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Y OTROS POEMAS
EDGAR A. POE
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Librodot El cuervo y otros poemas Edgar A. Poe 2
INTRODUCCION
Misterio, amor, locura, muerte. Cuatro sustantivos que dan basamento a la obra tanto
como a la vida misma de Edgar Allan Poe. Nacido el 19 de enero de 1809, en Boston,
apenas pasarían tres años cuando ya la muerte sobrevolaría sobre su infancia, llevándose
a su madre en el año 1811. A esta separación se agregaría otra, poco tiempo después: su
padre, actor -como también lo había sido la madre fallecida- lo entrega a John Allan en
calidad de adopción.
Desde el año en que ingresa a la familia Allan, la niñez y adolescencia de Poe se
desarrollan sin inconvenientes notorios, con una larga estadía de cinco años en Londres.
1825 marca un cambio de orientación. Se acentúan los malestares entre Poe y sus
padres adoptivos, que habían comenzado no mucho antes, quizás a consecuencia del
dolor sufrido por el joven al morir Jane Stith Stanard, una dama con quien se había
relacionado muy estrechamente. No obstante ese desgarramiento, o tal vez precisamente a
causa de él, se enamora de Sarah Elmira Royster, con quien decide impulsivamente
casarse. No pasarían demasiados meses antes de que el compromiso quedara finiquitado
cuando el padre de Sarah, al sorprender a ambos, se opone a sus amores. La niña se
consuela rápidamente con otro, de lo cual su enamorado parece desentenderse sin
mayores escándalos.
Le sigue un año desdichado en que Poe abandona la Universidad recientemente co-
menzada, bebe en exceso, juega mucho y contrae importantes deudas.
En 1827 abandona para siempre la casa paterna y se alista en el ejército de los
Estados Unidos de Norteamérica. Durante el verano publica en Boston su primer libro de
poesía: Tamerlane and other poems.
Su labor creadora se desliza paralelamente a su vida en las armas en la época
inmediatamente posterior. En Baltimore publica su segundo libro de poemas, el mismo
año que muere su madre adoptiva. Transcurrido algún tiempo, en verdad muy breve, el Sr
Allan se casa por segunda vez.
En 1831, West Point despide oficialmente al joven poeta que había ingresado allí
como cadete gracias a las influencias de su padre. Si bien ha hecho lo posible para ser
despedido, ya que alienta la convicción de que no se puede vivir de una carrera militar, lo
cierto es que se queda sin medios seguros de subsistencia.
Su labor poética, en cambio, va adquiriendo cada vez mayor firmeza. En la
primavera publica su tercer libro de poemas. Las deudas, mientras tanto, se acumulan. En
diciembre lo amenazan con ponerlo en prisión por no pagar lo que debe.
Se vuelca también a la prosa como medio de expresión. Publica cinco cuentos en el
Saturday Courier. Gana un premio de cincuenta dólares por su ahora famoso Manuscrito
encontrado en una botella.
Muere en 1834 su padre adoptivo, que en gran medida había sido su principal fuente
de sustento económico.
El Sr. T. W. White, propietario del Southern Literary Messenger, periódico en el que
había estado colaborando, lo invita a ir a Richmond para que lo asista en la edición de la
revista. Antes de partir, Poe se siente enamorado de su prima, Virginia Clemm, con quien
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EL VALLE DE LA INQUIETUD
¡Hubo aquí, antaño, un valle callado y sonriente
donde nadie habitaba.
Partiéronse las gentes a la guerra,
dejando a los luceros de ojos dulces,
que velaran, de noche, desde azuladas torres
las flores y en el centro del valle cada día
la roja luz del sol yacía indolente.
Mas ya quien lo visite advertiría
la inquietud de ese valle melancólico.
No hay en él nada quieto
sino el aire que ampara
aquella soledad de maravilla.
¡Ah! Ningún viento mece aquellos árboles
que palpitan al modo de los helados mares
en torno de las Hébridas brumosas.
¡Ah! Ningún viento arrastra aquellas nubes,
que crujen levemente por el cielo intranquilo,
turbadas desde el alba hasta la noche
sobre las violetas que allí yacen,
como ojos humanos de mil suertes,
sobre ondulantes lirios,
que lloran en las tumbas ignoradas.
Ondulan, y de sus fragantes cimas
cae eterno rocío, gota a gota.
Lloran, y por sus tallos delicados,
como aljofar, van lágrimas perennes.
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Y al final murieron.
¿Y el orgullo? ¿Qué tengo yo que ver contigo?
Aún es posible que otra infausta alma
Reciba el veneno que me diste enemigo
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EL PALACIO EMBRUJADO
(¡Porfirogeno!)
Ver se podía al soberano del reino arcano.
Perlas, rubíes, grato dechado
la perla augusta resplandecía
Allí fluía... allí fluía...
El eco cuyo deber alado
Era cantar
Al genio ilustre, genio dorado
Del Rey sin par.
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AL SILENCIO
Hay cualidades, incorpóreos seres
que tienen doble vida y son espejo
de esa entidad gemela que dimana .
de materia y de luz, sólido y sombra.
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ULALUME
Los cielos cenicientos y sombríos,
crespas las hojas, lívidas y mustias,
y era una noche del doliente octubre
del tiempo inmemorial entre las brumas,
era en las tristes márgenes del Auber,
el lago tenebroso de aguas mudas,
ante los bosques tétricos del Weir,
la región espectral de la pavura.
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EL LAGO
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II
III
IV
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EL CUERVO
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A MI MADRE
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SONETO A LA CIENCIA
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PARA ANNIE
¡Alabemos al Eterno!
el mal ha cesado ya
y la fiebre del vivir
ahora vencida está.
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De no lejana caverna
brota un manantial riente
en el que presto mis labios
saciaron su sed ardiente.
Extasiada en el recuerdo
de mi Annie y su belleza,
es como duerme mi alma
inebriada en su pureza.
De mi Annie la constancia
admira con embeleso
y recuerda que en su trenza
depositó un tierno beso.
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En el amor de mi Annie
está mi ser abrasado;
y en sus ojos tan ardientes
siempre pienso extasiado.
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Cerca de la medianoche,
otra más opaca luna,
que las hadas por su bruma,
no encontraron superior,
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Levántase de mañana
y con sus lunares velos
cual albatros, por los cielos,
vénse, al viento, sacudir.
Y al descender ya cansadas,
en sus alas temblorosas
nos traen las mariposas
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partículas desgajadas
de aquellas lunas hermosas.
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LA CIUDAD EN EL MAR
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BALADA NUPCIAL
Al querer tranquilizarme
besó mi pálida frente
y en delirio vi patente
al muerto Elormie abrazarme.
¡Hoy sólo debo alegrarme!
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EULALIA
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ELDORADO
Arrogante
y altanero
Un armado caballero,
Por la luz y por la sombra, alucinado,
Y cantando
Sus canciones, fue vagando
En procura de la tierra de Eldorado.
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ANNABEL LEE
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ISRAFEL
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CANCIÓN
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EL GUSANO VENCEDOR
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SONETO A ZANTE
¡Isla hermosa, la hermosa entre las flores
te dio de nombres bellos el más bello!
¡Qué recuerdos me traen halagadores
las tuyas y tu mágico destello!
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LA DURMIENTE
Era la medianoche, en junio, tibia, bruna.
Yo estaba bajo un rayo de la mística luna,
Que de su blanco disco como un encantamiento
Vertía sobre el valle un vapor somnoliento.
Dormitaba en las tumbas el romero fragante,
Y al lago se inclinaba el lirio agonizante,
Y envueltas en la niebla en el ropaje acuoso,
Las ruinas descansaban en vetusto reposo.
¡Mirad! también el lago semejante al Leteo,
Dormita entre las sombras con lento cabeceo,
Y del sopor consciente despertarse no quiere
Para el mundo que en tomo lánguidamente
/muere
Duerme toda belleza y ved dónde reposa
Irene, dulcemente, en calma deleitosa.
Con la ventana abierta a los cielos serenos,
De claros laminares y de misterios llenos.
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A HELENA
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Ya la amorosa diana
Al mundo se ocultó bajo una densa
Nube de tempestad de occidente;
Y tú, pálida sombra,
Entre la sepulcral y hosca arboleda,
Te deslizaste huyendo taciturna.
Mas sólo la figura de tu cuerpo
-Sólo ella- del jardín y de mi vida
Por siempre se alejó: como dos astros
Quedaron ante mí tus bellos ojos.
Tus ojos que dejarme no quisieron
Y en esa noche, oscura ya, alumbraron
La triste senda de mi hogar sombrío.
Tus ojos, que jamás, cual la esperanza,
Mi ser abandonaron; y me siguen,
Me guían, me seducen
En el largo transcurso de los años.
Ellos mis dueños son y yo su esclavo
Su misión es dar lumbre
Con nobles entusiasmos a mi alma,
Cual mi deber salvarme
De su guiadora luz a los destellos,
Y ser purificado por su llama,
Y ser santificado
De su fuego celeste en los fulgores.
Ellos mi alma llenan de hermosura
(Que es la esperanza), y lejos
Allá en el cielo, brillan: dos estrellas
Ante las que, en el triste y silencioso
Desvelo de mi noche me arrodillo.
Y luego, cuando el día
De alegre claridad la tierra inunda,
Los veo aún: ¡dos dulces
Y centelleantes vésperos, que el rayo
Del mismo sol no extingue!
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EL COLISEO
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