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quinta edicion vr sisi y nee ROBERT H. FRANK PRIMERA PARTE Introduccion nomfa, En el Capftulo 1 aplicamos los principios del andlisis coste-beneficio a toda juna variedad de decisiones que nos resultan familiares por la experiencia. Su objetivo es, que el lector entienda intuitivamente lo que significa «pensar como un economista». En el Capitulo 2 desarrollamos el analisis basico de oferta y demanda, que es nuestro ins- trumento analitico para explicar los precios y las cantidades de bienes que se comercian en los mercados. Veremos que, aunque los mercados que no estin regulados pueden no generar siempre los resultados que nos gustaria, suelen producir los mejores resultados posibles en cada circunstancia y que los intentos de los podetes piblicos de ayudar a los pobres regulan- do los precios y las cantidades a menudo producen, por el contrario, efectos secundarios que no se deseaban. Veremos que es mejor ayudar a los pobres adoptando programas que aumen- ten su renta, E: Los dos primerus capftulos repasamos la materia del curso introductorio de microeco- CAPiTULO Pensar como un economista de escasez. Muchas personas, cuando oyen esta definicién por primera vez, reaccionan afirmando que esta disciplina es de escasa importancia para la mayoria de los ciudadanos de los paises desarrollados para quienes, después de todo, la escasez material es en buena me- dida una cosa del pasado. Sin embargo, esta reacciGn se debe a que se adopta una visiGn muy limitada de la escasez. Incluso cuando Ios recursos materiales son abundantes, es seguro que otros recursos importan- tes no lo son. Arist6teles Onassis tenfa varios miles de millones de délares cuando muri, Posefa ‘més dinero del que posiblemente podfa gastar y lo uilizaba para adquirir cosas como travesaffos de marfil de ballena finamente trabajados para los taburetes del bar de su yate. Y, sin embargo, tenfa un problema de escasez mucho mayor, en un importante sentido, que los que podamos te- ner alguna vez la mayorfa de nosotros. Onassis fue vietima de una miastenia grave, una enfer- medad neurol6gica degenerativa y progresiva. Para él, la escasez que contaba no era el dinero sino el tiempo, la energfa y la capacidad fisica necesaria para realizar las actividades ordinarias. El tiempo es un recurso escaso para todo el mundo, no sélo para los enfermos terminales. Por ejemplo, cuando vamos a ver una pelicula y hemos de elegir, no es el precio de las entradas cl que nos impone limitaciones a la mayorfa de nosotros, sino el tiempo. Si no disponemos més que de unas cuantas noches libres al mes, ira ver una pelicula significa no poder ir a ver otra 0 no poder cenar con los amigos. El tiempo yy el dinera no san Ios tinins recursas eseasas importantes, Pensemos en la deci- sién econémica que tenemos que tomar cuando un amigo nos invita a desayunar a un bufet. Se trata de comer todo lo que se quiera y hemos de elegir 1o que vamos a tomar. Incluso aunque no fuéramos ticos, el dinero no seria lo importante, pues se puede comer gratis todo lo que se quie~ ra. El tiempo tampoco es un obstéculo, ya que tenemos toda la tarde y preferimos pasarla en compaiiia de nuestro amigo que en cualquier otra parte. En este caso, el recurso escaso impor- tante es la capacidad de nuestro est6mago. Hay un montén de comidas favoritas ante nosotros y hemos de decidir qué vamos a comer y en qué cantidad, Comer otra «tostada» significa nece- sariamente tener menos sitio para tomar mas huevos revueltos. Aunque en este caso el dinero m0 cambie de manos, no por eso es menos econémica nuestra decisién. En foda decisiGn hay en mayor o menor medida un problema de escasez. Algunas veces 1a escasez de recursos monetarios es la ms importante, pero no lo es en muchas de las decisiones I A MICKUECONOMIA es el estudiv de la manera en. que eligen los individuos en condiciones 3 CAPETULO 1; PENSAR COMO UN ECONOMISTA més acuciantes. Hacer frente a uno u otro tipo de escasez constituye la esencia de la condi humana. De hecho, si no tuera por este problema, la vida perderfa en gran parte su intensidad. Para una persona que viviera indefinidamente y que tuviera unos recursos ilimitados nunca ten- dria importancia casi ninguna decisi6n. En este capitulo examinamos algunos de los principios basicos de Ia teorfa microeconémi- cca y vemos cémo podria aplicarlos un economista a toda una variedad de decisiones en las que hay un problema de escasez. En capitulos posteriores presentamos el desarrollo mas formal de la teoria, De momento, nuestro tinico objetivo es entender intuitivamente lo que significa ‘«pensar como un economista». Y la mejor manera de hacerlo es analizar una serie de problemas ue nos son familiares por la experiencia real. Enfoque de las decisiones basado en el anilisis coste-beneficio Exsémpto 1.1 Muchas de las decisiones que estudian los economistas pueden formularse de la siguiente manera: {Debo hacer la actividad x? En el caso de la persona que esté considerando la posibilidad de ir al cine, «;,.. hacer Ia ac- tividad x%> podria ser, por ejemplo, «;,.. ver Casablanca esta noche?». En el caso de la perso- nna que va a desayunar a un bufet, podria ser «;... comer otra tostada?». Los economistas res- ponden a esas preguntas comparando los costes y beneficios de la actividad en cuestiGn. La regla que utilizan es cautivadoramente simple, pues si C(x) representa el coste de hacer x y B(x) los beneficios, tenemos que: Si B(x) > C(x), debe hacerse 2; en caso contrario, no. Para aplicar esta regla. es necesario definir y medir de alguna manera los castes y los be- neficios. Los valores monetarios constituyen un stil comiin denominador para este fin, incluso cuando la actividad no tiene relacién alguna con el dinero, Definimos B(x) como la cantidad ‘monetaria maxima que estarfamos dispuestos a pagar por hacer x. A menudo se trata de una ‘magnitud hipotética, incluso aunque en realidad no cambie el dinero de manos. C(x), por otra parte, es el valor de todos los recursos a los que debemos renunciar para hacer x. En este caso, tampoco tiene que entrafiar una transferencia explicita de dinero. En la mayorfa de las decisiones, no es facil expresar algunos de los beneficios 0 de los cos- tes en téminos monetarios. Para ver qué se hace en esos casos, examinemos la sencilla decisidn siguiente. ¢Debemos bajar el volumen del tocadiscos? Nos hemos sentado en una eémoda sila y estamos escuchando un disco cuando nos da- ‘mos cuenta de que las dos canciones siguientes no nos gustan. Si tuviéramos un repro- ductor de discos compactos, lo programarfamos para que se las saltara, pero como no lo tenemos, debemos decidir si nos levantamos y bajamios la miisica o nos estamos quietos y esperamios que acabe. El beneticio de bajar el volumen es mo tener que aguantar las canciones que no nos gustan. El coste es la molestia de tener que levantarnos de la sill. Si estamos muy c6- modos y la musica sdlo es algo molesta, probablemente no nos moveremos. Pero si no Hle- ‘vamos mucho tiempo sentados o si la musica es realmente molesta, es mas probable que ios levantemos MICROECONOMIA ¥ CONDUCTA 5 Precio de reserva de la actividad x Precio al que a una persona le daria igual hacer x que no hacerlo, ¢ Tnetuso Cuando se lrata dé Sencillas decisiones como ésta, es posible expresar los cos- tes y los beneficios relevantes en términos monetirios. Consideremos, en primer lugar, el” osie de levantarse de fa sill. Si una persona nos ofreciera | centavo por levantamos de una cémoda silla y si no hubiera ninguna otra raz6n para hacerlo, ,aceptartamos la oferta? Si somos como Ia mayoria de las personas, no la aceptariamos. Pero si nos ofrecieran 1,000$, nos Ievaniarfamos al instante. Nuestro precio de reserva, es decir, a cantidad mi rnima por la que nos levantarfamos de la silla se encuentra entre | centavo y 1,008. ara ver dénde se encuentra esa cantidad mfnima, imaginemos que realizamos una su ‘basta mental con nosotros mismos en la que vamos subiendo poco a. poco la oferta co- menzando por 1 centavo hasta que legamos a un punto en el que apenas merece la pena levantarse. El lugar en el que se encuentre ese punto dependers, evidentemente, de las cir > etinstancias. Si somos ticos, tenderé a encontrarse.en un lugar mds alto que si samos po > bres, ya que en ese caso una cantidad dada de dinero parece menos importante, si nos en contramos con fuerzas, se hallaré en iun lugar més bajo que-si estamos cansados; y ast sucesivamente, Supongamos, para facilitar el andlisis, que nuestro precio de reserva por le- vvantamos de la silla es de: 18. Podemos realizar una subasta mental parecida para averiguar Ta cantidad maxima que estariamos dispuestos a pagar a una persona para que bajara la = milsica. Este precio de reserva mide los beneficios de bajar la misica, Supongamos que = son 75 centavos. Seutin nuestra regia formal de decisi6n, tenemos que x = abajar cl tocadiscos y que BUx) =0,758 < C(#) = 15, lo que significa que debemos quedamos sentados. Escuchar las ‘dos canciones siguientes seré desagradable, pero menos que levantarse. Si fuera al con ‘trario, tendriamos que leyantarnos y bajat la mtisica: $i B(2) y C(x) fueran iguales, nos da: ia igual cualquicra de las dos posibilidades. Una nota sobre el papel de la teorfa econémica ‘al vez parezca algo extrafia, por no decir absurda, la idea de que todo el mundo puede calcu- Jar, en realidad, los costes y los beneficios de bajar el tocadiscos. Los economistas han sido ob- Jeto de duras criticas por postular supuestos poco realistas sobre el comportamiento de los in- dividuos, y los profanos en seguida se preguntan de qué sirve imaginar a una persona tratando de averiguar cudnto estarfa dispuesta a pagar por no tener que levantarse de la sila. Esta critica tiene dos respuestas. En primer lugar, los economistas no suponen en modo al- uno que los individuos realizan explicitamente célculos de este tipo. Se trata, mas bien, de que ‘muchos economistas sostienen que podemos hacer itiles predicciones si suponemos que actiian como si los realizaran. Esta idea ha sido expresada vivamente por el Premio Nobel Milton Friedman, quien la explica analizando las técnicas que utilizan los buenos jugadores de billar. Sostiene que los golpes que eligen y la manera especifica en que intentan realizarlos pueden predecirse extraordinariamente bien suponiendo que los jugadores tienen muy en cuenta todas las leyes relevantes de la fisica newtoniana, Naturalmente, muy pocos buenos jugadores han es- tudiado fisica y casi ninguno es capaz de recitamos leyes como «el éngulo de incidencia es igual al dngulo de reflexién». Tampoco es probable que conozcan las definiciones de las «co- lisiones elésticas» y del «momento angular». Friedman sostiene que, aun asf, nunca habrian lle- gado a ser buenos jugadores si no hubieran jugado siguiendo los dictados de las leyes de la fi- sica, Nuestra teoria del jugador de billar parte del supuesto, poco realista, de que lus jugadures conocen las leyes de la fisica. Friedman nos insta a juzgar esta teorfa no por lo preciso que sea su supuesto esencial, sino por lo bien que predice el comportamiento. Y en este sentido. sus re- sultados son realmente satisfactorios. 6 ‘CAP{TULO 1: PENSAR COMO UN ECONOMISTA Todos nosotros, al igual que los jugadores de billar, también debemos adquirr la capacidad necesaria para abordar las distimtas situaciones. Muchos economists, entre 10s que se en- cuentra Friedman, creen que podrfamos comprender mejor nuestro comportamiento si supu- siéramos que actuamos siguiendo las reglas de decisidn racional. Piensa que tanteando aca- bamos asimilando estas reglas, lo mismo que los jugadores de billar asimilan las leyes de la fisica. La segunda respuesta a la acusacién de que los economistas postulan supuestos poco rea- listas es admitir que la conducta real suele diferir de las predicciones de los modelos econé- micos. Asi, como sefiala el economista Richard Thaler, solemas comportarnos como novatos ‘mas que como expertos jugadores de billar, sin saber qué golpes vamos a dar ni cémo debemos picar la bola correctamente para que quede en buena pasicién para el siguiente golpe. Veremos abundantes datos que confirman esta idea. Pero incluso cuando los modelos econémicos fracasan desde el punto de vista descriptivo, suelen ofrecer orientaciones muy utiles para tomar mejores decisiones. Es decir, aun cuando no siempre predigan cémo nos comportamos en la realidad, a menudo pueden aportarnos sitiles, ideas para conseguir nuestros objetivos de una manera més eficiente. Si los jugadores novatos dc billar no han interiorizado atin las leycs pertinentes de la fisica, pueden consultarlas para me- jorar. Los modelos econdmicos suelen desemperiar un papel parecido en las decisiones ordi narias de los consumidores y de las empresas. De hecho, este papel es por si solo un motivo apremiante para aprender economia. Algunas trampas habituales en la toma de decisiones Algunos economistas se quedan desconcertados si un profano les dice que una gran parte de lo que hacen se reduce a aplicar el principio segtin el cual debemos realizar una actividad si y Sélo si sns heneficins son superiores a sms castes. ;No parece que eso sea snficiente para man= tener atareada todo el dia a una persona que tiene el titulo de doctor! Sin embargo, la cuestién es més complicada de lo que parece a primera vista. Las personas que estudian economia en seguida descubren que medir los costes y los beneficios es una tarea complicada. De hecho, tiene mis de arte que de ciencia. Algunos costes parece que estin deliberadamente ocultos Ja vista. Otros parecen importantes, pero cuando se examinan més de cerca, se observa que no lo son. La economfa nos ensefia a identificar los costes y los beneficios que son realmente impor- tantes, Los principios que utilizamos son sencillos y de sentido comin, pero son principios que muchas personas desconocen en Ia vida diaria. Un importante objetivo de este libro es ensefiar al Iector a tomar mejores decisiones y una de las mejores maneras de hacerlo es examinar los ti- pos de decisiones que muchas personas toman incorrectamente. ‘TRAMPA 1. NO TENER EN CUENTA LOS COSTES IMPLICITOS Existe una trampa en las actividades cuyos costes no son todos explicitos. Si hacer la actividad x significa no poder hacer la y, el valor que tiene para nosotros hacer la y es el coste de opor- tunidad de hacer la x. Muchas personas toman malas decisiones porque tienden a no tener en cuenta el valor Ue esas oportunidades perdidas, Bsta idea sugiere que casi siempre es til con vertir las preguntas del tipo «,debo hacer x?» por otras del tipo «,debo hacer x 0 y?». En el se- gundo caso, y es simplemente Ia alternativa a.x que tiene un valor mds elevado. Bastard un sen- cillo ejemplo para remachar el clavo. ‘MICROECONOMIA Y CONDUCTA, 7 Esempto 1.2 Exempto 1.3 ¢Dehemos ir a esquiar hoy o trabajar como ayudantes de investigacién? Hay-urias pistas de esquf cerea de la universidad. donde solemos ir'a esquiar. Sahemos por experiencia que ir a esquiar tiene para nosotros un valor de 608. Los costes de un dia as- cienden a 408 (esta cantidad comprende el bitlete del aurobris, el billete del telesqui y el ‘equipo. Pero esos no son los tinicos costes de ir a esquiar. También hay que tener en cuen- nel valor de la altemnativa més atractiva a la que renunciamos por ir a esquiar. Suponga ‘mos que si no vamos a esquiar, trabajaremos en nuestro nuevo puesto de ayudantes de in- vestigacién con uno de nuestros proiesores. Nos pagu 45$ al dia y-nos gusta lo suficiente Cconio para estar dispuestos a hacerlo gratuitamente. Por lo tanto, la pregunta que hemos de hacemos es la siguiente: <;debomos ir a esquiar 0 debemos quedaiiius y trabajar como ayudantes de investigacion?» © En cate caso, el coste de esquiar no es solamente el custe explcito (405), sino también el coste de oportunidad de los ingresos que perdemos (45S). Por lo tanto, los costes tota- Jes ascienden « 858, autidad superior a los beneficios de 60S. Dado que C(x) > B(x), de~ ‘beios quedamos y trabajar con nuestro profesor. Sin embargo, una persona que no taviera cu cuenta el eoste de oportunidad de los ingtesos perdidos, tomaria la decision incorecta de ira esquiar. Obsérvese el papel que desempefian en el Ejemplo 1.2 nuestras ideas sobre el trabajo. El he- cho de que éste nos guste lo suficiente para que estemos dispuestos a hacerlo gratuitamente no es sino otra forma de decir que no tiene costes psiquicos. Eso es importante, ya que significa que si no lo hiciéramos, no estarfamos escapando de algo desagradable. Naturaimente, no todos Jos trabajos entran dentro de esta categoria. Supongamos, por el contrario, que el trabajo con- sistiera en limpiar plains en el camedor por el mismo dinero, 45S al dfa, y que fuera tan des gradable que no estuviéramos dispuestos a hacerlo por menos de 30S al dfa. Si el encargado del ‘comedor nos permitiera tomamos un dfa libre cuando quisiéramos, revisarfamos nuestra deci- sin sobre la posibilidad de ir a esquiar. gDebemos ir a esquiar hoy o limpiar platos (igual que el Ejemplo 1.2, salvo la alternativa)? Existen dos maneras eqaivalented de exaniinar sata dbsieien: Una es decir que uno de los beneficios de ir a esquiar es no tener que limpiar platos. Dado que nunca estarfamos dis- puestos.a hacer ese trabajo por menos de 208 al dia, para nosotros evitar esa tarca tiene ese valor. Por lo tanto, ir a esquiar tiene el beneficio indirecto de no limpiar platos. Si lo su- ‘mamos al bencficio directo de 605 de ir a esquiat, teuinius ique B(x) = 90$. Desde este punto de vista, C(x) tiene el mismo valor que antes, a saber, los 40S que cuesta esquiar ‘ms los 45$ del coste de oportunidad Ue Jos ingresos perdidos, es decir, 858. Por lo tanto, ahora B(x) > C(x), fo que significa que debemos imnos a esquiae. ‘Oura forma de Hegar al mismo resultado consistiria en sopesar los aspectos desagra- dables del trabajo de limpiar platos y el sueldo. Seguin este enfogue, restariamos los 305 dliarios que Valen para nosottos estos aspectos de los ingresos de 458 que pereibirfamos si lo hiciéramos y dirfamos que el coste de oportunidad de no trabajar en el comedor es de 158 diatios solamente; En ese caso, C(x) = 408 + 158 = 558 <.B(x) = 608, y la conclusion 8, de nuevo, que debemios innos a esquiar. Da lo mismo la manera en que valoremos los aspectos desagradables de limpiar platos, Es exttaordinariamente importante, sin embargo, que lo hagamos solamente de una de las «dos formas. ;No los contabilicemos dos veces! , Exempto 14 CAPITULO 1: PENSAR COMO UN ECONOMISTA FI Ejemplo 1.3 muestra claramente que existe una relacién recipraca entre los castes y las beneficios, No incurtir en un coste es lo mismo que obtener un beneficio, Por la misma razén, no obtener un beneficio es lo mismo que incurrir en un coste. Con todo lo evidente que parece, a menudo se pasa por alto. Consideremos, por ejemplo, el caso de un estudiante extranjero de doctorado que ha recibido hace poco el titulo y que esté a punto de volver a casa. La legislacién de su pafs permite a las personas que regresan del ex- tranjero llevarse un automévil nuevo sin tener que pagar el arancel normal de 50 por 100. El suegro del estudiante le pide que le lleve un Chevrolet nuevo de 10,0008 y le envéa un talén por esa cantidad, lo que pone en aprictos al estudiante, Tenia pensado comprar un Chevrolet con el fin de venderlo en su pafs. Dado que, como hemos sefialado, normalmente hay que pagar por los auroméviles nuevos un impuesto de un 50 por 100 sobre las importaciones, un automsvil de ese tipo se venderfa en un concesionario de su pafs por 15,0008. El estudiante estima que él po- dria Venderlo fécilmente por 14.0008, lo que le reportaria un beneficio de 4.000S. For lo tanto, el coste de oportunidad de llevar el automdvil a su suegro por 10.000S seria de 4.0008. No ob- tener este elevado beneticio serfa un elevado coste. Al final, es la decisién que toma, ya que para 41 tiene més valor Ilevarse bien con su familia. Incluso desde un punto de vista estrictamente econémico, la mejor decisién no siempre es la que nos reporta més dinero, {Qué debemos hacer primero? ¢Trabajar 0 ir a ta universidad? Los costes de ir 4 la tuniversidad no son meramente los’ gastos de matricula, alojamiento, comida, libros, marerial, etc. También comprenden el coste de oportunidad de Jos ingresos que perdemos mientras estamos estudiando. La cantidad que ganamos aumenta conforme ‘¢s mayor nuestra experiencia, Cuanto mayor es ésta, mas elevados son los ingresos a los qué debemos renunciar para ira Ja universidad. Por fo tanto, cuando menot es este coste de oportunidad es al terminar los estudios secundarios. Por lo que se refiere a los beneficios, una de las grandes ganancias de los estudios uni versitatios es que permiten percibir unos ingresos mucho mayotes. Cuanto antes vayamos a la universidad, durante mds tiempo podremos obtener este beneticio. Otro beneficio lo constituyen los aspectos agradables de ir a la universidad comparados con fos de trabajar. En general, los tipos de empleo que tiene la gente tienden a ser menos desagradables (0 ms agradables) cuanto mayor sea el nivel de estudios y Ia experiencia que tenga. Por lo tanto, asistiendo a la universidad se evita tener que realizar los trabajos menos agradables. Por consiguiente, para la mayorfa de las personas tiene sentido ir primero a la universidad y después trabajar. Ciertamente, tiene més sentido ir a los 20 aftos que a los 50. Z ‘Una excepcién frecuente a esta regla general la constituyen las personas que son de~ ‘masiddo inmaduras cuando terminan los estudios secundarios para recoger los beneficios de los estudios universitarios. En su caso, a menudo es més sensato trabajar un aio 0 dos, antes de-iraaJa universidad, es E] ejemplo de fa universidad constituye una ilustracién perfecta del argumento de Friedman sobre la manera en que debe evaluarse una teoria, Nadie pretende decir que las personas que es- ‘én a punto de terminar los estudios secundarios eligen el momento de ir a la universidad ha- ciendo complicados célculos sobre los costes de oportunidad. La mayorfa de los estudiantes ‘van, por el contrario, a la universidad en cuanto terminan los estudios secundarios, simplemente porque es lo que hace la mayorfa de sus compaiieros. Es lo que hay que hacer. Pero eso no tiene en cuenta las causas por las cuales la mayoria de los compafieros optan por ir a la universidad. Algunas costumbres, como la de ir a la universidad nada més terminar Jos estudios secundarios. no surgen de la nada. Toda una multitud de sociedades diferentes han MICROECONOMIA Y CONDUCTA 9 Esempto 1.5 tenido siglos para realizar experimentos con esta cuestién. Si hubicra una manera significati- ‘vamente mejor de ordenar los periodos de aprendizaje y de trabajo, ya lo habria descubierto al- guna hace tiempo. La costumbre actual probablemente ha sobrevivido porque es eficiente. Es posible que no calculemos explicitamente el coste de oportunidad de los ingresos perdidos, pero solemos comportamos como si lo hiciéramos ! Como quedard patente en el siguiente ejemplo, el hecho de no tener en cuenta los costes de ‘oportunidad suele Hevanos a juzgar enréneamente 1o que exige de ciertas transacciones la justicia, Es justo cobrar intereses cuando se presta dinero a un amigo o a un familiar? ‘Supongamos que un amigo nds presta 10,0008 y que lo-que mis le preocupa de la deci ‘sidn de cobrar o no intereses es saber si es «justo» hacesly: Podrfa depositar el dinero en setbanco, donde obtendria, por ejemplo, un tipo de interés de un 5 por 100, es decir, 500S al ao. Si:nos cobra 5005 de inteieses por cada afio que dure el préstamo, recuperaré me- ramente el coste de oportunidad del dinero. Si no nos cobra intereses, es 1o mismo que si nos hiciera un 1egalu de 500S a ano. Ahora bien, podria muy bien querer regalamos todos 40s aos esa cantidad 0, de hecho, una aun mayor, Pero nadie dirfa que es injusto que no dubs liaga todos los afios un gran regato de dinero en efectivo, Y tampoco tiene més senti- do decir que es injusto que recupere el coste de oportunidad de prestarrios el dinero, Sin embargo, en nuestra sociedad muchas personas tienen la impresién de que prestar di- ‘nero con intereses es de alguna manera una préctica fea. Una muestra de ello es la siguiente car- 1a que aparecio en la columna de Ann Landers ?, ‘Querida Ann Landers: ‘Tengo cuatro hijos que han tenido éxito en su matrimonio y en su carrera, Siempre he intentado tratarlos de una manera ecunime en cuestiones como los gastos de matricula y los préstamos para comprar una casa. Mi politica ha sidu cobrarles un bajo tipo de interés por los prestamos para no favorecer a ninguno de ellos. Recientemente, mi hija mayor me pidi6 un préstamo a dos aiios para ayudarle a comprar una casa més grande. Tanto ella como su marido tienen un buen trabajo, pero no querian tener que re- curt a activos no liquidas... Le envié como siempre un cheque acompafiado de una nota para que la firmara y me la devolviera. La nota era un acuerdo para pagar intereses, Inclui también un plan de devolucién del préstamo, Para mi sorpresa, cobré el cheque y me develvié la nota con la referencia los intereses tachada. Después ha estado pagéndome mensualmente el principal solamente. Hace poco fui de visita a su casa y discutimos la cuestiOn. pero no fuimos capaces de resol- verla... {No es razonable mi politica? ;Cémo resolveria usted este problema? Carl (Akron) La respuesta de Landers comienza diciendo: Querido Car Para empezar, yo nunca cobraria a un hijo mio intereses por un préstamo, Sin embargo, como se ‘rata de su dinero, usted tiene todo el derecho del mundo a hacer lo que le parezca... * Eso no significa que todas las costumbres fomenten necesariamente Ia eficiencia, Por ejemplo, las circunstancias, pueden cambiar de tal forma que una costumbre que antes fomentaba la eficiencia ya no la fomente. Esa costumbre po- fa cambiar con el tiempo. Si enibaryo,mnuchos bios y costumbres tardan en cambuar una vez que est firmemente araigados. 2 Ithaca Journal, 7 de juli de 1992, pig. OB. 10 Evempto 1.6 FIGURA 1.1 El dinero puede vutlizarse para crear ‘un activo productivo, ‘como los rboles, fque aumentan de valor con el paso del tiempo, Prestar a una persona dinero es renunciar a la ‘oportunidad de recoger la ganancia erivada de una inversion de ese tipo. Los intereses| pagados por los préstamos no hacen Sin teller este coste de oportunidad, CCAPETULO 1: PENSAR COMO UN ECONOMISTA Si Carl no hubiera cobrado a su hija intereses, le habria hecho, en realidad, un regalo, del cual tres cuartas partes se habrian financiado con ta futura herencia de sus otros tres hijos. Y, sin embargo, a Ann Landers y a muchas otras personas aparentemente no les tranquiliza que un economista les diga que el tipo de interés no es mAs que el coste de oportunidad en que incurre el prestamista por no depositar el dinera en un banca. Quiz4 crean que la respuesta del econo- mista da por sentada la cuestiGn que se plantea en el siguiente ejemplo. Por qué pagan intereses los bancos? Supongamos que somos duefos de tun banco y que una persona depasita 10.0008 el t de enero sin que fengamos que pagatle intereses. En ese caso, podriamos comprar con ese di- nero un activo productive, por ejemplo, una parcela con Arboles. Supongamos que éstos crecen a una tasa anual del 6 por 100 y que el precio de un arbol es proporcional a la can- tidad de madera que tiene. Al final del afio podriamos vender los érboles por 10,6008 ¥ te ‘ner 600$ ms que antes. Peio esa misma opcién fa tiene Ia persona que deposita cl dinero cn nuestro bared. {Por qué va a damos los 600$ que podria ganar? Sélo estaré dispuesta a dejamos wiiizar el dinero si le compensaunius por el coste de oportunislad de no emplearle ella. Si le pa~ gamos un 5 por 100 de intereses, obtendré 5008, cantidad que probablemente le resultard ceptable, ya que no tendré que cuidar los drboles ella nisin (o prestaile el dinero a al {guna persona que los cuide). Nos quedamos con los 1008 restantes por cuidarlos Si los intereses son realineute un reenbolso por el coste de oportunidad del dinero, {por qué hay tantas personas hostiles hacia los que prestan dinero? Tal vez porque las personas que piden préstamos suelen ser pobres, mientras que las que lus conceden suelet set tices, Petu €90 0 € siempre asf, El ex multimillonario Donald Trump pide préstamos para financiar sus proyectos inmobiliarios y a veces el dinero procede de los fondos de pensiones de trabajadores de bajos salarios. Sin embargo, lo més normal es que los intereses consistan en transferencias de dinero de personas que parecen necesitarlo desesperadamente a personas que parecen tener mais de lo que pueden gastar. Obsérvese, sin embargo, que incluso en este caso son las diferencias de ri- queza, y no los propios intereses, lo que constituye un motivo mas l6gico de preocupaci6n. El bienestar de los pobres puede mejorar si se encuentra algtin medio para aumentar su riqueza. Sin embargo, no los ayudan necesariamente las leyes y las costumbres que ponen trabas a las personas que quieren pedir préstamos. EL TIPO DE INTERES REFLEIA EL COSTE DE OPORTUNIDAD DEL DINERO 1 deenero 31 de diciembre MICROECONOMIA Y CONDUCTA ul Con todo lo sencillo que resulta el concepto de coste de oportunidad, es uno de los més im- Portantes en microeconomia. El arte de aplicarlo correctamente reside en ser capaz de recono- cer la altemnativa més valiosa que se sacrifica cuando se realiza una actividad dada, ‘TRAMPA 2. TENER EN CUENTA LOS COSTES IRRECUPERABLES EJEMPLO 1.7 En muchas ocasiones, un coste de oportunidad no parece relevante cuando, en realidad, lo es Otra de las trampas que se encnentran en Ia toma de decisiones consiste en que a veces un gas to parece un coste relevante cuando, en realidad, no lo es. Eso es lo que suele ocurrir con los castes irrecuperables, es decir, con los costes que no pueden recuperarse en el momento cn que se toma una decisién. Estos costes, a diferencia de los costes de oportunidad, no deben tenerse en cuenta, como se verd claramente en el siguiente ejemplo. (Debemos ir a Boston en automévil 0 en autobiis? Estamos planieando hacer un viaje d¢ 250 millas a Boston. Nos da exactamenie igual ir en autom6vil que eri autobyis, salvo en lo que se refiere al coste, El billete de autobus cuesta 100S. No sabemos oudnto cvesta it en automévil, por lo que Hamamos a Hertz para ha- cera na idea. El representante de Hertz nos dice que en el caso de un automévi de la marca del nuestro los costes de un afio normal en el que se récorran 10.000 millas son los. siguientes: Seguro 000s. Intereses 2.000. Gasolina y aceite 1.000)" ‘Mantenimiento 1,000" § Total 5.0008 ‘Supongamos que calculamos que estos costes ascienden 4 0,50S por milla y que un'via~ > {Je de 250 nillas en automévil nos costard 1258. Dado que esta cantidad es mayor que los 100§ que cuesta el billele de autobis, decidimos ir en este tltimo medio de transporte. Si decidimos de esta forma, cometemos el error de contabilizar los costes irrecupera- bles. El seguro y los intereses no varfan con el nimeéro dé millas que conducimos al aio: ‘Son costes irrecuperables y son tos mismos, independientemente de que vayamos 0 no en automovil a Boston, De los costes enumerados, la gasolina, el aceite y el mantenimiento son los Unicos costes que varian con el niimero de millas recorridas. Son 2.000$ por cada 10.000 millas, es decir, 0,20S por milla. A 0,208 la milla, s6lo nos cuesta 50S ir en auto- mivil a Boston, y dado que esta cifia es mucho menor que el billete de autobis, debemos “it en automévil Obsérvese el papel que desempefia en el Ejemplo 1.7 el supuesto segain el cual, dejando a un lado los costes, nos da igual cualyuiera de los dos medios de transporte. Eso nos permite decir que la tinica comparacién importante es el coste real de los dos medios. Sin embargo, si prefitiéramos uno de los dos, también tendriamos que sopesar esa preferencia. Asi, por ejempo, si estuviéramos dispuestos a pagar 60S por evitarnos la molestia de tener que con- cis, el coste real de ir en automovil no seria de SUS sino de 110, por lo que deberfamos ir en autobis. 12 Exempto 1.8 CAPITULO 1: PENSAR COMO UN ECONOMISTA El lector encontrard a lo largo de todo el libro ejercicios como el que presentamos a conti- nuacién que lo ayudardn a asegurarse de que comprende los conceptos analiticos importantes, Dominard mejor la microeconomia si los tesuelve conforme vaya avanzando. Ezercicio 1.1 (gBn qué variarfa, en caso de que variara algo, su respuesta a la pregunta planteada en el Ejemplo 1.7 si la molestia de conducir tuviera un coste de 20S y si le pusieran, en pro- ‘medio, una multa-de-tréfico de 288 por cada 200 millas que tecorriera? - ‘Verifique el lector que su respuesta coincide con las que figuran al final de cada capitulo, Naturalmente, los ejercicios serdn mucho més titles si los hace antes de consultar las res- puestas. El experimento de la pizza En una pizzeria existe la posibilidad de tomar cuanta pizza se quiera por 3$. Se paga al ‘entrar y el camarero trae tantos trozos de pizza como se desee. Uno de mis colegas rea-~ luz6 et siguiente experimento: puso a un ayudante a atender a un grupo de esas’. El «camrareto» seleecioné al azat la mitad de las mesas y antes de tomar nota devolvi6 35 a {odas las personas que las ocupaban. A Ia otra mitad no fe devolvi6 niada. A continuacién Ilev6 cuidadosamente la cuenta del nimero de trozos de pizza, que tomaba cada co- mensal, ,Qué diferencia predice usted que habrfa entre las cantidades que tomaron estos dos grupos? ‘Seguramente, Ios comensales de cada grupo se preguntaron: «;Debo comer otro 11070 de pizza?» En este caso, la actividad x consistia en comer otro trozo mas, C(x) era exac- tamente cero para ambos grupos: incluso los miembros del grupo a los que no les devol- vvieron 3S podian tomar tantos trozos como quisieran sin pagar més. Dado que el grupo al que se le devolvi6.3§ se eligié al azar, no hay raz6n alguna para suponer que a sus miembros les austaba la pizza ni més ni menos que a los dems. La regla de decision era para todos seguir comiendo hasta que ya no reportara ningin placer adicional comer “otto trozo. Por lo tanto, B(x) deberfa ser igual para los dos grupos y'los miembros de los “dos grupos deberian seguir comiendo hasta que B(x) fuera cero. ‘De acuerdo con esta razonamiento, los das grupos deherian camer, en promedio, la “misma cantidad de pizza. El precio de admisién de 3§ és un coste irrecuperable que no ‘debe influir en la cantidad de pizza que se cama. Sin embargo, el grupo al que no se le de- “volvieron los 38 comié, de hecho, mucha mds pizza: ‘Aunque nuestra regla de decisién, basada en el anélisis coste beneficio, no supere la prue- 'ba de la prediccién en este experimento, este resultado no pone en cuestién su mensaje para las personas que toman racionalmente sus decisiones. Los dos grupos debe? fan haberse compostado 6gicamente de la misma manera. Después de todo, la inica diferencia que habfa entre ellos era que los clientes del grupo al que se le devolvieron 3$ tenfan una renta a lo largo de toda su vida mayor en 3S que la de los dems. Seguramente, nadie cree que una diferencia tan pequefia pue- da influir en el consumo de pizza. Parece que los miembros del grupo al que no sé le devol- 5 Véase Richard Thaler, «Toward a Positive Theory of Consumer Choice», Journal of Economic Behavior and Or- ‘ganization, 1, 1980. MICROECONOMEA Y CONDUCTA. 13 vvieron 3S querian asegurarse de que «recibfan lo que valfa su dinero». Sin emharga, es muy pro~ bable que este motivo los llevara meramente a comer demasiado‘, {Qué hay de malo en pretender «recihir lo que vale nuestro dinero»? Absolutamente nada, siempre y cuando lo que nos mueva a actuar de ese modo exista antes de realizar las transac ciones. Asf, por ejemplo, es perfectamente razonable dejarse llevar por este motivo para elegir ‘un restaurante frente a otro de las mismas caracteristicas que resulta que cuesta més, Sin em- bargo, una vez averiguado el precio del almucrzo, debe abandonarse este motivo. La satisfacién {que nos reporta otro tr0z0 de pizza debe depender, pues, tnicamente del hambre que tengamos ¥ de lo que nos guste la pizza, y no de lo que paguemos por el privilegiv de comer todo lo que odamos. Sin embargo, a menudo parece que la gente no se comporta de esa manera. Tal vez la dificultad esté en que nv somos criaturas (otalntente Mlexibles. Quizd los motivos que tlenen sen- tido en una situacién no son féciles de abandonar en otra, Farrcicio 1.2 Jim gana en una emisora de radio una entrada para i a un.concierto de ja77 al are libee Mike ha pagado 188 por una entrada para el mismo concierto, La tarde en que va a cele- brarse éste esialla una tremenda tormenta Si Tim y Mike tienen los mismos gustos, {gual de ellos es mas probable que asista al concierto, suponiendo que cada uno decide asistir.o.no,al concierto bastindose en el andlisis.egste-beneficio? TRAMPA 3. FARSE UNICAMENTE EN LOS COSTES RELEVANTES Esempio 1.9 La persona que al tomar una decisién cae victima de la trampa de los costes irrecuperables tie- ne en cuenta un coste que no deberia tener en cuenta. En el caso de la trampa de los costes im- plicitos, ocurre to contrario: se pasan por alto costes que deberfan tenerse en cuenta. Pero, como ‘mostrard claramente el siguiente ejemplo, los costes implicitos no son los tnicos costes de los ‘que tendemos a olvidamos. ‘Si somos consumidores a los que nos preocupa la conservacién de la energia y no podemos al- quilar un automévil nuevo, zdebemos alquilar un Buick de hace 10 aos (1008 al afi, 10 litros or cada 100 kilémetros) 0 un Toyota de hace 10 aos (3008 al afo, 5 litros por cada 100 ki- Iémetros)? El primer impulso de muchos consumidores a los que les preacupa la conservaci6n dela energfa es elegir el Toyota porque consume menos gasolina, Peto la cantidad de Toyotas usados que hay es limitada. Supongamos que hay un total de’ 1.000 Buicks y 1.000 To yotas, Si alquilamos un Toyota en lugar de un Buick, alguria otra persona tendri que al- Guilar un Buick en lugar de un Toyota, Si nuestro objetivo es aliorrar energia, slo debe- mos aiqnilar el Toyota si la persona que acabaré alquiland ol Buick adicional ex una persona que conduce menos al afio que nosotros. “ Uns altemativa a esta explicacién es que 3S constituyen una proporcién signficaiva de la cantidad de dinero en efectivo que tlenen muchos comensales para gastar corto plazo. ASI por ejemplo, los miembros del grupo que re- cibié 38 podrian haberse abstenido con el in de qu les quedara sitio para tomar el postre que ahora podian compra. Para verificar esta explicacin, mi colega podria haber dado un regelo do 38 en efectivo al comienzo del dia a los ‘miembros del grupo al que no se le devolvieron 3S y ver si segui siendo diferent la cantidad de pizza que consumian los dos grupos. 4 FIGURA 12 EI Buick es mis barato si recore senas de 8.000 kllémetros al ako. En 250 contrario, ef Toyota es mis barato, CAPITULO 1: PENSAR COMO UN ECONOMISTA Pero {cémo. puede saberse si ocurriré eso? Si las tarifas de alquiler de los dos auio- méviles se determinan-en el mereado y la gente normalmente elige el tipo de automévil que reduce los gastos totales que origina un automévil, podemos decir lo siguiente: si eli- gimos el Toyota, sdlo dismiouité el consumo de energia de la sociedad si y s6lo si el To- yyota es mds barato para nosotros que e! Buick. Para ver por qué, obsérvese, en primer lu- gar, qne sila gasolina cnesta 01,50$ el litro, el coste anual del Buick és ees 2 : C(W) = 1008 +10 0,51 tole (b) top 208 aay: donde K es ef niimero de kilémetros que recomemos al aio. El costé del ‘Toyota es KS 5 Cin) = 300845 > 12)e" Cer) = 3008 +5 0,508 4.2), Estos dos costes serdin exactamente iguales si resulta que ¢ohducimos exactamente! 8.000 kildinetros al afio, como muestra la Figura 12 (para hallar ésta cifra, sc igualan los: primeros miembros de las Ecuaciones 1.1 y 1.2 y:se despeja K). Si recorremos més de 8.000, e1 Toyota resullard mids baralo; Si xecurrenius menos, cl Buick 1esullard sds bara to. Por ejemplo, si recorremos 4,000 kilémetros al afo, debemos elegir el Buick, aunque Jo unico que nos preocupe sea la conservacion de la energta. ero, ze6mo sabemos que la persona que alquila el Toyota que podriamos alquilar no- otros no Sera una persona que Conduce atin menos que nosotros? Si todo el mundo sigue Jaregia de «conducir el automvil més barato», es evidente que eso no ocurtira con las ta- Tis de alquilar dadas (st el Buick es mas barato para nosotros, tambien Jo sera para el que - recotra menos kilometros al abo que nosotros). Pero, ;qué ocurre si la mitad de los con * ductores, incluidos nosotros, recorren 4.000 kilémetros al afio'y todos los demas recorren. 3.000 solamente? En ese caso, el Buick resultard més barato para todo ef muinido a las ta ~ rifas.de alquiler vigentes. Nadie querré alquilar urv Toyota. Las empresas de alquiler de au- toméviles descubrirén entonces que pueden subir significativamente los precios de los Buicks y seguir alquildndolos todos. Por la misma raz6n, tendrén grandes incentivos. para reducir jas tarifas de alquiler de los Toyotas, en lugar de ver cémo se cubren de pol- yo en el aparcamiento. Al final, las tarifas de alquiler de los dos automéviles se ajustardn. de tal manera que fos Toyotas serén més baratos para los conductores que recorren mu-\' hos komnetrosy los Bulg sen més baratos para Jos que recorten pocon. Coste anual (C) en $ 800 300 Kilimetoos aruales 1K) ° 4.000 8.000 12,000 MICROECONOMIA Y CONDUCTA 1S Ezercicio 1.3 ‘Si‘el alquiler de los Buicks sube de 100§ al aio a 2008.en el Ejemplo 1.9, ;cusintos kil6- ‘metros tendsfamos que recorrer al aiio para que el Toyota nias resultara mas barato que el ‘Buick? Renee La mano invisible Una de las ideas mas importantes del andlisis econémico es la de que la biisqueda del propio provecho por parte del individuo no sélo suele ser compatible con los objetivos sociales mds ge~ nerales sino que, de hecho, incluso la exigen éstos. Asi, en el Ejemplo 1.9 hemos visto que los. consumidores que persiguen exclusivamente su propio interés elegirian los automéviles de una ‘manera tal que disminuirfa lo més posible el consumo de energia de la sociedad en sn conjun- to, Ninguno de ellos rrataba de conservar combustibles fosiles escasos para las futuras gene- raciones. Trataban simplemente de reducir lo més posible sus propins castes. De hecho, si hu- bieran tratado conscientemente de reducir el consumo total de energfa alquilando Toyotas, independientemente de lo poco 0 lo mucho que utilizaran el automévil, el resultado habria sido un mayor consumo total de energia. Los consumidores egofstas, totalmente inconscientes de los efectos de sus actos, a menudo actdan como si fueran conducidos por lo que Adam Smith llam6 la mano invisible y producen el mayor bien social. En un pasaje de La riqueza de las naciones, tal vez el més citado, Smith firma: Noes de la benevolencia del carnicero, del cervecero 0 del panadero de Ia que esperamos obtener el alimento, sino de su busqueda de su propio interés. No nos dirigimos a su humanidad sino a su egofsmo y nunca les hablamos de nuestras necesidades, sino de su provecho. Los economistas modernos a veces pierden de vista el hecho de que Smith no crefa s6lo son importantes los motivos egoistas. En su tratado anterior, La teoria de los senti- ‘mientos morales. por ejemplo, habla emotivamente de la compasién que sentimos por los de- mas: Por muy egoista que se suponga que es el hombre, hay evidentemente algunos principios en su na- turaleza que lo evan a inferesarse por la suerte de los dems y que hacen que Su felicidad sea ne- cesaria para él, aunque no saque ningun provecho de ello, salvo el placer de verlo, De este tipo es 1s piedad 0 la compasién, la emocién con que nos compadecemos de Ia miscria Ue los dems, ‘cuando la vemos o cuando llegamos a imaginarla de una manera muy realista, Que a menudo nos produce pesar el pesar de los dems es un hecho tan evidente que no hace falta dar muchos «ejemplos para demostrarlo; pues este sentimiento, como todas las demés pasiones originales de la naturaleza hnmana, no es exclusive en modo algunos de los virtuosos y humanitarios, si bien qui 24 éstos lo sientan con una sensibilidad mis exquista. Lo tiene hasta el mayor ruin, el transgresor ‘més contumaz de las leyes de la sociedad ‘Smiith era, adems, muy consciente de que el resultado de la busqueda incontrolada del pro- pio interés a veces dista de ser bueno desde el punto de vista social. Como muestra el ejemplo siguiente, e! mecanismo de la mano invisible falla cuando hay importantes costes o beneficios que recaen sobre personas que no son las que han tomado las decisiones. 16 Ejempto 1.10 Coste externo de una actividad Coste de una actividad que recae ‘en personas que no participan directamente en lla, CAPITULO 1: PENSAR COMO UN ECONOMISTA 4Se deben quemar las hojas secas 0 levarlas al bosque? ‘Supongamos que llevar las hojas cuesta 20$ y quemarlas ex casa 1$ solamente. Si a la” duefia de ta casa s6lo.le preocupan los costes que recaen directamente sobre ella, quema- xls hojas. La dificultad se halla en que la quema de hojas comporta tin importante cos- te externo, que significa un coste que recae en personas que no intervienen directamente ena decisién. Este coste extern es el daiio que hace el humo que desprende el fuego y no recab Sobre la duefia de la casa que toma la decisién de quemar !as hojas sino sobre las [persanas que viven en la direccisn en la que sopla el viento. Supongamos que cl humo produce unos daiios que ascienden a 258. En ese caso, el bien de la comunidad exige que se Hleven las hojas al bosque y no que se quemen. Sin embargo, desde ta perspectiva Ue la uefa de la casa que persigue su propio beneficio, parece que lo mejor es quemarlas *, Los wustes y los beneficios extemnos son a menudo Ia raz6n por la que existen leyes que li- ‘mitan la discrecién individual. Por ejemplo, actualmente la mayoria de los municipios tienen le- yes que prohfben quemar hojas dentro de los limites de la ciudad. Esas leyes pueden verse como ‘una manera de hacer que los costes y los beneficios que observan los individuos se parezcan ‘mas a Jos costes y los beneficios que experimenta la comunidad en su conjunto, Con una ley {que prohiba la quema de hojas, la persona que esté considerando la posibilidad de quemar ho- JA sopesa la sancién que puede acarrearle el incumplimento de la ley y el coste de transportar las hojas. La mayorfa de las personas llegan a la conclusién de que es mas barato levarlas al Racionalidad y egotsmo Criterio de la racionalidad basado en el ‘egotsmo ‘leoria segin la cual las personas racionales solo tienen en cuenta los costes y los bbeneficios que lea afectan directamente a ellas Ser racional significa tomar decisiones de acuerdo con el criterio del custe-benelivio, es decir, realizar una actividad si y s6lo si los beneficios son superiores a los costes. Esta definicién de la racionalidad puede scr objeto de dos refinamicntos importantes. Uno es el criterio de la ra- cionalidad basado en el egofsmo, segiin el cual las personas racionales conceden un gran peso \inicamente a los costes y los beneficios que les afectan directamente a ellas. Este criterio deja de lado explicitamente algunos motivos, como tratar de hacer felices a otras personas, tratar de hacer lo correcto, ete. La otra definicién es el llamado criterio de la racionalidad basado en el objetivo inme- diaty. Su nico requisito es que las personas actien eficientemente en pro de las aspiraciones u objetivos que tengan en cada momento. El atractivo de este objetivo mas general se halla en que abarca motivos tan nobles como la caridad, el deber, etc. Sabemos, después de todo, que mu- chas personas tienen esos motivos, por lo que nuestra teorfa es mAs precisa desde el punto de vista descriptivo si los tiene en cuenta explicitamente. La dificultad se halla en que el criterio de la racionalidad basado en el objetivo inmediato a menudo parece demasiado general. Por ejemplo, siel objetivo predominante de una persona obesa es atiborrarse de tarta de chocolate, esta conducta es racional seguin el criterio del objetivo inmediato siempre que esta persona no pague por la tarta més de lo necesario. El hecho de que la decisién de comerse la tarta pueda ser mis tarde motivo de profunda lamentacién o incluso la causa de una muerte prematura, no es relevante segtin este criterio. En cambio, segtin el criterio del egoismo, comer Ia tarta es irra- cional en estas circunstancias. ° Naturalmente, si la duefa de la casa tiene buenas relaciones con las personas que viven en la diecciin en la que sopla el viento, es posible que el propio beneficio aconseje transportar las hojas, con el fin de mantener esis buenas f= laciones, Pero si esas persosas son seres totalmente extraios, este motivo tendré mucho menos peso. MICROECONOMIA Y CONDUCTA 17 Criterio de la racionalidad basado en el objetivo inmediato Teoria segun la cual las personas Tacionales actdan cficientemente en pro de tas aspiraciones u objetivos que tengan en el momenta de decidir. Eyempto 1.11 La teorfa formal de Ia elecci6n racional puede desarrollarse de acuerdo con cualquiera de los dos criterios de la racionalidad. Si utilizamos el criterio del egofsmo, comenzamos suponiendo implicitamente que las personas son esencialmente egofstas. En cambio, el criterio del objetivo inmediato nos exige postular supuestos sobre los objetivos de las personas. Paradéjicamente, la . La respuesta es, como cabria esperar, que debemos comprar una unidad adi- cional si y sélo si los beneficios marginales son superiores a los costes marginale. MICROECONOMIA Y CONDUCTA 21 FIGURA 1.4 CANTIDAD OPTIMA DE MEMORIA DE COMPUTADORA Seca et Precio $ por megabyte) ‘debemos comprar es oll tacantided con la ‘que el beneiclo Beneficio marginal marginal dean (valor de un megabyte megabyte adicional adicional Sarcone magia Memora optima ad outa marginal (conte de un megabyte adicional w s| cad Megabytes ot aaa se de memoria El naturalista econdmico El estudio de la biologéa nos perinite ubservar y admirar muchos detalles de la vida que, de lo contrario, se nos escaparfan, De la misma manera que para el naturalista un paseo por un si- encivso bosque se convierte en una aventura, asf el estudio de Ia microeconomia nos permite convertimos en «naturalistas econémicos», es decir, ver desde otra dptica los detalles mundanos de la existencia ordinaria, Cada uno de los rasgos det paisaje hecho por el hombre ya no es una masa amorfa, sino el resultado de un célculo implicito basado en un anilisis cosie-beneficio. ‘Veamos algunos ejemplos de naturalismo econémico. EJEMPLO 1.13 ;Por qué es tan mala la comida de los aviones? ‘Todo cl mundo se queja dé la comida que dan en los avionés; De hecho, si un réstauraite se- rio se atreviera a vervir una comida de ese tipo, quebrarfa de inmedinto. Nucstras qucjas pa fecen dar por sentado que las comidas de los aviones deben ser tan buenas como las que co ‘memos en los restaurantes. Pero (por qué? El anilisis coste-beneficio muestra claramente qué ‘Tas comparias aéreas deberian mejorar la calidad de su comida si y sdlo si los beneficios fue- ‘ran superiores a los costes. Para calcular fos beneficios de dar una comida mejor; probable- ‘mente constituya un buen indicador lo que estartan dispuestos a pagar por ello los pasajeros, en forma de tarifas mas atas. Si padicra wftecerse wha cousida ue tuviera la calidad de la que se ofrece en los restaurantes con un mero incremento de los costes de 5S, probablemente la ‘mayoria de la yente estarfa encaniada de pagarto, Sin embargo, la dificultad estriba en que so- fa, mucho més costoso preparar sin apenas tiempo una comida significativamente mejor a 39.000 pies de altura en una cocina diminuta. Podria hacerse, por supuesto. Una compara” aérea podria suprimir 20 asientos en los aviones, instalar una cocina moderna y bien equi- pada, contratar mis personal, gastar mas en ingredientes, etc. Pero estos costes adicionales se aproximarian mds a los 508 por pasajero que a los 5S. Por mucho que os quejemos de la es- |. casa calidad de la comida que dan en los aviones, pocos estarfamios dispuestos a pagar este 'eoste adicional. El triste resultado ¢s que la comida de Jos aviones seguiré siendo inevita- blemente insulsa, ya que los costes de mejorarla son superiores a los beneficios. : Muchos de nosotros respondemos con entusiasmo a la méxima «todo lo que merece la pena hacer, merece la pena hacerlo bien». Despierta, después de tudo, un cieitv urgullo por el trabajo bien hecho, que lamentablemente suele faltar. Sin embargo, el Ejemplo 1.13 muestra claramente 22 Escarto 1.14 Exempto 1.15 ‘CAPITULO 1; PENSAR COMO UN ECONOMISTA que esta méxima no tiene ningsin sentido si se interpreta literalmente, No tiene en cuenta la ne- cesidad de sopesar los costes y 10s beneficios. Para hacer una cosa bien, hay que dedicarle tiem- po, esfuerzo y gastos. Pero el tiempo, el esfuerzo y los gastos son escasos. Dedicarlos a una ac- tividad impide dedicarlos a otra. Mejorar la calidad de una de las cosas que hacemos significa, pues, reducir necesariamente la calidad de otras (otra aplicacién més del concepto de coste de oportunidad). Toda decisién inteligente debe tener en cuenta esta disyuntiva. Todo lo que vemos en la vida es el resultado de una solucién de compromiso de ese tipo. Fl hecho de que Steffi Graf juegue tan bien al tenis significa que no puede llegar a ser una con- certista de piano. Y. sin embargo. eso no significa, evidentemente, que no deba dedicar algdn tiempo a tocar el piano. Solo significa que debe conformarse con alcanzar un nivel menor en ese campo que en el tenis. éPor qué los automévites manuales tienen vince velocidades y los automdticos solo cuatro? ‘Cuainhs mas velocidades tenga la caja de cambios de un autoniévil, més gasolina ahortaid, > Las velocidades adicionales son coino la «sobremarcha» que teifan Ios automoviles de Ios. afios 40; ahorran gasolina al permitir circular a mayor velocidad con un ndmero menor de re vyoluciones del motor. La mayorfa de los automéviles que se fabrican actualmente tienen cin= ‘co velociddades en la caja de cambios mantial y s6lo tres 0 custro en la auinmatica. Dado que ‘evidentemente ef ahorro de gasolina ¢s algo bueno, ,por qué fimitar el niimero de veloc ‘daties de los automéviles automaticos? La raz6n se halla en que el ahorro de gasolina no es ‘nvéstt0 tinico objetivo. También queremos mantener el precio del automévil dentio de Junos limites. Las transmisiones automaticas son mucho més complejas que las manuales y ‘el coste dé una velocidad més ¢s, pues, mucho mayor en las primeras. En cambio, los he neficios de introducir otra-velocidad son Ios mismos en ambos casos. Si los fabricantes de aautoméviles siguen la regla que dice «atlddase una velocidad més silos haneficins son

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