafiia de Seguros “La Pre- visora”; debiendo recordarse que en esa esquina, y por espacio de més de‘cien ajios, existié ‘la casona conocida por los “Altos de Es- calada”, propiedad de Ja ‘familia de este patronimico, uno de cuyos miembros seria suegro del general San Martin. Era ésta una cons- truccién de un solo piso alto, con largo balcén corrido frente a la plaza del Fuerte, la que por haberse destinado a inquilinato, y dadas sus muchas habitaciones, era también Hathada “la cuarteria”. y la casa de “la balconada”. Su edificio inmediato era el del viejo Con- greso Nacional; y pasando éste, donde conocimos el Archivo General de la Nacién, se daba con la modesta casa de la familia de los Bal- carce, ya en la calle de este nombre, pues a esa altura la calle Victoria, es decir, la linea de su edificacién, torcia hacia el encuen- tro de.aquélla. Todo eso lo ocupa actualmente el monumental pa- lacio destinado al Banco Hipotecario Nacional, en cuyo interior se conserva la C4mara de Diputados del ya citado Congreso. En la esquina sudeste, hoy Ministerio de Hacienda, conocida antigua- mente como la esquina “de Campana” (nombre de su propietario), se levantaba, desde mucho antes de Jos dias de la Aduana Nueva, una maciza edificacién de forma cuadrada donde funcionaron las oficinas de Rentas Generales, algunos depésitos de Aduana, Correos y Despacho de Encomiendas. Y en este punto, debemos. recordar que el ancho de la calle Victoria, entre las de Balcarce y Paseo Colén, se conocié recién en la presidencia del general Agustin P. Justo (1932-1938), pues, corriendo ‘Ios dias de 1933, fue cercenada Ja parte-de la-Casa de Gobierno en ese costado. Pasando a la parte norte de la plaza, diremos que sobre el Angulo nordeste de Rivadavia y 25 de Mayo se levantaba el Gran Hotel Argentino. En.él don José Herndndez escribiria buena tirada de su poema “Martin Fierro”. En Ja planta baja de este Hotel fue conocido; por muchos ajios, el Café y Bar Fuentes, con vidriera sobre la barranca hacia el Paseo de Julio (actual Leandro N. Alem, como se lama esta avenida desde, el aio 1919). En esa esquina . tenfa su puesto de venta de periddicos la primera mujer que: los vooed y vendié en nuestras calles: la “china Maria”, figura popular al. comienzo de la segunda década. En la cuadra 25 de Mayo a Reconquista, allé por los dias de 1870, era muy solicitada la caba- eriza y- cocheria del inglés Malcolm. Esa cuadra de Rivadavia, , 13 igual que. la de. “Victoria, toreia como aiquélla Ja Mmea de -su edifi- cacién; y ello hoy se apreéia, pues la ha respetado Ia construccién del-colosal edificio del Banco de la Nacién Argentina. En diferentes ‘geilios se conocieron en ella algunas agencias maritimas, escribanias; ‘una gran casa amueblada con altas vent&nas sobre la .pronunciada ochava hacia 25 de Mayo, el Hotel del Congreso, y entre. un inqui- Yinato y uma casa de altos pegada al primitivo Teatro Colén, las oficinas del diario “El Correo Espafiol’, en cuyo lugar, en 1883, hab{a estado la Bolsa de Comercio; pero en-los dias de la fiebre amarilla del afio 1871, en ese mismo solar se levantaba la casa de dofia Maria Josefa del Pino, nieta del virrey Joaquin del Pino, Con ella vivia Mercedes Necochea, hermana del tan ilustre como vale; roso jefe de granaderos, general Mariano Necochea. : Todas las esquinas.de la plaza de Mayo (nombre éste que: Aleva desde 1884) estén cargadas de historia, y nos resulta la més intere- sante Ja nordeste’ de’ Rivadavia y Reconquista, pues, como es ‘muy sabido, correspondia a la manzana elegida por el fundador don Juan de Garay para levantar en ella su vivienda. Abandonada por muchos afios, a: la muerte de Garay el lugar fue conocido, por el Hueco dé las: Animas. Ahi estuvo la‘casa de los padres del almirante: chileno de origen argentino Manuel Blanco Encalada. Ahi se.construyé .el primer teatro Colén, que fue inaugurado en 1857 y funcion los alrededores de 1888, pues en su lugar se instald luego.e Banco Nacional, que seria reemplazado por el Banco de la Nacién Argen- tina, cuyo_anterior edificio casi todos hemos conocido. ‘En la esquina’ nofoeste (hoy ocupada por el Nuevo Banco Ita- liano) estaba la casa del précer Miguel de Azcuénaga, donde en los “dias de mayo de 1810 se-realizaron reuniones encendidas de fervor civico y Animo guerrero, Eni dias de 1880, poi-ahi se’ conocta la Librerfa Nacional, que’ tenia a su lado el palacio arzobispal, El espacio que existia entre la Curia y la Catedral, Hasta Ja reforma implantada por e] presidente Rivadavia, fue utilizado como camps santo. Estos fueron los edificios que Jevantaban sus estampas, no muy atrayentes que digamos, a lo largo de las cuadras de la plaza; con sus veredas donde 4os postes, con argolla o sin ella, hacian las veces de palenques. Y si bien pensamos que la primera construccién de cierta solidez fue la pomposamente Iamada Real Fortaleza de San Juan de Austria, en el terreno de la plaza se conocieéron otros edificios, como los de la iglesia y colegié de los jesuitas, que ocupa- ron la media manzana sobre Rivadavia, frente al Banco, destinan- dose la otra mitad de la parte sur para la casa que iba a-sérvir:de morada al Adelantado Juan de Torres de Vera y Aragén, Sabemos; pues sobre ello nos ilustra el R.'P~Guillermo Furlong, S.-J. que 14 Kas te RS %, fe sisuorcer % 3 vestam & en nuestra plaza de Mayo “nacié el Colegio del Salvador a lo\\27 ECHEVERRA” 3 dias de abril de 1617” *. A tales construéciones, que desapareciel al trasladarse los representantes de la Compafiia de Jesus al sol: donde levantarfan Ia iglesia de San Ignacio de Loyola (Alsina y Bolivar), seguiria, ciento ochenta y seis afios més tarde, la edifi- cacién de la Recova, ordenada en 1803 por el virrey del Pino, lo que dio lugar a la formacién de dos plazas que se llamaron “Del Fuerte” 0 “25 de Mayo”, la del Jado este, y “Mayor” y “de la Victoria” * La Plaza de Mayo en 1886. La calle en cuya linea se levantaba la Recova, continéa, como aquélla, dividiéndola en dos. Al fondo, la Casa de Gobierno, cuyos dos extremos ya figuran unidos por el pértico central. la del oeste, en cuyo centro, en el afio 1811, quedaria emplazada la Pirdmide de Mayo, conocida por nuestros abuelos como “El Altar de la Patria”. Un siglo mis tarde, el simbolo de Ja gesta emancipadora —en cuyo lugar, o muy cercano a él, don Juan de Garay levantaria el moj6n a manera de piedra fundamental del acto de Ja fundacién de la ciudad de la Santisima Trinidad y Puerto de Santa Maria de los Buenos Aires— fue removido y trasladado al punto céntrico © “En Buenos Aires, hace 350 aiios”, diario “La Nacién”, 25 de junio de 1967. 5 La plaza de la Victoria (hoy mitad oeste de la de Mayo) en 1829. {Dibujo de Carlos Enrique Pellegrini) donde se lo encuent¥a, luciendo la condecoracién que significa la placa con los nombres de Felipe Pereyra de Lucena y Manuel Artigas, las dos primeras victimas de la Revolucién de Mayo. El traslado se efectud el 12 de noviembre de 1912. Treinta y nueve afios antes de esta tiltima fecha quedaba inaugurado, en la entonces plaza 25 de Mayo, el monumento al creador de la Bandera, general Manuel Bel- grano. En tal ocasién, el presidente de la Republica, don Domingo Faustino Sarmiento, pronuncié estas palabras, que afianzarian avin més el concepto universal del ser argentino: “La bandera blanca y celeste —jDios sea loado!— no ha sido atada jams al carro triunfal de ningtin vencedor de Ja tierra...” “Que flamee por siempre sobre huestras murallas y fortalezas, a lo alto de los mastiles de nuestras naves y a la cabeza de nuestras legiones; que el honor sea su aliento; Ja gloria, su aureola; la justicia, su empresa”. Era el 23 de septiem- bre de 1873. 16 LA PLAZA SAN MARTIN Como entendemos que desmereceria el conjunto de los lugares que aquf recordamos la no incorporacién, en estas paginas, de 1a Tamada Plaza San Martin, y porque ya hemos realizado un trabajo “in extenso” que la Direccién de Bibliotecas Municipales dio a conocer en la coleccién Cuadernos de Buenos Aires nimero XXXII, titulado DOS NOTAS PORTENAS (La plaza y la manzana), recu- rrimos a la informacién que nos proporciona el Censo Municipal de Buenos Aires, afio 1887, y transcribimos de sus hojas 111 y 112 cuanto dice respecto de la plaza de este nombre. eee PLAZA GENERAL SAN MARTIN. — “Al norte, formada por up terreno irregular de 24.630 metros cuadrados. Es una de las plazas més antiguas del municipio. "Se Mamé, primitivamente, El Retiro, aludiendo, segin una tradicién hoy desautorizada, al retiro o alejamiento de la vida mundana que en ella establecié, en los primeros tiempos de Ia fundacién, un hombre que fundé alli una ermita Hamada San Sebasti4n, de Ja que no han quedado mis restos histéricos que la mencién que de ella se hace en una mensura del aiio 1608; y, segin otra versién muy respetable, aludiendo a Ja casa quinta de don Miguel de Riglos, quien la bautiz6 con aquel nombre. "Fue, durante Ja colonia, plaza de toros, formada por un circo de material, con palcos altos y bajos, que podia contener hasta 10,000 personas y al que concurrian, en las funciones de gala, las autori- dades y familias aristocrdticas de la colonia.’ "En 1807, durante la invasién inglesa, estaba situado en el Retiro un parquée que pertenecfa al enemigo, y con la toma de él por las tropas patricias se inicié la reconquista. Por eso se le puso Campo de la Gloria. Pe Vista de la plaza San Martin en el afio 1887. ”E] afio 1878, al celebrarse el centenario del General San Martin, se Je quité el nombre de Plaza de Marte que tenia y se le bautiz6 con el del Libertador de la América. "La plaza General San Martin tiene preciosos jardines, formados de plantas ornamentales, una gruta construida durante la adminis- tracién del ex-intendente Alvear, y la estatua ecuestre del guerrero cuyo nombre leva”. Buenos Aires, 15 de septiembre de 1887. 18 LA PLAZA LIBERTAD * + Tiempo atrds, al ocuparnos de la nombrada Garay, deciamos: Todas nuestras antiguas plazas publicas guardan el primitivo nom- _ bre con que histéricamente se las menciona, acompaiiado por el recuerdo del hecho o la causa que Je dieran origen*, Una de ellas *@& la plaza Libertad, asi denominada con la preposicién y el articulo en el plano de la ciudad de Buenos Aires que publicara el ingeniero Felipe Bertrés, en el afio 1822, vale decir, en dias del ministro don Bernardino Rivadavia, a quien el autor dedicaba su trabajo. Hasta entonces, y desde antes de 1780, al lugar se lo habfa conocido como el “Hueco de dofia Engracia’, porque, conforme con la tradicién que lo ha venido repitiendo, tal era el nombre de la mujer, acaso de color; que alli habitaba con el recurso alertador y defensivo de algunos perros. Como todos los grandes baldios después transfor- mados en espacios verdes para decoro de la ciudad y esparcimiento del vecindario, el hueco le entregaria a la plaza su enmarafiamiento ‘silvestre, exorado con las flores de la cicuta y las tupidas ramas ‘ombt, Empero, con respecto a ella en realidad no sabemos en qué fecha el hueco comenzé a ser plaza, pues si consideramos las noticias de: Ia crénica diarista caemos en la seguridad de que el lugar, todavia en 1870, de plaza no tenia nada mas que el nombre, ya que no se lo hab{a desprendido del antiguo pajonal ni del aban- dono en que se lo dejaba; situacién que no se le conoceria en su tiempo de plaza de carretas, dado que, como lo escribiera Wilde, “cuando Ja poblacién comenzé a crecer y por consiguiente a exten- derse la ciudad, las carretas que concurrian a Ja plaza Nueva (lo que hoy es el Mercado del Plata) fueron removidas al ‘Hueco de Jas Cabecitas’? 0 al de dofia Engracia”. Aquellas carretas procedian de los pueblos limitrofes, a los cuales regresaban una vez que sus duefios o encargados terminaban con Ia lefia, frutas y otros productos destinados a su venta. 3 Diario “La Prensa” de fecha 8-XI-1970. 2 Actual plaza Vicente Lépez. 19 oz Evocativa foto de la plaza Libertad, tomada en 1886, A un costado.de la misma se obsercan coches de paseo, hoy casi desaparecidos (Arch. G. de la Nacién). Kan ay LS RISLIOTECA % S eSTeRaR Ss A ECHEVERIIA” LA OBRA DE DON TORCUATO Al lugar se lo encontraba por dos vias de obligado trdnsito, ya se fuera a la Recoleta o a Ja plaza del Retiro, Por la calle Libertad se daba con las Cinco Esquinas, en Juncal; y de ahi, por Ja que lla- maban calle Larga (actual Presidente Manuel Quintana, cuyo noni- bre anterior fue el de Republica), se.concurria a.Palermo y a las fiestas que, llegando-el mes de octubre, se realizaban en homenaje de la virgen del Pilar y, de San Pedro de ‘Alcantara, levantandose las tiendas de atencién al piblico frente al cementerio, en todo lo largo y-ancho de la calle Junin.. Por Ja de-Charcas se marchaba al en- cuentro del ruedo taurino, asi como, libremente, -al terreno donde practicaban: sus ejercicios ecuestres los granaderos de San. Martin. Precisamente en'la segunda Invasién Inglesa, por esta calle, como también por Ja de Santa Fe, y a la conquista del baluarte principal de Jos defensores, que era el edificio de la plaza de toros, entré una de las columnas.al mando del general Samuel Achmuty. Sin embar- 80, la plaza Libertad, hasta més all4 de los dias de 1880, no fue punto de renovadas concurrencias. Con los altos yuyales y la variedad de alimajias que le traspasara el hueco de dofia Engracia, igualmente le quedaban las amenazas del delito para quienes por alli se aventu- raban atemorizados entre Jas sombras de la noche. Al respecto ii forma una noticia de “La Prensa” del 21 de noviembre de 1870: “En vista de los frecuentes crimenes que se cometen en la plaza Libertad, el comisario Segui resuelve poner un vigilante hasta las 10 de la noche en el lugar, a fin de garantizar la vida de los transetin- tes. A esa hora sera relevado por un sereno”. Dos meses'més tarde, el 20 de enero de 1871; se colocaban en Ia plaza 8 faroles de gas. y de la apariencia que presentaba en 1882 nos da‘cuenta este pérrafo: “Igual‘aspecto de desolacién y tristeza ofrece la plaza de la Libertad, con una estatua de Alsina de proporciones absurdas: no vi nunca cosa mAs detestable”. - Asi nos lo: dice en “Memorias de un viejo” el doctor Vicente G. Quesada, bajo el seudénimo de Victor GAlvez. Digamos nosotros, a titulo informativo, que la estatua del doctor Adolfo Alsina, obra del artista: Millet Aime, quedé inaugurada en esta plaza de. 10.276 metros cuadrados, el dia 1° de octubre de 1882. Por Jo general, siempre se’ to ha recordado a nuestro primer intendente municipal, don Torcuato de ‘Alvear; m4s“en Jo oral que ~ en lo escrito, como al empefioso urbanista “que hizo-posible el pro- yecto de apertura de la Avenida de Mayo. Sin embargo, don ‘Tor- cuato fealiz6 también numerosas como importantes ‘obras, que cam- biaron radicalménte el aspecto deplorable que presentaban ciertas zonas de la ciudad. Procedié a cegar los “terceros”, como se los Mamaba a los arroyos formados por las aguas servidaé y las pluviales, * 21 que obstaculizaban las comunicacionés entre los puntos .de mayor movimiento comercial, ya que aquellos profundos cauces corrian por las arterias denominadas Chile, Libertad, Viamonte, Suipacha, Cér- doba, Maipi, eteétera. Se preocupé, hasta verlo realizado, por el pavimento y arbolado de no pocas calles y avenidas; embelleciendo, al transformarlas por completo, las plazas Constitucién, General La- valle y Once de Septiembre; delineando y formando, con amplio sentido de la estética, los jardines de la Recoleta, y contribuyendo al engrandecimiento de los otros, nombrados Zoolégico y Botinico, en sus actuales puntos de Palermo. Y en cuanto tocaba a la plaza Libertad, puede leerse en el Censo de la Capital Federal levantado el 15 de septiembre de 1887: “Durante la administracién del Inten- dente Alvear sufrié una transformacién fundamental: todos los fron- _ dosos Arboles que hasta entonces tenia, fueron sustituidos por jar dines colocados a un nivel mucho ms bajo del suelo, en locales construidos al efecto”. Son los mismos “parterres” dispuestos, en forma de trapecio circular; las cuatro bandejas embellecidas; si no por la excelencia de las flores, por lo simétrico del dibujo, que se realzaban, en unas, con los hilos de agua de la fuente, y en otras, con Io decorativo de la estatuilla de cosa helénica que le conocimos en aquellos tiempos de la jardineria artistica, que ganaba la admi- racién de todos, portefios o fordneos, por la nota ricamente original. EL ESCENARIO DEL 90 . : En la historia de cada una de nuestras viejas plazas, sobran las pAéinas relacionadas.con los estampidos del fusil, los antecedentes y consecuencias de los choques que originaron los duclos ensangren- tados. Y la plaza Libertad, acaso, cuenta con el mayor némero de victimas; algunas, de la bayoneta, pero las m4s, de la carabina y el cafién. La revolucién que se produjo en la ciudad de Buenos Aires én la madrugada del 26 de julio de 1890 resoné sus fuegos de arti- Heria entre los Ambitos de las plazas general Lavalle y Libertad. En la primera, los revolucionarios civiles y militares fortificados en el Parque de Artillerfa (actual manzana del Palacio de Justicia); en Ta segunda, las tropas de las fuerzas gubernamentales, imposibilita- das de avanzar, acribilladas por la fusileria de los cantones. Repe- tidamente se ha recordado que en el momento de entrar en la plaza, por la calle Cerrito, fueron contenidas por-el fuego nutrido que'se les hizo desde el cantén “Buenos Aires”, levantado en la ya desapa- recida esquina sudeste de Lavalle y Cerrito, quedando junto a la calle Charcas el tendal de mitiertos y*heridos, entre ellos el caballo que montaba el ministro dé*Guerra, general Nicolés Levalle. Los ae te ts, soldados, sorprendidos y repentinamente atetnorizados por un ene- migo que los atacaba sin dejarse ver, rompieron el orden y se des- bandaron. Fue entonces cuando se desenvainaron las energias fi- losas del general Levalle, quien, secundado por algunos oficiales, y a cintarazos repetidos, alcanz6 a reunirlos en el centro de la plaza; y alli hizo que Ja banda ejecutara las notas del himno patrio, con el fin de recobrar los Animos y templar los corazones. La reaccién fue instantdnea, viéndose en varios de los milicos el impulso del coraje que se les iba con Jas légrimas. El general Levalle diria afios mds tarde, recordando el hecho: “Cuando vi que a los chinos se les et loreaban los cachetes y apretaban los dientes, dije a los oficiales: Ahora la victoria es nuestra; sélo es cuestién de tiempo” *. Ya por la hora del medio dia, la iglesia de las Victorias quedé convertida en hospital de. sangre, y una de Jas salas de la casa de don José Luis Amadeo, de Paraguay 1162 (atin existente), en despacho del vicepre- sidente de la Nacién, doctor Carlos Pellegrini. En la revolucién del 90 hubo acciones y mértires de epopeya, y en la plaza Libertad, cuadros impresionantes que no hubiera desdefiado el pincel del mismo Goya. “Después de la medianoche en ambos campos rei- naba un silencio fatidico. Desde el parque —seguimos al doctor Juan Balestra, que presencié de muy cerca los acontecimientos— se ofa cierto ruido metélico, agrio y trepidante, que venia del campo enemigo; se calculé la construccién de trincheras; pero provenia de la carretilla con que eran transportados los cadéveres a Ja plaza Li- bertad. Su numero, que nunca se precis6, fue calculado en 150, proporcién —sobre el ntimero de 300 y pico de heridos— s6lo expli- cable por el fuego de la artilleria, casi a boca de jarro.” “All{ cerca, abandonada, la carretilla transportadora, cargada todavia de cuer- pos con rigideces tragicas.” Al pie de la estatua de Alsina, una gran pila cubierta con lonas, que, al inquirir el doctor Judrez,.descubrid Levalle por una punta, mostrando los cadAveres estibados.” Fue en- tonces cuando el presidente de la Nacién, doctor’ Miguel Juarez Celman, dejé ofr esta exclamacién: “No hay satisfaccién del poder que compense tanto -horror!” Y cabe recordar que fue en Ia resi- ~ dencia del sefior Amiadeo donde ‘el’ entonces coronel Ignacio Gar- mendia propuso su plan de*avanzar hasta la calle Viamonte, por el camino de las perforacioies ‘qué n-practicando en Jas paredes ‘de las casas de las dos mafZanas; intencién que se realizé con todo éxito. Y en esta casa, el dia 28, ‘el doctor. Aristébulo Del Valle so- licitaba, en nombre de Ja junta revolucionaria,“un armisticio de '24 horas, con el objeto de enterrar a los muertos y curar a los heridos. 8 Juan Baléstra. La Revolucién del Noventa: EL COLISEO ARGENTINO Pocas fueron las casas de comercio que se instalaron en las cua- tro cuadras de esta plaza: la botica que ocupaba el lugar de la vieja zapateria de Paraguay y Libertad (esquina sudeste), y el Café sobre la del noroeste; el almacén de Charcas y Cerrito (4ngulo sudeste), y la casa de Biagini Hnos., de Paraguay 1126; el ‘cinematégrafo Petit-Splendid, de Libertad 976, en cuyo solar, all4 por el 1818,- tenfa su cuartel el Regimiento de Caballeria, Nacional; y la confiteria “Lyon”, que solfan colmar los concurrentes al cine. Hasta muy en- trada, pues, la piimera década, la plaza, excepto por los nifios con sus nifieras, no se vio nunca invadida por numerosas concurrencias, como las que all{ se encontrarian tiempo después. Y tres fueron los factores que contribuyeron a tales efectos: la iglesia de Jas Victorias, cuya arquitectura realizara el R. P. Tanou, y que fuera bendecida el 20 de abril de 1884, estableciéndose en ella el culto a la virgen del Perpetuo Socorro; la desaparecida confiteria “La Paris?, que fundara en 1895 el turinés Pedro Vercesi, y el teatro Coliseo Argentino, que se levantaba casi en el mismo punto donde ahora vemos la nueva sala llamada Coliseo. La confiterfa, que por un largo‘ tiempo supo gozar del favor de la sociedad portefia, obligado punto de cita a la hora vespertina, se habfa constituido a la vez en el lugar preferido por los asistentes al teatro Colén, primero, y al Coliseo Argentino, después. Y digamos qué fue éste el teatro que, corriendo las noches del-cuarto lustro, atrafa.un mundo de gente a rendir sus aplausos a la alta melodia de Amalia Galli Curci, 0 al genio dé Pietro Mas- cagni, cuando, dominador de la batuta, rubricaba con el ultimo ademén el estreno en esta sala de su dpera “Isabeau”; e igual- mente, a deleitarse hasta el ensuefio con la estupenda reali- zacién de “Giselle”, por la extraordinaria Ana Pavlova; o a impre- sionarse y emocionarse con los encendidos arrebatos del entonces famoso cronista Juan José de Soiza Reilly, narrador, en tres noches consecutivas, de las heroicas jornadas y desgarrantes escenas que presenciara en su cardcter de corresponsal de la revista Caras y Caretas, en las trincheras italianas y en el frente francés, en tanto tronaba la Ptimera. Guerra Mundial (1914-1918), espantando al~ mundo. Felizmente, afios més tarde este teatro se transformaria en templo de admiradores, como de curiosos interesados, ante los conceptos de la filosofia oriental que exponia el indo Jiddu Krish- namurti, Era el Coliseo Argentino, inaugurado el 6 de agosto de 1905, y en el que ya habia trabajado el célebre Frank Brown, de una arquitectura atrayente. Obra debida al arquitecto Carlos Nord- mann, “tuvo en un primer momento un camino de circunvalacién de 2,50 metros, que lo separaba de las’casas vecinas; caracterizin- dose por su excelente actstica, hasta el punto de considerarse —como 24

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