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Epocas y obras artistieas. | Hi, Sedelmayr (Ediciones Rialp) “Ly Il. LAS TERMAS, IMPERIALES ROMANAS 1, EL BARO MONUMENTAL Entre todas las cuestiones funcionales que la arquitectura ha tenido que resolver ha existido un momento en que.ta funcién del balio ha cupado el primer plano. Desde Netéa a Constantino, el baiio monumental constituyS Ia forma arquitecténien més relevante de su tiempo, casi con Ia misma importancia que tuvieron Ins catedrales en Ta Edad Media, representander ‘an papel més destacado que Tos palacjos en of Renacimiento y el Ba- rroco e incomparablemente més importante que los museos, parlamen- tos 0 teatros del siglo xx ' unto a las tertnas de In época imperial (Fig..6)—aparte de Jas cons~ truceiones relacionadas con, ellas, pero mucho menos complicadas, det teatro y anfiteatro—nos encontramos solamente con Ios palacios impe- riles y el Foro, Estas tres constrncciones son la sede de un culto Gisimulado, A Ia construccién de Ios termas se destinaron grandes can- tidades de medics que hasta entonces habfan sido reservados exclusiva- mente a los templos de los dioses y a los palacios de los emptadores. Su volumen y silueta constituyen un elemento caracteristico ct todas lng ciudades romanas. Las ruinas de las termas de Caracalla son ttt imperecederes como los prodigios de In Naturaleza, como la montatia de lndcllo de Ia Torre de Babel. Sus dimensiones son tan grandes como Dy. iss las lees mesieae,sinbolo oe un poderoso impalso vital. RPOCAS Y OBRAS ARTISTICAS w ‘Apenas superadas en lujo por Jos palacios del César y de los prandes del Imperio, las termas Iés son superiores en cuanto a la rigida dispo- sicién de su tipo; son como un simbolo de esas obras excelentes en Is que el ingenio humano ha ido dando los iltimos toques hasta dejarlas de un acabado perfecto, Esto les proporciona un rango de primacta histériea entte todos Jos demés monumentos arquitecténicos det nisiwo * tiempo, Desde Tréveris hasta Africa, el vinjero encuentra en todes partes el mismo tipd estructural y en Jo esencial grandes coincidencias, Las formas arquetipicns de la ornamentacién recogen idcas arquitect6nicas _.de muchos siglos; conservando estas formas iniciales los grandés ar- quitectos, entre los que figura el histérico nombre de Apélledoro, ver- tieron en ellas—como en un gran recepliculo—sus idea’, Son estas fornias ¢ ideas Ins que todavia hoy Hlegan 2 conmover nuestra fantasta, 2. CUBRPO ARQUITECTONICO DE LAS TERMAS. La forma definitiya de estes composiciones (Fig. 2) ¢s el resultado de un proceso selective msiltiple, sobre el que actian con més inten- sidad cuatro factores determinantes La scveridad del arquetipo viene impuesta en estas’ construcciones. como en otros eiilicios dedicados al eulto—por el rigor de un ‘tito y de su transmisién ininterrumpida, que hoy dla solo se conserva en las ‘manifestaciones de los bafigs romanos de Ia actual Irlanda. EI bafio de, aire, el de agua caliente y fla y la estufa seen no conse titufan—eomo para In mayoria de nosottos—diversas modalidades com- binables de bafo, sino més bien distinias fases de tn proceso de limpieza _Higurosamente ordenado, euyos momentos se repiten en su totalidad, 0 ppt Jo menos en st mayorfa, paso a paso,,en cada bao y por el mismo orden. ‘ ‘Una vez que el individuo se ha desnudado (sala A: apodyterium), se empieza con unos bafios de aire de temperatura éreciente (Salas 1, IL y IT); contimia después con el bafio de agua caliente (C: caldarium), y de él—pasando por diversas fases intermedias de enfriamiento—(T: tepldarium) al batio de agua fla (P? frigiderivm), que también puede ser usado para nadar (N: nafetio). Por fin se termina con un baiio de ‘vapor en Ia llamada aestufa seca» (S: sudarorium), en la que fos factores fundamentates son los masajes y el reposo. 20 HANS: SEDLMAYR _Unn,feorfa médica explica y justifica cada una de las cuatro fases: «Bl primer acto del bafio sieve para calentar todo el cuerpo e igualae Jos desniveles térmicos, asf eomo para reblandecer Ia piel y separate {odo lo que se haya acumulado debajo de Ia misma; ef segundo, por el contrario, sirve para dar una saludable humedad a las partes sccas del cuernor, ele, (Galeno, De methoda medend'), El llamado beffo slacénico» se diferencia de las formas ortodoxas cen que, aunque esta severamente ordenado, se basa en la aplicacién de rudos saltos del frio al ealor. Por fin—esla es una novedad del primer siglo después de Cristo—, se aiiaden al batio ejecicios corporates: lucha, juegos de balén, etc. las salas destinadas a este fin son las palacstrae: P), Estas practicas tam- bién entran a formar parte del sto. La distribucida de-las habitaciones en las termas se mantiene desde este momento constants. A pesar de Ja diversidad de las estructuras cextoriores, las salas ee disponen de In misma forma, ficles al principio general de que el baflo es un proceso de limpiezn por etapas. Bete principio preside In estructura de todos los tipos: el Tincal, ef ciccular, los tipos derivados, que dupligan cada una de Jas ramifica- ciones, y. los clisicos tipos de las termas imperiales epequeiias» y grandes, FI segundo factor determinante de la forma definitiva de las texas gs Ia calefaccién, 1°" ‘aproximadamente hacia la mitad del siglo 1 (es interesante observar e6mo todos Tos «inventoss impostantes convergen en el mismo tiempo) se descubre In hypocausis, y se desarrolla con rapidez, La temperatura de Jas habitaciones se regula mediante el calentamiento del suelo, bien sea con tubos aislades (tubudi), bien con una cavidad tinica bajo el suelo (hypoceusta en sentido propio). Incluso esta innovacidn de In cueva sublerrénea (suspensurae) sutse pocas modificaciones a pattir de esta época: Las exigencias de Ta cale~ faccién imponen que todas Ins salas formen un solo blogue y presenten In menor superficie exterior posible, Ademds, estas salas se disttibuyen do tal forma que las de menor lemperaiuca rogean a ta sala ifs, ca- Kent EI nicleo calortico es el caldarixin (Fig. 5), que suele sobresalic de" Ja masa del edificio para que pueda recibir sol y Iuzi como conse~ ‘cacacia emerge en un Indo, Solo en esta s6 eneveniran las instalaciones eX Patti eletasisn: sto (praefnia), condueiones, ete, POCAS' ¥ ODRAS, ARTISTICAS 1, Pérmas de Nerd. 2, Termas de Cevecala. as 2 HANS SEDLMAYR Una tercera determinante de naturaleza totalmente distinta es la que dota simetrfa.a todo el conjunto (Figs. 1 y 2). Bs el producto de fa Lipiea tendencia que tentan Jos romanos a eruzar en Angulo recto Jos ejes de simetria de las estaneias: salta a la vista un sentido casi brutal de Ta regulacidad de Ia planta, ef mismo sentido que la inspirado fos acastea> romanos y ha sometido el orden natural y libre de las eiudades’griepas fa idea frfa y forzada de ana grandiosa corganizacién». ‘En las termas, el eje de simetsia viene dado naturalmente por la scesién de las salas (Pig. 2) C-T-F-(N), que son as mis monumentales y que porrello no se repiten, mientras que Tis demés se encuentran siméicieamente a uno y otro Jado de este ¢ Esta disposicién, ademés de responder a un sentido especial de Lo. randioso,tenfa una ventaja préctica: durante Ia limpieza general de los batios, 0 cuando hacia mucho frfo, era posible aislar ta mitad det con- junto sin interrumpic el funcionadiiento normal del batio. ‘Bl eje transversal de Ia sala F (frigidarium), perpendicular al eje més corto de las fermas, tiene gran longitud; es debido a'que el frigidariun puede comuntearse con hus habilaciones eotindantes, « diferencia de la sala T, y especinimente de {a C, que eslaban cuidadosamente cerradas } comunieaban eon el exterior con unas aberidfas pequetias, Bin esta ‘iltima sala C convergen tres caninos de calor ctecienle: {dos de Ia misma intensidad a fo Jargo del frente del caldarium (salns Ta, 3,1, ID) y otto por F-T. De esta forma, Ine habitaciones realmente destinadas al bafio que- an dispuestas en forma de T, El resto.de 1a planta esté reservada a vestunrios, guardarropas, gimpasios, galerlas, salas de roposo, restau- rantes, ete, Con excepeién de In exttaordinaria altura del techo, especialmente en el caldarium y frigidarvin, que obedece a un principio de lujo y de esiética, Jo eseucial del cucrpo arqultecténico de Tas termas obedece ‘a un fin préctico, que influye en la forma artistica, Je imprime su sella y le da cardcter. 3. LA VIDA EN LAS TERMAS Las termas se hallaban situadas en su mayor parte en Tas afueras de Ja chudad y, en To posible, en Ins cercanfas de bosques o rfos, para faciltar el abastecimiento de combustible y do agua. En tiltimo easo, EPOCAS ¥ ODRAS ARTISTICAS B cesta se transporlaba mediante acueditctos. Sus grandiosas fachadas daban con frecuencia una perspectiva monumental a Ins calles. Frente al edificio de las termas propiamente dichas, o rodedndoto, se extendin jun gti patio, que servia de campo de deportes y que en las termes de Caracalla med(a 280 por 320 metros. Sus bajos pérticns contrastan con _dLenorme cubo del edificio central. Detris det edificio se encuentran diversas habitaciones con fines utlitarios: depésitos de agua, bombas, almacenes para material de todos Jos tipos, especialmente para lefia, y posiblemente viviendas para los empleados del bafio, Mal edifieio de las termas on su forma tipica ofrece dos perspectivas cen una de ellas destaca el caldariunt en el medio, y en la gira se divisa el exterior do In piscina (ndvatio). : ‘Si esia Ultima esté hecha al aire libre, su pared ofrece una pets- peetiva parecida a Ia de Jos teatros romanost wna fachada earenda de fdornos, lena de columnas y esiatvas. En las termas de Caracalla (lig. 2), las dos fachacas principales miden aproximadamente 220 me- tros, y ls laterales, 110, Se puede penetrar en el inteior por las entradas Iaterales, en donde se encuentran las palestras, o tamblén por el ficute, en donde esté el frigidario o piscina. A través de unas pueztas propor Clonalmente pequeias (E) se llegaba a las salas de espera para los sir- iemtes y esclavos (en Jas lermas In gstentacién del acompaiiamiento ‘era un factor muy importante), y después a las salas en donde se que~ daban aquellas personas que no tomaban batios (salas de estar y do espera); junto a ellas se encontraban los comedores: «fistos se adapten muy bien a un baiio con habitaciones puleras y slaras» (Plinio). De al se pasaba a los vestuarios, que secibian luz desde arriba, y al guatda. ‘ropa (castodiado a eausa de los ladzones). Entonees empezaba el batio propiamente dicho, a través de las salas 1, 11, II, C, T, F, y-a veces de la Ny Sj se lerminaba en las salas de reposo, en las que después del patio podia estarse, ya seatado, echado 0 paseando, y por siltimo en el oardasropa, de donde se salfa fuera. Este camino proposcionaba un continuo cambio de impresiones. Las salas I, ILy IHL Fig. 2) son relativamente sencillas, No conocemos con detalle su disposiei6n. El caldarivm, que tenfa Ia altura de dos pisos, producta una fuerte impresién; en las termas de Caracalla tiene forma Circular, con un iimetro interior de 32 metros; en olras termas es un reetéagulo transversal con tres Gbsides (Fig. 4). Tiene dos grandes series de ventanas con cxstales que Hlegen hasta el suelo "que permiten 2 HANS SEDLMAYR divisar el paisaje exterior o el mar (Séneca). HI sueto esté continuamente rociacio con agua, de Ia que se desprenden nubes de vapor; ¢l aire queda jnvadido por una nicbla Iuminosa. Lgs bafistas se sientan en bancos ‘oon las gradas de la gran piscina. Después de haber atravesada el pequetio y oscuro tepidariun—que cen las termas de Tréveris reeuerdan el Pantedn—, se presenta ante los fojos—segunda impresign—Ia grandiosa sala del frigidarium (Fig. 3), que en Ins termas de Caracalla mide 50 por 20 metros, sin contar las grandes ecapillase Jaterales; sw altura es de casi 30 metros. Son \picas Ing tres grandes bévedas que se apoyan sobce potentes columnas libres separadas de Ia pared. Empotrados en los nichos hay unas piscinas y bafios de asiento, en Ios euales se deja ener cl agua sobre of cuespo en posicién sentada, «En todas partes hay un aire luminoso; el sol atra- viesa con gus rayos Ins nubes de vapor» (Estacio). ‘Desde ef efe longitudinal del jrigidarium, 1a vista Uege, a través de las columnas, hasta las salas adyacentes; el espacio termina en tos flancos del edificio, en donde se encuentran las salas en forma de bast- fica pera jugar a la pelota (sphceristeria). En las termas de Caracalls csing salas tienen las mismas medidas que el frigidarium, y son Jo sufi- cientemente grandes para qué varios tquip®3" (olreuli) puedan jugar simulldncamente diferentes partidos (Plinio Secundo). Por fin, se encuentra uno con las galerfas pata la conversacié (salles des pas perdus), y dispuestas en diversas formas, silas para unciones, masajes, frieciones (detrictaria) y para el tocado personal. Ademés, hay varias supertices iiles euyo cometido no snbemos con exactitud. Tam- poco puede explicars® la finalidad det piso superior, al quo se Hegaba por estrechas esceleras, ‘Todas las habitaciones eslin acomodadas con gran Iujo: los suclos, cubiertos de mérmol, y las paredes, revestidas con mérmoles de colores de diversas procedencias. También Ios bévedas dan reflejos, y Jos techos, cubiertos con colo- ridos mosaicos de cristal, producen imégenes centelleantes» (Estacio, Silvae). Las piscinas y baiias de asiento son de marmot; Jos asicitos, de cobra, y Jos grifos del agua, y a veees toda Ia bafiera, son de plata. Bn todas partes encontramos estaluas y grupos plésticas de esculturas, alga ras veces de colosales medidas. «Qué abundancia de estatuas, de co- Jamas que nada sostienen y que Snieamente han sido puestas alll como HPOCAS Y ORAS ARTISTICAS 25 cuadros pintados al fresco o en mosaico ; junto a Jas escenas mitoldgicas, fos motivos preferentes son las representaciones de alletas, luchadores y jugadores. El agua fhuye ininterrumpidamente hasta las piles y bafieras, y es fan elara, que ete patece ver el mérmol directamentes, y el fragor es tal. que a veces hay que gritar para hacerse oft; cl agua fluye de todas paties, de Tas paredes y de las estntuas; pero sabemos muy poco sobre teste particular, Desde luego, es seguro que el agua era conducida @ donde so descaba mediante tubos de pfomo, y era impulsnda mediante bombas y otros artificios; los detalles de estas instalaciones no se cono- ceen en gran parte, : 'AIlE donde es preciso, Ta calefaccién del suelo se completa calen- tando las paredes 0 incluso el techo mediante conducciones de aire 0 tigua (subuli) caliente. Este sistema dio resultado, porque eontinué wil zindose durante fargo tiempo. Para el caldariun de las termas imperiales de Teéveris, que tiene wn vyolumen de 29,000 metus wtbicos, sc han hecho los siguientes eélenlos: ‘endo Ia temperatura exterior de 0 grados, el suelo tiene que estar = G61 grados para que 1a habitacién se mantenga a 25, Si la temperatura deseada es de 20 grados, el suelo tiene que estar a 49; para 15 grados, ‘2.27. Esto hace suponer que solo s¢ podta entrar en el ealdarinan eatzado con satidalias de madera (dos esclavos que habfan flagelado a su seffor fe pusicron sobre el suelo ardiente para comprober si todavia vivia). ‘Sila temperatura exterior era de 5 grados bajo cero, el caldarium no se podta utilizar, EL combustible era la madera; las termas deben de haber consu- ido bosques enteros. La‘ lefia era cuidadosamente escogida y secada previnmente (lignd cotta, no.carbéa de madera); de esta forma habla “menos huino, La operacién de encender era muy Targa. ‘Los batios, tanto si eran propiedad del Estado coma privados, st cedian a un atrendatario para que Tos explotara. ‘Los élientes eran, en general, personas de elevada condicién. Los pobres acudian a unos rudimentarios ba‘ios pablicos (balnee). Parece fer que en cl siglo ne hnbfa ya miles de ellos en Roma; en tiempos de Plinio eran Innumerabtes. TLos hombres y las mujeres s€ baflaban siempre por separado, horas distinins, en cdificios diferentes o en partes distintas del misino clifcio, EL bao mixto estaba considerado como tn abuso lictamente m= 26 HANS SEDLMAYR, 1Los bafios también podfan tomarss de noche (en Pompeya so en- contraron en las termas miles de émparas de aceite), pero, de todas maneras, estos baffos nocturnos eran una excepelén, Se acudfa a los bafios para realizar un acto socal, Relofes de agua con percutidor y relojes de sol indicaban Ja hora, Las quejas de Séneca, que en Baja vivla precisamente sobre Jas termas, dan una angustiosa imagen dptica de Ja vida en el bafio: eIma- inate de golpe todos Tos tipos de tonos que molestan a cualquiera que tenga ofdos, Cuando los mis fuertes lacen sus ejercicfos eorporales y Ievantan sus pesas, cuando ya estén cansados, oigo sus butidos, silbidos 1 jadeos al expulsar el aire contenido, Pero si me tropiezo con un ccioso aque se contenta con dejarse dar masajes a Io plebeyo, entonces oigo las palmadas de la-mano (del masajista) sobre sus espaldas, que eambian el tono segiin Ia mano esté plana o curvada. Para completarlo, viene wa jugador de pefota, que cuenta fas veces que hace rebotnr el bakin en tonces ya estoy perdido, Afiade a esto solamente un camotrista, un ratero cazadlo y un cantante a quien Je gusta oft su propia voz en Tos baflos; pon, ademds, el agua ruidosa que cae a borbvotones en tas piscinas. ‘Aparte de estos ruidos, que por Io meios son sonidos naturales, imax ginate todavia un empleado cuya misién es depllae alos batistas, y que, pata hacerse nolac levanta una y otra vez. su vor aguda y chillona, y que solo calla cuando puede arrancar a alguien los pelos bajo las anilas, y entonces chilla otro en su higar. Finalmente, los diversos gritos del ‘cocinero, del vendedor ambulante, del de golosinas y de todos los sit- vientes de fas bodegas, que se dedican a alnbar sus mercancfas a la vez, cou su peculiar y penetrante {ono de voz». La impresién arlistica de este conjunto arquitecténico es fuerte, mo~ vida © hiriente, Avasalla con sus rudimentatios medios, presenta efectos deslum- brantes y una instrumentacién ‘bérbara, rite por Ia ruidosa acumula- cign de motives agrupados casualmente, en cvye eleccién parece haber predominado el principio de 10 heterogéneo, Pero de este caos soge una fantasia de espacio y luz de g@foerza expresiva, impresionante novedad y auténtico valor artistic, ~S En este monstruoso conjunio se cobija un museo de las cosas mds’ diversas, apreadas en las recargadas sali: jtinlo x unos adoros de ‘escaso valor artistico, nas encontramos con verdaderos aspectos de au- téatica valla, | te EPOCAS ‘Y ODIAS ARTISTICAS 2” “Veamos, de pasada, tres de estos aspoctos arlisticos a que nos re- ferimoss f Primero: fa sucesiéa rllmica de Ins grandes satas en direccién al”! eje principal (Fig. 4). Los inesperados saltos de To grande a Jo gran- _dioso y de lo grandiaso a lo colosal, y los pasos escalonados de las habitaciones estrechas a Jas grandes naves. Estas ideas son Jas mismas ‘quo—debilitadas ¢ idealizadas—nos encontramos en el barroco occi- dental. . Segundo: un principio totalmente nueyo' en la composicidn de tas | salas (Fig. 3). Por primera vez aparecen bévedas en forma de eruz, des-"| cansando sobre columnas giganteseas y formando una sucesiéa de bale") daquines, Limitados por las parcdes y Ins salas cireundanies, Esta idea, | recogida y sutilmente elaborada en las construcciones moriumentales de | ta época justinianea, continué haciéndose sentir a lo largo de toda ta | Edad Media. ii “Torcero (todavia mds importante): una, superabundancia de nuevos efectos Inminosos : desde el rayo de luz que surge de un opaion (como en ' el Panteén), o Ia luz que se filtra por Jos artesanados de las bévedas,' hasta Jas luminosas nubes de vapor Iechoso en el caldarium; de Ja clara cascada Ue luz que cae desde To alto, hasta ln quietud de la luz natural en.la nalatio y en las olas de luz frescas y méviles de las este jas) basilicales. ‘La gradacin de los tonos de luz de una habitacién a otra y su deli- cada mezela de caracteres diferenciales deootan, sin duda, una pertec- cin avistica. En,esle sentido, el empleo de unas formas tan diversas cen cada habitacién queda completamente justificado. Solamente un arte, [arquitecténico eminentemente de masas pucdé enfreatarse con un fava \sidn de luces como fa de Jas termas sin perder su realise, Este incomparable espectro de Iuces—incomprensible sin una rela- ‘ign religiosa con la luz y los euerpos que Ia emanan (culto al Sol ya Jas esteellas), que solo pudo lacetse realidad en los tonos de luces de jas termas—no se ha repetido en Ja Historia; posteriormente, lo més «que encontramos son fragmentos de estas visiones'(conio Ia Tuz de una atméstera penetrada de humo de ineienso). Ein cierto sontido, s9 puede considerar que esta idea fue In que ayudé a concebir In luz procedente del cielo en el bizantino y los brillos de oes espitituales del Barrozo.

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