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Censos antiguos: 1869, 1895, 1914, 1947 Hernén Otero realizacién de los censos de poblacién requiere de un complejo encramado factores econémicos, politicos, legales y sociales. Conforme a las nuevas dencias de Ia historia de la estadiscica, resulta imprescindible abordar la luccién censal a partir de una leccura acenta a sus contextos de produc {6n. Siguiendo este preuvtando, el presente texto se abocard, en primer tér- ino, a la importancia de los censos en tanto engranaje esencial de la capta- ién estadistica de un pais, aspecto que exige incursionar en los instrumentos , las oficinas estadisticas y los funcionarios que los implementaron. En segundo lugar, se analizaéén las variadas resistencias que obstaculizaron su re- izacién. Por ultimo, se romaré en cuenta la estructura organizacional y las racteristicas técnicas de los censos, con el fin de destacar sus continuidades rupcuras. El disefio conceptual, por su parte, es abordado en otro capitulo la presente obra. rimera parte: Los censos, un engranaje clave del desarrollo estatal La produccién censal y el periodo estadtstico fas Ia caida de Rosas en 1852, comenzé un periodo de organizacién del tado que, progresivamente, dio lugar a la conformacin de un sistema esta- lstico modemno, gracias al cual la Argentina operé el decisivo pasaje de la era- 8 proto estadistica a la plenamente estadistica. Las caracteristicas que definen sta siltima se fueron plasmando lentamente y de manera asincrénica, de 188 POBLACION Y BIENESTAR EN LA ARGI 189 BERNA, OTERO, TIN modo que —segiin el critetio retenido como central ferences fechas de inicio. Por tal razén, més que caer en Ja trampa posi vise de la fecha precisa del acto fundacional, conviene definir cl marco tempora) amplio en el que se operaron los cambios mis sustantivos. Estos remiten, an, te todo, ala conformacién de un tejido institucional acorde con las exigencing | de captacién de datos, a la disponibilidad de series emporales de fenémeno,_| demogrificos, a la realizacién de censos de poblacién y sectorialesy, sin dudg_| esencial, a la existencia de un conjunto de profesionales especializad | | | ini ivas. El pun- pueden exableceie di] igual qu oxms— nos alla cen de canines gions 2p oe et canealzacion del aparato etait qu vo como ito los a ae dictados a partir del gobierno militar de 1943. En el mae ee es in estaal iniciado por la ctsis de 1930, durante la presiden- 1d ver Farle ced el Consejo Nacional de Estadeeasy Censos, Gia Ot rheter autdiquico y dependiente del Ministerio del Interior (Decreto on 0/44). En agosto de 1946, durance la presidencia de Pern, se creé la Belén Nacional de Investigaciones, Estadistica y Censos {Pess0 8246 (suashaente jo conzl del Cons ds Defoe Nacional a Ministerio del Interior y de la Secretaria Técnica de la Pr denis) (Mente, 1991: 507) que, al igual que su ancecesor inmediato, se ath a pido por consideacones de planifiacién y de defenss nacional, Come beurriera en etapas precedentes, las nuevas reparticiones se Pinrn en modelo norteamericano, en particular la Central Statistical Bons rile Ballo, 2006). Fue en ese contextoespeifco que euvo lugar el custo cen aaconal,promovid por el rginen militar desde 1944, aspen ego efectivizado tres afios mas tarde durante Ja primera presi on’ i - Domingo Ferén, Convene precisa que sunque fires en ss objetivo ls itencas de cenralzacin dela dada del eusrenta no fueron coronados por «lito, canto por razones politcas (en particular la resistencia de otras spat ticiones) como presupuestarias, y que la cencralizacién estadistica ror oe parte relativa, cuando se la analiza en clave comparativa— debié esperar lacreacién del actual INDEC en 1968 (Mentz, 1991). k En Io reaivo a los censos de poblaién, si se otorga preeminenca a crsencia de elevamientos universes (5 desie que akancen arora de poblacién), uniformes (formulario de encucsta nico para todos los hat a 18) y simulsneos, no cabe duda que la realzacién del primer censo nacio- nal de 1869 constituye un hit decsivo para la datacién del inicio del pert odo estadistico (INDEC, 1983). Si bien la univers: id del see s ne |kjos de ser cumplida entonces, dada la existencia de importantes re er 8rificas no incorporadas atin al dominio del Estado pecans wa en de que el censo se orienté en esa direccién y que abarcé a coda i pet lecién suceple de sx cenads ene conento de control eto de la poe Por ocra parte, el primer conso nacional inauguré una forma le eerty Densac ala poblaciin que, mis all de cambios posterior do gata una tradicién estadistica original y de notable perduracién, Por ultimo, : ae de un censo pionero en el contexto internacional: asi, para 1869 paises los en esas areas, En lo que respecta a la compleja historia institucional del sistema estadis ‘ico argentino, se pueden establecer dos hitos esenciales. En primer lugar, ly cteacién en 1864 de la Oficina de Estadistica Nacional, dependiente del Ministerio del Interior, resultado de la confluencia tras la unificacién del pa- is de las tradiciones burocriticas de la provincia de Buenos Aires y de la Confederacién Argentina. Si bien esta reparticién tuvo una vida efimera fue disuelta en 1875~ puede ser considerada como el primer antecedente de un organismo nacional en la materia (Mentz, 1991), importancia que se agigan- ‘a por haber llevado a cabo el primer censo nacional de poblacién. En segun- do término, la creacién en 1894 de la Direccién General de Estadisticas de la Nacién (DGEN), dependiente del Ministerio de Hacienda, que duraré hasta 1943 y que tendré a su cargo la realizacién del segundo y tercer censos nacio- nales. El surgimiento de esce organismo se enmareé en la ley 3180 que pro- movié la amplia reorganizacién de las estadisticas pblicas de la década de 1890 (Novick, 2002). La creacién de esta reparticién fue un punto de infle xin en la historia institucional de la estadistica argentina ya que constituyé el primer organismo de caricter nacional de cierta estabilidad (INDEC, 1983). Su emergencia fue acompafiada de una notable expansién de la activi dad estadistica, sobre todo en el campo de las estadisticas sectoriales, a través de un amplio conjunto de organismos ms o menos aucénomes como la Direccién de Estadistica y Economia Rural del Ministerio de Agricultura (ere- ada en 1908), dirigida por Emilio Lahitte; la Oficina Demogrifica Nacional del Ministerio del Interior (1899-1907), promotora del Boletin Demogafico Argentino, del censo de terricorias nacionales de 1905, del censo electoral na” cional de 1903 y encargada de la elaboracién de los indices de naralidad, nup- cialidad y mortalidad. Durance el siglo siguiente, la crisis econdmica de 1929-30 en el plano in ternacional, y el golpe de Estado de 1930 en el plano nacional, implicaro? transformaciones importantes en el sistema estadistico, aunque esta rupturt 190 POBLACION Y BIENESTAR EN LA ARGENT) en funcionamiento de la Direccién General de “4 ah "ug de Inmigacin y Colonizacin 817 de 1876). Gncis a Dog ontd desde mediados dei siglo con estadisticas de Alujos comple- pe wevrompidas en aspectos cruciales para el modelo agroexportador co- Bea migracion internacional. inteis,en slo cuatro dada, Is Argentina desurolls y consolidé se psi que dieron inicio a la era esac: la exstencia de insti Tes sb rcargadas de recoleccidn de datos (1864 6 1894 segiin el organis- re oon le otorgue el rol fundador) la reaizacién de censos nacionales P sin a partir de 18695 la laiczacién de los registro civiles (1889); y nbd devun sem pblico de metic de as migaions inter se epales y de ls estaisticas vitals. El rasgo ms eritico ~la periodicidad de Ipecensos-, aunque importante por sus negativos efectos para el conosimin {odel pasado argentino, no impide sin embargo caracterizar a la segunda mi- ‘adel siglo XIX como una etapa de milipls y decisivas realizaciones o, pa- fautilizar la bella metifora de Westergaard (1969) a Ja Europa de sntciag feesa cencuria, como la “edad del entusiasmo” estadistico en la Argentina ropeos como Espafia, Dinamarca, Italia, Suecia, Suiza, Austria y Hungria hy bian realizado un solo censo nacional o inclusive ninguno (como el Impey Aleman que lo hard recién en 1871, después de la unificacién), La compara cid es menos favorable con el resto de Latinoamérica ya que varios paises la regién —aunque no los gigantes demograficos como México y Brasi taban con censos nacionales para enconces (Costa Rica con uno, Uruguay Bolivia con dos, Perii con wes, Chile con cuatro, Colombia con seis) (4 chez Albornoz, 1994). Si se toma como parametro la periodicidad de los relevamientos, los cug, {to primeros censos nacionales estuvieron muy lejos de cumplir con ese requ sito. Es esta la razén que justifica la inclusién del cuatto censo nacional de 1947 en este capftulo ya que en Jo relativo al disefio conceptual y a la estr tura organizacional, su catacterizacién como censo antiguo seria errénea, realizacién de censos nacionales cada diez afios sera lograda recién a pattir de censo de 1960, gracias ~entre otro factores~ a Ia progresiva in‘Tuencia de l soordinacién internacional de Naciones Unidas, inaugurada en nuestto cone tinente por la ronda de] Censo de las Américas de 1950. La importancia orargada a los censos nacionales como hito de 4a era estadistica no deberia sin embargo dar lugar a una imagen supturista dé proceso de capracién estadistica, ya que el mismo reconoce antecedentes esen- clales como la realizacién de relevamientos de poblacién de vocacién general ¥ universal (aunque la misma no fuera siempre coronada por el éxito) coma cl importante censo de la Confederacién Argentina de 1857 y, remontindo nos al perfodo colonial, el Censo de 1778, ordenado por el Virrey Vértiz. Los datos relativos a la reproduccién de la poblacién, por su parte, exis tieron desde los momentos iniciales de la conquista gracias a la accién desple gada porla Iglesia. Aunque el relevamiento de los registros parroquiales no es taba orientado a la generacién de conocimiento estadistico en el sent moderno del término, constituyen una fuence imprescindible para el estudio de Ia poblacién. Bl hito decisivo de esta evolucidn fue la laicizacién de los re gistros, realizada en 1889 gracias a la Ley de Matrimonio Civil (Ley 2681) que permitié al Estado argentino producir y concrolar de modo efectivo los datos relativos a los hechos vitales, aunque los frutos de este monopolio té* nico -la elaboracién de indices de natalidad, mortalidad y nupcialidad— s6l sein perceptibles (aunque incompletos hasta las primeras décadas del sig!® XX) a partir de la creacién de la Oficina Demogrifica Nacional, una décad® mus tarde, La existencia de estadisticas migratorias confiables, por su parte comenzé en 1857, y experimenté mejoras significativas durante la década d 2. Los cuadros tecno-burocraticos: de la estadistica de autor al anonimato en un marco in- La captacién estadistica de la realidad argentina se inscribi : temacional que sumiistedFoumas y modelos de inspracién de muy divers indole. En ese contexto, el caso argentino replicé con peculiaridades locales " fendmenos mis amplios de la estadistica occidental del periodo. Uno de ellos fue el pasaje desde lo que hemos denominado la “estadistica de auror” (Otero, ‘n prensa) a sistemas estadisticos caracterizados por una mucho mayor opac dad actoral. Los cuatro censos aqui analizados iasean claramente ese pasaje, uya ruptura se ubica en el tercer periodo intercensal i Come To ha mostado Gonuler Bolo (2000), hacia la década de 1889 8 produjo un recambio significativo de los cuadros técnicos encargados del tlevamiento estadistico. En coincidencia con la “generacién del ochenta”, Fs afios marean el fin de la primera generaciin de extadistcos (Faustino Jorge, Ismael Bengolea, el General Espejo, Paolo Mantegazza, Martin 7 foussy) yinculada a las experiencias de Ia Confederacién, del Estado de nos Aires y del inicio de la Repablica unified Si bien esta primera ge- Netacién produjo obras de notable importancia (como, por ejemplo, la fasci- Dante Deserintion Géorraphiaue et Statistique de la Confédération Argentine de BERNAN OTERO, —_____________ 193 192 ——————PoBLACION Y BIFNESTAR EN LA ARGENTIN De Moussy y el Censo de la Confederacién), la mayor parte de los cargos qua fyjlas Eduardo Llorens y Rati Prebisch, quienes, en consonancia con los cam- daron vacantes con la llegada de Roca a la presidencia en 1880, Los nuevg | pjos ocu'Tidos en Ia estadistica publica del perfodo, orientaron su labor no sé- cuadros tecno-burocriticos, para retomar la justa expresién de Halpey Johacia las estadisticas de poblacidn sino también hacia la estadistica econd- Donghi (1987), incluyeron a hombres nacidos entre los afios 1843 y 186g, | _gicay social. Conforme al proceso de especializacién técnica y a la progresiva que murieron en su gran mayorfa durante la década de 1920, de modo darizacién de la produccién de datos, pero también al secreto informa- “Gonal que por fazones geopoliticas y de defensa nacional asumié el manejo Ia estadistica desde el gobierno militar de la Revolucién de 1943 hasta los ipaimeros afios del peronismo, los estadisticos que llevaron adelante el cuarto so constituyeron cuadros técnicos mis anénimos que sus predecesores. no sintomético de esta evolucién, en el IV Censo nacional desaparecen los “pombres de sus autores, reemplazados ahora por el de la reparticién que lo lle- g acabo. Como lo ha sintetizado Destosiéres (1993: 217), “la firma esté aso- ada a las précticas de la compericién cientifica” mientras que “el anonimato Joesté a las de la administracién”. El anonimato de las publicaciones oficiales “po implica necesariamente el olvido hist6rico, ya que puede afirmarse que la “parte demogrifica del cuarto censo fue dirigida por Eduardo Coghlan, quien i6 con integrantes de la ex oficina del Cuarto Censo Escolar de 1943. El ica mercial, demogrifico e industrial de la provincia de Buenos Aires en 188 hasta el III Censo Nacional de Poblacién de 1914. En su seno se inscriben los nombres més descollantes de la historia estadistica decimonénica: Di. Gregorio de la Fuente (1864-1909), Superincendente y Presidente del prime y del segundo censo nacional respectivamente; Francisco Latzina (184 1922), director durante 36 afios de la Direccién General de Estadisticas de | Nacién; Alberto Martinez. (1868-1925), director de la Direccién General Estadistica Municipal de la ciudad de Buenos Aires durante el perfodo 18 1923 y Director del Tercer Censo Nacional; Gabriel Carrasco (1854-1908) Director de la Oficina Demografica del Ministerio del Interior entre 1899 ¥ 1907; el médico ¢ higienista Emilio Ricardo Coni (1855-1928), director d la Oficina General de Estadistica de la Provincia de Buenos Aires (1883 1886), y Emilio Lahitte (1848-1922), jefe de la Oficina de Estadistica y Economia Rural del Ministerio de Agricultura entre 1898 y 1920. _ Segunda parte: Contextos Los censistas de la “estadistica de autor” reunieron los siguientes rasg distintivos: ocuparon con notable estabilidad temporal puestos centrales end 3. Funciones de los censos: entre el conocimiento positivo a representacién politica producciones estadisticas occidentales, con muchos de cuyos autores esta en contacto y de cuyos congresos y sociedades cientificas fueron miembros tivos; y actuaron como comentaristas, glosadores y propagandistas de las & tadisticas que producfan, dando lugar a un sinntimero de obras cuanti y licativas sobre el pafs. En suma, su intensa participacién en diferentes regist®0S discursivos y su marcada impronta personal en los censos, los distinguen cl™ ramente de las formas de actuacién posteriores al Centenario, Resulta més dificil unificar a los estadisticos posteriores en cérminos 8 ‘Otro elemento para caracterizar la emergencia del perfodo estadistico, no “‘empre cenido en cuenta por las historias institucionales, se vincula con las ‘Tinciones otorgadas a los censos. En apretada sincesis, pueden distinguirse dos {os basicos: las funciones cientificas (vale decir, el conocimiento positivo del tea objeto del relevamiento) y las extra-cientificas. Estas pueden ser clasifica- €° en pre-modernas -siendo la criburacién fiscal el ejemplo por antonoma- 42 y modernas, vinculadas con la representacién politica de los sistemas de- netacionales, tanto por su disparidad en formaciones profesiorales como & J 7°ct%ticos, punto que merece ser analizado con mayor detenimiento. sus orientaciones politicas. Entre ellos se encuentran —por citar sélo a los MEG Las ircegulares y extensas duraciones de los perfodos intercensales argen- representativos- a personalidades de gran importancia como Alejandi@|| 1s hasta la mitad del siglo XX obligan a tomar en consideracidn las com- Bunge, José Figuerola, Carlos Diculefait, Eduardo Coghlan, Carlos Cort@ » 938 relaciones existentes entre cl proceso de captacién censal y el més gene- 194 POBLACION Y BIENESTAR EN LA ARGENT ral aspecto de sus efectos politicos. Como ha sido mostrado pars otros ¢4 textos, los censos modernos se articularon en torno a dos ideas Fuerza: el nocimiento positivo de la sociedad orientado a la implementacién de pg cas publicas, finalidad que tiene a su vez una larga y profunda historia (He 1987), y el conocimiento de la cantidad de habitances en cada una de las ug dades del Estado con vista a la determinacién de su represencacién politica gy los sistemas parlamentarios. La primera de las finalidades ~el conocimiento social positivo— no cong cituyé una novedad del periodo independiente ya que, con variantes, pug ser detectada durante la etapa final del perfodo colonial, como lo ilustra la gg nocida sentencia de Manuel Belgrano desde el Consulado, relativa al “yall fundamental de la estadistica como ciencia asesora de la labor de gobiemnd (Vazquez Presedo, 1971). Este tipo de ideas gané mayor peso en el cli ideas de la Revolucién y devino cencral a partir del tiltimo cuarto del gracias a la difusién del ideario positivista, del que Ia estadistica const tuna temprana vanguard La segunda finalidad, en cambio, puede ser datada con mayor precsin gracias a Ia articulacién legal establecida pur le Constirucién Nacional d 1853 entre relevamiento censal y representacidn parlamentaria, A imitad de la modélica Consticueién norteamericana, la Consticucién argentina 6 blecié en su articulo 39 la necesidad de levantar censos generales de poblac ‘con el objerivo de determinar Ia base demografica de la eleccién de los dip cados, prevista por su articulo 37. A pesar de la importancia de transform la realizacidn de los censos en precepto constitucional, la estrecha asociac establecida entre ambos temas produjo desde entonces que la captacién «8 distica censal suftiera los avatares de complejos bloqueos parlamencatitl (Gonzilez, 1931; Dieulefaic, 1934; Gonzdler Bollo, 1999). En esencia, el p blema radicé en que Ja explosiva expansion demogrifica del area Litoral vorecida por la radicacién de curopeos y de migrantes incernos-, garantiza alas unidades politicas que la componfan una participacién creciente en I mara de Diputados. Para el interior, que no recibié flujos masivos de eufeP! os y que perdia poblacién por migraciones internas, la situacién era ex mente la opuesta. / (Ouro problema derivado de la interpretaci6n de la carta magna fue el niimero de habitantes que se requerfan para la eleccién de un dipurado. Ela ticulo 37 de la Constitucién de 1853 (incluidas las reformas propuestas la provincia de Buenos Aires en la Convencién Nacional de Santa Fe de 4rla Caniral eleciefan sus representantes a “raz6ag rr "2c i TD | DEMOSTRACION GRAFICA jostracién grfica de la cantidad DA, 1904. Infografia de !a época, Dems ee de ciudadanos en 1903. BI 196 POBLACION Y BIENESTAR EN LA ARGE| NAN OTERO —$_—_—_—_—__— 197 tuno por cada veince mil habicantes, 0 de una fraccién que no baje del nig, +0 de diez mil”. La reforma introducida por la Convencién Nacional req en la Capital Federal en 1898, por su parce, aumenté la base demogrifia “creinta y tres mil habjtantes 0 fraccién que no baje de dieciséis mil quinje to, estableciendo asimismo que después de la realizacién de cada cenag Congreso Aijaria “la representacién con arreglo al mismo, pudiendo au pero no disminuir la base expresada para cada diputado”. La redaccién de te articulo generé temores en sectores politicos y en Ia opinién piblica pp ocupada, igual que en la actualidad, por el costo de Ia politica~ ya que lain terpretacién literal del texto llevaba a pensar que el ntimero de representany podfa aumentar indefinidamente conforme al aumento de la poblacién, 1 redaccién del articulo 39 de Ja Constitucién (“Para la segunda legislacuca d berd realizarse el censo general, arreglarse a él el ntimero de diputados; pe este censo sélo podré renovarse cada diez afios"), por su parte, no estaba cxen ta de ambigiiedades (por cjemplo, zel censo podia o debia realizarse cada die afios?), y constituyé un caldo de cultivo para las interpretaciones alternativas de los representantes de la provincias del Interior, Los aspectos mencionados, y, muy en particular, los efectos politicos dh ferenciales de crecimientos demogrificos igualmente disimiles dieron lugar intensos debates en las cimaras en los cuales los representantes de las provi clas de menor crecimiento relativo buscaron evitar la aplicacién del mandat constitucional. Dos mecanismos se implementaron en tal sentido. En pri lugar, Ia elaboracién de proyectos alternativos para la medicién de la base dé mogcafica de los dipurados basados en criterios tales como su cilculo a patti de la poblacién de derecho, en ver de la de hecho utilizada por los censos, 0 a pattir de la poblacién nativa, vale decir excepruando a los extraajeros. El gundo, y ciertamente més efectivo dado el fracaso de la via anterior, consist en impedir la realizacién del censo 0 ~cuando ésta resultaba inevitable— po tergar la ley que sancionaba el mimero oficial de habitantes. La duracién di los tres primeros intervalos intercensales (26, 19 y 33 affos respectivament®) 6 una muestra elocuente del éxico de la estrategia, al que no fueron aje aunque st ciertamente mis marginales~ las crisis econémicas atravesadas pO! el pais. Asi, por ejemplo, las crisis de 1873 y 1890, que afectaron decisiv# ‘mente el financiamiento del Estado y el presupuesto de las reparticiones) operativos estadisticas, obligaron a sendas postergaciones del relevamien® censal, Durante el tercer perfodo intercensal la oposicidn al censo devino m& efectiva y también més acérrima, dado el temor de los grupos conservadom® ante la victoria del radicalismo en las elecciones de 1912. Ast, la iniciativa pi cealar el IV Censo fue postergada por el Congreso desde los inicios mis rie la década del veince, al igual que la provincializacién de los terrivorios, nales (Chaco, La Pampa y Misiones) que habfan alcanzado la poblacién ima para cransformarse en provincias, cequerida por la ley 1532 de 1884. este contexto, y simplificando un panorama parlamentario mucho més plejo, el radicalismo y el socialismo, cuyos anclajes clectorales se encon- principalmence en las provincias de Sanca Fe y Buenos Aires y en la ca- | del pais, bregaron por la actualizacién del relevamiento censal mientras los grupos conservadores del interior buscaron activamente impedirlo. La da del peronismo al poder en 1946 y la realizacién del IV Censo adecuacién entre la realidad socio-demografica del pats y su arquitec- wa parlamentaria, a sancién de las leyes que aprobaban las cifras oficiales de poblacién cién del conso refleja, mejor que ningin otro, las extraordinarias dificulta- ES politicas existentes en ese entonces. El conjunto de los Factores menciona- #865 determiné que en las nueve décadas siguientes a la sancién de la Corstitucién sélo se concretase menos de la mitad de los censos que debie- Pa haberse realizado segiin el texto constitucional, Etlizacién de los censos nacionales requirié de una importante moviliza- de recursos econdmicos, institucionales y administrativos, pero también ivencer a la poblacién de que las informaciones recogidas no tenian finali- FS &xtraestadisticas, ya sea tributarias como ocustiera durante el perfodo Snial, sea militares, como fuera la regla durante el convulsionado perfodo de letras de la independencia y del largo ciclo de luchas civiles. La solucién ada por el Estado fue doble: por un lado, garantizar el secteto estadis los datos recogidos; por otro, la implementacién de formidables cam- 198 ———————— POBLACION Y BIENESTAR EN LA ARGENT} RNAN OTERO 199 pafias de propaganda sobre la finalidad de conocimiento general de los rag fy gor enr0lamiento militar (cuyo decreto de sorteo coincidié con lope vamientos. Asi, a titulo de ejemplo, para la realizacién del segundo censo p sensal) para la represién de las montoneras y para la guerra del arog cional de 1895, el Estado desplegé campafias publicitarias de notable enya jizadas por Massé (2003), consticuyen un claro ejemplo en tal sentido. Por gadura, como lo ifustran las siguientes cifas: 20.000 carceles en lugaggh fimo» come To mucstran las noras dirigidas por funcionarios provincale a pablicos, 15.000 advertencias para los empadronadores, 1.000 avsos a disepfmcomisién nacional del cercer censo, la resistencia més o menos sistematica ¥ petiddicos para el dla del censo, 50.000 circulares en teatrs y estableg simgelos indigenas de zonas de recience ocupacién militar, nacidas del cemor a mientos puiblicos, etc. Las campafias de propaganda interna fueron acompg que el censo permitiera a las autoridades Ja sustraccién de sus esposas e hijos. fiadas de una no menos formidable accién de propaganda externa, que ingly, | Desée !4e80» 80 todas las resistencias se originaron en motivos politicos o de y6 la difusién de la obra en el exterior (para cuyo fin los cuadros habjan jtencia civil como los mencionados. El bajo nivel educativo influ asimis- también cedactados en francés, por entonces la lengua dominante de la para que sectores de la poblacién no percibieran las ventajas derivadas del distica occidental); la distribucién nacional e internacional de les 4.000 ¢) nso, constituyendo asi una via suptsmentaria ya no de resistencia activa pe~ places edirados y la reproduccidn ampliada de sus principales concenidos, cias a las plumas de una legion de articulistas, ensayistas y periodistas, P 1914, por su parte, un operativo similar de difusién fue reforzado graci rol difusor ovorgado a los maestros y alumnos de las escuelas primarias Mas alld del éxito obtenido en la realizacién de los censos, imposible. un grado importante de colaboracién de la sociedad, los operativos cens estuvieron lejos de ser undnimemente aceptados por la poblacién. Lejos consticuir una peculiaridad argentina, el problema debe ser enmarcado en panorama mucho més amplio de “resistencia a la estadistica” que, con vari tes, afecté a todos los paises occidentales durante el siglo XIX, signo cier mente inequivoco de la notable penecracién del proceso de matematizaci iables interrogadas, suscicaban mayor desconfianza en los empresarios. Asi, ejemplo, los funcionarios del tercer censo debieron incluir en su prédica colaboracidn a corporaciones como la Sociedad Rural y la Unién Industrial -ntina y comprometetlas para que difundieran ante sus miembros las ven- eultamiento de informacién por parte de muchos industriales. __ Junco con la hostilidad parlamencaria (que representa desde Iuego un fe- ISmeno de naturaleza coralmente distinta al aqui analizado), los hechos pre- “eedentes sugieren que las resistencias 0 temores de la poblacién fueron un no- lt constante —de dificil evaluacién— al menos hasta el tercer censo nacional. cuarto censo, en cambio, conté con mucho mayor consenso, no sélo por enorme extensién del periodo intercensal previo que clamaba por su reali- 2cién, sino también por el apoyo de una poblacién mucho més alfabetizeda ‘Por la decidida voluntad de la clase politica y del presidente Perdn. La pla- tificacién social y econémica de la época también colaboré a la realizacién del ‘Enso, considerado a justo ticulo como un elemento clave de aquella. Eso no Sbice para la realizacién de campaiias de sensibilizacién de la poblacién Pero las mismas revistieron un caricter menos imperioso que en el pasado. practicas. Estas ultimas, de evidentes efectos en términos de cobertura y bilidad, consistieron en el rechazo y la evasién de individuos, familias o g pos hacia los operativos censales. Si bien este tipo de resistencias ha sido poco escudiado, existen eres ip? de evidencias que sugieren que las mismas fueron importantes. En primer li gar, las mencionadas campafias de sensibilizacién que precedieron a los opt rativos censales, inconcebibles de no mediar temores fundados de parte de I censistas sobre el grado de colaboracién de la poblacién. En segundo «é: no, episodios concretos de ocultamiento en aquellos casos en que el c cidié con hechos politicos dramaticos que petmitian a la poblacién dl dar de la veracidad de sus fines cientificos. Las resistencias al empadronamiet co en la provincia de Buenos Aires durante el censo de 1869, nacidas del 200 —————PoBLACION ¥ BIENESTAR EN LA ARGENT FERNAN OTERO 201 ‘Tercera parte: Anatom{a de los censos an del operativo censal, aunque ~conviene aclararlo~ la creacién de tales es- fexeruras Fue un hecho més bien cardio en la estaistica occidental. Con ligeras fariantes, la estructura administrativa fijada para el primer censo nacional se Fpantuvo hasta 1914 (Massé, 2003). En apretada sincsis, el esquemta adminis- fativo adoprado consistié en un sistema de comisiones sad hoe que segufan en ‘ada unidad espacial las dicectivas crazadas por la reparticién estadistica méxi- faa y por la Comisién Nacional del Censo designada en cada oportunidad. Por debajo de ésta, se encontraban en orden decreciente las Comisiones provinci [es las comisiones de unidades menores a las provincias, las comisiones de sec- ¢i6n y, por tlkimo, los empadronadores. En todos los casos, las comisiones cen- ‘ales incorporaron por ley a las autoridades gubernamentales correspondientes. Jacleccién de los empadronadores, por su parte, debia recaer en personal capa- Grado (Fundamentalmente empleados escatales, sacerdotes, maestros de escuela, tic), dando preferencia a “los vecinos més ilustrados, morales y activos [.] que ‘sepan leet y escribir” (Decreto del 10 de marzo de 1869). Dentro de un marco de notable estabilidad organizativa, el segundo censo incorporé la novedad de designar en todas las subdivisiones inspectores especiales encargados de contro- Jara accién de los ejecurantes del censo. El pago de los empadronadores y los castigos a las ocultamicncos y adulteraciones fueron determinados igualmente de acuerdo al sistema norteamericano, El hecho mas caracteristico de este sistema organizacional fue la inexis- tencia de un organismo permanente ya que la comisién nacional designada a tal efecto, dependiente del Ministerio del Incerior, era desmontada cuando conclufa su labor, tal como ocurriera en el sistema norteamericano hasta 1902, afio en que ese pa(s crea una oficina censal permanente. La Comisién Nacional, dependiente del Ministerio del Interior, articulaba su labor con la de organismos permanentes como la Direccién General de Estadisticas de la Nacién del Ministerio de Hacienda, durante el segundo y el tercer censos na- cionales, Como ha sido destacado, la creacién de la Direccién Nacional de Investigaciones, Estadistica y Censos, encargada del IV Censo de la Nacién, Supuso una ruptura importante ya que, a partir de ese relevamiento, se pasd @contar con una estructura de cardcter permanente. Cada uno de los cuatro censos nacionales se inscribe en un contexto politico, social especifico. El Primer Censo se enmarcé en los conflictivos afios de Guerra del Paraguay y en el proceso de conformacién del Estado nacional y aparato estadistico, mientras que el segundo representé la unificacién tertitor del pais tras la incorporacién del “desietto” y del Chaco. El teicero, como propusieron explicitamente sus hacedores, busc6 testimoniar hacia el prime, Centenario de la Independencia la consagracién del orden socioeconémico i taurado a partir de la década de 1880. El cuarto, por su parte, se propuso lar los trascendencales cambios ocurridos en el largo petfodo intercensal pi dente (la caida de la natalidad, la aceleracién de las migraciones internas, avance de la urbanizacién, las transformaciones de la estructura social induci por la industrializacién) y constituyé un elemento clave para la implementaci del Primer Plan Quinquenal del gobierno peronista. Aunque fascinante, ela lisis de los contexcos mas especificos de cada relevamiento escapa a los limit del presente texto, orientado a destacar las principales continuidades y ruptu ‘que caracterizan ~en-conjunto~ a los cuatro primeros censos nacionales. 5. La estructura organizatioa Como lo sostiene una conocida metéfora, los censos de poblecién constitu yen la “infraestructura pesada” del sistema de estadisticas pitblicas, no s. porque representan la mayor y més costosa encuesta social que puede reali uci pafs, sino también porque permiten obtener datos totales de la estructurt socio-demogefica, esenciales para el cilculo del resto de los indicadores esti disticos. Por tal razén, su realizacin requiere la movilizacién de un comple} entramado de factores en los que puede reconocerse la combinacién de mul tiples influencias intelectuales extranjeras y de originales soluciones locales En Iineas generales, los tres primeros censos argentinos fueron tributarios 4 una forma de pensar la poblacién de matriz europea (en particular frances! © italiana) y de un sistema de organizacién institucional de origen norteamett cano. Dado que el primer censo de 1869 escablecié un conjunto de criveri esenciales conviene tomarlo como punto de partida para visuslizar las cont nuidades y rupturas ulteriores. La influencia més evidente del modelo norteamericano en el plano organ zacional se vincula con la inexistencia de una estructura estable para la reali 6 Poblacién de hecho El primer censo nacional establecié asimismo la adopcién del concepto de oblacién de hecho” (operacionalizado mediante la pregunta sobre las perso 202 —_——————— POBLACION Y BIENESTAR EN LA ARGI (AN OTERO ad nas que durmieron en la casa la noche previa al operativo censal), critetio g regird a la totalidad de los censos argentinos de poblacién hasta el dia de hoy Si bien en 1869 se consideré también el criterio de “poblacién legal”, el. , mo tuvo un uso mucho més marginal (vinculado exclusivamente con la pg blacién de las tripulaciones y sobre todo con el Bjército de Operaciones eng} Paraguay) y fue abandonado en los censos posteriores. a eleccién del criterio de poblacién de hecho puso en linea al sistema tadistico argentino con lo sugerido por los congresos internacionales de es tica (particularmente los de Bruselas, 1853; Londres, 1860; Berlin, 18 Florencia y San Petersburgo, 1872) que en sus debares habfan puesto a py tres definiciones alternativas: la “poblacién de hecho” (tambien llamada prese te, 0 de facto), es decir ls personas presentes en la vivienda en un determin: momento; a “poblacién de derecho” (o legal), que se refiere a a poblacién q iene su domicilio egal en el lugar del censo, pero se halla temporariamente ra del pais; y la ‘poblacién de residencia habitual”, concepto mucho mis ti {as discusiones relativas ala representacién parlamentatia, sumadas al efec- jerorsionante que introduce la movilidad espacial de las personas en el rele- jenco de la poblacién de hecho, levaron en 1869 a fijar como fecha de los vjvos censales a los meses de mayo a septiembre, periodo de menor activi- 4 agropecuatiay, por consiguiente, de reduccién de las migracionesestacio- tis efitero quese mancuvovigenteenelIly en el III Censo Nacional. Elcen- Pie 1947 supuso un leve cambio en cal sentido ya que determiné dos fechas Gprclevamiento: del 10 al 12 de abril, y del 19 al 21 de mayo, segin se eratara ie poblacionessicuadas al norte o al sur del paralelo de 428, respectivamente. 7, Formas de relevamiento y de contabilizacién (Otro rasgo de larga duracién iniciado por el primer censo fue la recoleccién, de los datos mediante entrevista directa o sistema Canvasser, método consis- tente en a visita a los hogares por parte de los empadronadores, quienes son os encargados de realizar las preguntas alos censados y de marcat las respues- tas en cl cuestionario censal impreso. La eleccién de este método, claramente is engorroso y caro que el siscema de autoempadronamiento utilizado en los Estados Unidos (Householder), se basé en las eventuales resistencias que pu- tera generar el censo y, sobre todo, en el alto grado de analfabetismo de lx _ poblacidn. La adopcién del sistema Canvasser ororgé una amplia serie de fun- Ciones a los empadronadores quienes constituyen —desde entonces y hasta la actualidad— una de las claves del sistema censal argentino en Jo que atafie a los ‘ensos de poblacién (en algunos censos sectoriales, como el de industria en 1947, se utilizé en cambio el sistema Householder). Una novedad del segun- do censo fue la de establecer el carécter de carga puiblica de las tareas de em- Padronador y penas para las personas que falsearen la informacién requerida Por el Estado, a lo que el censo siguiente agregar la decisién de no remune- Tar a los empadronadores, Las formas de confeccién de los tabulados experimentaron cambios sustan- tivos durance el rercer periodo intercensal, consistentes en el paso de operatorias empadronamiento, En este contexto internacional, que los censistas argenti conuciai won puticular deuallle, la adopeién del criterio de poblacién de les y por su mayor sencillez eenica sino también porque permitia escapar al sico problema de cobercura que representan las dables cuentas y los subregis * Beangacen 3 Ee eatee| RE a (acl ‘anuales al uso de medios mecinicos. A partir de los afios inmediatamente pos- Vale fetiores al tercer Censo Nacional (cuyas tabulaciones fueron realizadas por per- Talal Sonal femenino tras descartar el empleo de méquinas norteamericanas, no ap- Ea {3s para el trabajo con fichas individuales) cuvo lugar una demanda creciente f|242 de incorporacién de medios mecinicos de cilculo. Estos fueron utilizados por Ptimera vez en la tabulacién del censo agropecuario de 1937 por parce de la 204 08 POBLACION Y BIENESTAR EN LA ARGENTIY Jos equipos del censo de 1947. Ast, el IV Censo, tras sefialar que en los censos nacionales precedentes no se habia investigado “el mimero de fa- jas que integraban la poblacién de la Reptblica”, sostenia que los mismos Dipaban basado en un “concepto de cardcter estrictamente individualista, ‘solamente considera a la Nacién como la suma de personas, de individuos J gla componen, sin prestar atencién a que éstos forman parte de un nticleo for y fundamental que es la familia” (Cuarto Censo: I: LXXVIN). Este rncia previa dio lugar a a introduccién de Cédulas, Direccién de Estadistica Rural del Ministerio de Agricultura, ‘Desembarcabay Pp asi, en nuestras costas, las célebres méquinas Hollerith (apellido del emp norteamericano que las inventé), aplicadas por primera vez en el censo q Estados Unidos de 1890, A partir de 1947 comenzé a “Bull” (Mentz, 1991: 516). En este contexto de mecanizacién creciente, los tay bulados del censo de 1947 fueron realizados gracias al uso de méquinas pe vetificadoras y clasificadoras. j 8, Cédulas censales, fichas individuales, cédulas de familia jocio-demogrificas del periodo (por ejemplo, la caida de la natalidad cla- A diferencia de otros aspectos, cuando se analiza Ia forma de transcripei6 Pec an nente perceptible desde 1930) pero sobre todo con la mayor capacidad de papel de la informacién recogida, se detectan mayores variaciones técnicas tun censo a otto. Los datos del primer censo, por ejemplo, fueron relevados listas nominativas o cédulas censales continuas, en las que —segtin inserucci 2 duales. T nes precisas a los empadronadores~ debia separarse mediante una raya un ‘motorizadas por los catdlicos sociales desde las primeras décadas del siglo XX gar del otro. Este sistema continué en el censo de 1895 que agregd, sin argo. una novedad técnica importante: un sistema de compilacién de k ; informacién basado en fichas individuales ~azul o blanca para les argentino bres trabajos del francés Frédéric Le Play (1806-1882)~ se hallaban presen- y roja 0 amarilla para los extranjeros, empleando un color para cada sexo~ sise J > en la visién societal de autores de notable influencia como Alejandro tema que ya habia sido probado con éxito en el censo de la ciudad de Buenas } Bunge, con cuyas ideas el Censo de 1947 reconoce filiaciones explicitas. Aires de 1887. Siguiendo esta técnica, la informacién de las cédulas censales era voleada en las fichas individuales para facilitar el trabajo posterior de com pilacién y confeccién de cuadros estadisticos. El tercer censo nacional, por st parte, suprimié las cédulas censales precedentes y procedié directamente al r¢ levainiento mediante fichas individuales o “tarjetas personales”. A pesar de | virtudes adjudicadas por su promotor, Alberto Martinez, (en eseacia, facilital el relevamiento y la contabilidad) este procedimiento habria de implicar Um retroceso en la captacién estadistica, al suprimir a la familia y a los hogares € mo unidad de observacién, Lejos de constituir una rupcura conceptual —Ha in fluencia del pensamienco eugenésico sugerida por Giovanni Levi, por ejem: plo o una originalidad argentina, como lo sostenia el propio Martinez nuevo procedimiento tuvo un alcance puramente técnico y correspondié mut cho mas modestamente a la aplicacién en el caso argentino de una metodolo g(a difundida en los censos de poblacién occidentales a partir delas década 4 1870, es decir antes de la difusién a gran escala del pensamiento eugenésico: La progresiva reduccién hacia unidades de observacién individuales oct! rrida entre el segundo y el tercer censo fue claramente percibida y criticada oe Sener Facs{mil de la Cédula Censal de 1895. 206 POBLACION Y BIENESTAR EN LA ARGEN 20s Nei) 9, Aleance temitico y publicacién de los resultados: censos y enciclopediag “tlystrada y de la Staatenkunde alemana (Otero, en prensa). El pun- xistico de esta tendencia lo constituyen los diez voluminosos comos ero de 1914, publicados en tiempo récord ya que su aparicién debia jdir con los Fescejos previstos para el Centenario de la Independencia Conforme a la complejizacién de los operativos, a la mayor disponibilig medios y a la expansi6n de las demandas de los mikiples actores involyg dos en el proceso de captacién estadistica, los cuatco primeros censos ng nales de poblacién experimentaron dos tipos de variaciones en lo que resp ta a su alcance temédtico: su acoplamiento con la realizacién simulednes) censos sectoriales y su inclusién dentro de obras de mayor envergadura yh cerogeneidad ern En lo celativo al primer aspecto, puede establecerse una distincién ng centre el primer censo, por tn lado, y sus tres sucesores, que fueron acomp: dos de censos sectoriales y de relevamientos estadisticos de importancia, en 1895, se procedié al mismo tiempo al censo de edificacién, industria, mo todo relevamiento, los cuatro primeros censos presentan dos tipos de Jemas: de cobertura y de fiabilidad. En el primer caso, existe una modi- jn importante encre el primer censo nacional y los siguientes, relativa all ido de control territorial gjercido por el Estado en cada momento histéri- cultura, ganaderfa y comercio (ademés de incorporar informacién sobre’ i Ast, para 1869, la dualidad geogréfica existence encre un territorio efecti- transportes, los recursos financieros y las instituciones de crédito). El mente controlado por el Estado y un territorio de soberania tedrica (dreas censo fue un punto de giro en tal sentido ya que constituyé el primer inve poblacién indigena) derermind que, desde el punto de vista téenico, s6lo hablarse de censo propiamente dicho para los territorios bajo dominio ral, Para el resto del territorio debid procederse a estimaciones elementa- s—muy cercanas en su nacuraleza a las cécnicas de la aritmétiea politica in- a del siglo XVII-, basadas en el niimero de lanzas (es decir, de indigenas sexo masculino en edad de pelear) multiplicadas por un factor relativo al niimero de mujeres, nifios y ancianos dependientes de cada guerrero. El he- de que los censistas no suministren explicaciones acerca del factor de mul- icacién otorga a las estimaciones un cardcter muy impreciso, a lo que se a el hecho de que el cilculo del ntimero de lanzas fue realizado por los co- ‘Mandantes militares de las zonas de frontera. La dualidad geografica sefialada {vo su fin con la incorporacién de la Patagonia tras la Conquista del Desierto (1879-84) y la del Chaco (1884), aunque es probable que ~para algunas re- nes especificas de reciente o incompleta ocupacién= el problema subsistie- un aleance mis limitado y se abocé casi exclusivamente a la poblacién (aun incluyd también en los restimenes de las cédulas censales algunas conside nes sobre los tipos de casa —azovea, madera o paja-, Ia cantidad de habia nes por vivienda y las caracteristicas de los buques existentes). atin en el segundo censo de 1895. En Jo relativo a las publicaciones, el segundo y el tercer censo ilust Un elemento pata evaluar la calidad de los censos nacionales se vincula un momento muy peculiar de la larga evolucién de las escadisticas argent | €N el hecho de que los mismos contaron con importantes antecedentes de nas: la inclusién de los censos de poblacién en obras de gran envergadif™ J Tlevamientos parciales que actuaron como banco de prueba de las técnicas edicorial, caracterizadas por el agregado de monografias sobre temas 1¥) Plicadas. Asi, por ejemplo, la reconocida mejor calidad del segundo censo se diversos a cargo de reconocidos especialiscas. Este tiltimo elemento convi Inculé con la experiencia acumulada a través del primer Censo Nacional te a ambos censos en una suerte de “enciclopedias’, en las que coexistem By S8Topecuario (1888), del Censo Escolar (1883-84), de los censos de Bienes registro demografico cuantitativo moderno y la tradicién cualitativa del {cionales (1888 y 1890) y de Empleados Estatales (1892-94), y de los cen- descripcidn global del territorio, la sociedad y la historia, propias de la € ®S provinciales de Buenos Aires (1881), Santa Fe (1887), Cérdoba (1890) y ee: WOBLACION Y BIENESTAR EN LA ARGENT de la Capital Federal (1887), entre otros. La estabilidad de equipos técni reparticiones entre los afios 1880 y el Centenario actus en el mismo sentidg Si bien no se cuenta con muchas estimaciones sobre el grado de subse gistto de los relevamientos, las realizadas por los autores del cuarto censo cional permiten mostrar con cierta precisién la evolucién de largo plazo, omisiones presentadas entonces ~basadas a su ver en los informes técnicgs los censos respectivos— fueron las siguientes: 4% para 1869; 1.5% para 18 ¥ 1914; 1% para 1947 (Cuarto Censo: I: XXVIL-XXVII). Dos observaciong pueden realizarse a este respecto, En primer lugar, la clara tendencia hacia disminucién del subregistro, hecho acorde con la evolucién del sistema eat distico, la alfabetizacion de la poblacién y el grado de conteol estatal. En se gundo eérmino, la sospecha de que las evaluaciones propuestas probablemen, te sobrevaliien el grado de cobercura de los tres primeros operativos. Asi, 4 titulo de ejemplo, conviene recordar que las discusiones parlamentatias sobye !a aprobacién de los resultados del segundo censo habjan conchuido con el tablecimiento de dos cifras definitivas de poblacién (Ley 3.498): una, de 3.944.911 habitantes, correspondiente a la “poblacién nominalmente inscrip ta", y otra de 4.094.911 habitances, resultante de adicionar a la anterior cifta estimada de poblacién faltanre de 150.000 personas. Una situacién sk ilar se repitié en el censo siguiente, ya que la ley 10.834 sancioné una poe blacién cotal de 8.090.084 habitantes, superior a los 7.885.237 efectivame te relevados. Aunque mis altas que las propuestas por las comisi nacionales de ambos censos (1.5% en ambos casos), las correcciones efectu das en sede parlamencaria (3.8% y 2.5%, respectivamente) cesultan probab mente mds razonables a la luz de los conocimientos actuales sobre subcegisto censal, Cualquiera sea el caso, los censos nacionales tuvieron un nivel muy accp” table de cobertura, sobre todo cuando se tienen en cuenta las enormes di cultades de la época. Las proporciones de omisiones (no menozes al 30% P ra la poblacién masculina adulta) de los relevamientos de finales del sigld XVIII y principios del siguiente (Arrerx, et al, 1983), son una muestra el cuente del avance logeado por el sistema estadistico nacional de la segundl mitad del siglo XIX y de las ventajas derivadas de la supresién de finalidades extra-estadisticas tributarias o militares. Corolario de esca evelucién, el J Censo alcanz6 un norable grado de exacticud en sus niveles de cobertura (R cchini, 1967). En términos de confiabilidad, los problemas bisicos de los censos, sobf todo hasta 1914, remiten a un conjunto de areas criticas bien conocidas pd 209 demégrafos de paises en vias de desarrollo, sintetizadas con precisién por propios censistas cn los comentarios de los censos o en sus obras sobre cl ticular (por ejemplo: Carrasco, 1884; Latina, 1884; Martinez, 1891): rcién significativa de poblacién errante o sin domicilio Ajo, ignorancia Ja edad en la poblacién rural y tendencia al redondeo, ocultamiento de los afos por parte de las mujeres, subdeclaracién u omisién de las ocupaciones consideradas poco honrosas, mala declaracién en las preguntas sobre discapa- lad, etc. En la fase siguiente —Ia confeccién de tabulados impresos y las ta~ de depuracién y consistencia- los principales problemas que requerfan de ecci6n eran las inconsistencias de declaraciones o de anotaciones de los pro- pias empadronadores (por ejemplo, la caracterizacién como solteros de los ni- 0s menores a 10 afios, la caracterizacién de huérfanos en los ancianos, la de- Jimitacién de zonas rurales y urbanas, la nacionalidad de los extranjeros, que ‘s6lo declaraban su pueblo de otigen, etc.). La disminucién de estos problemas fue de la mano de las sustanciales mejoras operadas en la lucha contra el anal- fibetismo, cuya incidencia en la poblacién de 14 y mas afios descendié del 78% al 14 % entre el primer y el cuarto censo nacional __La favorable evolucién resefiada puede ser sintetizada con dos cifras ilus- rativas: el ndmciy de preguntas, que pasé de once cn 18GY a veintinueve en 947, y la capilaridad creciente del operativo censal en su capacidad de en- estar a la poblacién: ast, para el primer censo, cada empadronador debié ‘ontactar en promedio a 581 habitantes, cifra que se redujo a sélo 53 en 1947. Resta como balance critico para el investigador actual, la falta de perio- tlcidad de los censos que dificulta -quizs para siempre la comprensién de ecanismos y de los tiempos de cambio de algunos fenémenos demogré- os. Aunque pudieran afiorarse ~imitilmente por cierto~ los censos decen: “Samericanos o los quinquenales franceses, los cuatro primeros censos nacio- Fales de poblacién muestran que ~pese a las enormes dificultades- la ukntina fue capaz de montar una estructura y una racionalidad de capta- iin estadistica consistentes,

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