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Identidad e interfaces de la musicoterapia® Podemos, desde una perspectiva social, entender la identidad como un derecho: derecho a ser identificado 0 reconocido como quien se sabe y se dice ser (Ia identidad, nombre, apellido es uno de los derechos humanos). Esto supone un campo dentro de cuyo sistema de relaciones el su- | jeto se recorta en tanto sf mismo al serlo para los otros segtin cédigos “que To nombran y que establecen trazos que lo categorizan desde un ‘acuerdo en comiin, ejemplo: Claudia Banfi, sexo femenino, naciona- “Tidad argentina, etcétera. Se trata claramente de una consiruccién, no esta en la naturaleza, el sistema cultural que la significa decide prio- rizar una (el sexo biol6gico) por sobre otras posibles categorizaciones (leccién de objeto homo u heterosexual, por ejemplo), y decide tam- bign qué tipo de parémetro rige la identificaci6n (la edad en nuestro contexto equivale a un ntimero de afios desde un criterio cuant diferente al que, en otros medios, define cualitativamente una c | cion social referida a la experiencia como s ~~ Inmovilizar a las personas en una “iden! una forma de controlarlas, afirma Leo Bers: politico de! movimiento gay®. / _ Laidentidad (racial, rligiosa, profesional) es circunstancial, refie- reasistemas de relaciones generados histérica y politicamente. No es " natural ni absoluta, sino cultural y relativa. Asi, se sabe lo que se es en un juego de exclusiones que deslindan trazos y distinguen de lo que no se es, un corte TiCudles la vivencia de identidad? ~> No existe en el plano de lo subjetivo algo reconocible como una ‘esencia, existe la ilusién de ser yo en un juego de espejos, un calei- doscopio. La conciencia de estar siendo si mismo nos dota de una condicién de unidad solo conservable en el plano fisico, a veces bas- ta bien poco (la transformacién o pérdida del campo contextual que 3s, antes que nada, nsu estudio tedrico y 59 Encuentro Latinoamericano de Musicoterapia. Mesa Redonda “Identidad ¢ in- terfaces de la Musicoterapia", Rio defanciro, 1996 60 Bersani, Leo (1996) Homos. Buenos Aes, Ed. M ia Musicoterapia nos significa, una alteracién del perce sumergirnos en lugares donde, to de nuestro cuerpo) para extrafios y ajenos, ya no es posible ( sea: la identidad (de “idem = cionario) es parad6jicamente impermanente, fr Pertenece al mundo d Desde esta concepcién més bien humilde de lo humano, despro- vista de la pretensiGn de Ser, es facil concebir que debemos nuestra identidad profesional a nuestros pacientes, es su mirada la que nos nombra. Aqui, entre colegas, nos reconocemos en fragmentos de lo Jomos expositores, profesores, camaradas, estudiantes, de joterapia. Nos tornamos musicoterapeutas en la sesion, siéndo- fo en relacién a un otro para y por quien estamos allt. El otro nos fun- da, nos reinaugura y acota desde su peculiar alteridad. 5 'Podemos pensar al sujeto como una entidad cuyas formas se “fransfiguran al compds de todas las modificaciones que le impone 0 imprime aquello que va siendo, su pluralidad relacional, emocional, histérica. ‘Somos forma, percibimos al otro en tanto forma, yelJenguaje dela. forma es el lenguaje del arte. Pero eso no basta para entender y hacer, porque hay aqui dolor de humano (:doténdonos también de una po- sible identidad como especie?) > Enel plano de la identidad que otorga el quehacer,y desde esta vi sion prismatica de lo que es ser uno, aparece como atractiva a posib lidad de autorretratamnos, como individuos y como clase profesional, acordando y reconociendo los trazos que nos dibujan las lineas que disefian nuestro perfil y 10s “datos de fiiacidn’, orfgenes,encuenos yrecorridos que nos componen. Hacer implica la pos ile conocer a otros (personas, saberes) como parte de lo que (ranseate siendo nosotros y, desde lo alterno, establecer vinevlos y MMOTEE idlogos. La capacidad transformadora de esos discursos dope dela busqueda de un lugar de entrecruzamiento y mezeia 1° Ot de diversidad rompiendo con el sue tranqulizado® deo RTE ‘Tal vez, en el punto actual de la historia vsiente dee Masso pla, asi como en el instante presente del devenis profes fo o.° musicoterapeuta, haya legado el tiempo de terminar Cot fl ete mo de perseguir un saber y un quehacer hegem necesit afirmarse en su unicidad forjada paramo alienarse 1, inal No hay nada nuevo, solo la creaci6n en tanto raci6n de como la generacién de un corte dondelo nuevo es a configu Escaneado con CamScanner Glauela Bani og Cran Ba x tra. categoria inefa- sentidos que se plasma en un espacio-tiempo (otra c: bie) irepetible Ves tambien esta la substancia azarosa del arte Dice Alan Pauls después de "ver" “Hondo”, un espectéculo de danza: 1.) Bs danza mater uma lo que I danza pareeta ‘peta en eprimi la dimensién sonora del cuerpo: cafdas, Impoctos, choqus,tods esas froces dsonancias di contas que aa or primera vez, demuestra que bat. larno es sélahacer sible el movimiento del cuerpo, sino tam. bien volver dramticamente autble. Enunciaré, a modo de ejemplo, algunas de las afluencias que im- pulsan el curso de una propuesta clinica posible: * Relajacién: se basa en las investigaciones de Wilhelm Reich, las nociones de sensacién y percepcicn estudiadas por la p experimental, el percepto del cuerpo entendido desde la filosofia francesa modema, lo consciente en la primera tépica freudiana, més los aportes de diferentes técnicas de relajacidn occidentales —Bertherat, Aberastury y otras- y orientales, Kum Nye. * Atravesamiento de un proceso de terapia (en este caso, psicoana- litca y bioenergética). * Concepto de contacto: es fruto de los intercambios clinicos y te6ricos con diferentes compafieros de trabajo provenientes del campo del psicoandlisis, la psicoterapia grupal, la clini Psicosomitico, os abordajes comporalistas“neoreichi tera. * Conciencia de la propia condicién de ser cuerpo: aspe ‘mente ideol6gico que compartimos con aquellas modalidades {erepéuticas cuyo punto de vista abarca la observacién critica del lugar del terapeuta como un lugar de ‘saber/poder. . stone anenenioneserecidas sobre la tierra fértil de las produc- ol Papala-y ambien dl ddog coniaony leat ners Yoottos artistas, i ere + Vorconfluye nelement. een de a tomcyan elementos tebrico-précticos relativosalamecénica . técnica de canto e investigaci + fo igaciones clinicas sobre Ja voz “del sonido al sentido”, Junto al desarrollo experimental de ‘una metodologfa de entrenamiento vocal para actoves Musicorapig le Fa idea de un lenguaje que habla desde las for- 'm0- préximo, semejante-parecido, cuyo pade: 9, asf escuchado, nos bafia fugazmente con la ti str identidad de musicoterapeutas, color que a su vez j idéntico a algo, o siquieraa si mismo. ~~ Elo 1 Parte de los hilos que tejen la trama multi inte y mévil de una particular identidad de musi- coterapeuta es el de clarificar la idea obvia, pero nc lempre recordada_ dela imposibilidad de no ser, en el quehacer profesional, una entidad hhistérica, contextuada y atravesada por el existir de los otros: e “caso, otros actores de los campos del arte, la salud y el pensamiento, {quienes nos anteceden, sostienen, enfrentan, explican, cantan y en. cantan en cada vericueto de nuestro propio recorrido. “Si asf ocurre, resulta fécil concebir las formas de relaci6n de la musicoterapia con otras artes, oficios o saberes como las formas que pueden tener entre sujetos los vinculos: con sus puntos de encuentro y distanciamiento, sus signos de igualdad y diferencia, sus zonas de revelaci6n o enigma, sus pulsos mds vitales o sus trampas mortales. rapeutas podemos miramos bailar la danza de e intentar elegir con quién, para qué, con qué inta de nuestra jamas puede ser compas. Elijo palabras del rumano Cioran, un renegado de la filosofia y mistico del la msica, para terminar (jo empezar a hablas?): No hay nada mas profundo y misterioso que la necesidad de consuelo. No puede definirse tedricamente, porque nada guar- damos de ella en el pensamiento salvo un suspiro. El mundo de los pensamientos es una ilusién respecto del mundo de los (a el valor de haba, en pleno desgara de cardter”y ottas evidenclsdea.clura? Pero es una cobarda ne hablar de tristeza, inulida y tas eviden- cias dela vide, : mast Nis 4Qué han dicho los filésofos sobre las evidencias tltim: Alera lo que un acode dea Sinfonia inacabada de Suber) Cioran EM see) abode lagu ores. {81 Gloran, EM. (1996) Bibra de las quimeras. Barcelona, Tusquets Fait Escaneado con CamScanner Cémo trabaja el musicoterapeuta” Dejando a un lado las diferencias determinadas por las diversas es- pecialidades clinicas, despejando el tema de la pluralidad de los refe- rentes te6ricos, intentando prescindir incluso de la variedad respecto de técnicas y recursos... qué es lo que nos identifica como terapeu- tas? Lamisica... ‘Aun si prescindiéramos de toda accién directa musical o sonora {aun al escuchar, por ejemplo, miisica grabada con nuestro paciente), spodemos prescindir de nuestro cuerpo en tanto presencia significan- te en el campo intersubjetivo que contextia la sesién? Aun callada, sprescindimos de nuestra propia voz? i6n del cuerpo en tanto existencia fisica concreta, sede de sentidos, igar vincular, érea de comunicacién, entonces los musicoterapeutas |trabajamos con el cuerpo, con nuestro propio cuerpo, como sopor- te de multiples funciones dialécticas y nunca univocas (registramos ‘solo desde nuestro subjetivo percepto, estamos alli en la relacién con lel paciente como solo puede hacerlo cada uno de nosotros, desde la labsoluta singularidad). 4Cémo asistir desde alli a quien tratamos? ;Qué conocemos de eso que somos, cuanto sabemos de nuestra corporalidad? ;Cudnto somos capaces de sonar en nuestra propia voz al decir, cantar o callar? “Sonar en la propia vor’, ‘estar en el propio cuerpo’, “jugar en se- rio’, bellos principios o intenciones, pero ...jcémo se hace? El objetivo delas reflexiones aqui planteadas no es arribara alguna ‘conclusién que cierre la pregunta, partir la cuestién, empezando por ex sostienen y hacen posible una forma de trabajo. La primera de ellas es la relajaci6n, no entendida aqui como laxi- tud muscular 0 sopor, sino como aquella condicién subjetiva que, {52 Mesa Redonda “El cverpo, ln voz la capacidad Idea, 3+ Encuentro de Mus- coterapia en Psicopatologf infantoJuvenl, Hospital Dra, Carolina Tobar Gare, Seceidn Musicoterapa.Asoiacién de Musicoterapeuta dla Repablica Argentina "AMU.R.A.- Rosario, julio de 1997, 209 20. desprovista de una carga excesiva de tensione brio biopsiquico dinémico en que tas sensor a ita un eq cepcién se agudiza yla conciencia se expande leran, la per- Evidentemente, no hablo sino de un modelo ut direecién y un camino En lo que hace a la busqueda, de relajacién para el traba '6pico, o mejor, una saber cémo interrogar a su cuerpo, y respoder con acciones, mecanismos o recursos propios, . No se trata, en todo caso, de evitar la tensién a toda costa, sino de poseer un registro que permita reconocerla, aceptarla e intentar modificarla ‘Cuando aqui digo tensién, tampoco me refiero ala sola contrac: turacién muscular, sino al concepto “reichiano" de que toda rigidez muscular contiene toda la historia y significacién de su origen. Con esto queda claro, entonces, que cuando mencioné la posibi lidad del terapeuta de “entrenarse en saber de si" me referfa a un no de conocimiento que, si bien lo abarca y contiene, excede el Jo puramente muscular y avanza hacia otras esferas del dolor. sea esto lo que nos hat saber que obramos desc ‘ima con el tema de la relajacién concepto de contacto: una cualidad de presencia para la cual la telajacién es Estar en contacto supone un estado de apertura de lo pro- iad de integrar acciones y sensaciones. un ensamiento consciente de su ratz sensible. Estar en contacto es la posibilidad de un entregarse a si mismo y sostenerse en el centro de la propia emocionalidad al estar con y para el otro. Si toda mirada y toda escucha es un recorte, la nocién de un trabajo clinico desde el contacto tal vez permita una expansion del campo de registro. Nuevamente hablo aqui de un “tender hacia" en cuyo proceso nos encontraremos fatalmente con los propias talentos y difcultades, y esto es lo que propongo tomar como mat Relacionarse incluyendo a conciencia la pro} ‘cuerpo implica una responsabilidad y un riesgo ant los cuales se im- one un cuidado: generarse un terreno de serena cautela, abrir desde allf un espacio de interrogacién, tomar las propias inciativas yaccio- hes como hipotesis tentativas. Escaneado con CamScanner zo sta postura evidencia la necesidad de otra condicién fundante: el silencio. Me reiero a la capacidad de silencio, de silenciarnos que de- bbemos poseer los musicoterapeutas: dejar que el otro suene, y descle ja quietud potencialmente fértil que genera el contacto, poder escu- El musicoterapeuta es un terapeuta sonoro, y podemos imaginar que a la manera de un instramento de miisica, es bueno cuidar de AU afinacién: que todos los posibles espacios de su organismo estén disponibles para entrar en vibracion: la cuerda flexible, la membrana duct. Esta imagen nos sirve para hablar del ser terapeuta en un sentido amplio, pero en el caso del musicoterapeuta la figura cobra, ademés, ‘un sentido literal: es muy concretamente necesario que se geneten condiciones para que el escuchar se agudice y expanda, para que el sonar, tocar 0 cantar cobren cuerpo en su mejor forma, calidad esta ‘que no solo depende de las aptitudes musicales, sino que por lo ant dicho pienso que se apoya en la relajacién, el contacto yla producci de un silencio (como condicién de espacio) sin el cual la miisica deja de existir como lenguaje. Hablo, entonces, de una musicalidad o cualidad de sonoridad ‘cuyo soporte es el cuerpo del terapeuta jugando un papel en una es- cena compartida, ocupando un lugar en el complejo territorio de un vinculo. observar sus cualidades de intensidad, duracién, altura jarnos impactar por estos rasgos, y sin la tentacién de oficiar de ductores’, sumar, alternar y superponer lenguajes sin confunditlos. Podemos atender ala miisica que canta en las palabras, obrar des- de y hacia esa misica. Podemos percibir la muda mtisica (ritmos, tonos, disonancias) que ordenan una forma particular de expresi6n, y a ella hablarle con los gestos necesarios: un eco, un grito, un espe} Podemos compartir una danza, una canci6n 0 un suspiro contex- tuados por las reglas del juego: evitando tefiir o impregnar el campo con nuestra propia subjetividad que, al servicio de una estructura que la abarca, debe intentar a un tiempo sentir y percibirse sintiendo. Hablo de conciencia, biisqueda de aproximacién a los propios procesos, para que sea entonces el otro quien quede habilitado a ju- gar inundando de sf mismo el escenario. Musicoterapia ee Te Mencionados los ejes desde los cules intent me referiré a la voz en la musicoterapia y sus cchos ejes. ‘Asf como la dimensiGn corporal del trabajo m plasma desde la corporalidad del musicoterapeuta, partir en ella, a partir de su sola presencia, un estatuto de materia pri- ma privilegiada para el tabajo clinico, Siendo asi es también determi- nante la calidad de contacto que con nuestra propia voz mantenemos Jos musicoterapeutas. La voz es fendémeno en cuya produccién intervienen la funcién respiratoria, la disposicién y forma de las cdmaras de resonancia del cuerpo (paredes 6seas, espacios huecos y vibratilidad de sus contor- nos), las caracterfsticas de las cuerdas vocales, todo esto indisociado de nuestra co! ‘i nuestra plasticidad psi- quica, emocional y expresiva. ‘Nuevamente, esa identidad sonora lograré abrir hacia y parael otro Jos caminos que el horizonte de nuestra propia vocalidad permita. Expandir el conocimiento y alcance de nuestras acciones vocales es posible a través del entrenamiento, la relajacién y el contacto. ‘Los mismos prineipios pueden ser bases legitimas para cuando se percute, se improvisa, se toca un instrumento, se ejecuta una obra: debemos conocer intimamente, saborear en sus matices, hacer ma- leable el idioma elegido para intentar tranformar aquello que desde el otro nos llega como dolor, limitacién o vacio. sner una praxis, iculaciones con di- icoterapéutico se voz puede com- Escaneado con CamScanner

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