‘A. Gelso, cb ober Zaye, Mose, 1928, Una fotografi promacional de un condensador social en farcionamieta cinco
‘yuna ctu disebuidasusformemente en su epulo topo una imagen dela soalzndo en ope sl sociable
Figuras, puertas y pasillos
‘Las cosas ordnasas encierran los mis profundos mistris. Al princ-
pio es dif ver ena distibucign convencional de una casa contempo-
rinea algo que no sea mis que la cristalizaién dela fia raz6n, la nece-
sidad ylaobviedady, por ello, nos djamos evar fécilmente a pensar
«que un producto tan transparentemente poco excepcional debe haber
surgido directamente de las necesidades humanas bisicas. De hecho,
pricticamente todos los estudios sobre lavvienda, sea cual sea su al-
‘cance, se basin en este supuesto. Un destacado experto ha declarado:
“Lalucha por encontrar un hogar el deseo de refugio, privacidad, com-
forte independencia que puede satsface una casa son cosas conacidas
«n todo el mundo’ Desde esta posicign estratégica, las caractersticas
dela vivienda moderna parecentracender nuestra propia cultura, ele-
-vindose al estas de equisitos universals y eteros para una vida de-
cente, Esto tiene fii explicacién puesto que todo lo habitual parece a
Javer natural e indispensable; pero se trata de una fils lus, que tam-
bign tiene consecuencias, pus esconde el poder que a distrbucion ha-
bitual del espacio doméstico ere sobre nuestra vidas, l mismo tiem-
os oculta el hecho de que esta organizacéntene un origen yun propést,
La bésqueda de a privacidad, confor independencia por medio dela
acguitectura es bastante recent, e incluso cuando ests palabra entr
‘on en juego por primers vez fueron uilizadas en relacién con los asun-
tos domésticos, sus significados fueron bastante diferentes de aquellos
* Dowson, David Vernon, The Government of Housing Penguin, Harmondworth,
1967, p17.
n{que entendemos ahora, Ast pues, el presente articulo constitaye un in-
tento algo rudimentario y esquematico por dejar al descubierto solo uno
de los secretos de o que hoy resulta tan habitual.
LAPLANTA YSU OcUPANTES
Si algo describe una planta de arquitectura es la naturaleza de las
relaciones humanas, pues los elementos cuyo trazo registra ~paredes,
puertas, ventanas y escaleras~ se emplean primero para dividir y; més
tarde, para re-unir selectivamente el espacio habitado, Pero lo que ge-
neralmente estd ausente incluso en el edificio iustrado con el mayor
detalle, es cémo ocupardn las figuras humanas dicho espacio. Este he-
cho puede deberse a buenas razones, pero cuando las figuras aparecen
en los dibujos de arquitectura, no tienden a ser seres importantes sino
‘emblemas, meros signos de vida como, por ejemplo, los esquemas ame-
Doides que aparecen en las distribuciones de Parker-Morris,
Sin embargo, sise amplia el ciculo para recoger material que vaya
‘mis ali de los dibujos de arquitectura, seguramente uno podria espe-
rar alguna concordancia entre los tépicas del planeamiento de vivien-
das y los modos comunes en los que la gente se coloca en relacién los
tunos con los otros--En.un-principio, esto podria parecer que establece
luna extrafta conexién pero, por mas diferentes que sean ~por més rea-
listasy particulares que sean las descripciones, pinturasy fotografias de
‘hombres, mujeres, nifios y otros animales domésticos haciendo lo que
hhacen, por més abstracta ydiagramticas que sean las plantas-, ambos
se refferen a la misma cuestin fundamental de as relaciones humanas,
‘Tomemos la representacién de figuras humanas y plantas de casas
abiacionscomnicantes ex
sna dal siglo x, con aexeso
sslosivo dese lps,
2. Robert Ker,
‘xrood 6 Plant de
‘son, Lams embicoes
levesidencie
Impestes de Robert,
fe ncaa seals de
‘modo simiaraotrs
cen alo The a
‘nia’ Howe.
ges
cs | t fal
fi
‘cuencialmente como las piezas de un guateado, mientras que con las
plantas compartimentadas las conexiones se tenderian como una es-
tructura bésica a la que se podian adjuntar los espacios, como man-
zanas a un érbol>
En consecuencia, en el siglo x1x los “pasos” podian considerarse
como Ia espina dorsal de una planta, no s6lo porque los pasillos pare-
cian espinas, sino porque diferenciaban funciones uniéndolas mediante
un distribuidor aparte, de un modo muy similar a como la columna ver-
tebral estructura el cuerpo: “La relacién de las habitaciones entre sf cons-
‘ituye la relacién entre sus puerta, el nico propésite de los pasos ese
var estas puertas hacia un sistema apropiado de comunicacién”!*
Esta anatom{a avanzada hizo posible superar las restricciones de
‘contighidad y ubicaci6n. Yano era necesarioatravesar seriadamente el
inextricable territorio ocupado de la habitaciones, con todos los des-
‘los, incidentes y accidentes que podia conllevar. En su lugar, la puerta
de cualquier habitacin llevaria a una red de recorridos desde la cual ten-
drfan casi la misma accesibilidad la habitacién de al lado y el extremo
is alejado de la casa. Dicho de otro mado, estos pasos serian capaces
de acercar habitaciones alejadas, pero sinicamente desconectando aque-
las que quedan a mano. ¥ en todo esto hay otra flagrante paradoja: al
faciltar la comunicaci6n, el pasillo redujo el contacto lo que signifies
(que se faciitara esta comunicacién resueta o necesaria, mientras se re-